POBLACIÓN AFRODESCENDIENTEY DESIGUALDADES ÉTNICO-RACIALESEN URUGUAY

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música de viento, ¿por qué la africana no había de poder hacerlo también al son del tamboril o de la marimba?», dando por sobrentendido el uso de estos instrumentos. Al referirse a las expresiones africanas, escribía: Los domingos, ya se sabía, no faltaba el candombe […] Cada nación tenía su canchita de trecho en trecho, media alizada a fuerza de talón, o preparada con una capita de arena, para darle al tango. Los Congos, Mozambiques, Benguelas, Minas, Cabindas, Molembos, y en fin, todos los de Angola hacían allí su rueda, y al son de la Bambora, del tamboril, de la marimba, el mate o porongo, de la mazacalla y de los palillos, se entregaban contentos al candombe con su calunga, cangué… eee llumbá, eee, llumbá, y otros cánticos, acompañados con las palmas cadenciosas de los danzantes, que movían piernas, brazos y cabeza al compás de aquel concierto que daba gusto a los tíos. Y siga el tango, y el chinchirin chindá, chinchi, y el tan-tan del divertimento de las clases, y de la multitud que, siguiendo la costumbre, iba a festejarlo en el paseo del Recinto.

Y agregaba: El tango se prolongaba hasta la puesta del sol, con sus variantes de bebe chicha, para refrescar el gaznate, seco, de tanto eee llumbá, eee llumbá, y paseantes y danzantes se ponían en retirada.88

De esta crónica puede inferirse que eran dos —candombe y tango— las danzas que centralizaban esta manifestación permitida por las autoridades, y que para los africanos tenía enorme importancia el poder expresarse, olvidando al menos por unas horas la esclavitud. Como anota De María: «Así la buena gente de ese tiempo, encontraba distracción inocente en los candombes, y la raza africana, entregada alegremente a los usos y recuerdos de Angola».89 Que los niños participaran sin cortapisas en la danza y quizás en el toque —no hay especificación— es un hecho elocuente que nos habla de que esas presentaciones no eran simples bailes. Era también un espacio de transmisión de conocimientos y de práctica, donde los más chicos iban aprendiendo el saber de sus mayores. No hay una aclaración precisa sobre el rol cumplido por las mujeres en lo referente a la ejecución de los instrumentos a la par de los hombres. De acuerdo con lo registrado por el memorialista afrouruguayo Lino Suárez Peña, en el último tercio del siglo xix los negros bailaban el candombe «sueltos organizados en parejas y tomaban parte cuantos quisieran según la capacidad del lugar; al accionar en sus movimientos lo hacían en una forma muy sacudida, arqueando la espina dorsal hacia atrás con gracia y suma habilidad causando admiración y otras hacia adelante con no menos desenvoltura, al rítmico compás de su orquesta singular compuesta de Tamborin, Campana y Mate».90 A estos instrumentos se sumaban la tacuara, la huesera, el mate o porongo, la marimba, los palillos, trozos de hierro, el macú (tambor ceremonial) y la denominada bambora. 88 89 90

Isidoro de María: o. cit., libro segundo, pp. 167-170. Ibídem. Lino Suárez Peña: o. cit.

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Población afrodescendiente y desigualdades étnico-raciales en Uruguay


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