MIEDO A LA MEMORIA

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para los socialistas del PSOE.

Los partidos y la Ley de la “Memoria histórica” Después de ver cómo ETA cerraba el año 2006 era lógico pensar que el enfrentamiento entre PP y Gobierno sobre la política antiterrorista seguiría condicionando el debate político en el año 2007. No sólo porque el atentado en el aeropuerto de Barajas comprometía seriamente la continuidad del « proceso de paz » sino porque el Gobierno, y en particular Zapatero, se quedaban sin argumentos creíbles para continuarlo. Rajoy sabía perfectamente que ETA no conseguiría obligar al Gobierno a pagar un precio político por la paz; pero siguió acusando a Zapatero de hacer concesiones a los terroristas. Era evidente que el PP no se contentaría con esa ocasión servida en bandeja por ETA y que utilizaría cuantas ocasiones se le presentasen para seguir criticando la actuación gubernamental y mantener la crispación política; pues sólo con la crispación podía tener movilizado a su electorado en este año preelectoral. Para el PP era fundamental mantener la tensión con el Gobierno y no llegar a ningún acuerdo con el PSOE. Esto quedó bien claro después de la nueva reunión entre Rajoy y Zapatero para que éste le informara sobre el proceso de paz tras el atentado de Barajas. Lo que le importaba a Rajoy no era cómo terminar con el terrorismo sino cómo desgastar más al Gobierno. El Partido Popular había hecho de la desconfianza su virtud más destacada, pero no podía estar ahora en absoluto satisfecho de que ETA se cargara el proceso de paz. La verdadera razón de las críticas del PP a Zapatero no era que éste hubiese cometido un error explorando la vía del diálogo sino la de estar convencidos de que la explotación partidaria de la política antiterrorista les daría réditos electorales. No es pues de sorprender que el PP hiciera todo lo posible para reventar la marcha contra el terrorismo convocada por CCOO, UGT y la FENADEE (Federación Nacional de Ecuatorianos de España) en Madrid para el día 13 de enero. Desde su convocatoria, el PP inventó toda clase de excusas para no acudir a ella y, a pesar de que finalmente fue convocada con el lema “Por la paz y contra el terrorismo”, el PP no acudió, ni ninguno de los colectivos que le eran afines: la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo), el Foro Ermua (pese a que se incluyó a petición suya la palabra “libertad” en el lema de la manifestación), la CEIM (Confederación Empresarial de Madrid) y la ASES (Asociación Española de Escoltas). Y tampoco asistieron, claro está, a la manifestación convocada por el Gobierno vasco el mismo día en Bilbao con el lema “Por la paz y por el diálogo”. Sin embargo, si participaron el PP y la AVT en la manifestación convocada el día 11 de cada mes por la Plataforma Peones Negros en la Plaza Sant Jaume de Barcelona, para pedir que se desvelaran los supuestos “enigmas” de los atentados del 11-M. En el ABC del 15 de enero, una carta recuadrada titulada “¡No queremos paz, sino victoria!” enfatizaba esta opción en estos términos: “Queremos la victoria del bien sobre el mal, del orden sobre el desorden, de la democracia sobre la dictadura separatista, de España sobre el terrorismo de cualquier signo (…) Esa es la paz que queremos. La paz que es consecuencia de la lucha. La verdadera paz que resulta de la legítima victoria”. Ese mismo día, en una entrevista, el Presidente del Gobierno, tras repasar las relaciones con los partidos nacionalistas, la política exterior, la marcha de la economía o los desafíos de la emigración, no descartó para el futuro la presencia nacionalista (CiU y PNV) en el Gobierno. Esto sirvió para que, en el Pleno del Consejo de Estado del 25 de enero, el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo acusara al Gobierno socialista de haber consumado “una ruptura con lo que se venía haciendo trabajosa y eficazmente desde 1976”.

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