MIEDO A LA MEMORIA

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cloacas del Estado” La imagen de Barrionuevo estaba definitivamente marcada, pero González, en un alarde de soberbia, le conservó en el futuro gobierno con la cartera de Transporte, Turismo y Comunicaciones. José Luís Corcuera, procedente del sindicato UGT, se quedó con la turbia cartera de Interior y, en una operación para atraerse a la intelectualidad de izquierdas, cada vez más crítica con el Gobierno, el ex comunista Jorge Semprún asumió el puesto de ministro de la Cultura. En Cataluña los comicios autonómicos seguían fortaleciendo a Jordi Pujol, quien parecía salir airoso en las urnas de sus contratiempos por la crisis de Banca Catalana. Para muchos electores, el caso era un ataque político del PSOE contra CiU. Y ello a pesar de que muy probablemente eran las influencias del Gobierno las que habían conseguido archivar las diligencias seguidas contra el presidente catalán y otros gestores de la entidad bancaria. Lo curioso, en el caso catalán, era que las elecciones autonómicas las ganaba el nacionalismo conservador, pero en las estatales parecía despertar un sector dormido del electorado que las hacía ganar a los socialistas. El 14 de diciembre de 1988 fue convocada una huelga general por los continuos recortes de los derechos de los trabajadores que había estado haciendo el Gobierno con sigilo y prudencia. Por primera vez, UGT se unía a los otros sindicatos para exigir al gobierno socialista el mantenimiento de los derechos históricos ganados con mucho esfuerzo a lo largo de los años. La desconexión entre el sindicato socialista y el Gobierno de “socialistas del ochenta y dos” era máxima. González y Guerra habían intentado romper la UGT desde dentro y defenestrar al equipo de Nicolás Redondo, el más crítico con la gestión felipista dentro del aparato UGT-PSOE. Pero no lo habían conseguido y de ahí el apoyo del sindicato a la huelga general. Escandalizado del carácter personalista y empecinado de Felipe González, Redondo llegó a decir que “En Suresnes, en 1974, cometimos un grave error al apoyar las candidaturas de González y Guerra para dirigir el partido.” 1989 fue el año de la caída del Muro de Berlín y el comienzo del desplome del Telón de Acero. Con ello, el neoliberalismo de los economistas de la Escuela de Chicago entró en una espiral mareante por el desprestigio de todo aquello que en política económica oliese aún a marxismo, y hasta a keynesianismo. En España, el relajamiento posterior a la huelga general permitió al Gobierno seguir tranquilamente con sus planes, sin modificar sustancialmente su política liberal. ETA había establecido una tregua desde finales del año anterior mientras durasen las conversaciones secretas en Argel entre sus representantes y los del Gobierno; pero la exigencia del derecho de autodeterminación para el País Vasco por parte de ETA acabó ahogando la vía dialogada para el fin de la violencia y retornó a las operaciones terroristas. ETA mató ese año a diecisiete personas y, en contrapartida, un comando de extrema derecha ametralló a un grupo de dirigentes de HB en un hotel madrileño, matando al diputado Iosu Muguruza el día 20 de noviembre. Estas acciones desmentían el tópico de que en España tenía lugar una “Transición pacífica”. El 15 de junio los españoles volvieron a demostrar lo poco motivados que seguían con las elecciones europeas y produjeron una abstención superior al 45%. El PSOE volvió a ganar los comicios; pero sólo con mayoría relativa. A estas votaciones compareció el empresario andaluz José María Ruiz Mateos con una candidatura que obtuvo dos diputados y casi tantos votos como CiU. El esperpento de algunas de sus apariciones públicas quedaba matizado por la dudosa legitimidad del proceso que se le hizo tras la expropiación y subasta de sus empresas. Felipe González, aprovechando la buena imagen granjeada durante la presidencia española de la CEE en la primera mitad del año, convocó para el 29 de octubre unas elecciones a las que el principal partido de la oposición, AP, ahora PP (Partido Popular), llegaba con graves disensiones internas y sin un liderazgo claro (Fraga se había retirado a Galicia tras sus reiteradas derrotas ante los socialistas). Poco después, y tras una fugaz etapa

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