Elimina los virus mentales con pnl de donald lofland

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índice Agradecimientos

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PRIMERA PARTE

LOS VIRUS MENTALES 1. 2. 3. 4. 5. 6.

El caldo de cultivo: la coherencia y elsentido ............ 15 Los virus .......................................................................... .... 39 Los virus desencadenantes ............................................... 61 Los virus restrictivos .......................................................... 93 Los virus Géminis ................................................................ 125 Los virus asesinos ............................................................... 147

SEGUNDA PARTE

LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN 7. 8. 9. 10.

La terapia de virus mentales ............................................ La depresión ......................................................................... Las alergias ............................................................................. El cáncer .................................................................................

TERCERA PARTE

167 189 209 219

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LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO 11. 12.

Cómo acabar con la procrastinación ahora mismo 245 Para superar el temor al fracaso y el temoral éxito .. 253

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CUARTA PARTE LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR 13. 14.

Los virus íntimos ................................................................. 277 La comunicación sin virus ................................................ . 297

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15. 16.

QUINTA PARTE HACIA LA PLENITUD

Conseguir los resultados que deseamos en ia vida ... 321 Más allá de los virus mentales .......................................... 331

APÉNDICES Apéndice ]: La definición de tu proyecto .................................. Apéndice 11: Recursos ...................................................................... Apéndice III: Tipos de virus mentales ........................ ................ Apéndice IV: Ejercicios ............. ..................................................... Apéndice V; Claves de conducta ............................ ..................... Apéndice VI: Soluciones antíviricas ............................................

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Agrá deci mien tos Me gustaría expresar mi gratitud a las numerosas personas que han hecho posible este libro, en especial a las siguientes: Frank Weimann, mi agente, que reconoció y prestó apoyo a mis visiones; Adrienne Ingrum, que intervino decisivamente en llevar mis visiones a la imprenta, Roben Diíts, que concibió la idea de los virus mentales y dio a conocer la PNL ai país y a mí personalmente, Lynn Larson. que con su apoyo emocional, su fe en mis ideas y su trabajo de revisión me ayudó a llevar a buen fin la obra.



PRIMERA PARTE

Los virus mentales



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El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido El sentido de las cosas no reside et) las cosas en sí, sm o en la actitud que observamos hacia ellas. ANTOlNfc DE S a í NT-ÉXUPÉRY

20 de julio cié 1969. Ya había amanecido y el sol aparecía muy por encima del horizonte, pero el cielo estaba negro como el car­ bón. Los primeros astronautas estadounidenses en llegar a la Luna miraban expectantes hacia la Tierra desde aquel paisaje baldío. Tras años de riguroso entrenamiento, habían llegado al punto óptimo de coherencia física, mental y emocional y, no obstante, estaban a punto de ser testigos de la experimentación de una nueva forma de coherencia que tendría repercusiones científicas espectaculares. Con excepción de aquellos dos alienígenas terrícolas, la Luna estaba deshabitada. O tal vez no De hecho, los impactos de los meteoritos habían sembrado la superficie lunar de aminoácidos, verdaderos «ladrillos» o piezas fundamentales de toda forma de vida. ¿Cuándo podemos decir que existe vida y cuándo no? En las profundidades de las remotas selvas tropicales de aquella esfera celeste y acuosa perdida en el cielo, acechaban combinaciones microscópicas de proteínas y material genético, esperando con paciencia que llegara el momento de cobrar vida. En sí mismas, había tan poca vida en ellas como en la Luna, si bien en el núcleo de una célula huésped, cuando el hombre se


PARTE i: LOS VIRUS MENTALES

aventurara en esas regiones, estas com binaciones volverían a poseer el milagro de la vida, es decir, la capacidad de reprodu­ cirse. Con el tiempo, las plagas del sida, el ébola y otros virus asolarían el planeta Tierra. Por aquel entonces no se conocía la existencia de los virus iniormáticos. Sin embargo, en aquel momento un fallo en los ordenadores del control de la misión podría hacer fracasar el experimento que estaba a punto de realizarse y, posiblemente, poner en peligro las vidas de los astronautas. Mane, una de las programadoras, tampoco sabía de la existencia, de los virus infor­ máticos. Sabía que sus programas eran un éxito total y, sin embargo, aquel éxito le producía un extraño sentimiento de decepción. Miró a su marido, jason, sin duda el hombre de sus sueños, y se preguntó por qué, de cuando en cuando, aunque de forma regular, ella hacía cosas que ponían en jaque la rela­ ción. Pensó en su primo, que agonizaba en la fase terminal de un cáncer, y dejó escapar un estornudo como respuesta alérgica al microscópico polen de julio que flotaba en el aire. La Luna, que se encuentra a una distancia media de 3 8 4 .4 0 0 kilómetros de 1a Tierra, puede ser un lugar sumamen­ te solitario. Sin em bargo, es una posición inm ejorable para gozar de una buena perspectiva. Cuando observamos nuestro mundo desde el «exterior» nos embarga una sensación muy intensa de las cosas que son importantes en la vida y de las que no lo son. Cuando pensamos en nuestra propia vida, y tal vez imaginamos que nos encontram os cerca del final, ¿tenemos una n oción de lo que realm ente ha sido nuestra existencia? ¿Cómo tendríamos que vivir? ¿Qué necesitamos para alcanzar nuestras metas? ¿Qué experiencias nos habría gustado vivir? ¿Cómo tendríamos que ser para que, llegado el momento final, pudiésemos mirar hacia atrás, sonreír y pensar: «Ha sido real­ mente una vida plena de satisfacciones»? Por otro lado, ¿qué nos impide fijarnos un rum bo en la vida, desde cuyo final podamos lanzar una mirada hacia atrás y sentimos plenamente orgullosos de lo que hemos vivido? Tal vez ya hemos em pren­ dido el cam ino, pero si no es así, ¿qué nos lo ha impedido? Acaso:


El c a ld o de cultivo:

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c o h e r en ac í v e! sentido

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• ¿lo hemos aplazado? • ¿nos hemos visto atrapados en el engranaje de ganarnos la vida para sobrevivir? • ¿hay problemas de salud? • ¿tenemos temor al fracaso o temor al éxito? • ¿no tenemos la calidad de relaciones íntimas que deseamos? • ¿no sabemos administrar eficazmente nuestra economía? • ¿sufrimos de alergias, cansancio o depresiones periódicas? Supongamos que un día descubrís que todos los obstáculos internos que se erguían entre vosotros y vuestra capacidad de alcanzar el destino deseado eran producto de un grupo de-virus biológicos recién descubiertos por los científicos. Y supongamos que también existiera una solución antivírica, sin efectos secun­ darios, que pudieseis comprar en la farmacia. ¿Acaso no seríais los primeros en poneros a la cola? O supongamos que descubrís que iodos estos obstáculos internos los provoca un misterioso mecanismo de vuestro ordenador personal. Si pudieseis adquirir un programa antivirus, ¿no lo compraríais para instalarlo inme­ diatamente? Sin duda, estos casos hipotéticos os parecerán improbables. Pero ¿cómo reaccionaríais si os dijera que todos los obstáculos internos que se yerguen entre vosotros y el lugar que queréis alcanzar en la vida son el resultado de disfunciones del pensa­ miento que tienen un parecido asombroso con los virus biológi­ cos e informáticos, una clase de virus que podríamos denominar virus mentales? Tal vez ahora os parezca más probable. Suponga­ mos que pudiésemos disponer de una Terapia de Virus Men­ tales"'5. Al cabo de un breve periodo, podríais: • romper con los modelos autodestructivos, como él temor al fracaso o al éxito, las continuas postergaciones o los conflictos internos; • conocer alternativas eficaces que reemplacen los medicamen­ tos para aliviar alergias y depresiones; • descubrir el eslabón perdido que sanaría vuestra mente y vuestro cuerpo con resultados tres veces más eficaces;


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

* reconocer los cinco tipos de «minas terrestres» que destruyen la mayoría de las relaciones íntimas; * comprender cómo los virus mentales matan a mucha más gente que el sida, el ébola y los demás virus biológicos juntos; * superar los virus mentales para usar el cerebro con precisión de láser, ver realizadas las aspiraciones personales y alcanzar la plenitud espiritual. Sobre estos temas versa este libro: reconocer los virus m en­ tales como la base común de los modelos amodestructivos, y aplicar remedios antivíricos de. fácil empleo para mejorar la salud, las relaciones, la carrera profesional, la cohesión social y la realización personal. satisfacción personal fue, a no dudarlo, uno de los prime­ ros sentimientos que los astronautas experimentaron al pisar triunfalmente la superficie lunar y mirar hacia la Tierra, pensan­ do en el experimento que estaban a punto de protagonizar. «Ahí está», observaron los astronautas cuando el destello de luz pro­ cedente de la Tierra rebotó en los reflectores angulares que ha­ bían montado. El destello recorrió con precisión milimétrica el camino de vuelta hasta el punto de origen en la Tierra. Aquella luz, claramente visible para ios astronautas, podía observarse desde la Luna a niveles tan bajos como 15 vatios, potencia que correspondería a una lamparilla doméstica. Lo que no podían ver eran los millones de vatios de las luces de Nueva York en la noche. ¿Cómo era posible que una luz más débil, de 15 vatios, fuera claramente visible, mientras que ciudades enteras en la Tierra no alcanzaran a iluminar el cielo lunar?

La coherencia La diferencia radica en la coherencia. Cada partícula de luz de esta novedosa y extraña fuente de 15 vatios vibraba en sincronía con todas las demás. Todas ellas se sumaban, de forma construc­ tiva, para producir un haz coherente de luz. En cambio, la luz normal está compuesta de partículas, o fotones, que, en general,


El caldo d e cultivo: la coherencia y el sentido

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funcionan unas contra otras de manera destructiva. De modo que 15 vatios de luz coherente brillan más que millones de vatios de luz no coherente. Cuando una persona se encuentra bien de salud, el cuerpo funciona de forma coherente. Todos los sistemas trabajan juntos y en armonía para sostener la vida y producir una sensación de bienestar. En parte, el poder de un ordenador reside en el fun­ cionamiento coherente de sus circuitos, que ejecutan complejos cáiculos a la velocidad de la luz. Cuando un virus biológico invade el cuerpo, el funcionamiento deja de ser coherente. El cuerpo debe funcionar contra sí mismo y destruir las propias células infectadas por el virus. Los resultados de una infección vírica pueden ser muy diversos, con un espectro de posibilida­ des que van desde un resfriado relativamente benigno hasta el letargo de la fiebre, o a la descomposición d.e los órganos inter­ nos, como en el caso del ébola. Un virus informático que invade los programas o afecta a la memoria del ordenador también se traduce en una taita de coherencia en el íuncionam iento del equipo. El resultado puede ser inocuo, como el teclado que pro­ duce un sonido extraño el día 18 de cada mes, aunque también hay virus que destruyen los archivos guardados en el disco duro. Un artículo publicado recientemente en Newsweek afirmaba que e] cerebro humano es la creación más compleja de! universo conocido. May quienes calculan que en el cerebro humano, con sus diez mil millones de células, hay unas 10'-00 (equivalente a un 1 con 8 0 0 ceros a la derecha) vías posibles de interacción entre las células. La naturaleza nos ha dotado con el producto de ingeniería más asombroso del universo, pero no ha incluido el manual de instrucciones. Además., no siempre resulta de fácil manejo para el usuario. \ ¿Hasta qué punto es coherente el cerebro de una persona normal? ¿En qué medida estamos a salvo de los virus mentales? Para formarnos una idea, podríamos preguntar cuántas personas en este país provienen de familias de ideas claras, em ocional­ mente equilibradas, familias que podríamos denominar fu n cio­ nales- Según la célebre psícóloga familiar Terrance Gorski, una lamilia funcional es, ante todo, una familia que educa a ios niños


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PARTE í: LOS VIRUS MENTALES

y les proporciona las capacidades intelectuales, emocionales y cíe relación necesarias para actuar de forma eficaz como adultos. Las facultades intelectuales capacitan a las personas para dar sentido a las realidades externa e interna. Esto significa un míni­ mo de disfunciones, distorsiones y rechazos de percepción. Las facultades emocionales, a su vez, preparan a las personas para 1) reconocer sus propios sentimientos; 2) expresar esos senti­ mientos a otras personas, y 3) ser capaces de escuchar, y atender a, los sentimientos de los demás sin adoptar una actitud defensi­ va. Las facultades relaciónales permiten a las personas comuni­ carse con éxito en el espectro de posibles relaciones humanas, incluyendo el mayor desafío de todos, las relaciones amorosas. ¿Cuántos de nosotros hemos observado, en los mayores que nos cuidaban de niños, esta manera de vivir la vida plenamente y de darnos todos las herramientas que necesitábamos? Gorski calcula, con optimismo, que sólo un 20 o un 30 por ciento.

N uestro nivel de coherencia El siguiente ejercicio os dará una visión de vuestro nivel de pen­ samiento coherente.

Ejercicio 1 La coherencia de vuestro pensamiento Contestad a las siguientes preguntas acerca de vosotros mismos. Hacedlo con franqueza. 1. ¿Crees que, de vez en cuando, no actúas como eres, o que experimentas un estado emocional que más tarde te desa­ grada? 2. ¿Sueles dejarlo todo para mañana? 3. ¿Sufres alergia cuando te expones a cierto tipo de polen, a productos químicos, a alimentos o a animales? 4. ¿Has tenido bloqueos de aprendizaje en alguna asignatura en el colegio?


E¡ calcio de cuhivo: la coherencia y el sentido

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5. ¿Has sentido temor ante el fracaso o el éxito? 6. ¿Te resulta difícil tomar decisiones? 7. Cuando eras sohero/a y salías con alguien, ¿temías que te rechazaran al acercarte a tu nuevo/a amigo/a? 8. Cuando mantienes una relación, ¿haces cosas estúpidas que acaban socavándola? 9. ¿Tienes alguna inclinación por ciertas adicciones, como fumar, comer chocolate o tomar café, aunque sepas que no son buenas para ti? 10. ¿Sufres depresiones? Si, como la mayoría de las personas, contestáis afirmativa­ mente a por lo menos una de estas preguntas, podréis realizar grandes progresos para mejorar vuestra salud y conseguir la cali­ dad de relación que deseáis. Siguiendo los ejercicios y orienta­ ciones de este libro, podréis disminuir los conflictos internos, acabar con los bloqueos de aprendizaje y, tal vez, aliviar las alergias o la depresión. Lo que más cuenta en la vida no es tanto lo que nos sucede o no nos sucede, sino nuestra manera de ciar un sentido a lo que la vida nos proporciona. Las personas más felices y m ejor adap­ tadas que conozco tienen en com ún esta cualidad mágica, a saber, la capacidad de dar un sentido a las experiencias de la vida de un modo realmente útil, para liberarse de los retorcidos g i r o s de los virus mentales. Para entender m ejor los virus mentales y cómo nos afectan, pensemos, en primer lugar, en nuestra mane­ ra de dar un sentido a las cosas. Analizaremos brevemente: 2. El pensamiento coherente. 2. La Programación neurolingüística, que nos proporciona una comprensión de cómo pensamos y que constituye un instru­ mento básico de la terapia de virus mentales. 3. Las fuerzas duales que nonnalmente nos motivan. 4. Nuestra manera de dar un sentido a las cosas basándonos en el estado emocional que experimentamos.


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PARTI". I: LOS VIRUS MENTALES

5. Cómo influye en el sentido que damos a las cosas lo que sen­ timos físicamente y nuestros mapas internos de la realidad, ó. Cómo las creencias, los valores y el aprendizaje también influyen en nuestra manera de dar un sentido a las cosas. 7. Cómo los virus mentales inutilizan los procesos menciona­ dos más arriba.

El pensam iento coherente Hace siete años ¿-i Dana, una gran amiga mía, le diagnosticaron un cáncer de ovario en estado avanzado. De las personas que sufren este tipo de cáncer sobreviven sólo e) 15 por ciento. El único tratamiento disponible en ese momento para mí amiga era la agresiva quimioterapia y la introducción de tubos en sus pul­ mones y otros órganos con el fin de extraer el exceso de Huidos acumulados. De vez en cuando, Dana me contaba cosas espan­ tosas sobre eí sufrimiento adicional de tener que someterse a tra­ tamientos médicos mal concebidos, a la burocracia, a la falta de apoyo económico y al hecho de que se estaba muriendo con sólo cuarenta y dos años. Sin embargo, lo que yo encontraba real­ mente notable en ella era que, a pesar del dolor y el sufrimiento, casi siempre lograba dar un toque humorístico a estas situacio­ nes, o al menos contarlas con humor. Dana era una mujer que se entregaba totalmente a su singu­ laridad, de una manera casi Indica, encantadora e infantil. En una ocasión, me como que había vendido su casa para comprar una barcaza y vivir en ella, porque pensó que aquello sería una aventura. Las personas se sentían magnetizadas de forma natural por su capacidad para estar aquí y ahora, y para ver el lado posi­ tivo y divertido de las cosas que le sucedían. Sospecho que esta­ ba más viva durante su agonía que muchas personas que gozan de perfecta salud. Como podéis imaginar, las visitas entraban y salían del hospital para embeberse de su presencia y aprender su secreto vita) antes de que falleciera. Todas las tradiciones religiosas y espirituales nos dicen que así deberíamos vivir, viendo el lado bueno de las cosas, recono­


El c a ld o d e cultivo: 'a cohcrcncía y el sentido

ciendo lo que hay de valioso en todo lo que nos sucede. Por des­ gracia, en la mayoría de los casos no nos dicen cómo vivir de esta manera. ¿Cómo puede una persona como Dana seguir ade­ lante, emocional y espiritualmente, y mantener su encanto inte­ rior en las peores condiciones? ¿Cómo puede un Thomas Edison fracasar miles de veces en la fabricación de una bombilla y seguir adelante, sin tener la certeza siquiera de que a la larga funciona­ rá? ¿Cómo pueden algunas personas mantener una concentra­ ción que les permite aprender una lengua extranjera en uno o dos meses? Creo que se trata de ejemplos del poder de un pen­ samiento genuinamente coherente. Fijaos de cuando en cuando en aquellos días especiales, cuando iodo parece que funciona tal com o deseáis. Macéis lo correcto en el momento correcto. El partido de tenis ha sido espectacular, o habéis dado con las respuestas apropiadas en una reunión importante. A veces parece que aquel día no podría haber sido mejor m aunque lo hubieseis planeado. ¿Acaso días como éstos suceden al azar, o hay alguna otra explicación?

Ejercicio 2 Aquellos días tan especiales Haced una lista de Las cualidades que. según vosotros, hacen de esos días especiales algo único. ¿Cómo os sentís físicamen­ te? ¿Qué emociones tenéis? ¿Cómo veis el mundo? ¿Reconocéis algún sonido especial? ¿De qué tipo de creencias de aquellos días especiales sois conscientes? Durante un par de minutos, anotad todas las características que podáis, ío más rápidamente posible. A continuación, presentamos una lista de las cualidades más frecuentemente citadas en respuesta a este, ejercicio. Comparad­ las con vuestra propia lista: • • • •

Me siento relajado. Todo encaja. Me siento espontáneo. Estoy contento y lleno de energía.


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PAKIT. I: TOS VIRUS MEN'LAI.ES

* E! iia parece más luminoso.

• Laj cosas me salen a pedir de boca. * Mi estado de. ánimo contagia a otras personas. • ¡.Sun dias sumamente raros' ¿Cómo encajan estas cualidades con vuestra experiencia? F.stos días son el resultado, a\ menos en parte, de un pensamien­ to coherente. Por otro lado, el pensamiento no coherente nos deprime a causa de problemas mucho más pequeños que los que padecía Dana (las facturas mensuales, los desacuerdos en nues­ tras relaciones personales, o la limpieza de la caja del gato). Vivir y ser fieles a nuestro carácter único, como hizo Dana, es un com­ ponen te importante del sentido que damos a la vida. Incluso puede darnos una clave para que ese tipo de días especiales se repitan más a menudo. Asi, tomé la decisión de hacer de la revelación del secreto de Dana un objetivo prioritario de mi crecimiento personal. Sólo \in año más tarde, cuando seguía un curso de Programación neurob'.-güística (PNL), descubrí mi primera clave.

La Program ación neuroUngüística La Programación neurolingüística, o PNL, fue desarrollada en 1975 por Jo h n Grinder y Richard Bandler en la Universidad de Calilo mía en Santa Cruz, y fue popularizada años más tarde por Tony Robbins con su éxito editorial El poder sin límites.: La PNL proporciona unas técnicas sencillas peío poderosas paTa cambiar el comportamiento y nuestros estados emocionales, para influir en otras personas y tomar como modelo a personas sobresalien­ tes. Estos métodos se aplican actualmente en la educación y en las terapias cié relaciones personales, en los negocios, el deporte y la motivación personal para la consecución de logros y aspira­ ciones. Grinder y Bandler iniciaron su trabajo tomando como 1 Tony Robbins, El potít:) sin íjmtrtrs, Grijaíbo, Barcelona, 19 93 .


Eí ccúiio de cultivo: ¡a cohy.reuthi v d sentido

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modelo a un grupo de grandes com unicadores, Lerapeutas y sanadores: Millón Erickson, Virginia Salir y Frilz Perls, y luego copiaron ios resultados «mágicos» que obtenían estas personas. Al estudiar PNL, em pecé a vislumbrar las posibilidades del pensamiento coherente. Además, Roben Dilts, uno de mis for­ mado res, fue una de las primevas personas a las que oí hablar de la expresión virus mentales para describir un extraño conjun­ to de distunciones en el pensamiento humano que producen un comportamiento autodesiructivo y distorsionan la coheren­ cia mental. F_n PNL, coherencia mental también equivale a con­ gruencia, es decir, a no estar en conflicto con uno mismo y con­ seguir que nuestros aspectos inconscientes funcionen como un iodo armónico. La PNL estudia cómo procesamos la experiencia sensorial, cómo representamos la información en nuestra mente y cómo damos sentido a lo que experimentamos en la vida. El prefijo neuro se refiere a la neurología, o sistema nervioso. El término lingüística se refiere a los modelos lingüísticos, es decir, cómo el lenguaje influye en nuestra manera de pensar y qué revela el uso de las palabras acerca de nuestros modelos inconscientes de la realidad. Los modelos lingüísticos se relacio­ nan con los modelos de pensamiento. Hay fundamentalmente tres maneras de pensar; , • pensamiento visual, en el que elaboramos una imagen en nuestra mente; • pensamiento auditivo, que nos permite tener un diálogo inte­ rior o conversación con nosotros mismos; • pensamiento cinestésico, relacionado con las sensaciones o emociones internas. Ui visual, ia auditiva y la cinestésica (V/A/O son modalidades del pensamiento y la percepción. Programación se refiere a una secuencia de la experiencia sen­ sorial externa e interna, V, A o C, que experimentamos para alcanzar un estado emocional, como sentirse motivado, frustra­


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do, concentrado o deprimido. Por ejemplo, cuando pongo en práctica aquello de «ya lo haré mañana», podría: • ver que hay que limpiar el garaje (visual externo, o Vc); • oír una severa voz interior que me dice: «Tienes que hacerlo» (auditivo interno, o A‘); • oír otra voz interior, quizá mi lado rebelde, que dice: «No quiero hacerlo» (auditivo interno, o A’); • imaginar iodos ios detalles tediosos necesarios para llevar a cabo la tarea (visual interno, o V) y, finalmente.

• sentirme paralizado por el conflicto interior entre tener que hacerlo y n o querer hacerlo (anestésico interno, o C). En resumen, mi programa o estrategia para aplazar la reali­ zación de una tarea se perfila de ia siguiente manera: La razón por la que mi programa «ya lo haré mañana» fun-


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clona larybien es que es incongruente: en mí hay aspectos iruer* nos en conflicto. Cuando entendí esto, descubrí mi primera clave para entender el secreto de cómo Dana pensaba y vivía. C lave núm ero I: Ser con gru en tes en nuestro pen sam ien to. Tra­ b a ja r p a r a q u e miesfros a s p e c to s m en ta les y nuestros a s p ec to s e m o c io n a le s se Alineen con n u e s tr o c a r á c t e r ún ico y n u estro atractivo interior. Desde luego, esto significa lograr la paz entre los aspec­ tos internos en conflicto y entrar en contacto de manera más intensa con lo que hace que nos sintam os únicos com o seres humanos y que sigamos el camino más fiel a nuestro carácter único. Otra clave para comprender nuestra manera de dar un senti­ do a las cosas consiste en analizar tas fuerzas duales que condu­ cen a la motivación.

¿Qué nos motiva en la vida? Algunos partidarios de ia PNL sostienen que sólo hay dos fuer­ zas presentes en lodo comportamiento y motivación humana. Éstos son el temor a sentirse mal (experimentar estados emocio­ nales dolorosos) y el deseo de sentirse bien (experimentar esta­ dos emocionales placenteros). Lo que la mayoría de nosotros deseamos en la vida, es decir, felicidad, amor, bienestar, poder, c*ito , etc., son simplemente estados que nos hacen sentir bien. E jercicio 3 L a m otivación en nuestros o b jetiv os Dibujad tres columnas verticales en una hoja. En la primera escribid una lista de cinco objetivos importantes qiie os gustaría alcanzar en el plazo de un año. Junto a cada uno de éstos, en la segunda columna, anotad por qué es importante para vosotros


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

lograrlos. En la tercera columna, escribid la emoción o pensa­ miento que experimentaríais al lograr cada uno de ellos. ¿Es uno de vuestros objetivos tener más dinero7 Si la res­ puesta es sí, ¿por qué queréis más dinero? Tal vez digáis que queréis comprar algunas cosas. Y yo preguntaría: ¿por qué que­ réis comprar esas cosas? Vosotros diréis que el hecho de poder comprar lo que queréis os hace sentir poderosos. Por lo tanto, sentirse poderoso es el estado agradable que buscáis, y el dinero es uno de los medios para alcanzar dicho estado. Si vuestro obje­ tivo es tener una relación, puede que éste tampoco sea el objeti­ vo fundamental. ¿Qué es lo importante para vosotros en tener la clase de relación que deseáis? Tal vez os agrade el sentimiento de estar enamorados, o quizá la relación de pareja hace que os sintáis más seguros, o tal vez os sentís más conectados cuando existe el compañerismo de por medio. Una vez más, lo que real­ mente perseguís son estos estados agradables. Tener un coche nuevo podría daros un sentido de libertad. Tener una orienta­ ción espiritual podría dar más sentido a la vida.

Ejercicio 4 Estados emocionales de temor Enumerad rápidamente cinco estados emocionales que evitaríais a cualquier precio. Pueden ser estados como la humillación, la depresión, el agobio, la ira, la confusión o el temor. Supongamos que un/a amigo/a os invita a hacer algo que nunca habéis hecho, como ir a bailar salsa, visitar una feria de productos informáticos o saltar en las camas elásticas. Al valorar cada una de estas posibilidades, ¿con qué emociones relacionáis aquella actividad? Si la relacionáis con el aburrimiento, la humi­ llación o el temor por vuestra integridad física, estados que a cualquiera de nosotros nos gustaría evitar, es probable que no sigáis adelante. Por otro lado, si asociáis la idea con una posible aventura, con un momento de diversión o con la posibilidad de conocer gente, es más probable que participéis. En parte, enten­ der y dar un sentido a lo que la vida nos presenta consiste en


E¡ caído de cultivo: la coherencia y el sentido

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juzgar inconscientemente si lo que vivimos nos conducirá a un estado placentero o doloroso.

Cómo valoramos las experiencias de la vida Si esto es cierto, entonces ¿qué determina si lo que vivimos es emocionalmente doloroso o placentero? Aparte el dolor físico puro y duro, esto no siempre es evidente. Puede que una per­ sona asista a una clase de danza y com eta muchos errores y, aun así, que se divierta mucho, mientras que otra persona vi­ virá la misma experiencia como una humillación. Habrá quien encuentre al hom bre o la m ujer de sus sueños, se enamore y se sienta maravillado por la vida, mientras que otros, igual­ mente enam orados, se sentirán paralizados por la idea de la intimidad. Desde la perspectiva de la PNL, la evaluación dolorosa o pla­ centera de las experiencias vividas viene determinada por 1) nuestra fisiología, 2) nuestros modelos o mapas mentales sobre qué aspecto tiene para nosotros el exterior (lo que deno­ minamos representaciones internas), y 3) la manera en que nues­ tros modelos de la realidad coinciden con nuestras expectativas, valores y relaciones. Esperamos naturalmente que el aprendizaje y la facultad de dar un sentido a las cosas generen un mapa interno de la reali­ dad más o menos preciso. Sin embargo, he descubierto que bajo las circunstancias adecuadas, aprender y dar un sentido a las cosas puede generar dislunciones en el pensamiento que con­ duzcan a la incongruencia, es decir, a los «virus mentales» que mencionaba Robert Dilts. '

La fisiología Nuestras sensaciones físicas (o fisiología) tienen un profundo efecto en la manera en que damos un sentido a las cosas. ¿Nos


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

sentimos descansados? ¿O cansados? ¿Tenemos energía? A menudo, observamos que aquellos dias especiales se producen después de un buen sueño restaurador o de una sesión de fisiodinámica o de cualquier actividad con la que nos sentimos físi­ camente vivos y vibrantes. Una buena fisiología depende de una dieta adecuada, del ejercicio, del descanso y de evitar el consum o de drogas. Sin embargo, otros factores como la postura, la respiración, a veces lenta y profunda, o el movimiento de los músculos faciales, pue­ den tener un impacto profundo en la fisiología. Por ejemplo, en un estudio realizado con personas que manifestaban síntomas maniaco-depresivos, se pidió a un grupo de pacientes que dedi­ caran 15 o 20 minutos al día a sonreír. Al cabo de un tiempo estas personas experimentaron una mejoría notable en compara­ ción con el grupo de control. El resultado se explica por el hecho de que la sonrisa estimula la secreción de los neuropéptidos y neurotransmisores que el cerebro produce de forma natural cuando experimenta una sensación de bienestar. Adoptar la fisiología de un estado emocional que deseamos, como si estuviésemos experimentando aquel estado, es una de las maneras más rápidas para inducir dicho estado.

Ejercicio 5 El marco «como si» Supongam os que lo que vais a aprender en este libro trans­ formara vuestra vida y os permitiera realizar hasta los sueños más osados. Si supierais con certeza que esto va a suceder, ¿cómo estaríais sentados? Os sugiero, entonces, que os sentéis de esa manera. Pensad en cómo respiraríais si os sintieseis en plenitud de facultades y controlarais vuestro destino. Respirad de aquella manera y observad qué sentís. ¿Cómo sería vuestra expresión facial en ese estado? Os sugiero que adoptéis esa expresión. Una vez que hayáis hecho todo esto, volved a obser­ var qué sentís.


El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido

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Las representaciones internas ¿Habéis visto alguna vez esos docum entales de la televisión sobre la naturaleza en los que las cámaras nos enseñan el mundo tal como lo ven los gatos? Los gatos poseen una visión nocturna excepcional. Entonces el documental contrasta esa visión con la de los reptiles, que son capaces de percibir el espectro infrarrojo. A continuación, para mayor contraste, el documental nos descri­ be el ojo de la mosca. Este insecto tiene una estructura visual de múltiples imágenes del mundo. Cada animal ve el mundo de una manera asombrosamente diferente y única. Si estos ani­ males pudiesen de alguna manera com unicarse entre sí y des­ cribir el mundo que ven, ¿cuál de ellos lo estaría viendo correc­ tamente? Algunas personas dirán que ninguno cíe ellos. Pensarán que los seres humanos son los únicos animales que ven el mundo correctamente. Sin embargo, hay que recordar que los pájaros poseen una agudeza visual muy superior a la nuestra. De hecho, todos los animales, mediante la visión y los demás sentidos, se crean un modelo o mapa interno único del mundo. Es evidente que nosotros no percibimos directamente la rea­ lidad sino un modelo neurológico, las Representaciones Internas creadas por nuestros sentidos. Sin embargo, debemos compren­ der que nuestros mapas internos no representan con total preci­ sión lo que sucede en nuestro entorno o en nosotros mismos. Lino de los supuestos básicos de la PNL es que F.t. m a p a n o f,s f. i . TERRITORIO.

El menú no es la comida. 1.a ecuación no es la realidad física. Sin embargo, estos ejemplos proponen una manera más o menos precisa de representación de la realidad. Conscientemente, nos centramos en una o varias cosas a la vez, de modo que las innu­ merables impresiones que, segundo a segundo, bombardean nuestros sentidos son filtradas inconscientem ente. Nuestros valores, creencias y expectativas también pueden causar distor­ siones, omisiones y generalizaciones en la manera de percibir las cosas.


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PARTh 1 LOS VIRUS MENTALES

Laís DETORSIONES. ¿Alguna vez os ha sucedido que, después de cenar con amigos en un restaúrame, habéis tenido que poneros de acuerdo para dejar la propina? Uno de vuestros amigos dirá que ei servicio era bueno, porque suele acudir a un restaurante, donde es mucho más lento, Otro pensará que la camarera era grosera, porque interrumpía la conversación cada vez que se acercaba a la mesa. Tal vez otro pensará que la camarera era cáli­ da y amistosa porque le recordaba a su tía preferida. Cada uno de vosotros habrá tenido la experiencia de la misma camarera, pero vuestras percepciones han sido cfi>-íorsionacfci.s por asociacio­ nes y expectativas anteriores sobre cómo ésta debía realizar su trabajo. Las OMISIONES. En este momento, al leer estas líneas, ¿sois cons­ cientes de vuestra respiración (o lo erais ames de que yo lo men­ cionara)? ¿Sois conscientes de los latidos de vuestro corazón? ¿Cómo sentís el codo izquierdo? ¿Oís el ruido del tráfico en la calle? De hecho, a nuestro cerebro llegan miles de percepciones en todo momento, pero sólo prestamos atención consciente a una o, a lo más, a unas cuantas a la vez. Lil aspecto positivo de esto es que podemos centrarnos conscientemente en aquellas pocas cosas que hemos seleccionado y que requieren nuestra atención. El aspecto negativo es que omitimos de la conciencia la gran mayoría de la información sensorial que percibimos. Las G EN ERA LIZA CIO N ES. Supongamos que es un caluroso día de verano y habéis decidido ir a pasar el día a la playa con algunos amigos. Una de vuestras amigas se distrae observando a una familia cuyos miembros discuten y se insultan. Su conclusión es que la gente en esa playa no es muy amistosa. Otro amigo se fijará en un grupo de músicos que tocan ritmos africanos con sus tambores, y concluirá que la gente de esa playa es muy creativa y tocan bien en conjunto. Tal vez veréis a gente pescan­ do, jugando con un plato volador o al voleibol, de modo que llegaréis a la conclusión de que a la gente de esa playa )e agrada hacer deporte. Parte del aprendizaje y la comprensión de cómo funciona la


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d e cultivo; la cohenm ciu

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sentido

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realidad tiene que ver con la formulación de reglas o generaliza­ ciones. Las generalizaciones son fundamentales para hacer la vida algo más predecible, y pueden ser restrictivas o erróneas cuando se formulan demasiado rápidamente o sin los datos sufi­ cientes. Las distorsiones, omisiones y generalizaciones son como fil­ tros que limitan y distorsionan nuestros mapas internos. Aparte de eso. incluso es probable que las percepciones no distorsiona­ das no sean las mismas para cada uno de nosotros. ¿Acaso vemos todos el color azul de la misma manera? ¿U oímos los mismos sonidos en un concierto? ¿O experimentamos el mismo sabor con un helado de tresa? Lo dudo. Más bien, cada uno posee unas Representaciones Internas únicas de estas y otras experiencias. Nuestras percepciones internas son, probablemen­ te, can únicas como un copo de nieve. Por desgracia, la mayoría de nosotros suponemos de forma inconsciente que los demás poseen el mismo mapa interno de la realidad. Esto puede provo­ car problemas cuando nos relacionamos o trabajamos con otras personas. Una vez creado un modelo interno de lo que experimenta­ mos en la vida, el siguiente paso para darle sentido lo damos cuando lo evaluamos inconscientemente. Lo hacemos compa­ rando eí modelo interno con las creencias, los valores y las aso­ ciaciones que hemos aprendido en el pasado. Observad que aquí el punto clave no es que comparamos la verdadera realidad con lo que esperamos que sea, sino que comparamos nuestro mode­ lo interno, más o menos distorsionado, con la manera como cre­ emos que. deben de ser las cosas. -D a n , me he sentido muy humillada durante la fiesta - le reprochó Doris-. ¡No parabas de coquetear con esa chica en el rincón del salón, y todo el mundo se ha enterado! ■ Dons estaba irritada, en parte porque creía en la regla tácita de que, cuando se tiene una relación de pareja, su amigo no debe flirtear con otras mujeres, sobre todo cuando ella estaba presente. Parece bastante justo, siempre y cuando Dan comparta la misma creencia o norma. Pero aquí surgen dos problemas. Por un lado, puede que la idea de Dan del coqueteo sea difereníe,


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

aunque tenga una relación de pareja. Si esto es cierto, tendrán que resolverlas diferencias entre las creencias y valores que tiene cada cual. El segundo problema es que Doris comparaba su norma o expectativa con su representación interna de lo que Dan estaba haciendo. Esto puede ser completamente diferente de sus sentí' mientos y acciones. ¿Cómo sabía ella que él coqueteaba de ver­ dad? ¿Cómo, sin hablar con nadie en el salón, sabía que todos lo veían coqueteando? Al igual que la mayoría de nosotros, Doris se enfadó porque se había violado una norma o expectativa inconsciente. ¿Pero vio­ lada por qué? En este caso, su norma no ha sido violada por la realidad sino por una interpretación interna distorsionada. Dan conocía a aquella chica, quería presentársela a Doris, pero no lograba recordar su nombre. ¡Qué pérdida de energía emocional! Estas evaluaciones inconscientes son las que producen esta­ dos placenteros, temor o dolor. Pensemos que una persona podría ganar la lotería y; al cabo de un. tiempo, sentirse deprimi­ da. Lo más probable es que una parte de esa persona crea que no es justo tener tanto dinero, y que esa creencia no concuerde con su Representación Interna de tener demasiado dinero. ¿Cómo es posible que un gran maestro como Sócrates, al ser sentenciado a muerte y obligado a beber cicuta, se sirviera de esa experiencia para enseñar a sus alumnos lo que experimenta­ ba mientras la cicuta surtía su efecto mortal? Su manera de pen­ sar relacionaba el aprendizaje a partir de nuevas experiencias, incluso de la muerte, con el placer. Estas evaluaciones incons­ cientes que conducen al placer o al temor de sentir dolor se basan en lo que hemos aprendido en el pasado y cómo lo hemos aprendido.

Creencias, valores y aprendizaje El aprendizaje tiene una cara oculta. Por un lado, nos permite dar un sentido a la vida, en primer lugar a través de la memoria, asociando acontecimientos y experiencias relacionados; en se­


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gundo lugar, a través de creencias y expectativas basadas en nues­ tra comprensión de cómo y por qué las cosas suceden así, y, en tercer lugar, a través de las partes (modelos de pensamiento construidos específicamente para protegernos de alguna m ane­ ra, sepultando recuerdos que podrían ser demasiado dolorosos). Casi todos los aspectos de la vida tienen que ver con el aprendi­ zaje, y éste es fundamental en la organización de nuestro mapa interno de la realidad y para orientarnos en la vida. Por otro lado, el aprendizaje puede generar errores en el pen­ samiento. Las asociaciones, ese mecanismo tan básico de la memoria, pueden ser erróneas. Las creencias, que normalmente nos permiten comprender las cosas de la vida, pueden ser res­ trictivas o discapacitadoras. Los modelos mentales que hemos construido para protegernos tal vez entren en conflicto con otros modelos, lo que crearía conflictos interiores. En resumen, el pensamiento coherente se da: 1. con el apoyo de la fisiología; 2. cuando creamos un mapa interno de lo que experimentamos con un mínimo de distorsiones, omisiones y generaliza­ ciones; 3. cuando las creencias, valores y asociaciones que utilizamos de forma inconsciente para evaluar nuestra experiencia son más o menos precisos, productivos y eficaces para conducir­ nos a estados agradables y alejarnos de estados dolorosos o de temor.

El pensam iento no coherente ¿Qué produce la incoherencia o incongruencia mental y emocio­ nal? ¿Por qué en ocasiones las motivaciones se desvanecen? ¿Cómo se explica que a veces tengamos miedo de estados positi­ vos y nos sintamos atraídos por lo negativo? En mis catorce años de trabajo con clientes y con más de quince mil participantes en mis seminarios, estoy convencido d e que el problema está rela­ cionado con las disfunciones del pensamiento a las que ya he


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PARTb 1: I O S VIRUS MENTALES

aludido, que se parecen asombrosamente a los virus biológicos e informáticos. Como hemos señalado, éstas pueden provenir de la cara oculta del aprendizaje: asociaciones erróneas, creencias restrictivas o discapacúadoras, y aspectos internos en conflicto. Las experiencias emocionales significativas constituyen el caldo de cultivo de estos virus. Los virus mentales inducen los siguien­ tes estados: • temor al fracaso o al éxito; • conductas autodestructívas; • ansiedad ante las matemáticas u otros bloqueos de apren­ dizaje; • preocupaciones y culpas injustificadas, • expresiones de ira destructiva; • compulsiones y adicciones; • conflictos interiores, que muchos médicos y psicólogos ven como causa importante o como catalizadores de eniermedades crónicas y degenerativas; • modelos destructivos de comunicación en las relaciones ín ­ timas. Cuando comprendamos los tipos y estructuras de los virus (véase capitulo 2), el carácter único de cada uno de los cuatro tipos de virus (véanse capítulos 3-6), la Terapia de Virus Menta­ les™ (capítulo 7) y cómo la eliminación de los virus mentales puede mejorar nuestra salud y potenciar nuestra carrera profe­ sional, las relaciones amorosas y el crecimiento personal (capítu­ los 8 -1 4 ), tendremos una visión de las posibilidades para crear un pensamiento coherente y congruente, similar al de persona­ jes como Sócrates o mi amiga Dana. Dana, de hecho, admiraba a los grandes pensadores y personajes históricos que manifestaban esa claridad de pensamiento, a gente como Edison, Emstein y los primeros hombres en la Luna. Los astronautas miraban hacia la Tierra, asombrados, des­ pués de haber sido testigos del poder de aquella novedosa luz, extraña y coherente. Si en ese momento hubiesen tenido pre­ sente el pensamiento coherente, tal vez se habrían preguntado por


delicio de cultivo:

la coh e r a í ; ¡a

y el sen tido

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Ja magnitud del poder mental que podría generar ese tipo de coherencia, y cómo el hombre podría transformar la vida en la Tierra. Sin embargo, la Tierra se veía asolada desde hacía tiempo por una epidemia de incoherencia. Aunque esta epidemia mata­ ría a más personas que todas las epidemias víricas biológicas por venir, curiosamente no sería reconocida como epidemia vírica antes de que pasaran 26 años. Entre tanto, tres de los más gran­ des sanadores y terapeutas de aquella época (Milton Erickson, Fritz Perls y Virginia Satir) estaban sentando las bases de los remedios antivíricos.



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Los virus Nuestros peores enemigos, ios que debem os com batir e n primer lugar, v iv en en nosotros mismos. M íg u e i.

de

C

ervantes

Wil, uno de mis clientes, había sido profesor universitario. Había pasado los últimos ocho años de su vida sumido en una búsqueda espiritual en un lugar de retiro y meditación. Un día decidió no volver a la universidad y se inscribió en un programa de formación para iniciar una nueva profesión. En una ocasión, io llamé para que me contara cómo le iban las cosas. -N o demasiado bien - m e explicó. Una vez acabada la for­ mación, mi amigo había contraído una grave infección en los dedos del pie. En los últimos meses había consultado varias veces con un médico, que le había recetado antibióticos para acabar con la infección, pero ésta persistía. Ya que su mal le impedía ponerse zapatos, Wil no podía salir a buscar trabajo. -W il -le dije-, cuando sales a buscar trabajo tienes que pisar fuerte, por decirlo de algún modo, ¿no es así? -Pues sí, ¡así es! -convino él. -Y la verdad es que no puedes pisar fuerte con los dedos infectados -aventuré. -N o, supongo que no. -¿Crees que puede haber alguna otra cosa, aparte de la infec­ ción bacteriana7 -inquirí. 39


PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

~No lo sé. Puede ser. Al cabo de un rato, Wil se desentendió del tema v me contó un relato de ciencia í’\cción que acababa de leer. Unos físicos habían descubierto el secreto de la máquina del tiempo y podían viajar a cualquier época del pasado, de modo que decidían vol­ ver al periodo jurásico para conocer a los dinosaurios. Después de armarse y equiparse adecuadamente con instrumentos cientí­ ficos, se internaban en el túnel del tiempo. Lo que descubrían era completamente diferente de lo que se esperaban. En aquella ¿poca, la Tierra estaba habitada por una colonia de alienígenas gigantes. Estos extraterrestres habían encontrado la manera de reducir la gravedad de la superficie de la Tierra a una sexta parte de su valor normal. Los alienígenas gigantes criaban a los dinosaurios como ins­ trumentos para 1.a guerra en otros planetas Los físicos, que no aprobaban este abuso de los recursos de la Tierra, descubrían la manera de modificar la gravedad para que volviera a su valor normal, lo cual provocaba la extinción de dinosaurios y aliení­ genas. Sin embargo, los alienígenas lograban «sobrevivir» en forma de virus. Su venganza consistía en infectar a todo ser vivo en la Tierra, desde las bacterias hasta plantas, animales y seres huma­ nos La única manera de que evolucionara la vida en la Tierra era que cada forma de vida desarrollara una respuesta inmunitana a estos virus invasores. Al aparecer la inteligencia artificial, los virus habrían cambiado a una fonna más idónea para infec­ tar ios ordenadores. Una vez más, la única' forma de supervi­ vencia de los ordenadores era mediante la creación de sistemas inmunitarios de programación antivírica. Wil opinaba que el pensamiento humano es la más alta expresión de la evolución en la Tierra, el producto secundario de aquella especialidad que hemos desarrollado como forma de vida, a saber, la corteza cerebral. Pero los virus también habían mutado para infectar el pensamiento humano. Algunas tradicio­ nes espirituales habían profetizado un nuevo paso evolutivo de las conciencias, una «Era de Iluminación» en un futuro cercano, en algún momento después del año 20 0 0 . Sin embargo, esto no


Las virus

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ocurriría hasta que reconociésemos los virus de nuestro pensa­ miento por lo que son y desarrolláramos una respuesta inmunitaria apropiada. Yo comprendía que después de ocho años de reclusión y profunda meditación, había un marcado sesgo de espiritualidad en la manera de pensar de Wil. No sé si había reproducido fiel­ mente la historia, pero me gustó mucho su interpretación. Para volver sobre el problema de sus dedos, sugerí: -Tal vez tengas un virus. -É l me aseguró que la infección era bacteriana y no vírica, pero se mostró dispuesto a consultar y descubrir qué emociones, creencias o antiguos condicionamien­ tos podrían haber influido en su infección. De hecho, yo sospe­ chaba que un virus mental podría haberla desencadenado, o impedía que su cuerpo sanara. ¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que sois vuestro peor enemigo, como si de vez en cuando hicierais cosas que difi­ cultan vuestro éxito? La primera vez que escuché a Roben Dilts utilizar el término virus m en ta1 para describir estos modelos autodestructivos del pensamiento me dije que era una bonita metáfora. Algo en mi se preguntaba si no había algo más. ¿Tie­ nen algún tipo de estructura estas disfunciones? ¿Se reproducen y alimentan una intrincada vida propia, a la manera de los virus biológicos e informáticos? ¿Qué rasgos lumen en común con los virus biológicos e informáticos? ¿Y qué diferencias? ¿Cómo infectan y se propagan? Para responder a estas preguntas, realicé una investigación sobre los virus biológicos e informáticos y me dediqué a obser­ var más de cerca la estructura de las disfunciones del pensamien­ to durante las consultas de mis clientes.

Los virus biológicos Septiembre de 1915. La primera guerra mundial ya ha comenza­ do. Nuevas armas letales (el gas mostaza, la ametralladora y los tanques) han sido probadas en esta «guerra que acabará con todas las guerras». Millones de vidas serán sacrificadas. Sin


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

embargo, el arma más mortífera de todas se está reuniendo en algún lugar del sur de China. El insólito sistema de lanzamiento son los patos migratorios. En el invierno y primavera de 19 18-1919, tres años después de la mutación vírica que se produjo espontáneamente en el sur de China, el mundo vivió un brote pandémico de gripe que mató a más de 20 millones de personas. Esta cifra equivalía aproximadamente al 1 por ciento de la población mundial, y era superior al número de víctimas de todas las batallas de la prime­ ra guerra mundial. Incluso hoy en día, el virus de la gripe suele originarse en el sur de China y tarda unos tres años en llegar a Estados Unidos. La producción de vacunas para la gripe de­ pende de los análisis sobre la gripe que ha afectado a patos, cer­ dos y personas en el sur de China tres años antes. Un virus es una madeja de material genético de ADN o ARN recubierta de una proteína. A veces se lo describe como «mal agüero recubierto de proteínas» o «material genético rebelde». Al parecer, los virus infectan a todas las formas de vida en el pla­ neta, desde los paros hasta las setas, bacterias y personas. Algu­ nos virus infectan sólo a cierto tipo de especies. Por ejemplo, la viruela sólo afecta a los seres humanos. Otros, com o la gripe, pueden cruzar las fronteras entre una y otra especie e infectar patos, cerdos y seres humanos. La morbilidad de los virus y la facilidad con que se propagan son factores que se miden según el denominado nivel de bioseguridcid. A pesar de lo mortífero que resulta ser el virus del sida, no se propaga con demasiada eficacia, y sólo se sitúa en un nivel 2 de bioseguridad. En la parte superior de la escala, los virus de nivel de bioseguridad 4, es decir, los virus calientes, se propagan rápida y fácilmente, y es imposible curarlos. Los virus tropicales, como la fiebre de Lassa o el ébola, pertenecen a esta categoría. Los virus han existido a lo largo de toda la historia. Una antigua inscripción egipcia2 que data de 1500 a.C. muestra a u n hombre con la pierna atrofiada, una imagen que se interpreta com o secuela de la poliomielitis. En los siglos xm y xiv de nuestra era, 2. «Víruses», NíUitfnt?? Geograplric, julio de 1994, pp. 6 4 -8 6 .


Les virus

la peste bubónica acabó con la cuarta parte de la población de Europa. La viruela, que Cortés y su pequeño grupo de conquis­ tadores llevaron por primera vez al Nuevo Mundo, acabó con casi una tercera parte de la población azteca. ' La morbilidad de los virus depende del tipo de célula que infectan y de la rapidez con que se multiplican. Fuera de la célu­ la huésped, un virus prácticamente carece de funciones vitales. Cuando ataca a una célula, el virus puede penetrar en ella o inyectarle su material genético. Una vez dentro, se adueña del mecanismo de reproducción de .la célula para duplicarse. Se puede reproducir lentamente, y en ocasiones se escapa a través de la membrana de la célula (un proceso llamado germinación), o se puede reproducir de forma violenta y reventar la célula. Por lo general, los virus infectan a cierto tipo de células. La gripe y el resfriado común atacan a las células del aparato respi­ ratorio, la. hepatitis afecta al hígado, y el VIH ataca nuestra pro­ ducción de defensas contra los virus, los linfocitos denominados células T citotóxicas. , Nuestras defensas naturales contra la invasión vírica consti­ tuyen el sistema inmunitario. Los linfocitos llamados células T auxiliares realizan un barrido de las células humanas para detec­ tar las infectadas por el virus. La membrana celular posee un código proteico en su parte exterior que indica qué tipo de fun­ ción cumple. Las células infectadas por el virus suelen tener un código proteico diferente que las células T auxiliares detectan. Una vez que el sistema inmunitario detecta las células infecta­ das, envía destacamentos de células T citotóxicas para destruir­ las junto con su contenido vírico. Algunos virus más versátiles pueden ocultarse del sistema inmunitario. Por ejemplo, el virus herpes simple, salvo brotes ocasionales, se oculta en las células nerviosas. El V il! se oculta en nodulos impenetrables para el sistema inmunitario, localiza­ dos en unos nodulos linfáticos durante los años de relativa lateri­ cia antes de la manifestación del sida. Por desgracia, durante este periodo el VIH se multiplica y muta. Cuando los nodulos final­ mente explotan, el sistema inmunitario se ve desbordado al detectar numerosas mutaciones del virus original.


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PARI E 1: LOS VIRUS MLNTALLS

La mayoría de los virus exóticos o asesinos provienen de regiones remotas de las selvas tropicales. La posibilidad de una epidemia vírica como el VIH, que se calcula "habrá infectado a unos 4 0 millones de personas hacia finales de este siglo, ' era impensable hace poco más de 15 arios. Pero debido a la explota­ ción indiscriminada de los bosques tropicales, perpetrada en conjunto por la agricultura, el turismo y la urbanización, hay más personas potencialmente expuestas a los virus asesinos. Y, como señala Richard Presión, autor de The Hot Zone [Zona caliente] / el hábitat natural de estos virus asesinos se encuentra a sólo veinticuatro horas de vuelo de cualquier gran ciudad del mundo. Una epidemia masiva de virus calientes, como el de la película Outbrcák [Estallido], no es del todo imposible. Sin embargo, paradójicamente, cuanto más rápido se repro­ duzca el virus y más mortífero sea, menos probabilidades ten­ drá de sobrevivir. En regiones remotas, las víctimas del virus ébola y de otros virus calientes mueren con tal rapidez que es fácil decretar una cuarentena de la población afectada para detener el brote. Afortunadamente, el ébola no se transmite por el aire, y es poco probable que mure para adoptar una varian­ te que se propague por el aire. Sin em bargo, si existiera un virus caliente que se propagara por el aire, acechando en la selva hasta que fuera transportado a una ciudad de gran­ des dim ensiones, se podría producir una catástrofe. Con la explotación permanente a la que están sometidos los bosques tropicales, es probable que el sida no sea )a última epidemia vírica.

