Historia y Tradiciones Militares del Ejército Ecuatoriano La herradura Fue considerada un talismán poderoso en todas las épocas y en todos los países en los que existía el caballo. Aunque los griegos introdujeron la herradura en la cultura occidental en el siglo IV, y la consideraban de buena suerte, la leyenda atribuye a San Dunstan el haberle otorgado, cuando cuelga sobre la puerta de una casa, un poder especial contra el mal. A partir de entonces, una herradura (calzado de caballos, mulos y burros), colgada en algún sitio, está considerada como el más universal de todos los amuletos de la suerte. Sin embargo, no puede colgarse de cualquier forma; su disposición correcta era con los extremos hacia arriba, pues, de lo contrario, su reserva de suerte se vaciaba. En la Edad Media, cuando cundía al máximo el temor a la brujería, la herradura adquirió un poder adicional. Se creía que las brujas se desplazaban montadas en escobas porque temían a los caballos, y que cualquier cosa que les recordara a uno, especialmente su herradura de hierro, las ahuyentaba, como un crucifijo aterrorizaba a un vampiro. La mujer acusada de brujería era enterrada con una herradura clavada en la tapa de su ataúd, para impedir su resurrección. En Rusia, al herrero que forjaba herraduras se le consideraba dotado de capacidad para realizar magia blanca, contra la brujería. Los juramentos solemnes relativos al matrimonio, los contratos comerciales y las compraventas de propiedades no se hacían sobre una Biblia, sino sobre los yunques utilizados para martillear las herraduras.
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