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HACIA LA ERRADICACIÓN DEL PALUDISMO EN MÉXICO
RINCÓN MÉDICO Dra. Luz Elena Navares Moreno
HACIA LA ERRADICACIÓN DEL PALUDISMO EN MÉXICO
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El paludismo (o malaria) es una enfermedad que puede ser mortal, causada por el parásito llamado plasmodium. Este se transmite al ser humano por la picadura de mosquitos hembra tipo Anopheles. Se trata de una enfermedad prevenible y curable. Pero al no ser tratadas a tiempo, continúa siendo mortal. Solo en el 2020, se calcula que hubo cerca de 627,000 defunciones a nivel mundial. Según reportes de la Secretaría de Salud México son ya 24 entidades federativas que no han registrado casos de paludismo y podrían ser certificadas como áreas libres de paludismo en México. Solo 4 estados continúan con transmisión activa: Campeche, Chiapas, Sinaloa y Chihuahua. En el 2021 solo se presentaron casi 200 casos de malaria. Existen 5 tipos de Plasmodium que transmiten la enfermedad a los humanos, de éstos los más peligrosos son: P. falciparum y P. vivax
Prevención
En los dos últimos decenios, la extensión del acceso a las herramientas y estrategias de prevención del paludismo recomendadas por la OMS (en particular procedimientos eficaces de lucha contra el vector y uso de medicamentos antipalúdicos preventivos) ha ayudado sobremanera a reducir la carga mundial de morbilidad. La lucha y el control de los vectores (mosquitos) es un componente básico de las estrategias de eliminación del paludismo, pues resulta muy eficaz para prevenir la infección y reducir la transmisión de la enfermedad. Las dos intervenciones principales son el uso de mosquiteros tratados con insecticida y la fumigación de interiores con insecticidas de acción residual. El progreso de la lucha mundial contra el paludismo peligra hoy por la aparición de mosquitos resistentes a insecticidas. Según el último Informe mundial sobre el paludismo, 78 países han descrito la presencia de mosquitos resistentes a por lo menos una de las cuatro clases de insecticidas de uso común en el período 2010-2019. En 29 de esos países se han comunicado resistencias a todas las clases principales de insecticida. Otra estrategia es el tratamiento quimio profilácticos, es decir, de medicamentos - ya sea por separado o combinados - para prevenir la infección palúdica y sus consecuencias. Incluye la quimioprofilaxis, el tratamiento preventivo intermitente de niños lactantes y embarazadas, la quimioprofilaxis antipalúdica estacional y la administración masiva de medicamentos. Estas estrategias, que son seguras y rentables, están destinadas a complementar las actividades permanentes de lucha contra el paludismo, como son en particular las medidas de control de vectores,
el diagnóstico rápido en caso de presunta infección y el tratamiento de los casos confirmados con medicamentos antipalúdicos. Desde octubre de 2021, la OMS también recomienda la administración generalizada de la vacuna antipalúdica RTS, S/AS01 a los niños que viven en zonas con transmisión entre moderada e intensa de paludismo por P. falciparum. Está demostrado que la vacuna reduce significativamente la incidencia del paludismo y la forma grave y mortal de la enfermedad en los niños pequeños.
Síntomas, complicaciones y tratamiento
Los síntomas de esta enfermedad pueden incluir fiebre, vómito y/o dolor de cabeza. La forma clásica de manifestación en el organismo es «fiebre, sudoración y escalofríos» que aparecen de 10 a 15 días después de la picadura del mosquito. Si el paludismo no es tratado puede desembocar en un cuadro clínico grave y causar la muerte en 24 horas. El periodo de incubación depende de la especie del tipo de plasmodium, pero el promedio es de 11 a 18 días, pudiendo extenderse hasta 40 días. Los síntomas iniciales son inespecíficos, como cefalea, náuseas, vómitos y mialgias. El cuadro puede desencadenarse con un proceso infeccioso viral o bacteriano asociado, como puede ser una infección respiratoria aguda, muy frecuente en los niños. Posteriormente, aparece la crisis palúdica con fiebre elevada (> 39°C), escalofríos, cefalea o síntomas digestivos o respiratorios. Es indispensable sospechar una malaria en una persona que procede de un lugar endémico con fiebre, sea cual sea su edad y su sintomatología acompañante. Existen individuos con cierto grado de inmunidad, que provienen de un área endémica de malaria, por tanto, la fiebre no siempre está presente. Hay que recordar que las manifestaciones clínicas pueden correlacionarse con el grado de parasitemia. Algunos grupos de población corren un riesgo considerablemente mayor que otros de contraer la enfermedad y presentar un cuadro clínico grave: los lactantes, los menores de 5 años, las embarazadas y los pacientes con VIH/sida, así como las personas con baja inmunidad que se desplazan a zonas de intensa transmisión palúdica, como puedan ser trabajadores migrantes, viajeros y poblaciones itinerantes. En la exploración física suele encontrarse palidez o tinción amarilla de la piel y mucosas, esplenomegalia (crecimiento del bazo) y, en ocasiones, hepatomegalia (crecimiento del hígado). El paludismo puede degenerar en: Malaria Cerebral; Alteraciones hematológicas: anemia hemolítica (destrucción de glóbulos rojos), trombocitopenia (disminución de las plaquetas), coagulación Intravascular diseminada; Hipoglicemia (disminución de azúcar en sangre); Edema pulmonar; Falla renal; Esplenomegalia (crecimiento del bazo)
El diagnóstico se realiza con una muestra de sangre examinada con un microscopio: el parásito es detectado dentro de los glóbulos rojos. Las pruebas de diagnóstico rápido (RDTs) son usadas para diagnosticar la malaria en áreas remotas en donde el microscopio no puede ser utilizado. El tratamiento se realiza siempre bajo la supervisión del médico. Se pueden utilizar medicamentos antiprotozoarios (contra los parásitos): Atovacuona/proguanil (Malarone); Quinina + clindamicina o doxiclicina; Sulfato de

quinina; Doxiclina, clindamicina o tetraciclina; Mefloquina, artemeter-lumefantrina; Cloroquina. Para cada una de las complicaciones secundarias al paludismo, existe sus manejos específicos, abordados de manera interdisciplinaria. Se han dado grandes avances en cuanto al control y diminución del paludismo o malaria, pero todavía no podemos contarnos como un país libre de paludismo. Debemos apegarnos a las estrategias recomendadas por la OMS para su total erradicación, concientizar y apoyar en las áreas endémicas.