CREACIÓN Narrativa
EL AMOR Dicen que en la vida solo necesitamos tres cosas para ser felices: Salud, Dinero y Amor. Parece bastante obvio por qué precisamos la salud y el dinero, pero… ¿y el amor? ¿Cómo es posible que algo que ni vemos ni tocamos sea un ingrediente básico para un prototipo de “vida feliz”? Aunque, por otro lado, si hay algo que nos caracteriza a los humanos es precisamente eso: que no necesitamos ver ni tocar para sentir. A lo largo de nuestra vida el concepto sobre este sentimiento va cambiando: durante nuestra infancia, los cuentos de hadas nos enseñaron que el amor siempre triunfaba, que el sufrimiento de la hermosa princesa se veía recompensado por el amor de su príncipe azul, que siempre el cuento terminaba con un “y vivieron felices para siempre”. Pero solo unos años más tarde nos damos cuenta de que no todas las historias terminan así, que también hay finales como el de la trágica obra de Shakespeare, “Romeo y Julieta”, donde los protagonistas mueren, literalmente, de amor. Y aun así durante la adolescencia empezamos a crear nuestras propias historias, aventurándonos, sin saber cómo, en el tema del amor; empezamos a sentir sensaciones extrañas, cosquilleos en el estomago; creemos sentirnos identificados con un sinfín de canciones, películas y libros que nos hablan del amor, de lo maravilloso que es, de que todo se puede con amor; pintamos corazones por aquí, corazones por allá; nos sentimos flotar en una nube con forma de corazón mientras adoramos a la persona en cuestión, creyendo que él o ella y todo lo que le rodea es perfecto, y ya solo queda esperar que Cupido haya hecho bien su trabajo y que el “amor” sea mutuo. Y ¿qué pasa si no lo es? Que sufrimos nuestro primer desengaño amoroso, el cual una vez superado da pie a que la historia vuelva a empezar… Después de haber superado algunas decepciones amorosas y creyéndonos ya muchos de nosotros expertos en la materia, algunos hasta con un Doctorado, decidimos intentarlo de nuevo, pero esta vez con la madurez que en teoría nos caracteriza, es entonces cuando Nos Enamoramos, dejando claro que lo que antes creíamos enamoramiento, era tan solo una ilusión. Vivimos el momento al extremo, como si no hubiera un mañana, no siendo conscientes de que no es lo mismo amor que enamoramiento, ya que este último es la mera atracción física y superficial que hace que solo veas lo que quieres ver; es una atracción que suele durar entre seis meses y dos años, según algunos expertos. Pero, ¿qué pasa después de que se acabe el encanto, cuando ves a la persona como realmente es, cuando se acaba la novedad? Muchas parejas no superan esa etapa porque quizás no entienden que el amor es compartir algo más que buenos momentos. Cuando amamos, aceptamos a las personas por lo que son, con sus defectos y virtudes. No obstante, esto es algo más complicado de lo que parece, ya que muchas personas cometemos el error de querer dar algo que no tenemos. Tal vez deberíamos partir de la idea de que para poder amar a otra persona, primero deberíamos amarnos a nosotros mismos. El asunto se convierte en una cadena: no se puede exigir lo que no se puede dar y no se puede dar lo que no se tiene. Por tanto, antes de intentar involucrarnos en este fantástico mundo del Amor, deberíamos ser consientes de que la clave para que podamos salir victoriosos o menos perjudicados, pasa por aprender a amarnos a nosotros mismos. Tal vez entonces, podremos amar a otros y dejarnos amar. Será en ese momento cuando digamos bien alto: ahora sé lo que es el Amor. PAMELA CAMPUEZ PRADO Nivel 2.B
REVISTA DEL CEPA DON JUAN I / ALCALÁ DE HENARES / AÑO 2012
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