El libro de la sabiduría osho

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encontrar faltas en los demás, en mirar a las imperfecciones y defectos de los demás? ¿Por qué la gente está constantemente intentando mirar por el ojo de la cerradura de los demás? La razón es: el hacerlo les ayuda a sentirse mejor con ellos mismos. Se vuelven fisgones, sólo para sentirse bien: «Yo soy mucho mejor.» Hay un motivo, y el motivo no es ayudar a los demás. No es eso. Digan lo que digan y a pesar de lo que digan. La razón básica es: «Si los otros son muy feos, entonces yo soy hermoso.» Siguen la ley de la relatividad de Albert Einstein. Me contaron que Mulla Nasruddin se encontraba en un hotel y recibió un telegrama: debía volver urgentemente a casa. Comenzó a darse prisa para no perder el tren y se dirigió a la calle disparado. Pero cuando llegó a la planta baja y miró a su equipaje se dio cuenta de que le faltaba el paraguas. Ahora tenía que subir de nuevo a la habitación. Cuando pudo llegar al decimocuarto piso vio que su habitación ya había sido entregada a otras personas: una pareja de recién casados. Aunque Mulla tenía prisa y arriesgaba perder el tren si se demoraba, la tentación era grande. Miró por el ojo de la cerradura para ver qué estaba sucediendo dentro. Una pareja de recién casados... Ellos también tenían prisa, ya habían esperado demasiado; la ceremonia nupcial, la iglesia, los invitados y todo lo demás. Finalmente, habían conseguido liberarse de todo y de todos, y ahora estaban desnudos, tumbados en la cama, diciéndose cosas dulces. El le estaba diciendo a ella: —Tienes unos ojos tan hermosos... ¡Nunca he visto unos ojos tan bellos! ¿De quién son esos ojitos? Y ella le respondía: —¡Tuyos, tuyos y sólo tuyos! Y así sucesivamente... —Estas bellas manos, estos pechos hermosos, y esto y lo demás allá —la lista seguía y seguía. Y Mulla se había olvidado completamente del tren y del taxi que le estaba esperando abajo. Pero de repente se acordó del paraguas. Y la lista estaba a punto de completarse, así que Mulla dijo: —¡Espera! Cuando llegues al paraguas amarillo, ése es mío. La gente hace muchas cosas inconscientemente. Si se volvieran conscientes, dejarían de hacerlas. Atisha dice: No reflexiones sobre los defectos de los demás, no es asunto tuyo. No interfieras en las vidas de los demás, no es asunto tuyo. Pero hay grandes moralistas cuyo único trabajo es ver quién está obrando mal. Desperdician su vida entera, son como perros policías olisqueando aquí y allá. Su único oficio en la vida es saber quién está obrando mal. Atisha dice: Ese es un feo atributo y un desperdicio de tiempo y energía. No sólo es un desperdicio, sino que con ello se fortalece y se gratifica al ego. Y un ego más gratificado se convierte en una barrera mayor. Y recuerda, la cuestión no es sólo no discutir los defectos de los demás. Ni siquiera te preocupes demasiado por tus propios defectos. Toma nota, sé consciente, y deja que el asunto quede zanjado inmediatamente. También hay personas, aunque son menos, que hacen alarde de sus defectos... Los psicoanalistas sospechan que la autobiografía de san Agustín, sus confesiones, no son verdaderas. San Agustín hace alarde de sus defectos. Él no era una persona tan mala. Pero el ser humano es verdaderamente increíble. Si empiezas a alardear de tus

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