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En los años 80 la señora Yennis Orellano de Altamar, casada con un hermano de mi marido, decidió retomar la idea del disfraz del que tanto nos hablaba nuestra suegra Natividad. Es aquí cuando junto con un grupo de amigas y familiares lo bautizó las “Negritas Puloy”, con la aspiración de que como con el detergente, tuvieran mucho brillo. Ella le agregó al disfraz canastas con frutas, alegrías, cocada y bollos en honor a las mujeres palenqueras que recorren las calles de la ciudad ofreciendo sus productos.
De disfraz a comparsa
La negrita Puloy que no dejó verse la cara Había una señora de edad, no muy bonita, eso sí con un cuerpo espectacular. Cuando se ponía el vestido se veía muy bien. Desde que venía de su casa, llegaba disfrazada con su careta puesta y no se la quitaba para nada. A un músico del grupo le gustaba mucho y a cada rato decía: “Ay, a mí sí me gusta esa negrita Puloy…”, e iba a todos los desfiles. A ella también le gustaba, o le gustaba que ella le gustara a él, así que siempre iba de últimas porque detrás venían los músicos. Un día él dijo: “Esta es la noche que me llevo la negrita Puloy”. Y entonces la invitó y ella le dijo que sí. El músico feliz, se fueron a comer, pero la negrita no se quitó la careta, ¡comió con la careta! Al día siguiente él vino a hablarme: “Isabel, pero ¿por qué ella no se quita la careta?”, y yo, “ay, no sé”. Después de que pasaron los carnavales él vino a mi casa buscándola de nuevo. “Isabel, dame la dirección de tu amiga, que yo la quiero conocer”. Y bueno, yo le di la dirección. Cuando fue a preguntar por ella, salió la señora, señora que era, y para él fue una decepción enorme. Anteriormente las señoras buscaban ese tipo de disfraces para poder salir y mantener su anonimato. Aquí había una que venía de allá arriba. Ponía el carro aquí en la puerta de la casa, se vestía y el marido no sabía que ella salía en la comparsa.
En 1984 mi cuñada Yennis abandonó la ciudad de Barranquilla y yo, carnavalera neta y bailadora de cumbia, decidí organizar el grupo, al que se nos unieron otras mujeres. Éramos veinte y cumplíamos diferentes roles. Nos declaramos comparsa y participamos por primera vez en los desfiles del Carnaval de Barranquilla. En esos momentos no seguíamos coreografía, el baile era libre, a ritmo de una banda papayera. El vestido fue elaborado por la señora Nieves Vázquez. Estaba compuesto por una máscara, medias negras, babuchas, pañoletas, un vestido de color rojo con bolas blancas, delantal y la canastas de productos. El vestuario ha sufrido varios cambios. Empezamos metiéndole camello a la careta y se le agregaron elementos como pestañas, simulación de maquillaje y zapatos de tacón; se le quitó el delantal, las frutas, la canasta, las alegrías y las cocadas, giro dado a la comparsa para homenajear a aquellas mujeres de color, emprendedoras, que han logrado salir adelante a escala profesional y personal. En 2003 innovamos con la coreografía gracias a la dirección artística de la barranquillera Gloria Peña, con lo cual aportamos al esplendor del carnaval y empezamos a participar en eventos en diversas partes del país y del continente: la Caminata de la
Solidaridad por Colombia en Bogotá, la Feria de las Flores de Medellín, el Congreso Internacional de Turismo en Cartagena, los Carnavales de San Andrés Isla, viajes en cruceros y eventos en Chile. También en 2003 hicimos variaciones en el vestuario y eliminamos la careta, que se había prestado a confusiones. Muchos creían que éramos gais, decían “ahí va uno camuflado”. Muchos periodistas que venían a entrevistarnos nos lo preguntaban, incluso un gay pidió entrar al grupo. Hasta propuso dar dinero por salir. Decía, déjenme salir, yo les aseguro que nadie va a saber. Después vinieron como cinco de Soledad, querían salir en la comparsa. Nosotros les dijimos: “No, están equivocados, en la comparsa no salen gais. En la comparsa todas somos mujeres”. A una sobrina le pasó algo molesto, ella es muy alta, y un gay se le pegó y la
seguía y seguía hasta que ella, muy molesta, se quitó la máscara y le dijo: “No joda… ¿No ves que somos mujeres? No soy hombre…”. Ese fue el último año, dijimos, no más máscaras. De ahí en adelante el disfraz tuvo cambios importantes, se probaron otros colores, modelos, zapatos, y se introdujeron las pelucas afro. También empezamos a usar maquillaje artístico, aunque el primer año que lo hicimos las bailarinas tuvieron dificultades, ya que con el sudor se corrió y a algunas les dio alergia. Al siguiente año conseguimos a los maquilladores Richard y Carlos, quienes nos guiaron en ese aspecto y en cuanto al vestuario, este adquirió más brillo y fue más social. El maquillaje ha tomado un curso notable, se utilizan piedras y pinturas especiales, lo que hace ver a nuestras niñas más hermosas, además ellas han aprendido a
En 2013 la reina del Carnaval de Barranquilla, Daniela Cepeda Tarud, adoptó entre sus disfraces favoritos el de Negrita Puloy, eso hizo que el público se apoderara de todo lo que fuera de fondo rojo y bolitas blancas, cintillas, blusas, camisas, zapatos y accesorios correspondientes a la comparsa. Fuimos el boom.