Los virus inform áticos En lo profundo de un área de máxima seguridad vigilada por sensores inlrarrojos, rejas de acero y cerraduras apropiadas, IBM guarda una colección del software potencialmente más peligroso \

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Los virus

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del mundo:' un laboratorio en Hawthorne, Nueva York, ha reu­ nido 500 de los 6.00 0 virus informáticos conocidos. Puesto que los nuevos virus informáticos se producen a un ritmo de más de 100 al. mes, las empresas fabricantes de programas antivirus experimentan ciertas dificultades para mantenerse al día. Un virus informático es un código de programación con ins­ trucciones para reproducirse, es decir, hacer copias de sí mismo ahí donde sea posible. Al copiarse, el virus se multiplica, inva­ diendo otros programas y ordenadores. Además de las instruc­ ciones para reproducirse, el virus lleva un programa para efec­ tuar travesuras. Por ejemplo, el virus Ripper cambia al azar pares de números creando hojas de cálculo caóticas. El virus dominical apaga los ordenadores sólo los domingos y obliga a los adictos a\ trabajo a tomarse el día Ubre y divertirse. Otros, más perversos, pueden, causar daños en la pantalla del ordenador o en el disco duro. Algunos expertos estiman que las empresas gastan unos 3 mil millones de dólares al año para recuperar datos perdidos por culpa de los virus informáticos. Se sabe de la existencia de los virus informáticos desde hace más o menos una década, pero saltaron al primer plano el 6 de marzo de 1992 con la alerta del virus «Michelangelo». Este virus amenazaba con dañar el acceso al disco duro de todos los orde­ nadores del mundo. La alerta acabó siendo, como en la mayoría de los casos, una falsa alarma, con sólo unas pocas infecciones. Sin embargo, obligó a empresas y usuarios particulares a instalar programas antwirus. A diferencia del virus biológico, su homólogo informático está construido por el hombre, elaborado por bromistas o por personas resentidas que actúan como si tuvieran alguna cuenta que saldar. Los virus informáticos no se transmiten por el aire, de modo que los ordenadores se contagian por contacto directo, sobre lodo mediante disquetes infectados. Sin embargo, los ordenadores también pueden, infectarse a través de programas recibidos desde Internet o a través de un módem. >. JoVm R Wiike. «íiow Scien'isr.s .Stalk Crafiy C o m p u te r Virases». The Wall 5rr<vr Journal, 29 ce agosto tie 1994.


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PARTE l: LOS VIRUS MENTALES

Cuando un ordenador contrae un virus, éste se puede incrustar en otros programas dentro del ordenador y, potencialmente, en otros ordenadores. Los virus se introducen en los programas, pero en la mayoría de los casos alguien debe ejecutar el programa y acti­ var el virus para que éste pueda duplicarse y llevar a cabo su tarea. Los programas antivirus los detectan buscando las instruc­ ciones más comunes de autocopia y comparando los tamaños de los -archivos con el tamaño que deberían tener. Es un método eficaz porque los virus suelen aumentar el tamaño de los archi­ vos. Sin embargo, los virus se están volviendo cada vez más ver­ sátiles, y han desarrollado encriptaciones y otros medios para disimular sus estragos y ocultar su presencia. IBM está desarro­ llando un innovador «sistema inmunitario» para los virus infor­ máticos que podría detectar los nuevos virus, producir nuevos anticuerpos digitales y, por ejemplo, enviar a todos los ordena­ dores de una red una señal para «eliminar» a los intrusos. Stephen Hawking, el conocido físico teórico y autor de Una breve historia del tiempo, ha postulado que los virus informáticos son lo más cercano a una nueva forma de vida que el hombre ha llegado a crear. La capacidad de reproducirse insufla «vida» a estos programas. Fred Cohén, científico y consultor informático, ha ido más allá y ha afirmado que los virus informáticos pueden tener unos beneficios positivos com o portadores «vivos» de información en.Internet.6 Podrían distribuir programas, limpiar archivos viejos o recopilar inform ación de múltiples bases de datos. Tom Ray, un ecologista de la Universidad de Delaware, ha desarrollado una «reserva natural» para virus llamada Tierra. Se trata de un ecosistema informático en el que los virus en compe­ tencia pueden interactuar, mutar y evolucionar.

Los virus m entales Diane, una de las participantes en mi seminario de formación de PNL, era muy alérgica a los gatos. En una ocasión, trabajábamos 6 . «!s There a Case for Viruses?», Newsweek. 27 de febrero de 19y 5.


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Los vi rus

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el tema de la «PNL y la salud». Casi una tercera parle de los par­ ticipantes eran médicos y entre ellos había varios especialistas en alergias. Cuando llegamos al capítulo de las alergias, los formadores sostenían que éstas eran producto de un virus. Yo siempre había pensado que eran producto de la caspa de los gatos, del polen, de ciertos alimentos, de sustancias tóxicas en el medio ambien­ te, etc. Para ilustrar la idea de la posible implicación de los virus mentales, los formadores pidieron a Diane que se acercara para poner en práctica un proceso mental que en muchos casos per­ mite que desaparezcan los síntomas de la alergia. Diane era tan sensible a la presencia de los gatos que con sólo imaginarse uno le lloraban los ojos y se le irritaban las mucosas nasales. El formador guió a Diane a través de un pro­ ceso alérgico que abordaremos en el capítulo 9. Después de 30 minutos de este proceso, Diane alcanzó un punto en que podía imaginarse los gatos con gran lujo de detalles sin sufrir los síntomas de la alergia. Pero aquello no acababa ahí. La prueba final consistía en saber si Diane tendría la misma respuesta no alérgica en presencia de un gato de verdad. Nuestro curso de formación se dictaba en la Universidad de Santa Cruz. Ahí suele haber muchos gatos deambulando por los bosques de secoya de la costa, así que buscamos uno para poner a prueba a Diane. Por desgracia, no dimos con ninguno. Alguien debió de poner sobre aviso a los gatos, porque no vimos un solo felino en los días siguientes. La opinión de Diane sobre los gatos mejoró mucho, de modo que al menos en el aspecto mental y emo­ cional del tema (el virus mental) el problema parecía solucionado.

¿Qué es un virus mental? El doctor Tad James, un formador de primera línea de la PNL, ha dado una definición que podríamos aplicar a los virus. Su 7. Tad James, The Basic Nl.P Training C o lk x tio n , Advanced Neurodynaniics, Honolulú, 1990.


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PARTF. I: LOS VIRUS MLNTA LtS

definición también sugiere la existencia de estructuras vincas, jam es sugiere que en todos nosotros hay partes del inconsciente que, en mayor o menor medida, están funcionalmente aisladas del resto del sistema nervioso. La comunicación entre una parte (lo que denomino virus mental) y el resto del inconsciente es más o menos limitada. Por lo tanto, el virus es una parte del sis­ tema nervioso que, literalmente, cobra vida propia. Filtra y dis­ torsiona las maneras en que damos un sentido a la vida y genera un pensamiento incoherente e incongruente. 1:1 grado de incongruencia que el virus mental produce depende de la intensidad con que el virus bloquea la comunica­ ción entre éste y el resto de la mente inconsciente. De hecho, una parte de la terapia de virus mentales implica disolver o «reventar» este límite para permitir que el virus se integre otra vez vil el conjunto del inconsciente.

Tipos de virus En mis investigaciones he identificado cuatro tipos de virus men­ tales: virus desencadenantes, virus restrictivos, virus Géminis y virus asesinos. Todos tienen una estructura única, y todos son producto de errores del aprendizaje (la «cara oculta» del aprendizaje que hemos comentado en el capitulo 1). Los virus asesinos (que son, literalmente, eso) son una combinación de los tres antenores. Las asociaciones, tan elementales para la memoria, pueden ser erróneas y generar virus desencade­ nantes. Si habéis tenido una relación amorosa, habréis observado que de vez en cuando vuestro compañero o compañera habla con un tono raro, un tono de voz que, por alguna razón inexpli­ cable, os pone los pelos de punta. O tal vez suceda que vais por la autopista y, sin motivo alguno, alguien os adelanta a gran velo­ cidad y os hace un corte de mangas. Ni siquiera conocéis a aque­ lla persona, su conducta no tiene nada que ver con vosotros y, aun asi, el gesto os saca de quicio. O quizá cada vez que cogéis un libro de matemáticas sentís que os invade un sudor frío. L O S VIRUS D ESEN CA D EN A N TES.


Los virus

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Todos éstos son ejemplos-de virus desencadenantes. Una determinada experiencia extema activa de forma automática una antigua obsesión o un estado emocional negativo. En algún momento del pasado, el inconsciente vinculó de manera errónea el desencadenante externo con la emoción negativa. Se trata de creencias que, aunque nor­ malmente permiten comprender las cosas de la vida, pueden ser restrictivas y discapacitadoras, y se convierten en virus res­ trictivos. LO S

v ir u s

RESTRICTIVOS.

• «Me encamarla tener mi propia empresa, pero no tengo valor ni paciencia para montarla.» ■ «Nunca seré tan inteligente como mi hermana mayor.» • «Me encantaría tener dinero, pero eso significa que tendría que aprovecharme de los demás, y yo jamás lo haría.» Éstos son ejemplos de virus restrictivos (decisiones o creen­ cias que nos limitan y nos incapacitan). La estructura de los virus restrictivos, al igual que otros virus mentales, contiene una intención positiva. Por eso es tan difícil cambiar nuestras creen­ cias de manera consciente. Lo cierto es que la mayoría estamos convencidos de que no podemos cambiar nuestras creencias, aunque éstas nos incapaciten. LOS v i r u s G ÉM IN IS. Los componentes o modelos mentales cons­ truidos para protegernos pueden oponerse a otras partes inter­ nas y crear un conflicto en nosotros. Ambas partes en conflicto son como los gemelos del signo Géminis, que buscan un equili­ brio en valores opuestos. ¿Habéis tenido alguna vez una expe­ riencia en que no os sentíais como vosotros mismos, o experi­ mentabais un estado em ocional que más tarde os irritaba? También habréis observado, en alguna ocasión, que una parte de vosotros quiere hacer una cosa, por ejemplo hacer la declara­ ción de la renta, mientras que otra parte quiere irse a dormir para estar en forma al día siguiente. Cada parte tiene su inten­ ción positiva y su propio conjunto de creencias y valores. De


r A K L t i: LUb VIRUS MENTALES

hecho, una de esas partes bien desarrollada puede convertirse en una pequeña gran personalidad. Las partes en conflicto son virus mentales en el sentido de que producen un conflicto interior y un comportamiento incon­ gruente. Los virus son gemelo? porque todo aspecto mental interno que participa en un conflicto interior tiene un aspecto al que se opone. Lo que resulta asombroso es que estos aspectos opuestos como gemelos en conflicto siempre tienen la misma intención positiva para aquel que los "vive. Los v i r u s A S E S IN O S . Estos virus crean adicciones, com porta­ mientos autodestructivos compulsivos y tendencia a la violencia. Suelen ser combinaciones de virus desencadenantes, restrictivos y Géminis, que literalmente matan (más de un millón de perso­ nas al año en Estados Unidos). Estos virus son los que poseen Ja estructura más compleja y los de mayor arraigo psicológico. Una vez que el individuo que padece estos virus está dispuesto a cambiar, y está convencido de que debe cambiar, los métodos de la terapia de virus mentales se encuentran entre los más rápidos y eficaces para el alivio de este mal.

l./As estructuras de los virus m entales Fn algunos casos, puede incluso que los virus tengan sus pro­ pias creencias y valores, que serían del todo diferentes de aquellos a los que la persona norm alm ente se adhiere. Sin embargo, a diferencia de los virus inform áticos, indepen­ dientemente de lo autodestructivo o restrictivo que es el virus mental, siempre encierra una intención positiva para el indivi­ duo, La intención positiva es incongruente con el com porta­ miento que el virus realmente produce, de modo que esto crea incongruencia, conflictos internos e incoherencia en el pensa­ miento de la víctima. He aquí un ejemplo. Lucy, una amiga mía, tenía un precicso conjunto de muebles de caoba en el comedor. Cada vez que yo la visitaba y su familia estaba comiendo, observaba que nadie lo


Las virus

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hacía en la mesa. Cada cual comía por su cuenta en distintos lugares. Cuando le pregunté a Lucy por qué era así, me contó que ella y su ex marido solían tener muchas disputas y discusio­ nes a la hora de comer. Ahora, ella y sus hijos procuraban man­ tenerse lejos de la mesa con el fin de evitar sentimientos de diso­ n ancia. Este tipo de respuestas se denomina desencadenante espacial o ancla espacial. Como virus desencadenante, la idea de sentarse a la mesa despertaba un sentimiento de disensión, de ausencia de armonía. La intención positiva del virus consistía en evitar estos sentimientos; Sin embargo, el hecho de que cada cual comiera por su cuenta en diferentes lugares de la casa crea­ ba un sentimiento de disensión. La intención y el com porta­ miento eran incongruentes. Los virus desencadenantes se activan cuando un desencade­ nante visual (V), auditivo (A) o anestésico (C) se asocia incons­ cientemente con un estado cinestésico negativo (C ‘), es decir, una emoción, comportamiento o compulsión negativo. La rela­ ción entre el desencadenante y el estado se llama sinestesia. V/C es una sinestesia visual-cinestésica. A/C una sinestesia auditivocinestésica, y C/C una sinestesia cinestésico-cinestésica.

r

Intención posiuva

+

Em oción, com portam iento o com pulsión negativo Virus desencadenantes'. U n estímulo visual (V), auditivo (A ) o a n e s té s ic o (C) cataliza un estado negativo ( O , es decir, una em oción, un com portam iento o una com pulsión negativos

V


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PARTE I. LOS VIRUS MENTA LE-S

uención positiva c - creencias v = valores A gujero o p u m o ciego; «N o se me da m ucho esto *. <-jarnás podría hacer eso» Com portam iento negativo actuar c o m o si las 'imitaciones lueran verdaderas Virus ?c'sfnc(¡v.^: U na creencia restrictiva, o una decisión restricti­ va del pasado, provoca un agujero o «punto ciego» que aiecta a nuestro potencial para hacer algo o para ser de una determ inada manera, y el comportamiento restrictivo se veducí.

Los virus restrictivos se producen con la adhesión inconscien­ te a una creencia o a una decisión restrictivas. A menudo la intención positiva está inspirada en la seguridad, para «prote­ ger» a la persona de la vergüenza o la humillación. El virus crea un agujero o punto ciego, en el sentido de que omitimos la per­ cepción o la experiencia que podría tener un significado positi­ vo, como «Tal vez soy realmente atractivo/a», o «Quizá podría ser rico/a», o «Tal vez podría aprender una lengua extranjera». El comportamiento negativo se produce porque actuamos como si la creencia negativa fuera verdad. Los virus Gcminis se generan con la creación de un aspecto interno donde las conductas, las creencias y los valeres se opo­ nen a un aspecto gemelo contrario. A menudo, cuando aflora la intención más noble o positiva de cada gemelo, son iguales. Para alcanzar un estado de calma y paz interior, con frecuencia tene­ mos que integrar dos partes gemelas en conflicto. Una vez más, los virus desencadenantes, restrictivos y gemelos son los principales virus. Pueden combinarse de diver­ sas maneras para iormar virus más complejos, incluyendo los virus asesinos.


Los virus

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N ormalm ente la misma intención positiva *

____________ i_____________*

Com portam ientos, creencias y valores opuestos Virus Gc-mmis: Partes internas en conflicto con com p ortam ien ­ tos. creencias y valores opuestos suelen tener la misma in ten ­ ción oosiíiva

Cómo se cultivan e infectan los virus mentales Los errores en el aprendizaje proporcionan la mecánica de la for­ mación del virus mental. Al parecer, el caldo de cultivo está constituido por experiencias emocionales importantes. Muchos psicólogos creen que comenzamos la vida con una experiencia de plenitud o unicidad. A través de experiencias emotivas rele­ vantes (las dolorosas) y la formación de virus mentales, esa ple­ nitud queda hecha añicos. El doctor Tad James también ha elaborado un modelo para explicar cómo perdemos esta plenitud.0 Esto es lo que ilustra el gráfico de la página 52. El eje vertical representa la intensidad de la experiencia emocional relevante. La parte inferior repre­ senta un estado de plenitud. Cuando nos desplazamos vertical­ mente hacia arriba, la intensidad de la experiencia emocional aumenta la fragmentación de la plenitud. La intensidad en si misma depende:

8. Tad James, tbk!


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

• de la fu erza del estado emocional; • del ritmo al que se ha producido el cambio de estado emocio­ nal, y • de la frecuencia, con que se ha producido aquel estado. Por ejemplo, un niño puede haber vivido un aumento progre­ sivo de la violencia de los padres a medida que el padre o la madre se embriagaban. Otro niño habrá tenido una experiencia igualmente intensa a partir de un umco incidente en que el padre o la madre, de manera brusca e impredecible>se ponía violento. En este modelo, una persona sin experiencias emotivas nega­ tivas relevantes comenzaría por la parte inferior del estado de plenitud. Dentro de esta plenitud se encuentra el conjunto habi­ tual de nociones, ideas y sentimientos. Cuando nos desplazamos hacia arriba, con una intensidad creciente de la experiencia emo­ cional, en algún punto debería existir un umbral a partir del cual ----------------------------------- \ ¡m orbidad de experiencias

.

emocionales importantes

A Aiuínpies personalidades Umbral dei síndrome de múltiples personalidades

Fobias Compulsiones Aspectos gemelos del virus Géminis Dcsencade n a n tes negat ivos Creencias o decisiones restrictivas

Umbral de los virus mentales

N ociones

Ideas

PLcM TU D

V


Los virus

aparecieran disfunciones en el pensamiento, es decir, virus men­ tales. Cuanto más intensa sea la experiencia emocional, más marcadamente se perfilarán los límites entre e.1 virus mental y el resto del sistema nervioso. La comunicación entre la parte del sistema nervioso que conforma el virus mental y el resto del sis­ tema nervioso encuentra obstáculos adicionales, y el virus se vuelve más independiente y funcionalmente autónomo. Un extremo de esta situación se produce hacia la parte supe­ rior de la escala, con la formación de múltiples personalidades. Aquí, la comunicación entre las partes se encuentra tan bloquea­ da que las diversas personalidades desconocen la existencia de las demás. Es de sobra conocido que las múltiples personalida­ des suelen ser producto de una infancia en la que se han sufrido abusos intensos y frecuentes, y en la que los cambios de estado eran rápidos c impredecibles.

C a r a c t e r ís t ic a s c o m u n e s de lo s v ir u s m e n t a le s En mi. investigación he descubierto siete características que los virus mentales tienen en común con los virus biológicos e intormáticos. 1. El virus no puede vivir ni perm anecer activo si no es en el interior de uncí célula huésped. Los virus biológicos- demuestran una capacidad nula para reproducirse o llevar a cabo sus funcio­ nes vitales fuera de ]a célula huésped Los virus informáticos solo son activos y capaces de reproducirse cuando el progra­ ma o procedimiento de arranque al que se han adherido está en funcionamiento. Los virus mentales sólo se activan cuan­ do el circuito neuronal (aquella parte del inconsciente que contiene el virus) se activa a través de ciertos modelos lin­ güísticos, de estímulos sensoriales, o al pensar en una situa­ ción que evoca a aquel virus o aspecto. Si tenéis temor al éxito, debéis ver la posibilidad del éxito o pensar en ello para que ese temor se active. Si sufrís de una alergia específica, tenéis que ver el gato o experim en tar el


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2.

3.

4.

5.

PARTÍ: I: LOS VIRUS MENTALES

polen para que se active la red neuronal donde se aloja el vinis mental. Los virus se pueden reproducir. Al parecer, el único objetivo de los virus biológicos es reproducirse. Los virus informáticos se reproducen por diseño. Los virus mentales se pueden repro­ ducir al generalizar un contexto. Por ejemplo, si hemos teni­ do una experiencia con una serpiente que nos ha provocado temor, es posible que desarrollemos una fobia contra todo tipo de reptiles. Los virus asesinos relacionados con la drogadicción, la violencia doméstica, el tabaquismo, etc., también tienen la lamentable tendencia a reproducirse en el seno de las familias de generación en generación. Los virus son egocéntricos. Para el virus biológico, la célula huésO O ped no tiene importancia. Su única preocupación es utilizarla como medio para reproducirse. Al virus informático no le importa el programa ni el ordenador en que se aloja. Se limita a reproducirse y a cumplir con las perversas instrucciones de su código. A la larga, los virus mentales efectivamente se sirven de la experiencia de la persona en la que se alojan como un objetivo esencial. Sin embargo, debido al flujo de información inhibido al otro lado del límite del virus, éste actúa a partir de su propio programa. No tiene «conciencia» de su propia incongn.ien.cia; el comportamiento autodestructivo que produ­ ce no concuerda con su intención más noble. Como ejemplo, a menudo tenemos la compulsión de comer alimentos a los que somos alérgicos. Ingerimos alimentos para sentirnos bienT pero en este caso acabamos sintiéndonos mal. Los virus producen incoherencia en el sistema infectado. La inva­ sión de virus biológicos obliga al cuerpo a funcionar contra sí mismo, es decir, a destruir sus propias células infectadas por el virus. Los virus informáticos obligan al ordenador a fun­ cionar contra sí mismo a partir de instrucciones contrarias entre programas y virus. Como hemos señalado más arriba, los virus mentales conducen a conflictos internos y a creen­ cias y comportamientos autodestructivos. El objetivo de los virus puede ser incongruente con su actividad. Si un virus biológico tiene demasiado éxito al reproducirse, des­


Los virus

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truirá la célula, será incapaz de seguir reproduciéndose y, a la larga, perecerá. Los virus informáticos que tienen éxito hasta el punto de estropear el ordenador pierden su capacidad para propagarse a otros ordenadores. Y, como he mencionado, el objetivo principal del virus mental es incongruente con el comportamiento que produce. 6. Algunos virus pueden entrar en el sisíemciy permanecer ocultos a la vigilancia del sistema. El virus del herpes pertenece a un tipo que se oculta en las células nerviosas y es invisible en el orga­ nismo hasta que se vuelve activo en un brote. El virus infor­ mático sleahh [furtivo] puede permanecer oculto a los pro­ gramas antivirus, pites intercepta los mensajes de análisis y devuelve un mensaje que confirma que todo funciona bien. Muchos virus mentales se encuentran absolutamente ocultos a la conciencia de la persona en la que se alojan. Hay mujeres que juran: «Jamás seré como mi madre». Pero más allá de la conciencia, se convierten en personas iguales a sus madres. Hay hombres que se enfadan con sus amantes a propósito de ese mentado tono de voz, ignorando que aquel tono no es más que un desencadenante. 7. Los virus pueden tener usos positivos. Los virus biológicos cons­ tituyen la herramienta básica de la ingeniería genética, y es probable que se conviertan en uno de los principales instru­ mentos de la medicina. Puede que los virus informáticos se conviertan algún dia en información «viva» en Internet. En el capítulo 7 veremos que reintegrar al virus en la plenitud del inconsciente permite mantener y utilizar la intención positiva del virus. Además, se pueden utilizar los desencadenantes positivos como medio para alcanzar estados deseados, corno la motivación, la sed de aventura y la concentración. Tam­ bién se pueden utilizar para reprogram ar modelos de co m ­ portamientos improductivos. Sin embargo, si los virus mentales son análogos a ios virus biológicos y los virus informáticos, ¿acaso no solemos asociar los virus con las epidemias? Si esto es así, ¿con qué epidemias rela­ cionaríamos los virus mentales?


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Cuando pensamos en ello, ¿cuál es la epidemia más mortífe­ ra de nuestro tiempo? ¿El sida, e] ébola, la gripe o los presupues­ tos del Gobierno? Cada uno de éstos, desde, luego, tiene su saldo de víctimas. Pero la epidemia más generalizada y dañina de nuestro tiempo se cobra más de un millón de vidas al año en Estados Unidos, y deja otros tantos hendos. Se trata de una epi­ demia social basada en un pensamiento distorsionado que pro­ voca drogadicción, enfermedades degenerativas evitables, depre­ sión, violencia social y falta de realización personal y familiar, aunque gocemos de los niveles más altos de riqueza, comodidad tecnológica y disponibilidad de información de toda la historia de la humanidad. Los virus mentales constituyen la base no reconocida del pensamiento distorsionado responsable de esta epidemia. Si reconocemos que hay una epidemia social y comprende­ mos que todos estos problemas comparten el terreno común del pensamiento distorsionado e incoherente, estamos dando los primeros pasos para solucionar este problema. Las formas de vida en este planeta han evolucionado hacia sistemas mmunitarios de protección contra los virus, y los ordenadores cuentan con programas para protegerse de los virus inlorn-ráticos. ¿Cuál es la respuesta immmi tarja a los virus mentales? Durante una plaga biológica, como la peste bubónica que asoló Europa en la Edad Media, no todos contraen la enferme­ dad. Algunos incluso se ven afectados pero luego se recuperan. Este segundo grupo de personas es.especialmente interesante puesto que han desarrollado anticuerpos para combaíir el mal. En principio, podemos copiar (es decir, tomar como modelo) la respuesta inmunitaria de estas personas, aislando ei anticuerpo de sú sangre y reproduciéndolo para otro. En el caso de los virus mentales, cuando intentamos supe­ rarlos mediante un mero cambio de nuestro comportamiento o recurriendo a la fuerza de voluntad, no funciona, porque el inconsciente mantendrá la intención positiva del virus. Las solu­ ciones antivíricas del apoyo psicológico y la psicoterapia tra­ dicional pueden funcionar, pero a menudo requieren tiempo y recursos económicos considerables. ¿May algo más práctico? Yo


Los virus

he dado con una clave observando y reflexionando sobre mi amiga Dana.

Clave número 2: Tomar como m odelo a personas (como Dana) que estén relativamente libres de virus mentales o que se hayan recuperado de ellos. Aparte de Dana, ¿dónde podría encontrar este cipo de perso­ nas, y si las encontrara, cómo haría para tomarlas como modelo? Con estas preguntas en mente, las respuestas comenzaron a sur­ gir en los años que siguieron al fallecimiento de Dana. Una de las respuestas surgió bajo la forma de una antigua técnica mental proveniente de la región del Himalaya. Otras respuestas surgie­ ron a partir de mi formación en PNL y de mi trabajo con clientes y participantes de mis se mina ríos. Una de las contribuciones más ím portantes de la PNL. en el ámbito del pensamiento, coherente es la creación de modelos muy específicos (figuras del deporte, pensadores creativos,, tera­ peutas que ayudan a ia gente a superar el pensamiento infecta­ do por el virus» y personas que se han desprendido de esta mentalidad defectuosa). He descubierto y reunido un conjunto de tratamientos antivíricós que he denominado Terapia de Virus Mentales1' 1. Gran parte de los objetivos de la psicoterapia y de las prácticas espirituales consiste en reintegrar la psique a su plenitud original. A través de la Terapia de Virus M entales1*1, podemos proporcionar unos procedim ientos prácticos para conseguirlo. Recuerdo haber discutido acerca de esta epidemia social con Diane durante nuestra formación de PNL, unos tres dias des­ pués de que ella se sometiera al procedimiento de la PNL para las alergias. Me contó, muy entusiasmada, que por fin había encontrado un gato. Dijo que se acercó a! animal con cautela y que no sintió ninguno de ios síntomas de la alergia. Cogió al gato en los brazos, y los síntomas seguían sin aparecer. Final­ mente, frotó su nariz contra el pelaje del gato y constató que los síntomas habían desaparecido del todo. Sus síntomas alérgicos habían desaparecido. Los profesionales que practican es^e proce­


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

dimiento con sus clientes han informado que la tasa de éxito en personas que sufren alergias específicas es del 80 por ciento. Algunos años después, le contaba a mi amigo Wil el caso de Diane y los gatos mientras intentábamos entender qué sucedía con sus dedos infectados. Después de cuarenta y cinco minutos de procesar la información y preguntarnos por diversos aspec­ tos de su inconsciente, descubrimos que una parte de él real­ mente quería comenzar esta nueva carrera, pero otra parte pen­ saba que hacerlo sería un insulto a su padre. Éste había muerto cuando Wil era bastante joven, y no había sido un hombre de grandes iniciativas en su profesión. Era evidente que Wil sufría un conflicto interior dictado por un virus Géminis. Trabajé otros cuarenta y cinco minutos con él para ayudarle a resolver temas relacionados con su padre y a reintegrar las partes en conflicto. No supe de él en varios días, hasta que me llamó y me contó que el dedo había comenzado a mejorar la tarde misma de nuestra consulta, y que ahora se esta­ ba recuperando. Al cabo de una semana, había recobrado la nor­ malidad.


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Los virus desencadenantes Si vas a perder los nervios al menos hazlo con inteligencia. ANÓNIMO

Desde las alturas de Sierra Nevada, en California, el cielo de noche es un espectáculo sobrecogedor Recuerdo que hace algu­ nos años estaba tendido en mi saco de dormir contemplando este espectáculo. Había escalado con la mochila hasta los tres mal metros de altura, muy por encima de la bruma y las luces de la ciudad, que vuelven opaco el cielo nocturno para los que viven en ella. A veces, las estrellas parecen más densas que la negra oscuridad que las separa. Además, a mediados de agosto se produce un maravilloso fenómeno cósmico llamado «lágri­ mas de san Lorenzo», una lluvia de meteoritos que se hace visi­ ble cuando la órbita de la Tierra se cruza con los restos de la cola de un enorme cometa. Estas «estrellas fugaces» dejan a su paso una estela brillante que se desplaza llenando la mitad de la bóve­ da celeste, aunque la mayoría de estos meteoritos no superan el tamaño de un grano de arena. Se queman a gran altura, sin cau­ sar daño, volatilizados por la fricción de la atmósfera. En 1908, los campesinos de la región de Tunguska, en Siberia, observaron un meteorito que no era tan inocuo. La explo­ sión que provocó al chocar contra la Tierra fue tan potente que barrió y arrasó una superficie de 50 kilómetros de diámetro. Por el tamaño del área arrasada por la explosión, los científicos 61


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

dedujeron que tenía que haber sido enorme. Sin embargo, jamás se ha encontrado rastro alguno de la materia de la que están hechos los meteoritos. ¿Qué desató esta explosión? Si fue un meteorito, ¿por qué produjo un efecto contrario al esperado, y no dejó huella de su paso? Al igual que el meteorito de Tunguska, los acontecimientos pueden producir efectos opuestos a lo que esperamos. La verdadera causa de la explosión sigue siendo un misterio hasta el día de hoy, a pesar de que los científicos han propuesto teorías muy aventuradas para explicarlo. Durante aquella excursión a la montaña pensaba en la explo­ sión de Tunguska y en mi primera lectura del supervenías de Deepak Chopra, La curación cuántica " En este libro, Chopra cuenta la historia de un paciente adicto a la heroína. El doctor Chopra trató a este paciente y, en cuestión más o menos de un año, logró que se liberara de su antigua adicción y se integrara en un trabajo estable. Hasta que un día este paciente tomó un tren, en un contexto que le era familiar desde antaño, y de pronto algo misterioso desenca­ denó en él una necesidad incontrolable de consumir heroína. Aun­ que parezca irracional, el hombre volvió a su antigua adicción. El enfoque bolista del doctor Chopra en relación a la cura­ ción de la mente y el cuerpo, que él denomina curación cuántica, promueve la salud física, mental y espiritual mediante los instru­ mentos de la medicina convencional occidental, las prescripcio­ nes ayurvédicas y la meditación. Sin embargo, algo falta en el rompecabezas de la curación de (a mente y el cuerpo. Leyendo al doctor Chopra me preguntaba por qué cuando nos planteamos objetivos y visiones claras a veces basta el mero recuer­ do de ciertas experiencias para que no lo consigamos.

Los desencadenantes Cuando conocí a Amy com encé a entender qué era lo que fal­ taba. Amy era la brillante y atractiva hija de un amigo mío, y 9.

Deepak C h o p ra, Quaníum lieaitng, Bantam Books, Nueva York, 1 9 8 9 .

[Trac!, casi.: La c u m ció n -cuántica, Plaza Sr Janés, Barcelona.

1 9 9 7 .!


Los virus desencadenantes

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estudiaba medicina. Nos sentamos a cenar y mi amigo trajo la ensalada. En un gesto extraño, Amy se levantó y fue hasta el otro lado del salón, sacó sus llaves del bolso, luego las dejó donde las había encontrado y volvió a la mesa. Cuando mi amigo sirvió los demás platos, Amy repitió este breve ritual. Cuando trajo el postre, hizo lo mismo. Mi amigo le preguntó a su hija qué hacía con las llaves. Ella respondió sencillamente que era impórtame para ella cerciorarse de que sus llaves esta­ ban donde tenían que estar. -S in las llaves no puedes ir a ninguna parte -dijo. De alguna manera, el hecho de servir la comida había desen­ cadenado en Amy la compulsión de cerciorarse de que sus llaves estaban a buen recaudo. ¿Alguna vez os ha sucedido que entráis en una tienda y oléis un perfume que no habíais olido en años? De pronto volvéis atrás en el tiempo y os sentís com o hace diez años. O cuando vais en coche y, de pronto, en la radío tocan una canción que no habíais vuelto a escuchar desde la época del colegio. De repente viajáis en el tiempo y estáis en una fiesta del instituto. Quizá se os aparezca Robín Williams en su última película, adoptando cualquier postura o expresión, y, antes de que haya dicho algo divertido, ya os estáis riendo. Todos éstos son ejemplos de. desen­ cadenantes, que la PNL también denomina anclas. Los olores, las canciones, la mirada en el rostro del actor, son desencadenantes externos que a un nivel inconsciente están conectados con o anclados a un recuerdo o un estado. ¿Habéis sentido hoy el efecto de un desencadenante? ¿Habéis tenido alguna experiencia exterior o interior que haya estimula­ do un estado o recuerdo? Seguramente, la respuesta sería que las experiencias son muchas más que las que podéis imaginar. • ¿Os habéis despertado con el despertador esta mañana? • ¿Habéis sentido que alguien o s tocaba? • ¿Habéis respondido a las señales del estómago que os pedía alimento? • ¿Habéis tenido una sensación compulsiva de urgencia al ver que el reloj marcaba la hora de ir a trabajar?


PARTI: I: LOS VIRUS MENTALES

• ¿Habéis escuchado ronronear a un garó? • ¿Recordáis haber experimentado una sensación concreta al observar que el cielo estaba azul y que el sol brillaba, o que tal vez estaba nublado y llovía? • ¿Os habéis detenido ante un semáforo o ante una señal de STOP? • ¿ H a b é is visto a a lg u ie n s o n r ie n d o ?

Estos pocos ejemplos demuestran el carácter versátil de los desencadenantes. De hecho, algunos psicólogos piensan que nuestra manera de dar sentido a las cosas, o nuestro comportamienio resultante, está totalmente controlada por estos desenca­ denantes de estímulos y respuestas.

El valor de los desencadenantes En la vida cotidiana los desencadenantes nos sirven de tres ma­ neras: LOS DESENCADENANTES SON ESENCIALES PARA LA EORMACÍON DF. LA MEMORIA V LA RECUPERACION DE LOS RECUERDOS. Me pregun­

to cuántas veces habréis tenido la siguiente experiencia: estáis trabajando en un proyecto, pero de pronto algo os distrae y os ponéis a leer el periódico. Leéis un artículo sobre el aumento del precio de la gasolina, pensáis en Oriente Medio y eso os trae a la mente África. Esio os hace pensar en la hambruna causada por las guerras civiles que desgarran ese continente. Y luego pensáis en la comida y os dais cuenta de que tenéis hambre. De pronto recordáis que habíais quedado con un amigo en un restaurante hace cinco m inutos, así que salís a toda prisa. La asociación entre una idea y otra constituye el mecanismo fundamental de una codificación y recuperación eficaces, algo sumamente importante en el funcionamiento de la memoria. Intentar recuperar un recuerdo aislado entre millones de otros seria como entrar en una biblioteca y encontrarse con los libros ordenados al azar, sin catalogar. Cuanto más organizado


Los virus J e st’ntí iJe minies

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esté el catálogo, más fácil será encontrar los libros. De la misma manera, cuantos más desencadenantes, o más ¿ísociaciones audi­ tivas, visuales y anestésicas, utilicemos para codificar los nuevos conocimientos, más iácil será tener acceso a la memoria. Por lo tanto, los desencadenantes nos permiten asociar acontecimien­ tos, recuerdos y estados con el fin de acceder fácilmente a la memoria. LOS D h S EN C A D UN A N T E S PUKDF.N BRINDAR SEGURIDAD V P R O T E C ­

Mi madre me ha contado que yo era muy aficionado a la física de pequeño. A los catorce meses ya me. fascinaba observar cómo las personas enchufaban electrodomésticos en la toma de corriente de la pared y la magia que tenía lugar a continuación. Al parecer, un día decidí experimentar el procedimiento por mí mismo. Encontré un clip y separé sus dos extremos para meter­ los en el enchufe. Después de asegurarme de que mi madre no me observaba, conseguí enchufar el clip. Ella me contó que la descarga eléctrica me lanzó al medio de la habitación, y, claro está, quemé un íusible. Como podéis suponer, jam ás repetí el experimento. Cuando un niño toca el fuego por primera vez, o juega con una abeja o recibe una descarga eléctrica, estamos asistiendo a la formación de un desencadenante que ese niño nunca olvidará (al menos inconscientem ente). Los desencadenantes también son importantes en todos los animales; por ejemplo, cuando un perrillo juega con una mofeta por primera vez, o cuando un cachorro de oso juega con un erizo. C IO N .

LO S D E S E N C A D E N A N T E S NOS PER M ITEN DAR UN S E N T ID O IN M E ­ DIATAMENTE Y SIN PENSARLO DOS V E C E S A UNA SITUACIÓN A M E­

Si una persona ha salido a acampar a la montaña y de pronto se le aparece un oso pardo dispuesto a atacarlo, el inconsciente desencadenará inmediatamente la respuesta de resis­ tir o huir, sin detenerse a analizar la situación. En circunstancias de vida o muerte, el inconsciente reconoce la necesidad de una acción inmediata, es decir, huir o luchar. NAZANTE.


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

El problema de los desencadenantes Como hemos visto en el capitulo 2, los virus desencadenantes son el resultado de una asociación errónea entre un estímulo externo y un estado emocional. Para que este vínculo se pro­ duzca, el estímulo debe darse en el momento mismo, o ju sto antes, del punto álgido del estado emocional. Supongamos que ha fallecido un com pañero vuestro muy querido en un a c c i­ dente de tráfico. En el funeral, un amigo os toca en el h o m ­ bro para expresaros su simpatía. Poco después, se acerca otro amigo y hace el mismo gesto compasivo. Finalm ente, en el m om ento más intenso de vuestro dolor, se acerca un tercer amigo y repite la acción. Se acaba de producir un vínculo inconsciente entre ese gesto específico y el estado de duelo. Diez años más tarde, estáis en un elegante restaurante cele­ brando vuestro cumpleaños con unos amigos íntimos. Uno de ellos se levanta para llamar por teléfono. Al volver, os toca en el hombro y, ¡clic!, os sumís en una súbita depresión. ¿Habéis teni­ do alguna vez una experiencia de este tipo? Nos sentimos bien durante varios días y de pronto, sin motivo aparente, estamos nerviosos, irritados o deprimidos. Es muy posible que se haya activado un virus desencadenante. Así como los desencadenantes nos benefician de tres mane­ ras, los virus desencadenantes pueden incapacitarnos también de tres maneras diferentes. Expe­ rimentamos un estímulo «x» y automáticamente damos una res­ puesta «y». Sólo existe una alternativa. El conductor impaciente nos hace un corte de mangas y, automáticamente, nos irritamos. L a publicidad utiliza el sexo o asocia ¿a experiencia de grandes aventuras con la cerveza y, en cierta medida, eso despierta nues­ tro interés. Vuestra pareja o un miembro de vuestra familia habla con ese tono de voz desagradable, y eso hace que de inmediato perdáis la paciencia. A lg u n o s p s ic ó lo g o s p ie n s a n q u e , para q u e n o s s in t a m o s p le ­ namente humanos, cualquier experiencia perceptiva debería LOS

desen cadenantes

PU E D E N

ser

D ESH UM ANIZAD ORES.


Los virus desencadenantes

permitirnos una variedad de posibles respuestas, al menos dos o tres. Tener sólo una respuesta equivale a actuar como una máquina. . LO S D E S E N C A D E N A N i'F.S NOS DESPO JAN DE N i-E S T R O BIEN ESTAR

Los desencadenantes o asociaciones positivas y nega­ tivas se forman inconscientemente y permanecen activos de íoima constante. Cuando son erróneos, los desencadenantes pueden discapacitamos porque hacen que perdamos el control de los esta­ dos que experimentamos. Los estados pueden ser desencadena­ dos de manera inconsciente en cualquier circunstancia. EMOCIONAL.

• Llueve sin parar desde hace doce días, asi que comenzáis el día deprimidos. . • Vuestro cónyuge o amante os hace masajes en los hombros y os sentís relajados. • Escucháis las noticias por la radio de buena mañana y os irritáis. • Veis que hay que limpiar el garaje y empezáis a sentiros can­ sados. • Escucháis vuestra música preferida en la radio y os sentís reju­ venecidos. • Encontráis a una persona que no tiene casa pidiendo ayuda y os sentís incómodos. • Cometéis un error trabajando en un proyecto importante, y os lo reprocháis. • Al mirar las fotos de la familia os embarga un sentimiento de orgullo. O El problema es que la mayoría de las personas viven emociones que se disparan al azar, en una dirección u otra a lo largo del día. como respuesta de un desencadenante a lo que sucede en nuestro entorno. Somos como pelotas emocionales que rebotan al azar, de un lado a otro. Deepak Chopra lo denomina conducta referida al obje­ to. El bienestar emocional depende de las circunstancias externas. La mayoría ni siquiera somos conscientes de. qué desencade­ na nuestras respuestas emocionales, liem os peíanlo el control


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PARTE I: 1.OS VIRUS MENTALES

de. los estados que nos gustaría vivir. Tony Robbins dice que la clave única y fundamenta] de su fenomenal éxito ha sido la capa­ cidad de controlar sus estados. A la mayoría nos sucede que los estados se apoderan de nosotros sin más. LO S Dl-'S L:

CA D E N A N T E S EN FORMA DE Y'I RUS D ES E S CA D E S A N T ES

provocan incongruencia. Un desencadenante se convierte en virus desencadenante cuando no tiene una relación útil con el contexto en que ocurre, o cuando provoca una incongruencia mental y emocional. La reiterada compulsión de Amy a asegurarse de que las llaves estaban en su lugar no tenía relación alguna con el hecho de servir la comida, y su comportamiento la avergonzaba. La persona que coge un libro de matemáticas y experimenta la respuesta de resistir o huir está actuando fuera de contexto. El sentimiento de irritación que se activa con sólo mirar al jefe, o a aquel colega tan desagradable, puede ser un obstáculo pava el desarrollo de vuestro trabajo. Si un desencadenante produce de manera automática un comportamiento, una compulsión o un estado emocional que interfiere en vuestro trabajo, en vuestras relaciones, en vuestra salud o sensación de bienestar, entonces se trata de un virus desencadenante. Recordad que un virus mental es, por defini­ ción, una parte del inconsciente que, funcionalmente, está más o menos separada del resto del sistema nervioso y responde a su propio interés o a una intención positiva. La intención posi­ tiva inconsciente puede ser el recuerdo, la segundad o una cuestión de supervivencia. Los comportamientos c estados que derivan de esto pueden ser la ira, el agobio, la depresión o frus­ tración, la ansiedad, el cansancio, la preocupación o la culpa. Si habéis experimentado cualquiera de estos estados de forma regular, la causa podría ser un virus desencadenante. Si a veces caéis en conductas o com pulsiones de las que más tarde no estáis en absoluto orgullosos, los culpables podrían ser los virus desencadenantes. Al final, resultó que Amy seguía un curso de hipnosis en la Facultad de Medicina. El instructor habla instalado un virus mental temporal en forma de sugestión poslhipnctica. En tres


Los virus desencadenantes

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ocasiones, mientras le servían ia com ida, Amy tenía que cruzar el salón y com probar dónde tenía las llaves. A co n ti­ nuación, aquel com portam iento debía desaparecer. Ella no recordaba conscientemente la sugestión. Sin embargo, lo más fascinante fue que cuando le preguntaron por su extraño com­ portamiento, ella inventó una razón para justificarse. De hecho, esto es algo com ún a todos los virus mentales que escapan a nuestra conciencia vigilante. Nuestro pensamiento se vuelve incoherente porque inventamos un significado (como Amy) o echamos la culpa a alguna circunstancia externa del com por­ tamiento desencadenado por la creencia restrictiva o el c o n ­ flicto interior: • «No es culpa m ía si me enfado. Es por la manera en que me miras.» • «Jamás podre dominar una lengua extranjera porque es dema­ siado difícil, y porque no tuve buenas notas en francés hace treinta años.» • «Me gustaría ser rico, pero no importa si no lo soy, porque mucha gente rica es infeliz, y tal vez perdería a todos mis ami­ gos.» Tras observar, como en el caso de Amy el claro despliegue de desencadenantes y virus desencadenantes en muchos partici­ pantes de tos seminarios y en algunos clientes, he desarrollado un modelo de lo que obstaculiza el cumplimiento de nuestros sueños y de nuestro proyecto de vida.


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PARTF. 1: 1 . 0 S VIRUS MENTALES

Para conseguir lo que queremos en la vida Para entender cómo funciona el modelo, lo mejor es comenzar con un ejercicio sencillo. .

Ejercicio 6 ¿Qué se interpone entre vosotros y vuestros proyectos? Piensa en un objetivo, una aspiración o un proyecto importante que te hayas planteado en la vida. Después de reflexionar, con­ testa con toda franqueza a las siguientes preguntas: • ¿Estás evolucionando hacia la consecución de este proyecto? • ¿Se trata de algo que crees que conseguirás en un plazo razo­ nable? • ¿Te sientes estancado, incapaz de avanzar hacia el resultado deseado? Si alguno de vuestros objetivos o proyectos tiene alguna posibilidad de éxito y, aun asi, no lo habéis conseguido todavía, o no habéis progresado lo suficiente para conseguirlo, hay tres razones posibles. 1. El virus desencadenante crea una asociación negativa relacionada con la acción de obtener el resultado. Algo relacionado con el hecho de tener un proyecto, en algún nivel, os parece más doloroso que no tenerlo. Por ejemplo, es probable que todos hayamos tenido una relación amorosa en la que nos mostramos abiertos y confiados con nuestra pareja y de pronto, él o ella hizo algo que acabó con la relación. Esto nos hiere profundamente. Lo que suele suceder entonces es que los sentimientos de amor y con­ fianza hacia un compañero íntimo se anclan de manera incons­ ciente en el dolor, la aflicción y el temor asociado con la pérdida de la pareja. Se ha instalado un virus mental. A continuación, el virus se reproduce de tal manera que siempre que os acercáis a u n po si ble compañero/a, e s e s e n t im ie n t o d e p r o x i m i d a d d e s e n ­

cadena sentimientos de dolor, aflicción o temor.


Los \i?'us ciíseficíidi’rJcJnícs

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2. Un virus desencadenante genera una asociación negauva con el proceso de realizar el proyecto. A muchos nos iría bien algo más de dinero, pero sólo pensar en ío que tendríamos que hacer para conseguirlo provoca un estado de discapacidad. La idea de conseguir un segundo empleo podría desencadena** la sen­ sación de encontrarse atrapado y de no tener suficiente tiem■ po para divertirse. La idea de desarrollar una estrategia de inversiones para ganar dinero podría despenar sentimientos de frustración al no entender la dinámica de las inversiones. 3. l ‘7>i virus desencadenante g en era una asociación positiva con el hecho de no disponer de un proyecto. En cierto sentido, no tener lo que queremos podría beneficiarnos. En una ocasión, una mujer que padecía un síndrome de cansancio crónico, fue a visitar al célebre médico Milton JErickson. Al cabo de un tiem­ po, cuando la entermedad alcanzó su punto álgido y la activi­ dad de la mujer se vio reducida al mínimo, ésta recibía nume­ rosos cuidados por parte de su familia. De alguna manera, llevaba una vida cómoda porque la cuidaban. A una parte de ella le convenía seguir enferma. Erickson no tardó en darse cuenta de que la mujer no quería curarse. Le pidió que saliera de su despacho y que no volviera hasta que estuviese dispues­ ta a cambiar. La mujer nunca volvió. No tener lo que queremos puede ser doloroso, pero también puede ser cómodo, en el sentido ele que nos es fam ilia). Si nunca habéis tenido lo que deseáis, la falta de familiaridad con tenerlo puede intimidaros. Cuando pensáis en alguna aspiración que no habéis cumplido porque os sentís atrapados, reflexionad sobre estas tres preguntas: 1. ¿Qué aspecto del proceso de lograr tu proyecto querrías evitar a cualquier precio? 2. ¿Qué aspecto de tener un proyecto querrías evitar a cualquier precio? 3. ¿Qué hay de importante en no tener un proyecto propio? Estas preguntas son cruciales porque revelan la intención


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PARTE í: LOS VIRUS MENTALES

positiva de cualquier cosa que se interponga en el cumplimiento de vuestras aspiraciones en la vida, a saber, la intención positi­ va de los virus mentales potenciales. No podéis curar los virus sin conservar la intención positiva.

Tipos de virus desencadenantes Los vnus desencadenantes se dividen en dos variedades. El desencadenante simple es la sinestesia V/C, A/C o C/C, ya mencio­ nada en el capítulo 2. También se le suele denominar ancla. Aquí, el desencadenante visual, auditivo o cinestésico (V, A o C) está andado a un estado cinestésico (C). Una persona escucha ese tono de voz especial en boca de su cónyuge y, automática­ mente, se irritará. La mayoría de los virus mentales que hemos tratado en este capítulo pertenecen a esta categoría. Los desen­ cadenantes simples, o anclas, se encuentran en el origen de Tobías, conductas compulsivas, bloqueos de aprendizaje, com­ portamientos incongruentes y estados discapacitadores. Una segunda posibilidad, denominada desencadenante com­ plejo, ocurre cuando el estímulo activa una secuencia de expe­ riencias interiores y externas que, a la larga, conducen a un esta­ do o comportamiento no deseado. Como hemos señalado en el capítulo 1, esto también se denomina estrategia o programa. Recordad que mi estrategia de «procrastinación» o, dicho de otro modo, de «dejar para mañana» o aplazar las tareas, consis­ tía en ver qué hay que hacer (V'O, oír una severa voz interior diciéndome que tengo que realizar la tarea (AO, oír otra voz inte­ rior (el lado rebelde) que dice «no quiero hacerlo» (A1), imaginar todos los detalles tediosos necesarios para llevar a cabo la tarea (V) y, finalmente, sentirme paralizado ( C ). Para alcanzar este estado de procrastmación, inconsciente­ mente doy varios pasos en mi experiencia externa e interior Puede que otra persona tenga un desencadenante complejo totalmente diferente pero que induzca el mismo estado. Un desencadenante o estrategia compleja es como una receta o un ritual. Todos tenemos estrategias individuales y únicas para pro­


Los virus desenccidenanies

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ducir una diversidad de estados positivos y negativos. Podemos contar con una estrategia para sentirnos muy motivados. Quizá tengamos otra para deprimirnos. Y necesitamos otra estrategia para convencernos a nosotros mismos de comprar algo. Incluso tenemos una estrategia única e individual para enamorarnos. Ser conscientes de los pasos de una estrategia para experi­ mentar un estado posi/ivo, como, por ejemplo, sentirse motivado o inspirado para actuar con plenitud de recursos en situaciones de aparente fracaso o derrota, nos da control y poder personal, también puede sernos útil conocer los pasos que desencadenan nuestros sentimientos al enamorarnos, de modo que no acabe­ mos enamorándonos de la persona equivocada sólo porque él o ella han desencadenado nuestra estrategia amorosa. Esto fue lo que acabó con mi matrimonio. Mi ex mujer, una artista, conoció a un marchante de arte que desencadenó inten­ samente su estrategia amorosa. Ella perdió la cabeza y pensó que esta persona encarnaba su destino rom ántico, su alma gemela, lo que le hizo creer que nuestro matrimonio debía aca­ bar. En aquel tiempo, yo comenzaba a aprender algo sobre las estrategias amorosas. Estaba convencido de que el marchante había desencadenado erróneamente la estrategia amorosa de. mi mujer, y que seria un error poner fin a nuestro matrimonio. Pero la experiencia de mí m u jer se había convertido en una obsesión, y pensó que no tenía alternativa. Es lo que suele suceder con los virus desencadenantes, a saber, la sensación de que sólo existe una única alternativa aparente. Al cabo de unos meses, ella se dio cuenta de que había cometido un error. Pero era demasiado tarde. El matrimonio se había disuelto. En ese momento, mi ex mujer se encontró envuelta en una relación adictiva disfuncional basada parcialm ente en un obstáculo creado por desencadenantes erróneos. ' El hecho de conocer conscientemente los pasos que damos para experimentar un estado negativo, com o la ira, la frustra­ c i ó n o la ansiedad, nos proporciona una oportunidad para desactivar estos virus mediante la terapia de virus mentales. . Ésta nos brindará un mayor control sobre los estados que que­ rremos experimentar.


PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Las subm odalidades

.

Las imágenes internas, el diálogo interior y los sentimientos son las tres modalidades del pensamiento. Las cualidades de la expe­ riencia interior se denominan submodalidades.

Ejercicio 7 Las submodalidades visuales Pensad en. una persona por la que sentís un gran aprecio. Contes­ tad rápidamente las siguientes preguntas acerca de cómo os imagi­ náis a esta persona. Si no lográis visualizarla, imaginad cómo con­ testaríais a las preguntas si pudieseis visualizar a esa persona • • • • •

¿Te imaginas a esta persona en blanco y negro, o en color? ¿La persona se mueve o la ves en una imagen fija? ¿Se encuentra cerca o lejos? ¿Su figura está enfocada con claridad o levemente desenfocada? ¿Dónde se encuentra en tu campo visual? ¿Te ia imaginas en el centro de tu campo visual, a la izquierda o a la derecha?

Las cualidades de vuestra imagen interna de esta persona son submodalidades visuales. • En blanco y negro, o en color • En movimiento o fija • Cerca o lejos • P o s i c i ó n e n el c a m p o visual

• Enfocada o desenfocada • Panorámica (visión total del entorno) o enmarcada • Asociada (estáis en 1a escena y la imagináis a través de vuestros propios ojos) o disociada (os imagináis a vosotros en la escena).

