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Cultura

La flor del buey llevado

La semilla de campanilla evita el estreñimiento y es un efectivo parasiticida

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Por QIU XINNIAN*

De sabor agrio y amargo, naturaleza fría y levemente tóxica, la semilla de pharbitidis ( 牵牛子 , qianniuzi) es relacionada en la medicina tradicional china con los pulmones, los riñones y los intestinos grueso y delgado. Ayuda a drenar los líquidos del cuerpo y elimina la flema y la mucosidad a causa de la tos. Asimismo, alivia la sensación de falta de aire en el pecho y el abdomen debido a la obstrucción de los pulmones, limpia los intestinos y elimina las acumulaciones que podrían originar un estreñimiento. Es parasiticida, por lo que funciona como acaricida (previene y elimina ácaros) y evita la aparición de tenias o solitarias.

Sus principales constituyentes, como la farbitina, el ácido farbítico y la ergotina, le conceden las funciones antes mencionadas.

La flor de pharbitidis es llamada popularmente campanilla, don diego de día, flor de enredadera, etc. Su nombre en chino, qianniuhua, quiere decir “la flor del buey llevado”. ¿De dónde proviene este nombre tan raro?

Qianniuzi, la semilla de pharbitidis.

Un buey de hierro

Se dice que en la dinastía Qin (221- 207 a. C.), el país contaba con una numerosa población, pero poca tierra cultivable, por lo que la cosecha de cereales no cubría las necesidades básicas de la gente. El hambre generaba constantes levantamientos contra la corte imperial. Qin Shi Huang, el primer emperador de China, se encontraba muy inquieto, lo que fue aprovechado por un malvado funcionario, quien le sugirió hallar una manera de matar a la gente en masa. De ese modo, habría suficiente cereal para el resto de la población. El emperador estuvo de acuerdo, así que mandó construir un buey de 5 toneladas de hierro y publicó un edicto imperial: “El buey será colocado por turnos en la puerta de cada casa. El dueño de la misma deberá empujarlo hacia la puerta de su vecino dentro de tres días. En caso contrario, toda la familia morirá”. La gente, muy asustada, se puso en alerta y llamó al buey “la bestia tragagentes”.

Fue así como el buey llegó hasta la provincia de Henan, al sur del río Amarillo. Un día fue empujado hasta la puerta de la casa de una viuda, quien vivía con su pequeño hijo. Al ver que no iba a poder mover el buey, la mujer se puso a llorar día y noche. Sin embargo, al tercer día, sintió una suave palmada en su espalda. Al levantar la cabeza, vio a un anciano de barba blanca, quien le dijo: “No llores más. Yo te ayudaré”. El viejo sacó una aguja brillante, sopló y gritó: “¡Transfórmate!”. Y la aguja se volvió un látigo. “Este es un látigo que puede mover montañas”, le indicó. “Es un tesoro. A medianoche, dale tres latigazos al buey de hierro y te aseguro que tú y tu hijo estarán sanos y salvos”. La mujer se puso de rodillas para agradecerle, pero el anciano desapareció de golpe.

A medianoche, la mujer salió sigilosamente de su casa con el látigo en la mano. Le dio un fuerte latigazo al buey de hierro y este se movió como tamba-

leándose. La mujer se puso contenta y le dio dos latigazos más. El animal se sacudió y empezó a andar. Sin embargo, la mujer no le permitió ir a la casa vecina, sino que lo arreó hacia el campo.

Al día siguiente, los funcionarios locales, al no encontrar el buey de hierro, obligaron a la mujer a confesar y ella les contó todo lo que había pasado. Los funcionarios se apresuraron a buscar el látigo entregado por el anciano. Lo encontraron al lado del buey y se lo ofrecieron al emperador, quien se dirigió al lado del animal y le dio unos latigazos. Pero el buey no se movió. El emperador se alarmó y pensó que el cielo le estaba enviando una advertencia por sus fechorías, así que en lugar de continuar con sus malévolos planes, empleó el látigo para mover varias montañas hacia el mar y permitir que surgieran suficientes tierras de cultivo.

