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Un artista cubano con alma china

Para Fidel Alay Sánchez, China es su segunda patria, incluso mucho antes de que llegara a estas tierras

Por MAGDALENA ROJAS

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El talento y la creatividad de Fidel Alay Sánchez han dado vida a innumerables piezas que forman parte de su obra artística, la cual fusiona elementos y técnicas de China y Cuba como nunca antes. Su carrera recién empieza, pero se vislumbra un promisorio destino por delante.

Un nexo único

Más allá de ser algo que cultivó desde su niñez, el interés de Fidel Alay Sánchez por China “nació” con él. En sus venas no solo corre la sangre de esos próceres cubanos, sino que su linaje –por el lado paterno– se remonta a la próspera provincia de Guangdong, ubicada en el sur de China. Incluso, hay una divertida anécdota que recuerda su pasado oriental. Su bisabuelo se llamaba Deng Lei ( 邓雷 ), y de manera cariñosa, la gente le decía A Lei ( 阿雷 ). “Cuando él se inscribió en Cuba, ni él sabía español ni tampoco el notario chino, así que escribió lo que le pareció escuchar y puso Alay”, cuenta Fidel Alay Sánchez.

El padre de Fidel Alay fue clave en la formación de su hijo y ese especial vínculo que desarrolló con China. Apenas se fundó la Escuela Cubana de Wushu, lo matriculó para que aprendiera artes marciales, a la vez que tomaba clases de mandarín en la Casa de Artes y Tradiciones Chinas. Además de este acervo académico, también estuvo presente un fuerte vínculo emocional. “Mi padre me llevaba a casa de la abuela todas las semanas. En días festivos como la Fiesta de la Primavera o el Año Nuevo Lunar, la abuela nos enseñaba a mis primos y a mí a hacer jiaozi y baozi”, recuerda el joven artista.

Fraguando un camino

Fidel Alay lleva cinco años viviendo en China. Antes de llegar, ya se dedicaba a las artes plásticas y cuenta, además, que ha tenido una predilección especial por el dibujo y las manualidades desde que era niño. Solía hacer pequeñas tallas como pagodas en los lápices, o pórticos chinos en las gomas de borrar. Asimismo, podía pasar horas frente a los libros de la biblioteca de la Casa de Artes y Tradiciones Chinas estudiando las fotografías de los tallados de madera en muebles, los objetos de jade, las esculturas en bronce y otro sinfín de piezas decorativas.

Además, su cercanía al Barrio Chino de La Habana le permitió conocer a algunos de sus más importantes mentores. “Conocí a un artista llamado

Manuel Millán, que hacía miniaturas en hueso de vaca y en maderas duras como el ébano”. O bien, a Walter Díez, cuya obra también estaba influenciada por el arte asiático, y quien le acogió en su colectivo artístico Yadegar, gracias al cual realizó numerosas exposiciones, tanto en museos como en galerías. “Mi interés por el arte chino se fue formando con todo lo que me rodeaba”, precisa.

Cuando Fidel Alay aterrizó por primera vez en China, lo hizo en la moderna y tropical ciudad de Guangzhou, donde los rascacielos se entremezclan con el verde frondoso de la vegetación y el pulso frenético de sus habitantes. Estuvo allí desde 2014 a 2015, como alumno de mandarín de la Universidad de Tecnología del Sur de China. “Donde primero fui, una vez que tuve la oportunidad, fue al Museo de Guangdong. Allí pude reconocer muchas de las obras que había visto en libros, fotografías o documentales”, relata. La experiencia, sin duda, dejó una profunda huella en él, ya que un año más tarde, en agosto de 2016, Alay volvió a China. En esa ocasión, su destino sería Beijing, ciudad donde reside hasta la actualidad. La capital china fue una oportunidad para seguir perfeccionando sus dotes lingüísticas y, por otro lado, para avanzar en su carrera artística a punta de dedicación y talento. “Mi estancia en China me ha permitido crecer mucho como artista, sobre todo en la rama del arte que trabajo”, asegura.

Estudiar chino hizo que entendiera mucho más todo lo que de niño le llamaba la atención; por ejemplo, descubrir que aquel anciano montado sobre un buey, que alguna vez observó en un tallado a relieve, se trataba de Lao Tse, o bien, que dos patos mandarines en un objeto decorativo simbolizan el amor infinito, ya que estas aves permanecen juntas hasta el final una vez que se emparejan. Son detalles que, para la mayoría, pasan inadvertidos, pero que para Fidel Alay cobran un verdadero significado al haberlos estudiado en profundidad.

