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La Casa Tomada (CCE San Salvador

Proyecto del Centro Cultural de España en San Salvador

La Casa Tomada

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Antecedentes

La Casa Tomada (LCT) es un proyecto del Centro Cultural de España en El Salvador (CCESV) que nació en 2012, y que constituye una combinación de diversas influencias en modelos de gestión, tanto europeos como americanos. En España, el centro cultural de creación contemporánea Matadero Madrid, inaugurado en 2006, marcó una línea innovadora donde diversos colectivos del ámbito del teatro, el cine o el diseño encontraron un espacio alternativo. La puesta en marcha del Centro Social Autogestionado La Tabacalera en el madrileño barrio de Lavapiés en 2010, siendo Ángeles Albert directora general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura de España, presentó un modelo más cercano a los habitantes de los barrios y a la manifestación de jóvenes sin espacios de expresión, e inauguró oficialmente un modelo de colaboración público-privada que ha abierto posibilidades a otras derivaciones, en las que la gestión compartida forma parte esencial de su constitución, entre ellas La Casa Tomada. En 2011, a partir del movimiento ciudadano 15M, una miríada de iniciativas de corte asociativo surgió como respuesta ciudadana a los problemas y carencias políticas y sociales, particularmente, en el sector cultural, aunque ya existían antecedentes. Con el término “privada” llegaron a denominarse entidades diversas, que podían albergar desde intereses empresariales a movimientos ciudadanos, así se combinaron desde fundaciones de grandes corporaciones, a agrupaciones de barrio o colectivos marginales, que son los que realmente imprimieron un estilo propio en ayuntamientos y barriadas. El recorte de ayudas a la cultura propició el nacimiento de agrupaciones y comunidades unidas por intereses comunes. De alguna forma, la crisis incentivó otros modelos de gestión de la cultura, es cierto que más filantrópicos y horizontales, pero de alguna manera más rentables y sostenibles. Hoy en día, como bien se recoge en el programa del Encuentro Cultura y Ciudadanía del Ministerio de Cultura y Deporte, existen múltiples proyectos asociativos y espacios de toda índole. Desde el mundo rural, a las nuevas tecnologías, pasando por las viviendas, el ocio, los huertos urbanos o cualquier ámbito imaginable, el paradigma de la gestión comunitaria ha pasado a ser parte del ADN, no solo de las nuevas generaciones, sino de la sociedad entera. La Casa Tomada es hija, pues, de su tiempo. Desde América, uno de los modelos inspiradores que ejerció mayor influencia en La Casa Tomada fueron los Puntos de Cultura, proyecto que busca potenciar actividades culturales comunitarias, y más ampliamente, la filosofía de su creador, el brasileño Celio Turino. Secretario de Cultura de Brasil entre 2004 y 2010 e impulsor del programa Cultura Viva Comunitaria, a través de los Puntos de Cultura, Celio Turino visitó La Casa en varias ocasiones para formar a sus moradores. Otros modelos como la Red de Fábricas de Artes y Oficios (FAROS) de México, el proyecto mARTadero de Bolivia o la red brasileña de colectivos culturales Fora do Eixo, entre varios otros, fueron seguidos con interés en la construcción del propio modelo de administración y gestión de La Casa Tomada.

El nombre

El nombre se tomó del cuento de Julio Cortázar Casa tomada, como una dialéctica entre el “yo” y el “nosotros”. El texto narra la ocupación paulatina de una casa solariega por un grupo de entes informes que conforman un plural indefinido y que van adueñándose de la casa donde moraban sus tradicionales inquilinos. Con ello se quiso reflejar la fuerza del “nosotros”, como colectivo sin nombre, ni

rostros, sin sujetos reconocibles, en la búsqueda de un espacio utópico compartido para el bien común. El nombre de “casa” ha sido un reconocimiento habitual para lugares vividos y gestionados por los propios habitantes. En América Latina fue una manera de reconocer las distintas agrupaciones de emigrantes de las regiones españolas. Desde el costumbrismo al movimiento okupa, la denominación estaba fijada en el inconsciente colectivo como un lugar donde la energía un tanto inorgánica de sus componentes, reunía a un grupo de personas en torno a aficiones y gustos afines. La referencia a “tomada” hace alusión a la posibilidad de practicar el poder de la cultura desde un modelo comunitario.

