Camino al Paraíso

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El día siguiente, sábado 15, es el del descanso del guerrero; no podemos refrenar la irresistible tentación de asomarnos al valle, a este río cuyo egregor todo lo envuelve, todo lo impregna, es una de las grandes venas de esta árida tierra y tosca gente. El día está más espabilado. Hay un vuelo directo desde aquí hasta Islamabad y que tiene su punto álgido en las proximidades del Nanga, por lo que tiene que hacer buen tiempo para que salga, pero no sólo consiste en que lo haga el propio día, sino los anteriores, de lo contrario la preferencial lista de espera echa al traste toda esperanza de volar, no dejando otra opción que la de atravesar la interminable KKH.

El mal tiempo que se queda instalado en Skardu por unos días favorece nuestro regreso por la espectacular y ya conocida por nosotros KKH (foto del autor)

Recibimos la noticia de que han asesinado a un clérigo chií en un atentado en Karachi, que está todo el comercio cerrado y que puede haber altercados por las calles del pueblo, por lo que pasamos el resto del día confinados en el hotel. Al mediodía llega José Mari, el componente de la expedición que tuvo que coger a dos o tres porteadores y bajarse por el Baltoro por problemas físicos. A lo largo del día nada ocurre que permita bajar el nivel de seguridad, no obstante, se organiza una salida en masa, custodiados por Jan y Jaffer, hasta un locutorio cercano. Esta sobre dosis de hotel ha contribuido a que las salidas al jardín para contemplar, para empaparnos de todo este ambiente, hayan sido más frecuentes e intensas.

Aunque se confirma que mañana habrá vuelo, se nos desvanece cualquier esperanza debido a la temida lista de espera. No hay más remedio que acudir a la resignación como compañera para los próximos dos días de tortuoso peregrinar por la KKH. Otra noche más, la última en la capital del Baltistán y su espléndido río.

El domingo 16 amanecemos con la mente puesta en los más de 750 km que tenemos que recorrer en dos días por la KKH. A partir de estos días ya no mucho más que contar, es ya todo un continuo cerrar y cerrar todas las puertas que estas mismas jornadas, pero en dirección inversa, tuvimos que ir abriendo. Visita obligada, la última, al jardín, a querer empaparnos, como si quisiéramos no perdernos esto jamás, como si quisiéramos no olvidarnos nunca de esta impresionante atalaya.

A la izquierda, panel de las expediciones 2006 en los pasillos del hotel K2, donde dejamos nuestra impronta. Sobre estas líneas, Jaffer junto al autobús que, cargado con nuestros pertrechos, nos va a llevar de regreso a Islamabad por la KKH (fotos del autor) 81


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