Trayectoria artística

En sus años como artista, Fidel Alay ha participado en más de una

Fidel Alay Sánchez ( segundo a la izq. ) junto al embajador de Cuba en China, Carlos Miguel Pereira Hernández ( tercero a la izq. ), y otros miembros de la comunidad cubana. Fotos cortesía del entrevistado

decena de exhibiciones, como Evolución de un dragón, Trazos de primavera, Revelaciones de fuego, entre otras. La más reciente de todas ellas, Héroes en la memoria, es un homenaje a personajes históricos de Cuba, desde José Martí hasta el fallecido líder Fidel Castro. Se trata de 13 sellos tallados en piedra, una técnica que forma parte de la tradición china, pero dotada de un profundo contenido cubano, justo cuando ambos países están próximos a celebrar los 60 años del establecimiento de relaciones diplomáticas.

Alay señala que la exhibición es una forma de recordarle a la nueva generación “la importancia que tiene para todos el estudio de nuestra historia”. A propósito, cita un célebre refrán que dice que “estudiando el pasado podemos entender el presente e, incluso, predecir el futuro”.

Respecto a los períodos históricos que más le gustan, Fidel Alay admira el auge que tuvo el arte en la dinastía Tang (618-907), y el desarrollo que tuvo la talla en madera en la dinastía Qing (1644-1911). Por otro lado, su técnica preferida es la escultura, tanto en piedra como en madera. “Es un arte muy complejo que no permite errores”, precisa. “En una pintura en que se te escapa un mal trazo, puedes tapar y volver a pintar, pero en una escultura en piedra, si se te escapa un mal cincelazo y pierdes un trozo de piedra que no querías quitar, estropeas todo y hay que empezar de cero”.

Fidel Alay tiene muchos proyectos artísticos pendientes que quiere desarrollar. No sabe si los realizará en Cuba o China, por lo que el destino le depara incontables sorpresas. De cualquier modo, su corazón siempre late –o se debate– entre estos dos polos del planeta. Por un lado, están “los postres de mamá los domingos y un buen juego de dominó con los tíos y primos”, pero, por otro, “la experiencia vivida en China y el aporte en mi carrera artística es insustituible”.

Se trata de un dilema para muchos, pero que, sin duda, ha forjado el carácter –y las habilidades– de este talentoso artista. “China es mi segunda patria, siempre ha estado en mí mucho antes de tener la oportunidad de venir”.

Los maravillosos jardines de Suzhou

Una elegante y rica muestra del paso del tiempo en la civilización china

Por ZHAO YANQING**

La jardinería de Suzhou es una de las muestras más ricas y elegantes de la civilización china. El orgullo que nos hace sentir no solo se debe a su belleza, sino a que es también un minucioso y hermoso registro del paso del tiempo. Entre los grandes jardines destacan Zhuozheng (“Administrador humilde”, en español), Liuyuan (“Persistente”), Shizi (“El jardín de los leones”), el Pabellón Langcang (“El pabellón de las olas azules”), entre otros, así como el pequeño Jardín Wangshi (“El Jardín del Pescador”). Sin embargo, no podemos omitir otros parques exquisitos y pequeños, los cuales se extienden entre los callejones y muros de la ciudad de Suzhou. dejando así huellas de su profundo

El Jardín Ouyuan

El Jardín Ouyuan tiene como tema principal el amor, pues en chino ou significa “pareja”. A través de coloridas ventanas y pasillos, los rayos del sol generan sombras sobre los ladrillos dorados. De ahí que la mesa de ladrillos dorados sea uno de los muebles más famosos de Suzhou. De hecho, el ladrillo dorado era utilizado especialmente en la corte durante la antigua China y era fabricado en el horno imperial Lu Mu en Suzhou. Por aquel entonces, circulaba el dicho de que “un ladrillo dorado equivale a un liang (50 gramos) de oro”. En todos los jardines de Suzhou, las mesas de ladrillos dorados son un elemento de decoración imprescindible. En los últimos años, el Jardín Ouyuan, situado en un callejón de la calle Pingjiang, ha ido recuperando la tranquilidad propia de estos lugares.