Hija de la crisis

La Casa Tomada aparece dentro de una coyuntura singular como fue la crisis económica internacional, que afectó de forma particularmente severa a la economía española y, en concreto, a la ayuda para el desarrollo y a la asignación para la cultura. Este recorte, que en principio parecía un obstáculo para la consecución de la idea, a la postre fue un acicate, una necesidad urgente de resolver la cuestión de fondos. Al ser una referencia en el quehacer cultural, el Centro Cultural de España en El Salvador contaba con una oferta tan extensa que un mismo espacio no podía conjugar simultáneamente acciones o albergar a colectivos diversos, por la dimensión de sus actividades necesitaba un espacio de expansión. En el momento en que esta necesidad de contar con otros espacios se hizo patente, la crisis había abortado las propuestas en esa línea. Además, el Centro contaba con una serie de equipamientos subutilizados como una radio, un estudio de sonido y equipo para la edición de audiovisuales, que necesitaban acomodo. El CCESV empleaba el mismo espacio para exposiciones, actuaciones musicales, representaciones escénicas y conferencias, por lo que ante la imposibilidad de ampliar sus instalaciones, se impulsó la búsqueda de otras alternativas en tiempos de crisis.

Las señas de identidad

La Casa Tomada es un intento de orquestar un grupo de voluntades para generar un ecosistema cultural. A la postre, es como un sistema planetario, donde los colectivos gravitan en torno al bien común. La Asamblea representa el ente orgánico que define, concilia y orienta las políticas de convivencia, supervivencia, comunicación y acción social y cultural de las comunidades y de “la casa”. Se destacan dos niveles, en el primero tanto los colectivos residentes como nómadas se rigen por un modelo autogestionario; en un segundo nivel, la alianza de los colectivos en pro del bien común, de colaboración para el funcionamiento de La Casa, marca un modelo de cohesión grupal y un ámbito de conocimiento compartido. Los productos y servicios de La Casa Tomada poseen un alto valor simbólico y una validación cuantitativamente precisa, pero es difícil dimensionar de una forma tradicional el impacto que genera y el valor que contiene. La complejidad para identificar todos los agentes, los procesos y beneficios en la economía creativa es, a veces, difuso, lo que se convierte en un reto para poder establecer datos que faciliten la comprensión de su impacto. Para La Casa Tomada, principalmente en su forma de gestión, se genera un valor que va más allá de lo monetario, basado en la economía del intercambio, en una filosofía del trueque en especie, en la confianza en las relaciones humanas, y en la libertad creativa. Reconocer y hacer valer el arte y la cultura como un medio de vida es uno de los grandes logros de La Casa Tomada, especialmente en sus incursiones en territorios donde el sector cultural no aparece como polo dinamizador de la economía. En sus años de existencia, La Casa Tomada ha demostrado el potencial de las economías creativas, ya que alberga una variada gama de iniciativas basadas en los talentos de artistas y creadores; este potencial se ha desarrollado con las facilidades que da la configuración de un ecosistema integrado de conexiones que propicia el fortalecimiento de relaciones colaborativas. La Casa Tomada ha generado una propuesta de dinámica cultural que puede ser replicada en otros espacios, que se puede ir adaptando de acuerdo a los contextos, atendiendo a las señas de identidad local, a las comunidades en marcha, a la idiosincrasia y a la coyuntura espacio-temporal.

