Jodorowsky alejandro la danza de la realidad

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Libros el Tintero las contracciones musculo a musculo, dando apoyo seguro a cada miembro para que el paciente nunca tenga la impresión de que descuidamos una parte suya por mínima que parezca ser. El que masajea así, debe respirar con profundidad y calma, debe estar al servicio del otro, atento por completo. Debe actuar como un receptáculo vacio, sin nada que pedir ni nada que imponer. Debe ser un refugio sin límites, una infinita y eterna compañía, pero no invasora sino discreta; compañía presta a hacerse invisible al menor movimiento de rechazo. Sin embargo, este masaje actuaba como un eficaz calmante, pero no sanaba la herida esencial. En lo profundo, el paciente guardaba su sufrimiento como un tesoro. Pensé: <No es justo abandonar a quien no logra recibir. En cuanto sociedad, somos todos responsables de su mal. No solo el árbol, el bosque entero esta enfermo. Esa cadena de enfermedades, esa reproduccion de daños de generacion en generacion, debe cesar algún día. Tiene que haber una manera de hacer ver al que no tiene ojos, de hacer oír al que no tiene oídos, de comunicarle el amor a quien tiene el corazón cerrado>>. La danzante realidad, justo cuando necesitaba una preciosa información nueva, me puso en las manos un libro titulado Membres fantomes (Miembros fantasmas), de Catherine Lemaire, psicoterapeuta, con un prefacio de Gerald Rancurel, profesor de neurología en el hospital de la Salpetriere, publicado en 1998. En esta obra se estudia uno de los enigmas más fascinantes de la neurología clínica, <<el miembro fantasma>>: un fenómeno por el cual el paciente continúa experimentando la presencia de un órgano que ha cesado de existir. Por ficticio que parezca, el fantasma del miembro es muy real, casi de carne, para aquel que lo siente y lo describe. Aunque no exista puede producir dolores aún amputado, se impone a la conciencia, continua o intermitentemente, a veces durante muchos años. El herido o el operado siente su pierna o su brazo como si estuvieran allí. Sus ojos borran al fantasma, pero la oscuridad lo hace renacer o lo exagera. La palpación lo niega. La parte amputada está ahí, perceptible pero invisible e intocable. No solo son las piernas o los brazos, se producen fantasmas de los senos, de la nariz, del pene, de la lengua, de la mandíbula y también del ano. Jean-Martin Charcot observo a un enfermo que sentía no solo el fantasma de su mano sino también la alianza que llevaba en un dedo. Algunos que han nacido sin sus miembros, y que por lo tanto no han tenido la experiencia sensible de ellos, elaboran un fantasma. ¿Cómo? Encontré la respuesta en otro fenómeno observado por los neurólogos: ciertas personas, mientras descontraen sus músculos y permanecen inmóviles con los ojos cerrados, sienten a veces un miembro inmaterial en una posición que no corresponde a la del miembro físico. ¡Los órganos fantasmas pueden existir sin que haya amputación! Me pareció que los científicos hablaban mayormente de miembros fantasmas, es decir de partes, nunca de la totalidad. Me permití pensar que tenemos un cuerpo entero fantasma. Cuerpo inmaterial que existe, velado por la carne, antes de cualquier amputación y que posee sensaciones. Los experimentadores han encontrado pacientes ciegos con fantasmas visuales y pacientes sordos con fantasmas auditivos. http://www.libroseltintero.com

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