Ejercicio 8 El descubrimiento de las submodalidades m otñces Ahora, pensad en alguien que os resulte desagradable. Una vez más, responded rápidamente a las mismas preguntas a propósito


l.os vi rus dchcncadcnuntcs

de cómo imagináis a esta persona. Si consideráis que no leñéis especiales cualidades visuales, imaginad cómo responderíais a las preguntas si las tuvierais. • • • •

¿Te imaginas a esta persona en blanco y negro, o en color? ¿Se mueve o la ves como una imagen fija? ¿Se encuentra cerca o lejos? ¿Su figura está enfocada con claridad o levemente desenfo­ cada? • ¿Dónde se encuentra esta persona en tu campo visual? ¿Te la imaginas en el centro de tu campo visual, a la izquierda o a la derecha7

Entre la persona a la que aprecias y la que te disgusta, ¿cuá­ les son las submodalidades en las que más difieren? La submodalidad o submodalidades en que más se distinguen se deno­ minan submodalidades motrices; permiten que el cerebro guarde la información de tal manera que podáis distinguir a quién apre­ ciáis y a quién no. Muchos libros de divulgación de psicología ponen de relieve el valor del diálogo interior positivo. Sin embargo, quizás hay algo tan importante, si no más: las subm odalidades auditivas, es decir, las cualidades de la voz interior, que son: • • • • • •

Rápida o lenta Con inflexiones o monótona .De tono aho, bajo o medio El timbre La propia voz o la de otra persona Situada aparentemente en un lugar específico de tu cuerpo.

Las submodalidades cinestésicas son cualidades de las sensa­ ciones interiores. Las sensaciones pueden ser: • Cálido o frío • R u g o s o o su a v e

• Intermitente o permanente


PARTH 1: ! OS VIRUS MRSTALUS

• Afilado o lomo • Duro o blando • Situado en un lugar específico del cuerpo. Como veremos en el próximo aparcado, una manera eficaz de desactivar un desencadenante simple o com plejo consiste sencillamente en cambiar las submodalidades de los pasos inter­ nos claves. Así, modificaremos la manera en que damos un sen­ tido a lo que suele desencadenar el virus mental.

Superar la aracnofobia Karen era una de las participantes extranjeras en mis cursos de formación en PNL. Me contó que cerca de su casa, en Alemania, había caminos muy hermosos para salir a pasear. A e'lia le hubie­ ra gustado mucho salir con su hijo por estos senderos del bos­ que, pero tenía un virus desencadenante: un miedo compulsivo a las arañas. Cada vez que se planteaba salir a caminar por el bosque, se imaginaba a las arañas que la acechaban debajo de las hojas y detrás de los arbustos, esperando que se acercara para saltar sobre ella. -¿Qué te asusta de las arañas? -le pregunté. -Son negras y peludas, y tienen muchas patas -m e explicó-. Sólo pensar en ellas me pone los pelos de punta. -Sus ojos salto­ nes y el rechinar de dientes componían una actitud física c o n ­ gruente con sus palabras. -¿Acaso tienes miedo a las mariposas? -inquirí. -¿Qué? ¿Por qué habría de tener miedo a las mariposas? -A veces las mariposas son oscuras, tienen varias patas y son un poco peludas -sugerí. - S í, supongo que tienes razón, pero las mariposas no me. molestan. Yo mtenvaba dar con un coiitraciemplo, algo parecido a lo que le causaba Va íóbia. pero sin la carga emocional negativa. —Es posible que, de alguna manera, este temor te sirva, que saques provecho de él? -le pregunté*-. Los virus mentales siem-


I.os vints cl¿st’iu-v*cíiucinre¿s

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pre tienen una intención en apariencia positiva, o son prove­ chosos. -P u e s si encuentro una araña en casa y lanzo un grito, mi marido viene a rescatarme, y me siento protegida. El hecho de sentirse protegida se denomina beneficio secun­ dario. - S i pudiésemos eliminar este temor, ¿hay algo más que pueda hacer tu mando para que te sientas igual de protegida? Es muy importante sentirse protegido. Creo que es importante afir­ mar esa verdad ante cualquier cambio que emprendamos. Ella se lo pensó y sugirió un par de cosas que él probable­ mente estaría dispuesto a hacer. -Antes de que permitas que este temor desaparezca del todo, ¿crees que hay alguna situación en que sería útil conservarlo? -pregunté. -Tal vez estaría bien mantener una distancia razonable con las arañas potencialmente peligrosas -respondió Karen-, pero pienso que sería más útil tener cuidado en lugar de sentir el pánico que siento ahora. Le dije que estaba de acuerdo con ella y que eso me parecía lo más apropiado. Ésta es otra consideración importante cuando se trabaja con los cambios. En ciertas situaciones, el trabajo de los cambios debe estar en función del contexto, de modo que no se elimine el comportamiento en determinadas circunstancias, pues puede resultar necesario y adecuado. - S i tu marido está dispuesto a hacer estas pequeñas cosas con las que te sientes protegida, y si una atención apropiada puede sustituir al pánico, ¿hay otros aspectos en ti que se opon­ drían a renunciar al miedo a las arañas? -pregunté. -N o, supongo que no -d ijo ella. Decidí abordar el tema ayudándola a que cambiara sus representaciones internas de las arañas cambiando las submoda­ lidades. Cotejé las submodalidades de la araña con las submo­ dalidades de visualización de h s mariposas. Resultó que las sub­ modalidades en que habla más diferencias, las submodalidades motrices, eran ía cercanía y el color. Ella, se imaginaba las marii posas de cerca y en color, mientras que las arañas eran más dis­


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PARTE l: LOS VIRUS MENTALES

tantes y más grandes que su tamaño natural, y de un siniestro color gris y negro. A comjn.uación, le pedí que imaginara una gruesa placa de plexiglás que se interponía y la protegía de cualquier cosa que viera al otro lado de este material plástico transparente. -¿Te imaginas a ti misma detrás del plexiglás observando a una mariposa como la veías en color y de cerca? Al verse a sí misma en la imagen, Karen se distanciaba de su experiencia. El plexiglás proporcionaba un segundo nivel de prolección emocional. -S í, me veo a mí misma observando la mariposa. La observo con curiosidad y fascinación. -M u y bien, ahora recuerda que el plexiglás es lo bastante grueso para protegerte. ¿Puedes imaginar a Karen ante el plexi­ glás mirando a una araña de cerca con el mismo sentido de curiosidad y fascinación, en tamaño natural y en color, de la misma manera que ves a las mariposas? Karen se quedó pensando un momento, y luego pareció sor­ prendida. - E s muy raro, la verdad es que no me la puedo imaginar a ella haciendo esto, a... esa Karen del otro lado. -D e acuerdo. Ahora, esa Karen sabe algo que te podría ser muy útil. Sabe mirar a las arañas de la misma manera que. miras a las mariposas. ¿Hay algún aspecto de ti que se sentiría incómodo con el hecho de que tú tuvieras la misma habilidad que esa Karen? -M i intención era llevar a cabo una verificación de congruencia con otro aspecto inconsciente de ella. Volvió a reflexionar. - N o - r e s p o n d i ó - , r a e e n c u e n t r o b i e n así, s i e m p r e y m a n d o

tenga cuidado. Le pedí que imaginara que el plexiglás se desplazaba hacia arriba y se alejaba de ella. Le sugerí que se imaginara a esa Karen caminando hacia ella hasta que estuviera lo bastante cerca para que pudiese incorporarla en sí misma. Metafóricamente, esto representa la reintegración de esa Karen, ju n to con su nueva manera de ver las arañas, a sí misma. A continuación, quise comprobar si la integración era com ­ pleta.


Los virus ífesent<ict'£»um(o

-Ahora, devuelve e! plexiglás a su lugar. Imagínate una araña al otra lado. ¿Qué ves? -Karen parecía tranquila mientras imagi­ naba la araña, así que le pedí que quitara el plexiglás y volviera a visualizar la araña. -E s curioso -d ijo -. Estoy realmente fascinada y siento curio­ sidad. La verdad es que es una criatura de Dios, igual que las mariposas. -A partir de ahí, me situé en el futuro con ella, y le pedí que se imaginara de nuevo en Alemania, que paseaba con su hijo y que veía una araña de la misma manera. Parecía que se lo tomaba bien. Una última prueba para comprobar el éxito del proceso podría haber sido enseñarle una araña de verdad. Por desgracia, como había sucedido con los gatos unos días antes, [as arañas estaban al corriezne y habían desaparecido.

Solución antivírica número 1 Superar una fobia cambiando las submodalidades 1. Identifica la fobia y piensa: «¿Qué hay e n ------- (la fobia) que zne asusta o me sobresalta?». 2. Piensa en un contraejem plo, algo lo más parecido a la fobia que puedas imaginar, algo frente a lo cual reaccionas con sol­ tura y actúas con plenitud de recursos, por ejemplo, como la mariposa de Karen. 3. Piensa en el beneficio secundario, a saber, cualquier beneficio que obtengas del hecho de padecer esa fobia. «¿Qué prove­ cho obtengo o podría obtener con esta fobia?» 4. Piensa: «¿Cóm o pueclo conservar este provecho cuando me desprenda de la fobia?». Dedica el tiempo su ficien ­ te para que las respuestas se te representen de forma cons­ ciente. 5. Comprueba si el temor sería una conducta apropiada en algún otro contexto. «Ames de que permita que este temor desaparezca del todo, ¿hay alguna situación en que pudiese ser apropiado?» Reflexiona sobre las respuestas que te vienen a la mente.


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

6. La comprobación ecológica. ¿Hay algún otro aspecto de ti que se resista a desprenderse del miedo? Si la respuesta es afir­ mativa, encuentra la intención positiva de ese aspecto que se resiste y piensa: «¿Cómo puedo conservar... (la inten­ ción positiva del aspecto que se resiste) y, a la vez, despren­ derme del miedo?». 7. Contrasta las submodalidades de la fobia con las del contra­ ejemplo. En la mayoría de los casos, es más fácil trabajar con submodalidades visuales (cercanía de la imagen, encua­ dre en movimiento o fijo, blanco y negro o color, etc. Véan­ se ejercicios 7 y 8). Identifica las submodalidades motrices, es decir, las que más diferencias presenten entre el contrae­ jemplo y la fobia. 8. Para protegerte, toma distancias con tu experiencia imagi­ nando una gruesa capa de plexiglás que se desliza ante tus ojos. Imagínate frente al plexiglás experimentando el co n ­ traejemplo con las modalidades motrices (por ejemplo, la mariposa en primer plano y en color). 9. Imagina que miras a través del plexiglás y observa cómo experimentas aquello que desata la fobia con las mismas submodalidades que en el contraejem plo (por ejemplo, Karen veía a la otra Karen observando la araña de cerca y en color, con una sensación de curiosidad y fascinación). Com­ prueba que el plexiglás es lo bastante grueso para que te sientas protegido. 10. La reintegración. Ahora, quita el plexiglás. Imagina a aquella otra persona observando, con ia capacidad para manejar el desencadenante con plenitud de recursos. Imagina que eres capaz de incorporar ese «yo» a tu propia persona. 11. C om p ru eba el cam bio. Coloca el plexiglás donde estaba e imagina que miras el desencadenante. Fíjate en tu reac­ ción. Si estás tranquilo, quita el plexiglás y vuelve a obser­ var la experiencia. Si aún te sientes incóm odo, vuelve al punto 6. 12. Situarse en el futuro. Imagina un encuentro en el futuro con el desencadenante y en plenitud de recursos.


Los virus desencadenantes

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El curso de formación de PNL acabó en julio, y no supe más de Karen hasta diciembre. Me envió una tarjeta de Navidad agra­ deciéndome aquella sesión, y contándome que ahora solía pa­ sear con su hijo por el bosque. Le había perdido el miedo a las arañas.

Para superar la ansiedad ante las m atem áticas Doris era una cliente que a lo largo de un par de años me consul­ tó sobre diversos temas. Uno de los problemas que tenía era que quería presentarse a unas oposiciones en California para conse­ guir el título de profesora. Una parte del examen eran ejercicios de álgebra y geometría, pero ella había evitado estas asignaturas en el instituto y la universidad debido a un virus desencadenante. Tenía lo que se denomina ansiedad ante las matemáticas. -¿Alguna vez tuviste buenas notas en mates? - le pregunté, en busca de un comiaejemplo. -L a verdad es que creo que me iba bastante bien en mates hasta tercero de primaria. Ese año tuve a la señora Stonebreaker y... -D e pronto Doris se quedó boquiabierta, como si recordara algo. Me contó que cada vez que cometía un error en matemáti­ cas, la señora Stonebreaker la empujaba contra una estufa y Doris se quemaba. Su inconsciente había establecido una aso­ ciación entre las matemáticas y quemarse. ¡No era de extrañar que sintiera esa ansiedad! La intención positiva del virus mental, desde luego, tenía un sentido, es decir, protegerla y evitar que se quemara. Conviene señalar que la Terapia de Virus Mentales es dife­ rente de otras terapias en el sentido de que no es necesario saber cuál es el origen del virus; la terapia puede ser igualmente eficaz sin ese dato. En el caso de Doris, la causa surgió de forma espontánea. El proceso que decidí llevar a cabo para que Doris superara su ansiedad ante las matemáticas (un virus sencillo) se denomina colapso de anclas. -M e parece bien que este aspecto tuyo intente protegerte evi­ tando que te quemes - d ije - . Pero cada vez que te presentes al


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examen de matemáticas y te suspendan, ¿acaso no te quema pen­ sar que te estás quemando? Mi intención era demostrar a su inconsciente la incongruen­ cia de conservar la fobia. Se estaba quemando académicamente, y esta manera de pensar no favorecía su carrera. Le pregunté si. ahora que el peligro real de quemarse físicamente había desapa­ recido, algún aspecto de ella se resistiría a cambiar su manera de pensar acerca de las matemáticas para, así, favorecer su carrera. Cuando permitimos que los modelos que en el pasado nos obs­ taculizaron continúen con su «tarea» de fo rm a constructiva, obra­ rán a nuestro favor. A continuación, le pedí que pensara en estudiar matemáti­ cas. Ella respiró hondo, apretó las mandíbulas y en su mirada vi que se sentía incómoda y agitada. Me acerqué y la toqué en el codo izquierdo para instalar un ancla negativa. Le dije que se pusiera de pie y que caminara un rato hasta que su estado de ánimo cambiara. A continuación, puse a prueba el ancla Locán­ dole el codo izquierdo, como había hecho antes. Su rostro adop­ tó una expresión similar. -¿Cóm o te sientes? -pregunté. -Frustrada y bloqueada. -P o r lo visto, el ancla negativa ya estaba creada. El siguiente paso consistió en instalar un desenca­ denante de p o d e r , a saber, un conjunto de estados capacitadores anclados en su codo derecho. -¿Puedes pensar en una ocasión concreta en que hayas teni­ do una confianza total en ti misma? -pregunté. Ella asintió con un gesto de la cabeza. -Vuelve a esa experiencia com o si estuviera sucediendo en este momento. Y ahora, viendo lo que viste, oyendo lo que oíste v sintiendo lo que sentiste en esa ocasión, ¿cómo sientes los músculos faciales y la expresión de tu rostro? ¿Cómo era tu. pos­ tura entonces? ¿Cómo respirabas? Si conseguimos que alguien adopte la fisiología del estado deseado, utilizamos una de las maneras más rápidas para provo­ car que esa persona se identifique con ese estado. Doris se sentó más erguida, respiró profundamente y relajó la tensión en las mandíbulas.


Los virus desencadenantes

-A hora que tienes esta sensación de confianza tan firme, deja que crezca y avísame cuando llegue a su punto más alto -la mstruí. Observé atentamente sus músculos faciales y cuando descubrí una alteración que podía corresponder con ese punto, me incliné y le toqué el codo derecho. Ella me confirmó que era el punto culminame de ese estado. Le pedí que dejara que aque­ lla sensación se desvaneciera. Luego, repetí los pasos para que adoptara la fisiología del estado, anclándola en el momento que alcanzaba el punto máximo. Una vez más, le pedí que per­ mitiera que la sensación se desvaneciera. -¿Hueles las palomitas del piso de al lado? -pregunté. Sor­ prendida., ella me dijo que no. Le pregunté esto sólo para in­ terrumpir su estado y. a continuación, le presioné el codo dere­ cho. Su rostro se iluminó y, sonriendo., dijo que se sentía muy bien. La clave esencial para el éxito de un anclaje eficaz consiste en implantar el ancla en el momento culminante del estado deseado, o justo antes. Si al poner a prueba el ancla, no se hubie­ ra producido el estado deseado, o si de haberlo hecho fuera débil, es probable que el momento de implantación del ancla no fuera el correcto. En ese caso, tendríamos que volver atrás para implantarla de nuevo.

Solución antivírica número 2 La creación de desencadenantes de poder 1. Encuentra un lugar tranquilo donde puedas sentarte cóm o­ damente sin que te molesten. Relájate y respira pausada­ mente. 2. Recuerda un momento en que hayas experimentado con intensidad el estado deseado. Vive esa situación como si estu­ viera sucediendo ahora. Concéntrate en la perspectiva visual, los sonidos y, sobre todo, en las sensaciones que experimen­ tabas en aquella ocasión. 3. Para laJisiologia: cuando experimentes este estado capacitador, observa:


PAR1I-: i: LOS VIRUS MI: N IA L I S

- lu postura; - tu respiración; - los músculos de tu cara y la expresión de tu rostro, y - lo más importante, tus gestos y movimientos. 4. Escoge un a n d a cinestésica que te sirva para alcanzar este estado de forma sistemática. Te puedes locar o apretar: - el lóbulo de la oreja; - la muñeca; - los puños. • Puedes realizar un solo gesto: - los pulgares hacia arriba; - aplaudir; - poner un puño en la otra mano. También puedes incluir una p alab ra de poder (componente auditivo): -

5. 6.

7. 8.

9.

« ¡ S í !»

- «jBuum!» - Una palabra de poder que sea importante para ti. (Los mejores gestos, toques o sonidos son aquellos que ocu­ rren de forma natural cuando te encuentras en el estado deseado.) Intensifica las sensaciones asociadas con este estado. Cuando las sensaciones lleguen a su punto máximo, activa el ancla que habías escogido El punto crítico del proceso es que el estímulo coincida con el momento culminante de la experiencia, o justo antes de dicho momento. Modifica tu estado y ponte de pie, bebe algo o pasea durante un momento. Pon a. prueba el ancla activándola, es decir, experimenta el tacto, el sonido, o ambos. Si no vuelves al estado deseado, repite los puntos 2 a 8, o utiliza un estímulo diferente para tu ancla. Cada vez que, de manera natural, te encuentres en el estado deseado o en otros estados capacitadores, puedes dcumuKir tu desencadenante volviendo a anclar estos estados en el momento culminante de tu experiencia.


Los v;;ns (IcsL-naklcnanícs

8^

10. Puedes crear un ancla de poder mediante la acumu/ariíta de varios estados capacitadores diferentes empleando el misino estimulo.

Otro aspecto decisivo es que el ancla positiva en el codo derecho de Doris tenía que desencadenar una respuesta emocio­ nal positiva más fuerte que el estado negativo del codo izquier­ do. Me cercioré de que esto fuera así acumulando varios estados capacitadores en el mismo lugar de su codo derecho. A continuación, me incliné y le toqué ambos codos simultá­ neamente. Al principio, Doris se sorprendió y el rostro se le tor­ ció en un gesto asimétrico. Casi temía que en su cerebro se pro­ dujera un cortocircuito y que empezaran a saltar chispas. Su cerebro recibía un mensaje de ansiedad ante las matemáticas y, de manera simultánea, recibía otro estímulo para sentir confian­ za. Cuando este procedimiento funciona como deseamos, el ancla negativa, o virus, se colapsará. Los desencadenantes que en algún momento provocaron la ansiedad ante las matemáticas ahora producirán un estado neutral o, posiblemente, un estado positivo.

Solución antivírica. número 3 El colapso de las anclas 1. Crea un ancla, un estimulo específico para desencadenar el estado no deseado siguiendo los pasos 1 a 8 de la solución anterior. Ten cuidado de no construir un estado negativo demasiado intenso, y por ningún motivo acumules estados negativos. Al activar el ancla se debería desencadenar de manera clara el estado negativo. 2. Instala un ancla de poder con un estimulo diferente. Acumu­ la el ancla, de manera que las sensaciones capacitadoras posi­ tivas sean más intensas que el estado no deseado. 3. Activa ambas anclas simultáneamente.


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

4. Verifica esie procedimiento activando el ancla negativa ante­ rior. Si las anclas están colapsadas. experimentarás un esr.ado neutro o ligeramente positivo.

Verifiqué el cam bio en Doris acercándom e y presio n án ­ dole el codo izquierdo (el ancla anterior). Ella no registró nin­ gún cam bio de estado, ni positivo ni negativo. Le pregunté qué pensaba de) álgebra y la geometría que tenía que aprender para aprobar su examen. Me dijo que lo veía como un desafío,y que tenía ganas de enfrentarse a él. Ya que Doris no había seguido cursos de álgebra o geometría con anterioridad, no logró aprobar, aunque le faltó muy poco. Ambos confiábamos ■en que al intento siguiente lo conseguiría. No tuvimos opor­ tunidad de com probarlo, porque antes de que volviera a presentarse al examen decidió volver a Tejas para estudiar otra carrera. Ai ayudar a Doris y a otras personas a superar estos virus desencadenantes, descubrí otra clave para entender el secreto de mi amiga Dana.

C lave n ú m e r o 3: In co rp ora r d esen cad en an tes positivos de inversión en nuestro pensamiento.

Los desencadenantes de inversión La primera vez que entendí que los desencadenantes podían ser invertidos, es decir, que un desencadenante en apariencia negativo podía inducir un estado positivo, y que un desenca­ denante positivo podía producir un estado negativo, mi asom­ bro fue mayúsculo. Como he comentado más arriba, una visión positiva puede asociarse con un desencadenante negativo, y una circunstancia negativa puede tener un desencadenante positivo. Observad cómo los desencadenantes tiñen o distor­ sionan el sentido que le damos al hecho de conseguir lo que queremos en la vida.


Los

v i? lis

dcsaiccidaiantcs

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Ejercicio 9

Desencadenantes y desencadenantes de inversión Escribe una lista con algunas de las emociones positivas yalgunas emociones negativas que experimentas cuando piensas en ti mismo o cuando le imaginas en las siguientes situaciones: • • • • •

En una relación amorosa e íntima Tener mucho dinero Trabajar en el empleo actual Dedicarte realmente a aquellos proyectos que has postergado Decidirte a trabajar de verdad para cumplir con la declaración de intenciones formulada en año nuevo • Experimentar fracasos o reveses a lo largo de la vida. La gente suele afirmar que le gustaría mantener una relación de pareja sana e intima y, sin embargo, la idea de comprometer­ se con otra persona despierta el sentimiento de estar atascado o, quizá, de ahogo. Otras personas desearán sinceramente seguir adelante con su decisión de perder peso y, sin embargo, la idea de seguir una dieta o hacer ejercicio puede despertar una sensa­ ción de ansiedad o cansancio. En todos estos casos, un resultado en apariencia positivo despierta emociones carentes de recursos (un desencadenante positivo, un estado negativo). Éstos son ejemplos de desencadenantes de inversión negativos. La mayoría de nosotros hemos sido programados en la infancia para saber que no está bien cometer errores, Los aparentes fracasos y reveses pueden desencadenar emociones tan desagradables que. al final, ni siquiera lo intentamos. Imaginemos que pudiésemos invenir las situaciones que desencadenan estados negativos: a éstos los denominaremos desencadenantes de inversión positivos. Imaginad que cuando pen­ sáis en aquel proyecto que habéis postergado tanto, os embarga una sensación de euforia. Imaginad que pensarais en traba­ jar con unas ganas casi inaguantables de que llegue 1.a mañana del lunes paia empezar. Y que cada vez que alguien os rechaza, experimentáis un gran sentido de autoestima o ele potenciación.


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PARTI:. 1: I.OS VIRUS MENTALES

O supongamos que cuando un camarero lia sido maleducado, se desencadene, en vosotros un sentimiento de compasión, o la conciencia de que tal vez el hombre lo ha pasado mal ese día, o de que lo tiene muy mal en la vida. Si pudieseis cambiar el sig­ nificado que las diversas situaciones desencadenan en vosotros de forma automática, ¿cómo cambiaría vuestra vida?

Ejercicio 10 Cam biar e] sentido Pscri.be una lista de ciertos aspectos, comportamientos o hábitos de tu vida en que, si cambiaras el servicio de lo que haces, mejo­ raría radicalmente tu calidad de vida. Escoge siete aspecLos, com portamientos o hábitos en los que un cambio de sentido tendría el máximo impacto y poder de transformación en tu vida. ¿Qué nuevas em ociones o com portamientos te gustaría desencadenar para reemplazar a los antiguos? Una manera de desprenderse de los virus negativos asocia­ dos con lo que queremos en la vida es colapsar estas anclas de la misma manera que vo he ayudado a Doris a superar su ansiedad ante las matemáticas. Otro enfoque más sutil y potente consiste en utilizar la energía del virus como se utiliza la tuerza del golpe de un rival en las artes marciales, es decir, creando un desenca­ denante de inversión de la misma manera que mi amiga Dana lo hacía de manera inconsciente.

Superar el tem or al rechazo Leslie tenía un profundo temor al rechazo cuando se acercaba a los hombres. Pesaba casi cincuenta kilos de más. En una oca­ sión, asistió a un seminario impartido por uno de mis colegas que la escogió para demostrar a los participantes cómo superar el temor al rechazo. A Leslie le servía su virus mental en el senti­ do de que, si no se acercaba a los hombres, evitaba el dolor de sentirse rechazada. También le impedía mantener una relación íntima que evocara recuerdos dolorosos de su infancia y de otras


Los virus desencadenantes

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relaciones. Estas intenciones, desde luego, tenían su mérito, pero el virus desencadenante era, como de costumbre, incongruente. El exceso de peso de Leslie le garantizaba muchos rechazos, lo que le permitía mantenerse al margen de una relación potencial­ mente sana, asegurando que sus recuerdos de infancia y de otros fracasos en sus relaciones siguieran dominando su percepción de lo que podía ser una relación. Tras cerciorarse de que mantenía la intención positiva del virus, mi colega procedió a instalar en esta mujer un desencade­ nante de poder para inducir una confianza sin límites y una gran autoestima personal. También le pidió que imaginara a alguien conocido que le sirviera de modelo por su capacidad de reaccionar ante el rechazo y no sentirse emocionalmente herido. Después, instaló un ancla de rechazo. Activó el ancla de rechazo y luego el desencadenante de poder. Después de repetir este proceso varias veces, consiguió invertir el desencadenante de rechazo de Leslie.

Solución antivírica número 4 La instalación de desencadenantes de inversión 1. Establece un ancla para el estado no deseado y un desenca­ denante de poder como lo harías con el colapso de anclas. 2, En el momento de colapsar las anclas, activa simultáneamen­ te el ancla negativa y el desencadenante positivo. Por el con­ trario, cuando se trate de instalar un desencadenante de inversión, activa el ancla de rechazo, suéltala, y luego, inme­ diatamente después, activa el desencadenante de poder. Repi­ te esta operación hasta que al activar la anterior ancla negati­ va se activen automáticamente los estados capacitadores.

Mi colega verificó su trabajo con esta mujer pidiéndole a uno de los participantes que se acercara. Ella intentaría pedirle que salieran juntos, y él la rechazaría de forma inequívoca. El desen­ cadenante de inversión funcionó. Cuanto más rechazaba e insul-


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PARTÍ: 3: LOS VIRUS MENTALES

taba el hombre a la mujer, más confianza adquiría ésta, y más persistía amablemente en concertar una cita. Al parecer, este tra­ bajo la transformó por com pleto porque, seis meses después, Leslie había adelgazado de manera notable y mantenía una sana relación con un hombre. •

Solución antivírica número 5 Temor intenso o fóbico al rechazo Al trabajar con una persona cuyo temor al rechazo es demasia­ do intenso, o incluso fóbico, antes de implantar el ancla y el desencadenante hay que buscar un contraejemplo emocional. El cliente puede ser capaz de manejar con plenitud de recursos un sentimiento parecido al rechazo, com o el desacuerdo o Ja desaprobación. Para neutralizar la respuesta emocional abrumadora del virus desencadenante, seguid el procedimiento que he hecho con Karen y su fobia a las arañas. Recordad que ella se imaginó a sí misma frente a la protección del plexiglás y cambió las sub­ modalidades de su temor. Después, reintegró aquella persona al otro lado, que ahora tenía la capacidad de manejar con plenitud de recursos (o que antes la había aterrado. A partir de ese momento, instalad los desencadenantes de inversión. Cuando entendí cómo invertir ios desencadenantes, también entendí que mi amiga Dana lo bacía de forma inconsciente. La mayor parte de su experiencia, que en muchas personas provo­ caría resignación, en ella despertaba su sentido del humor, curiosidad y encanto. En ese momento comprendí por qué las cosas habían funcionado mal con el heroinómano del doctor Chopra. El viejo escenario familiar del tren había desencadena­ do en él la urgencia de consumir heroína porque no se habían tratado los virus mentales asociados con la drogadicción. Me pregunté cóm o sería la vida si fuera posible reinvertir todos estos virus desencadenantes molestos, que normalmente


Los virus cL'senair’en^mes

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nos discapacitan, y asi estimular estados como la confianza, la motivación, la emoción o la curiosidad, estados que nos benefi­ cian. ¿Cuánta energía y poder inyectaría esto en nuestra vida cotidiana? Al igual que los desencadenantes, es posible invertir la mate­ ria. Y, al igual que los desencadenantes de inversión, la materia invertida puede producir una energía enorme. Una forma de materia compuesta de partículas que tienen una carga eléctrica opuesta a la que poseen normalmente se denomina ¿ní-mifiteníi. Al entrar en contacto con la materia, la antimateria aniquila las partículas cargadas norm alm ente, produciendo energía pura. Esto es lo que establece la célebre ecuación de Einstein, E = mc¿. De hecho, un trozo de antimateria del tamaño de una moneda que entrara en contacto con la materia produciría urja explosión comparable a la de una bomba atómica. Hay quienes han sugeri­ do que la explosión de Tunguska, en la que pensaba mientras miraba la lluvia de meteoritos en la sierra, fue producto de un trozo de antimateria. Entonces me preguntaba si los desencade­ nantes de inversión pueden liberar una energía em ocional y mental de la misma magnitud.



4 Los virus restrictivos Ante la disyuntiva de cambiar de opinión o demostrar que no es necesario cambiar, casi todos se quedan en la demostración. J ohn

kenneth

G. nlbraith

Una fría y clara mañana de noviembre, me levanté de la cama y bajé a tomar un poco de zumo y a encender el calentador. Esta­ ba descalzo y, sin embargo, me sentía a gusto caminando sobre la alfombra. Al entrar en el comedor, sentí que los pies se me enfriaban al contacto con el duro suelo de madera. Finalmente, cuando llegué a la cocina, sentí el suelo gélido de la cerámica bajo los pies. Me pareció raro que estas rres superficies tuvieran tempera­ turas diferentes, así que cogí un termómetro y tomé las tem ­ peraturas, No fue poca mi sorpresa ai ver que en todas el termómetro marcaba 5 grados, es decir, la temperatura ambiente de las habitaciones. ¿Cómo se explica que yo p en sara que la cerámica estaba mucho más Iría que la alfombra? Las tres super­ ficies son un ejemplo de un fenómeno llamado incongruencia secuencia!; a pesar de tener la misma temperatura, la sensación de frío variaba de forma aleatoria. Además, siempre que hablo con otras personas que han tenido la misma experiencia, com­ parten esa idea errónea, o restrictiva, de que diferentes superfi­ cies presentan diferentes sensaciones de frío al tacto. Al parecer, ciertas creencias restrictivas son universales. 93


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Las creencias restrictivas ¿Qué tienen en c-omún estas personas? • • • •

Una persona obesa que sigue una dieta para luego dejarla. Un adicto al trabajo. Alguien incapaz de acabar una carrera. Una persona que mantiene una relación de dependencia.

La respuesta es que todas tienen creencias o valores restricti­ vos que pertenecen a la categoría de virus mentales llamados virus restrictivos. En el capítulo 3 hemos visto que los desenca­ denantes y los virus desencadenantes aparecen de íorma auto­ mática e inconsciente. Y, sin embargo, a pesar de que existen en un nivel tan profundo, son los virus mentales más fáciles de curar. Los virus restrictivos se aparecen en un nivel de pensa­ miento algo más consciente, en el nivel de las creencias y valo­ res. Aquí creamos nuestro modelo interno para comprender el mundo. Las creencias y valores filtran nuestra percepción de la realidad. En este nivel decidimos, de lorma inconsciente, a cuál de los innumerables estímulos que bombardean nuestros senti­ dos prestaremos atención y de cuáles prescindiremos. Aquí deci­ dimos qué cosas nos son placenteras y cuáles debemos temer en cuanto fuentes potenciales de dolor. Para ilustrar la magnitud de la influencia que tienen en noso­ tros los virus restrictivos, os contaré la historia de una mujer, que llamaremos Susan, que padecía un cáncer de mama avanza­ do en fase de metástasis. Esta mujer temía mucho por su estado, y su dolor físico era tan intenso que apenas podía caminar. Ya que los tratamientos de la medicina convencional ofrecían pocas esperanzas, decidió embarcarse en un programa alternativo de medicina ayurvédica (una forma de la medicina tradicional de India), masajes, terapia sensorial y meditación trascendental. Se sintió tan bien con el tratamiento que, en un nivel profundo, Uegó a creer que el temor y el dolor no eran necesarios. Al cabo de un tiempo, dejó de sufrirlos. Volvió a ver a su doctor para contarle, emocionada, que se


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habla liberado del dolor y que podía volverá caminar. La sometie-ron a nuevas radiografías y constataron que el cáncer persis­ tía. El médico, pobre de él, le aseguró a Susan que la terapia alternativa era una cuestión puramente mental, y que el dolor no tardaría en volver. Susan le creyó y, como era de esperar, vol­ vió a sentir dolor y miedo. Los terapeutas alternativos tardaron un tiempo en deshacer ei trabajo del buen médico, pero al final lo consiguieron. A pesar de que el cáncer seguía vivo, Susan reci­ bía lo mejor de lás terapias convencionales y no convencionales. Siempre y cuando Susan se sintiera cómoda, y convencida en un nivel lo bastante profundo de que el dolor y el temor no tenían por qué acompañarla en su enfermedad, podría liberarse de ellos. Cuando conocí el caso de Susan comprendí que todos tene­ mos creencias restnctivas que influyen en nuestra manera de dar un sentido a las cosas, creencias que nos impiden avanzar. «No puedo...», «No so y muy...», «... es demasiado difícil para mí o me llevaría demasiado tiempo». He reflexionado sobre si no habría alguna manera de cambiar estas creencias. Además, ¿cómo decidimos si hemos tenido éxito o no? ¿Por qué algunas personas tienen tantos problemas de dinero a pesar de que son relativamente brillantes y han recibido una buena formación? ¿Por qué otros tienen problemas en sus relaciones, o les cuesta disfrutar de buena salud? ¿Por qué es tan difícil realizar Jas acti­ vidades que nos benefician, como seguir una dieta o hacer ejer­ cicio o cumplir con nuestras resoluciones de ano nuevo? ¿Qué es lo que realmente nos motiva en la vida? Las creencias y los valores capacitadores constituyen la base de un com portam iento útil y flexible y de una com prensión adecuada de la vida. Constituyen los fundamentos de nuestros más nobles ideales y nos brindan una manera de medir cómo nos com portam os con esos ideales. Los virus restrictivos son como termitas, que corroen y debilitan’ e incluso algunas veces acaban por destruir, aquellos fundamentos, Para com prender los virus restrictivos, analizaremos más en profundidad el nivel en que se produce la infección, a saber, el nivel de las creencias v valores.

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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Las creencias y los valores Las creencias conforman el tejido de nuestros mapas internos' de la realidad, la tela en que pintamos la vida, las normas y expecta­ tivas en relación a cómo y por qué las cosas ocurren como ocu­ rren. Incluyen afirmaciones como las siguientes: • • • •

«Si ocu rre------- , es porque sucedió------- .» «Las personas s o n -------.» «Debería ------», o «No p u ed o ------- », o «Tengo que — ■ — .» «Cuando alguien h a c e ------- , significa q u e ------- .»

Los valores nos motivan en nuestro quehacer. Constituyen la fuerza motriz dei com portamiento humano. Lo que tememos nos provocará dolor, y aquello que esperamos con expectación será fuente de placer. Nuestros valores nucleares más profundos son estados emocionales positivos o negativos. Los valores son más abstractos que las creencias, y normalmente podemos hacer alusión a ellos con algunas palabras clave: relaciones, libertad, rechazo, paz espiritual, segundad, humillación, depresión, aven­ turas, etc. Observad que cada una de estas palabras es una nominalizaciñn, algo abstracto que no podemos ver, tocar o cargar en una carretilla. Un valor se asocia con un número determinado de creencias o normas, que indican en qué medida cum plim os con aquel valor. Le pregunté a Lynn, una querida amiga, qué era más importante para ella en una relación amorosa Dijo qne una de las cosas importantes para ella era sentirse-querida. Ése era uno de sus valores. Y luego le pregunté: —¿Cómo sabes cuándo te quieren? -Pues —replicó ella-, debo poder confiar en que mi compa­ ñero cumplirá lo que ha prometido, y debe estar dispuesto a compartir sus sentimientos, dolores y deseos, y debe estar cerca de mis hijos y tener paciencia con ellos. Aquello era una muestra de las ?iormas o creencias relaciona­ das con el valor de sentirse querida. Si el valor fuera el hilo de oro de un collar, las creencias serían las perlas que ensartamos en él.


Los virio nsinciivos

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La mayoría estamos convencidos de que no podemos cam ­ biar nuestras creencias, aunque éstas nos discapaciten. Esto es verdad en un ni ve i consciente, porque las creencias discapacitadoras, al igual que otros virus mentales, tienen una intención positiva. A pesar de nuestras más firmes decisiones de cambio, el inconsciente no abandonará la intención positiva y, por lo tanto, el virus mismo. Sin embargo, la verdad es que las creencias cambian con el paso del tiempo sin que nosotros nos lo propongamos. ¿Acaso no hay cosas que hace diez años eran verdades absolutas para vosotros pero que hoy os daría vergüenza reconocer como ideas propias? La Terapia de Virus Mentales7"1 nos permite cambiar nuestras creencias modelando de forma natural la manera en que éstas cambian inconscientemente. Al contrario de los desen­ cadenantes, no suele ser tan sencillo ni rápido cambiar las creen­ cias restrictivas, si bien es un proceso relativamente fácil. Sin embargo, suele ser más fácil, y da resultados más perdurables, cambiar ios valores relacionados con las creencias restrictivas. Ya que los valores existen en un nivel más abstracto de la concien­ cia, es posible que el cambio de un valor arrastre consigo todas las cuentas del collar (las creencias restrictivas relacionadas con el valor).

Tipos de creencias Las creencias se dividen en tres categorías: Hemos adquirido estas nociones a través de nuestras experiencias en la vida. Por ejemplo: Normas

-

de c o m p r e n s ió n .

Hace calor en verano y frío en invierno. I.as margaritas son más bonitas que las rosas. Si alguien me mira con ceño, significa que me censura. Comer demasiadas grasas insaturadas provoca enfermedades coronarias. - No puedo bailar porque no coordino bien.


i.

v m u i

M d.iN L A L .L S

Estas creencias pueden revelar agujeros o limitaciones en el mapa interno de la persona. Es evidente que hay lugares donde el verano es frío y el invierno es cálido, pero ¿quién dice que las margaritas sean más bonitas que las rosas? ¿Cómo sabernos que una persona que frunce el ceño nos censura y que no se trata de un tic facial? ¿Estamos seguros de que no poseemos la coordina­ ción necesaria para bailar? Se trata de grandes generaliza­ ciones acerca de las personas, el dinero, la vida, el trabajo, el sexo opuesto, etc. C

r h h n c í AS

NUCLliARES GLOBALES.

• La vida no es justa. • Los hombres sirven para solucionar problemas, y por eso carecen de la sensibilidad para apreciar los sentimientos de una mujer. • El dinero es el germen de todo mal. • Aunque la mona se vista de seda...

Ejercicio 11 Las creencias nucleares restrictivas Para cada uno de estos cinco aspectos en la vida (la gente, la vida, el dinero, el trabajo y el sexo opuesto) escribid cinco creencias nucleares vuestras que podrían limitaros de alguna manera. Estas afirmaciones suelen adoptar !a forma siguiente: «La gente e s ------- », «La vida e s ------- », «Las mujeres/los h o m ­ bres s o n ------- », etcétera. LA GENTE

El.

1. 2. 3. 4. 5.

1.

2. 3. 4. 5.

DINERO

La ví da

El

1. 2. 3. 4. 5.

1.

2. 3. 4. 5.


Los virtí.s' restrictivos L a s -MUJERES / LOS HOMBRES

1. 2. 3. 4. 5. Las creencias nucleares globales pueden ser capaciíadoras o discapacitadoras. Ya que la mayoría son simples clichés o afir­ maciones carentes de lógica que no se pueden demostrar ni en un sentido ni en otro, ¿por qué no escoger las más capaciíadoras? • A pesar de que la gente no hace lo que yo quiero, hace lo que puede. • El dinero me da la libertad y la posibilidad de desarrollar mi potencial intelectual, material y espiritual. • La vida es un don y nos brinda la oportunidad de hacer al^o que valga la pena aquí en la Tierra. Las CREENCIAS DL: UMBRAL. Son las norm as que nos permiten saber que estamos incorporando un determinado valor. Supon­ gamos que el bienestar económico es un valor importante para vosotros, el hilo de oro de vuestro collar. La pregunta para indu­ cir las perlas (vuestras creencias de umbral) es: «¿Ccwo sabéis que gozáis de bienestar económico (o de cualquier otro valor)?». Podríais responder. • • • •

«Cuando «Cuando «Cuando «Cuando

tengo un sueldo d e ------ - dólares al año.» ten g o -------dólares en inversiones.» ten g o-------dólares en cuentas de ahorro.» tengo una fortuna neta d e -------dólares.»

Las creencias de umbral son el rasero con que medimos el éxito que hemos tenido en lograr Los valores y objetivos que nos proponemos en la vida. Muchas personas, en opinión de los demás, gozan de un gran éxito, pero son infelices porque no son


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PARTE l: LOS VIRUS MENTALES

conscientes de su propio éxito. Jam ás han establecido una norma clara y mensurable para saber cuándo están viviendo o cuándo han alcanzado aquello que se han propuesto, lo cual es comparable a un piloto que despega en su avión sin destino y sin un método demasiado claro para saber dónde se encuentra.

Tipos de valores Hay cuatro categorías fundamentales de valores: Los VALORAS COMO medio. Muchas personas tienen como valo­ res el dmero, las relaciones amorosas y una carrera gratificante. Éstos no son estados emocionales en sí sino medios para experi­ mentar ciertos estados emocionales. Los VALORriS COMO FIN. Cuando alguien me dice que tener dine­ ro es un valor importante, estoy de acuerdo con que el bienestar material es positivo y vale la pena. Sin embargo, preguntaría. «¿De verdad quieres un montón de papeles verdes con retratos de notables presidentes fallecidos?». Desde luego, no es eso lo que desea la mayoría de las personas. Si preguntamos: «¿Qué es importante p ara ti en el hecho de tener dinero (o cualquier otro valor como medio)?», escuchare­ mos respuestas como «seguridad», «libertad» o «poder». Éstos son valores como fin, es decu, motivaciones ocultas o implícitas en el deseo de poseer dinero. Ln realidad, las personas no desean las relaciones. Una rela­ ción no es sino un medio para obtener un sentimiento de perte­ nencia a un grupo o a una sociedad, para sentir pasión, no sen­ tirse solo o estar enamorado, y aquí hablamos, una vez más, de valores como fin. Una carrera profesional gratifícame es un medio hacia un estado o una sensación de creatividad, de no sentirse económicamente atrapado, o sentirse capaz frente a los desafíos que representa el trabajo. Los valores conio tin generan la motivación, la materia emocional oculta en cualquiera de nuestros objetivos.


Los virus restrictivos

Los

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Se trata de valores que se afirman en lo positivo. Son estados o experiencias que, espera­ mos, nos brindarán placer. valores

COMO APROXIMACIÓN.

• Me fascina la aventura. • Quiero emoción y pasión en mi relación amorosa. • Me fascina trabajar con la gente y aprender cosas nuevas en mi carrera. Los v a i ORES C O M O DISTANC1 A M IE NT O. Son los valores que no deseamos en nuestra carrera profesional, en nuestra relación o en nuestra vida. Son estados y situaciones que evitaríamos a cual­ quier precio. • No soporto a los jefes rígidos y despóticos. • No pienso ser pobre. • Jamás haré las cosas que hizo mi madre! Uno de los problemas de la motivación a partir de valores como distanciamiemo es que nos concentramos en lo que no deseamos, que es com o intentar avanzar mirando hacia atrás. Cuando fijamos la atención en alguna cosa, aquello se crece en nuestra conciencia. La mujer que insiste en que jamás será como su madre tiene grandes posibilidades de ser exactamente igual a ella. Los valores de distanciamiento pueden ser un signo de experiencias emocionales importantes del pasado que no han sido resueltas. Los virus mentales restrictivos son defectos de nuestras creencias y valores que nos conducen a ideas y comportamien­ tos incongruentes.

Para qué nos sirven los valores y las creencias Los valores positivos que esperamos nos brinden placer, así como los valores negativos que evitaríamos a cualquier precio, filtran aquello a lo que debemos prestar atención y dedicar núes-


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i'AK i t 1: I OS VIRUS MHNTALUS »

tro tiempo. Además, los valores nos permiten evaluar la gestión de nuestro propio tiempo. Cuando no estamos contentos con la manera en que organizamos el tiempo, hay un conflicto de valo­ res. Una parte de nosotros piensa que deberíamos estar hacien­ do esto, y otra parte piensa que deberíamos hacer lo otro. Los valores proporcionan el impulso cinestésico implícito en la motivación. Cuando nos motivamos para ha,cer algo, lo hace­ mos porque esperamos tener la experiencia de un estado positi­ vo (valor) o porque intentamos evitar un estado negativo (valor). Bob, un participante en uno de mis seminarios, tenía muchos problemas para encontrar una motivación en el trabajo. Le pedí que recordara una época en que se había se?nido muy motivado en el trabajo. -E n una ocasión trabajé para eí departamento de asistencia i.écnica de una gran empresa de ordenadores, y me sentía bas­ tante motivado. -D e acuerdo, vuelve a ese momento como si estuviera suce­ diendo ahora -su gerí-. Cuando empezaste a sentirte motivado, ¿qué emoción o estado experimentabas7 -M e sentía muy emocionado con rodas las cosas nuevas que aprendía -respondió. La emoción ante el nuevo aprendizaje era un valor que proporcionaba a Bob el resorte cinestésico, al menos cuan­ do se sentía motivado. Le pedí que recordara otras ocasiones en que se había sentido especialmente motivado en el trabajo, y pregunté qué valores se ocultaban tras esa motivación. Descubrimos que algu­ nos de estos valores no existían en su empleo actual. A veces, cono­ cer los valores que nos motivan en nuestra profesión nos permite realizar cambios logísticos sencillos en nuestro empleo a fin de lograr una mayor motivación. F.n otros casos, puede que un cambio de empleo sea la única alternativa para obtener la satisfacción que sólo puede proporcionamos la realización de estos valores. Ejercicio 12 Inducción de los valores 1. Piensa en un aspecto de tu vida que. en tu opinión, podría mejorar tu profesión, tu desarrollo personal, tus relaciones,


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. ----- -. . —

Lc-s virus restrictivos

tu economía, tu vida espiritual o social, u otro aspecto impor­ tante. Recuerda un momento en que le sentías muy motiva­ do en este.aspecto. ¿Qué emoción sentías o en qué estado te encontrabas cuando empezabas a sentirte motivado? Pon una etiqueta a ese sentimiento. Recuerda que puede ser algo positivo -c o m o sentirse integrado en la sociedad, actuar con un sentido de aventura, sentirse creativo-, o puede ser un valor de distanciatniento -co m o el temor a ser despedido del empleo, o el temor a la agresividad remante en tu relación con otra persona-. Cual­ quiera que sea su característica, anótalo. No ló juzgues como correcto o incorrecto. A continuación, piensa en otro momento en que te sen­ tías especialmente motivado en el aspecto de tu vida que has escogido. ¿Qué em oción o estado experim entabas cuando comenzabas a sentirte motivado? Escríbelo. Repite este pro­ cedimiento hasta que se. te acaben los ejemplos. Pregúntate: «¿Qué ocurriría si renunciara a esto (el aspecto que has escogido, es decir, el trabajo, las relaciones, la ges­ tión de tu economía o una búsqueda espiritual.''?». Anota lo que se te ocurra. Esto te dará valores de motivación adiciona­ les. Si la infidelidad del otro te llevara a renunciar a una rela­ ción, la fidelidad es un valor importante para ti. Si la posibili­ dad de perder tres mil dólares o más en inversiones te haría renunciar a invertir, entonces los valores seguros o de bajo riesgo serán importantes para tus inversiones superiores a tres mil dólares. Elabora una lista de valores tomando esta idea como base. Ante una situación que te haría renunciar a algo en un aspec­ to determinado, pregúntate: «¿Si esto ocurriera, podría pasar alguna otra cosa que me motivara a volver?». Escribe acerca de estos valores. Si nada te convenciera para volver, has des­ cubierto uno de tus valores lundamentales. Establece una prioridad entre los valores que has encontrado en los puntos 1 a 3. ¿Cuál es el valor más importante7 ¿Cuál es el valor que le sigue? Y así sucesivamente. Para ampliar tu lista de valores, pregúntate: «¿Qué es impor­


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

tante para mí en... (el aspecto que has escogido)?». Incluye estos valores en tu lista de prioridades de acuerdo con su importancia. 6. ¿Satisfaces actualmente los cuatro o cinco valores más impor­ tantes que has consignado en tu lista de prioridades? Si no es asi, ¿qué cambios tendrías que introducir para satisfacer estos valores? Las creencias son útiles porque nos brindan una com pren­ sión, un sentido y un orden de las cosas que, de otra manera, nos parecerían experiencias vitales aleatorias y caóticas. El hecho de dar un sentido a las cosas (aunque éste sea erróneo) parece ser una característica fundamental del ser humano. Las creencias de umbral nos permiten saber cuándo satisfa­ cemos un determinado valor al plantearnos la pregunta: «¿Cómo sabré que estoy experimentando-------(el valor)?».

Ejercicio 13 Inducción de las perlas Ante cada uno de los primeros cuatro valores del Ejercicio 12, pregúntate: «¿Cómo sabré que he conseguido------ - (el valor)?». O: «¿Qué debería ocurrir para que experimentara ------- ?». Incluye en la lista todas las normas (creencias) que encuentres. ¿Te ayudan tus creencias de umbral del Ejercicio 13? ¿Te facilitan la vivencia de tus valores más importantes? ¿Te di­ ficultan el no vivirlos? Si no es así, puedes v o lv erá diseñar­ los con las técnicas presentadas en este capítulo y en el capí­ tulo 15: Las creencias Jv los valores, al unísono, influyen en el senti* do que damos a la vida, en la claridad y coherencia de nuestro pensamiento, en nuestra orientación en la vida y, finalmente, en nuestro destino. Las creencias y valores capacitadores abren toda una gama de posibilidades para una existencia rica y satis­ factoria. Las creencias y valores discapacitadores pueden parali­ zarnos .


Loi virus restrictivos

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El problema de las creencias Tony Robbms pregunta: «¿Creéis que nuestras creencias y valo­ res forman parte de un plan maestro elaborado a partir de deci­ siones inteligentes temadas a lo largo de la vida?». Su respuesta es: «¡Casi nunca!». Lo más probable es que nuestras creencias y valores hayan nacido de la azarosa secuencia de experiencias dolorosas y placenteras, principalmente durante nuestra infan­ cia, y de nuestro intento de darles un sentido. En general, vivi­ mos sobre la base de creencias y valores que nunca hemos esco­ gido, de manera consciente, y nos movemos en una dirección que desconocemos, hacia un destino del cual aún no tenemos la clave. Uno de los problemas específicos de nuestra manera de pen­ sar es que solemos confundir nuestras creencias con nuestra identidad. Si discutimos con alguien acerca de sus creencias sobre política, religión o valores personales, esa persona podría pensar que la estamos atacando a ella. En mis seminarios de aprendizaje dinámico, he demostrado que el aprendizaje puede estar libre de tensiones y ser fluido. He conseguido que los par­ ticipantes hagan cosas que no creían posibles, como memorizar vocablos del portugués a un ritmo de cien palabras por hora, o dibujar con facilidad por primera vez en sus vidas, o romper tablas con sus propias manos. Aun así, a veces las personas están tan apegadas a sus bloqueos de aprendizaje que se sienten real­ mente ofendidas si se les sugiere que pueden hacer cosas de las que se sienten incapaces. Todos hemos experimentado grandes dificultades, incluidas las de aprendizaje, hasta lograr una com ­ prensión de la vida. Y apegamos a esa comprensión, sea verda­ dera o no, puede resultarnos mucho más cómodo que elegir lo que se percibe como alternativa (la confusión). Otro problema con las creencias es que constituyen la base de las normas y expectativas de la conducta social. Se ha dicho que todos los problemas en una relación son problemas de nor­ mas. Esperamos una determinada conducta y descubrimos otra diferente. Recordad una época en que estuvierais enfadados con. alguien. ¿Os molestó esa persona porque hizo o dijo algo que no


PARTÍ- I: LOS VIRUS MENTALES

esperabais que hiciera o dijera? En mi experiencia, jamás he visto un problema que no fuera un problema de normas y creen­ cias. ¿Por qué se enfada la gente con las noticias? ¿No será por­ que esperan que los demás actúen de forma más inteligente? La clave para resolver los problemas con alguien que apre­ ciáis consiste en descubrir las creencias en conflicto. Desde esa perspectiva, no se traía de saber quién tiene la razón sino de comprender que vuestras creencias son diferentes. Entonces podéis aceptar las diferencias o volver a diseñar las creencias. Tengo una tía que mantiene la creencia, aunque no lo diga, de que cada vez que alguien va por unos días a su casa debería, al cabo de aproximadamente una semana, mandarle una nota de agradecimiento. Así se demuestra el afecto. En el entorno de mi familia más próxima, por el contrario, cuando nos hospedamos en casa de alguien sencillamente le agradecemos de palabra su hospitalidad. Una nota de agradecimiento parece una formali­ dad innecesaria. Después de haber visitado, a mi tía una vez al año durante varios años, un día acabó molestándose conmigo porque yo nunca le enviaba notas de agradecimiento. Desde luego, ambos teníamos un valor en com ún, a saber, el afecto. Pero nuestras normas y creencias acerca de cómo comunicamos a los demás nuestro afecto eran diferentes. Además, cuando con­ versé con ella acerca de esto, mi tía estaba convencida de que tocio el mundo compartía la idea de que uno debería enviar una nota de agradecimiento al cabo de una semana. Cualquiera que no lo supiese era simplemente un ignorante. Cuando ambos reconocimos nuestras mutuas opiniones y aceptamos la creencia del otro, nos quedamos mucho más tranquilos. A mí no me importaba mandarle las notas y, si no lo hacía, ella entendía, por mis agradecimientos verbales, que yo le tenía afecto. Esta histona ilustra otro problema que tenemos con nuestras creencias profundas. Solemos pensar que éstas son universales («cualquier persona razonable pensaría como yo»). Si no, son seres irracionales, y es probable que constituyan una amenaza. Cuando discutís con alguien, ¿no os suele suceder que pensáis que cualquiera (excepto la persona con quien discutís) apoyaría vuestra opinión?


i..os virus i'cmi inivw

Píe leído una alarmante estadística según la cual el 80 por ciento de tos actos violentos tienen sus raíces en la venganza. La necesidad de venganza surge a partir de un sentimiento de trai­ ción. Y si pensamos por qué nos sentimos traicionados, veremos que es porque alguien lia atentado contra nuestras cree na as o expectativas acerca de lo que ese. alguien debería o no debería hacer. H1 grado de violencia imperante en una sociedad también puede ser una medida de. la mllexibilidad de las personas ante los virus mentales de creencias restrictivas. Las creencias proporcionan normas para medir éxitos y fra­ casos. Aquí también podemos inducir estas creencias de umbral con la sencilla pregunta: «¿Cómo sabem os cuándo tenemos éxito?», o: «¿Qué ha de ocurrir para que sintamos que hemos alcanzado el éxito?». En el capítulo 14 profundizaremos en las razones del éxito y el fracaso. El problema para muchos, no obs­ tante, es que jam ás hemos decidido conscientem ente lo que debe ocurrir para decir que tenemos éxito. O, peor aún, con nuestras creencias personales, el éxito es casi imposible de alcan­ zar. Así, hay muchas personas que, a ojos de los demás, viven en la abundancia económica y en la riqueza social y material, pero que tal vez no piensen en sí mismas como personas de éxito. Una última idea acerca de cóm o las creencias nos limitan proviene de la antigua filosofía védica de la India. Desde una perspectiva védica, la necesidad fundamenta] de apegarnos a nuestras creencias se debe a nuestro temor a lo desconocido. Por las experiencias de la vida, especialmente en la infancia, a veces lo desconocido nos ha deparado sorpresas penosas y dolorosas fin la medida en que las creencias estructuran nuestros mapas internos de la realidad, nos proporcionan la comodidad v la ilu­ sión de conocer lo desconocido. Sin embargo, olvidamos el supuesto básico de la PNL, a saber, que el mapa no es igual al territorio. Cada una de nuestras creencias acerca de c ó m o es la vida, o c ó m o JebenYi ser. es s ó l o una a p r o x i m a c i ó n a lo que en realidad es. Cuanto más grande sea la brecha entre cómo pensa­ mos que las cosas deberían ser y cómo son en realidad, mayor será la probabilidad de que experimentemos desilusiones y frus­ tración.


