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Cuadernos MARISTAS
Podemos imaginar de qué forma Champagnat pudo perturbarse con la recepción de esta carta. Afortunadamente, no tuvo que sufrir por largo tiempo pues, al día siguiente llegó una segunda misiva de Cattet, anulando la primera decisión. El arzobispo, que no había estado presente en la reunión del Consejo y no tenía conocimiento de esta carta enviada
(aunque realmente firmó el Acta de la reunión), estaba decidido a hacer otro intento para obtener la autorización a través del contacto con el Gobierno. No lo conseguiría, pero al menos se eliminó la presión ejercida sobre Champagnat de afiliarse con Querbes. Según instrucciones del arzobispo, Cattet escribió el 6 de diciembre de 1832:
Padre, Aunque le escribí ayer, ahora tengo que informarle que Monseñor parece más decidido que nunca en continuar sus formalidades con el Gobierno para obtener su autorización. Haga lo que pide la cabeza de la diócesis y aplace indefinidamente lo que, en nombre del Consejo, le dije en mi última carta. Por lo tanto, no hable con el P. Querbes. Quizás Dios bendecirá los nuevos intentos de Monseñor. Devotamente suyo, CATTET, Vicario general.124
Por desgracia, los intentos del arzobispo fracasaron de nuevo, y al año siguiente, el 28 de junio de 1833, entró en vigor en toda Francia la ley Guizot, que exigía que cada profesor poseyera el brevet, o certificado de profesor. Esta ley era un mal presagio para el P. Champagnat y sus hombres; el cerco se estrechaba a su alrededor. ¿Cuál fue la respuesta a esta nueva crisis? Las autoridades archidiocesanas estaban cada vez más preo-
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cupadas por la Congregación de Champagnat, puesto que, al carecer de autorización legal, no tenían la protección otorgada a los grupos autorizados. En consecuencia, el Consejo archidiocesano trató de evitar los problemas, involucrando de nuevo al P. Querbes; esta vez la solución sería fusionar el grupo del P. Champagnat al del P. Querbes. En el Acta del Consejo del 7 de agosto de 1833, se puede leer:
O.M.1, Doc. 261.
Por una causa común