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UNA ÉTICA PARA EL VOLUNTARIADO
from Bioética
Objetivo del artículo es pro-
vocar la reflexión acerca
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de la ética y el papel que juega en las actividades del voluntariado.
Se describe la ética como el
conjunto de principios y normas explicitas o implícitas a las que se debe ajustar una actuación y su
significado en la conducta humana. Se trata de valorar la conducta, sobre lo bueno o malo, lo justo e injusto; es una introspección de los valores y motivaciones que guían las disposiciones y el proceder de las personas en su relación consigo mismo, los demás y el mundo. Así pues, la ética coadyuva a configurar los modos de acción individuales frente a otros modelos de comportamiento de quienes conforman una sociedad y una cultura. En cuanto a la labor voluntaria se necesita un conocimiento sobre el rol y la importancia que ejercita y la aportación que hace a la sociedad. Para empezar, ética y voluntad son, de alguna manera, conceptos recíprocos, se retroalimentan continuamente en la misma gestión del voluntariado. En concreto, la conducta ética es, por definición, generosa en la medida en que se anticipan los anhelos e intereses de los demás a los propios o, al menos, se prevé una respuesta al sufrimiento y el dolor de los otros. En pocas palabras, los valores que fundamentan una ética de la responsabilidad suscitan una réplica y la motivan. De igual forma, la reacción a esta tarea responde y afirma estos principios y el compromiso a la acción voluntaria mediante los numerosos motivos que maneja cada individuo en su quehacer altruista.
La ética y las motivaciones
Siguiendo en la misma línea, se acentúa que todos los seres humanos, cuentan con incentivos que los
mueven a efectuar ac-
ciones generosas y permanecer en ellas hasta sentirse satisfechos. Esta expresión se relaciona con el de la voluntad y el interés. Brevemente se puede decir que la motivación es la voluntad para efectuar un esfuerzo para conseguir un sueño o meta, la cual se condiciona con el arrojo para satisfacer necesidades individuales o en el soporte a los más próximos. Sin lugar a dudas, todos necesi-
tan una estimulación para ejecutar
las actividades altruistas frente a necesidades ajenas apremiantes; algunos necesitan que alguien los impulse, otros lo hacen por sí solos; lo que es cierto es que de manera continua existe la automotivación para lograr estos propósitos; claro está, sin olvidar el compromiso que cada uno tiene a través de su entrega y voluntad. Conviene subrayar que, de manera conjunta con la motivación, la ética tiene una función fundamental en estas acciones voluntarias, ya que son una guía para quedar ciertos que se realiza la tarea de forma apropiada. Cabe señalar que la ética es subjetiva, por lo que hay que estar atentos en la condición como cada voluntario lleve a cabo su actuación; ya que la falta de la misma puede ser perjudicial para todos los participantes.
Ejercicio ético
El ejercicio de tareas con espíritu ético se atiene a un conjunto de criterios y valores morales que establecen cuáles son las conductas y actitudes que habrán de seguir las personas que desean formar parte de una institución de voluntariado: esto se manifiesta en una sucesión de comporta mientos y modelos enfocados a promo ver las

buenas prácticas y la armonía. Entre estos principios éticos se pueden encontrar la responsabilidad, la discreción, la justicia, la honestidad, el respeto, la gratitud y la solidaridad.
Responsabilidad. Es uno de los valores más significativos, pues un ser humano responsable puede lograr sus metas y objetivos por medio del respeto de sus deberes, obligaciones y acciones que son asignadas para llegar a lo que se desea. Por lo tanto, el sujeto que se compromete en la actividad voluntaria, favorece con su conducta a todos aquellos que se involucran en esta acción, asociado a la experiencia y crecimiento de sí mismo. Se comprende que responsabilidad es la obligación de asumir las consecuencias de nuestros actos y, por ende, estamos obligados a prevenir las condiciones que puedan afectarnos o afectar a los demás.
Discreción. El valor de la confidencialidad es innegable; con él se puede entender como una realidad conocida por unos cuantos, debe conservarse oculta a otros al menos por estos tres motivos: su descubrimiento causa perjuicio o desazón a tercero; se realizó una promesa; existe un pacto o contrato de no difundir.
Justicia. Es un valor que se entiende como la voluntad de dar a cada uno lo suyo. Asimismo, es cuando la actividad voluntaria se lleva a cabo con igualdad entre sus derechos y sus obligaciones.
Honestidad. Un valor que debe ser pilar primordial del voluntario. Un individuo autentico, identifica sus limitaciones, no trata de obtener beneficios personales a partir de la necesidad del otro, procede de acuerdo con lo que piensa y dice.
Respeto. Es un valor que permite al ser humano reconocer, aceptar, apreciar y valorar las cualidades del prójimo y sus derechos. Es decir, el respeto es el reconocimiento de la valía y de los derechos de los individuos y de la sociedad. Gratitud. Es un valor que manifiesta el aprecio hacia una persona al considerar la ayuda o beneficio que ha prestado. Al sentir agradecimiento, el sujeto desea corresponder el mencionado favor de alguna manera. Sin olvidar que la gratitud exige que haya un sistema de valores éticos, donde estén resueltos los conceptos de dar y recibir.
Solidaridad. Es uno de los valores éticos y se define como la capacidad del hombre para sentir empatía por su prójimo y ayudarlo en los momentos difíciles; es un sentimiento de unidad en el que se buscan metas e intereses comunes.
En la actualidad, como en otras épocas de la historia, la ética se ocupa de conformar humanos autóno-
mos, capaces de dictaminar, pensar y advertir por sí
mismos el sentido que quieren darle a su existencia. Debido a ella, somos seres capaces de trazar un camino e interactuar con el prójimo, la sociedad y con su ámbito. En conclusión, la ética hoy, mañana y siempre, sirve para distinguir y valorar la dignidad personal y, sobre todo, reflexionar sobre aquellos principios que rigen la conducta de las personas. Probablemente el pilar de la nueva ética obliga a restablecer amistades y quizás en eso pueda ser útil el voluntariado, es decir, colaborar voluntariamente en algún proyecto que nos guste, que nos ilusione y que, en grupo, sea más factible.

