El salto cuántico

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El Salto Cuรกntico Yesid Vianchรก


DEDICATORIA “Para todos aquellos que algún día me han robado sonrisas y lágrimas, ilusiones y decepciones, alegrías y tristezas... Porque gracias a su presencia, mi existencia ha sido una enorme e incesante cascada de emociones. Por consiguiente, me han permitido vivir… En especial, mis sobrinos. MUCHAS GRACIAS”.


CONTENIDO Agradecimientos

I

1

La Rutina

7.

2

El “Valor” de las Cosas

15.

3

Soñar Despierto

27.

4

Los Zombis

39.

5

La Zona de Confort

57.

6

Los Recursos

77.

7

La Revancha

91.

8

No Siempre se Gana… Pero Nunca se Pierde

106.

9

Todo Cambia

121.

10

El Obsequio

137.

11

La Línea de Salida

151.

12

El Salto

164.


LA RUTINA Ella se mantenía todo el tiempo abrumada a causa del ruido que producían las tres impresoras industriales, que se encontraban apostadas junto a la puerta de su oficina. Sin embargo, no decía nada pues consideraba que eran importantes los cientos de metros en pensamientos que, ordenadamente estructurados y finamente redactados con elegancia y pulcritud, escupían aquellas máquinas sin parar cada día (cartas, faxes, memorandos y órdenes de producción, entre muchos más). Pero estos pensamientos se encontraban vacíos, pues eran hijos fidedignos de unos pocos formatos a los que constantemente se les cambiaba el destinatario, intentando aparentar que el interlocutor realmente importaba. Se sentía agobiada también, a causa de la imposibilidad de sentir empatía con su jefe, frente a sus constantes y exagerados requerimientos de entusiasmo y compromiso para con la compañía. No se trataba de que ella fuera una rebelde, más bien, que le resultaba difícil comprenderlo: no entendía como Juan creía firmemente en su interior que, si aceptaba trabajar tiempo extra, si proponía nuevas estrategias a la organización, si asentía realizar tareas que sobrepasaban su límite e incluso, si descuidaba temporalmente sus deberes en el hogar, algún día obtendría la misma calidad de vida que disfrutaban los dueños de la compañía. Tal vez, esa era la razón por la cual, hacia todo lo posible por mantener latente su “compromiso laboral”, asistiéndose del efecto 1


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temporal de restauración que le producían en su cuerpo, los setenta miligramos de cafeína que le introducía cada dos horas, pues esta sustancia química, presente en bebidas como el café y los energizantes, aumentaba su nivel de atención y le hacía olvidar su cansancio. Pero el entusiasmo y la energía que venían con este fármaco, le duraban muy poco pues, una vez dejaba de percibir sus efectos, se sentía abatida y ansiosa, pues como toda droga, le producía abstinencia. Conforme e indiferente frente aquellas frases enquistadas en su inconsciente (suyas y de sus compañeros de trabajo1): “si el cielo te da limones…”, “esta es la vida que nos tocó…”, “todo sucede por una razón…”, entre muchas más. Algunas veces, ocultando la indignación que sentía ante aquellas personas que le preguntaban o le decían algunas frases con poco o ningún interés… ¡Como estas de linda hoy! ¿Cómo sigue tu vida? ¿Descansaste el fin de semana? ¿Viste el último capítulo de la novela?... pretendiendo realmente estar interesadas… Otro día finalizado en la jornada laboral de Sandra. La solicitud a última hora, por parte de su jefe, de una última revisión al informe que presentaría al día siguiente, terminó por aguarle la esperanza que hasta ese momento había conservado: observar la claridad del sol al salir del trabajo. Ya no servía de nada seguir fantaseando con sentir sus tibios y revitalizantes rayos rozando su piel, así fuera por unos pocos segundos. Y mucho menos, que sus ojos hubieran sido enceguecidos por su brillantez, en el momento que hubiese mirado fijamente su resplandor. Al abandonar el edificio, su cerebro, cual pícaro muchachuelo, fijó en su mente la imagen de su lengua caliente, deshaciendo y fundiendo una delicada y dulce masa, al ser esta empujada contra su paladar… pero el siguiente recuerdo que vino a su mente, indolente y aplastante, la hizo volver a su realidad. Era tarde y, como de costumbre, el trasporte público estaría a reventar. Esa última vez que había intentado comer helado camino a casa… la muy poco exquisita Las cuales, son un síntoma de conformismo y carencia de amor propio, pues justifican la desgracia de muchos como un mal menor, al afectar ésta a una gran cantidad de personas. Es así, como terminamos suponiendo que no hay manera de que las situaciones cambien o se solucionen. 1

