Capítulo II. La crisis y sus salidas
5-D. ¿El asma representa un retroceso? No en el sentido técnico que este término tiene para el psicoanálisis. La aparición de un síntoma antiguo, sepultado desde hace mucho tiempo en las fibras profundas del cuerpo, más bien parece manifestar el proceso de “vicarización” al que ya me he referido. El termino regresión puede ser usado en un sentido neutro para indicar el proceso de remontar manifestaciones “orgánicas” más antiguas. Este remontar no sucede por una intervención farmacológica, como en la homeopatía, sino a través de un recorrido “sensorial”. Aquí es necesario señalar también el nexo entre asma y manifestaciones cutáneas de gran importancia en la medicina china (elemento aire). 6-D. ¿En qué sentido se puede hablar de curación? Al igual que para la “enfermedad” la curación no puede prescindir de la percepción subjetiva y de la responsabilidad de la persona. Si la necesidad de cambio y la demanda de ayuda dan sentido a la psicoterapia, es difícil hablar de “curación” por fuera del contrato por el cual se ha dado el recorrido terapéutico. Por fuera de la responsabilidad que yo y la persona hemos tomado, cada uno para sí, en las elecciones y decisiones que se implementaron. Por tanto el fin de la terapia coincide con la toma de conciencia de que ya no es necesaria una relación privilegiada de ayuda y que la persona está en condiciones de caminar con sus propias piernas. La terapia no es un deber existencial, ni una elección de valor. Es la respuesta a una necesidad que se manifiesta, en circunstancias particulares en el curso de la vida, y que requiere una ayuda específica para encontrar satisfacción. No le asigno ninguna dignidad sagrada o ética a la elección de hacer una psicoterapia (ni al ejercicio de la profesión de terapeuta). Los caminos para el conocimiento y el bienestar personal son muchos y cada uno busca el suyo, según las circunstancias, los gustos, las fases que la vida dicta. La cultura psicoanalítica difundió un implícito y a veces explícito juicio de valor que consiste en considerar el análisis un bien en sí mismo: no ya otro objeto del análisis que el análisis mismo. Sin entrar en las cuestiones teóricas que están en la base de esta afirmación, me limito a constatar su efecto en la cultura difundida. El análisis se transforma en un deber ético, en una elección de vida y ya no en un instrumento provisorio para la superación de dificultades personales y para conseguir objetivos de cambios. La responsabilidad de la persona desaparece de la escena y el problema de la duración y del fin del análisis atormenta la teoría y la práctica del psicoanálisis (además de la vida de muchos pacientes).
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