encontraron en el desafío del despertar de la naturaleza remota. Exploraciones que en una imagen reunieron diferentes aspectos de una región, que en muchos casos, tiene su correlato en una narración de dichas expediciones científicas. La descripción del paisaje estaba supeditada a la asociación entre el clima y su relación con la producción del lugar, entre otras variables. En esta línea, el trabajo de las ilustraciones fue un elemento central, a fin de cumplir una función que estructuró un orden y normó la experiencia visual que se recogió en estas expediciones.6 Fueron dos jesuitas nacidos en Chile quienes mostraron al mundo las imágenes de este lejano territorio. Alonso de Ovalle (1603-1651), con su Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en la Compañía de Jesus, publicada en Roma en 1646, no solo describió la naturaleza, sino analizó la historia de Chile, con imágenes sugestivas. Pasaron más de cien años, para que Juan Ignacio Molina (1740-1829), desde su exilio en Italia, diera cuenta de la importancia de estas expediciones en su obra Compendio de la historia geográfica natural y civil del Reyno de Chile, publicado en Madrid en 1788: La Europa vuelve al presente toda su atención hacia la América, deseando conocer con erudita curiosidad la diversidad de sus climas, la estructura de sus montes, la naturaleza de sus fósiles, la forma de sus vegetales y de sus animales y en suma, todo lo que puede empeñar su atención en aquellas varias regiones. 7 Las imágenes producidas como resultado del ciclo de expediciones de los siglos XVIII y XIX, fueron realizadas por una variedad de autores, algunos de ellos parte de las tripulaciones a bordo de las expediciones, en otros casos por hombres de ciencias, especialmente botánicos y por supuesto por pintores, dibujantes y grabadores, contratados específicamente para generar representaciones de los diferentes aspectos de estas exploraciones. A estos se sumaron los artistas viajeros, hombres influidos por el romanticismo decimonónico,
arriesgados aventureros que fueron seducidos por la belleza y lo monumental del paisaje local. Las imágenes del paisaje y los habitantes, tomados desde un punto de vista costumbrista, fueron muy populares en Europa. Los dibujos eran traspasados a grabados, los que se imprimieron acompañando los textos, mostrando a un público europeo imágenes de las nuevas tierras. Es así que el relato y las imágenes de María Graham (1823), de Conrad Martens en la segunda expedición del Beagle, o Jules Sébastian César Dumont d’Urville, en la expedición con las naves Zelée y Astrolabe, que navegaron por el estrecho de Magallanes hacia 1837, entregan, entre otras, imágenes inéditas de la geografía de Chile, con una naturaleza remota, que no impidió la representación detallada del medio natural con un estilo pictórico. Desde esta óptica, a partir del siglo XVIII, en el ámbito del género pictórico del paisaje se aplicó la veduta, desarrollada en la ciudad de Venecia, consistente en vistas urbanas basadas en la perspectiva y con una mirada panorámica, pero a la vez con descripciones minuciosas. No obstante, ya en el siglo XVI, los grabadores flamencos habían desarrollado la impresión de imágenes aéreas de ciudades o levantamientos con perspectivas.8 En el caso de Chile, podemos encontrar uno de los primeros ejemplos de esta técnica en cinco litografías de Agostino Aglio, según el dibujo de William Waldegrave (1796-1838). Éstas fueron realizadas en 1821 cuando Waldegrave, marino inglés, estuvo en Santiago. Es una serie de vistas en 360 grados, las que se publicaron como A series of panoramic views of Sant Jago, the capital of Chili9 editadas en Londres por John Boosey en 1823. Es un documento extraordinario para la historia urbana de Santiago, ya que con precisión y con gran calidad artística se muestra la ciudad. En el contexto de la Expedición Astronómica de Estados Unidos en el Hemisferio Sur en 1849, a cargo de teniente James Melville Gilliss (1811-1865), vino a Chile Edmond Reuel Smith (1829-1911), trabajando con Gilliss en la medición astronómica y recolección de especímenes y datos. Smith vivió en Santiago desde 1849 a 1852, lapso de tiempo donde realizó los dibujos en base a un
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