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También desde la perspectiva védica, el momento presente contiene posibilidades casi ilimitadas de aquello que puede ser, y el presente es totalmente desconocido. Vivir de manera espon­ tánea en el presente con un sentido infantil de la curiosidad, la alegría y lo maravilloso, como mi amiga Dana, consiste en entre­ garse a lo desconocido que hay en el presente. Todas las creen­ cias o nociones que conocemos rígidamente como verdades sólo proyectan fronteras y limitaciones sobre las posibilidades ilimi­ tadas de lo que para nosotros es correcto en el aquí y ahora. Tal vez en ciertas ocasiones deberíamos temer más lo conocido que lo desconocido. Las peores atrocidades de la guerra y de la vio­ lencia social han nacido de diferencias de opiniones políticas y religiosas, donde cada bando alega que sabe positivamente que tiene razón.

Los virus m entales restrictivos «Jam ás seré como mi madre!», exclamó Dorothy. enfadada. «Mi madre era una mujer con talento que podría haber hecho una carrera espectacular. Pero en su tiempo no estaba bien visto que una madre no se quedara en casa con sus hijos. Así que decidió renunciar a su cañera, pero hizo que todos en casa nos sintiéra­ mos culpables por lo que había sacrificado.» Dorothy quería ser diferente, así que estudió para poder ejer­ cer distintas profesiones. Sin embargo, el problema era que seguía infectada por el virus mental restrictivo de su madre. De manera inconsciente, compartía la idea errónea de que seguir una carrera, ser madre y tener una relación amorosa eran reali­ dades no compatibles. Su motivación para seguir una profesión se basaba en un valor de distanciamiento. en no ser como la madre. Dorothy padecía la primera de tres formas diferentes que adoptan los virus mentales restrictivos y que podemos describir de la siguiente manera: o nr; d i s t a x c i a m i f n t o n o s a n a d o s . La motivación de Dorothy se basaba en el temor al dolor asociado con una ex­

V ai

ores


Los \ irus

restrictivos

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periencia emocional no sanada en ía que estaba implicada su madre. Al intentar de manera inconsciente no ser com o su madre, centraba su atención en ella. Sólo conseguía crear un escenario que validara la creencia errónea de su madre. í.a consecuencia de este lipo de virus mentales se denomina incongruencia secuencia!, o resultados incoherentes, como suce­ día con la superficie de los suelos en mi casa. En el caso de Dorothy, su carrera profesional fue una sucesión interminable de tentativas y abandonos. Estudió para agente de turismo, pero antes de empezar a trabajar en esa profesión decidió que no era para ella. A continuación, estudió pedagogía y consiguió su licenciatura. Pero antes de empezar su primer trabajo, encontró razones para no dedicarse a la enseñanza. Cuando por fin empe­ zó a trabajar de vendedora, dedicaba un par de meses a esa tarea, hasta que encontraba algún defecto en la empresa, en los em ­ pleados o en el producto. Entonces abandonaba y se buscaba otro empleo. ¿Cuántas personas conocéis que constantemente empiezan y abandonan una dieta de adelgazamiento o sus pro­ gramas de ejercicio físico? Un día una persona se mira en el espejo, no le agrada lo que ve y decide seguir una dieta o hacer ejercicio. El valor motivador es no engordar, o no ser débil. Aquí, de nuevo, el problema de una motivación que se basa en un valor como distanciamiento es que hay que pensar en ser gordo o débil. Por otro lado, cuanto más éxito tenga esa persona haciendo régimen o ejercicio, menos se imaginará como gordo o débil, y menor será la motivación para seguir adelante. Por el contrario, si nos movemos hacia la imagen de una figura esbelta y sana, cuanto más nos acerquemos al objetivo, mayor será nuestra motivación. Deberíamos analizar si hay aspectos de nuestra vida en los que se adivina ese modelo de alternar éxitos y fracasos. Hay una gran probabilidad de que el impulso del modelo sea un valor de dis­ tanciamiento. También es importante tener conciencia de que un valor de acercamiento expresado positivamente puede tener com­ ponentes de distanciamiento no sanados. Cuando Lynn dice que quiere que los hombres respeten sus valores, puede que aún con­ serve recuerdos dolorosos de hombres que no los respetaron.


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Pueden surgir problemas cuando los valores están mal asignados en una jerarquía de prioridades. ¿Alguna vez os han reprochado vuestra necesidad de controlar, de ser agradable con los demás o de tener razón la mayoría de las veces? ¿Acaso la necesidad de tener éxito en el trabajo inter­ fiere con la vida familiar o con nuestra salud? ¿O quizá nos divertimos tanto pasándolo bien que no nos queda tiempo para hacer otras cosas? Todos estos son ejemplos de valores contra­ producentes porque son demasiado importantes. Por otra parte, las personas que siempre tienen problemas de dinero o que padecen de mala salud jamás sitúan ni el dinero ni la salud enire sus diez valores principales. La jerarquización ade­ cuada de los valores permite que la vida fluya en la dirección que hemos escogido. Los valores mal asignados crean virus men­ tales. Nuestro quehacer se vuelve contra nosotros mismos e intentarnos nadar contra las corrientes de la vida. V alores

mal a sig n a d o s.

Uno de los supues­ tos de la PNL es que si creemos que somos capaces de hacer algo, tenemos razón, y si pensamos que somos incapaces, tam ­ bién tenemos razón. Si pensáis que sois capaces de aprender cál­ culo infinitesimal, tenéis razón, y si pensáis que no lo sois, tam­ bién tenéis razón. Las creencias restrictivas («No soy demasiado brillante», o «No soy at.ractivo/a», o «No tengo buena coordinación motriz») acaban por demostrarse ciertas, aunque no lo sean. He aquí una manera de identificar los virus restrictivos en forma de creencias restrictivas que pueden obstaculizamos: L as

creen cia s o d ecisio n es r estrictiva s.

Ejercicio 14 L as c r een c ia s restrictivas Piensa en un aspecto de tu vida que podrías mejorar; la carrera profesional, la economía, las relaciones o el crecimiento personal y espiritual. En el marco de ese aspecto, reflexiona sobre lo que obstaculiza o dificulta tu progreso. Elabora una lista de esos obs­ táculos con este modelo de declaración:


• • • •

«No pu ed o— .» «Me cuesta mucho — .» «No debería -—.» «Tengo q u e — .»

¿Cómo cambiaría tu vida si pudieses cambiar cada una de estas creencias? Al igual que otros virus mentales, las creencias o decisiones restrictivas tienen una intención positiva. A m enudo, esta intención se traduce en seguridad o en «protección» para que la persona no sufra humillación, vergüenza o sentimientos de fracaso experimentados en el pasado. Puede que mi hermana fuera mucho m ejor estudiante que yo cuando tenía diez años, así que a los veinticinco sigo creyendo que no soy demasiado brillante. Quizá tuve una experiencia negativa hace diez años, o fracasé en mi intento de crear mi propia empresa, así que todavía me parece más seguro pensar que no soy capaz de montar una empresa. Las creen cias restrictivas com o virus m entales crean un agujero o punto ciego, en el sentido de que omitimos la p e r­ cepción o experiencia que contradiga las creencias restricti­ vas, a saber, las pruebas qúe podrían indicar que de verdad soy atractivo/a, o que podría ganar mucho dinero, o aprender una lengua extranjera. La intención positiva consiste en pro­ tegernos emociorialmente, y la conducta negativa se, produce porque actuamos como si la creencia fuera verdad, aunque tal vez no lo sea. Una de las cosas que admiraba en mi amiga Dana era su capacidad para conseguir cosas que otras personas habrían considerado imposibles, sencillam ente porque nadie le h abía dicho que no podía hacerlo. Y aunque le dijeran que no era capaz de encontrar la cabaña de sus sueños, o que no podría conse­ guir la terapia que requería, o que no podría vivir en una bar­ caza, ella acababa encontrando una fórmula. Me sorprendía que no significara un gran esfuerzo para ella perseguir aquello en que creía. Reflexionando sobre esta virtud de mi amiga, des­ cubrí otra clave de su manera de pensar.


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PARTE l: L O S VIRUS MENTALES

C lave número 4; Cuando nuestros valores se alinean a d ecu a ­ dam ente, avanzam os hacia lo que nos es importante de fo r m a automática e inconsciente. Alinear los valores es como poner a pumo el motor de un coche de gran cilindrada. Un ejemplo de valores en conflicto sería intentar conducir un coche de seis cilindros con sólo dos o tres en funcionamiento.

Para m ejorar la salud personal Lma persona, a la que llamaré Richard, fue a ver a un colega mío, al que llamaré Tim. Richard decía que estaba demasiado obeso, que quería dejar de fumar y que no gozaba de buena salud. Su hermano y su padre llegaron a pesar lo mismo que él ahora, y ambos habían muerto más jóvenes de lo que él era. -¿Q u é cosas son importantes para ti en la vida? -preguntó Tim, pensando que eso era lo que Richard quería. Tim orientó a Richard en un ejercicio similar al que hemos hecho en el núme­ ro 12, para sacar a relucir sus diez principales valores en la vida. Había una ausencia patente en su lista de valores, pues la salud no figuraba entre ellos. —¿No notas algo raro en tu lista? -le preguntó Tim mientras se la mostraba. -N o -respondió Richard. -¿Dónde está la salud? -preguntó Tim. -¡Vaya! Supongo que no es uno de mis diez valores princi­ pales, aunque debería serlo. Se trataba de un caso clásico de virus mental restrictivo en forma de un valor mal asignado. Más tarde, Tim descubrió que el valor principal de Richard era la familia. Tim y yo pensamos que, a menos que el valor pri­ mordial de una persona sea claramente discapacitador o un foco de incongruencia, es preferible dejar ese valor en su lugar. Ya que la salud ni siquiera era uno de los diez valores principales de Richard en la vida, Tim pensó que sería útil ayudarlo a con­


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vertirlo en su segundo valor más importante. Si es el inconscien­ te el que establece las prioridades, ¿cómo se procede, a partir de entonces, para instalar un valor, o modificar el orden de los ya existentes? Uno de los procedimientos consiste en inducir submodali­ dades del valor primordial, proceder de la misma manera que para un valor menos importante, y encontrar las submodalida­ des que sean más diferentes, es decir, las submodalidadc’s motrices. La entrevista de una terapia de virus mental se desarro­ llaría más o menos de la siguiente manera. —Richard -dice T im -, cuando te imaginas el valor que asig­ nas a la familia (Tim prefiere utilizar una representación visual), ¿cómo la ves? ¿En blanco y negro o en color? ¿De lejos o de cerca? ¿Qué lugar ocupa en tu campo visual? Tim pasa revista a las submodalidades visuales. Anota estas submodalidades y repite el procedimiento para el siguiente valor en la lista. Luego pregunta: -Cuando contrastas cómo te representas a la familia con cómo te representas este otro valor, ¿cuáles son las grandes diferen­ cias? -Q u é raro. Parece que la familia está mejor definida, tiene más color y está, situada más arriba y hacia la izquierda. El otro valor está más abajo y a mi izquierda. -D e acuerdo. Y ahora, ¿cómo visualizas la salud? -p reg u n ­ ta Tim. —Es un poco vaga y borrosa. -D e acuerdo. Ahora, imagínate una buena salud con tonos brillantes y en color, como lo has hecho con la familia, y en el mismo lugar, hacia tu izquierda. Luego, muévelo hacía abajo y a la izquierda, só/o un p o co , y haz que ter.ga un poquito menos de color que la familia. ¿Lo tienes? -pregunta Tim. A continuación, le pide a Richard que se aleje un poco de la submodalidad de la familia, de modo que la salud no reemplace su valor primordial. -S í, lo veo muy diferente -responde Richard. Tim lleva a cabo una comprobación ecológica para asegurarse de que no hay otros aspectos de Richard que planteen objecio­ nes al cambio.


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PARTE í: LOS VIRUS MENTALES

A continuación, puede siíuarsc en el futuro con él: -Cuando te imaginas a ti mismo en el futuro, tornando deci­ siones sobre cómo dispones de tu tiempo, ¿en qué piensas? -P u es, mi familia y mi trabajo siguen siendo lo más impor­ tante, pero me siento como si estuviera, realizando cambios en mi rutina para mejorar mi salud. No estoy seguro de cuáles son los cambios, pero me siento motivado para llevarlos a cabo.

Solución antivírica número 6 Valores (o creencias): Replanteamiento de las prioridades 1. Sigue las instrucciones del Ejercicio 12 (p .102) para inducir los valores de un aspecto concreto de la vida) la carrera profe­ sional, las relaciones, el desarrollo personal, la economía, la salud o para inducir valores de tu vida en general. 2. Distingue los valores que te puedan ocasionar problemas: - valores cu conflicto, como la seguridad por oposición a la aventura, la libertad por oposición al compromiso. Puedes resolverlos utilizando la Solución antivírica número 9, del capítulo 5, para las partes gemelas en conflicto de un virus Géminis (p. 142). - valores como distanciamiento. Estos pueden apuntar hacia un problema emocional no resuelto en el pasado. - valores mal asignados, es decir, valores que son demasiado importantes, u otros que no lo son lo suficiente. Sigue las instrucciones de la solución antivírica para replantear lus prioridades. 3. Plantéate las submodalidades de cómo imaginas tu valor prioritario. Este procedimiento puede funcionar con sub­ modalidades auditivas o cinestésicas, pero la submodalidad visual suele ser la más fácil. Plantéate las submodalidades correspondientes para un valor menos importante e identifi­ ca la o las submodalidades más diferentes, es decir, las sub­ modalidades motrices. 4. Si quieres aumentar la importancia de un valor, imagínalo


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con las mismas submodalidades motrices de tu valor priori­ tario, y luego toma distancias (modificando levemente las submodalidades motrices, para no reemplazar el valor pnoritaño). 5. Si quieres disminuir la importancia de un valor, modifica las submodalidades motrices para que sean aún rnás diferentes de tu valor prioritario de lo que son actualmente. 6. Para verificarlo, podrías replantearte tus valores para ver dónde se encuentra el valor anteriormente mal asignado.

Es muy probable que la entrevista de Tim con Richard haya seguido el modelo descrito más arriba. Algunos meses después de la sesión, Tim recibió una llamada de Richard. -N o tienes ni idea de cómo esa simple modificación que me ayudaste a hacer ha cambiado mi vida y mi rutina diaria -d ijo -. Al mediodía salgo a caminar y, después del trabajo, en lugar de ir al bar, hago ejercicio. He dejado de ver a los amigos que no se preocupan por su salud y tengo amistades nuevas, personas que sí se preocupan. Va no me siento motivado para hacer las cosas tan poco saludables que solía hacer. ■ Este caso también ilustra el principio de que el cambio de un valor puede desencadenar cambios en múltiples creencias rela­ cionadas con ese valor. Como observé con Dana, cuando los valores están alineados, los cambios se producen de lo.rma auto­ mática e inconsciente.

Para liberarse de la adicción al am or Loni. una artista atractiva y de espíritu juvenil, se encontró, a sus cincuenta y tantos años, atrapada en una relación abusiva y adictiva con Evan. Esta relación ocupaba una parte tan impor­ tante de su tiempo y sus energías que Loní perdió el control de su carrera y de su economía familiar. Ahora la perseguían los números rojos y no tenía dónde vivir. Durante seis año?, le había contado a su terapeuta que necesitaba renunciar a esa relación,


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pero algo se lo impedía. Cuando se puso en contacto conmigo, pensé en la posibilidad de que fuera un virus mental el núcleo de sus reticencias a producir los cambios que deseaba. Ella y su terapeuta me invitaron a una de sus sesiones para intentar des­ cubrir algo. —Loni, si esta sesión pudiera transformar totalmente tu vida, ¿qué te gustaría que sucediera? -pregunté, pues suponía que ésta podría ser una sesión de transformación. -M e gustaría liberarme de Evan y seguir adelante con mi vida, pero necesito hacerlo de una manera que no lo hiera - r e s ­ pondió. —¿Qué es lo importante para ti en no dejar a Evan? -pregun­ té, buscando el valor que la mantenía atada a la relación. -H a y realmente un amor muy profundo, al menos cuando no me grita, y hemos invenido mucho tiempo y energía para que la relación funcione. Yo sigo pensando que podría funcionar, pero la verdad es que no es así -confesó. Mientras dudaba entre permanecer con Evan o abandonarlo, su cuerpo oscilaba de un lado a otro. Las palabras y el lenguaje corporal indican la pre­ sencia de un virus Géminis, donde dos partes en conflicto, una que se pronunciaba a favor de abandonar a Evan y la otra a favor de seguir con él, estaban literalmente destrozando a Loni. Me daba la impresión de que primaban sus ganas de dejarlo, pero para hacerlo posible teníamos que saber cuál era la intención positiva o el valor del aspecto que se resistía a irse. -Y a que piensas que la relación no funciona, ¿por qué es importante para n no abandonarla? -insistí. - N o quiero herirlo, no sería capaz de sobrevivir. Evan no conduce, así que depende de mí para que lo lleve a sus citas. Tiene una personalidad muy agresiva y creo que soy realmente ia única persona que lo entiende. Loni estaba manifestando un valor de distanciamiento («No quiero...»), y sospeché que tenía un problema emocional no resuelto que arrastraba del pasado. -¿E n qué te beneficia no herirlo y dejar que viva solo? -p r e ­ gunté-. ¿Cómo te hace sentir eso? -M i propósito era encontrar la intención positiva de su valor.


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-S ie n to que sirvo para algo, y me siento bien conmigo misma —respondió. -¿Cóm o te sientes contigo misma cuando permaneces con él y él continúa con sus abusos verbales? -piegunté. -M e siento bastante mal conmigo misma, como si no sirvie­ ra para nada -d ijo , y su rostro se desdibujó en una mueca asi­ métrica de desconcierto en el momento en que se dio cuenta de la existencia del virus. La iniención de no herir a Evan consistía en sentirse bien consigo misma. Por Otro lado, la conducta con­ sistía en que mantenía una relación que hacía que se sintiera desvalorizada y mal consigo misma. Hay ocasiones en que, si logramos tranquilamente que la persona tome conciencia de la incongruencia, se puede comenzar a deshacer la rigidez de la conducta. -¿H as vivido una situación similar en otras relaciones? -le pregunté.

-Pues, Anne (la terapeuta) y yo hemos hablado de varias rela­ ciones en las que sentí la necesidad de salvar a la otra persona. Me parece que la primera fue mi abuelo -dijo. Después descubrimos que Evan guardaba un parecido asombroso con su abuelo, un alcohólico que abusaba verbal y físicamente de los demás. Cuan­ do su abuelo estaba ebrio y se ponía furioso, Loni, que tenía cua­ tro años, era la única que podía tratar con él y llevarlo a la cama a dormir. De ella dependía su salvación, la del abuelo y la del resto de la familia. El abuelo acabó incubando un cáncer, y su dolor llegó a ser tan grande que Loni ya no podía tocarlo ni sentarse en sus rodillas, como solía. Una parle de ella pensaba que el viejo moría porque ella no podía cuidarlo, y cuando falleció, Loni lo vivió con un sentimiento de culpa (una creencia restrictiva bas­ tante frecuente en los niños que han perdido a sus padres). -¿H abéis intentado analizar con Anne la relación con tu abuelo? -pregunté. En realidad, mi pregunta no tenía nada que ver con los procedimientos de la Terapia de Virus Mentales™. Sólo era cunosidad. Pero de pronto vimos que Loni empalidecía. -Creo que Evan es la mismísima reencarnación de mi abuelo -balbuceó.


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' -¡Vaya'. -Personalmente, no tengo la menor idea acerca de si estas cosas de reencarnaciones y vidas anteriores son ciertas o no, pero si el cliente lo representa así en su mapa de la realidad, intento ayudarlo en el contexto de ese mapa. Al lomar contacto con su valor restrictivo no sanado («No quiero herir a las personas, no serían capaces de sobrevivir»), Loni había revelado dos creencias restrictivas, es decir, dos cuenr tas del collar: I) se atribuía la culpa porque su abuelo no se había salvado, y 2) Evan era una reencarnación del anciano. La ayudé a extraer estas cuentas de su collar y a cortar el nudo que mantenía atadas a estas y a otras por el estilo.

Cam biar las creencias Personalmente, prefiero cambiar los valores que las creencias individuales, porque el cambio de un valor arrastra consigo cier­ to número de creencias. Sin embargo, a veces un virus mental, bajo la forma de una creencia o decisión restrictiva, puede ser particularmente discapacitadof. Lom se había percatado, cons­ cientem ente, de la irracionalidad de sus creencias, pero, al mismo tiempo, de manera inconsciente, esas mismas creencias le impedían actuar. - S i quisieras cambiar la creencia de que tu abuelo n o se salvó por culpa tuya, ¿qué creencia nueva te gustaría tener? -pregunté. -L n mi interior, sé que esta creencia no tiene sentido, pero no sé cómo cambiar mis sentimientos. Hn aquel entonces yo no era más que una niña. Cuesta mucho cambiar las creencias, ¿verdad? . —Me-consta que aún no sabes cómo realizar ese cambio. Pero si hubiese una manera, ¿cuál es la nueva creencia que te gustaría tener? -insistí. -S u p o n g o que me gustaría creer que hice todo lo posible cuando era pequeña, y que mi abuelo murió porque, en cierto sentido, así lo quiso, y que ahora está a salvo. -Piensa en algo que reconozcas como una veidad absoluta.


LOS

roifiuc-w

por ejemplo, que el sol sale todas las mañanas, o que le llamas Loni, o que dos más dos son cuatro. Escoge algo en cuya verdad creas a pie ju n tiñ as —sugerí. Ella escogió algo y yo contin u é-: ¿Cómo sabes que es verdad? ¿Te lo imaginas de una cierta mane­ ra? ¿Hablas de ello contigo misma de alguna manera particular? ¿O despierta en ti algún sentimiento concreto? -H ablo conmigo misma de cierta manera -d ijo. Yo buscaba, la modalidad más importante que utilizaba Loni para saber que algo era una verdad absoluta. Por lo general, es nías fácil trabajar con una representación visual. Sin embargo, para Loni, su diálo­ go interior consigo misma era lo que le daba verosimilitud. Pensé que esto era especialmente interesante, porque yo sabia que ella casi siempre prefería un pensam iento visual y a n e s ­ tésico. -A hora piensa en algo que antes creías verdadero y que ahora ya no lo es -dije. Ella pensó en algo, y entonces verificamos las submodalida­ des auditivas para esa creencia. Las contrastamos con las sub­ modalidades auditivas que ella reconocía como verdaderas para encontrar la/las submodalidades motrices. El mayor contraste para ella era la posición que ocupaba la voz y a quién pertene­ cía. La voz que le decía la creencia que ella consideraba verdad era su propia voz, estaba situada en su garganta. La voz que le decía lo que ya no creta cierto era muy aguda y chillona, y se alojaba a un lado de su mente. -¿H ay algún aspecto de ti que se oponga a cambiar tu anti­ gua creencia sobre tu abuelo por la que te gustaría tener? -M i intención era practicar una comprobación ecológica para cerciorar­ me de que no hubiese otras partes que obstaculizaran el cambio. Los músculos faciales se le torcieron de forma asimétrica cuando respondió: -N o estoy segura de que sea correcto hacer ei cambio - r e s ­ pondió. -¿ Q u é es lo importante para ti en no cambiar la creencia? -pregunté. Ahora buscaba el valor o intención positivo en la parte objetora. Cuando el inconsciente reconoce cómo se pro­ duce el cambio, afloran las objeciones (si las hay).


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- N o quiero perder mi sensibilidad para ayudar a la gente cuando puedo hacerlo -d ijo. -E so me parece muy importante y tiene un gran valor - r e s ­ pondí-. Como artista, debes tener una parte especialmente crea­ tiva. Me pregunto si podrías viajar hacia tu interior y preguntar­ le a ese aspecto creativo de Loni si está dispuesta a ayudarte. Ella asintió con un gesto de la cabeza. -Ahora, pregúntale a ese aspecto creativo si estaría dispuesto a encontrar varias maneras de conservar la sensibilidad para ayu­ dar cuando pueda, a la vez que cambias tu creencia acerca del pasado. Tómate todo el tiempo que tu aspecto creativo necesite y avísame cuando tengas una idea. Pasaron unos minutos ames de que respondiera. -C r e o que la m ejor manera de ayudar a otros es dando el ejemplo de que me ayudo a mí misma. Lo otro es tener la luci­ dez para saber cuándo puedo ayudar y cuándo no. puedo, y aceptar esas ocasiones en que no puedo, como sucede con Evan. -L o has hecho muy bien. Ahora, dirígete a aquel aspecto de ti que antes se oponía, y pregúntale si está bien modificar tu creencia a propósito de tu abuelo si de ese modo te ayudas a ti misma y, a la vez, distingues cuándo puedes ayudar y cuándo no puedes. ■ Ella respondió afirmativamente con un gesto de cabeza. -Ahora comprueba si en tu interior hay otros aspectos de ti que se opongan al cambio. -N o , ahora me siento bien -dijo. - D e acuerdo. Ahora cambiarás la voz que le dice que la muerte ele tu abuelo es culpa tuya. Modifícala, haz que sea la voz del ratón Mickey y déjala en un rincón de tu mente. -E so lo cambia todo -d ijo ella, y empezó a reír. -A hora bien, no quiero decir que cada vez que pienses en esta antigua creencia escuches la voz del ratón Mickey en un rin­ cón de tu mente -d ije, asmúendo-, pero me gustaría que mtentaras pensar et\ la antigua creencia sin que oigas la voz del ratón Mickey en un rincón de tu mente. -E s to es como pedii\e alguien que no piense en una cebra, lo cual ob\iga a pensar eni una cebra.


Ijüs virus restrictivos

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-¿Y cómo tengo que hacerlo? -preguntó, riendo-. Cada vez que pienso en ello, oigo esa voz aguda. Es raro... no, supon­ go que es Mickey -d ijo , y volvió a reír. AI eliminar su antigua creencia de esta manera, se creaba un vacio. -A hora, imagina tu propia voz, centrada en tu garganta, diciéndote que hiciste lo que podías cuando eras niña, que tu abuelo eligió su propio camino y que ahora está bien. -M e siento muy bien -d ijo , con los ojos humedecidos. El cambio en su antigua creencia restrictiva se había consu­ mado. A continuación, le pedí que se situara en el futuro para ver cuál sería su reacción ante situaciones que habrían desenca­ denado su antigua creencia. F.lía respondió riendo al oír la voz del ratón Mickey, o parecía contenta con lo que había hecho cuando niña. Además, se sentía dispuesta a mostrarse sensible con los demás y a cuidar más de sí misma.

Solución antivírica número 7

Para eliminar las creencias discapacitadoras 1. Identifica las creencias restrictivas de las que te quieras des­ prender. Define la nueva creencia capacítadora con la que desees reemplazar la antigua. 2. Escoge una idea que reconozcas como verdad absoluta. Pre­ gúntate: «¿Cómo sé que esto es verdad? ¿Me lo imagino de determinada manera? ¿Hablo conmigo mismo de cierta manera? ¿O tengo un sentimiento acerca de ello?». 3. A continuación, piensa en algo que antes tenías por verdade­ ro, pero que ya no lo sea. Identifica las submodalidades motrices, las que establecen una mayor diferencia entre aquelio que tienes por verdad absoluta y aquello en que has deja­ . do de creer. 4. Comprobación ecológica. Formula la siguiente pregunta: «¿Hay ‘■■rijalgím aspecto de mi que se oponga a cambiar la antigua creencía por la nueva?». Si experimentas alguna molestia o una


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sensación desagradable, una sensación visceral de «NO», hay una parte en ti que se opone. Pregunta a esa parte qué es lo importante en no cambiar la creencia. Tiene que haber una intención positiva o, de otra manera, tu intención de cambio seña congruente, y no habría partes objetoras. Cuando hayas identificado la(s) mtencion(es) posuiva(s) para no cambiar, sé creativo. Invenía una manera de observar la intención positiva d e n o cambiar, a la vez que cambias. Comprueba que ia parte objetora está de acuerdo. Cuando ninguna pane se oponga al cambio, sigue adelante. 5. Ahora, cambia las submodalidades de la creencia de la que te quieres desprender por las de la idea en que ya no crees. Cuando piensas en aquella creencia no deseada, observa qué sucede. Debería producirse un cambio visible. 6. Para instalar la nueva creencia, imagina la nueva creencia con las submodalidades de la creencia que tienes por verdad absoluta. Ahora, cuando piensas en esta nueva creencia, ¿qué sensación tienes? 7. Situación en cí futuro. Verifica tu trabajo haciendo una proyec­ ción de ti mismo en el futuro para ver cómo reaccionas ante situaciones que habrían desencadenado tu antigua creencia. Si el cambio no está claro y no es visible, repite el proce* dimiento.

Repetí este procedimiento para la creencia de que Evan era ei abuelo de Loni y que eíla tenía que salvarlo. Volvimos a traba­ jar con submodalidades auditivas. Ella coxisolidó la creencia de que aunque Evan fuera su abuelo, debía cuidar de sí mismo. La intervención de Loni dejaría a Evan sin recursos y lo privaría de la posibilidad de ser auiosuficiente. Ahora que las creencias res­ trictivas habían cambiado, dedicamos el resto de la sesión a tra­ bajar con los valores de distanciamiento, es decir: «No quiero herirlos, no serían capaces de sobrevivir». Después de trabajar con Loni, me preguntaba cómo sería la vida si todos pudiésemos abandonar aquellas creencias restricti­ vas que nos obstaculizan, o si todos siguiéramos los pasos de la


1.05 vims >'cs£f.f(.\'ívos

solución antivínca n Cimero 7 pava eliminar las creencias restric­ tivas que nos obstaculizan. ¿Qué pasaría si elimináramos las incongruencias secuenciales, de modo que nos fuera fácil seguir una dieta y hacer ejercicio, así como avanzar hacia la consecu­ ción de nuestros objetivos y nuestros ideales superiores? En rea­ lidad, nos podemos preguntar: «¿Cómo sería la vida si mis creencias y valores me condujeran de forma autom ática hacia el destino que deseo?». Si alineamos correctamente las creencias y valores, habremos dado un paso en esa dirección. El capitulo 15 proporcionará una visión más práctica de cómo lograr este noble ideal. El cambio que se produjo en Loni se explica porque, de manera inconsciente, ella ya no creía que fuera responsable de que su abuelo se salvara, ni en el pasado ni en el presente. Su inconsciente se encargó de producir los cambios que transfor­ maron su vida, al igual que en el caso de Susan, la paciente de cáncer, que al liberarse de la creencia de que el dolor era necesa­ rio dejó de sentirlo. ■ La historia de Susan también tiene un final feliz. Al cabo de un tiempo, dejó de sentir dolor y el cáncer desapareció. He sabi­ do que aún goza de buena salud. Durante todo ese tiempo, Susan habla deseado gozar de buena salud, pero los virus m en­ tales habían, producido una incongruencia en su bienestar físico. .El cáncer, al igual que la incongruencia aparente de las dis­ tintas superficies frías bajo mis pies descalzos, se originaba en la ilusión de un pensamiento falaz. Asi como los valores de distanciaroiento crean incongruencias, el calor que se distanciaba de mis pies creaba mi experiencia. Resulta que la cerámica de la cocina es mejor conductor que la alfombra, Por lo tanto, mis pies perdían más rápidarñente el calor para comunicarlo a la cerámi­ ca, y yo los sentía fríos. De la misma manera, el dinero, el amor, la buena salud y otros valores importantes pueden perderse con facilidad en un camino sembrado de virus mentales.



5 Los virus Géminis Deja que Je diga, para e m p e z a r no es neurótico ?ener conflictos... Los conflictos con nosotros mismos sor. parte imegral de la vida humana.

Karen H or ne y

19 de octubre de 1900, Berlín, Alemania. Un virus mental en la física clásica (los virus mentales también pueden infectar el pen­ samiento científico) ha abierto una brecha en los. conocimientos existentes sobre la emisión de la energía radiante. Esta brecha, conocida como la «Catástrofe ultravioleta», ha sido explicada por el físico teórico Max Planck en un artículo publicado en esta fecha. Y lo explica de manera sumamente peculiar. Uno de los grandes misterios de la física es cómo pueden funcionar ¡untas las p a n es gamelas opuestas de la creación. La realidad, tal como la conocemos, tiene sólo dos formas básicas: ondas y partículas, que se complementan la una a la otra v, sin embargo, tienen cualidades opuestas. Una onda pura, como la luz y el sonido, o incluso una onda acuática, no tiene una posición, y matemáticamente puede alcanzar una distancia infinita hacia la izquierda o la derecha. Sin embargo, nene un rumo preciso de vibración, o frecuencia. Una partícula, como un electrón, un virus o una pelota de béisbol, nene una posición determinada, pero, desde luego, no tiene frecuencia porque no es algo que pueda vibrar. Max Planck i7¿ Jq


sostenía que las ondas de luz pueden conportarse como si fue­ ran panículas. Más tarde, otros lisíeos han descubierto situacio­ nes en las que las partículas, corno los electrones y los protones, pueden comportarse como ondas. Las partes gemelas de la crea­ ción son, al parecer, intercambiables. Esto es realmente notable porque las ondas, que no tienen posición, se comportan como si la tuvieran. Y jas partículas con posición pero sin frecu en cia se comportan como si no tuvie­ ran posición pero sí frecuencia. ¿Cómo es posible que algo tenga posición y a la vez no la tenga? Este dilema filosófico jundamental surge de los fundamentos de. aquella rama de la física moder­ na denominada mecánica cuántica. Sin embargo, a pesar de estas aparentes paradojas cor. partes gemelas opuestas, la mecánica cuántica ha logrado explicar con singular éxito la tísica de los átomos y las moléculas. La primera vez que oí hablar de las ideas de Planck fue en boca del doctor Simms, uno de mis profesores de tísica. El doc­ tor Simms era una persona fascinante, y cultivaba una diversi­ dad de intereses. Terminado el bachillerato, ingresó en el Ejérci­ to y se convirtió en piloto de helicópteros, Recuerdo que en una. ocasión me preguntó si sabía por qué los helicópteros tienen dos rotores. En realidad, sólo necesiian uno para volar, pero siempre tienen dos. En cierto sentido ambos trabajan juntos y, sin embaí-' go, uno contra el otro, corno dos partes en conflicto. Esto era una característica del propio doctor Simms. Su gran pasión, en la vida era tocar jazz con el ¿axo. Le hubiera gustado vivir una vida bohem ia, artística, v ser músico profesional de jazz. Pero sus padres insistieron en que optara por el lado prácti­ co y estudiase una carrera con la que pudiera ganarse 1.a vida. Después de abandonar el Ejército, decidió seguir un doctorado i


en física. Simms era un hombre bastante dotado pava las mate­ máticas y las ciencias y, sin embargo, descubrió que a veces hacía cosas que saboteaban sus estudios, como, por ejemplo, no asistir a las clases, dejar de estudiar o, de vez en cuando, suspender los exámenes Una parte de é] quería ser músico profesional de iazz y otra quería complacer a sus padres y actuar como una persona práctica. Hsto le creaba una contradicción interna.

Las partes en conflicto ¿Habéis vivido alguna vez una situación como ésta7 Una parte de vosotros quiere hacer una cosa, por ejem plo trabajar en la declaración de la renta, y otra parte quiere descansar para estar en forma al día siguiente. Incluso a veces habrá otra parte c¡ue quiera salir de copas. Cada una de estas panes tiene una inten­ ción positiva y. a la vez. todas entran en conflicto con las demás. Quizás en alguna ocasión no habéis actuado como si fuerais vosotros mismos, o. habéis experimentado un estado emocional como la na, o los celos, del cual más tarde os avergonzasteis. Después, os preguntáis cómo habéis podido actuar de esa mane­ ra. En realidad, puede que os haya parecido que na erais real­ mente vosotros quien actuaba de esa manera. Las partes en conflicto son virus mentales en el sentido de que producen conflictos internos y conductas incongruentes. Son virus gemelos, al igual que el signo astrológico de Géminis, y buscan un equilibrio a través de la armonización de partes opuestas (gemelas), y de allí su nombre de «virus Géminis» Cualquier parte mental que se vea envuelta en un conflicto inter­ no debe tener una parte a la que oponerse. Y, aunque parezca curioso, las dos partes en conflicto de un virus Géminis suelen tener la misma intención positiva para quien las vive, de modo que constituyen una im a g e n especular de gemelos invertidos. En el capítulo 2 explicaba que un virus mental se produce cuando ursa parte del sistema nervioso se aísla funcionalmente debido a experiencias emocionales relevantes. Esta parte es un virus porque la conducta que genera es incongruente con su


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HARTh 1: LOS VIRU S MHNTALIfS

intención positiva. Una vez mas, la más sencilla de estas disluncto.nes mentales, el virus desencadenante, se produce cuando un virus V A o C desencadena de forma automática una respuesta (desencadenante simple) anestésica (C) o una estrategia que conduce a un estado discapacitador (desencadenante complejo). Los virus restrictivos, que son la consecuencia de valores como d.isianciamienio, de valores mal asignados o de creencias restric­ tivas son, de alguna manera, modelos más evolucionados y c om ­ plejos. Como hemos señalado, los valores como distanciamiento pueden pioducir una incongruencia secuencia!, es decir, una secuencia alternativa de éxitos v / tracasos. La tercera categoría, los virus Géminis, son aún más evolu­ cionados, más aislados funcionalmente y más complejos. Tienen sus propias creencias y valores, que pueden ser muy dilerentes de los que normalmente sostenernos. Así. cuando ias partes opuestas de un virus Gemirás se apoderan por un instante de nuestra conducta, es posible que después tengamos la sensación de haber actuado de manera incorrecta. Estos virus abarcan una amplia gama, desde ei simple conflicto interior hasta el síndro­ me de múltiple personalidad, Provocan incongruencia al actuar contra la persona mediante conductas autodestructivas, como el temor al éxito, la incapacidad de tomar decisiones y la estrategia del '-ya lo liare mañana» o procrastmación. El Bhagavciá-Gita, un texto de la tradición espiritual de la India, nos brinda un relato clásico sobre la condición humana y de cómo estos virus pueden incapacitarnos. En tiempos remo­ tos, los ejércitos del Bien y el Mal se enfrentaron en el campo de batalla. Arjuna, el arquero y guerrero más poderoso de su tiem­ po, fue el elegido para liderar el ejército del Bien en la lid. Cuan­ do Arjuna miró hacia las filas del ejército enemigo, se asombró al ver a numerosos parientes, primos, tíos y hermanos. Pensó que seria un pecado matar a los de su propia estirpe, pero que también sería un pecado no luchar por la justicia y dejar que el Mal prevaleciera. Arjuna se sintió paralizado por estas emocio­ nes y se sumió en la desesperación. Todos vivimos esta experiencia cuando nos enirentamos a decisiones difíciles. No es que una opción se nos presente como


Los virus Géminis

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evidentemente correcta y la otra como evidentemente incorrec­ ta. Ocurre, más bien, que las dos tienen méritos positivos.

Cómo se cultivan y funcionan los virus Géminis ¿Que quieres en la vida que actualmente no poseas? • • • • •

¿Más dinero? ¿U n a c ar re ra p ro fesi o na 1 m á s gr a ti fican te? ¿Una relación amorosa estimulante7 ¿Una bella figura y estar en perfecta forma física? ¿Tener una vida social y familiar más satisfactoria?

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Si no disfrutáis de cualquiera de estas posibilidades, que están al alcance de una persona en vuestras circunstancias, puede que haya una buena explicación. Lo más probable es que una parte de vosotros pier.se que no es posible o adecuado tener lo que desea la otra parte; el origen de vuestra aflicción son las partes opuestas de un virus Géminis. Algunos investigadores de PNL han sugerido que los com­ ponentes de un virus Géminis, las «partes disociadas», surgen a partir de experiencias demasiado intensas para que podamos manejarlas conscientemente. Se trata del equivalente emocional de la experiencia en la que el dolor físico es tan intenso que nos desmayamos. Con un dolor emocional lo bastante fuerte, po­ dríamos «desmayarnos» ante la posibilidad de estar asociados. «No soy yo quien ha tenido esa experiencia. Es otra persona.» Como medio de protección, una parte de mí se aísla de mi mismo y de lo que estoy viviendo. De hecho, este mecanismo inconsciente para abordar las cosas puede proporcionar una cierta protección y alguna medida de bienestar. Además, las partes en conflicto (dos perspectivas opuestas) pueden ser un medio que nos procure objetividad. Este es el ideal de Géminis para alcanzar la armonía: el conflicto de dos perspectivas opuestas. El problema de tener panes separadas, cada una con su propio


PARI Ii i LOS VIRUS MUNTALES

objetivo y conducta, es que nuestro sentido de la plenitud queda fragmentado y da lugar a una conducta no integrada e incongruen­ te Supongamos que un día llegamos al trabajo y descubrimos que nuestra empresa ha sido reestructurada, y que ahora tenemos dos jefes en lugar de uno. Uno de ellos nos pide que acabemos un pro­ yecto, y se torna la molestia de contarnos por qué lo hacemos. Seguimos sus instrucciones al pie de la letra, pero una vez acabado el proyecto, éste funciona en contra de su objetivo declarado, de modo que el jefe se enfada con naso iros. Ei segundo jete nos da otro proyecto que parece ir en contra del primero, pero que también funciona en contra de su. objetivo declarado. Las instrucciones de un jefe se contradicen a menudo con las del otro, de modo que nos encontramos atrapados en la indecisión de no saber a quién com­ placer. Si ése fuera el panorama, estoy seguro de que pensaríamos que la empresa se ha vuelto loca y buscaríamos un empleo en otra parte. Sin embargo, cuando nos encontramos bajo el mj]u]o de los virus Géminis, solemos actuar asi. Hay estudiosos que piensan que es preferible tener muchas partes internas que tener pocas. El problema es que cada parte aislada, que es en sí una parte incongruente, se suma a la incon­ gruencia total del individuo. Numerosos psicólogos y otras tantas tradiciones espirituales creen que nacemos con una conciencia de plenitud o unicidad. Sin embargo, esa plenitud no tarda en hacerse añicos en las duras rocas de las experiencias emocionales dolorosas. Parte de la búsqueda espiritual consiste en integrar las partes internas en conflicto y volver a recuperar un estado de plenitud o unicidad. Milton ünckson y Fntz Perls, que ejercieron una notable influencia en el desarrollo de la PNL. al igual que Richard Bandler, uno de los exponentes de la PNL, creen que es preferible tener pocas partes que muchas.

Tipos de virus Géminis Los virus Géminis se dividen en tres categorías, aunque a veces' las diferencias son borrosas. Clasificar los virus como pertene­ cientes a uno u otro tipo no resulta siempre iácil.


Ixis vini< Géminis

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CONFLICTOS í Nte r io re ^ simples . Una parte de nosotros quiere hacer ejercicio. Sabemos que el ejercicio es bueno y nos senti­ mos a gusto cuando lo practicamos. Sin embargo, otra parte intenta encontrar todo tipo de razones para no hacer ejercicio. Hace demasiado frío fuera o no tenemos tiempo suficiente y, si lo pensamos bien, el ejercicio requiere mucha dedicación. ¿Quién desea someterse al doler y a las incomodidades? Ambas partes en nosotros quieren que nos sintamos bien: una, a través del ejercicio vigoroso, y la otra, a través de la comodidad de evi­ tarse el trabajo pesado. Cuando se trata de decidir si hacemos o no ejercicio, es probable que las panes opuestas produzcan un estado de indecisión o parálisis emocional El resultado es la procrastinación. lo cual significa que probablemente no haremos ejercicio.

Ejercicio 15 La identificación de las partes gemelas ¿Haces suficiente ejercicio de forma regular para conservarte en buena forma? Si la respuesta es afirmativa, piensa en algún otro aspecto de tu vida en el que exista una deiieiencia, como no dor­ mir lo necesario, no comer los alimentos adecuados ni evitar los que perjudican la salud, o no dedicar suficiente tiempo a los hijos o a oíros seres queridos. Puedes realizar este proceso pen­ sando en ese aspecto, o si no haces demasiado ejercicio, utilízalo como ejemplo. Lo formularé como si hubieses escogido el ejer­ cicio físico. 1. A aquella parte de ti que cree en ei valor de hacer ejercicio y que deberías dedicarle más tiempo, pregúntale qué hay de importante para u en el ejercicio. ¿Cómo te benelieias de esta práctica? Anota todas las razones que se te ocurran 2 A aquella parte gemela opiiesta que de alguna manera se opone a hacer ejercicio, pregúntale qué hay de importante en lio hacer ejercicio ¿En qué te beneficia no hacer ejercicio? Tiene que haber alguna ventaja, porque si no lo practicarías de forma regular Una vez más, anota todo lo que se te ocurra.


PA'RTÜ l- LOS VIRUS MENTALfcS

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El primer paso para resolver las diferencias gemelas de los conflictos internos es tomar conciencia de la intención positiva, de cada gemelo. Puede que las partes opuestas se hayan originado en valores en conflicto. Tal vez valoremos una relación amorosa, pero la libertad también es una de nuestras prioridades principales, así que nos costará comprometernos. Puede que te fascine la aven­ tura, pero la seguridad también es un valor importante, de modo que ahí tienes otro conflicto. Los valores en conflicto producen partes en conflicto. OTRAS PAR1TS REU'VANThS. Una cliente que vivía en Hawai, a la que llamaré Gwen, fue a consultar al doctor Tad j a m e s . 1' Le contó que su matrimonio había acabado unos años antes, cuan­ do su mando la había abandonado repentinamente para regresar al continente. Ahora, Gwen sentía la necesidad de aclarar emocionalmenie las cosas para seguir adelante con su propia vida. -D éjam e hablar con la parte en ti que representa a tu ex mando -le pidió Tad. -¿Qué? -respondió ella, -Quiero que juguemos un rato. Imagínate que en ti hay una parle que es tu ex mando. ¿Te parece bien que conversemos con esa parte? -Pues, supongo que sí. -G w en estaba un poco sorprendida. -S i esa parte tuya que es tu ex marido estuviera presente con nosotros ahora, ¿qué tendrías necesidad de decirle para terminar de aclarar las cosas emocionalmente? Gwen le contó qué le necesitaría decir. -D e acuerdo. Ahora, quiero que esa parte de ti que es tu ex mando diga lo que tiene que decir para aclarar las cosas emoaonalmente por si mismo. -Hila dijo lo que imaginaba que necesi­ taba decir su marido. Al final de la sesión, Gwen dijo que. se sentía mucho mejor al pensar en su ex m an do y con ganas de seguir adelante con su propia vida. Sin embargo, dos días más tarde recibió la primera 10

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¡.os virus Géminis

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llamada de aquel hombre en dos años. É! le dijo que había esta­ do pensando y le propuso que se reunieran para aclarar las cosas emoaonaimente. Algunos psicólogos piensan que todos llevamos dentro, como una parte inconsciente, a las personas importantes en nuestra vida (el A padre o la madre,• alguien aue. nos ha cuidai do, una relación amorosa intensa). Si las creencias o valores de esa parte entran en contradicción cnn otra parte, tenemos un virus. El conflicto puede corresponder a problemas no resuel­ tos con esa persona. Si la persona ha fallecido o no está dispo­ nible para la terapia, entonces una posibilidad es trabajar con la pane que representa al otro, corno en el caso de Tad con Gwen. PERSONALlDADH5 Mr ñores Holly, una niña brillante, tranquila y madura de once años, tenía una estrecha relación con su madre soltera Sin embargo, cada vez que el amigo de su madre las visi­ taba. Holly se transformaba en una persona completamente dife­ rente. y adoptaba una actitud quejica, caprichosa, tenía rabietas y a veces incluso se volvía violenta. Cuando el ami,go se iba, Holly solía volver a su estado normal A veces, se avergonzaba de su manera de actuar Holly. con su doble comportamiento; el apacible nadre de iamilia que se convierte en el terror de las autopistas, y ei ama­ ble y admirado héroe del deporte que pega a su mujer, son casos de virus Géminis que han evolucionado hacia personalidades menores. La primera vez que me percaté de la capacidad de los virus Géminis para tirar de nosotros en direcciones opuestas y. en algunos casos, destrozarnos, me sentí muy impotente porque, al igual que la mayoría de las personas, yo también he sido infecta­ do por alguno de estos virus. Me preguntaba si existía alguna esperanza de superar estas conductas del pensamiento tan arrai­ gadas y habituales. Descubrí mi primera clave, una vez más. observando la congruencia de mi amiga Dana cuando hacía cosas que nunca había hecho. Lo que aprendí de Dana queda recogido mas sucintamente en mi tesis de PNL.


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Clave número 5; Todos los recursos que necesitamos para solu­ cionar un problema o un conflicto interno existen en nosotros. Sólo tenemos que encontrarlos.

La motivación para cambiar de profesión Jim, uno de ios participantes en mis seminarios, estaba descon­ tento con su trabajo y con las opciones limitadas que tenia debi­ do a su escasa formación. Hada vanos años que Jim pensaba en volverá los estudios y seguir la carrera de contable, pero algo lo retenía. En el seminario, yo tenía la intención de demostrar un proceso llamado Reencuadre de S o s Puntos. Pensé que podía ser eficaz en el caso de Jim y que le ayudaría a reintegrar la resis­ tencia y a colapsar el virus. -Jim, ¿piensas que hay una parte en ti que se resiste a volver a los estudios? -pregunté. -jam ás me lo he planteado de esa manera, pero debe de ser así. porque la verdad es que las cosas no me salen demasiado bien -respondió. -Quiero que viajes al interior de ti mismo y íe preguntes a esa parte que se resiste a volver a los estudios si estaría dispuesta a comunicarse con no sor ros -sugerí Siempre que hacemos una pregunta a una parle, formula­ mos la pregunta mentalmente y nos desprendemos de nuestras ideas preconcebidas sobre cual sera (a respuesta. Tenemos la ingenua confianza de que lo que surja como respuesia proven­ drá de esa parte. I-a respuesta puede darse en tres submodalida­ des. Una persona puede mentalmente: • ver las palabras si o no, o ver a alguien moviendo la cabeza en un sentido u otro; • oír un si o no verbal; • tener una sensación o un sentido de la respuesta. —Supongo que la parte esiá dispuesta a comunicarse - r e s ­ pondió Jim.