La pareja de antiguos propietarios del Jardín Ouyuan eran amantes del arte: tocaban el guqin (instrumento musical chino de siete cuerdas), jugaban al ajedrez, pintaban y, cuando de realizar sus trazos sobre la mesa,

practicaban la caligrafía, disfrutaban amor. Shen Bingcheng (1823-1895), quien obtuvo la más alta puntuación en el examen imperial durante el reinado del emperador Xianfeng (1851- 1861) de la dinastía Qing, compró este jardín junto con su talentosa esp-osa

Urumqi

Lhasa Xi’an

Beijing

Suzhou

Shanghai

Guangzhou

Arces en el Jardín Ouyuan.

Montículo artificial de rocas en la Villa Huanxiu.

Yan Yonghua. Ambos preferían permanecer en su calmado patio y estar alejados del bullicio. De este modo, lograron escribir versos sobre las montañas y el agua. El Jardín Ouyuan está rodeado de agua en tres de sus lados.

Shen y Yan cambiaron el anterior nombre del jardín, que era Sheyuan, por el de Ouyuan, y lo ampliaron. La residencia principal se encuentra en el centro, mientras que a sus lados este y oeste se hallan dos parques. El jardín está conectado por pasillos en sus cuatro lados. El Pabellón Tinglu, en el parque del este, fue construido especialmente por Yan Yonghua, quien así lograba contemplar el paisaje fuera del Jardín Ouyuan. Además, el Pabellón Tinglu se encuentra a la misma altura que el Pabellón Kuixing, lo que es un símbolo de la igualdad entre hombres y mujeres, y es hoy uno de los ejemplos arquitectónicos más exquisitos de la jardinería de Suzhou.

El Quiosco Wuai (“Mi amor”, en español), construido al lado del agua, está conectado a un precioso pasillo y situado al costado del Pabellón Shuige (“Agua”), lo que forma una hermosa escena. Shen Bingcheng solía crear inscripciones para pabellones acompañado por la melodiosa música del qin (antiguo instrumento chino de cuerda) que su esposa tocaba sentada al lado de la ventana del pabellón. Cuando Yan Yonghua se sentaba en el Pabellón Tinglu, miraba los barcos fuera de la ventana y extrañaba su pueblo natal, aunque siempre aparecía una gran mano que se detenía sobre su hombro para expresarle su profundo amor y consuelo. Era la mano de su esposo.

Como una forma de enfatizar el significado de “pareja” del término ou, toda la estructura del Jardín Ouyuan se caracteriza por su simetría. De hecho, los parques del este y el oeste están construidos de manera simétrica. En el parque del este se encuentra el Pabellón Chengqu, y en el del oeste, la Antigua Casa Zhilian (la Antigua Casa de Tejer). En el parque del oeste hay un viejo pozo de la dinastía Song (960-1279), mientras que en el del este se halla la piscina Shouyue. En el parque del oeste están las rocas taihushi (caracterizadas por sus numerosos agujeros y su color gris), las cuales son tan finas como la belleza de las mujeres; mientras que en el parque del este están las rocas huangshi (duras, de colores rojo y amarillo y cuyo origen se remonta a la era mesozoica), las cuales son elevadas y escarpadas, como el carácter fuerte del hombre.

Las rocas huangshi del parque del este de Ouyuan han sido incluidas en la lista del Patrimonio Mundial Cultural por la Unesco. Se dice que ambos grupos de rocas son obra de Zhang Nanheng (1578-1671), un reconocido especialista de la dinastía Qing.

La Villa Huanxiu

La Villa Huanxiu, también Patrimonio Mundial Cultural, se ubica dentro del Museo de Bordado de Suzhou. Aunque no es de gran extensión (poco más de 2000 m 2 ), ocupa un lugar preponderante dentro de la jardinería china.

El montículo artificial de rocas taihushi es la obra representativa de Ge Yuliang (1764-1830), un gran maestro de la dinastía Qing. En apenas 0,033 hectáreas, Ge recreó el paisaje montañoso del sur de China formado con un acantilado, una cordillera, una cueva, un valle, entre otros elementos. El monte principal da dirección al este y el secundario, al norte. En esta zona, las carpas nadan libremente, mientras que una roca y una grieta parecen complementarse a la perfección, por lo que todo el paisaje puede ser muy bien contemplado tanto de lejos como de cerca. Se trata del más exquisito montículo artificial de rocas existentes en China.

