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El más o menos deslumbrante mundo de las reinas

Sin duda, la monarquía es una de las imágenes más potentes de la cultura humana, al menos en el mundo antiguo. De hecho, “el Dios de Israel –dice Lucio Sembrano–viene frecuentemente descrito por medio de los atributos del rey terreno: trono, corona, cetro, aclamaciones”. Algo parecido cabría decir aplicándolo a Mesopotamia y Egipto, los poderosos vecinos de Israel. Ahora bien, ¿se imagina a Dios a la manera del rey terreno o, al revés, es el rey terreno el que es pensado al modo de la monarquía divina, habitualmente con un dios soberano en medio de una corte de dioses y seres celestiales? Sea como fuere, y dado que, tradicionalmente, y en general, los reyes estaban más bien alejados del pueblo, las imágenes de la monarquía que han calado en el imaginario colectivo han venido proporcionadas sobre todo por las artes –especialmente, la pintura y la literatura– y, más modernamente, por el cine. Así, desde niños nos hemos iniciado en la relación con la monarquía

–fundamentalmente de la mano de Disney– viendo, por ejemplo, a una bruja que en realidad era una malvada reina que sentía celos de la hija de su esposo, el rey, una niña de labios rojos, pelo azabache y tez blanca llamada, precisamente, Blancanieves. Asimismo, en La bella durmiente (1959), la trama estaba enmarcada en una monarquía clásica, con las figuras de los reyes Estéfano y Flor, padres de la princesa Aurora, y Humberto, padre viudo del príncipe Felipe, que acabará casándose con Aurora. Incluso DreamWorks Animation produjo en 2001 la magnífica y hasta cierto punto contracultural película Shrek, donde también la monarquía aparecía en el personaje de la princesa Fiona (con más explicitaciones en las siguientes entregas de la serie).

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¿Cómo fueron las reinas o princesas de la Biblia? ¿Se parecen a las “princesas Disney” o podemos descubrir en ellas atisbos de rebeldía o gestos contraculturales?

En todo caso, en todas las épocas, la institución monárquica ha reflejado los valores y estructuras de las sociedades concretas en que esta se desarrollaba. De ahí que, con mucha frecuencia, en la configuración y el papel de las mujeres en la monarquía bíblica –reinas, consortes reales, concubinas, madres o hijas, etc.– se hayan podido percibir con claridad esos valores o contravalores sociales que los nutrían.

¿Cómo fueron las reinas o princesas de la Biblia? ¿Se parecen a las “princesas Disney” –en el peor sentido de la expresión– o podemos descubrir en ellas atisbos de rebeldía o gestos contraculturales? Como se decía antes en el circo, ¡pasen y vean!