Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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Cipote Vaina Homenaje de Soley Del Castillo

Hoy en día son hijos de Cipote Vaina los grupos folclóricos El Gran Carajo, Del Carajo, El Cipote Garabato, El Garabato del Norte y las más recientes: La Misma Vaina y la Pollera Colorá.

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Cipote Vaina nació en 1978 de una reunión de amigos representantes de núcleos de familias amantes de la cultura y el folclor barranquillero, recuerda Guillermo Rivera Citarella, su fundador. Su vestuario era blanco, dice, adornado con rojo en honor a los colores de la bandera del Atlántico, con hermosos tocados para el cabello recogido, y con maquillaje esplendoroso. Los hombres igual vestían un atuendo blanco, impecable, llamado liquilique, y rabo’e gallo rojo. Este vestuario rompió los esquemas anteriores de faldas floreadas o de cuadritos y en los hombres el color caqui, fajón ancho y camisa por dentro. El nuevo atuendo impactó favorablemente a la comunidad barranquillera que percibía en él mucha armonía y elegancia. Eso lo sabemos quienes amamos la cumbia, se aportó aún más donaire en la interpretación de la cumbia. Tal como nos lo relata su fundador, este grupo estaba conformado por jóvenes profesionales y estudiantes universitarios de toda la ciudad de Barranquilla, que compartían sus

valores y principios inspirados en la dinámica de una familia unida. En efecto Cipote Vaina se constituyó en una gran familia que creció año trás año. Óscar Fernández, Alfredo de La Espriella y Sonia Osorio, entre otros, fueron pilares fundamentales para la creación del grupo, así como los empresarios Ángel Carrillo con Distribuidora San José, y su gerente comercial la señora Faride Cure, persona sensible que buscaba a los grupos para brindarles algún apoyo. “Ellos manifestaban gran respeto por el folclor y jamás opacaron el grupo en función de su propaganda publicitaria”, dice Guillermo con algo de nostalgia. A su vez guarda gratitud a empresas como Coltejer y Fabricato que obsequiaban rollos de tela blanca deseosos de que estas fueran usadas en el Carnaval de Barranquilla. Años más tarde, en 1990, el grupo decidió bailar garabato el sábado de carnaval en la Batalla de Flores y desfilar como cumbiamba el lunes en el evento de la Gran Parada. Después siguió solo como cumbiamba. Guillermo Rivera relata cómo esa gran matriz pudo engendrar multiplicadores de la cultura con valores como la disciplina, la organización, el emprendimiento, la creatividad y el amor por su ciudad. En todas ellas se conserva la elegancia tanto en el vestir como en la interpretación dancística, reafirman los mismos valores y viven el eslogan de cipoteano que dice: “Por mi Barranquilla y por mi pueblo me uno más a mi ciudad”. En este momento la gran madre no está activa, pero los integrantes que la sobreviven mantienen relaciones comunicativas estrechas.

Gran Cumbiamba el Cañonazo Homenaje de José Llanos a Rafael Altamar López

Sobre la vinculación de las familias Altamar, López y Ortega al Carnaval de Barranquilla, Rafael Altamar nos cuenta: “Mi papá Luis y mi mamá Natividad (q. e. p. d.), fueron carnavaleros siempre. Mi papá participó en el carnaval como integrante de grupos como la Danza de la Burra Mocha y la cumbiamba El Huracán, y en 1949 sacaron en la calle 69 carrera 49 esquina una cumbiamba a la que llamaron Las Sardas de Boston. Luego en 1963, con mi mamá, sacaron la cumbiamba infantil Estrellitas de Barrio Abajo, enseguida ganaron el primer puesto y quedaron fuera de concurso al año siguiente. No conformes con el grupo infantil, en 1965 convocaron a todos sus familiares, grandes y chicos, y fundaron la cumbiamba El Cañonazo, inicialmente con 25 parejas. Por esta han pasado cuatro generaciones y hoy se cuentan en sus filas ochenta parejas, siendo ganadores de más de cuarenta premios representados en Congo de Oro, segundo puesto, tercer puesto y fuera de concurso en dos ocasiones. Por ser una cumbiamba tan tradicional y conservadora del baile autóctono de la cumbia, fuimos invitados por los presidentes colombianos Alfonso López Michelsen y Misael Pastrana Borrero, y por el general Omar Torrijos, de la República de Panamá”.

Estos son momentos especiales del Carnaval de Barranquilla que Rafael Altamar guarda en su memoria: Guardo dos momentos, el primero en 1965 cuando participamos como Cumbiamba Grande junto a cumbiambas de renombre y con muchos años de

antigüedad como El Tanganazo, La Arenosa, La Gigantona, Agua Pa’ Mí y La Sin Fin. El segundo recuerdo que tengo fue cuando me eligieron rey Momo 2010.

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