Siempre que una parte manifiesta que no desea comunicar­ se, podernos darle las gracias por haberse comunicado, porque eso es lo que acaba de hacer. Cuando no hay disposición a cola­ borar, suele deberse a una falta de relación con esa parre, hn esc caso, podemos crear la relación necesaria asegurándole a la parte que agradecemos su ayuda y que respetamos su intención más noble. -■Ahora, vuelve adentro y pregunta a esa parte si estaña dis­ puesta a contarnos como ¿menta ayudarte, o cuá! es el aspecto positivo para ti de no volver a los estudios -pregunté. - X o quiere que me vayan bien las cosas, sólo quiere que me hunda en este trabajo miserable que tengo -dijo. Me puse en el lugar de Jim y me pareció que no era ése el tipo de respuesta que pensaba obtener ai comunicar con esta parte en mi interior. Tema la sospecha de que esta respuesta provenía de. la parte gemela con la que esta pane presente estaba en conflicto. -Vuelve adentro y asegúrate. La parte que $e resiste a que vuelvas a los estudios, ¿es eso lo que esta parte quiere para ti o es otra cosa? -pregunté. -No. Pienso que si vuelvo a la escuela no tendré tiempo para hacer ejercicio m mirar la tele, y que tampoco tendré tiempo para mi mismo. Esa respuesta me pareció más congruente. -¿Así que esta parle quiere que puedas hacer ejercicio, mirar la relé o tener tiempo para U mismo7 -insistí. —Sí, asi es —dijo él -P u es a mí eso me parece bastante impórtame. Me gusta'ta dar las gracias a e.sta parte, tuya por ayudarle de esta manera. l¡m, te diré que me pareces una persona creativa, así que creo que debes tener una pane creativa. ¿Por qué no le preguntas a esa pane si esiaría dispuesta a proponer dos o tres alternativas que le permitieran volver a los estudios, cambiar de profesión y, a la vez, hacer ejercicio, mirar la tele y disponer de tiempo para ti mismo? jím reflexionó unos minutos y respondió: -Podría limitar el tiempo de la tele a unos cuantos progra­ mas preferidos como recompensa por mis estudios. Tamb'én


PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

podría dedicarme a hacer ejercicio en periodos de diez minutos que podría aprovechar entre las sesiones de estudio. Y podría matricularme solo en algunas asignaturas, de modo que aún ten­ dría tiempo para mí mismo. -¡Estupendo! Pienso que tu parle creativa ha hecho bien en proponer estas ideas - d ij e - . Ahora, pregúntale a la parte que se resistía a que volvieras a los estudios si nene alguna objeción a que pruebes estas nuevas ideas. - N o . Creo que asi está muy bien -confirmó. Si la parre se hubiera opuesto a alguna de sus ideas, tendríamos que volver a la parte creativa para que generara más alternativas, conservan­ do la intención positiva de la parte al tiempo que permitía a Jim volver a los estudios. El último paso consistía en cerciorarse de que el resto de su inconsciente era congruente con estas ideas para el cambio. -Ahora, pregúntate en tu interior si alguna otra pane en ti se opone a que vuelvas a estudiar y que intentes poner en práctica estas nuevas ideas de limitar el tiempo de la iele, hacer ejercicio entre las sesiones de estudio v no seguir todas las asignaturas para que dispongas de tiempo para ti mismo. Jim dijo que no había más objeciones. Una vez más, de opo­ nerse alguna parte, sólo se tratarla de volver a la parte creativa en busca de más alternativas. -¿Cómo te sienta la idea de volver a estudiar? -M e sienta bien. Creo que ahora podré realmente ocuparme de mí mismo —respondió. En mi opinión, resolver conflictos internos, establecer la paz entre panes internas en conflicto y reintegrar las partes fragmen­ tadas -es uno de ios aspectos más gratificantes y espirituales de la Terapia de Virus Mentales. Trabajamos con io que antiguamente se consideraba resistencia interna, descubriendo su intención positiva con el fin de utilizarla para conseguir lo que queremos. Es como utilizar la energía del golpe de un rival en artes marcia­ les para neutralizarlo. A continuación presento un resumen del proceso que llevé a cabo con Jim:


Los virus G t'm im s

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Solución antivírica número 8

El Rcencuadre ele Seis Puntos 1. Identifica la resistencia interna, el temor o la conducta no deseada. Pregúntate: «¿Cuál es la resistencia o la conducta que deseo cambiar?». 2. Comunícate con tu parte interna responsable de esa conduc­ ta. Una vez dentro de ti, pregunta a la parte: «¿Estás dispuesta a comunicarte conmigo7 Por favor, dame una señal». 3. Separa la intención positiva de la parle de la conducta no deseada. Piensa co n congruencia: «Quiero darte las gracias por comunicarte conmigo» y «¿Podrías decirme qué hay de positivo para mí en esta resistencia o conducía que induces?». 4. Identifica dos o tres alternativas que satisfagan la intención positiva de la parte, pero sin las implicaciones negativas de la conducta no deseada. Pregunta a tu parte creativa: «¿listarías dispuesta a proponer dos o tres maneras de satisfacer la in­ tención positiva de esta pane mía, aunque cambiemos la con­ ducta7 Dame una señal cuando tengas las alternativas». Tie­ nes que darte el tiempo suficiente para que las nuevas alterna­ tivas penetren en tu conciencia. . 5. Consulta con esta parte tuya para cerciorarte de que las nue­ vas alternativas son aceptables. Pregunta: «¿Estarías dispues­ ta a poner a prueba es-.as nuevas alternativas? Por favor, dame alguna señal». Si la respuesta es «no», vuelve al pun­ to 4 para pedir a la parte creativa que proponga nuevas ideas. Otra posibilidad consistiría en preguntar a la parte si está dispuesta a intentar estas nuevas alternativas durante un periodo de tiempo específico com o, por ejemplo, dos semanas o un mes. Tienes que asegurar a esta parte que siempre podréis volver a la antigua conducta si no está satis­ fecha con los resultados. 6. Comprobación ecológica. Reflexiona: ¿hay otras partes en ti que se opongan a las nuevas alternativas? Si así fuera, vuelve al punto número 4.


1.38

PARTÍi 1: I.OS VIRUS MLNTALliS

el caso de Jim, se observa que, en general, era congruente con la idea de cambiar de profesión, y sólo una parte se lo impe­ día. El Reencuadre de Seis Punios funcionó bastante bien. Sin embargo, ¿qué pasaría en una situación en la que la persona está dividida de forma más equilibrada entre las dos partes de un virus7

El compromiso en las relaciones amorosas Estábamos comiendo en un restaurante con Juan, uno de mis clientes, y de pronto observé que miraba a un maduro solterón que pasaba la tarde del viernes con toda tranquilidad, sentado, leyendo y tomando café. -¿Sabes?, a la edad de ese señor, no me gustaría terminar así - dijo Juan . Lo veo por aquí a menudo. No está casado, no creo que tenga muchos amigos y me parece una persona bastante solitaria. Ahora que soy joven, lo que me interesa en una rela­ ción amorosa es la pasión y ¡a emoción, y eso de la compañía y la amistad lo quiero para cuando sea mayor. Yo, desde luego, me identificaba con lo que Juan decía y, sin embargo, ante un valor de distanciamiento tan marcado (no que­ rer ser como aquel señor), rué pregunté si Juan no acabaña con ti tiempo de la misma numera. Juan era atractivo, había estado casado vanas veces durante periodos muy breves y había mante­ nido otras tantas relaciones. En su opinión, éstas no habían fun­ cionado sencillamente porque había escogido mal su compañe­ ra, o porque en algunos casos no era el momento apropiado. Me como que María, su amante más reciente, se quejaba de que él parecía gozar compitiendo con ella, que era demasiado indepen­ diente y que tenia la impresión de que era incapaz de compro­ meterse realmente en una relación amorosa. -¿Te habían planteado este tipo de quejas antes7 -pregunté. -Sí, supongo que sí. Pero ¿ellas qué. saben? -replicó él-. Sólo pretendían quejarse -Tuve la sensación de que, tal vez, Juan vivia con valores e n conflicto que arrastraba de sus relaciones pasadas, y le pregunté si le interesaría reflexionar sobre sus vaío-


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virus

res. Tal vez algo funcionaba en su contra. Se mostró de acuerdo y dijo que las cosas que había hecho en el pasado, hiera lo que fuese, no habían funcionado. Estaba dispuesto a probar cual­ quier cosa. A continuación lo guié a través de los pasos del ejercicio 12 del capítulo 4 para averiguar qué era importante para él en una relación sentimental. Como resultado, descubrimos que tener una relación afectiva apasionada era uno de sus cinco valores principales. Y gozar de independencia y libertad (algo a lo que se sen fia conectado) era otro. Se trataba de dos valores que, a todas luces, causaban un conflicto y provocaban incongruencia, o al menos habían contribuido a ella en sus anteriores relacio­ nes. Juan era el menor de cuatro hijos, y esa condición hacia que se sintiera dependiente y a merced de sus hermanos mayores. Había aprendido a competir para atraer la atención de los padres. Decidí ayudar a Juan y orientarlo a través de un proceso llamado de compasión visudí, que nos permite integrar en pro­ fundidad valores en conflicto de signos iguales. -¿Puedes entrar en a mismo y ponerte en contacto con aque­ lla parte luya que desea comprometerse en una relación apasio­ nada e intima? -pregunté. Él asintió con un gesto de la cabeza y yo continué'-. Si esa pane pudiera salir y posarse en una de tus manos, ¿en qué mano la sostendrías? ¿F.n la derecha o en ia izquierda? -Creo que esa parte estaría bien en mi mano derecha. -De acuerdo. Ahora, la parte en ti que valora la independen­ cia y la libertad, ¿en que mano le gustaría que la sostuvieran? -inquirí. -Podría ser ía mano izquierda —respondió él. Yo levanté las dos manos, con las palmas hacia arriba, sugiriendo con ese gesto que él hiciera lo mismo. Y eso hizo. -Vale. Si aquella parte que tienes en ia mano derecha. ía que desea comprometerse en una relación apasionada, tuviese que mirar a ia parte, en tu mano izquierda que desea independen­ cia y libertad, ¿que admiraría o apreciaría en ella? -pregunté. -Pues, supongo que, en una relación, una cierta cantidad de libertad e independencia significa que no pierdes tu identidad.


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PARI t i

LOS VI R t : S M F.NTA1 .ES

Aún puedes seguir desarrollando tu unicidad. -Juan parecía sor­ prendido al oír las palabras que acababa de pronunciar - Y la parte de tu mano izquierda que desea libertad e inde­ pendencia, ¿qué admira o aprecia de tu parte en la mano dere­ cha que desea comprometerse en una relación? -S u p o n g o que el hecho de que me daría la libertad para desarrollar y expresar (acetas mías que no podría expresar sin una relación -respondió Le sugerí una manera de reencuadrar su noción de indepen­ dencia. -S i siempre tienes que ser independiente, ¿acaso eso no te hace, dependiente de ser independiente? -É l se quedó mirando al vacio y tuve la impresión de que el engranaje en su cabeza empezaba a iuncionar. -S i, creo que tienes razón. A veces, una relación me da más oportunidades de ser independiente, y otras de ser dependiente, y supongo que eso es mas independiente -dijo. A continuación, quise buscar valores mas profundos, más allá de la independencia y la libertad. Para inducir valores mas pro­ fundos : podemos seguir un procedimiento llamado t íiunfang up (ascenso o cambio de nivel de percepción) Pregunta «¿Qué es importante para mí e n -------(ei valor’)?», o. «¿Como me sirve o me beneficia-------?». A menudo la respuesta es otro valor. Repite la misma pregunta para este nuevo valor A medida que repetimos este proceso, ascendemos a niveles cada vez mas extensos del modelo de pensamiento, a valores mas profundos y abstractos -Estupendo. Ahora, pregúntale a esa parte tuya que sostie­ nes en la mano izquierda, !a que desea independencia y libertad, que hay de importante para ti en ¡a independencia y la libertad - d v e . Mi intención era que «cambiara sn percepción» de este valor. -Pues, cuando tengo más independencia y libertad me sien­ to mas autostilicic.nte - respondió; - D e acuerdo. Ahora, ¿que importancia nene para n sentirte auiosuficieme? ¿En que te beneficia eso? -pregunté. -Tengo una mayor sensación de plenitud -d ijo y. con un gesto inconsciente, separo aún má.s las manos


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-B ie n . Ahora, pregúntale a esa parle que descansa en la mano derecha cuál es la importancia de tener una relación ínti­ ma apasionada -sugerí. ^Pues, con la persona adecuada, seguramente sentiría más amor y amistad -dijo Juan. -¿Y que importancia nene para ti sentir más amor y amistad? -pregunté. -M e siento una persona más completa —afirmó. El rostro se le relajó y la mirada se le volvió más amable. -¿Y qué importancia tiene para ti que te sientas más comple­ to como persona? ¿De qué te sirve? -Siento una mayor plenitud -respondió, y volvió a abrir las manos. Me rasqué la cabeza. -A h, qué interesante. De modo que ambas parles quieren tener un mayor sentido de plenitud -dije. - S í, supongo que así es -confirm ó, con expresión de sor­ presa -¿Estas dos partes en ti recuerdan haber sido anteriormente parte de un todo único? —pregunté. Los clientes no suelen con­ testar que no a esta pregunta. Cuando es asi, les pido que imagi­ nen que han sido parte de un iodo único. -Sí. No lo recuerdo con exactitud, pero tengo la sensación de que puede ser -dijo. Volví a poner las palmas de mis manos delante de mí y sugerí: —Antes de que estas partes se unan y tormén una sola que trabaje para conseguir una relación apasionada y comprometida, a ia vez que conservas tu libertad y tu independencia, antes de que hagas esto, me gustaría que entraras en ti mismo y compro­ baras que ninguna de ellas se opone a reunirse para formar una. Si alguna de las dos partes o cualquier otra parte de la perso­ na se opusiera, utilizaría uno de los pasos del Reencuadre de. Seis Pumos. Le pediría a su parte creativa que propusiera dos o tres maneras de satisfacer la objeción que permitieran la integración. En el caso de Juan, no había objeciones. -N o sé muy bien cómo puedes unir estas partes -d ije , y empecé a juntar las manos. Observé que él también empezaba a


rv\k1 1 1- LOS VIRUS MENTALES

juntar las suyas-. De acuerdo, deja que tus manos vuelvan a unirse, pero hazlo a la misma velocidad con que tu inconsciente une estas partes para convertirlas en un gran todo que dé cabi­ da, en armonía, a valores de una manera que te beneficie de ver­ dad. -Empecé a juntar mis manos al mismo ritmo que él ju nta­ ba las suyas. Cuando terminó, su rostro y su cuerpo adoptaron una expresión más simétrica. Me dijo que se sentía más en paz con la idea de comprometerse en una relación.

Solución antivírica número 9 La compresión visual 1. Identifica los dos valores o partes en ti que están enfrentados y lo que cada parte desea de ti. 2. Pregunta a una de Jas partes: «Si estuvieras dispuesta a salir y posarte en una de mis manos, ¿en qué mano te gustaría estar?». Pregúntale a la otra parte si estarla dispuesta a salir y posarse en la otra mano. Pon las manos delante de n con las palmas hacia arriba como si sostuvieras cada parte. 3. Pregúntale a la parte de la mano izquierda: «¿Qué importan­ cia tiene para m í -------i lo que quiere para ti] o cómo me beneficia-------?». Continua el cambio perceptivo preguntan­ do: «¿Qué importancia tiene para m i -------[ia respuesta a la pregunta anterior!, o cómo me beneficia-------?». Repite esta pregunta hasta que obtengas la intención más noble de esa parte. En realidad, le puedes preguntar a la parte si ésta es su intención más noble. 4. Repite el proceso del punto 3 para la parte que reside en tu mano derecha Una vez más, cambia la percepción hasta que obtengas el mismo valor o un valor similar al valor más noble de la parte opuesta. Pregunta a las dos partes si ambas desean resultados similares o idénticos para ti. 5. Pregunta a las dos partes: «¿Recordáis haber sido partes de un mismo todo?». Si la. respuesta es no. pregúntales si pue­ den imaginar haber sido partes del mismo todo.


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6. Pregunta a la parte, de ía mano derecha qué admira o aprecia de la parle de la mano izquierda. Si dice: «¡Nada!», pregúnta­ le que apreciaría si lo quisiera. Formula la misma pregunta a tu parte en la mano izquierda acerca de tu parte de la mane derecha. 7. ComprüÍ?adí7H ecologica. Pregúntate: «Antes de que permita que estas dos partes se reúnan para convertirse en una única pane que funcione para-------i la intención más noble de una parte] mientras c o n s e r v o -------[la intención más noble de la otra parte], ¿conviene esta unión a estas dos partes y a codas mis demas partes7». S; la respuesta es afirmativa, conti­ núa. Si. no, dirígete a la parte creativa, como en el Reencua­ dre de Seis Puntos, y pídele que proponga dos o tres maneras de satisfacer las objeciones, ai tiempo que permite que esas partes tuyas en conflicto se reintegren. 8. Permite que tus manos se junten sólo a una velocidad que permita a tu inconsciente poder reintegrar cómodamente esas partes para fusionarlas armónicamente en una parte superior.

Como he dicho antes, la compresión visual proporciona una manera de integrar las partes o valores rivales de un virus Géminis cuando ambas tienen un peso similar. También proporciona una representación visual y anestésica de las partes que se in­ tegran. Al parecer, ía sesión con Juan tuvo algún electo, porque María comentó que su actitud había cambiado radicalmente. Al cabo.de cuatro meses, se casaron, Juan se sentía atrapado entre comprometerse en una relación íntima y apasionada y su necesidad de libertad e independencia, al igual que mi profesor de física, el doctor Simms, que se deba­ tía entre ser un músico profesional o continuar con sus estudios académicos. Yo no conocía los virus mentales nj sabía de la tera­ pia de virus mentales cuando conocí al doctor Simms, pero él acabó resolviendo este problema por sus propios medios. Llegó a la conclusión de que un valor no debería excluir a otros. Con­ tinuó sus estudios y. en los momentos libres, se resarcía practi­


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PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

cando el saxo. Los fines de semana locaba jazz como músico profesional, no lanío por el dinero cuanto por la diversión que le procuraba, aunque es verdad que el. dinero le ayudó a pagarse Jos estudios. Ln una ocasión, Emstein afirmó que la solución a un proble­ ma difícil no se puede encontrar en el mismo nivel de pensa­ miento que produio ese problema. Cuando Arjuna miró el campo de. batalla, los valores en conflicto (luchar por la justicia o matar a ios de su estirpe y a sus seres queridos) lo paralizaron emocionalmente. Arjuna no podía resolver el dilema en ese nivel de pensamiento. Emstein sugirió que deberíamos trascender ese pensamiento, es decir, ascender hacia niveles más altos de pen­ samiento y valores más abstractos. El auriga de Arjuna, Knshna, poseía esta misma sabiduría. En el Bhagavad-Giui, consigue que Arjuna trascienda el pensamiento del todo a través de. la medita­ ción. Luego conduce a Arjuna a un estado de iluminación. Desde esta perspectiva, éste puede actuar con libertad sin sentir­ se atado a expectativas ni juicios normales, y a la ilusión de que la vida está hecha de opuestos: el bien contra el mal, la luz con­ tra la oscuridad, la vida contra la muerte. Desde una perspectiva védica, la vida simplemente es. Eti­ quetarla y juzgarla desde el prisma de realidades opuestas es una ilusión, como cuando Max Planck y otros tísicos cuánticos observaron la i calidad física y vieron posición ('partículas) o no posición (ondas). Sin embargo, luego se percataron de que la realidad no es ni posición ni no posición. Es como mirar una moneda. Vemos cara o cruz, y a veces olvidamos que la cara no puede existir sola, separada de la cruz, así como la cruz tam­ poco puede, existir sola y también es una ilusión. Cara y cruz son el resultado de nuestra percepción limitada que sólo ve un lado de la moneda. La moneda, desde luego, no es ni cara ni cruz y, sin embargo, contiene estas cualidades opuestas. Ciertos experimentos muestran la «cara» de la realidad (posición), mientras que otros experimentos muestran la «cruz» (no posición). Es evidente que no podemos ver ambos lados al mismo tiempo. Sin embargo, la realidad no es posición ni no posición, asi como la moneda no es ni cara ni cruz.


Los virus Gcmíni's'

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Según cuenta ei relato, cuando Arjuna llegó al estado de ilu­ minación y se vio libre de la ilusión de valores opuestos y de las expectativas y juicios restrictivos que éstas producen, pudo actuar en armonía con la evolución natural. Al saber que el espí­ ritu de sus parientes trascendería los valores opuestos de vida y muerte, íue capaz de actuar en concordancia con la «voluntad divina», es decir, la naturaleza que busca un equilibrio, y, así, aniquiio las fuerzas del Mal. La separación aparente de partes gemelas en un virus Gemí' nis también es una ilusión. Provienen de una unicidad original y se han convertido en partes opuestas de esa unicidad. Si mante­ nemos la ilusión de ia separación, las partes opuestas se enfren­ tarán. Como en un helicóptero, las hélices grandes que giran en un sentido harían que ’,a estructura del helicóptero girara en sen­ tido contrario si esto no se corrigiera. Al integrar las partes gemelas, permitimos que cualidades opuestas funcionen juntas, de la misma manera que un segundo rotor en un helicóptero proporciona una tuerza contraria a las aspas del rotor principal, e impide que el helicóptero gire sobre, sí mismo.



6 Los virus asesinos

Después de ur. incidente en Croydon protagonizado por un lurgon de la policía y una hormigonera, ia policía busca a dieciocho criminales muy duros. *<THe TWO RONNIES», B-BC-TV

Karl, uno de mis antiguos alumnos-, se dingia a toda prisa al hos­ pital a ver a su lía Peg. quizá por última vez. Por desgracia, no vio el coche patrulla estacionado junto a una curva peligrosa. El agente, le ordenó que se detuviera -¿Adonde se cree que va? ¿A un incendio o al hospital? -p re­ guntó el agente, con tono irónico. -¡Voy al hospital, lo digo en serio! -exclamó Karl-, ¡Mi tía se está munendo1- E l agente lo miraba, incrédulo. -¿Sabe usted cuántos accidentes ocurren en esta curva ]>or culpa de los que corren demasiado, patinan y acaban saliéndose del camino? -Ninguno —dijo Karl, recordando una clase de iísica sobre las leyes del movimiento-. Es imposible que un coche tome esta curva a gran velocidad y patine, hasta salirse del camino. -Karl recordaba sus clases de física, pero no así sus habilidades rela­ ciónales. El agente pensó que Karl era un sabelotodo o que esta­ ba drogado, y fue a buscar la libreta para ponerle una multa. -¡Espere! -exclamó Karl-, Si le puedo demostrar que lo que digo es verdad, ¿me dejará ir? -L o s ojos se le humedecieron cuando pensó en la úluma vez que había visto a su tía Peg. 147


PARTE 1 l O - VIRUS MEK TA1A-.S

La mujer se encontraba ba}o una campana de oxígeno en un pabellón para enfermos de enfisema, en el condado de Marín, California. A Karl le sorprendió su aspecto frágil y pálido, y observar que respirar le signilicaba cada vez una auténtica lucha, ¿u tía apenas alcanzaba a pronunciar una frase o dos. y perdía el aliento. Karl pensaba que era injusto que un espíritu tan cálido y noble como ella tuviera que morir a los 47 años. De pror.to, tía Peg se incorporó y, abandonando la campana de oxígeno, salió al pasillo y repitió el mismo gesto que había repetido cada media hora durante los últimos treinta años de su vida, es decir, encen­ dió un cigarrillo. LIn cartel pegado en un tablero proclamaba que aquel pabellón era «Territorio Marlboro». - L a verdad es que hay cierto valor en mi sufrimiento - s u ­ surró la tía Peg. A Karl le costaba entender cuál era ese valor. El dolor era algo irracional; pensaba en su madre, que había muerto de escle­ rosis hepática después de años de alcoholismo, o en su primo, víctima de una bala perdida en un ajuste de cuentas entre ban­ das mañosas. ¿Qué valor podía tener un pensamiento tan sinuo­ so que tenía consecuencias tan trágicas?

Los pensamientos mortíferos En biología, se ha clasificado al ser humano como Homo sapiens, término que significa «hombre sabio (sensato)». Sin embargo, la primera causa de muerte y sufrimiento en este país no son las enfermedades coronarias. No es el cáncer, ni las cnsis cardiacas, ni el sida. Tampoco lo es la inspección de Hacienda. Es un pen­ samiento defectuoso provocado por virus asesinos. Para compren­ der la magnitud de la epidemia oculta del virus mental asesino en Estados Unidos, consideremos los siguientes datos: • En la reciente historia de Estados Unidos, se recuerda ia gue­ rra de Vietnam como una tragedia nacional (5 9 .0 0 0 soldados muertos en nueve años). Sin embargo, en el mismo periodo, más del doble de personas murieron en ese país por acciden-


i.oí

v i r u s cLstrsino.s

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tes de circulación provocados por conductores en estado de embriaguez. En Estados Unidos. la cifra de victimas del tabaco en un año r 5 0 0 .0 0 0 personas, entre fumadores y fumadores pasivos) supera la ciira total de bajas militares de Estados Unidos en la segunda guerra mundial. Estados Unidos es el país más violento del mundo desarrolla­ do, con una lasa de 2 6 .0 0 0 homicidios al año (cinco veces la tasa de crímenes violentos por cada 100 habitantes en compa­ ración con Europa, y cuatro veces la de CanadáL La incidencia actual de crímenes violentos en Estados Unidos es casi cuatro veces superior a la cifra de 1960 y ha crecido nueve veces más rápido que la población. El número de casos de maltrato infantil se ha triplicado desde 1980 y llega a 3 millones al año. Una tercera parte de las victi­ mas son bebés menores de un año, y uno de cada diez niños nace adicto a drogas ilegales.

Afectados por estas adicciones y compulsiones, ¿cómo pode­ mos entender por qué caemos en estas conductas? ¿A qué se debe el espectacular aumento del pensamiento no coherente en los últimos veinte años? ¿Qué intenciones positivas encierran estos virus asesinos para nosotros? ¿Cómo podemos, en tanto que sociedad, superar el pensamiento no coherente que causa tal destrucción7

Los virus de adicción La mayoría de personas han vivido algún tipo de adicción nega­ tiva o positiva: el café, el tabaco, el joggmg, el chocolate, el sexo o los alimentos demasiado neos en ¿nasas. L*n mi caso, a pesar de que he seguido una dieta vegetariana baja en grasas y gene­ ralmente saludable durante veinticinco años, mi adicción era el chocolate Hasta hace pocos años, tenía que comer chocolate casi tocios los días. Mis adicciones positivas han sido la medita­ ción y el ejercicio físico


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rARTfc. i: LOS VIRUS MENTALES

lie descubierto que las adicciones negativas que nos perjudi­ can mental o físicamente se basan en un pensamiento distorsio­ nado que adopta la forma de un Wrus cié adicción, una combina­ ción de virus desencadenantes, virus restrictivos v virus Géminis. Ya que la mayoría de los virus asesinos están relacionados con la adicción, conviene entender cómo funcionan juntos estos tres virus básicos. Los Di -5EXCADe NANTES. Hn muchos casos la adicción comienza con un desencadenante o una asociación errónea. Para un niño, eí gesto de fumar puede esrar anclado en el deseo de sentirse mayor-y ser como sus padres. Para un adulto, puede estar aso­ ciado, por ejemplo, con la idea de relajarse. Pertenecer a una pandilla significa ser aceptado por los otros integrantes o estar protegido de la amenaza de otras pandillas. Ei juego está ancla­ do en ideas de riqueza y libertad. La violación de nuestras creencias y expectativas puede desencadenar una reacción violenta. • «Una mujer cid^encj apreciar a su marido y jV.imay debería hablarle de esa manera. Ya le enseñaré yo... como papá nos enseñó a mamá y a mí.» • «No me puedo creer que tu leí bebéj sigas llorando y que no me dejes dormir. Te he dado de comer y te he cambiado dos veces los pañales. Será mejor que te calles o ¡te voy a dar!» • «Willy sabia que no puede vender drogas en nuestro territo­ rio. Tendremos que darnos una vuelta y demostrarle a su pan­ dilla lo que pasa cuando se rompen las reglas » En este caso, los virus mentales, además de ser desencade­ nantes, son virus restrictivos (las expectativas son inflexibles y erróneas). Las creencias inflexibles y erróneas de cómo deberían ser las cosas están destinadas a ser contrastadas con las cosas tal como son. La decepción que sigue, o el sentimiento de traición, es eí cajdo de cultivo de individuos deprimidos o vio ¡en ¿.os. Los individuos violen tos crean una sociedad violenta. Cuando una adicción o conducta destructiva se arraiga en el


i os vims asesinos

i .? i

individuo, algunos desencadenantes evolucionan pata inducir esa conducta. Acabar una comida, tomar una copa o un momen­ to de tensión en el trabajo son situaciones que desencadenan la necesidad de un cigarrillo pagar las facturas mensuales o escu­ char la publicidad de la lotería puede desencadenar un deseo irresistible de jugar. Un encuentro desagradable con el jefe puede desencadenar la necesidad de una copa. Justificar la adicción o conducta para si mismo y para otros implica más creencias restrictivas.

LAS C R E E N C IA S

r e s t r ic t iv a s .

• El fumador racionaliza y piensa que fumar es necesario para .controlar la tensión o el estrés, o para mantener el peso a raya. Y, además, se sabe de una mujer que fumo toda su vida ¡v vovió 112 anos! • El jugador que lia perdido casi todo su dinero cree que tiene más probabilidades de ganar si sigue jugando. Cree que la racha de. pérdidas aumenta su posibilidad de ganar ahora. Lamentablemente, las probabilidades no dependen de lo que le hava y sucedido• antes. Si lanzo una moneda al aire v ✓ me da cara doce veces seguidas, sigue habiendo una probabilidad del 50 por ciento de que la próxima vez también sea cara • La persona que puede asesinar sin remordimiento suele ver a su víctima corno un ser no humano. De hecho, quizá ía idea de que el enemigo es menos que humano sea psicológicamente necesaria para los soldados en el campo de batalla. • El alumno piensa: «Será mejor que lleve una pistola a la escuela para protegerme de todos los chicos que van arma­ dos». El COMPONEN J'F. Gí-Mínis. a pesar de los internos de justificar una conducta autodestrucúva, es probable que ía persona afec­ tada se comporte de manera incongruente y esté a disgusto c o n ­ sigo misma, víctima de un virus Géminis. Una parte reconoce la naturaleza destructiva del modelo, mientras que la otra parte se compromete a mantener el beneficio positivo que cree que obtie­ ne de! virus asesino.


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PARTI! i: LOS ViRL'S Mi-.NTALP.S

Además, la mayoría de las adicciones modifican, ia composi­ ción química del cerebro con la producción de neuropéptidos y neu retransmisores relacionados con estados placemeros. Se ha sugerido que estos neuroiransmisores internos pueden ser tan adictivos como las drogas. Cuando una adicción anclada en virus desencadenantes, virus restrictivos y virus Génnnis se convierte en la causa de nuestra perdición, el resultado es un virus asesino. Puede que parezca curioso, pero aunque este pensamiento tan destructivo e incoherente esté abocado a destrozarnos, el virus sigue teniendo una intención positiva. A menudo la intención consiste simple­ mente en cambiar nuestro estado.

El virus del tabaco A pesar de lo que aseguran los responsables de ia industria del tabaco, las pruebas médicas y científicas señalan con claridad que el tabaco es adictivo y provoca enfisema, enfermedades pulmona­ res obstructivas crónicas (EPOC) y cáncer de pulmón, y que mata a más de medio millón de ciudadanos al año en Hstados Unidos. Sin embargo, casi 4 6 millones de personas, es decir, el 25 por ciento de la población adulta, sigue fumando. ¿Cómo se explica? Desde el punto de vista bioquímico, la nicotina aumenta los niveles de acetilcohna y de norepinefrina (sustancias químicas del cerebro que actúan sobre {a memoria, los estados de animo y la concentración). Ai parecer, la nicotina también estimula la producción de dopamina en el centro del placer del cerebro, un efecto similar al que produce !a cocaína, el alcohol y ía heroína. Desde una perspectiva conductista, cuando fumasteis vues­ tro primer cigarrillo, ¿acaso pensasteis: «¡Vaya, que bien que sabe esto’»? No es muy probable. Es más probable que os hayáis puesto a toser, que os faltara el aíre y que vuestros pulmones se preguntaran qué diablos os habíais metido en el cuerpo. Para que no experimentemos esa molestia inicial, las empre­ sas de tabaco y la publicidad asocian el cigarrillo con el placer. Fn :anto que virus mental, fumar se asocia con el hecho de ser


Los virus asesaos

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un hombre de verdad,' con ser sexvi sv estar a la moda, o con la evolución de los derechos de la mujer («I fas recorrido un largo camino, nena»)- l a presión de nuestros compañeros cuando somos niños puede que nos haga asociar el acio de fumar con el placer de ser aceptado y con la emoción de lo prohibido. El ntua) de cada larga, profunda y lenta aspiración se asocia con estar relajado, y sin embargo nunca se nos ha ocurrido respirar igual de profundo sin el humo. La intención positiva que subyace ai virus del tabaco, al menos en principio, consiste en ser un hombre de verdad, s e x v' y v liberado, retajado J /v encantador, en suma, una persona que merece ser aceptada. Para el fumador empedernido, fumar proporciona placer gracias a la producción de sustancias químicas en el cerebro. Los fumadores también piensan que el tabaco alivia el dolor, calma el ánimo yv da una solución a la soledad, el aburrimiento ¿y la ansiedad. Se calcula que a un 8 0 por ciento de los fumadores les gusta­ ría dejarlo, y que todos los años lo mienta un 30 por ciento. Sólo lo consiguen entre el 2 y el 3 por ciento. A pesar de esta dificul­ tad para abandonar el hábito, en Estados Unidos 45 millones de personas lo han conseguido actualmente.

El virus del alcohol y las drogas ¿Acaso vuestra primera cerveza o vuestro primer trago de whisky tenía un sabor delicioso? Lo más probable es que la expresión se os agriara y os preguntarais por qué la gente bebe esas cosas. Pero como los amigos bebían, vosotros sabíais que si cultivabais el gusto por la bebida ellos os aceptarían. Si erais adolescentes y habíais crecido con la publicidad de la cerveza durante los parti­ dos de rugby, sabíais que todas esas mujeres sexy en bikini se os lanzarían, encima en cuanto tomarais un trago de cerveza. Y cuando abrierais una botella el mundo sería un lugar maravillo­ so. Sin embargo, ¿qué tiene de sexy un hombre que bebe una cerveza? A pesar de las investigaciones médicas acerca de los posibles


beneficios cardiovasculares del consumo moderado de alcohol, especialmente de vino tinto, pienso que las asociaciones erró­ neas relacionadas con el alcohol, jumo a una posible predisposi­ ción genética, pueden generar una adicción destructiva, el virus de) alcohol, Las estadísticas demuestran que unos 18,3 millones de esta­ dounidenses, el 10 por ciento de la población adulta, es vícti­ ma del virus del alcohol, es decir, son alcohólicos. En Estados Unidos, más de cien rml personas mueren ai año prematuramen­ te de lesiones hepáticas y coronarias, por conducir en estado de embriaguez, por la violencia relacionada con el alcohol y por el factor de riesgo más alto de enfermedades degenerativas cróni­ cas relacionadas con el consumo excesivo de alcohol. Y hay aun más personas que padecen la muerte emocional de perder el control de sus propias vidas. Entre las drogas ilegales, la cocaína es particularmente devas­ tadora. Satisface con creces dos cosas que la gente desea: elimina el dolor y procura placer. Cuando las personas experimentan estados tan desagradables como depresión, preocupación, culpa, dolor emocional o físico, aprenden que una manera rápida y fia­ ble de cambiar ese estado es a través de 1.a bebida, el consumo de drogas, los excesos de la mesa o el tabaco. La cocaína produ­ ce uno de los cambios inmediatos de estado más intensos, por­ que inunda de dopamina los receptores del cerebro. Por desgra­ cia, cuando la droga se acaba, el resultado es que el organismo produce, menos dopamina o hay menos receptores de dopamina disponibles en el cerebro. Sin ía droga, el adicto se encuentra cada vez menos capaz de sentir placer y más proclive a experi­ mentar dolor. De este modo, la c.ocaina ha llegado a ser una industria que mueve 30.000 millones de dólares en Estados Uni­ dos con más de 1.300.000 consumidores.

Los virus mentales sociales Puede que la adicción a la violencia, al juego y al sexo no mate directamente, pero es evidente que puede destruir nuestros sueños,


nuestras profesiones y nuestra vida familiar. El ciérneme común en estos trastornos del pensamiento serán, con toda probabilidad, los virus desencadenantes que asocian erróneamente el hábito o con­ ducta con un estado de excitación, emoción, vitalidad o euforia. Deepak Chopra ha señalado que todos los estados emocio­ nales que vivimos son resultado de ia producción en el cerebro de neuropépiidos y de neuróiransmisores. Por ejemplo, cuando nos sentimos fuertes e invencibles, nuestro cerebro produce una sustancia similar a la intericuema 2, una de las sustancias más eficaces en la destrucción de células cancerígenas. Cuando nos sentirnos deprimidos, el cerebro produce sustancias que inhiben el sistema inmunitario. Cuando estamos equilibrados y tranqui­ los, producimos un tranquilizante natural similar al Valium. Una característica fascinante de estos estados e s que no los experimenta sóle el cerebro sino el cuerpo entero, Todas las células cieí cuerpo tienen neurorrecepiores que reciben las «señales» químicas (neuropépiidos y neurotransmisores) produci­ das por el cerebro. Además, se ha demostrado que las células en el organismo producen esta misma sustancia. Desde un punto de vista bioquímico, todo el organismo experimenta el estado emo­ cional. Es muy probable que la adicción a un estado determinado, como la excitación, emoción, la vitalidad o la euforia (errónea­ mente asociada con el dcscncadcnaníc de la violencia, el juego o el sexo), sea una adicción física a las sustancias naturales que el orga­ nismo produce. Los estados son, desde luego, útiles a la experien­ cia, pero sin los desencadenantes negativos destructivos.

El virus del suicidio ¿Corno es posible que algunas personas, como mi amiga Dana, pierdan casi todo ¡o que poseen en la vida, se eslen muriendo de cáncer a los 42 años y aun así, logren animar a la gente que las rodea, mientras que oirás personas son capaces de suicidarse porque suspenden un examen de álgebra? ¿Cómo es posible que una rica y famosa estrella de eme que goza de todo el éxito del mundo muera de ana sobredosis de droga, mientras que la


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F’ARTH í: LOS VIRUS M F .M A L F S

madre Te i esa viaja a la india sin prácticamente nada para dárse­ lo a ios más pobres de entre los pobres'?1 Al observar y reflexionar sobre Daría, pensé que ia gente no se suicida porque pierda su dinero, el empleo, un amante o la casa, o porque suspenda una asignatura. Se suicida debido a los e s ta jo s que experimentan como resultado de la pérdida. El pensamiento defectuoso, es decir, el virus, consiste en evitar ese estado escapando de la vida. F.n general, uno de los rasgos dei virus asesino es que nos proporciona una manera errónea y destructiva para escapar de nuestros estados. Por lo que conocí de Dana, parecía relativa­ mente al margen de esta conducta. Pensando en cómo controla­ ba sus estados, comprendí que...

Cid ve número 6: P a ra m an ejar nuestros estad os de m anera constructiva, cultivemos la capacidad de estar aquí y ahora. Los virus mentales relacionados con eí remordimiento nos llevan a preocuparnos por el pasado. Los virus mentales relacio­ nados con ía preocupación conducen a la preocupación por el luturo. Si nos sentimos incómodos con nuestros sentimientos, nos alejamos del ahora. Todo ello nos despoja d e nuestra expe­ riencia del momento presente. Ll doctor Chopra sostiene que podemos potenciar nuestra experiencia del aquí y ahora sencillamente dirigiendo nues­ tra conciencia hacia las sensaciones corporales. Si experimenta' mes un estado placentero, la conciencia corporal nos siíuará en el presente y potenciará la experiencia. Cuando experimentamos un estado no placentero o una obsesión, ai prestar atención a corno el cuerpo vive la incomodidad el cerebro producirá de íorma natural las endortínas y los neurotransmisores que harán que ese estado desaparezca. A menudo, inientamos escapar de lo que sentirnos mediante estrategias destructivas en lugar de enfrentamos a ello directamente. Lin ciertas ocasiones,1 cuando Dana me llamaba *ñor teléiono, yo le preguntaba dónde estaba. Y ella respondía: «¡Estoy aquí!» Cuando ie preguntaba qué hora ora, solía responder: '<;Ls ahora!»


¡.os virus asestn^s

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La terapia contra los virus asesinos La esencia de la mayoría de los virus asesinos es una adicción (al tabaco, al sexo, ai alcohol o a las drogas, a ia violencia, al juego). La adicción es una manera destructiva de cambiar nuestro esta­ do, para alejarnos del dolor o acercarnos a lo que se percibe como placentero. L.o que mejor f u n c i o n a , d e s d e la perspectiva de la terapia de los virus mentales, es una breve intervención para tratar: * las intenciones positivas del virus subyacente; * la dt^resícm, que acompaña a muchas adicciones; • * los ¡actores dietéticos, que pueden generar depresión, falta de claridad mental o hiperactividad (ausencia de oligoelementos, aceites y grasas tóxicas, exceso de azúcar, etcétera); « los consejos prácticos para entender la adicción en cuestión y los desencadenantes que inducen la conducta adjetiva; * las creen ti as restrictivas erróneas, como la negación de la adic­ ción y ios sentimientos de expectativas traicionadas que con­ ducen a la violencia; * el control de los estados de ánimo de las obsesiones y los cam­ bios de humor, manteniendo los niveles de energía y sintién­ dose bien consigo mismo durante el proceso de recuperación, Una solución antivírica particularmente eficaz para mitigar las adicciones consiste en inducir y utilizar ia estrategia de moti­ vación de la persona, es decir, la secuencia inconsciente de pasos que la persona sigue para sentirse muy motivada. El siguiente estudio de un caso ilustra este enfoque.

Para dejar de fumar Barbara no había 1amado en años, pero un día, atrapada en una relación amorosa conflictiva, volvió a su antiguo hábito. Cuando 1!

R. J iv./nairLor., «Cireai Expec.tations», «NVu-sweefc. 8 cié enero de* W 9 6


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PARTE I; LOS VIRUS MENTALES

vino a verme hacía tres años que había vuelto a fumar y llevaba uno intentando dejarlo. Ni a ella ni a sus hijos les agradaba que •fumara, y ella sabía por qué debia dejarlo. Pero algo se lo impe­ día. Sabía que uno de los problemas era que le fascinaba jugar a los dardos y que era bastante buena en las competiciones. Por desgracia, eso sí, la mayoría de las competiciones se celebran en bares donde se bebe y se fuma. En el caso de. Barbara, ella estaba demasiado ocupada con su trabajo, sus hijos y sus actividades sociales para sentirse depri­ mida. Sentía que tenía mucha energía y, tal como me dijo, no tenía tiempo para deprimirse. Puesto que Barbara había dejado de fumar hacía nueve años, supuse que de manera inconsciente ya sabía cómo renunciar a la nicotina. -¿Cóm o lo conseguiste cuando lo dejaste por primera ve.z? -pregunté. Quería descubrir su estrategia (la secuencia de expe­ riencias externas e internas que la habían motivado nueve años antes para dejar de fumar y conseguirlo). -Sencillamente decidí parar y eso fue lo que hice - m e res­ pondió. . -¿Puedes volver a esa época en que decidiste dejarlo? Vuelve a esa experiencia como si estuviera ocurriendo ahora. Viendo lo que veías, oyendo lo que oías y sintiendo lo que sentías. ¿Qué fue lo primero que desencadenó tu motivación? -pregunté. —Verás, recuerdo que estaba embarazada de mi último hijo, y pensé que sería perjudicial para él que fumara -explicó Barbara. -La primera vez que pensaste que fumar le afectaría, ¿cómo lo imaginaste, cómo hablaste contigo misma acerca de ello? -in quirí-. Intenta situarte en aquella ocasión como si estuviera sucediendo ahora. -M e imaginé que la nicotina podía envenenar al feto, y que sufriría con el humo -dijo Barbara. - D e acuerdo, cuando te imaginaste el feto y los efectos del humo, ¿qué fue lo primero que te sucedió para que te sintieras motivada a dejarlo? ¿Te dijiste algo a ti misma, te imaginaste alguna otra cosa, viste algo en el exterior, hablaste con alguien, o tuviste inmediatamente estas sensaciones? . - E n aquel entonces, empecé a toser mucho. Como estaba


Los virus asesinos

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embarazada, me dolía cuando losía. Recuerdo que en una ocasión me pregunté: «¿Estoy realmente disfrutando este, cigarrilio?». La verdad es que mi cuerpo respondió «no». -¿Te sentiste motivada para dejarlo en ese momento? —pregunté. Ella asintió con un gesto de la cabeza. Su estrategia o pro­ grama para motivarse era:

Para saber más acerca de cómo elaboró su estrategia, indu­ je submodalidades de cómo ella se imaginaba al feto intoxica­ do, y los rasgos de la voz que le preguntaba si de verdad le gus­ taba fumar. Barbara se imaginaba al lelo en color, muy cerca, incómodamente cerca, en movimiento y justo delante de ella. Describió la voz como una voz suave, con inflexiones, situada dentro de su cabeza, y luego su propia voz. Era una voz c o m ­ pasiva, cariñosa, por oposición a una voz acusadora o enjuiciadora. A continuación, le pedí que se imaginara su propio corazón, los pulmones y otros órganos internos intoxicados, y la orienté en el uso de las mismas submodalidades que ella había utilizado para imaginarse el feto. También le pedí que imaginara su vida en el futuro y su relación con sus hijos intoxicada de la misma manera. Finalmente, con la misma voz, con las mismas inflexio­ nes y con suavidad, con la misma posición y sentido de la com­ pasión y cariño, se preguntó si de verdad disfrutaba fumando. Barbara cerró los ojos y se estremeció. -N o -dijo. Luego me contó que su cuerpo le había contesta­ do de la misma manera que hacía nueve años.


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PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Solución anlivm ca número 10

Para inducir vuestra estrategia de motivación Para descubrir vuestra propia estrategia de motivación en cual­ quier aspecto de la vida, comenzad con la fisiología. Cuando estáis totalmente motivados para hacer algo., ¿cómo sentís vues­ tro cuerpo? ¿Qué sensaciones notáis en ios músculos faciales? ¿Cómo es vuestra postura? ¿Cómo respiráis? La siguiente etapa consiste en descubrir la secuencia de pasos (la estrategia) que usáis de manera inconsciente para sen­ tiros motivados. Podéis hacerlo pensando en una época concreta en que estabais totalmente motivados y por consiguiente, erais eiicaces en lo que hacíais. Contactad con todas ías sensaciones, visiones y sonidos de aquella experiencia concreta. Es tundamental estar en contacto con aquella experiencia como si estu­ viera sucediendo cihoi ci. He aquí un proceso de siete puntos para construir vuestra estrategia: 1. Cuando recuperes la experiencia de estar totalmente motiva­ do, observa lo primero que debe suceder para que se. active tu motivación. ¿Es algo que ves (visual externo: Ve) o algo que escuchas (auditivo externo: A") o algo que tocas (cinestésico externo: O ? Tal vez es algo que te imaginas interiormente (visual interno: V ) o un diálogo contigo mismo (auditivo interno: A). Anota este primer paso 2. A continuación, observa qué sucede en el interior cuando has visto, oído o tocado lo que activó tu motivación. ¿Puedes ver algo en el interior, oír alguna palabra o diálogo, o tienes algu­ na sensación í.V\ A‘ o C )? Cuando seas consciente de este paso, anótalo. 3. Después de haber oído, visto o sentido algo en el interior, ¿hay algo más que, en ti o.fuera de ti, tenga que suceder para que te sientas completamente motivado7 Anota el paso. Con­ tinúa el proceso hasta que te parezca completo: una estrategia típica puede tener de dos a cinco pasos. 4. Después de haber agotado cada paso podrías evocar otra


Los vi rus asesinos

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época en que te sintieras totalmente motivado. Vuelve a esa situación, como si estuviera ocurriendo ahora y observa si esa experiencia incluye la misma secuencia de pasos. Esto te permitirá perfeccionar tu estrategia. 5. A menudo, el primer paso en tu estrategia se dará en tu moda­ lidad dominante. Si eres una persona fundamentalmente visual, es probable que el primer paso sea algo que hayas visto; si eres una persona auditiva, será algo que escuchaste, y así sucesivamente. Sin embargo, el primer paso es el que más probabilidades tiene de cambiar de una situación a otra. El último paso en nuestra estrategia es el sentimiento interno anestésico de que estás motivado. Fíjate cómo sientes la moti­ vación en tu cuerpo. 6. Cuando estés convencido de que tienes la secuencia correcta de. pasos, anótala. Es tu receta para sentirte motivado. 7. Para afinar lu estrategia, comprueba las submodalidades de los pasos internos.

Cuando Barbara aplicó su antigua estrategia de motivación a la tarea presente de dejar de fumar, le pedí que imaginara ios futuros desencadenantes que normalmente activarían sus ganas de sumar. Incluso al visualizar los desencadenantes y sentir las ganas, Barbara expresó su determinación de no volver a fumar. Después, compartí con ellaalgunos consejos prácticos para cuando se ha dejado de fumar.

Solución antivirica número 1 1 Consejos para que prescindas por ti mismo de las adicciones12 El tabaco, el alcohol y las drogas pueden ser sustancias muy adictivas mientras permanezcan en nuestro organismo, y eso en Kickmg Bun?

?>víhoiogy Today, sept’.embre/octubre de 1994


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PARTt j- LOS VIRUS MENTALES

algunos casos puede durar incluso un año. Los dos primeros meses, por lo general, son el periodo más difícil. Hay que estar alerta. Las recaídas suelen producirse al cabo de tres a cuatro semanas. • Podéis dejar el tabaco por vuestros propios medios, pero si quereis mejorar vuestras posibilidades de éxito, consultad con alguien especializado en adicciones. Sería muy aconsejable contar con una persona formada en. la Terapia de Virus Mentales'v, para así descubrir y mantener las intenciones positivas del virus menial relacionado con el hábito. En ocasiones, la ayuda de un terapeuta es indispensable para tratar la depre­ sión que suele acompañar estas adicciones. • Vuestro objetivo debe ser de total abstinencia. Una sola recaí­ da puede devolver la sustancia a vuestro organismo, y sería una poderosa agresión que os provocaría una recaída. • Acumulad energía haciendo ejercicio, paseando, nadando y haciendo depone, cualquier cosa que os guste hacer y que active la circulación de la sangre y 1.a producción de las endorfi.nas naturales del cerebro. Esto os ayudará a neutralizar la y depresión, y observaréis que tendréis más energía a medida que vuestra fisiología comienza a limpiarse y sanar • Evitad situaciones y rutinas que se encuentran fuertemente ancladas en la adicción. • Evitad o minimizad durante unas semanas otras sustancias que podrían inducir a la depresión y convertirse en un deserv cadenante natural para vuestra antigua adicción. En el caso de fumar, no toméis café. La disminución de ia nicotina en el organismo puede haceros más sensibles a la cafeína. • No os pongáis nerviosos s.i no tenéis éxito la primera vez. Hay personas que han intentado dejarlo seis o más veces antes de conseguirlo. Aprended de vuestra propia experiencia.

La única sesión que tuvimos con Barbara fue breve, duró cerca de una hora. Me dijo que confiaba en que podría dejarlo, y ahora ya lleva más de un año sin fumar.


Los \i; us asesinos

La primera ley de la física newtomana afirma que un objeto que se mueve seguirá en movimiento, en la misma dirección, en linea recta, a menos que exista una tuerza que actué sobre él. De la misma manera, cuando un virus asesino se ha activado, nos llevará ineluctablemente por una línea recia hacia un destino del que, quizá, no nos sintamos orgullosos. Barbara iue capaz de cambiar su curso, lamentablemente, Peg, la tía de Karl, no lo fue. Los cambios que Barbara realizó se produjeron simplemente por la maneta en que daba un significado a! hecho de fumar, un significado alineado con su estrategia de motivación inconscien­ te para dejarlo. Su inconsciente, por lo tamo, inducía aüíoniaíitameriítf' cambios que le permitieron modificar su dirección y mantenerse en el camino de la vida. Cuando Karl le dijo al policía de tráfico que los coches no podían patinar y salirse de la curva, tenía razón. L'l policía sabia lo suficiente de física para aceptar la explicación de Karl, y fue lo bastante comprensivo para olvidarse de la sanción y dejar que Karl siguiera su camino al hospital para ver a su tía por ultima vez. La tía Peg murmuró que el valor de su pérdida era que le permitía aprender, si bien este aprendizaje era más importante para las personas que la rodeaban, que podían ver las consecuen­ cias del pensamiento defectuoso que alimentaba adicciones des­ tructivas. Si un coche a gran velocidad no tiene la fuerza suficiente para cambiar de dirección, simplemente continuará en línea recta, respetando la primera ley de Newton. El coche no patinará ni se saldrá del camino. Más bien, es el camino el que se aleja de la trayectoria del coche en una curva, de la misma manera que la vida se aleja de quienes continúan apegados al pensamiento incoherente de las conductas autodestructivas.



SEGUNDA PARTE

Los virus mentales y la curaciรณn



7 La terapia de virus mentales Ür¡ fromento de percepción clarividente a veces puede valer ramo corno la experiencia de toda una vida. OUVL'R WHNDLLL Hüt.MüS

La gente viene a mi consulta por un único motivo: desea sentirse mejor. Algún modelo de pensamiento o un malestar físico blo­ quea su capacidad de vivir estados placenteros o provoca esta­ dos dolorosos. Los estados que experimenta la gente afectan su salud y sus relaciones, la carrera profesional y el desarrollo per­ sonal, su economía o su capacidad de disfrutar de la vida. ¿Habéis observado que cuando estáis emocionalmeme irrita­ dos, excitados o tensos vuestro pensamiento carece de claridad o coherencia7 Mas tarde, una vez calmados emocional v mentalmente, es como si se hubiera producido una especie de cambio interno o transición de fase. Quizás encontréis una nueva manera de dar un sentido a lo que sucede, y vuestro pensamiento es mucho más poderoso y certero. Tras reflexionar sobre dos o tres cosas que os permiten observar la realidad bajo una nueva luz, incluso es posible que os sintáis mejor frente a las adversidades. En eí plano hsico, la materia se vuelve más coherente y orde­ nada ¿i temperaturas más bajas. Las cualidades como la resisten­ cia eléctrica y la vibración térmica aleatoria disminuyen. A cier­ tas temperaturas clave, el orden aumenta espectaculannente con lo que se denomina transición de jase. Por ejemplo, en una fría y

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PARTI: II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

mañana de otoño eí vapor de agua, desordenado y no coherente, forma cristales ordenados de escarcha en las hojas de la hierba a la temperatura de congelación del agua. Aún más espectacular resulta 1.a desaparición repentina de resistencia eléctrica a una temperatura de pocos grados por encima del cero absoluto, cuando ciertos materiales se convierten en superconductores. Una de jas características más sobresalientes de un gran atle­ ta como Joe Montana era su capacidad de mantener la cabeza fr ía basta en las circunstancias más adversas, a saber, en el cal­ deado ambiente de un estadio de fútbol americano. En realidad, cuando su equipo perdía, Montana aumentaba su rendimiento y se volvía aún más eficaz. Hasta ahora, hemos demostrado que la terapia de virus men­ tales constituye un medio para reintegrar diversos virus menta­ les y hemos presentado varias soluciones antivíricas. ¿Qué es, concretamente, la Terapia de Virus Mentales? ¿Qué puede con­ seguir, y en qué situaciones de la vida sus procedimientos resul­ tan más beneficiosos? ¿Cómo podemos usarla para enfriar las temperaturas mentales y emocionales y, por ende, aumentar la coherencia y la capacidad de nuestro pensamiento? ¿Acaso las transiciones de fase están limitadas a fenómenos físicos como la congelación del agua y los cambios de la resistencia eléctrica, o existe también un equivalente mental?