El modelo de gestión comunitaria

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2. Espacio de cotrabajo de La Casa Tomada.

protagonista de los colectivos, incentivando la participación, la democratización, la creatividad y la generación, circulación, consumo y acceso a la cultura. Las metodologías que se emplean arraigan en la proximidad y en la capacidad de desarrollo endógeno del territorio. La cultura, como sostiene Celio Turino, debe ser idiosincrásica, arraigada al territorio, por lo que los centros culturales deben apoyar a las manifestaciones culturales de su entorno. La tarea del gestor cultural comunitario es la de, mediante diversas iniciativas, informar sobre las posibilidades y potencialidades del territorio, generar ideas, plantear preguntas para obtener respuestas, propiciar el diálogo y construir un sentimiento de autoestima y autosuficiencia en la comunidad. La acción inclusiva que despliega LCT fomenta el trabajo en red, la cultura colaborativa, la construcción colectiva del conocimiento, el intercambio de experiencias, así como el trabajo entre pares y el diálogo intergeneracional. Un conocimiento tradicional puede compartir el espacio con un conocimiento de vanguardia, una experiencia estética con otra tecnológica. Este modelo permite que comunidades y grupos invisibilizados o sin apoyos canalicen su quehacer y encuentren una nueva voz por sí mismos, una nueva manera de construir y de participar en los asuntos públicos y en la toma de decisiones políticas. Los proyectos de LCT establecen sinergias entre espacios, lo que proporciona nuevos foros y oportunidades que les enriquecen mutuamente y favorecen la visibilidad y el fortalecimiento de los colectivos.

La organización

El modelo organizativo de La Casa Tomada es un modelo vivo, que ha ido evolucionando y ajustándose a la realidad y a los aprendizajes. La Asamblea es el órgano directivo de la agrupación de habitantes de La Casa, y está a cargo de distribuir funciones, establecer hojas de ruta, generar el consenso de objetivos, manejar las políticas de gestión y orientar las acciones hacia la misión de LCT. La Asamblea, como órgano de reacción, permite que la comunidad sea partícipe y responsable del despliegue de las acciones que se desarrollan en La Casa. Las propuestas son construidas desde la experiencia, buscando las

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soluciones a través de consensos en espacios solidarios, críticos y propositivos. Desde 2013, La Casa Tomada cuenta con una Comisión de Acción Cultural, una Comisión de Artes Visuales, una Comisión de Comunicaciones, una Comisión de Convivencia y la Comisión de Gestión y Sostenibilidad, cada una integrada por varios habitantes y nómadas de La Casa, pero no necesariamente por todos los que conforman su Asamblea. El modelo asambleario de La Casa Tomada está activo de forma constante. Generalmente se busca celebrar una asamblea una vez al mes, en la que participen los habitantes y nómadas. Por otra parte, las diferentes comisiones se reúnen de acuerdo a sus necesidades y funciones únicas, con una periodicidad que varía desde una vez a la semana a una vez al mes. Uno de los aspectos derivados de esta situación es el modelo de gestión. Los espacios culturales, por su dimensión y su quehacer, requieren de personal dedicado para su oferta y para el mantenimiento de sus equipos e instalaciones. Institucionalmente era difícil cubrir esa necesidad, por lo que el modelo de gestión colectiva fue también imprescindible para que los que detentaban los espacios aportaran su apoyo. El modelo político de administración de La Casa Tomada, desde la concepción y la transformación como espacio cultural, es uno de los aportes quizás más interesantes que deja la experiencia. Este tipo de gestión exigía salirse del modelo de dependencia del Centro Cultural, para dotar de autonomía en las decisiones a la Asamblea, como órgano soberano de gobierno de La Casa. La cesión a la ciudadanía, a los colectivos, de una responsabilidad en la sostenibilidad del espacio, pasaba, indefectiblemente, por su empoderamiento y capacidad de decisión.

Actores

Atendiendo a una tipología de los actores que la conforman, la Casa Tomada creó su propia taxonomía:

• Los habitantes de La Casa Tomada son todas las personas o colectivos que la gestionan y administran como un espacio propio y compartido.

