INDEPENDENCIA LA GRAN CONVENCIÓN DE OCAÑA DE 1828
vención de Ocaña. La facción Santanderista, contaba en la Convención con la presencia de su jefe principal, el general Santander, y la facción Bolivariana, que contaba con la presencia del Primer Presidente de la Convención, el señor José María del Castillo y Rada, así como con Joaquín José Gori, Francisco Aranda, entre otros.
El fin de la Convención Todos los intentos de los bolivarianos por llegar a un acuerdo de reforma constitucional que no implicara la adopción del sistema federal, como era el deseo del bando santanderista, resultaron fallidos. Algunos de los asistentes concentraron sus esfuerzos en la aprobación de proyectos individuales o regionales, donde pedían manifestaciones de las autoridades, de los cabildos, del pueblo, del ejército, y solicitaban reformar las leyes en concordancia con las ideas del Libertador que habían influenciado la Convención. Finalmente, pasados dos meses de infructuosas deliberaciones y contraposiciones, el bando bolivariano, dirigido por el diputado Castillo y Rada, se levantó retirándose definitivamente de la Convención. El 10 de junio de 1828 se declaró abiertamente su disolución, con la única asistencia de los santanderistas, y algunos de los llamados independientes, quienes, mediante un discurso público, manipularon la retirada de los bolivarianos, argumentando la grave falta que habían cometido al abandonar, sin autorización, la fracasada Convención de Ocaña. NOTAS 1 La República de Colombia de 1821 comprendía los territorios de las actuales naciones del Ecuador, Panamá, Venezuela y Colombia, ha sido llamada tradicionalmente por la historiografía La Gran Colombia para diferenciarla de la actual República de Colombia.
PAR A
S E GU I R
L EY END O
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Roberto Botero Saldarriaga. El Libertador Presidente. Bogotá, Talleres de la Librería Nueva, 1932. José Joaquín Guerra. La Convención de Ocaña. Cali, Biblioteca del Banco Popular, 1978. Carlos Medina Chirinos. La Convención de Ocaña: palabras sobre su disolución. Maracaibo: El Siglo, 1911. Alfonso Núñez Peláez. La gran Convención de Ocaña. Bogotá, Clac Impresores, 1978. Luis Perú de Lacroix. Diario de Bucaramanga. Caracas, Comité Ejecutivo del Bicentenario de Simón Bolívar, 1982. Amenodoro Urdaneta. La convención de Ocaña y la dictadura de Bolívar. Caracas, Tip. Washington, 1900.
MEMORIAS DE VENEZUELA ABRIL 2009
Colección filatelia del Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional.
parte, al tiempo que se desarrollaban las elecciones para la Gran Convención, Bolívar tenía que atender asuntos de orden público desatados en Venezuela y el Perú, cuestiones que le merecieron su mayor atención en busca del restablecimiento de la tranquilidad en toda la República. El día 10 de abril de 1828 se dio inicio a las sesiones de la Convención, donde se discutiría el futuro de la nación Grancolombiana. En este evento se visibilizaron las posiciones divergentes que existían entre los diputados, las cuales se manifestaban en comportamientos agresivos que perduraron hasta el final. Resulta significativo el hecho de que los diputados a la Convención estuvieron identificados en su mayoría con las ideas del Congreso de la República en 1827, que era mayoritariamente santanderista. Durante los años de 1827 y 1828, en la República no se oyó discutir más que de convocar la Convención. De extremo a extremo del territorio el clamor era general. Pese a la importancia dada a la Convención de Ocaña, los odios desatados por los federalistas dirigidos por Santander permitieron que la división imperara, y contribuyeron a que después de dos meses de sesiones no se cumpliera con el cometido para el cual había sido convocada. La corriente divisionista y deshonesta, encabezada por Santander, triunfó a pesar de los esfuerzos del bando bolivariano, liderado por Bolívar desde Bucaramanga, para que la unidad permaneciera por encima de los intereses partidistas. Quedaron demarcadas, entonces, las facciones políticas en que estuvo, hasta su fin, dividida la Con-
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