El objetivo de la terapia de virus mentales Las soluciones antivíricas presentadas hasta ahora pueden ayu­ dar a las personas a desactivar o incluso a invertir los desencade­ nantes que, de otra manera, estimularían las fobias, ías compul­ siones y los estados emocionales y conductas que en nada nos enorgullecen. Otras soluciones nos ayudan a restablecer una prioridad de valores, de modo que e/ conjunto funcione con más armonía y podamos avanzar hacia el logro de nuestros objetivos en la vida o desprendernos de las creencias que nos limitan. El Reencuadre de Seis Puntos y ía compresión visual que vimos en el capítulo 5 nos permiten establecer una armonía entre las par-


La terapia de virus mentales

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tes en conflicto de los virus Géminis y, así, eliminar el conflicto interno. Si evocamos conscientemente los pasos inconscientes que solemos dar para motivarnos, iniciaremos el proceso nece­ sario para eliminar nuestros hábitos destructivos (virus asesi­ nos). E) uso consciente de nuestra estrategia de motivación tam­ bién puede activar la chispa que pondrá en marcha proyectos y objetivos y fijará nuevos nimbos en la vida. Al pensar en lo que realmente significa esta terapia, recordé lo que mi amiga Dana hacia de forma inconsciente cuando las cosas no funcionaban como ella quería.

Clave número 7: Para cam biar nuestra manera de pensar acer­ ca de cu alqu ier cosa que os h a y a ocurrido o no os h a y a ocu­ rrido, debéis cam biar o reencuadrar el significado. Esta clave es el denominador común y la base de casi todas las terapias. Para aquella mujer que pesaba casi 50 kilos de más, el rechazo significaba la humillación de sentirse mal consigo misma. Cuando la terapia le proporcionó un desencadenante de inversión, esta mujer reencuadró eí rechazo para desencadenar sentimientos, que la potenciaban. Al estar en paz consigo misma, ahora podía dedicarse a perder el exceso de peso que la había lastrado durante tamos años. Para Richard, que no incluía la salud entre sus diez valores principales, el ejercicio físico era una actividad desagrada­ ble, dura y tediosa. Al establecer una nueva prioridad de valores, Richard reencuadró inconscientemente el ejercicio para concebirlo como \ma fuente de fuerza y energía, y como una forma positiva de emplear su tiempo. Es posible que a una mujer violada, o acosada sexualmente, la experiencia ía haga sentirse humillada o manchada, o que genere en ella desconfianza hacia los hombres. Con la terapia apropiada, los mismos recuerdos pueden proporcionare] mensaje de que ha sobremodo al trauma y se ha fortalecido a partir de él. Existen cuatro enfoques para cambiar el significado a través de la Terapia de Virus Mentales™: • los factores que afectan a nuestro bienestar físico (la fisiología) • las preguntas potenciadoras


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PARTE II: Í.OS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

• las soluciones antivíricas presentadas en este libro • las antiguas técnicas védicas para disminuir la temperatura mental e inducir un pensamiento y un funcionamiento cohe­ rentes.

Qué es y qué no es la terapia de virus mentales A pesar de que en la terapia de virus mentales intervienen vanos métodos y técnicas, eí punto' central del enfoque es la actitud, que adopta la persona que dirige la terapia. La más adecuada es ia actitud de atención, compasión y, sobre todo, de curiosidad: «¿C óm o es posible que esta persona haya pensado de esta mane­ ra o haya creado esta situación?». Milton Erickson, uno de los hipnoterapeutas más destacados del siglo XX, abordaba el caso de cada paciente como si fuera un detective, intentando compo­ ner el rompecabezas que esa persona habla creado con una situación que lo asfixiaba. Erickson también era un maestro en el arte de observar los pequeños detalles. En una ocasión acudió a la consuka del doctor Erickson una encantadora joven aquejada de una depresión. Erickson observó algo muy peculiar en la manera en que la mujer movía los bra­ zos para enfatizar sus afirmaciones. -¿C u ánto tiempo hace que se viste y actúa como mujer? -preguntó Erickson. -¿Cómo lo ha sabido? -preguntó ella, que apenas salía de su asombro. -Las mujeres nunca mueven los brazos para gesticular como lo hace usted -respondió Erickson. Un terapeuta que domina el arte de su terapia está tan inte­ resado en cómo una persona dice algo (la postura, la respiración, el movimiento de los ojos, los gestos y la inflexión de la voz) como en qué cosas dice. El terapeuta observa las referencias visuales, auditivas y anestésicas, los gestos y los modelos de len­ guaje que señalan una posible limitación en el mapa interno de la realidad del paciente. De hecho, la terapia puede verse relati­ vamente libre de contenido. No importa, en realidad, qué es la


Jxi te rap ia de virus m e n ta le s

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fobia, o quien le hizo qué a la persona en su infancia, o cuál es la pane que tiene un conflicto con otra parte interna opuesta. Todo esto puede ocultar el auténtico problema, a saber, cómo la perso­ na ha creado la fobia o el conflicto interno, y cómo el pensamien­ to de esa persona perpetúa los efectos emocionales del trauma infantil o el conflicto interno. Eí terapeuta también debe mostrar con su actitud la confianza en que el paciente dispone de los recursos internos que necesita para resolver el problema. Puede que el paciente tenga un intenso temor al rechazo, pero si alguna vez ha tenido una experiencia en la que ha encontrado recursos para enfrentar el rechazo o algo similar, inconscientemente ya sabe cómo manejarlo. Si otro cliente suele caer en la procrastinación, pero ya ha vivjdo la experiencia de sen­ tirse centrado y motivado para actuar, en. algún nivel sabe cómo superar la procrastinación. El único problema es que no se ha deci­ dido a actuar. El trabajo del terapeuta no consiste en determinar el curso de acción sino en ayudar al paciente a buscar en sus propios recursos la solución del problema. Yo suelo pensar en los virus mentales como nudos gordianos que aparecen en el curso de la vida. El trabajo del terapeuta consiste en ayudar al paciente a des­ hacer ese nudo. Sin embargo, lo fundamental es que la persona que consulta actúe como un experto irreemplazable. Ya que es él quien ha creado el nudo, será el más indicado para deshacerlo. Podéis trabajar vosotros solos con algunos de los métodos de la Terapia de Virus Mentales y con las soluciones antivíricas. Sin embargo, en general, obtendréis mejores resultados si contáis con la ayuda de otra persona, sobre todo de un terapeuta forma­ do en la aplicación de estos métodos. Para tener mayor informa­ ción sobre ios jecursos, consultad el apéndice II. Y si tenéis un amigo que se interese por conocer los métodos con vosotros, puede que realizar algunas técnicas y procesos con él sea una manera excelente de comenzar a dominarlos.

ADVERTENCIA: Cuando sea necesaria atención psiquiátrica o m édica o cuando el cliente represen te un peligro fís ic o p a r a sí mismo y p a r a los d em á s, la Terapia d e Virus M entales no podrá sustituir esta atención especializada.


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PARTE II: LOS VIRUS MENTALES V LA CURACIÓN

Para obtener el apoyo de la fisiología ¿Qué estados desearíais experimentar con más frecuencia? • • • •

más más más más

energía creatividad vigor físico entusiasmo y pasión por lo que hacéis todos los días.

Una clave importante de la manera en que damos sentido a las cosas es cómo nos sentimos física y emocionalmente. El coro­ lario «El mundo es lo que somos nosotros» es válido. Una de las maneras más rápidas y fiables para superar los estados que expe­ rimentamos es a través de la fisiología. Hay cinco factores clave que establecen una diferencia. E l e j e r c i c i o FÍSICO. El ejercicio físico adecuado puede ser un gran factor de rejuvenecimiento, una clave de juventud. Puede brindarnos los medios para alcanzar estados más energéticos y potenciadores. Las investigaciones han demostrado en numero­ sas ocasiones que el ejercicio fortalece el corazón y los pulmo­ nes, disminuye la tensión arterial, el colesterol y el riesgo de cáncer. El sedemarismo, por el contrario, provoca daños genera­ lizados en el organismo, disminuye la capacidad vital, reduce la disponibilidad d e oxígeno en las células y órganos, aumenta los triglicéridos y conduce a la pérdida de masa muscular. El minis­ tro de Sanidad de Estados Unidos ha llegado a advenir que la falta de ejercicio físico es perjudicial para la salud. Durante los años ochenta, el ejercicio aeróbico (correr, nadar, montar en bicicleta, caminar, etcétera) se convirtió en una moda y en un medio para mejorar la salud cardiovascular, la fuerza y la resistencia, y para conservarse joven. Por desgracia, el ejercicio aeróbico por sí solo no es particularmente eficaz para lograr ninguno de estos objetivos. Una clave para entender el porqué de esto pertenece al campo de la bioquímica. El amino­ ácido llamado glutamina es esencial en la reproducción de las células del sistema inmuniíario (expresa la capacidad del siste­


La terapia de virus mentales

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ma inmunitario). Sin embargo, la glutamina no se produce en el sistema inmunitario sino en los músculos. Desgraciadamente, a medida que envejecemos perdemos masa muscular. En la actua­ lidad, se calcula que el hombre medio pierde entre los 20 y los 80 años de edad el 25 por ciento de su masa muscular.n Una mujer normal entre los 20 y los 4 0 años pierde 4 kilos de mús­ culos y adquiere unos 10 kilos de grasa. Esta pérdida de masa muscular compromete gravemente la capacidad del sistema inmunitario para retardar el proceso de envejecimiento. Por lo tanto, según esta perspectiva, un equilibrio trilateral de ejercicios actúa en sinergia para estimular una sensación de eufo­ ria física y bienestar emocional: • Los estiramientos o el yoga dan flexibilidad y disminuyen las posibilidades de lesionarse haciendo deporte o ejercicio. • Los ejercicios con pesas, practicados con moderación, mejoran la fuerza física, ía resistencia y la capacidad cardiovascular. • El ejercicio aeróbico, especialmente en combinación con pesas, también aumenta la resistencia y la capacidad cardiovascular.

ADVERTENCIA: Consultad con vuestro médico antes de i?iiciar cualquier programa de ejercicios. Ej e r c i c i o s

de respiración pro fu n d a o m a sa jes.

El organismo

tiene dos grandes sistemas circulatorios: el sistema de venas y artenas por el que circula la sangre, y el sistema linfático, en el que se depositan los desechos celulares que después serán eliminados mediante el fluido linfático. Lamentablemente, el sistema linfático no tiene una bomba como el corazón. El fluido linfático se mueve como resultado del movimiento del cuerpo. Si no hay movimien­ to, el cuerpo comienza a ahogarse en sus propias toxinas. Tony Robbins14 recomienda ejercicios de respiración profun­ da un par de veces al día para aumentar la circulación linfática y 13

M. C o lg an , The NVvv Mufriíion, C. 1. Pu b íish ers, San Diego., 1 9 9 4 ;

L Larson. A Lia Physiol S ú in d ., 3ó (S), 1 9 7 8 , p. 4 5 7 .

14 Tony Robbins. A 3 0 Day Program J'or P ersonal P ow er (serie grabada), Guthy-Renker, lrwindale, California. 1989.


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PARTE IL LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

generar energía. Es posible que los ejercicios de respiración, que son una parte integral del yoga y otras tradiciones espirituales, tengan un fundamento fisiológico que explique su eficacia. Otro medio eficaz y agradable para potenciar el movimiento linfático son los masajes. También parece que la necesidad fun~ damental que todos tenemos de contacto físico tiene una base ' fisiológica. evidente que lo que consumimos tiene una gran influencia en los estados que experimentamos. Algunos aJimentos estimulan la energía y procuran una sensación de bienestar de forma natural. Otros alimentos son naturalmente anticancerí­ genos. Otros estimulan el letargo y aumentan nuestras posibili­ dades de contraer alguna dolencia cardiaca o cáncer. En el capí­ tulo 8, que versa sobre la depresión, analizaremos con mayor detenimiento la relación entre la dieta y los estados mentales. LA d ie t a . E s

IMPULSOS de p o t e n c i a . Pensemos en la palabra emoción. Constataremos que esta palabra contiene el vocablo moción. No se trata de una simple coincidencia E jercicio 16

La fisiología de los estados 1. Piensa en un momento concrcto en que has experimentado un estado que potencia tus facultades, como una sensación de gran energía, vitalidad, alegría, entusiasmo o confianza irre­ frenable. 2. Vuelve a esa experiencia como si estuviese ocurriendo ahora (viendo lo que viste, oyendo lo que oíste y sintiendo lo que sentiste) y observa cómo mueves el cuerpo o qué gestos utili­ zas para expresar tus sentimientos de forma natural. Observa especialmente qué ocurre con: - tus músculos faciales, - tu postura, - tu respiración, - los gestos que haces con brazos y manos.


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.

Anota todo lo que observes. Constituyen la receta para experimentar este estado. 3. Cambia tu estado e imagina que te encuentras en un estado letárgico y de total aburrimiento. Vuelve a observar. - tus músculos faciales, - tu postura, - ru respiración, - los gestos que haces con brazos y manos. Cada vez que quieras sentir el letargo y eíaburrimien­ to absoluto, éste es el estado fisiológico que debes experi­ mentar. 4. Mientras te encuentras en este estado letárgico, cambia repen­ tinamente la respiración, la postura, los gestos, ele., y recupe­ ra la fisiología del estado que potencia tus facultades. De hecho, tienes que exagerar estos cambios. A la mayoría de las personas, este cambio en la fisiología los sustrae rápidamente del estado letárgico. ¿Qué experiencia has tenido tú? Si conocernos las cualidades fisiológicas de los estados que potencian nuestras facultades, sobre todo de ios gestos, contamos con una poderosa clave, con un impulso de potencia para tener acceso a dicho estado. El impulso de potencia puede ser usado ya sea solo o, mejor aún, como el primer paso de. un desencadenantede poder (solución antivírica número 2, p. 8 3 ) diseñado para inducir ese estado. Sin embargo, conviene recordar una cosa si hay estados de potenciación deseados que no experimentas nor­ malmente. Es posible que exista en ti una pane opuesta (un virus Géminis) que, en algún nivel, se opone a que experimentes el estado deseado. En este caso, sería recomendable volver a las soluciones antivíricas números 8 o 9 (pp. 137 y 142). ESCUCHAR AL C U E R P O . En parte, el proceso de ser intuitivo con­ siste en aprender a confiar en las sensaciones «viscerales». Cuan- 1 do os encontréis ante una decisión difícil y sopeséis cada alter­ nativa» observad qué sentís físicamente. Si tenéis alguna duda o incertidumbre, sentiréis cierta incomodidad. La fisiología no miente para encubrir los sentimientos. Si una alternativa induce


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PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

malestar físico, no significa que no podáis volver a intentarlo; sólo significa que en vuestro interior hay una incongruencia y que tenéis que tratar con una parte de vosotros que alberga dudas o recelos. Además de ser de ayuda para tomar decisiones, al escuchar al cuerpo también encontraremos claros indicadores de nuestra necesidad de descansar, movernos o hacer ejercicio, o quizá de que hemos comido aígo inadecuado que produce en nosotros un estado de cansancio.

La sesión de terapia antivírica En las soluciones antivíricas presentadas hasta ahora hemos abordado en detalle las intervenciones específicas para las fobias, las creencias restrictivas, las anclas negativas, los conflictos inter­ nos, etcétera. Más allá de estas instrucciones, que son específicas para diversos problemas, hay ciertos componentes generales comunes a cualquier sesión de terapia destinada a reintegrar un virus mental. 1. Establecer un resultado bien formulado. Desde el punto de vista de la terapia de virus mentales, saber con claridad lo que queremos y formular u organizar adecuadamente el resultado deseado equivale a la mitad de lo necesario para alcanzar ese resultado. Un resultado bien formulado tiene tres caracterís­ ticas clave: —La visión. AsegUrate de que el resultado o cambio que quieres está formulado en un senado positivo, aquello hacia lo que quieres avanzar, por oposición a lo que no quieres (distanciamiento): «Quiero poder estar con un gato y sentir­ me normal», por oposición a «No quiero tener reacciones alérgicas a los gatos». Cuando alguien me rechaza o me aban­ dona, «Quiero liberarme y sentirme bien conmigo mismo», por oposición a «No quiero sentirme aniquilado cuando alguien me rechaza». «Quiero desprenderme de las migra­ ñas», por oposición a «No quiero tener migrañas».


La terapia de virus mentales

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-E l indicador. ¿Cómo sabes específicamente cuándo has alcanzado el resultado o cambio deseado? Se trata de pruebas concretas, mensurables, que permiten saber al cliente o al terapeuta cuándo se ha logrado el cambio: «Quiero tener un gato conmigo en casa y conservar los ojos y los senos faciales despejados». «Si la gente me rechaza, puede que me sienta decepcionado ai principio, pero quiero sentirme bien conmi­ go mismo.» «Quiero que mi cabeza se libere del dolor de estas migrañas.» - L a viabilidad. ¿Crees que el resultado que buscas está al alcance de la gente en general? ¿Está en tus manos? ¿Lo pue­ des controlar? ¿Crees que te lo mereces? Si mido un metro sesenta y quiero superar mi temor al fracaso por no poder ser una estrella de baloncesto, puede que tenga un problema. Que otros me acepten y no me rechacen es algo que se esca­ pa de mi control. Un enfoque alternativo podría ser aprender a reaccionar con plenitud de recursos ante la falta de acepta­ ción o el rechazo. 2. Comprobación de beneficios secundarios. ¿Obtienes algún bene­ ficio de la atención o la simpatía que los demás te comunican al verte sufrir alergias o migrañas? Busca maneras alternativas de conservar esos beneficios secúndanos a la vez que alivias el problema. Quizá no te agraden los gatos, así que la alergia proporciona un buen motivo para que tu marido, que quería tener un gato, no pueda tenerlo. Tal vez las migrañas te exi­ man de la tarea de cortar el césped, poique el ruido de la máquina agrava tu dolor de cabeza. 3. Com probar el contexto del problem a. Debes ser consciente de cuándo y dónde los cambios deseados son adecuados, así como de sus posibles consecuencias. ¿Hay situaciones en las que el problema responde a una necesidad importante? La alergia a sustancias químicas podría ser útil si esa sustan­ cia es tóxica. La alergia advierte de la presencia de esa sus­ tancia. Puede que no queráis eliminar todos los dolores de cabeza puesto que podrían ser asimismo síntomas de algu­ na enfermedad potencialmente peligrosa. Antes de tratar a alguien que sufre de dolores de cabeza, compruebo que ha


sido visitado por un médico y que éste sabe que trabajamos juntos. Le pido al inconsciente de esa persona que permita que aflore la migraña si existe una dolencia que requiera atención médica, 4. C om probación ecológica. ¿May alguna parte en li que se oponga a los cambios deseados? Cuando te formules esta pregunta, presta atención a tu cuerpo. Si una parte de ti se opone al cambio, es muy probable que experimentes algún tipo de ansiedad o malestar. Esto significa que necesitas comunicarte con aquella parte tuya que se opone, y descu­ brir cómo intenta ayudarte y encontrar maneras de conser­ var la(s) intención(es) posinva(s) a la vez que cambias el problema. Si no tratas con las partes que se oponen, tu impulso hacia el cambio es incongruente, no coherente, y tus mejores intenciones para cambiar están destinadas al fracaso. Si el temor al rechazo te impide conocer a personas intere­ santes, es muy probable que una parte tuya intente proteger tu autoestima. Los dolores de cabeza pueden indicar un con­ flicto interno que debe ser resuelto antes de que los dolores desaparezcan definitivamente. Algunos terapeutas prefieren realizar la comprobación ecológica al empezar la sesión. Otros prefieren hacerlo justo antes de terminar el tratamien­ to. Cuando el inconsciente sabe cómo se producirá el cambio, si hay partes tuyas que se oponen, saldrán rápidamente a la superficie. 5. Aplicación de la solución antivírica. Debemos recordar que cualquier problema puede ser fruto de una combinación de dos o más modalidades de los virus desencadenantes, restric­ tivos o Génnnis. Actuad de manera espontánea y con flexibi­ lidad para ver hacia dónde conduce la solución del proble­ ma. En algunas soluciones, he indicado la necesidad de comprobar la existencia de un beneficio secundano, del con­ texto y de la ecología. Independientemente de si éstos han sido mencionados o no, no dejes de incluirlos. 6. 5iíuación en el futuro. Imagina que te encuentras en una situa­ ción en e! futuro próximo que en el pasado habría desenca­


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denado el estado problemático. Imagina y piensa cómo reac­ cionarias automática c inconscientomente en plenitud de recur­ sos. Podrías imaginarte cogiendo al galo sin sufrir una res­ puesta alérgica, o que alguien te rechace con rudeza y gracias a un desencadenante de inversión, sentir que aumenta tu confianza y tu autoestima. Imagina un encuentro con un desencadenante de estrés que en el pasado te habría provoca­ do una migraña, pero que ahora no te afecta. Proyecta sufi­ cientes situaciones del futuro para convencerte de la bondad de los cambios que has realizado.

La técnica de la pregunta potenciadora En el capítulo 1 hemos explicado cómo las omisiones, distorsio nes y generalizaciones filtran y limitan las maneras en que damos un sentido a las cosas. Ya que conscientemente no pode­ mos prestar atención a la multitud de estímulos y pensamientos que bombardean nuestra mente, seleccionamos una pequeña porción a la que prestamos una atención consciente. Ahora bien, ¿qué determina a qué cosas prestamos atención? ¿Cómo valora­ mos nuestra experiencia para decidir qué cosas son importan­ tes? ¿Cómo decidimos inconscientemente qué cosas son impor­ tantes v cuáles no? Las cosas a las que prestamos atención están determinadas por nuestros valores, especialmente los valores esenciales (aque­ llos estados emocionales que p r e v e m o s nos b r i n d a r á n placer o nos producirán dolor). Si soy soltero y valoro una relación de pareja, estaré especialmente atento a las mujeres atractivas que me rodean. Si uno de mis valores esenciales es la seguridad, es probable que esté muy atento a las situaciones y personas que podrían hacer que me sienta inseguro. Si se me ha estropeado el coche y necesito con urgencia uno nuevo y, pongamos por caso, he pensado comprar un Acuva Legend, ¿en qué coches me fijaré cuando conduzca por la autopista? Más allá de los valores, un componente importante de cómo valoramos y damos sentido a nuestras experiencias consista en


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PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

formularnos preguntas acerca de ellas. Cuando veo a una mujer atractiva, es probable que piense: • • • •

«¿Está soltera o lleva el anillo de casada?» «¿Qué edad tendrá?» «¿Es mi tipo?» «¿Cómo puedo presentarme sin sentirme turbado?»

Desde luego, éstas no son más que preguntas. Si veo un Acura Legend en la autopista, podría preguntarme si es un Acura y de qué año es el modelo. También podría preguntarme si ése es el color que quiero o si el coche ha respondido bien a las expectativas de su dueño, etcétera. La aportación de Tony Robbins a la eliminación y reintegra­ ción de los virus mentales a través de un proceso de preguntas potenciadoras ha sido excepcional.15 Siempre nos formula­ mos preguntas para evaluar nuestra experiencia. Algunas pue­ den potenciarnos, otras serán neutrales y sólo nos proporciona­ rán información, y otras pueden hacer que nos bloqueemos. E jercicio 17

Preguntas discapacitadoras ]. Piensa en algún error cometido en el pasado que te haya hecho sentir muy avergonzado o humillado (un error que preferirías no reconocer) 2. Formula las siguientes preguntas acerca de ese error: — «¿Por qué diablos lo hice?» — «¿Cómo pude ser tan estúpido?» — «¿Por qué hago este tipo de tonterías?» 3. Fíjate en cómo te sientes. 4. Borra todo esto rápidamente de tu pizarra mental. En cierto sentido, el cerebro es como un ordenador, y está diseñado para contestar a todas las preguntas que le formu­ la.

lbíd.


La terapia de virus mentales

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lernos, aunque éstas no tengan sentido. Casi todas las pregun­ tas que nos formulemos empezando con «¿por qué?», como la primera pregunta del ejercicio 17, serán discapacitado­ ras. No tienen una respuesta lógica. Sin embargo, el cerebro buscará en su base de datos para dar una respuesta y tal vez diga algo así como: «Es porque siempre estás haciendo tonte­ rías». Observa los supuestos discapacitadores subyacentes en la segunda y tercera preguntas. No hay manera de contes­ tarlas sin compartir la idea de que eres un estúpido y haces tonterías. E jercicio 18 El reen cu a d re de los e r r o r e s del p a s a d o 1. Piensa en ese error del pasado con el que has trabajado en el ejercicio 17. 2. Formúlate las siguientes preguntas acerca de ese error: - «¿Qué he aprendido de ese error que sea valioso para mí ahora?» Si no se te ocurre nada, pregunta: «¿Qué podría aprender si quisiera?» - «¿Qué había de divertido en ese error?, o ¿podría ser diver­ tido?» - «¿Qué cambios he realizado o podría realizar como resulta­ do de ese error para sentirme más orgulloso de mí mismo? ¿Qué tienen de especial estos cambios que me haga sentir orgulloso? ¿Cómo me siento ahora con eso?» 3. Una vez más, observa cómo te sientes. Compara los sentimientos de los dos últimos ejercicios y constatarás que el ejercicio 17 es una buena manera de abofe­ tearte a ti mismo por los errores cometidos, mientras que el .ejer­ cicio 18 es una buena solución para crecer. Desgraciadamente, creo que demasiada gente escoge la estrategia del ejercicio 17. Si quieres gozar de la posibilidad de comenzar cada día con inspiración y entusiasmo, intenta poner en práctica los siguien­ tes consejos:


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PARTE 11: LOS VIRUS MENTALES Y L \ CURACIÓN

Solución antivírica número 12 Preguntas potenciadoras1* 1. Haz una lista de diez preguntas que encierren un supuesto potenciador como, por ejemplo: - ¿Quién me quiere? ¿A quién quiero yo? - ¿De qué estoy orgulloso en mi vida actual? - ¿De qué estoy agradecido en mi vida actual? - ¿Qué estoy aprendiendo que me haga sentir bien? - ¿En qué medida todo lo que me está sucediendo me con­ duce a mis sueños más preciados? Haz una lista de las preguntas que te parezcan más relevan­ tes. Cuando formules estas preguntas con un sincero interés en las respuestas, tu mente buscará las que te hagan sentir bien. 2. Cuando te despiertes por las mañanas, comienza el día formu­ lándote dos de estas preguntas de una determinada manera. Digamos que escoges la siguiente pregunta: «¿De qué estoy agra ­ decido en mi vida actual?». Amplia cada una de las respuestas que te vengan a la mente formulando dos preguntas más: - ¿Qué hay en eso que hace que me sienta agradecido7 - ¿Cómo me siento con eso? 3. Repite el punto 2 para la segunda pregunta y para cada res­ puesta que formules. Sé consciente de cómo te sientes. 4. Liaz esto durante 21 días ✓y observa si ha cambiado la calidad de lu vida cotidiana, sobre todo al empezar el día.

Cómo sintonizar tus ondas cerebrales" U n o d e l o s m é t o d o s m á s e i i c a c e s p a r a p o t e n c i a r la c l a r i d a d de p e n s a m i e n t o y s i t u a r s e e n u n e s t a d o m e n t a l m á s c o h e r e n t e es

16. Ibíd. Las preguntas se basan en las preguntas matutinas que sugiere Tony Robbins. 17. D. Loíland, PcnverJearning*', Long-meadow Press, Stanford (Conn.), 1992, capítulo 12.


La terapia fc, de virus menfaíeü

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también uno de los más sencillos. Se trata de una antigua técni­ ca de relajación mental y reducción de la tensión para disminuir la actividad mental y como resultado, reducir la temperatura emocional y mental. lista antigua técnica ha sido «redescubier­ ta» recientemente. El cerebro emite señales eléctricas débiles llamadas ondas cerebrales o, en términos más técnicos, ondas EEG. Estas ondas varían en frecuencia. Ambos hemisferios del cerebro, el derecho y el izquierdo, emiten una mezcla de frecuencias. El hemisferio más implicado en la actividad del momento emite una señal más potente; el hemisferio menos implicado emi­ te una señal más débil con más ondas Alfa, lo cual indica que está más relajado. Tipos de ondas cerebrales Tipo

Frecuencia

Asociado con

Delta

0 , ‘?-4 Hz* 4-7 Hz

sueño profundo meditación profunda y estado

Theta

onírico (nivel de conciencia «crepuscular») Alfa Bel a

8-1 4 Hz 14-22 Hz

estado relajado o de ensoñación estado de vigilia; totalmente despierto o realizando una actividad mental

*’ 1 Hz es una vibración por segundo.

Una característica habitual de las señales es que las ondas cerebrales de un hemisferio son muy diferentes de las ondas del otro. Esto indica que ambos hemisferios están relativamente desincronizados o no son coherentes. Con la técnica de relajación mental mencionada más arriba, a medida que \a actividad o «temperatura» mental disminuye y alcanza un cierto nivel crítico, ocurre algo extraordinario, a saber, una transición de fase en el funcionamiento del cerebro.


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F ''.RTF. II: LOS VIRUS MENTALES Y LA C U R A U O N

LI doctor J. P. Banquet1* observó que las ondas cerebrales adquie­ ren una frecuencia más pura y sincronizada entre el lado izquier­ do y el derecho. Las ondas sincronizadas no son idénticas, pero son mucho más parecidas entre ellas que las no sincronizadas. Esto parece indicar que existe un funcionamiento más equilibrado entre el hemisferio derecho y el izquierdo, con un nivel de coherencia y sincronía jamás visto. Además, cuando las personas practican esta técnica durante un periodo prolongado, parte de la sincro­ nía de las ondas cerebrales comienza a incidir en todas las acti­ vidades que realizamos. Os preguntaréis cuál sería la ventaja de sentarse, relajarse y permitir que vuestras ondas cerebrales se sincronicen. VIás de 6 0 0 investigaciones científicas realizadas con personas que expe­ rimentan este estado de conciencia han demostrado resultados sumamente beneficiosos en cuanto a bienestar emocional, crea­ tividad e inteligencia. Los investigadores han observado que cuando una persona sigue esta práctica, se vuelve menos proclive a la ansiedad, la hostilidad y la depresión.h' También mejoran la autoestima y la capacidad de autorreahzarse.20 La memoria a largo y corto 18.

j P Bartquct, «Spectral Analysts ol IZEG ir. Meditación», E lecíroencep-

hcrfogrcíphy ü n d Clínica! ^ e w o p h y s io lo g y , 19 7 5 , p. 35 19. P. C . Fe r gu s on y j . C. Govvan. «TM: So me Preliminarv Fm chngs», Jo u r n a l o f !-lum aninic Psyiho¡ogy\ 16. 1 9 7 6 . pp. 5 1 - 6 0 . 20. W P van den B e rg y B. Mukter, «Pbychological Research on ihe Uflecis o{ (he Trascendental MedHation Technique on a Num ber of Personalúy V aria­ bles». Gaífíic»; Tiidsinf’voor Psyckolngir. 4 , 1 9 7 6 , pp. 2 0 6 - 2 1 8


La i-srüpki de \inis mentales

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plazo también mejoran de í orina inmediata/1 La comprensión, la capacidad de concentración y la creatividad se ven igualmente potenciadas. Los estudios recientes han demostrado una sincronía entre la parte posterior, la central y la frontal de la corteza cerebral, así como una sincronía vertical en el interior del cerebro. La sincro­ nía entre la parte posterior y el centro de la corteza cerebral indi­ ca una mejora de las actividades perceptivo-motnces, como en el deporte y la danza. Otros estudios han demostrado la veraci­ dad de los resultados de esta técnica, que actualmente practican numerosos atletas profesionales. La sincronía vertical también puede explicar cambios en la presión arterial, la frecuencia res­ piratoria y el pulso, con valores considerablemente inferiores a los del sueño profundo. Es probable que a estas alturas os estéis preguntando de qué técnica estoy hablando. He descrito una forma de meditación lla­ mada meditación trascendental. o MT, para abreviar. Es una forma de meditación que me es muy familiar puesto que la he practica­ do durante casi 25 años. Si meditamos unos quince o veinte minutos dos veces al día, empezamos a experimentar una mejora de la memoria, un pensamiento más claro, un mayor bienestar, ondas cerebrales sincronizadas y estados de potenciación. El en v ejecim ien to y la m editación^ Desde el punto de vista de la física, el envejecimiento es el resuL tado de un aumento en la entropía, o desorden en el organismo, con el transcurso del tiempo. Si la MT aumenta la coherencia mental y física, cabe preguntarse si también disminuirá la entro­ pía del organismo y si eso afectará al envejecimiento. Al parecer,

21 1 Alian Abrams, «Paired Associate I.earning and Recall: A Pilot Siudy of thc* Trascendental Meduaiion Techmque». en: Sacniiju: Research on (he Tras­ cendental Medí catión Progmm- Coikrted P apen, MIU Press. Nueva York, 1975. 22. R. K. Wallace, M Dillbeck, F.. jacohe y B. Harringion, «The F.ffects o f Trascendental Meditation and the TM Sídhis P rogram on the Aging Process», fr./t’rru'U'.orüu Jou/ rh¡i of Xtrurosaence, 16. 1 9 8 2 , pp. 5 3 - 5 8 .


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PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y I A CURACIÓN

el envejecimiento biológico puede retardarse practicando la meditación. El doctor Keith Wallace y otros investigadores han descubierto que las personas que practican meditación trascen­ dental durante cinco a diez años tienen una edad biológica de 5 a 10 años menor que su edad real. Hemos sabido durante mucho tiempo que el envejecimiento es un fenómeno muy individual. Es como si cada uno de noso­ tros tuviera un reloj biológico interno, cada uno funcionando con un ritmo diferente. Ahora disponemos de un instrumento para retrasar la marcha de los relajes. Otras formas de meditación pueden producir beneficios similares, pero la MT es la técnica más depurada y la Unica que coziozco que produce una sincronía de las ondas cerebrales y una coherencia tan aguda.

Para crear una respuesta del sistema inmunitario a los virus mentales A medida que fui conociendo y estudiando diferentes soluciones anuvíricas, se me ocurrió que éstas podrían ser el resultado de tomar como modelo a personas que tienen la extraordinaria capacidad de liberarse inconscientemente de las distorsiones del pensamiento. En otras palabras, así como algunas personas desa­ rrollan de manera natural una inmunidad biológica a las plagas más mortíferas, otras desarrollan, también de manera natural, una inmunidad mental y emocional ante los virus mentales. A través del estudio de las respuestas del sistema inmunitario y de la sangre de quienes sobrevivieron a las plagas biológicas, hemos adquirido la capacidad de desarrollar vacunas contra las enfer­ medades. De la misma manera, al analizar a Jas pocas personas capaces de liberarse de forma natural de los efectos de los virus mentales, especialistas como Millón Erickson, Virginia Satir, Fritz Perls, J o h n Grinder y Richard Bandler han desarrollado soluciones antivíricas que pueden ayudamos a todos. El punto básico de la mayoría de estas soluciones consiste en cambiar la manera como nos sentimos ante las situaciones y acontecimien­


La ¿L’f'üfníi ílf virus' íwuwies tos perturbadores cambiando o recncuadrando el significado que les asígnennos. La aplicación de las soluciones antivíricas con un terapeuta, un amigo o, en algunos casos, por cuenta propia puede producir rápidamente resultados en verdad mágicos y translormadores. Sin embargo, conviene recordar que si os sometéis a un trata­ miento contra un determinado virus y el problema se reproduce más tarde no significa que el tratamiento no haya funcionado. Sólo significa que el trabajo no ha sido completo Es probable que necesitéis más sesiones para lograr un reacondicionamienfo mental y un pensamiento más congruente. Si habéis pasado anos sufriendo de una deficiente forma tísica, no podéis empezar a hacer ejercicio y, a la primera, pensar. «Estupendo. Me alegro de haber terminado. Ahora estaré en forma el resto de mi vida». Hn algunos casos, es postble que las soluciones antivíricas requieran un seguimiento y un condicionamiento emocional periódico. ¿Qué podemos decir acerca del carácter preventivo de la res­ puesta mmunitaria aniivírica? Pienso que ía clave reside en con­ trolar los estadas constructivamente. Cuando experimentamos estados en que disponemos de recursos y nuestra acción está ali­ neada con nuestros valores más nobles, contamos con la base necesaria para cortar los nudos gordianos de los virus mentales y para establecer el pensamiento coherente que impedirá la for­ mación de otros. Los tres pilares que sustentan la plataforma de los estados mentales de plenitud son la mente, ei cuerpo y el espíritu. La m u v i f . Las preguntas potenciadoras que nos formulamos a nosotros mismos constituyen una buena manera de empezar el día y nos permiten centrar la atención en las cosas que nos suce­ den en la vida y que pueden potenciarnos si pensamos en ellas. Dana comenzaba cada día leyendo una página del calendario que contenía una cita o un proverbio edificante. Pienso que su manera de cambiar o de reencuadrar el sentido de las cosas que le sucedían consistía en formularse inconscientemente pregun­ tas que la potenciaban. De hecho, algunas de estas preguntas estaban en sintonía con aquellas citas del calendario.


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PARTE II: LOS V IRU S MENTALES Y LA CURACIÓN

La base para sentirse vital y experimentar estados potenciadores hay que buscarla en el cuidado de la fisiología a través de ejercicios físicos adecuados, dietas sanas, ejercicios de respiración (o masajes) e impulsos de potencia. E

l c u er po

.

EL ESP ÍR IT U . La mayoría de las tradiciones religiosas y espiritua­ les hablan del valor de la oración o ia meditación para desarro­ llamos y situarnos en nuestra propia realidad. Actualmente, hay pruebas científicas que apoyan estas ideas. La meditación es un medio eficaz para disminuir nuestra temperatura mental y pro­ ducir una transición de fase coherente, de la misma manera que las bajas temperaturas de ciertos materiales les permite conver­ tirse en superconductores. La actual epidemia de virus mentales está relacionada con el hecho de que muchos hemos descuidado nuestra mente, cuerpo y espíritu. Las causas son los malos hábitos de respiración y ali­ mentación, la ausencia de impulsos de potencia, la vida sedenta­ ria, el hábito de formularnos preguntas de escaso valor y la negligencia ante la desaparición de los valores familiares, religio­ sos y espirituales. La terapia de virus mentales disminuye la temperatura emo­ cional y produce estados más coherentes de conciencia, de la misma manera que la disminución de la temperatura física indu­ ce estados más coherentes de la materia, como la transición de fase que produce la superconductividad. Los superconductores de alta temperatura proporcionan actualmente los medios para fabricar poderosos electroimanes (cuatro veces más potentes que los electroimanes convencionales). Los electroimanes de super­ conductores proporcionan la energía necesaria para elevar trenes que viajan a casi 5 0 0 kilómetros por hora, y puedan así deslizar­ se sobre los raíles con un mínimo de fricción. Algún día, el pen­ samiento coherente libre de virus que nace como resultado de la terapia de virus mentales nos permitirá deslizamos por la vida con un mínimo de fricción emocional.


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La depresión Me he sentado para evaluar mi estado v ✓

he decidido seguir echado. PETER MCWILLIAMS

-¿Q u é diablos es esto? ¿Cómo es posible que esta manzana se haya podrido tan rápidamente? Aquella mañana había dejado una manzana sobre el salpica­ dero de mi co ch e> sólo cinco horas antes, cuando mi amigo Satch y yo salimos a buscar trabajo. Con sólo 26 años, una licen­ ciatura en física pero sin trabajo, mi sentimiento era de auténti­ co fracaso. Empezaba a experimentar los síntomas de lo que se denomina «gripe de las enfermedades mentales», es decir, la depresión. No se trata de una enfermedad contagiosa, pero en Estados Unidos la contraen cada año 17 millones de personas. A pesar de que los síntomas son evidentes y de que eí 80 por cien­ to de los casos tienen curación, las dos terceras partes de las víc­ timas no reciben tratamiento alguno porque se niegan a recono­ cer que la han contraído o porque no reconocen los síntomas. En aquel entonces yo no entendía qué me estaba ocurrien­ do. ¿Por qué me costaba tanto levantarme por la mañana? ¿Por qué me quedaba mirando tres camisetas iguales y era incapaz de decidir cuál ponerme? ¿Por qué me sentía conio si estuviese caminando sobre arenas movedizas cuando sólo se trataba de 189


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PARTE II: LO S VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

llevar a cabo las tareas cotidianas y buscar un empleo? ¿Por qué me habían despedido de mi primer trabajo como ingeniero des­ pués de licenciarme tan sólo diez meses antes? ¿Por qué no para­ ba de preguntarme todas estas cosas que empiezan con locucio­ nes como «por qué»? En el manzano de mi casa crecen las mejores manzanas que jam ás.he probado. No sé a qué variedad pertenecen, pero son a la vez dulces y agrias. Son excelentes para comer crudas y para la repostería. Cuando llega la época en que maduran, todas las mañanas cojo dos al salir. La primera la como en seguida, y la segunda la guardo para la merienda de la tarde. ¿Cómo era posi­ ble que aquella miserable manzana se hubiera podrido sobre mi salpicadero en tan sólo cinco horas? El programa de tertulia en la radío sobre los peligros medio­ ambientales del efecto invernadero no era precisamente lo que necesitaba para animarme, pero de pronto me acordé de mi amiga Kathy, que también pasaba por una depresión. La suya era incluso más frustrante que la mía, porque ella no tenía ni idea de por qué estaba deprimida. Yo al menos estaba en el paro desde hacía seis meses y me habían rechazado casi 2 0 0 solicitudes de empleo. Pero Kathy al contrario, llevaba el estilo de vida que había desea­ do llevar durante dos años, que consistía en dejar el trabajo para quedarse en casa con su hija de dos años, matricularse en la uni­ versidad en una sola asignatura por semestre y cocer pan, tanas y galletas. A Kathy le encantaba la repostería. A diferencia de mí, ella había buscado ayuda para curarse de su depresión. Había comenzado una terapia y tomaba antidepresivos. Por desgracia, los cuatro meses de terapia no habían cambiado nada, y ahora Kathy se deprimía todavía más cuando le llegaba la cuenta del terapeuta. Quizá se había equivocado de terapia. O tal vez le suce­ día algo en lo que el terapeuta no había reparado.

¿Qué es la depresión? ¿Qué tenían en común Mark Twain, Winston Churchill, William Faulkner, Abraham Lincoln y Georgia O ’Keefe? La mayoría de


La depresión

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las personas hablaría de su creatividad y su capacidad de lide­ razgo, un gran sentido del humor (en el caso de Mark Twain y Winston Churchill) y el hecho de ser espíritus pioneros. Desgra­ ciadamente, estos célebres personajes históricos también sufrían graves episodios de depresión crónica, lo cual viene a demostrar que la depresión puede afectar a cualquiera, independientemen­ te de su tama, fortuna o poder, o de la admiración que despier­ ten en los demás. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la causa de la depresión, pero se suele asociar con momentos de transición importantes en la vida, como la pérdida de un ser querido, un matrimonio, un empleo, una mudanza, o incluso con cambios positivos, como ganar la lotería. Sin embargo, en ocasiones no hay causas evidentes. Las mujeres son dos veces más propensas que los hombres a deprimirse, y las personas mayores de 65 años tienen una incidencia cuatro veces superior a la de las personas más jóvenes. La depresión es la queja más habitual en las consultas de los médicos. Tradicionahnente, se ha atribuido la depresión a la debilidad de carácter y a la indulgencia con uno mismo, como si se tratara de una condición de la que la persona debería poder liberarse fácil­ mente. Investigaciones recientes, no obstante, han demostrado que la depresión es algo muy concreto y real. La exploración del cere­ bro por medio de la técnica de tomografía ha identificado dos par­ tes del cerebro que. funcionan de manera anormal durante una depresión g r a v e .E l sector prefrontal izquierdo de la corteza cere­ bral tiene un flujo sanguíneo anormalmente alto; esto podría rela­ cionarse con el constante flujo de pensamientos negativos que sue­ len caracterizar este estado. La hipófisis, una pequeña glándula en el interior del cerebro que, al parecer, regula las reacciones emocio­ nales, también presenta un elevado flujo sanguíneo durante y entre los episodios de depresión. Desde una perspectiva bioquímica, la depresión está relacionada con bajos niveles de serotonina, norepinefrina y dopamina en los neurotransmisores. 23.

B. Bowcr, «Brain Images Show Siructurc of D eprcssion», .Scifncc News,

12 de septiembre de 1 9 9 2 . p. 165.


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PARTE TI: L O S V IR U S MENTALES Y LA CURACIÓN

Como resultado de estos bajos niveles en los neurotransmi­ sores, especialmente la serotonina, las personas experimentan dos síntomas: una sensación de depresión y una disminución de la capacidad de disfrutar de las cosas que normalmente brindan placer, como la comida, el sexo o sus pasatiempos preferidos. Entre los indicadores de la depresión se incluyen: • • • • • • • • • •

cansancio jv debilidad incapacidad de concentrarse y tomar decisiones movimientos corporales más lentos estado de ánimo triste y apático cambios en los patrones de sueño cambios en las rutinas de comidas ánimo inestable e irritabilidad sensación de fracaso y desvalorización pérdida o aumento de peso pensamientos sobre la muerte o el suicidio.

Aparte del malestar inmediato que estos síntomas generan, un cerebro deprimido también produce neurotransmisores y neuropéptidos, elementos inhibidores del sistema inmunitario, lo cual origina una mayor propensión a enfermar.

Causas físicas de la depresión Phil, un contable de Portland (Oregón), llevaba una existencia ideal. Le habían concedido becas para seguir sus estudios univer­ sitarios, estaba felizmente casado con la mujer de sus sueños, tenía un empleo gratificante en una prestigiosa empresa de contabilidad y le fascinaba Portland y su nuevo hogar. Sin embargo, desde hacía un tiempo, su organismo estaba aquejado de un gran cansancio. Apenas lograba motivarse para salir de (a cama por las mañanas y le costaba mucho más acudir al trabajo. Las actividades en su tiempo libre que siempre le habían entusiasmado carecían de importancia para él. Phil pensaba que no tenía sentido que estu­ viese tan deprimido, y llegó a creer que se estaba volviendo loco.


La depresión

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Finalmente, su mujer consiguió llevarlo a la consulta de un psiquiatra con formación en biopsiquiatría, disciplina que anali­ za las condiciones médicas y físicas que simulan un estado depresivo. Después de escuchar las explicaciones de Phil acerca de sus niales y someterlo a una serie de análisis médicos, el psi­ quiatra llegó a la conclusión de que su depresión la producía un déficit cié luz solar, deficiencia que afecta a entre 5 y 25 millones de personas todos los años en Esiados Unidos y que se puede corregir fácilmente con cromoterapia. Es tranquilizador saber que casi la tercera parte de las depre­ siones tienen causas físicas y no emocionales, ni son fruto de virus mentales.2'1 Al igual que en el caso de Phil, la mayoría de estos episodios tienen fácil solución. He aquí los factores físi­ cos que habitualmente contribuyen más a la depresión: La actual epidemia de depresión en Estados U nidos com en zó al mism o tiem po que se producía un cambio dietético masivo de las grasas saturadas a las gra­ sas insaturaclas. El menor consumo de grasas saturadas se ha traducido en una dism inución de las enferm edades ca rd io ­ vasculares y de los infartos. Sin em bargo, en 1 9 9 5 la revista Science bJews p u blicó un estucho que relacionaba las dietas bajas en colesterol (se supone que con niveles más altos de grasas insaruradas) con eí aumento en las tasas de depresión y de suicidios.25 En la categoría de grasas insaturadas, sólo dos aceites son considerados «esenciales»; el ácido alfalinolénico, denominado omega-3, y el ácido linoleico, llamado omega-6. El omega-6, por sí solo, tiene electos tóxicos que pueden generar cáncer y depre­ sión.. Afortunadamente, el omega-3 puede equilibrar o neutrali­ zar estos electos tóxicos. Pero la dieta del habitante medio de Estados LJmdos es muy baja en om ega-3 y muy elevada en omega-6. La mayoría de los aceites vegetales contienen poco o LAS

crasas

24.

in satura

DAS.

« 1 0 Physicaí R cason s You May Be D ep ressed », Prcwnrúm, ju n io de

1 9 9 2 , p. 69. 25 . Scietut' News. 11 d,e marzo cié 1 9 9 5 , p. 15 7 .


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nada de omega-3. Por otro lado, el procesamiento industrial de los aceites vegetales, como el calor, el refinado y la hidrogenación parcial, altera la estructura molecular del omega-6 y le da una configuración más tóxica. Los productos de consumo más frecuente que contienen gra­ sas parcialmente hidrogenadas y grasas trans son ía margarina, la manteca y sus aceites derivados. Si alguien quiere de verdad conservar la salud y eludir la depresión debería evitar las frituras y los productos que contengan aceites hidrogenados o parcial­ mente hidrogenados. Lamentablemente, estos aceites son muy comunes en productos como las galletas, el pan, ía repostería y los dulces. F.l aceite debería producirse con técnicas de cultivo orgánico, ser prensado en frío, conservarse fresco, en un reci­ piente refractario a la iuz, y ser consumido no más tarde de un par de meses después de su prensado. La carencia de ciertos minerales y otros nutrientes puede provocar depresión. Gran parte de los alimentos que con­ sumimos están demasiado manipulados, contienen grandes can­ tidades de azúcares y grasas, y carecen de vitaminas, minerales, aminoácidos y fitonutrientes esenciales, por lo que es un mila­ gro que no haya más casos de personas deprimidas. Los minera­ les que se suelen consumir en los preparados multivitamímcos son, en general, ineficaces porque no están ligados a una molé­ cula orgánica, corno suelen estar de forma natural en los alimen­ tos ricos en minerales. Un reciente estudio del Congreso de Esta­ dos Unidos reveló que el 93 por ciento de los habitantes de ese país tienen una dieta deficiente en oíigoelementos. Por desgra­ cia, las prácticas modernas de la agricultura industrial han des­ pojado a los suelos de numerosos oíigoelementos, especialmente del zinc, el magnesio, el selenio y el cromo. La

d iet a

.

LA f i s i o l o g í a . Una mente deprimida está estrechamente ligada a un cuerpo deprimido. Cualquier cosa que hagamos para m ejo­ rar el funcionamiento de la fisiología nos ayudará a aliviar la depresión. Los síntomas de cansancio, letargo y falta de energía en algunos casos pueden deberse a la falta de ejercicio físico.


Debido a la falta de energía, las personas deprimidas pueden experimentar una mayor dificultad para motivarse a hacer ejer­ cicio, Sin embargo, ias investigaciones demuestran que cuando las personas que sufren depresión com ienzan a hacer ejercicio de forma regular, la depresión cede terreno y en algunos casos desaparece del todo. Las pesas y los ejercicios aeróbicos estimu­ lan la fuerza y la resistencia física que tan desesperadamente requiere el individuo deprimido. Las técnicas de masaje y de res­ piración que estimulan la circulación linfática también propor­ cionan una sensación de bienestar. L‘\S PRESCRIPCIONES Mé d i c a s . Existen medicamentos para el tra­ tamiento de la presión arterial, el glaucoma, la -arritmia cardiaca, la artritis y otros males que pueden catalizar la depresión. Si sufrís depresión y estáis tomando un medicamento, consultad con vuestro médico para averiguar si la depresión es un posible efecto secundario. E l t a b a c o y \a í n g e s t i ó n e x c e s i v a d e a l c o h o l Hay una clara relación entre el tabaco y la depresión, y lo mismo puede afir­ marse de la relación entre el consumo excesivo de alcohol y la depresión. La depresión desata la necesidad urgente de animar­ se, y los fumadores son nías propensos a las depresiones que los no fumadores. Por definición, el alcohol es un depresivo, es decir, ralentiza o deprime la fisiología. El consumo excesivo de alcohol daña los tejidos del cerebro. En Estados Unidos, 7 millones de per­ sonas sufren problemas de tiroides, lo cual puede producir depresión/'' Entre el 10 y el 15 por ciento de las personas depri­ midas tienen algún tipo de disfunción tiroidea. Problem as

de t ir o id e s .

La d í a b e t l s . Otros 7 millones de estadounidenses que sufren diabetes ni siquiera lo saben. La diabetes no tratada puede dar síntomas de depresión. 2 6 . '<10

PhysioíJ R easons... >•*. op. cu


196 E l.

PARTÍ-: 11. LOS VIRU S M EN l ALES Y !A CURACION' d l s f .o u i l i b r i o h o r m o n a l f e m e n i n o

. Tiene lugar de forma

natural en el periodo del síndrome premenstrual (SPM), durante la menopausia y en los primeros meses después de dar a luz (depresión postparto). Tas alergias activan el sistema inmunitario de la misma manera que una gripe leve, y pueden originar síntomas parecidos a los de ésta, como letargo y malestar. Sin saberlo, muchas personas sufren alergias leves a alimentos que pueden desencadenar la depresión. L as

a l e r g ia s

DÉFICIT

de

.

LUZ SOLAR. Entre 5 y 25 millones de personas en

Estados Unidos sufren de un trastorno afectivo estacional (SAD).J Resulta interesante observar que el 83 por ciento de estas personas son mujeres de entre 30 y 50 años.

El virus de la depresión Para que se prolongue la depresión, una vez que ha comenzado, es necesaria una cierta manera de pensar. Si la depresión no se debe a un factor físico o dietético, es muy probable que surja a partir de un desencadenante inicial: la pérdida del cónyuge o del empleo, un problema económico o el cambio de lugar de resi­ dencia. La pérdida puede ser más sutil y abstracta, como la pér­ dida de confianza, del aspecto físico de antaño o de la juventud. Ésta es la parte inicial del desencadenante, su parte externa. Más allá de esto, deprimirse depende sólo de una cosa: la manera en que clamos un sentido a lo que nos ha ocurrido. Si el impacto emocional o el dolor asociados con lo que ha ocurrido son lo bastante fuertes, el resultado puede ser un virus desencadenante complejo. El hecho de pensar en lo que ha suce­ dido se ancla emocionalmente en un estado doloroso. Basta con i?nagtric¿r las circunstancias de una determinada manera, o entre27 -X

La sigla SAD (Seasonal Aítecnve Disoaler)

CÍCÍ l)

infles significa «triste».


