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todo lo que los vientos quieren, no es tan buena como la que se recoge en los arroyos de la sierra y en Anauco; por eso, los ciudadanos de la capital, suelen filtrarla.” El Consejero también resalta otro elemento que le inquieta de la salubridad de Caracas, ciudad frecuentemente asolada por epidemias y enfermedades, los cementerios: “El cementerio principal, situado entre Katuche y Anauco, resultó tan insuficiente para la inhumación de cadáveres, que a su acumulación se atribuyó la epidemia de sarampión y coqueluche que diezmó parte de la población infantil en el año de 1851. Fue cerrado por la autoridad municipal y se abrió otro nuevo, en lo alto de la ciudad, más allá de la Trinidad.” Sin embargo, es bueno señalar que la diferencia de clases interviene en los usos de estos espacios de la muerte, porque seguidamente sostiene nuestro autor: “El nuevo, situado en un terreno sin cercar, repugna tanto a las clases elevadas de la sociedad, que no llevan a él los cadáveres de sus parientes y prefieren, con perjuicio de la salud pública, embalsamarlos mal para poder depositarlos en el interior de las iglesias.”
Entre las galleras y la gente Pasando al tema de las distracciones y diversiones de los caraqueños, hay un tema que, junto con las coleadas de toros callejeras, desagradan a Lisboa: “También hay un circo de gallos o gallera, y los venezolanos son aficionadísimos a ver luchar esos fanfarrones animales. Personas de alta posición social, incluso generales, se interesan por tales peleas, crían gallos, hacen apuestas, frecuentan la gallera…” Destaca aquí el carácter policlasista de esta actividad, ya que era compartida también por las clases dominantes del siglo XIX. Una mención aparte merece esta caracterización que realiza del pueblo dócil de Caracas a la merced de las luchas políticas de la oligarquía a mediados del siglo XIX: “No vacilo en repetir que en Venezuela el pueblo bajo de las ciudades es dócil y fácil de gobernar. Excitado, engañado o seducido, mete bulla, vocifera y comete excesos, mas, naturalmente, no tiene aquella ferocidad que le atribuyen observadores apasionados (…) El pueblo de las ciudades en Venezuela es manso y sencillo. Por eso tanto mayor la culpa y la responsabilidad de los que, en vez de apro-
Joaquim Machado de Assis, Diario do Rio de Janeiro, 15 de mayo de 1866. Citado por Joao Hermes Pereira de Araujo en Prologo de Relación de un viaje a Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1984, pp. 10-11
Joaquim Machado de Assis, 1896, Colección Biblioteca Nacional de Brasil.
“… la Relación de un Viaje tiene sobre todo un interés histórico y un interés político. La organización social, los atrasos o mejoras públicas, los errores o los aciertos administrativos de los países por adonde anduvo, he ahí los puntos que más vivamente solicitan la atención del Sr. Lisboa. Esto no significa que los espectáculos de la naturaleza no encuentren de
vechar su docilidad para consolidar la paz y desarrollar los recursos de la Republica, lo han, en ocasiones, excitado e impelido a los excesos para pescar en aguas turbias.” Finalmente, es significativa esta semblanza que hace de los mantuanos que aún sobrevivían en esta época, en la cual se muestran sus filiaciones nobles y sus nostalgias monárquicas: “Las instituciones políticas han modificado las costumbres de estos aristócratas, y puede ser que mejorándolas. Como toda alusión a su antigua importancia sería de mal gusto e intempestivo, se observa en ellos, a la par de un porte reservado, un silencio y una modestia en relación con sus antecesores y blasones, que realza más su dignidad, y una afabilidad para con las otras clases de la sociedad que contrasta mucho con el orgullo del hidalgo europeo. Son unos bellos ejemplares de personas. Pero temo que han de desaparecer en breve sumergidos en el proceloso mar de las ideas republicanas” Para seguir leyendo • Miguel Maria Lisboa, Relación de un viaje a Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992. • Elias Pino Iturrieta; Pedro Enrique Calzadilla, La mirada del otro. Viajeros extranjeros en la Venezuela del siglo XIX, Caracas, Fundación Bigott, 2002.
parte del viajero una atención de poeta y de turista (…) el Sr. Lisboa es ante todo un funcionario público; el carácter social y administrativo del país, sus costumbres, su organización, éste es el principal cuidado del autor (…) El poeta o el turista, atravesando en un vapor un canal o un rio, cuidará exclusivamente el espectáculo externo, referirá los accidentes de los paisajes, las curiosidades del terreno, en resumen, todo aquello que se preste a lo pintoresco y a lo poético del viaje; el Sr. Lisboa, sin olvidar esa parte del viaje, comenzará por la descripción del vapor en que navegaba, por sus dimensiones y cualidades, dirá si es de una compañía o de un particular, cuantos viajes hizo, y finalmente todas la noticias que interesan a los espíritus prácticos. Esto no es ni censura ni alabanza, es definición.”
NOVIEMBRE2016 N.º42 MEMORIASDEVENEZUELA 7