Otro tesoro de la Villa Huanxiu es el dibujo de ciruelo pintado por Tang Yin (1470-1524), un eximio representante de la escuela Wu, ubicado en el lado occidental del Salón Yougu. La pintura es preciosa y elegante.

En el idioma chino, Huanxiu tiene el sentido de “contemplar el hermoso paisaje por sus cuatro lados”. Esto se debe a que en los cuatro lados del Salón Simian (“Cuatro lados”, en español) se encuentran ventanas rectas y cuadradas, a través de las cuales puede apreciarse el paisaje con un simple vistazo. En el enrejado colocado en las ventanas se lucen preciosos dibujos. Cuando uno está en el Salón Simian puede contemplar el paisaje de los cuatro lados: el arroyo, el hermoso monte, una habitación inspirada en un barco y un pequeño pabellón.

En la Biblioteca del Municipio de Suzhou, los libros exhalan un delicado aroma. La villa-jardín Tianxiang Xiaozhu está en el interior de la biblioteca y es un típico jardín de estilo Suzhou. Anteriormente lucía numerosas rocas con formas grotescas de animales, por lo que tenía el nombre de “Parque de los cien animales”. Ahora solo se mantiene una hermosa roca taihushi.

Yipu, el pequeño jardín Ming

Tradicionalmente, el monte y el agua son dos elementos imprescindibles en la jardinería china, de ahí que la jardinería de Suzhou tenga una relación profunda con el agua. Los grandes jardines dan una majestuosa impresión, mientras que los pequeños son exquisitos y finos.

Yipu (“Jardín de la cultivación”, en español) es un digno representante de los jardines pequeños de la dinastía Ming (1368-1644). Situado en el corazón de la zona de callejones de Suzhou, toma al agua como su alma. Pocas personas lo visitan, aunque ha sido inclui-

El monte y el agua del Jardín Ouyuan.

do en la lista del Patrimonio Mundial Cultural.

En el centro del complejo hay una piscina, junto a un montículo artificial cuidadosamente diseñado. Los reflejos producen un efecto de ampliación que hace que Yipu parezca mucho más espacioso.

Al norte de la piscina se encuentra el edificio principal del complejo y al sur hay dos patios contiguos al montículo artificial. Desde el quiosco de la cima de dicho montículo se pueden apreciar las ventajas de su diseño: la sencillez y la belleza continua.

En sus más de 400 años de historia, Yipu ha cambiado varias veces de nombre y ha pasado por varios dueños. De todos ellos, los más famosos fueron los hermanos Wen Zhenmeng y Wen Zhenheng de la dinastía Ming. Wen Zhenmeng (1574-1636), quien llegó a ser primer erudito en el examen imperial, compró el jardín y plantó hierbas medicinales (Yipu es conocido también como Yaopu, pues yao significa “medicina”). En este lugar pasó sus días alejado de los asuntos políticos de la corte. Mientras tanto, Wen Zhenheng escribió un libro sobre la ecología de los jardines y siguió administrando Yipu a la muerte de su hermano.

El Quiosco Ruyu (“Dar comida al pez”, en español), que se remonta a la dinastía Ming, es único en su género en la jardinería de Suzhou y se encuentra bien conservado. Su estructura de madera es diferente a la de otros quioscos de la región. Además, en el soporte, en la viga transversal y en el techo se pueden apreciar dibujos de dragones, una muy rara característica dentro de la jardinería de Suzhou. Se dice que los peces se reunían aquí todos los días al amanecer y al anochecer para saludar al rey dragón. La gente creía que lo esperaban para que les diera de comer. De ahí el nombre de “dar comida al pez”.

Todos los dueños que ha tenido Yipu han sido eximios eruditos, como lo demuestran sus aficiones e inscripciones vistas en los pabellones y quioscos. Cabe señalar que las inscripciones dejadas por los viejos funcionarios de la dinastía Ming transmitían ideas contra la dinastía Qing (que sucedió a aquella) y el deseo de recuperar el poder.

El Pabellón Yanguang (“La luz”) es el complejo arquitectónico más grande que se haya construido sobre un lago o al lado del agua en Suzhou, y hoy es un espacio en el que los visitantes descansan y contemplan el paisaje. A fin de establecer un espacio entre las aguas, se construyó el pequeño patio Yuou (“Gaviotas de la lluvia”). Angosto y largo, el pabellón tiene un lugar preponderante dentro del diseño de la jardinería de Suzhou.