¡ a depresión

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garse a un diálogo interno con un cierto tono de voz, y ¡clic!, se desencadenan los sentimientos. Las supuestas modalidades de cómo imaginamos las circunstancias, o de cóm o hablamos con nosotros mismos acerca de ellas, y la secuencia de lo que experi­ mentamos (la estrategia) son tanto o más importantes que las imágenes o palabras internas reales.

Ejercicio 19 Las submodalidades del virus de la depresión Muchas personas se castigan emocionalmente cuando cometen errores, y lo hacen con una voz interior sumamente crítica, se­ vera y regañona. Si el mensaje interior es lo bastante crítico, es posible que surja una depresión. A otras personas les basta ima­ ginarse los errores y la posibilidad de fracaso para sentirse mal. 1. Si eres consciente de una voz interior critica, imagínate la voz atacándote y criticándote, pero cambia su tono y conviértela en la voz del pato Donald. Descubre cómo te sientes escu­ chando los reproches y críticas del pato Donald. 2. Si te imaginas los errores y los fracasos potenciales de una manera discapacitadora, observa las submodalidades de cómo te los imaginas (en color, por oposición al blanco y negro; en primer plano, por oposición a un plano general; en movimien­ to, por oposición a una imagen fija; con determinada situación en tu campo visual: enfocado, por oposición a desenfocado, etcétera). Prueba a cambiar las submodalidades de cómo te imaginas los errores para descubrir cuál de ellas hace que dis­ minuya o que desaparezca tu reacción emocional. Cuando tomamos conciencia de las submodalidades y estra­ tegias inconscientes del desencadenante complejo necesario para prolongar una depresión, podemos interrumpir o reprogramar los pasos para alcanzar un estado más potenciador. Además del desencadenante, también suele intervenir un virus restrictivo (creencias restrictivas). Recordemos el supuesto de que cualquier malestar emocional es una alteración de las


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PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA. CURACIÓN

normas. Pensamos que las cosas deben suceder de una determi­ nada manera, y esto no se cumple. De hecho, los modelos men­ tales y lingüísticos de las personas deprimidas suelen estar pla­ gados de palabras como deber; tener que, se suponía que, es decir, el reflejo de un pensamiento y unas creencias rígidas destinadas a provocar un sentimiento de decepción o traición. Cuando se alteran las creencias o los valores de las personas a propósito de cómo deberían ser las cosas, esto conduce a una sucesión inter­ minable de valoraciones de la experiencia. También es probable que e) diálogo interior suponga reproches a uno mismo o a otros, además de incesantes preguntas y comentarios como por­ qué, cómo es posible y si sólo hubiera...

Terapia contra la depresión La primera vez que Ron vino a verme estaba emocionalmente desolado. Ron era un buen profesor de biología y un investiga­ dor consagrado a su trabajo en una universidad local. En los últimos tiempos, apenas lograba acabar sus clases sin romper a llorar por cualquier cosa. También lloraba en su despacho entre las clases. No podía concentrarse, comer m dormir. Llevaba seis años felizmente casado y convencido de que éi y su mujer per­ manecerían jum os el resto de sus vidas. Y un buen día su mujer le había contado que se había enamorado del hombre de sus sueños y que quería divorciarse. Los estados crónicos como el duelo y la depresión tienen una secuencia natural d e curación, es decir, un comienzo, un punto medio y un fin, como las heridas físicas. Para que la curación sea completa, es necesario pasar por las tres fases. Sin embargo, parece que algunas personas superan rápidamente las pérdidas, el duelo y la consiguiente depresión, mientras que otras tardan años en recuperarse. ¿Dónde reside la diferencia? Al final, se trata sólo de saber cómo piensan las diferentes personas. Para entender ia diferencia, los investigadores de PNL han analizado a personas muy «dotadas», capaces de superar rápidamente las diferentes etapas del duelo. A continuación, han contrastado


Ld depresión

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las estrategias de esas personas con las de quienes han quedado atrapados en una depresión. Ron había consultado hacía poco con su m édico a propó­ sito de cierto malestar físico no relacionado con la depresión. Le explicó al doctor lo de su divorcio y lo m ucho que sufría. Después de hablar sólo diez m inutos con Ron, el m édico le dijo que estaba clínicamente deprimido y le recetó Pruzac. Al igual que muchas otras victimas de la depresión, Ron se mos­ traba reacio a tomar m edicam entos y pensaba que con una terapia o con una actitud simplista de «tipo duro» tal vez podría superarlo. Con la aparición de una nueva categoría de antidepresivos llamados inhibidores selectivos d e f nivel de scrotonina, como el Prozac y muchos otros, se ha desatado una polémica a propósi­ to de la depresión. Mucha gente cree que estos medicamentos no tienen efectos secundarios, y son m uchos los que se han beneficiado espectacularmente de ellos. Sobre todo en casos de depresión crónica grave o de larga duración, las personas que toman estos medicamentos se sienten com o si hubieran recu­ perado la vitalidad. La polém ica se centra en si es preferible abordar la depresión tratando el cuerpo con drogas (y asu­ miendo el riesgo de posibles efectos secundarios) o tratar la menie a través de ía terapia y la asistencia adecuadas. ¿Es el cuerpo, debido a niveles bajos de serotonina, norepinefrina o dopamina, el causante de que el cerebro se deprim a, o es el cerebro, a través de pensamientos defectuosos, el que provoca la depresión del cuerpo? Esta pregunta se parece mucho al viejo dilema del huevo y la gallina. Es evidente que si aliviamos el desequilibrio b io q u í­ mico orgánico, mejora el estado de h mente. Muchas perso­ nas que han sufrido depresión grave y crónica han d escu ­ bierto que con el antideDresivo adecuado recuperaban el equilibrio em ocional y ía c ía n dad de pensam iento. Los fár­ macos tam poco producen euforia m disminuyen la tensión diaria. Por otro lado, m ejorar el estado de ia mente puede tener un profundo impacto en el equilibrio bioquímico del organis­


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PARTE II: LOS VIRU S MENTALES Y LA CURACIÓN

mo. En las depresiones leves y moderadas, parece que con la terapia para cam biar la manera de pensar de la persona se obtienen iguales resultados que con las drogas, si no mejores, para restablecer el equilibrio químico del organismo. La depre­ sión también crea un mecanismo de círculo vicioso: el pensa­ miento negativo altera la bioquím ica, lo cual conduce a más pensamientos negativos, lo que a su vez aumenta el desequili­ brio bioquímico. De una u otra manera, es necesario romper el círculo. En cuanto miembros de una sociedad, solemos preferir el enfoque de la «píldora mágica», es decir, soluciones rápidas y fáciles para problemas de salud a veces complejos y difíciles. Si tienes dolor de cabeza, toma una aspirina; si tienes un proble­ ma de corazón, traga unas cuantas cápsulas de nitroglicerina; si has comido hasta casi reventar, toma un Alka Seltzer. El pro­ blema con el enfoque farmacológico es que ocultamos los sín­ tomas, lo m ism o que hacem os con los analgésicos. No nos damos el tiempo necesario para abordar y resolver el núcleo emocional de ía causa de la depresión. Para muchos pacientes, los medicamentos tienen algún efecto secundario, por ejemplo, problemas para alcanzar el orgasmo. Los partidarios de la tera­ pia sostienen, además, que los pacientes deprimidos se mostra­ rán menos proclives a sufrir recaídas si aprenden estrategias mentales para protegerse de futuras depresiones. En una inves­ tigación recieme de la Universidad de Minnesota, los investiga­ dores descubrieron que al cabo de dos años el 50 por ciento de un grupo tratado con fármacos volvía a caer en la depresión, mientras que esta cifra se reducía al 20 por ciento en los pacientes del grupo de terapia. Una de las terapias más populares contra la depresión es la llamada Terapia Cognitiva, desarrollada en los años sesenta por Aaron Beck„ actualm ente catedrático en la Universidad de Pennsylvania. Basándose en la idea de que los modelos m enta­ les crean sensaciones, el terapeuta cognitivo ayuda al paciente a identificar percepciones y creencias destructivas causadas por la depresión, que a su vez se convierten en caldo de cultivo de la depresión.


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ia depresión

Terapia de virus m entales contra la depresión El enfoque de la Terapia de Virus Mentales implica un tratamien­ to simultáneo del virus desencadenante complejo y de los virus restrictivos. Las imágenes internas y el diálogo interno que siguen desencadenando sentimientos depresivos suelen adoptar la forma de una estrategia. ¿Cuál es la secuencia particular de las percepciones externas e internas que la persona debe experimentar para recrear los sentimientos de depresión? Cuando conocemos la estrategia, podemos alterarla: El

v ir u s d e s e n c a d e n a n t e

c o m p l e jo

.

• reprogramándola con diferentes pasos que conduzcan a un estado de plenitud de recursos; • interrumpiéndola repetidas veces conforme la vamos anali­ zando, de manera que la estrategia se com plique y ya no se pueda aplicar, o • cambiando las submodalidades de la estrategia. Una metáfora útil para interrumpir el modelo de una estrate­ gia es el siguiente. Piensa que el estado negativo es com o un viejo disco de una gramola, uno de aquellos tocadiscos que fun­ cionaban con monedas. Al pulsar el botón correspondiente, la máquina seleccionará el disco y sonará la música. Supongamos que cada ve 2 que lo tocas, lo rayas con un cuchillo. No pasará mucho tiempo antes de que sea imposible oír la música. E l v i r u s RESTRICTIVO. La cuestión clave para inducir las creen­ cias restrictivas relacionadas con las pérdidas es: «¿Qué signifi­ ca para ti q u e -------haya sucedido?» (has perdido el empleo, tu marido te ha dejado o te has olvidado de sacar la basura). Es probable que surjan afirmaciones con las que te culpas a ti mismo o a otros. • «Si no perdiera tanto tiempo en el trabajo, habría conservado mi empleo.»


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PAR'l'fc II: LOS VIRUS MENTALES Y I-A CURACIÓN

* «¿Por qué me habrá dejado por aquella mujer treinta años más joven que él? Me estoy convirtiendo en una vieja fea.» • «¿Cómo es posible que ese estúpido basurero pase siempre a la hora justa? ¿Acaso no sabe que es más elegante llegar tarde a las citas? Así yo podría sacar la basura a tiempo.» Al formular la pregunta «¿Qué importancia tiene pensar de esa manera?», puedes inducir el valor o intención positiva que subyace en la creencia. Luego se tratará sencillamente de cam­ biar el valor de- las creencias utilizando la solución antivírica 6 o 7 del capítulo 4 (pp. 114 y 121). Ron aún se encontraba en las primeras fases de dolor, es decir, bajo un trauma emocional. Ni siquiera podía pensar en lo que había sucedido sin experim entar em ociones dolorosas. - ¿ E n qué cosas piensas que agudizan tanto la depresión? -pregunté. Por las mejillas le corrían las lágrimas. -M e veo a mí mismo solo en nuestra casa -respondió, y diri­ gió su mirada a la derecha y luego hacia abajo. Uno de los des­ cubrimientos más fascinantes de la PNL es la noción de patrones de acceso visual.2* Todos tenemos una manera de mirar hacia una determinada dirección para recordar algo que hemos visto antes. Para recordar algo que hemos oído, miramos hacia otra direc­ ción, y a otra para recordar qué hemos sentido. Lo mismo suce­ de con aquellas cosas que nos imaginamos por primera vez o con ideas que traducimos a palabras. Para la mayoría de las per­ sonas, mirar hacia arriba y a la derecha indica que se quiere visualizar algo que nunca se ha visto. Que Ron mirara hacia abajo indicaba que prestaba atención a un diálogo interno o a unos sentimientos. Al parecer, esos dos pasos lormaban parte de su estrategia para provocar en sí mismo sentimientos de desam­ paro. Decidí poner en práctica un proceso llamado Confusión del Movimiento Ocular para interrumpir el patrón mediante el cual 28. capítulo 7.

Donald Lofland, Pmveriearning*', Umgrneadow Press, Stanford. 1992,


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Leí depresión

O O Movimiento* «íliemmjvoj, L a C o n f u s ió n del M o v im ie n to O c u l a r : Desplaza el índice de una posición a otra entre parejas de pu n tos im aginarios en el espacio, durante unos veinte segundos p or cada pareja.

Ron producía sentimientos tan intensos de dolor, es decir, para * * ■ >0 interrumpir su estrategia. Situé mi dedo índice a unos quince centímetros frente a Ron, arriba y a su izquierda (ver la posición .1, en la ilustración). Le pedi que volviera a imaginarse solo en casa mientras seguía mi dedo índice. Yo movía el dedo sin cesar entre la posición 1 y la 2, a diferentes velocidades durante unos 2 0 segundos. —Cuando piensas en estar solo en casa, ¿qué sientes ahora? -pregunté. -Pues, no lo sé. Me siento algo diferente. NTo me parece una situación tan tensa -observó Ron. Le pedí que volviera a pensar en los momentos en que se encontraba solo en casa y que siguiera mi dedo Indice mientras lo movía entre la posición 2 y la 3 duran­ te unos 20 segundos, una vez más a diferentes velocidades. -¿Y ahora qué sientes cuando piensas en la casa? -Tal como la veo ahora, tiene más coior. "Está un poco más cerca y parece que las emociones no tienen una carga tan intensa -dijo. Repetí el mismo proceso con combinaciones distintas de dos puntos, comprobando después de cada una qué cambios se habían producido. Cada vez aparecía una ligera modificación de las submodalidades de com o él imaginaba su fuiuro. Hacia el final de este proceso, Ron com enzó a imaginar que tenía una 29 . La primera vez que conocí este m étodo en una terapia fue c o n F r a n d ne Shapiro. en Los Gatos, California. E n tie n d o que ella fue quien desarrolló este m étodo. Después fue divulgado por Connirae Andreas.


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PARTE 11: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

nueva compañera, por lo que ya rio estaba solo en una casa vacía. Esto, al parecer, le brindaba un gran alivio emocional. Volví a repetir el proceso más tarde para otras imágenes y diálo­ gos internos que Ron encontraba especialmente deprimentes.

Solución antivírica número 13 La Confusión del Movimiento Ocular Podéis llevar a cabo este proceso solos, aunque resulta más fácil hacerlo con otra persona, porque os permitirá concentraros en vuestra experiencia. Lo único que debe hacer el compañero es mover su dedo de un lado a otro entre dos pumos a diferentes velocidades durante 15 a 20 segundos para cada pareja de posi­ ciones. Luego, tras una pausa, reflexionad sobre vuestra expe­ riencia y sobre las ideas que hayan surgido. 1. Piensa en alguna situación en la vida que genere en ti emo­ ciones o conductas discapacitadoras, o en alguna circunstan­ cia en la que te gustaría reaccionar con plenitud de recursos. ¿Qué hay en esa manera de vivir esta situación que desenca­ dene las emociones o la conducta? - ¿Te lo imaginas de una determinada manera? - ¿Hablas contigo mismo de ello de una determinada m a­ nera? - Cuando te imaginas la situación o hablas contigo mismo de ella, ¿cómo te sientes-* 2. Cuando experimentes internamente la situación, pide a tu compañero que sitúe el dedo índice a unos .15 centímetros frente a tus ojos y que lo mueva entre los puntos 1 y 3 a dife­ rentes velocidades durante unos 15 a 20 segundos. Haz una pausa de unos segundos y describe los cambios que se hayan producido en tu manera de percibir la situación o cualquier visión nueva que te venga a la mente. 3. Repite este proceso con otras parejas de puntos. Si observas que alguno de esíos movimientos te transmite una sensación


La depresión

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especialmente incómoda, pide a tu compañero que no lo haga, al menos por ahora. Vuelve a hacer una pausa entre las parejas de puntos y observa las percepciones y cambios en las submodalidades de tu experiencia. 4. Haz la prueba dibujando el número 8 o el signo infinito (°°). (Véase ilustración.)

La Confusión del Movimiento Ocular provoca algo más que una complicación en las estrategias improductivas. Si movemos los ojos a diferentes posiciones de acceso, a partir de cada posi­ ción aportaremos recursos constructivos que no se están usan­ do, es decir, crearemos un diálogo interior constructivo, expre­ sando nuevas ideas con palabras, imaginando recuerdos de tiempos en que podíamos lidiar con las situaciones con plenitud de recursos. Estas conexiones neurológicas se producen de forma espontánea e inconsciente. A partir de ese punto, procedí al próximo paso de la terapia con Ron. -Cuando piensas en tu ex mujer, ¿cómo la ves? -pregunté. Ron me dijo que estaba levemente desenfocada, más en blan­ co y negro que en color, y que la imagen estaba situada ligera­ mente a la izquierda de su campo visual. Imaginársela de esta manera inducía en él sentimientos de tristeza, pérdida y vacío. -Ahora, piensa en una persona que ya no exista en tu vida, pero cuyo recuerdo te provoque una gran sensación de bienestar -sugerí. -Pues, tendría que pensar en mi lío Bud -respondió Ron. El color le volvió al rostro y sus músculos faciales se relajaron. La imagen de su tío estaba enfocada, en color, situada más arriba y a la izquierda de su campo visual interior. La principal submodalidad motriz parecía ser el lugar en que guardaba su recuerdo. -¿Hay alguna parte de ti que se oponga a que imagines a tu ex mujer de la misma manera que te imaginas a tu tío? I labia partes de Ron que se oponían, y era así por la manera en que su ex mujer lo había tratado. Utilizamos el Reencuadre de Seis Pun­ tos (solución antivírica número 8, p. 137) para trabajar con la


confianza, el perdón y su seguridad emocional en el futuro. Finalmente, Ron decidió que le gustarla guardar los recuerdos positivos de lo que él y su mujer habían compartido. También quería conservar las lecciones extraídas a partir de situaciones que no habían funcionado bien, y abandonar los sentimien­ tos que no le aportaban recursos. Cambió la imagen de su mujer y las imágenes de algunos de sus momentos más felices juntos, y las guardó cerca del recuerdo que tenía de su tío. Más tarde, trabajamos para cambiar algunas de las creencias negativas acerca de sí mismo que la separación había fomenta­ do. Las sesiones que dedicamos a realizar estos cambios no fue­ ron una «píldora mágica» y no reemplazaron las fases naturales del duelo, la depresión y la curación que el cuerpo y la mente deben experimentar. Durante los siguientes meses, Ron siguió viviendo momentos buenos y malos. Pero me contó que des­ pués de nuestro trabajo, por primera vez en un mes, había podi­ do dormir toda la noche, comenzar a hacer ejercicio y a hacer footing de forma regular. Recuperó el apetito y pensó que podía prescindir de los antidepresivos. Cuando yo tenía veintiséis años y estaba deprimido porque había perdido mi empleo y no encontraba otro, tampoco pensa­ ba que necesitaba antidepresivos. Al igual que muchas personas en Estados Unidos, estaba demasiado avergonzado para recono­ cer mí depresión, y me equivocaba al pensar que se trataba de una debilidad de carácter Esta lamentable actitud personal impide que muchas personas se decidan a buscar la ayuda que les permitiría volver a disfrutar de la vida. Yo lo superé hacién­ dome el duro. Mi amiga Kathy que no encontraba una causa visible que explicara su depresión, vivió meses siguiendo una terapia y tomando antidepresivos que no dieron resultados. Al final deci­ dió consultar con un psiquiatra con conocimientos en medio ambiente y contaminación atmosférica doméstica. Este terapeuta había leído un artículo sobre ciertos problemas relacionados con las cocinas a gas, y encontró la clave en la repostería que Kathy cocinaba. Según descubrieron, la ventilación de la cocina de Kathy era muy deficiente. Con la cantidad de hidrocarburos no


quemados y el óxido de nitrógeno y monóxido de carbono que su horno despedía, el aire de su cocin a era de peor calidad que el del centro de Los Ángeles en horas punta. Cuando reem­ plazó su cocina por un modelo eléctrico, su depresión desapare­ ció. Para mí, esto subraya la necesidad ele que un experto com­ pruebe las posibles causas físicas, médicas o medioambientales de la depresión, antes de recurrir a ciegas al Prozac. También aprendí una valiosa lección a partir de mi propia depresión. Acabó siendo un gran regalo y un punto de inflexión en mi vida. Como resultado de haber perdido mi trabajo como ingeniero, com encé a trabajar dando clases com o sustituto a tiempo parcial, y luego como titular, también a tiempo parcial, en una universidad local. Al cabo de dos años, me había conver­ tido en profesor de física y jefe del departamento. Casi todas las personas con que hablo y que han vivido grandes pérdidas me cuentan que, a la larga, llegan a un punto donde pueden mirar hacia atrás y ver algo valioso en su experiencia. Es una lástima que no podamos verlo así cuando la estamos sufriendo, pero las cosas no siempre son lo que inicialmeme parecen. Tony Robbins sostiene que si nos planteamos de ía manera apropiada preguntas potenciadoras, como las siguientes, podre­ mos reencuadrar el significado de lo que ha ocurrido y pennitirnos contemplarlo bajo una luz más positiva. • «¿Qué significa-------[la pérdida, los cambios, etc.] para mí?» (Para inducir creencias restrictivas.) «¿En qué me beneficia esta manera de pensar?» • «¿De qué manera específica caigo en la depresión?» (Para defi­ nir tu estrategia.) • «¿Cómo podría algún día ser capaz de mirar hacia atrás y ver lo provechoso que ha sido este cambio para mí o para quienes me rodean?» • «¿Qué estoy dispuesto a hacer para que las cosas sean como yo quiero?» (Los expertos en h solución de estos problemas sugieren dedicar el 80 por ciento del tiempo a la solución y sólo el 20 por ciento al problema.)


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PARTE II: LO S VIRUS MHNTALES Y LA CURACIÓN

Interna cultivar un sentido de la curiosidad, como si fueras un detective que pretende descifrar el mecanismo de la depre­ sión, qué significan íos acontecimientos para ti y cómo podrían ayudarte los cambios a avanzar en una dirección más positiva en la vida. Tras mi enfado inicial al coger la manzana podrida del salpi­ cadero de mi coche, una vez asimilado que esa tarde no tendría merienda, me picó la curiosidad. Dentro del coche hacía mucho calor, como cuando nos dejamos las ventanas cerradas un día caluroso de verano. Acababa de leer que aquello era similar al efecto invernadero. El dióxido de carbono y los gases retienen el calor que irradia el suelo, impidiendo que escape, lo cual pro­ voca el calentamiento global. El vidrio de un invernadero o de un coche deja penetrar la luz solar, pero impide que el calor radiante salga. La temperatura dentro de un coche, en un día soleado y caluroso, puede alcanzar los 65 °C., y se me ocurrió que el calor había acelerado el proceso de descomposición de mi manzana. Sin embargo, me llamó la atención que tuviera un olor tan agradable. Le di un mordisco. Me llevé una gran sorpresa cuando probé por primera vez una manzana cocida por el calor solar. Las cosas no siempre son lo que parecen. Ahora, si pasáis ju nto a mi coche estacionado en la universidad, cualquier día laborable de septiembre u octubre, veréis una manzana cocién­ dose en el salpicadero. Es mi merienda de la tarde.


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Las alergias No es que tenga miedo de morir, pero no quiero esíar presente cuando eso ocurra. WOODY ALLEN’

Cuando jan et llegó a la sala de urgencias del hospital apenas podía respirar, pero seguía aferrándose a la vida. A sus siete años, la reacción alérgica que había desencadenado la picadura de una abeja (shock anafiláctíco) estaba a punto de acabar con su breve infancia. El doctor Lu se apresuró a inyectarle epinefrina, el único fármaco que le relajaría ios músculos hinchados de la garganta y le permitiría volver a respirar. -S i se recupera -d ijo el doctor-, deberá tener la eplnefrina a mano el resto de su vida, por si le vuelve a picar una abeja. Es una paradoja, pero nuestro sistema inmunitario, si bien cumple el objetivo de protegernos, también puede, por error, gene­ rar ciertos síntomas perjudiciales y en algunos casos, aunque raros, puede acabar siendo mortal. Se calcula que entre 35 y 50 millones de personas en Estados Unidos tienen sistemas inmunitarios que reaccionan de forma exagerada a sustancias normalmente inocuas, y sufren alergias. Los síntomas son estornudos, irritación de las mucosas nasales, escozor en los ojos, hinchazón exagerada y, en ciertas ocasiones, shock insulínico e incluso la muerte. Las alergias son la causa de aproximadamente el 10 por ciento de todas las con­ sultas médicas. En una investigación a 4.000 pacientes de alergia, 209


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PARTE \\: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

• un 8 6 por ciento padecía rinitis crónica o fiebre del heno, es decir, alergia al polen; • el 77 por ciento eran alérgicos al polvo y a los ácaros; • el 34 por ciento eran alérgicos al pelo y a la caspa de los ani­ males; • el 10 por ciento eran alérgicos a los insectos y a las mordedu­ ras o picaduras de insectos. Otras alergias se manifiestan al ingerir ciertos alimentos y al percibir perfumes y sustancias químicas tóxicas. Se ha descu­ bierto recientemente que los guantes de látex usados por médi­ cos y dentistas para protegerse del posible contagio de sida tam­ bién producen alergia.30

Las alergias y los virus desencadenantes Se sabe que el estrés agrava las alergias. También sucede que ciertas situaciones de estrés o estímulos medioambientales no alérgenos provocan respuestas alérgicas. En un experimento, se administró a unos conejillos de Indias una proteína exógena que producía alergia. Al mismo tiempo, fueron expuestos a un deter­ minado olor. Después de realizar este procedimiento en cinco ocasiones, el solo olor bastaba para inducir la respuesta alérgi­ c a . E n otro experimento, se administró a unas ratas yema de huevo que les provocaba alergia y se las expuso simultáneamen­ te a luces intermitentes y a un zumbido. También en este caso, después de realizar el procedimiento vanas veces, la luz y el zumbido eran suficientes para inducir los síntomas alérgicos. Los investigadores también han demostrado que las situacio­ nes de estrés pueden afectar al tuncionamiento del sistema

3 0 . Dave Cutler. «The Season's Best Allergy Busters», Preveniion, septiem ­ bre de 1 9 9 3 , pp. 1 1 7 - 1 2 4 ,

"

31. E. Pennisi. « F o o d Aüergies Linked lo Ear ln feciio n » (Otitis Media; investigación de Talal M. Nsouli), Science News, 8 de octubre de 1 9 9 4 . 32.

«L eam ed Histamine Response», Scit'na\ 1 7 de agosio de 1 9 8 4 .


Las alergias

X

A.

inmunitario. Cuando estamos tristes o deprimidos, el cerebro produce neuropéptidos y neurotransmisores que inhiben el sis­ tema inmunitario, de modo que somos más propensos a enfer­ mar. Deepak Chopra describe un experim ento en el que se administró a un grupo de ratas unas sustancias para inhibir el sistema inmunitario y al mismo tiempo, se las exponía al olor del alcanfor. A un segundo grupo de ratas se les administró una sustancia que potenciaba el funcionamiento del sistema inmuni­ tario, y también se las expuso al olor del alcanfor. Después de repetir este proceso varias veces, el olor del alcanfor era suficien­ te para suprimir el sistema inmunitario del primer grupo de ratas y potenciar el del segundo grupo. Hay quienes sostienen que si nos encontram os de forma natural en un estado emocional que ha neutralizado nuestro sis­ tema inmunitario, o si sufrimos alguna enfermedad parecida a la gripe y, al mismo tiem po, nos vemos expuestos al polen, a los gatos, a ciertos alimentos u olores, o a los ácaros, el inconsciente podría asociar ambas c o n d ic io n e s o anclarlas juntas. La respues­ ta alérgica puede ser más el resultado de cómo pensamos que una mera reacción fisiológica. Esta opinión se ha visto conlirmada por investigaciones sobre personas que sufren el síndrome de múltiple personalidad (SMP). A menudo sucede que una perso­ nalidad sufre de alergia y la otra no. Estamos ante la misma per­ sona y los mismos alérgenos. ¿Cuál es la diferencia7 La única diferencia posible reside en cómo estas personalidades piensan.

Los virus de la alergia En opinión de muchos médicos, las alergias son provocadas por un error en el sistema inm unitario. Yo creo que se trata de un virus mental que implica, por un lado, una creencia restrictiva profundamente anclada en el inconsciente y, por otro, un desen­ cadenante, es decir, el alergeno. El sistema inmunitario cuenta con los glóbulos blancos, cuya función consiste en eliminar del sistema las panículas extrañas, como el polen o la caspa de los gatos. El organismo genera estos glóbulos blancos en la médu­


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PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

la ósea y es capaz de producir millones en pocos minutos. Por lo tanto, se podría decir que, al reaccionar a las partículas exógenas, el sistema inmunitario aprende muy rápidamente. En muchas personas, el sistema inmunitario también puede produ­ cir un anticuerpo específico, la inmunogloku/ina E (lgE), que, al parecer., no tiene otra función que producir síntomas alérgicos. La lgE se adhiere a los receptores llamados masiocitos, en nues­ tros tejidos conjuntivos. A su vez, los mastocitos secretan histamina y otras sustancias que pueden, generar síntomas alérgicos. Desde la perspectiva de la Terapia de Virus Mentales, la creencia restrictiva consiste en que el sistema inmunitario se equivoca al identificar los alergenos como un virus invasor. A continuación, responde erróneamente con la lgE, provocando sinusitis, hin­ chazón e irritación de las mucosas nasales, ojos lagrimosos, etc. Algunas personas tienen que ausentarse varios días del tra­ bajo como resultado de las alergias. Para casi todos los demás que sufren alergias, éstas afectan a la capacidad del sistema inmunitario de realizar su función, es decir, protegernos de las enfermedades. El sistema inmunitario se moviliza debido a la falsa alarma activada por la presencia de alergenos, de modo que el individuo es más propenso a contraer la gripe, resfriados y otras enfermedades. En una investigación sobre niños que pade­ cían infecciones múltiples del oído medio, 81 de ellos resultaron ser alérgicos a ciertos alimentos. Cuando se les privó de estas sustancias perjudiciales, durante los cuatro meses que duró la investigación, mejoró la salud de 70 de ellos. Después de volver a consumir esos mismos alimentos durante varios meses, 6 0 niños volvieron a tener problemas en el oído. El hecho de que la reacción alérgica sea tan compleja en el aspecto fisiológico ha llevado a algunos investigadores a especu­ lar con la idea de que el mecanismo de la alergia no habría sobrevivido a la evolución si no tuviera un objetivo positivo. Algunos han sugerido que la respuesta alérgica ayuda a eliminar parásitos como las lombrices* las garrapatas y los piojos. Otros 33 B. l.. Itenderly, «ümotions and Allergies: The Pavlov C o n n e c ú o n ... PsychoU;£v i , i unió 1 9 8 9


Las alergias

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creen que se trata de un sistema de defensa complementario o de alarma contra las toxinas. El precio que pagamos por las fal­ sas alarmas del sistema son las alergias. Hace algunos años, Robert Dilts desarrolló una sencilla técnica mente/cuerpo, diseñada para volver a enseñar al sistema inmunitano a reaccionar adecuadamente a los alergenos. Tim Hallbom y Suzi Smith, dos importantes formadores ele PNL, modificaron la técnica y la presentaron en mi seminario para la Titulación Profe­ sional.*'* Uno de mis colegas contó lo que le había sucedido poco tiempo después de que Robert Dilts presentara esta técnica. Se ente­ ró de su existencia durante una conversación en un teléfono públi­ co, y anotó la información en una servilleta. En ese momento asis­ tía a una conferencia, así que volvió a la sala de reuniones. En el ascensor se encontró con un hombre que era alérgico a la mayoría de los alimentos. De hecho, este hombre podía consu­ mir muy pocos alimentos sin que se sintiera enfermo. Mi colega procedió a aplicarle rápidamente ía técnica que acababa de cono­ cer, y le advirúó que pusiera a prueba muy poco a poco y con cui­ dado su respuesta a los alimentos perjudiciales. La prueba apro­ piada consistía en comer un poco de alguna cosa que en el pasado sólo le había producido una reacción leve. Con suerte, podría empezar a probar pequeñas cantidades de otros alimentos. Esta persona estuvo de acuerdo, se despidió de mi colega y se dirigió al comedor, donde pidió vino y bistec con salsa de champiñones, probablemente el peor tipo de comida que podía pedir un hom­ bre en su condición. Podría haber enfermado, y hasta podría haber muerto, pero la técnica funcionó. A partir de entonces, el hombre pudo disfrutar de una gran variedad de alimentos.

ADVERTENCIA: C iertas alergias pueden ser mortales. Si los síntomas son graves o potencialm ente graves, se debe consul­ tar con el ynédico de cabecera, trabajar sólo con un profesional fo r m a d o en estos métodos y asegu rarse d e que el médico esté presente en la sesión de terapia. 34, Robert Dilts y Tüdd Fpstem, Certificado de Form ación Profesional en PNL, N'LP Umversity en ta Universidad de California, junio-julio de 1 9 9 1 .


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PARTE II: LOS V IR U S M EN T A LES Y LA C U RA C IÓ N

Los terapeutas y los médicos que utilizan esta técnica han informado que es eficaz en el 8 0 por ciento de los casos en los que la alergia es específica y conocida por el paciente, es decir, alergias provocadas por un animal, un olor o una planta o ali­ mentos conocidos. En el caso de alergias no específicas, como la fiebre del heno, la técnica puede funcionar, pero es m ucho menos fiable. Esto puede deberse a que se desconoce el alergeno en cuestión y posiblemente, porque es más difícil encontrar un ejemplo de contraste (algo similar al alergeno pero sin la res­ puesta alérgica). También es importante observar que esta técni­ ca mental, ai igual que cualquier oirá, no pretende sanar todos los problemas de salud. Proporcionar «curas» pertenece al ámbi­ to de la profesión médica. Lo único que hace el profesional o terapeuta es orientar a través de procesos por los que el incons­ ciente del cliente puede comenzar a sanar, o al menos a liberarse de los síntomas.

Para liberarse de la alergia al polen Marie era una cliente que me había consultado a propósito de diversos problemas. Tenia el tejido de los senos frontales infla­ mado y éstos parcialmente bloqueados la mayor parte del tiem­ po, debido a alergias causadas por diversos tipos d¿ polen y polvo que se pueden encontrar en casi todas las épocas del año en la costa central de California. No había pensado trabajar con ella en concreto las alergias porque la técnica es menos hable con el tipo de alergia no específica y, en general, desconocida, que sufría Marie. Yo e s t a b a de v a c a c i o n e s e n u n r e m o t o lu O c a r de r e t ir o e n u n

valle cerca de la costa central de California. Aunque sólo estába­ mos a unos 50 kilómetros de la costa, el clima era bastante dis­ tinto y había algo único y especial en el aire. Los días eran más cálidos, las noches eran suaves y el aire más seco que en mi casa de la costa. Aun así, en el valle había una frondosa vegetación gracias a los arroyos y nachuelos que lo surcaban. Un día me encontré con Marie. Le pregunté cóm o le iba y


Las alergias

ella dijo que estupendo. En aquel pequeño oasis no sufría nin­ gún tipo de alergia. —¿Qué te parecería incluir una sesión contra la alergia en tus vacaciones? - l e pregunté. No sabía si funcionaría, porque su alergia no era específica, pero vislumbré una oportunidad para aprovechar aquellos dias en que no estaba aquejada por los sín­ tomas. -N o suelo mezclar las vacaciones con las terapias, pero me encantaría deshacerme de la alergia si tuviese la posibilidad -d ijo ella. Comencé ayudándola a formular un objetivo bien definido siguiendo las instrucciones del capítulo 7 (pp. 176-1 77). • La visión. Marie quería que se le despejaran los conductos nasales y tener los ojos secos, incluso en presencia de eleva­ dos niveles de polen o polvo. • El indicador. La prueba específica de haber alcanzado su obje­ tivo era, en su caso, la misma que la visión (senos frontales despejados y ojos secos). • La viabilidad. Marie creía que era posible que las personas en general superaran los síntomas alérgicos, que era posible para ella y que se merecía un buen resultado. Observé que su len­ guaje corporal era congruente con sus creencias. A continuación, verificamos los posibles beneficios secunda­ rios. Cuando suiría los síntomas alérgicos, Mane continuaba con su vida cotidiana y no pensaba que la gente le prodigara simpa­ tías especiales ni que su alergia le proporcionara beneficio algu­ no. Era sencillamente una molestia. El polen y el polvo que desencadenaban sus alergias eran benignos y no presentaban un peligro para la salud, de modo que, al parecer, no había un con­ texto en el que las alergias fueran útiles. Una pieza clave de la técnica de las alergias consiste en iden­ tificar un ejemplo de contraste, algo que no produce una respues­ ta alérgica y sin embargo, se asemeja al desencadenante de la alergia. Si la persona es alérgica a los gatos pero no a los perros, los perros servirían com o ejemplo de contraste. La persona puede ser alérgica a las picaduras de abeja, pero no a las de las


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PARTE II: LOS V IR U S M EN T A LES Y LA CU RA C IO N

avispas o a las de las hormigas. En el caso de Marie, teníamos un perfecto ejemplo de contraste en nuestro entorno. -¿Te has fijado en todas las flores que hay en este lugar? -pregunté. Ella asintió con un ge-sto de la cabeza-. Sabes lo que significa eso, ¿no? El aire aquí está cargado de polen. Es proba­ ble que sea diferente del polen que hay en tu casa, en ia costa, pero seguro que aquí hay tanto como allá. Tu sistema inmunita­ rio ya debe de estar acostumbrado a lidiar con el polen, al menos con el tipo que. tenemos aquí. A Marie no se le había ocurrido, y se mostró sorprendida. En ese momento, comencé con la solución antivírica. -Quiero que te imagines una gruesa placa de plexiglás delan­ te de ti para protegerte de cualquier cosa que suceda al otro lado. ¿Puedes imaginar que estás al otro lado del plexiglás? -E lla vol­ vió a asentir-. Quiero que te veas a ti misma frente al plexiglás, aquí, en este precioso lugar de vacaciones, rodeada de todo este polen y con tu sistema inmunitario que responde adecuadamen­ te. Fíjate en lo bien que te sientes con los senos despejados y los ojos secos. -E so es fácil, porque ya estoy aquí, y eso es lo que siento. Es muy agradable no tener alergia -dijo. -Mientras piensas en cómo te sientes, deja que te toque aquí, en el codo, para estabilizar tu experiencia - d ije , y me incliné para tocarle la parte posterior del codo izquierdo e instalar un desencadenante para que eíía abordara el problema del polen con plenitud de recursos. Mientras seguía tocándole el codo, d ije-: Quiero que te imagines a esa Marie, allá al otro lado del plexiglás, de vuelta a ía casa de la costa, que enfrenta el proble­ ma del polen de la misma manera adecuada que lo estás hacien­ do aquí. ¿Te la imaginas haciendo eso? - S í -respondió, después de una pausa-. Puedo verla a ella, pero no sé qué pasará conmigo. -Bien. Ahora, esa Marie, al otro lado, tiene algo que te puede ser muy útil. Su sistema inmunitario sabe cuál es la manera correcta para tratar con el polen cuando estás en casa. ¿Hay algu­ na parte de ti que se oponga a que puedas enfrentarte al polen de la misma manera?


Las alergias

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Le pregunté esto para llevar a cabo la comprobación ecológi­ ca. Cuando el inconsciente sabe cómo puede producirse el cam­ bio deseado, si hay partes objetoras saldrán a la superficie. Ella me aseguró que no había partes que se opusieran y, una vez más, su lenguaje corporal me pareció congruente. —Bien. Ahora imagina que retiramos el plexiglás y que esa Marie del otro lado viene hacia ti con el regalo de un sistema inmunitario que reacciona adecuadamente al polen. Deja que se funda en ti al ritmo con que puedes integrar el regalo que te ofrece -sugerí. Mientras ella permüía que se estabilizaran ios sentimientos internos y las sensaciones, yo mantuve el contacto en el codo. Me sonrió y dijo que el proceso la hacía sentirse bien. Luego nos situamos en el futuro, le sujeté el codo y le pedí que se imaginara de nuevo en casa sin el plexiglás. —Me siento muy bien. Es como estar aquí, pero ¿me estás diciendo que en esto consiste todo el proceso? -S u escepticismo era típico de las personas que se someten a esta técnica. -N o todo el mundo tiene éxito con esta técnica, y no te puedo garantizar que estés entre el 80 por ciento de las personas que se libera por completo de los síntomas al hacer lo que aca­ bamos de hacer -repliqué-. Eí proceso es bastante sencillo, y a menudo las personas que obtienen ios mejores resultados son las que, como tú, cuestionan el proceso. Cuando vuelvas a casa, ya verás más claro si en tu caso ha funcionado o no. Cuando Marie volvió a casa estaba completamente curada de su alergia crónica al polen. Además, cuando viajaba a otros luga­ res del país donde hay diferentes concentraciones de polen, a veces ligeramente más altas que en California, Marie seguía inmune a las alergias. Tengo (a impresión de que un factor importante al trabajar con alergias no específicas como la de Marie consiste en ser capaz de trabajar en un ambiente donde el cliente se sienta temporalmente libre de los síntomas, pero con la posibilidad de encontrar un buen ejemplo de contraste. En nuestro caso, las cosas simplemente funcionaron de esa manera. Los resultados de Mane duraron unos seis meses, hasta que empezó a vivir unas circunstancias personales muy tensas. En ese momento, reaparecieron los síntomas.


Hay quienes dirán: «Ya ves, el método no funcionó». Yo res­ pondería: «¿Qué quieres decir que no funcionó? ¡Funcionó durante seis meses! Sólo necesita un reacondicionamiento y un seguimiento». Realizamos otra sesión con Marie y las alergias volvieron a desaparecer. Stn esta sencilla técnica, Marie se habría visto condenada a una vida de antihistamínicos y a diversos fármacos para ocultar sus síntomas, al igual que Janet, a los siete años, estaría conde­ nada a tener la epinefrina siempre a mano, si es que sobrevivía. El doctor Lu consiguió salvarla, y Jan et no se separó de la epinefrina hasta que, ya mayor, fue a consultar a un importante formador de PNL en Colorado para conocer la técnica antialérgi­ ca. Al igual que Marie y muchas otras personas, se mostró escép­ tica. Pero estaba más tranquila ame la necesidad de llevar siem­ pre consigo la epinefnna. Un día, cuando no la llevaba, la volvió a picar una abeja. Sintió que el pánico se apoderaba de ella por­ que no sabía si la técnica funcionaría. Llamó inmediatamente a su médico, y éste le pidió que se calmara y que observara los sín­ tomas antes de llamar al teléfono de urgencias. La única reacción que tuvo fue la que normalmente producen las picaduras de abejas (irritación e hinchazón alrededor de la picadura). Janet lleva siempre consigo la epinefrina, pero cree, con optimismo, que no volverá a necesitarla.


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El cáncer Lhasa, en el Tíbet, en «la cima del mundo». Una peregrina fran­ cesa, Alexandra David-Neel, emra clandestinamente en el Tíbet para ver a algunos de los mejores expertos mundiales en control mente-cuerpo. Las cosas que observa la dejan asombrada. Más tarde, relatará el episodio de los monjes que se sientan desnudos en la nieve o secan sábanas empapadas sólo con el calor de su cuerpo.1' Muchos años después, a comienzos de la década de los ochenta, Roben Benson, un cardiólogo de Harvard, autor de La relajación,'*' recibió una invitación del Dalai Lama para que lo viera con sus propios ojos. Aplicaron electrodos a unos monjes para registrar sus cambios fisiológicos mientras secaban las sába­ nas en aquel gélido paisaje del Himalaya. Las sábanas comenza­ ban a despedir vapor a medida que la temperatura de la piel de los monjes aumentaba en unos ocho grados. Hs evidente que si una persona normal intentara hacer esto empezaría a temblar de manera incontrolada y, probablemente, moriría. Si la mente es capaz de estos milagros, ¿qué podría lograr en otros ámbitos de la vida, como la curación de enfermedades? Al fin de cuentas, la curación se produce inconscientemente. No tenemos que pensar en cóm o vamos a curar una herida o en cómo superar un resinado. En algunas ocasiones, el inconscien­ te de una persona puede incluso descubrir una manera de hbe35.

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PARTi- II: LOS VIRU S MENTALHS Y IA CURACIÓ N

rar a! cuerpo de una enfermedad «incurable» y mortal como el cáncer mediante una recuperación espontánea. ¿Existe alguna relación inconsciente entre nuestra manera de pensar y la posibilidad de contraer o evitar el cáncer? ¿Acaso esta enfermedad sólo se declara a raíz de un estilo de vida poco sano, de factores medioambientales o genes deficientes, o es posible que exista un virus mental del cáncer! Si es verdad que ciertas personas son más propensas al cáncer, ¿es posible que la terapia de virus mentales disminuya las posibilidades de c o n ­ traer la enfermedad o de potenciar las posibilidades de recupe­ ración? Y si el pensamiento sano o el pensamiento no sano desempeñan una función en el cáncer, ¿por qué murió de esta enfermedad mi amiga Dana, que tenía un pensamiento c o n ­ gruente y poderoso?

Una pizca de prevención Dana era una de las 5 0 0 .0 0 0 personas que mueren de cáncer en Estados Unidos todos los años. El que le afectaba a ella, el cán­ cer de ovarios, es particularmente mortífero, y sólo sobrevive el 15 por ciento de las enfermas. La «guerra» contra el cáncer, las enfermedades cardiacas y otros males, declarada hace ya dos decenios, pretendía encontrar una cura para esas dolencias. Sin embargo, desde hace poco las investigaciones se dirigen hacia el descubrimiento de genes deficientes. En la familia de Dana había antecedentes de cáncer de ovarios. Actualmente, los investiga­ dores genéticos han aislado un gen que predispone a las mujeres a contraer esta enfermedad. Es probable que ella tuviera ese gen. No hay duda de que los genes desempeñan un papel, pero la genética no explica hechos como éstos: • No todos los cánceres más malignos son heredados. La gran mayoría de las víctimas comienzan la vida con genes sanos. • La remisión del cáncer es posible. • La incidencia de todos los cánceres, con la excepción del cán­ cer de pulmón, ha aumentado un 35 por ciento desde 1950.


El c á n c e r

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• No todas las personas con predisposición genética a ciertos tipos de cáncer contraen la enfermedad. • Los estadounidenses tienen cinco veces más probabilidades de contraer cáncer que los habitantes de los países de la cuen­ ca del Pacífico, y hasta 50 veccs más que los de algunos países menos desarrollados.'7 La medicina moderna parece m ejor equipada para tratar enfermedades agudas, heridas e infecciones que para combatir enfermedades que progresan lentamente a lo largo de los años y a veces de decenios. Las enfermedades degenerativas crónicas como el cáncer son doblemente trágicas porque en el caso de muchas personas son prevenibles. Cuando Dana dejó de tener hijos, incluso tomó la precaución de extirparse un ovario, pues­ to que su madre y otras mujeres de su familia habían muerto de cáncer de ovarios. L)esgraciadamente, años más tarde desarrolla­ ría cáncer en el secundo ovario. Ahora sabemos que muchos de los factores generales de nes­ go (el tabaco, exceso de grasas en la dieta, un estilo de vida sedentario, sustancias químicas tóxicas y una predisposición genética) aumentan la probabilidad de contraer cáncer. Sin embargo, aún no hemos podido dar con los medios para curarlo ni con su verdadera causa. Hace más de diez años, John Caims, de la Universidad de Harvard, señaló la irracionalidad que signi­ ficaba gasear cientos de millones de dólares en quimioterapia mientras no se hacía prácticamente nada para proteger a la población de los peligros del tabaco, que por sí solo es responsa­ ble de aproximadamente el 30 por ciento de todas las muertes por cáncer. Tenemos los conocimientos. Si sabemos cómo la dieta y el estilo de vida afectan a la salud, ¿por qué la gente fuma, sigue dietas deficientes o no se preocupa de su forma física? La res­ puesta es que fumar nos hace sentir bien y que comer es un pla­ cer, mientras que hacer ejercicio exige demasiado trabajo. Al 37. Devra Lee Davis y H a r o ’d P F r e e m a n , «An Oun.ce of P r e v e m io n » , Psychology Today, septiembre de 1 9 9 4 .


igual que cualquier otro virus mental (negarse a aceptar la reali­ dad frente a investigaciones científicas taxativas o pensar: «Yo soy una excepción. Los demás podrán enfermar, pero eso jamás me sucederá a mí»), estos defectos del pensamiento tienen una intención positiva. Para realizar un progreso verdadero en la reducción o elimi­ nación del cáncer, debemos actuar en el nivel de la prevención. Hay que tener el valor de descubrir y enfrentar todos aquellos factores que aumentan las probabilidades de contraer estas enfermedades. Necesitamos programas educativos a gran escala y métodos eficaces para motivarnos a nosotros mismos y a nues­ tros hijos a desprendernos de los pensamientos distorsionados y realizar los cambios necesarios, aunque sea contra las objeciones de los grupos de presión. Necesitamos enseñar y aprender maneras sanas de sentirse bien y buscar recelas beneficiosas que colmen nuestra necesidad de consumir alimentos sabrosos. Aunque su mente era poderosa, Dana no podía evitar del todo pensar que la enfermedad socavaría su salud. Un año antes de que le descubrieran el cáncer, Dana había vivido una ruptura traumática de su relación con un hombre que amaba profunda­ mente. Dejó California y se fue a Florida, donde vivió casi un año de dolor. F.n algún momento de ese periodo, comenzó el cáncer. Algunos investigadores sugieren una estrecha relación entre el comienzo del cáncer y una experiencia emocional importante uno o dos años antes. En el caso de Dana la predis­ posición genética acechaba como una bomba de relojería, pero ¿acaso fue mera coincidencia que el trauma emocional precedie­ ra inmediatamente al cáncer, o bien fue aquella experiencia lo que desencadenó la enfermedad?

La recuperación instantánea Uno de los ejemplos más espectaculares del inconsciente aplica­ do a la curación es la recuperación espontánea (aquellas raras situaciones en las que e\ cuerpo, sin razón aparente, de pronto se cura de una enfermedad mortal). Las recuperaciones espontá­


neas han sido documentadas en todo tipo de cánceres y en la mayoría de otras enfermedades, desde la diabetes a las verrugas. Sólo unas pocas personas entre los millones de estadounidenses que contraen cáncer cada año tienen la suerte de experimentar una recuperación espontánea. En mi vida, he conocido a muchos de ellos. Hace cinco años asistí a un seminario de formación de PNL aplicada a los problemas de la salud y la curación. Casi una ter­ cera parte de los participantes eran médicos. Allí tuve la grata experiencia de conocer a Robería, la madre de uno de mis formadores, que llamaré Jeffrey. Diez años antes de este seminario, a Roberta le habían diagnosticado un caso terminal de leucemia y un tumor canceroso. El tratamiento de cualquiera de las dos enfermedades agravaría los síntomas de la otra, de modo que los médicos habían dado el caso por perdido. Le dijeron a Roberta que tenía unos seis meses de vida, asi que el mejor consejo que podían ofrecerle era que viviera sus últimos seis meses com o quisiera. Cuando Roberta le contó a Jeffrey el diagnóstico médico y la prognosis subsecuente, él había comenzado a estudiar la terapia de virus mentales, y decidió interrogar detalladamente a su madre acerca de sus creencias y valores. Antes de que le diag­ nosticaran sus enfermedades. Roberta había sido una especie de adicta al trabajo, al que dedicaba muchas horas, para luego que­ jarse constantemente de que se «moría por unas vacaciones». Como podéis imaginar, a Jeffrey le preocupó esta frase y lo que intentaba decir el inconsciente de su madre. Descubrió que parte de ella quería que sanara. Otra parte, no obstante, pensaba que salvarse sería un insulto a su propia madre, a su abuela y a otras mujeres de la familia que habían muerto de cáncer. Se trataba de una creencia profundamente inconsciente de la que nunca se había percatado. Roberta sufría de un virus asesino cuyos princi­ pales componentes eran partes en conflicto (un virus Géminis) y creencias restrictivas. Poco tiempo después de este seminario, oí a Deepak Chopra contar la historia de una joven india en estado terminal de cán­ cer de mama ya convertido en metástasis. Cuando fuü a ver al


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PARTE II: LOS V IR U S M EN TALES Y LA C U R A C IÓ N

doctor Chopra, recibía quimioterapia, aunque $u estado parecía irreversible. Como es natural, estaba muy nerviosa y asustada por su enfermedad y por la prognosis. La muchacha siguió tratamientos tanto tradicionales como no tradicionales de curación, y su miedo y sus nervios desapa­ recieron. Además, m ejoró notablem ente su perspectiva de la situación. Por desgracia, su salud seguía deteriorándose. Un día, cuand o el d octor Chopra la llamó a su casa para saber cóm o se sentía, sus padres le dijeron que se había puesto muy enferma y que estaba en el hospital. Temiendo lo peor, el doc­ tor C hopra fue a verla. La jo v e n tenía una fiebre muy alta y sus constantes vitales se debilitaban. Sin embargo, al cabo de un rato, la fiebre disminuyó y se estabilizaron sus constantes vitales. Poco después de este episodio, le hicieron radiografías para observar el progreso de sus tumores. Los médicos descu­ brieron con asombro que éstos habían desaparecido por c o m ­ pleto. Éste es un ejemplo más de aquellas raras recuperaciones espontáneas. Las fiebres altas justo antes de que se produzca una recupe­ ración no es un fenómeno desconocido. Algunos investigadores sugieren que el sistema inmunitario de pronto «reconoce» las células cancerosas como cuerpos extraños. Se activa entonces a fondo el sistema para producir fiebre alta y destruir de este modo las células malignas de la misma manera que destruirla las células del organismo infectadas por un virus.

