LA SEGUNDA REPÚBLICA
LA
FORMACIÓN
DE LA
SEGUNDA REPÚBLICA
ME MORIAS D E VEN EZU ELA / N° Especial G uía B icentenario N° 14 / JULIO 2010
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Retrato del Coronel Girardot. Colección Museo Bolivariano.
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esde que el generalísimo Francisco de Miranda capitulara en San Mateo el 25 de julio de 1812 ante la contraofensiva del poder español, los logros políticos obtenidos el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811 habían quedado sumidos en la confusión; el esfuerzo de la Primera República, arropado por la desilusión y el miedo. Trece meses pasarían para que Domingo de Monteverde, nuevo capitán general de la Provincia de Venezuela, observara desde Caracas levantarse otras ráfagas libertadoras. El objetivo de los patriotas era evidente y tenaz: destruir el poder español en el territorio venezolano. En efecto, dos empresas surgirían simultáneamente para reponer la extinta República de 1811: se ponían en marcha Simón Bolívar desde Cúcuta y Santiago Mariño desde Trinidad. El Acta de Chacachacare, firmada el 11 de enero de 1813 por 44 expedicionarios liderizados por Mariño, declaró así sus objetivos: “…impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objetivo de salvar esa patria de la dependencia española y restituirle la dignidad de nación…”. Seis meses después, Mariño —al lado de Manuel Piar, Francisco Azcue y José Francisco Bermúdez, entre otros— liberaban las provincias de Cumaná y Barcelona. Por su parte, Bolívar, el 14 de mayo de 1813, inicia desde San José de Cúcuta su avance hacia el centro a través de los Andes venezolanos, como jefe del Ejército Libertador y bajo los auspicios del Congreso neogranadino. Durante la denominada Campaña Admirable que duraría 90 días, las tropas realistas serían derrotadas progresivamente, con la ayuda de militares influyentes como José Félix Ribas, Atanasio Girardot y Vicente Campo Elías, entre otros. El 6 de agosto, los libertadores entraron victoriosos a la ciudad caraqueña. Bajo este manto reconquistador se erigió la Segunda República, en medio de un sinfín de tensiones sociales y difíciles desafíos políticos que, al poco tiempo, acabarían de nuevo con el sueño de la República.
“Mis promesas serán cumplidas: vivid tranquilos por este cumplimiento inviolable” Así se expresaría el general Domingo de Monteverde el 3 de agosto de 1812, refiriéndose a la capitulación firmada por Francisco de Miranda y él un mes antes, en San Mateo. Sin embargo, aquel llamado no pasaría de ser una mera declaración, así lo demostrarían los hechos inmediatos: se abrió un régimen desenfrenado de persecución política sin precedentes hasta entonces. Las personalidades más influyentes de Caracas, entre intelectuales y propietarios afectos a la causa patriota, serían recluidos en calabozos y, en algunos casos, embarcados a Cádiz para que cumpliesen condena: Juan Germán Roscio, Juan Pablo Ayala, José Cortés de Madariaga, también los miembros de las familias caraqueñas como los Castillo, Mires, Padrón, Peña, Barona, Iznardi, Salcedo y Ruiz. En Valencia, así como en otras partes del país, Monteverde erigió lo que se conoce como el Tribunal de Seguridad Pública, con el objeto de embargar los bienes de los revolucionarios y, en general, de cuantos se señalasen como “comprometidos”, “involucrados”, o “afectos” a la causa republicana.