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amalgama de olores que se formaron, entre los que ya contenían el autobús (proteínas desnaturalizadas, ácidos orgánicos y sales minerales provenientes del sudor de las personas), se fundieron de manera diabólica con el caramelo de las nueces, el dulzor de la vainilla y el amargo del chocolate… ¡Y eso no fue lo peor de todo! Lo que más fuertemente había quedado grabado en su mente, fue aquel desconsiderado ciudadano que le había recordado dos cosas: la primera, lo implacable que resultaban las leyes de la naturaleza y, la segunda, la fragilidad de las cosas bonitas. La primera se hizo manifiesta cuando la inercia de su cuerpo se vio súbitamente alterada por un empujón2. En ese mismo instante y como consecuencia de ello la frágil mezcla cremosa, formada por las pequeñas burbujas de aire atrapadas dentro de la emulsión, se desplazó de su centro de equilibrio en el recipiente, quedando por algunos microsegundos suspendida en el aire. Luego, sin piedad y como si le perteneciera, una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza, tirana e implacable, hizo que la débil mezcla de agua, sustancias grasas, estabilizantes, azúcares, colorantes y saborizantes, se desplazara a través del aire, hasta finalmente estrellarse contra el suelo, liberando la cantidad de energía suficiente para deformarse y quedar inservible al paladar3... Recordó también que, desde ese día, se había prometido limitarse a ver con cara de tristeza y sin decir una sola palabra, todas aquellas escenas que afectaran su alma… ella ya no era una niña; de haberlo sido sus mejillas se hubieran sonrojado fácilmente y las lágrimas hubieran resbalado por ellas (como hacía mucho tiempo no lo hacían) y tal vez, sólo tal vez, de haber estado junto a su madre, ella le hubiese comprado otro helado…. Le tomó cuarenta y cinco minutos de recorrido arribar a aquel En este caso, Sandra se encontraba en reposo o quietud, cuando fue movida por esta fuerza extraña. La inercia es la capacidad que tienen los cuerpos de mantener su estado de reposo relativo o movimiento relativo, mientras no haya fuerzas que la contrarresten. 2

En este caso, la interacción gravitatoria o aceleración que experimenta el planeta, atrae hacia su centro los objetos que se encuentran sobre su superficie. Las otras tres interacciones fundamentales del universo son: la interacción nuclear fuerte, la interacción nuclear débil y a la interacción electromagnética. 3

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lugar, donde ella podía abandonarse a sí misma, sin prejuicios, ni limitaciones y sin que nadie la estuviese escrutando. Pero al momento de abrir la puerta de la casa de tres pisos en donde vivía, se encontró a su vecina María. –Hola Sandra, ¿Cómo estuvo tu día? –Un poco duro. Lo mismo de siempre. –Contestó de manera automática. –Tengo dos sobres para ti y el recibo de la energía. –Le dijo su vecina. –Recuerda que me debes una taza de té y una charla acerca de la nueva revista de modas. – ¡Claro! –Respondió automáticamente la mujer, ocultando lo mejor que pudo, el poco interés que ahora tenía para hablar con ella. –No te preocupes. Pero será otro día, pues ahora sólo quiero descansar. –Que pases buena noche. –Igualmente. Al abrir la puerta de su apartamento observó, de manera fija, hacia su interior. Era la primera vez que lo hacía con detalle. Le pareció curioso que, aunque cada uno de los días de su vida parecían haberse presentado como un cambio agitado y violento de energías, ideas y materiales que agotaban su alma, en ese espacio rodeado por cuatro paredes y unas pocas ventanas, el tiempo simulaba estar detenido. Cada objeto ocupaba el mismo lugar en donde lo había dejado, los olores eran los mismos e incluso, le pareció que la había recibido, la misma tétrica frialdad que hubiera abandonado en la mañana, como si ésta se hubiera proclamado guardiana de aquellos casi ciento ochenta metros cúbicos de espacio. Pensó que era injusto, que el tiempo no cambiase, que como un frío espectador de la realidad de cada ser vivo en el planeta, éste no tuviera otro destino más que fluir y observar. Consideró que no era justo tampoco que ella envejeciera y que su cuerpo, cada vez más, se sintiera cansado… que sus objetos personales terminaran descoloridos, viejos y agrietados… que los alimentos se dañasen y que, al final, todo muriera... Pensó incluso en el tiempo como el archienemigo de la muerte, pues éste nunca moría.

