El libro de la sabiduría osho

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Habrá algunas diferencias. Algunas cosas sucederán en tu camino que no le sucedieron a Atisha en el suyo. Algunas cosas sucederán en tu camino que no sucedieron en el mío. En el mundo existen tantos caminos como personas. Nadie puede estar en tu lugar, incluso aquellos que están muy cerca de ti no están exactamente en el mismo lugar que tú. Tu ángulo de visión será un poco diferente al ángulo de visión de alguien que se encuentra a tu lado, dándote la mano. No hay dos personas que puedan ver el mundo exactamente de la misma manera, es imposible. Y todos tienen que operar desde su lugar, desde su estado. Atisha existió hace mil años. Debe haber visto un mundo totalmente diferente, debe haber transitado por un mundo totalmente diferente, con un lenguaje diferente. Un mundo donde prevalecía un tipo de comprensión diferente, donde todavía eran válidas cierto tipo de actitudes, de posiciones. Ahora éstas ya no son válidas, ya no son pertinentes, aquel mundo ha desaparecido. El mundo de Atisha ya no existe. Aun así, sus instrucciones, si no se toman fanáticamente, son de tremenda importancia. Si las tomas fanáticamente no has entendido su propósito. Uno tiene que estar muy suelto y relajado. Cuando pienses en los budas del pasado, estate a su disposición, ábrete a ellos; pero sin aferrarte, con distancia, sabiendo muy bien que «Yo no soy Atisha, así que ¿cómo puedo seguir esas instrucciones absolutamente?». Pero Atisha no te dice que sigas sus instrucciones absolutamente. Él simplemente te ofrece un destello de su visión y de la manera en que ha llegado a ella. El sólo comparte contigo su poesía, su compasión. Recuérdalo. De lo contrario, es muy fácil volverse fanático. ¿Por qué se vuelven fanáticas millones de personas? Por una sencilla razón: al hacerte fanático evitas el experimentar, al hacerte fanático evitas el pensar por ti mismo, el sentir por ti mismo. Al convertirte en un fanático dejas toda la responsabilidad sobre los hombros de otro: Jesús, Buda, Krishna, Atisha. Recuerda: tu responsabilidad es tal, que no la puedes pasar a ningún otro, no la puedes arrojar sobre ningún otro. Tu responsabilidad es absolutamente tuya. Tú tendrás que pensar, tú tendrás que sentir, tú tendrás que meditar, tú tendrás que andar. Y déjame que te recuerde de nuevo: quizá te encuentres en situaciones en las que Atisha nunca se encontró. Si vais al Himalaya y queréis escalar el Everest, existen muchas maneras de hacerlo, muchos caminos. Por un camino quizá os encontréis con hermosos valles y ríos y árboles. Por otro camino quizá no os crucéis con ningún río, quizá no veáis ni tan siquiera un árbol, quizá sólo halléis rocas y más rocas. Por un tercer camino quizá atraveséis glaciares, nieve virgen que jamás se ha derretido. Y todos llegaréis a la cima. Aquellos que han alcanzado la cima siempre serán liberales y considerados. No es posible que sean testarudos, no es posible que digan: «Éste es el único camino», porque desde la cima pueden ver que hay muchos caminos. Pueden ver a muchos peregrinos que llegan, viniendo de diferentes rutas. Y toda ruta tiene su propio mundo. Atisha siguió un cierto camino. Pero él fue muy afortunado al tener tres maestros iluminados. Atisha alcanzó el Everest al menos por tres rutas. Su visión es de conjunto, amplia. No es estrecha. Jesús dice: «Mi camino es estrecho pero recto.» El siguió sólo a un maestro. Naturalmente, su camino es muy estrecho y recto. No es el caso de Atisha; su camino es muy zigzageante y muy amplio. Su camino contiene muchos caminos, es una gran síntesis. El primer sutra:

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