El buey de hierro permaneció en la provincia de Henan y, con el paso de los años, se convirtió en una cordillera de 400 km de extensión, la cual fue llamada Funiushan, que quiere decir “la montaña con el buey adentro”.

El origen de qianniuhua

Al pie de la cordillera Funiushan vivían dos hermanas gemelas muy pobres, como muchas otras personas de la región. No tenían un buey de labranza, por lo que araban el suelo con azada, lo cual era una faena muy pesada, sobre todo para las dos jóvenes. Un día encontraron un terrón grande, muy compacto. Les costó mucho trabajo excavarlo, pero ¡qué milagro! Una pequeña trompeta de plata brillaba debajo del terrón. Las dos se quedaron boquiabiertas.

Justo en ese momento vino un anciano y les dijo: “Esta es la llave del Monte del Buey Dorado. Si la insertan en algún agujero entre las piedras de la montaña, se abrirá una cueva y encontrarán cien bueyes de oro escondidos. Con solo un buey de oro ya tendrán suficiente para vivir lujosamente toda la vida. Pero mucho cuidado. No pueden soplar la trompeta, porque al hacerlo los bueyes de oro cobrarán vida y se escaparán de la cueva. Además, quien la sople se quedará encerrada en la montaña”.

Qianniuhua , la flor de pharbitidis.

Las dos hermanas se adentraron en el monte y, como había dicho el anciano, encontraron en la cueva cien bueyes de oro. Las dos pensaron: “Los bueyes de oro son sumamente valiosos, pero no nos sirven de nada a nosotros que somos pobres, pues no son comestibles ni pueden arar la tierra. Los bueyes de labranza son más útiles para los campesinos”.

Así que decidieron sacrificarse por sus vecinos de la aldea. Soplaron la trompeta, los bueyes cobraron vida y salieron de la cueva. Las hermanas no pudieron salir, sino que se convirtieron en dos lindas flores de campanilla. Muy agradecidos con ambas, los campesinos, que ya tenían cien bueyes, llamaron a la flor de campanilla como qianniuhua (“la flor del buey llevado”).

Una cura milagrosa

Otra leyenda cuenta que en la aldea de Licun, distrito de Jinzhou, provincia de Hebei, un muchacho llamado Li Hu, muy sano y robusto, tuvo el infortunio de padecer timpanismo, parecido al hidroperitoneo causado por la hepatocirrosis de hoy. Aunque consultó con muchos especialistas en medicina tradicional china, ningún remedio le resultó efectivo. Su condición empeoraba cada día. Desesperado, el joven solo esperaba la muerte.

Su esposa, llena de ansiedad, consultó con reconocidos médicos de los alrededores. Tras un esfuerzo sobrehumano, logró invitar a un afamado médico de la provincia de Shanxi, situada muy lejos por entonces debido a la falta de medios de transporte.

El doctor examinó al paciente y dijo: “Solo la infusión de la semilla de la flor silvestre de campanilla le servirá”. Sin embargo, la mujer nunca había oído hablar de tal flor, por lo que quedó perpleja. El médico le dijo: “Al lado de mi casa, en Jinzhou, hay esta flor. Estamos en temporada de cosecha, así que puedes enviar a alguien a traer las semillas”. La mujer llegó a hacerlo, aunque le costó muchos recursos.

La infusión de campanilla fue muy efectiva y Li Hu se curó en apenas un mes. La pareja no sabía cómo agradecerle al doctor. Ambos habían quedado en la pobreza y lo único de valor que tenían era un buey de labranza. Entonces, Li Hu viajó a Shanxi con el buey y se lo regaló al doctor, a quien le preguntó: “¿Cómo se llama la semilla que ha logrado curarme?”. El médico no le supo contestar de inmediato, pues ni él mismo sabía el nombre. Así que pensó: esta planta es tan poderosa como un medicamento y tan fuerte que puede tirar de un buey, y ahora este paciente viene con un buey atado a una cuerda; entonces, vamos a llamarla la “flor del buey llevado”. Y así se lo dijo al joven.

*Qiu Xinnian fue uno de los primeros estudiantes de español enviados por el Gobierno chino a Cuba. Posteriormente trabajó como diplomático en Cuba, Argentina, Perú, entre otros países hispanohablantes.