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Tantos pensamientos la hicieron sentir extraña ¿Y si estoy loca? Bueno, estar loca no era tan malo, porque legalmente ello supondría el desconocimiento total de todas sus obligaciones… Pero si quería tomar esa premisa o afirmación como cierta (como su principio de vida), según su ex profesor de matemáticas, tendría entonces que demostrarla y para ello… “Antes de demostrar cualquier teoría, primero debes delimitar y definir, el universo que va a ser puesto en estudio…”. Visto así, ¿qué sería estar loca? Para algunos, estar loco es salir de la realidad. Por lo tanto, su primer paso era definir la realidad. ¡Vaya tarea! Se sintió confundida, pues no estaba segura de reconocer ¿cuál de esos dos espacios físicos, en los que se movía su cuerpo, correspondían al real? ¿Era acaso esa caja de ladrillos y ventanas su mundo real y, para evitar la locura de la soledad y el aburrimiento, la sociedad le imponía una serie de actividades estresantes, monótonas y aburridas, con el único propósito de mantener su cerebro en movimiento…? ¿O, su mundo, correspondía al sinnúmero de decisiones, acciones, frustraciones y sentimientos que emanaban de su cuerpo en el trabajo, siendo su apartamento un simple habitáculo necesario para desconectar su mente, con el mismo propósito de no enloquecer? Difícil cuestión. Pero… si esa era toda su realidad ¿dónde quedaban las emociones, el futuro y sus planes? ¿En dónde quedaban todas aquellas cosas intangibles pero reales como el amor, el cual ocupaba el honroso primer lugar de sus preocupaciones y era el motor de muchas de sus comportamientos y decisiones? Eran muchas preguntas para tan pocas respuestas. Inmediatamente, vinieron a su mente los fragmentos de una vieja película de “ciencia ficción” que había visto hacia unos pocos años atrás, en donde los humanos eran mantenidos como baterías destinadas a producir electricidad para un gran complejo de computadoras y máquinas gigantes. En dicha película, “la realidad” solamente era una simulación virtual conectada al cerebro, encargada de engañar a las personas mediante complejos comandos y programas de computación, haciéndoles creer que éstas respiraban aire, que se enamoraban, que se alimentaban con comida, que sentían emociones, que aprendían de las demás y que convivían entre ellas… Entonces se preguntó: ¿Y si esa fuera la realidad? 5


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La seguidilla de tímidos y rítmicos golpecitos ocasionados por las gotas de agua que se frenaban y deformaban súbitamente sobre la superficie de su ventana, la trajeron de vuelta a su realidad. Bueno a su “supuesta realidad”. La lluvia la obligó a volver en sí y a situar su mente en el espacio en que se encontraba en ese momento. Sintió frio, o como mejor lo expresara su ex profesor de termodinámica en una de sus clases: “tu hipotálamo4, de manera inconsciente, ha recibido la información (a través de los receptores nerviosos ubicados de tu cuerpo), de que estas cediendo al aire de la habitación, demasiada energía térmica por convección5 y, además, de manera muy rápida. Esto se traduce como una sensación térmica de frio”. En ese instante, la repuesta consciente de la chica fue la de buscar un abrigo para reducir la pérdida. Pero el bostezo que siguió a esta acción trajo de nuevo las palabras de su profe: “La respuesta inconsciente de tu cerebro es aumentar la termogénesis química o el conjunto de reacciones químicas para generar calor, a partir de las moléculas provenientes de los alimentos. Para ello, éste debe secretar hormonas (sustancias que, al ser liberadas en el torrente sanguíneo, regulan diversas funciones en los organismos vivos, las cuales actúan facilitando procesos químicos o permitiendo la transmisión de impulsos nerviosos). Por ejemplo, la tiritonina, la cual ayuda a generar calor a través de termogénesis; la tiroxina, encargada de aumentar el metabolismo corporal y producir el apetito; la adrenalina, ayudante en la movilización de los azúcares, la reducción de los flujos de sangre a la piel y los órganos no esenciales y en asegurar que la energía no sea gastada en procesos que no son inmediatamente útiles. De otro lado, debe producir los corticosteroides, los cuales, hacen que las personas puedan ser más fuertes o más rápidas, en momentos de peligro y estrés (aumentan la presión arterial, aceleran la frecuencia cardíaca y la respiración y aumentan la eficacia de la contracción muscular). Adicional a esto, éste debe producir noradrenalina, la cual nos mantiene en estado de alerta, activa nuestro instinto natural de conservación, Órgano situado en el centro del cerebro, encargado de controlar las demás glándulas del cuerpo y regular muchas de las funciones del organismo a través de la producción de hormonas. 4

Es una forma de transferencia de calor, caracterizada por el movimiento de fluidos como el aire y el agua, entre otros, cuyas moléculas transportan la energía, entre zonas con diferencia de temperatura. 5

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Los Reflejos de la Mente

ISBN: 978-958-48-4885-7. Editorial: Amazon KDP. Octubre 2 de 2018. Bogotá (Colombia). Versiones en español e inglés.

ISBN: 978-958-48-8727-6. Editorial: Amazon KDP. Febrero 29 de 2020. Bogotá (Colombia). Versiones en español (próximamente en inglés).

Disponible en: Calle 18 N 6-40. Tel: (57) 1 284 63 72. Bogotá (Colombia)

Yesid_viancha

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yesidantonio1@gmail.com


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