Generan actividades propias, educativas, creativas y/o productivas, para llevar a cabo su propio emprendimiento. Pueden compartir el espacio con otros colectivos o personas con actividades similares, para contribuir a la sostenibilidad de

La Casa. Por el hecho de detentar un espacio, los habitantes obtienen un compromiso para participar de manera activa en la gestión colaborativa de La

Casa Tomada, a través de la participación en la

Asamblea y en las comisiones de trabajo. • Los nómadas son todas las personas o colectivos que utilizan un espacio común de La Casa Tomada de forma más o menos regular para desarrollar actividades propias. Pueden participar de manera activa en la gestión colaborativa de La Casa

Tomada o a través de la Asamblea y las comisiones, o a través de la producción cultural en los espacios comunes de La Casa, para aportar económicamente a la sostenibilidad colectiva. • Los casanautas son agentes culturales que creen en la filosofía colaborativa de La Casa Tomada, que han experimentado o conceptualizado en otros espacios del mundo de la gestión colectiva.

Mantienen contacto desde la distancia con la

Asamblea y colaboran puntualmente para compartir aprendizajes, impulsar, revisar y evaluar procesos, crear puentes entre aquí y allá, para contribuir al crecimiento e impacto de esta modalidad de gestión colectiva. • Los amigos y amigas, como personas, instituciones y colectivos que no siempre necesitan un espacio físico para desarrollar sus actividades en La Casa Tomada, pero que quieren contribuir generosamente con su crecimiento, facilitando nuevas alianzas, como embajadores de la filosofía y atrayendo a nuevos usuarios y posibles aliados.

Entre los amigos se encuentran entidades sociales y colaboradoras, empresas privadas, filántropos o generadores de opinión. • Los públicos como sostenedores de la iniciativa y usuarios de sus medios e instalaciones.

Los espacios

En sus inicios, La Casa Tomada no tenía destinados los espacios sino que se fue habitando paulatinamente de una forma orgánica, según la llegada de los colectivos, hasta albergar a dieciséis colectivos moradores. Hoy en día, algunos de sus espacios se han reconvertido o

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5. Productos de la tienda de La Casa Tomada. 6. Espacio de creación.

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7. Coro de mayores de La Casa Tomada. 8. Taller de pintura. han desaparecido, a la par que se han generado otros nuevos. Además de los espacios que se autogestionan por colectivos, están los espacios comunes como el jardín, la sala de conciertos, espacios expositivos o la sala de ensayos. De los espacios autogestionados, destacaremos algunos como el hub, que además de ofertar un lugar para trabajar y compartir con otras personas, favorecen a la industria creativa a incubar emprendimientos sociales y culturales, proyectos que procuran un cambio económico y social. Otro espacio, como el laboratorio de fabricación digital, con equipamientos tecnológicos adecuados como impresoras 3D, cortadoras láser, procesadores Arduino, etc., permite a emprendedores y artistas la experimentación y la generación de prototipos.

La irradiación al entorno

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entre Todxs para Construir Nuevos Mundos, que ayudó para invertir, no solo en equipos y recursos humanos sino, igualmente, en el sistema de organización y administración de La Casa y en la extensión de la acción cultural hacia el entorno circundante. En el periodo de ejecución del proyecto, La Casa no solo se fortalece internamente sino que extiende su quehacer a la Colonia de San Benito, barrio acomodado, y a la Colonia de Las Palmas, un asentamiento urbano abigarrado y con servicios precarios, permitiendo tanto el acceso de sus habitantes a los servicios de LCT, como acompañando las expresiones e iniciativas culturales de colectivos como Vacilarte. La extensión de la acción cultural al espacio público permitió fortalecer el tejido social de los actores de la zona como galerías, centros culturales, salas de conciertos profesionales, etc., en sintonía con el objetivo de desarrollo sostenible número 11 de la Agenda 2030, que se refiere a conseguir ciudades y comunidades sostenibles.

Cultura de paz

El Salvador vive desde hace años una lacra social como es la violencia y el fenómeno de las maras. En el futuro La Casa Tomada quiere seguir siendo un espacio neutral para la conciliación, que busca potenciar la convivencia, la democratización y la paz social, a través de la cultura.