La curación m ente-cuerpo Hace cuatro mil años, el Mahabarata, la gran epopeya india, defi­ nió dos tipos de enfermedades: las que afectan al cuerpo y las que afectan a la mente. Cada una nace de la otra y no pueden existir la una sin la otra. Las enfermedades del cuerpo nacen de un pensamiento defectuoso, y las enfermedades de la mente nacen de los trastornos físicos. Hasta hace muy poco, este tipo de ideas desataba ruidosas objeciones y un gran escepticismo en parte de la comunidad médica, que descartaba incluso las recu­


El cáncer

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peraciones milagrosas del cáncer como errores de diagnóstico. Sin embargo, el descubrí miento de los neurotransmisores y los neuropéptidos ha cambiado este panorama. Los neuropéptidos y neurotransmisores son moléculas men­ sajeras producidas por el cerebro para cada estado emocional que experimentamos. El cerebro las produce y todas las células del organismo tienen neurorreceptores para recibirlas. A través de estos mensajes químicos, nuestro ánimo y nuestras emocio­ nes afectan a nuestros órganos y a nuestros sistemas inmunitario y endocrino. Cuando nos sentimos fuertes e invencibles, nuestro cerebro produce una sustancia química similar a la interleucina 2, una de las sustancias más poderosas para destruir células cancerígenas. Cuando estamos tranquilos y equilibrados, produ­ cimos un tranquilizante similar a\ Valium. Cuando nos sentimos deprimidos y ansiosos, producimos niveles más altos de cortisol, sustancia que inhibe el sistema inmunitario. Esta conexión bio­ química entre las em ociones y el funcionamiento del sistema inmunitario ha abierto el camino a una disciplina llamada psiconeuroinmunología 0PNI)< Los pensamientos y los sentimientos están mediatizados por determinados neuropéptidos y neurotransmisores. Las enferme­ dades estimulan la producción de otras sustancias, y las respues­ tas de la curación podrían producir otras. Las técnicas puramen­ te mentales pueden inducir cambios en la fisiología. Numerosas investigaciones han demostrado que la meditación trascendental (MT) es eficaz para disminuir la presión arterial, que puede afec­ tar a las plaquetas de la sangre y a los receptores de norepinefrina, y que puede disminuir los niveles de cortisol. Se ha demos­ trado también que los métodos de imaginería mental aumentan la actividad natural de los linfocitos T para combatir las metásta­ sis del cáncer. Por lo tanto, si aplicamos la PNI al cáncer, el problema clave es el siguiente: • Si determinadas pautas de pensamiento y estados positivos de conciencia potencian el funcionamiento del sistema inmunitarío, ¿disminuyen éstos la posibilidad de contraer cáncer, o


zzo

t'A K lh II: LOS V IR U S M EN T A LES Y LA C U RA C IÓ N

aumentan la posibilidad de una recuperación espontánea si ya se padece la enfermedad? • Si ciertos virus mentales y estados negativos inhiben el fun­ cionamiento del sistema inmunitario, ¿aumentan éstos la posibilidad de contraer cáncer o disminuyen la posibilidad de recuperarse una vez que se ha contraído la enfermedad?

En busca del virus m ental del cáncer Heidelberg, Alemania, 1988. Un grupo de distinguidos científi­ cos de Estados Unidos se dan cita en esta ciudad para enfrentar­ se a Ronaid Grosshart-Maticek, un psicólogo relativamente des­ conocido de la antigua Yugoslavia.'•Grosshart-Maticek había publicado los resultados de las investigaciones más aziiphas y complejas jamás realizadas sobre la relación entre los modelos mentales y las enfermedades coronarias o el cáncer. Los resulta­ dos, de confirmarse, podrían ser uno de los descubrimientos más significativos en la medicina desde la invención de la peni­ cilina. Las investigaciones de Grosshart-Maticek señalan esen­ cialmente el pensamiento defectuoso, es decir, los virus menta­ les, como factor significativo en el desarrollo del cáncer, así como en el ritmo de progresión de la enfermedad. A través de estudios a largo plazo que duraron hasta trece años, Grosshart-Maticek sostiene que ha identificado rasgos de la personalidad que constituyen el instrumento de predicción más fiable que conocemos para diagnosticar la posibilidad de contraer cáncer. Afirma haber llevado a cabo una adecuada asis­ tencia preventiva con personalidades de riesgo que han produci­ do resultados asombrosos, casi demasiado espectaculares para ser verdad. La profesión médica y muchos tradicionalistas han reacciona­ do con exclamaciones de protesta y escepticismo, y no han tarda­ do en señalar incoherencias en las cifras y en la metodología Sin embargo, nadie ha sido capaz de desmentir los resultados de 38. Josfjua Mschnian (eci ), Psvthoío^y '/Wr¡v, chc.embve de 19S8.


El cán cer

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Grosshart-Maticek. Además, Hans Eysenck, uno de los psicólo­ gos más respetados y conocidos en el mundo, ha revisado estos trabajos y está convencido de que los resultados son correctos. Ha colaborado con Grosshart-Maticek en el desarrollo y puesta a punto de una psicoterapia para prevenir la aparición del cáncer, o para frenar su evolución cuando ya se ha declarado.

Ejercicio 20 ¿Es saludable tu pensamiento? Estas preguntas están basadas en parte en un cuestionario elabo­ rado por Hans Eysenck y Grosshart-Maticek para seleccionar a las personas y estudiar cómo su manera de pensar y de experi­ mentar emociones puede influir en su salud física Contesta a estas preguntas diciendo si eí enunciado es cierto o no para ti y si ocurre rara vez o con frecuencia. 1. ¿Pretieres la soledad a estar con otros? 2. ¿Has notado, a lo largo de ios últimos diez años, que has hecho cosas en repetidas ocasiones que han tenido conse­ cuencias emocionales negativas para personas importantes para ti y te has sentido frustrado al intentar, sin éxito, m ejo­ rar tus relaciones con estas personas? 3. Durante los últimos diez años, ¿has experimentado con fre­ cuencia sentimientos de impotencia o ansiedad por la pér­ dida de una persona, o de un empleo, o por la im posibili­ dad de alcanzar objetivos para ti mismo o cum plir con necesidades em ocionales im portantes com o el amor, el reconocimiento, la comprensión, los logros o el éxito? 4. ¿Te has sentido solo o emocionalmente aislado durante los últimos diez años? 5. Cuando piensas en los últimos diez años, ¿has deseado a menudo estar emocionalmente más cerca de una persona o personas y, sin embargo, te has sentido trustrado porque esa persona había muerto, os habíais divorciado o separado, o 3a persona simplemente no te ha entendido y se !¡a distan­ ciado de fi7


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['ARTE II: TOS VIR U S M ENTA LL'S Y i A CURA CIÓ N

6. ¿Sientes miedo y ansiedad regularmente (te sientes amenaza­ do, perseguido o, simplemente, incapaz de lidiar con los pro­ blemas de la vida), o temes enfrentarte a cosas o situaciones que, en plenitud de recursos, podrías solucionar o evitar? 7. ¿Tienes dificultades para expresar tus emociones, sobre todo la ira? 8. A lo largo de los últimos diez años, ¿has sido incapaz de m an­ tener un equilibrio constante en tu vida cotidiana, recreándo­ te físicamente con el fin de divertirte, haciendo ejercicio, practicando el deporte, el sexo o la danza? Las personas que experimentan con frecuencia las sensacio­ nes o emociones descritas en este ejercicio pueden ser más pro­ pensas a contraer cáncer que un sujeto medio.

Un virus del cáncer Además del tabaco, la falta de ejercicio, una dieta pobre, una predisposición genética o las to.xinas del medio ambiente, otro desencadenante del cáncer puede ser un virus asesino con los tres componentes: el conllicto interno (un virus Géminis), creencias restrictivas y desencadenantes discapacitadores. Éstos generan tres rasgos de personalidad característicos: • incapacidad para expresar emociones negativas como el miedo, la ansiedad y, especialmente, la ua, . • incapacidad para lidiar con el estrés, lo cual genera una ten­ dencia a sentirse impotente, desesperado y deprimido; • tendencia al aislamiento social y la soledad. Analicemos más detenidamente estos tres componentes. El. VI RUS G É M I N I S . Algunos investigadores de PNL que tratan ampliamente con enfermedades degenerativas crónicas sostie­ nen que un componente emocional clave del cáncer es el c o n ­ flicto interno provocado por un mal manejo de las emociones.


El c á n c e r

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Desde muy temprano en la vida, la mayoría de las personas reciben mensajes inequívocos de parte de padres, profesores, hermanos y amigos que les hacen saber que las emociones nega­ tivas, sobre todo la ira, no están bien. Como resultado, de una u otra manera se desconectan de ellas. Las emociones negativas, al igual que cualquier otro aspecto del individuo, tienen una inten­ ción positiva, algún beneficio o utilidad. Perdemos ese beneficio cuando ahogamos las emociones o distorsionamos su intención positiva. Por ejemplo, cuando sentimos miedo y surge la respuesta de luchar o huir, nos encontramos ante un objetivo evolutivo esen­ cial, a saber, la supervivencia. Por nuestras venas corre la adrena­ lina, el ritmo cardiaco se dispara, aumenta la presión arterial y se agudiza nuestro sentido de alerta. La mente y el cuerpo se movilizan para entrar en combate o huir. Por otro lado, una parte de nosotros comprende que a veces no es apropiado ni combatir ni huir, puesto que lo que desenca­ dena nuestra respuesta ha sido la crítica del jefe, alguien que se adelanta en la cola del cine o esa persona que nos ha hecho un corte de mangas en la autopista. Ahí estamos, echando humo con la adrenalina que daña nuestras arterias. Como ese pensa­ miento es propenso al cáncer, es probable que ahoguemos estos sentimientos, sonriamos amablemente y entremos en conflicto con nosotros mismos. Hl cuerpo experimenta los sentimientos mientras la mente los niega. Puede que nos sintamos deprimi­ dos porque la gente es mala e injusta con nosotros. El elevado nivel de corrisol también es perjudicial para las arterias y debili­ ta el sistema inmunitario, y por eso somos menos capaces de lidiar con las amenazas internas como las células cancerígenas. Cuando Lynn, una gran amiga mía, tenía dieciocho años, ingresó en un hospital aquejada de una enfermedad que amena­ zaba su vida. Una enfermera le dijo que si lloraba tendría que salir al pasillo. Eso significaba desconectarse de los aparatos que la mantenían viva, así que ella pensó que si lloraba podría morir. Treinta años más tarde, Lynn aún no es capaz de llorar, y distorsiona los sentimientos de tristeza que podrían provocarle llanto y brindarle un alivio emocional.


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Investigaciones recientes realizadas con hombres que sufren cáncer de pulmón y mujeres con cáncer de mama han confirma­ do esta opinión y han aportado datos esclarecedores sobre la tendencia de las víctimas de cáncer a ser demasiado pacientes, poco enérgicas y con dificultades para expresar emociones n e ­ gativas. LOS DESENCADENANTES DISCAPAGTADORES. El componente

desencadenante del virus puede inducir de forma automática emociones negativas como impotencia, ansiedad o depresión en respuesta a circunstancias de estrés. En una investigación reali­ zada en Inglaterra, las mujeres que se habían sometido a cirugía de cáncer de mama y que posteriormente habían vivido algún acontecimiento decisivo y de gran tensión como un divorcio, la pérdida del empleo, la.muerte del cónyuge o una-mudanza forzada, eran cinco veces más propensas a sufrir una recaída del cáncer de mama que las pacientes que llevaban una vida más libre de tensiones. Un desencadenante también puede ser destructivo cuando induce emociones negativas que no guardan proporción alguna con la situación que las genera. L as c r e e n c i a s r e s t r i c t i v a s . Las creen cias restrictivas s o b re nosotros mism os y la falta de valor para acercarnos a otros p u e ­ den se r un tactor clave. Estas c o n d u c t a s generan aisla m ie n to social y soledad.

Una investigación de la Universidad Johns Hopkins distribu­ yó mil hombres en cinco grupos basándose en rasgos de la per­ sonalidad. Las personas que eran más solitarias y poco expresi­ vas em odonalm ente eran dieciséis veces más propensas a contraer cáncer que el grupo de menor nesgo. El hecho de que un alto porcentaje de personas casadas en cualquier tramo de edad sobreviva al cáncer, en comparación con las personas solte­ ras, también apoya la investigación de la Johns Hopkizrs sobre la soledad. Las creencias restrictivas acerca de los posibles «beneficios» de la enfermedad pueden generar conflictos internos. En ei caso


de Roberta, la madre de mi formador jeffrey, una parte de ella se dedicaba a trabajar en exceso, mientras que la otra se «moría por unas vacaciones». Cuando aparecieron el cáncer y la leucemia, una parte de ella quería sanar, pero la otra pane, profundamente inconsciente, pensaba que salvarse sería un insulto a su madre y otras mujeres de la familia que habían muerto de cáncer. -Pero ¿qué pasará con tu hija y la hija de tu hija? ¿Qué pasa­ rá con ellas si esta creencia continúa? -preguntó Jeffrey. —iAy! -Roberta reaccionó con perplejidad. Su inconsciente no había llegado tan lejos. Jeffrey la ayudó a cambiar estas y otras creencias que le impedían sanar. Las creencias restrictivas relacionadas con la manera en que visualizamos el proceso de la enfermedad (V ) pueden obstaculi­ zarnos o ayudarnos a sanar. Los partidarios de ia PN1 suelen cambiar la manera en que una persona visualiza el funciona­ miento interno de su enfermedad como medio de curación. Jef­ frey le pidió a Roberta que penetrara en sí misma y viera m en­ talmente qué sucedía en el interior de su cuerpo. - E s com o si la maleza invadiera los montes y los campos -d ijo ella-. La maleza lo invade todo.

La investigación de apoyow Los estudios a cono plazo que pretenden relacionar la personali­ dad y la propensión al cáncer tienen un defecto esencial. ¿Es la personalidad la que g e n e r a la e n f e r m e d a d , o la misma personali­ dad es fruto de esa enfermedad, ya sea consolidada, ya a punto de desarrollarse? Con anterioridad a la investigación de Gross­ hart-Maticek en la antigua Yugoslavia, jamás se había realizado una investigación tan larga y a una escala tan amplia como para responder a esta pregunta. 39. Hans J. Eysenck, «Heaiíh’s Charaeier», Psychology Today, diciembre de 1988. Esta prueba se basa parcialmente en un cuestionario redactado por Hans Eysenck y publicado en este articulo de Psychology Today. La prueba tam­ bién incorpora resultados de investigaciones más recientes y similares.


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R O T E 11: LOS V IR U S M EN TA LES Y í A CL’R A C íÓ X

Grosshart-Maucek comenzó sus investigaciones a principios de los años sesenta con varios estudios a largo plazo, diez años o más, y miles de individuos seleccionados al azar. Dividió a los sujetos en cuatro grupos: tipo 1, que, según sospechaba el inves­ tigador, serían propensos al cáncer; tipo 2, que en su opinión podían ser propensos a sufrir problemas cardiovasculares, y tipos 3 y 4, personas relativamente saludables desde el punto de vista emocional. Grosshart-Maticek estableció las categorías mediante cuestionarios y largas entrevistas. Las preguntas más importantes tenían que ver con la tendencia a sentimientos de impotencia y ansiedad, conductas racionales y antisociales, y la incapacidad de expresar la rabia hacia acontecimientos traumá­ ticos en la vida. Hn el ejercicio 2 0 encontraremos preguntas similares a un cuestionario publicado por Hans Eysenck, basado en los trabajos de Grosshart-Maticek. De las personas del grupo 1 (según Grosshart-Maticek), el 50 por ciento murió de cáncer a lo largo de los aproximadamen­ te diez años que duró la investigación, mientras que el 10 por ciento murió de otras causas. Hans Eysenck señala que si este upo de resultados son fiables, desde el punto de vista de la esta­ dística, la personalidad sería un indicador seis veces superior al tabaquismo a la hora de predecir el cáncer. Sin embargo, no hay que tomar esto c o m o un pretexto para n o dejar de fumar, porque casi la tercera parte de todos ios cánceres son provoca­ dos por el tabaco. Hans Eysenck más tarde colaboró con Grosshart-Maticek para dar una r e s p u e s ta a una preguma esencial: ¿es posible, que ias personas propensas a contraer cáncer tengan menos proba­ bilidades de contraerlo si modifican su conducta? Estos dos investigadores seleccionaron a 100 personas propensas al cán­ cer y las dividieron en dos grupos de 50. Un grupo recibió treinta horas de terapia individual donde se trataron ios pro­ blemas de insensibilidad, relajación, expresión de las em ocio­ nes, m anejo del estrés y, en términos generales, se practicó el m odelado de cómo actúan personas emocionaimerue más esta­ bles. En palabras de Eysenck, los resultados fueron asom ­ brosos. Al cabo de trece años, el 9 0 por ciento del grupo de


B

Civu~i:r

233

terapia aún estaba vivo, en comparación con el 38 por ciento de las personas no sometidas a terapia. El valor de una terapia adecuada puede superar con creces el tiempo y los costes. Aun así, muchas personas piensan que treinta horas puede ser excesivo. Grosshart-Maticek y Eysenck repitieron el experimento utilizando terapia de grupo y sesiones de asistencia individual más breves. Los resultados volvieron a demostrar una clara diferencia entre las personas sometidas a terapia y las que no se habían sometido a ella. Investigaciones más recientes de la Universidad de Stanford han descubierto que la terapia puede aumentar el periodo de vida de los pacien­ tes que ya padecen cáncer. Esta conocida investigación de Stan­ ford demostró que el promedio de supervivencia para las muje­ res con cáncer de mama que recibieron terapia de grupo fue de 35 meses, mientras que sólo fue de 19 meses para el grupo de control. Esta investigación sugiere que el pensamiento defectuoso en forma de virus mentales puede ser tanto o más importante que los factores de riesgo conocidos y la predisposición genética. Ya que algunos escépticos todavía cuestionan esia investigación europea, es indispensable repetir el estudio. Tratándose de una investigación a tan largo plazo, puede que no obtengamos los resultados hasta el próximo siglo.

La terapia de virus m entales La terapia más im portante para com batir el cáncer y otras enfermedades degenerativas crónicas debe ser la prevención. Las investigaciones a este respecto son tajantes. Es la manera de que muchas personas, si no la mayoría, tengan menos p o s i ­ bilidades de contraer una de estas enfermedades o que las evi­ ten del iodo. Siguiendo las directrices habi­ tuales para dejar el i abaco, las siguientes medidas son evidente­ mente sanas: dietas bajas en grasas, abundancia de frutas y ver­ Com enzar co n

la fisio lo g ía.


234

PARTE 11. LO S

V1RLTS

M EN TALES Y LA C U RA CIÓ N

duras, ejercicio, exposición limitada a la luz del sol y a las toxi­ nas del medio ambiente, y exámenes físicos periódicos. Después, conviene pensar en cultivar una personalidad de bajo riesgo. El más importante de estos virus es no saber manejar las emociones negativas. Una parte de n o sotros siente claram ente la em oción negativa, mientras que otra parte intenta ahogar el sentimiento, o negar la expresión del sentimiento, o incluso negar que albergamos ese sentim iento. Podem os resolver los con flictos internos reencuadrando el significado de la emoción, formulando pre­ guntas poteneiadoras acerca de la em oción o resolviendo las reticencias que nos impiden expresar la em oción. Oculto en los sentimientos de la emoción hay un mensaje, un beneficio. Los sentimientos dolorosos son la manera inconsciente de lla­ mar nuestra atención. R e s o l v e r l o s y írl's G ém inis t ó x i c o s .

Ejercicio 21 Reencuctdrar las emociones negativas. 1. Haz una lista con las emociones negativas que experimentas con mayor regularidad (rabia, dolor, ansiedad, soledad, etcétera). 2. Imagínate que para cada una de estas emociones, tu incons­ ciente intenta com unicar un significado, te pide que hagas algo para experimentar esa emoción. En ese caso, ¿qué signi­ ficado tendría para ti? Haz lo mismo pensando en cada emo­ ción negativa. En su éxito editorial Awa/a’n fhe Slccpíng Giant Wiihin [Despierta el gigante dormido en tu ¿menor]/'' Tony Robbins proporciona un conjunto de maneras innovadoras y valiosas para interpretar ciertas emociones negativas. ¿En qué se parecen a las tuyas? 40. Tony Robbins, Awakcn ihe S lcepm g Giant Wíthuu Simón & Schuster. Nueva York, 1991. pp. 267 -2 7 5 . Una excelente exposición sobre el valor de las emociones negativas.


C .I Í Á l t i L t r

Emoción Rabia

Decepción

Miedo

Frustración.

Culpa y vergüenza

Dolor

Ansiedad

S ignificado

J ’ú, oirá persona o las circunstancias han vio­ lado tus normas, creencias o reglas acerca de cómo «deberían ser» las cosas. Recuerda, los d e ­ más y la m anera en qu e ¡as cosas ocurren en el mundo no siempre funcionan según tus criterios. No se ha cumplido una expectativa o un objetivo, que ya no podrás alcanzar. Es hora de que te replan­ tees tus objetivos o expectativas con flexibilidad. Se trata de una señal de precaución, como un semáforo en ámbar, una señal de que algo está a punto de suceder. Debes estar ¿ilerta y preparado para actuar. Un objetivo o una expectativa en el que aún crees no se ha realizado. £;ia«entra un nuevo enfoque p a ra conseguirlo, o vuelve a evaluar p ara comprobar si la expectativa es realista o no. Mas violado tus propias norm as o las de otra persona. Evalúa esas normas para ver si son realis­ tas y potenciadoras, o piensa en la m anera de no volver a violarlas. Alguien ha violado tus reglas o normas y tú relacio­ nas la pérdida con esa violación (pérdida del amor, eí respeto o el aprecio que te tienen). Lr?ici vez más, puede que la otra persona no tenga las mismas creen­ cias o normas, y quizá ni siquiera haya pérdida. Tinentas hacer demasiadas cosas a ia vez. Ha lle­ gado el mom ento de reestablecer prioridades, de modo que puedas concentrarte en lo más importan­ te p a r a ti. Cam bia la percepción de las cosas p a ra que puedas avanzar un paso a la vez.

La comprensión de la intención positiva en las emociones negativas es el primer paso para hacer las paces con ellas. Más allá de eso, es conveniente evaluar el carácter apropiado de la emoción en las circunstancias concretas.


236

PARTE II: LO S V IR U S M EN T A LES Y LA C U RA CIÓ N

Solución antivírica número 14 Preguntas potenciadoras para emociones negativas Cuando surja una emoción negativa, sobre todo si es habitual, adopta una actitud de curiosidad acerca de ello y formúlate las siguientes preguntas: 1. «¿Lo que siento es realm ente-------(ira, dolor, tristeza, etc.], o hay algún otro sentimiento del que sea más importante cobrar conciencia?» Una pregunta alternativa para ponerte en contacto con lo que realmente estás viviendo es: «¿Qué es lo que temo?». 2. «¿Cuál es el mensaje implícito en el sentimiento? ¿Qué quie­ re mi inconsciente para mí cuando me hace vivir este senti­ miento?» 3. «¿Es la intensidad de mis sentimientos realmente adecuada a la situación?» Si ese conductor que ni siquiera conozco me ha hecho un corre de mangas en la autopista, puede que no sea adecuado permitir que la situación desemboque en un enhentam iento violento. Por otro lado, cuando alguien es visiblemente maleducado conmigo, tal vez debería permitir­ me sentir y expresar más rabia de la que por lo general estoy dispuesto a expresar.

Finalm ente, si sueles experimentar emociones negativas y tienes dificultades para expresarlas, utiliza el Reencuadre de Seis Puntos (p. 137) para resolver el conflicto interno que subyace bajo tu manera de expresar tus sentimientos. P ara

df .SACTivar los d e s e n c a d e n a n t e s p e l i g r o s o s .

L o verda­

deramente tóxico para maestro organismo es la manera en que respondemos a situaciones de estrés. Puede que el problema no sea tanto el momento mismo de tensión, sino la manera en que le damos sentido, es decir, la respuesta que se desencadena auto­ m áticam ente en nosotros. Hay numerosos libros, seminarios y


El cáncer

237

terapeutas que enseñan, maneras positivas de manejar ei estrés. El único problema que observo en sus procedimientos es que tenemos que pensar en ellos. Cuando se produce un momento de tensión, tenemos que recordar lo que ellos han sugerido. No siempre es fácil, sobre todo si nos encontramos atrapados en una situación de tensión o si queremos evitarla. Una de las técnicas más sencillas en las que no tenemos que pensar es la meditación. Numerosas investigaciones sobre perso­ nas que practican la meditación trascendental han demostrado que disminuyen la presión arterial (en los hipertensos), los nive­ les de cortisol, la ansiedad, la hostilidad y la depresión y, a la vez, aumentan la autoestima y la capacidad para relacionarnos con otras personas. Estos cambios, que nos alejan del pensa­ miento que propende a la enfermedad, se producen de forma natural y espontánea. Además de una reacción al estrés en un estado de ausencia de recursos, puede que exista un desencadenante peligroso cuan­ do las emociones negativas no guardan proporción con las cir­ cunstancias, y cuando esas circunstancias en particular siempre producen la misma emoción. Es probable que aquí estemos tra­ tando con un virus desencadenante común. Utiliza la solución antivírica número 3 (pp. 8 5 -8 6 ) para colapsar el ancla o, incluso mejor, la solución antivírica número 4 (p. 8 9 ) para invertir el desencadenante. ¿Qué pasaría si una camarera maleducada desen­ cadena automáticamente en ti un sentido de la compasión porque tal vez haya tenido un mal día en el trabajo? O imaginemos que en lugar de sentir rechazo, la crítica de tu amigo desencadena autom áticam ente en ti un sentido de interés y curiosidad: «Me pregunto si ésta es mi verdadera manera de actuar» o «¿Cómo ven las cosas ellos para pensar de esta manera?». Conviene mencionar que anclar o invertir los desencadenan­ tes no equivale a «ahogar» los sentimientos. Sencillamente esco­ géis una respuesta condicionada diferente a los estímulos que antes producían efectos negativos. Si hay un sentimiento negati­ vo, lo sabréis porque lo sentiréis en el cuerpo. Un tercer tipo de desencadenante peligroso es el que produ­ ce sentimientos de impotencia y ansiedad. Si experimentas estos


238

PARTE II: LOS VIRUS M EN T A LES Y LA C U R A C IO N

sentimientos a menudo, sigue las directrices del capítulo 8. Con­ sulta con un m édico para eliminar las posibles causas físicas, considera las sugerencias para cambiar los criterios en el consu­ mo de grasas y, además, utiliza las sugerencias sobre la Terapia de Virus Mentales más adecuada. Los virus restrictivos que, al parecer, influyen más en la salud son las creencias que provocan sentimientos de aislamiento y soledad, así como cre­ encias erróneas acerca del «valor» que puede tener una enferme­ dad y las creencias relacionadas con la manera en que visualiza­ mos ei proceso de la enfermedad. ¿Cuál es, por lo tanto, el mensaje oculto en la soledad? Para la mayoría de nosotros, significa que tenemos necesidad de salir y tomar contacto con los demás. Debemos dar prioridad al tiempo que dedicam os a la familia y los amigos. También debemos tomarnos el tiempo para prestar ayuda a quienes la necesiten. No hay mejor manera de recibir amor que dándolo Sin tener que exagerar, permitamos a nuestros seres queridos que conozcan nuestros temores, dudas y frustraciones. Las investigaciones han demostrado que los pacientes de cáncer que gozan de apoyo social, sobre todo en la modalidad de gru­ pos d e apoyo, tienen n iv e le s más altos d e linfocitos para atacar las células malignas y mantener a raya la enfermedad. Estas personas viven hasta dos veces más, como pacientes de cáncer, que aquellos que no reciben apoyo emocional. Si nos sentimos incómodos al tomar contacto con los demás, debemos buscar la intención positiva oculta en la necesidad de aislarse, o bien pedir ayuda. En un nivel profundamente inconsciente, una parte de Roberta creía que el cáncer tenía un valor intrínseco, porque sanar sería un insulto a su madre, su abuela y otras mujeres de la familia que habían fallecido de la misma enfermedad. Cuando Jeffrey la ayudó a cambiar esta creencia, el único elemento que faltaba era la creencia restrictiva de cómo ella visualizaba la enfermedad por dentro. P ara

superar los virus r e s t r ic t iv o s .


£‘í a i n a v

2.39

Visualizar la respuesta para la curación Los partidarios de la curación mente-cuerpo suelen recurrir a la visualización como técnica de curación para una posible remi­ sión del cáncer. Cuando mi amiga Dana participó en un grupo de apoyo para víctimas del cáncer en la región de Stanford, le pidieron que visualizara las células del sistema inmunitario en el campo de batalla bombardeando a las células malignas. Dana participó en el grupo de apoyo, hizo la visualización y vivió un año y medio más de lo que los médicos esperaban. Sin em bar­ go, me contó que esa visualización concreta le parecía incóm o­ da y rara. Hn algún nivel, sencillamente no era la más adecuada para ella.

ADVERTENCIA: La perspectiva de un tratamiento no quirúrgi­ co y no farm acológico para una enferm edad terminal, así como la posibilidad de una recuperación espontánea, son alternativas muy atractivas pero potencialmente peligrosas para las víctimas de cáncer. No se debe renunciar a tratamientos médicos cuando éstos pueden ayudar, mientras se espera que ocurra un milagro, pero hay que saber que los milagros sí ocurren. En muchas p er­ sonas, las técnicas mente-cuerpo y los cambios en personali­ dad pueden potenciar la eficacia del tratamiento médico. Jeffrey abordó con inteligencia la visualización cuando le pidió a Roberta que penetrara en su interior y observara m en­ talmente qué sucedía en su cuerpo. Cuando ella habló de mon­ tes y campos invadidos por la maleza, él preguntó: -¿Q ué crees que podría acabar con la maleza? -N o lo sé. Tal vez podría introducir algunas ovejas -'respon­ dió ella. -Estupendo. Trae las ovejas y que se pongan a trabajar -a sin ­ tió él. Jeffrey siguió trabajando con ella para que su pensamiento se volviera más congruente y coherente. Todos los conflictos internos remanentes y las creencias restrictivas, que Jeffrey pen­ saba que podrían canalizar su condición, también podían b lo ­ quear el inconsciente de Roberta e impedir que ella sanara.


240

PARTE II: LO S VIR U S M EN T A LES Y LA C U R A C IÓ N

Un tiempo después del trabajo que Jeffrey había llevado a cabo con Robería, ella acudió a la consulta de su médico para hacerse un análisis de sangre. Las personas con leucemia tienen una tasa muy alta de glóbulos blancos. Esta vez, el médico, asombrado, le explicó que su tasa era normal. —Tiene que haber un error en el análisis -dijo. -'No, no es eso -le corrígió Roberta-. Son {as ovejas. -¿¡Qué!? - S í, se me había olvidado contarle que ahora tengo las ove­ jas. Y apostaría a que si las hago desaparecer la tasa volverá a subir -d ijo Roberta. El médico desvió la mirada, pues no podía creer que estuvie­ se escuchando tal desatino. -S í, quitaré las ovejas y usted podrá hacerme luego otro aná­ lisis 'd i jo ella. Al cabo de un rato, hicieron otro análisis. La tasa de glóbulos blancos ahora era muy alta, como debe ser en un caso de leucemia. -Ya lo ve, se lo había dicho -observó el m édico-. Había un error en el primer análisis. -N o , se equivoca. Si vuelvo a traer las ovejas, la tasa volverá a bajar. Deje que lo haga y luego repila de nuevo el análisis -pidió Roberta. El médico parecía contrariado, pero accedió a su estrambóti­ ca petición. Para su asombro, al cabo de un rato, la tasa volvió a bajar a su n i v e l normal. Roberta repitió varias veces el procedi­ miento y la tasa subía y bajaba según su visualización. Finalmen­ te, el médico rechazó todo aquello diciendo: -Todo esto no es más que una cuestión mental. -N o se daba cuenta de lo acertado de sus palabras. Poco tiempo después, la leucemia de Roberta desapareció del todo. El médico estaba a la vez asombrado y entusiasmado. A hora que había desaparecido .la leucemia, podían tratar y ope­ rar el tumor. A esas alturas, Roberta había comenzado a descon­ fiar de la medicina occidental y de los procedimientos quirúrgi­ cos, y decidió consultar con Jeffrey. El le aseguró que la medicina convencional podía ser útil y muy adecuada para ella ahora, aunque los médicos antes hubiesen dado su caso por perdido.


E l cáncer

241

Utilizando un modelo lingüístico hipnótico, le preguntó si podía hablar con su inconsciente. Ella asintió. -¿Puedes sanar este tumor? -preguntó. - S í -fu e su respue5ta. Había congruencia entre su tono de voz y su lenguaje corporal. No había duda. -¿Cuánto tardaría? -insistió él. -Diecinueve días. —Una vez más, no había duda alguna en su voz. -E n to n ce s, se puede programar la operación de aquí a veintiún días, pero asegúrate de que antes te hagan una radio­ grafía-sugirió. Ella se mostró de acuerdo y programó la inter­ vención. La noche antes de la operación, las radiografías revela­ ron que el tumor había desaparecido. Cuando la conocí, diez años más tarde, en el seminario de PNL, Roberta era una de las personas más vitales y vivaces con que he tratado. En la «cima» del mundo, otro peregrino hablaba con un monje y le explicaba los progresos del método de curación mente-cuerpo y de ciertas recuperaciones de enfermedades «incurables». -Ya entiendo —dijo el m onje-. Vuestros pueblos finalmente empiezan a descubrirlo.



TERCERA PARTE

Los virus mentales y el trabaj o



11

Cómo acabar con la procrastinación ahora mismo . La proe ras li nación es el arte de mantenernos al día con el ayer. d o n m a r q u is

Las personas que consiguen importantes logros y los grandes pensadores jamás procrastinan: ¿verdadero o falso? Cuentan que en una ocasión Albert Einstein recibió un premio en forma de un talón bancano por varios miles de dólares, pero que nunca llegó a cobrarlo. Lo utilizó como marcador de libros y jamás fue al banco. La institución que lo había galardonado le preguntó por qué no había cobrado el talón, pero a esas alturas Einstein ya lo había extraviado. Einstein despertó mi interés durante mis años en la Facultad de Física, porqup lo único que teníamos en común era que ambos procrastinábamos, es decir, dejábamos para «otro día» muchas tareas. Yo solía dejar los deberes para el último minuto y me costaba mucho llegar puntualmente a mis citas. Por el con­ trario, Don., uno de mis compañeros, era uno de los más centra­ dos de nuestro programa de postgrado. Cuando le pregunté por el secreto de su éxito, él me respondió que tenía que ver con la fuerza de la fricción. No entendí muy bien qué quería decir. Todos tenemos pequeñas cosas, asuntos de escasa prioridad que nunca llegamos a resolver. Pero las cosas grandes (las resolu245


/no

ÍARTE 111- LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

ciones de Año Nuevo, aquel proyecto tan importante o los objeti­ vos a largo plazo) pueden verse frustradas por lo que Tony Robbins ha anatematizado como el «asesino furtivo». La procrasnnación puede llegar a destruir la mayor parle de nuestra fuerza monvadera en la vida, nuestros sueños y proyectos. La procrasti­ nación se cierne sobre nosotros como un ladrón en la oscuridad y nos priva de posibilidades, de alternativas y de opciones. En mi seminario sobre «Potenciación Personal vProfesional» hemos definido el poder personal de acuerdo con la si­ guiente secuencia: •

y

1. Saber qué queremos, es decir, tener una visión clara de cuáles son nuestros objetivos. 2. Tener la capacidad de actuar y avanzar hacia la consecución de nuestro objetivo. 3. Tener (a flexibilidad par a cambiar nuestra acción si lo que hace­ mos no nos lleva en ía dirección que queremos. 4. Tener un indicador, una prueba específica y concreta que nos permita saber cuándo hemos alcanzado nuestro objetivo. Cuando tenemos una visión clara de nuestro objetivo, el ele­ mento esencial es el punto 2, la capacidad de actuar. La procrasti­ nación es- precisamente lo contrario, es la capacidad para aceptar la no acción. Sin ía acción, no sucede nada. Los sueños mueren.

Por qué procrastinam os La procrastinación es, sencillamente, una alternativa, una elec­ ción, una manera fácil de escapar d e un virus Géminis Cuando se trata de un proyecto, un objetivo o una tarea, tenemos la posi­ bilidad de realizarlos o no. La procrastinación es el resultado del conflicto interno: una parte de nosotros quiere emprender la acción y la otra no lo quiere. Si percibimos que el hecho de aco­ meter ia tarea es más doloroso que no hacerlo, inconscientemen­ te tomamos la decisión de abstenernos, aunque estemos conven­ cidos a nivel consciente de que algún día acometeremos la tarea.


Cdmr> acabar ton ía pocrasrinatiófi ahora mismo

247

Podemos pensar que carecemos del conocimiento para llevarla a buen término; quizá poner en práctica el proyecto nos quitaría nuestro tiempo de ocio, o sencillamente no sabemos por dónde empezar. Puede que tengamos una creencia restrictiva acerca del valor que Liene llevar a cabo el proyecto (temor al fracaso o temor al éxito). La perspectiva de trabajar en el proyecto podría desencadenar sentimientos de ausencia de recursos.

El virus de la procrastinación El defecto del pensamiento que origina la procrastinación en casi todos nosotros es una combinación de un desencadenante comple­ jo (una estrategia discapacitadora) y el virus Géminis de las partes internas en conflicto. Los investigadores en el campo de la PNL han estudiado a personas que tienen una gran motivación (para alcan­ zar ei éxito) y las han contrastado con otras que tienen una marca­ da tendencia a procrastinar.4! Una de las diferencias más destacadas reside en las estrategias que los miembros del pnrner grupo utilizan para motivarse. Una persona propensa a la procrastinación pasa por una serie de fases similar a la que vivo yo cuando tengo que. limpiar el garaje (véase capitulo .1). Por ejemplo, puede que veas que hay que rellenar los impresos de la declaración de la renta (visual externo: V'). Luego, es posible que oigas una severa voz interior que re dice: «Tienes que hacer esto» (auditivo interno: A ). A continuación, quizás escuches otra voz interior que dice: «¡No quiero hacerlo!» (auditivo interno: A')- Luego, puede que te ima­ gines todos los pasos y detalles previos con los que debes cum ­ plir hasta terminar la tarea y qué ocurrirá cuando no llegues a terminarla (visual interno: V'), Finalmente, le sientes fatal y quizá paralizado (cinestésico interno: C ) ante la perspectiva de no completar la tarea y, además, por el conflicto interno entre la 4.1.

S te v e y C o n n i r a e A n d re a s , 7'Jú’ H e a n o f i h e M t n d . Real P e o p le Press,

M o a b Í U í a h ) , 1 9 8 9 . [H ay tra d . ai c a s t e l l a n o : Eí c o n c ó n <¿c la w c i í c , C u a t r o Vientos, S an tia g o de Chile. 1 9 9 1 ]


248

PARTE III: LOS V IR U S M EN TALES Y EL TRABAJO

parte autoritaria que dice que tienes que hacerlo y la parte rebel­ de (|ue no quiere hacerlo. Pon a prueba esta estrategia en el siguiente ejercicio:

Ejercicio 22 Un desencadenante de la procrastinación 1. Piensa en algo que realmente debas hacer, pero que por algu­ na razón lo has estado retrasando. 2. Imagínate una voz interna severa y autoritaria que te dice: «Tienes que hacerlo. Tienes que terminar». 3. A continuación, imagínate lodos los pequeños y tediosos detalles de los que tienes que ocuparte para llevarlo a cabo. Imagínate cómo se verán las cosas si no lo acabas. 4. Fíjate en cómo te sientes. Cuando pido a los participantes de mis seminarios que hagan esto, su energía alcanza sus cotas mínimas. Esta estrategia o desencadenante complejo abre las puertas a las partes en con­ flicto de un virus Géminis. Con sólo pensar en la tarea, afloran los sentimientos desagradables. La solución inconsciente, por lo tanto, es no pensar en ello.

Cómo m otivarnos para la acción Borra mentalmente los pasos del ejercicio anterior e inténtalo con una estrategia diferente:

Solución antivírica número 15 Estrategia para la acción 1. Piensa en ese mismo proyecto que has aplazado. 2. Imagínate una voz suave, dulce, incluso sexy, que te invita a acabar la tarea.


Cómo acabar con la procrastinación ahora mismo

249

3. Imagínate qué panorama verás cuando hayas terminado la tarea. Imagina tus sentimientos en ese momento. 4. Ahora, vuelve a observar có m o te sientes.

La mayoría de las personas observan un cambio espectacular entre el ejercicio 22 y la solución antivírica número 15. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia está en el contenido de los pasos de la estrategia y en las diferentes submodalidades. Puede que las personas que consiguen grandes logros no escuchen una voz interna. Y si la escuchan, es probable que sea una voz suave, dulce y alentadora, y posiblemente juguetona y sexy. Lo que ellos visualizan no es tanto la secuencia de pasos para ir desde un punto a otro como el aspecto que tendrá la tarea una vez que esté acabada. Los sentimientos actuarán como moti­ vación. Hn algunas ocasiones, ante una parte de nosotros que se oponga con fuerza a que realicemos la tarea, quizá tengamos que volver al Reencuadre de Seis Puntos (solución antivírica núme­ ro 8, p. 137) para mantener la intención positiva de la parte objetora.

Imitación de personas que han obtenido grandes logros Uno de los instrumentos más potentes de la PNL aplicado a la terapia de virus mentales es el proceso de m o d ela d o , es decir, hacer uso de las creencias y las estrategias de aquellas personas que han conseguido grandes logros. Además de la estrategia para la acción que estudiamos en la sección anterior, las personas que alcanzan grandes éxitos utilizan otros trps instrumentos: Escribe una lista de proyectos, tare­ as y objetivos que hayas aplazado durante un par de meses o más. Yo he descubierto que si comienzo el día ocupándome de uno de los temas de mi lista, mi energía aumenta a medida que disminuye la lista. Es una relación directa. LiS'iA Díi

pr o c r a s t in a c ió n

.


¿3Ü

PAKi'fc 111: LOS V IR U S M ENTALES Y EL TRABAJO

Casi todos l o s exper­ tos en la gestión del tiempo coinciden en que escribir y establecer uncí pnondcid en una lista de objetivos y actividades diarios es un paso importante hacia el logro de nuestros objetivos, y nos per­ mite aprovechar al máximo las horas del día. La regla número uno es comenzar con los asuntos más importantes, de modo que si hay cosas en nuestra lista que no llegamos a hacer, al menos hemos resuello los problemas más importantes. Si tienes la tendencia a procrastinar, comienza leyendo la lista y pregúntate: «¿Cuál es el asunto del que menos quiero ocu­ parme?». Comienza por ese punto. Puede que no sea especial­ mente importante (quizá pedirle perdón a alguien o firmar algún papel), pero por alguna razón te resistes a hacerlo. Cuando les pido a los participantes del seminario que hagan esto con su experiencia, ellos cuentan que se sienten como si les hubieran quitado un peso de encima. Saben que cualquier cosa que siga en la lista será más fácil. Sin embargo, conviene que no se trate de un asunto demasiado complicado o desagradable. Si es demasiado complicado, intenta dividirlo en tareas más peque­ ñas y comienza el día con una de esas tareas. O

b j e t i v o s d ia r io s y l ist a d e a c t i v i d a d e s .

. Cuando pregunto: «¿Cómo se sube a la montaña más alta?», la gente responde intuitivamente: «Paso a paso», es decir, el principio de la PNL de fragmentar un proble­ ma. Hay proyectos gigantescos de aspecto amenazador que podemos manejar si los abordamos paso a paso. Si tienes un proyecto difícil que has ido aplazando, intenta iniciar el proyec­ to dedicándole sólo 40 o 45 m inu tos al día. Al saber que pararás al cabo de 40 o 45 minutos, es más fácil comenzar. Así es como empecé a escribir este libro, sólo 45 minutos al día. Cuando el proyecto adquinó más contenido, me fue más fácil dedicarle más tiempo. Incluso ahora, en los días de horario más cargado en la universidad, le dedico 45 minutos por la mañana y otros tantos por la tarde. Si dedicas un momento a cada componente todos los días, verás cómo unos se suman a otros rápidamente. Para los proyectos cuyo comienzo es más difícil, intenta hacer microparticiones. Para mí, por ejem plo, un proyecto de P o rm e n o r Ila ció n


Cómo a c a b a r

con

!c¡ pvoowíincK :<)n ahora

m is m o

¿5 I

este tipo seria preparar mí declaración de Va renta. El primer día no trabajo en los cálculos, pero dedico diez minutos a planificar la información que necesito y a familiarizarme con el programa informático que necesito para la declaración. Y si estoy animado o empiezo a disfrutar, al cabo de diez minutos tengo que parar. Al día siguiente, tampoco trabajo en los cálculos, pero comienzo a reunir los impresos y las facturas que necesito para rellenar la declaración. Una vez más, aunque me entusiasme la tarea, me detengo al cabo de diez minutos. Pasados un par de días, cuan­ do el proyecto comienza a avanzar, puedo recompensarme dán­ dome unos diez minutos más al día. Finalmente, cuando la acti­ vidad coge vuelo, trabajo en periodos de 45 minutos o más. ¿Habéis observado que cuando trabajamos a toda marcha en algo que hemos aplazado, una vez que nos empezamos a mover es mucho más fácil de lo que habíamos esperado? De hecho, puede que incluso me divierta entendiendo cómo funcionan las leyes impositivas. Años después de mi postgrado, entendí qué quería decir Don cuando hablaba de la fuerza de la fricción. Hay un princi­ pio en tísica que dice: «La fricción estática es mayor que la fric­ ción cinética». Esto significa que es más difícil com enzar a mover algo que conservar el movimiento una vez que éste ha comenzado. El éxno de Don se debía a su truco para introducir­ se tranquilamente en todo lo que hacía y empezar a mover las cosas. Para las tareas y los proyectos que son en verdad impor­ tantes, y en los que sin embargo tenéis una sensación de resis­ tencia o fricción, las estrategias de este capítulo deberían marcar una diferencia. Si no son tan importantes, entonces podéis hacer como Emstein v dedicar vuestra atención a otras cosas. Cuando la institu­ ción que le había otorgado el premio se puso en contacto con el físico para saber por qué no habla cobrado el talón, él se percató de que lo había perdido y preguntó si estarían dispuestos a darle otro. Poco tiempo después, cuando lo recibió, los volvió a lla­ mar y preguntó: «¿Por qué me habéis enviado esto?».



12

Para superar el temor al fracaso y el temor al éxito Tal vez te decepcionas si fracasas, pero si no lo intentas estás condenado al fracaso. B evcrly SlLl-S

Parque Natural Boundary Waters («Aguas Fronterizas»), en el norte de Minnesota, Estados Unidos. Siempre me había pregun­ tado por qué a Minnesota la llamaban «La tierra de los diez mil lagos». Cuando visité aquella región de bosques, tuve la oportu­ nidad de descubrir por qué. Es una región de cientos de lagos que se extienden a lo largo de muchos kilómetros, desde el norte de Minnesota hasta territorio canadiense. La topografía es llana, con algunos montes suaves, y tiene una mezcla única de bo s­ ques de hoja caduca y de hoja perenne, característico de la fron­ tera del norte. La mayoría de la gente s a be que los ríos al oeste de la gran cadena de (as Montañas Rocosas normalmente fluyen hacia e) océano Pacífico, y que la mayoría de los ríos entre estas monta­ ñas y los Montes Apalaches fluyen hacia el Mississippi. Mis guías me contaron que esta frontera norte crea una transición similar. En general, los ríos al sur de aquí fluyen hacia ios bosques sub­ tropicales de hoja caduca, mientras que los ríos al norte fluyen hacia los bosques de pino y más arriba, hacia el desolado paisaje de la región polar. 253


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PARTE III: LOS V IR U S M ENTALES Y EL TRABAJO

Era el mes de agosto y yo estaba allí para asistir a un semina­ rio sobre la naturaleza, como parte de un programa académico. Hasta entonces, la mayoría de mis experiencias en la montaña habían sido las excursiones con mochila por la Alta Sierra de California. Este seminario prometía una aventura totalmente dis­ tinta llamada portaging, es decir, escalar y acampar transportan­ do nuestras canoas. También teníamos que estudiar los textos de escritores que habían vivido en la naturaleza, visitar a un pione­ ro de verdad que vivía en lo más profundo del bosque y, final­ mente, conocer el secreto fundamental para superar el bloqueo del escritor. Una de las primeras cosas que aprendí, allí fue lo caros que pueden ser los errores y los fracasos. Cuando uno tiene que transportar la canoa de un lado a otro, es esencial reconocer el lugar por el que se sale de un lago y el lugar por el que se entra en el siguiente. Al cabo de unas horas, todos los lagos son igua­ les. Si se comete el error de no prestar atención y no observar los sutiles detalles deí terreno, es fácil perderse. A diferencia de la Alta Sierra, uno no se puede subir a lo alto de un monte, obser­ var el terreno desde lo alto y saber dónde se encuentra. Aquí, el éxito significa sobrevivir. El fracaso signüica lo contrario. En este sentido, la naturaleza puede ser implacable. Una noche, mientras estábamos sentados en torno a la hoguera, Bob, uno de los compañeros de viaje, sacó una guitarra y empezó a tocar. El instrumento no estaba afinado y Bob era sólo un principiante. Sus intentos para afinarlo empeoraron el sonido, hasta que comenzaron a aullar los lobos del bosque. Yo, preocupado por nuestra segundad, cogí la guitarra y la afiné en unos minutos. Bob me preguntó cómo podía encontrar el tono tan fácilmente. Recordé los momentos en que mi primer profe­ sor de música nos explicó cóm o se afinaban los instrumentos. Según él, la técnica se basa en cometer errores y en la tísica. A menos que comencemos fallando en el intento de afinar las cuer­ das, puede ser muy difícil lograrlo. Mi profesor decía que a veces el tracaso puede ser valioso. A algunas de las personas más famo­ sas y que han logrado los mayores éxitos se les paga porque la mayoría de las veces fracasan. ✓


Para superar d temor <nl frataso y e i icr mn cu u u u

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Me preguntaba entonces cómo se distorsiona nuestro pensa­ miento, de modo que a la mayoría el temor nos incapacita para intentar nuevas cosas, seguir nuevas direcciones en la vida, correr riesgos. Cuando intentamos mejorar con programas de desarrollo personal, ¿por qué están casi siempre condenados al fracaso? ¿Cómo podemos aprender a fracasar con éxito, a utili­ zar el fracaso como un resorte para el éxito? ¿Y cómo podemos aprender a reconocer nuestro propio éxito y adecuar nuestras normas internas de modo que nos resulte fácil tener éxito y difí­ cil fracasar?

Por qué fracasan la m ayoría de program as de desarrollo personal Recuerda la definición de poder personal desarrollada en el últi­ mo capítulo: 1. Saber qué querem os, es decir, tener una visión clara de nues­ tros objetivos. ' 2. Tener la capacidad de actuar y avanzar hacia el logro de nues­ tro objetivo. 3. Tener la flexibilidad para cam biar nuestra acción si lo que hace­ mos no nos lleva por donde queremos. 4. Tener un indicador, una prueba específica y concreta que nos permita saber con certeza cuándo hemos alcanzado el objeti­ vo deseado. Una parte del paso 2, a saber, la capacidad de actuar, implica la capacidad de superar la procrastinación utilizando las suge­ rencias del capítulo anterior. Además de la procrastinación, ¿qué otra cosa nos impide actuar para lograr nuestros objetivos y pro­ yectos en la vida? En m: seminario de potenciación personal y profesional, he identificado cuatro razones por las que la mayo­ ría de los esfuerzos de desarrollo personal están condenados al fracaso.


256

PARTE 11í : LOS Vi RUS MENTALES Y EL TRABAJO

Entre éstos, se incluye dar prioridad al tiempo necesario, contar con el dinero preciso, tener una edu­ cación o formación adecuada y contar con apoyo social. A pesar de que los obstáculos externos pueden ser enormes, es probable que sean los más fáciles de tratar. La mayoría pueden ser supera­ dos fragmentando el obstáculo en elementos más pequeños y manejables. Mi ex mujer quiere hacer un doctorado pero carece del tiempo y el dinero para matricularse a jornada completa, así que sólo sigue una o dos asignaturas cada semestre. Puede que tarde diez o quince años en acabar, pero, a la larga, conseguirá su doctorado. L.OS OBSíÁí-ULOS F.XTLRNOS.

Éstos incluyen el temor al fracaso, al éxko, al rechazo y a otras parces de nosotros (virus Géminis) que crean conflicto interno y resistencia. Una parte de nosotros quiere tener éxito, en tanto que otra parte o partes se oponen. Los libros y los seminarios de desarrollo personal no proporcio­ nan medios para abordar el problema de estas partes objetoras. Y si experimentamos un conflicto entre lo que queremos ha­ cer conscientemente y la resistencia inconsciente, sabemos por una larga vida de experiencias que la que gana es la resisten­ cia inconsciente. Desde el punto de vista de la Terapia de Virus Mentales, la solución consiste simplemente en integrar la intención positiva de ia resistencia mediante el Reencuadre de Seis Puntos o com ­ presión visual (solución antivírica número 8 o número 9, en el capítulo 5, pp. 137 y 142). F.ste funciona para la mayoría de las resistencias internas, salvo para el temor al fracaso. Este temor puede desencadenar una respuesta de luchar o huir, y requiere un enfoque especial que analizaremos más adelante. LOS OBSTÁCULOS INTERNOS.

L a PtiRCLPCIÓX DE FRACASOS Y RLVFSLS EN NUESTRO CAVí/NO.

Cuando aprendemos a tocar un nuevo instrumento musical, cuando cambiamos un hábito autodestructivo o damos un nuevo giro a nuestra profesión, estamos destinados a cometer algunos errores y a sufrir reveses o fracasos por el camino. Por lo general, los programas de desarrollo personal no nos proporcionan una


Para superar el /fino?' ai fracaso y el temor a! éxito

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manera de lidiar con los obstáculos que surgen en el camino. Ana­ lizaremos brevemente algunas sugerencias que nos permitirán convertir el fracaso en una respuesta (Jcedback) que nos sea útil. El obstáculo más ignora­ do en el desarrollo personal, y quizás el más interesante, tiene que ver con las curvas de aprendizaje. Cuando aprendemos una nueva habilidad, o ensayamos un nuevo com portamiento, el rendimiento en relación, al tiempo no mejora a lo largo de una línea recta. Es más probable que adquiramos el dominio necesa­ rio a lo largo de una curva de aprendizaje como en la ilustración siguiente: E x p e cta tiv a s f r e n te a re n d im ie n to .

Como podéis ver, el rendimiento sube y luego se estabiliza, o incluso disminuye levemente, conform e se integra la nueva destreza. Esto da lugar a un nuevo ciclo. La ilustración de la página 2 5 8 ilustra las llamadas curvas de Bandura,1* donde se compara la expectativa con el rendimiento real para un ciclo de aprendizaje. La curva superior son las expectativas, y la inferior es el ren­ dimiento rea). En el punto 1, el rendimiento y las expectativas 42.

Roberi Dilts y Todd Epsiein, \TLP Pracíi[í\?r<er Certification Training,

junio-julio d e 1

1.


z.-?»

PARI E III: LOS VIR U S M EN TALES V E L TRABAJO

aumentan con el entusiasmo inicial. En el pumo 2, el rendimien1 0 tiende a estabilizarse, mientras que las expectativas siguen aumentando. En el punto 3, las expectativas se estabilizan y el rendimiento disminuye ligeramente. El punto 3 es fundamental porque aquí se produce la mayor brecha entre las expectativas y e! rendimiento. Es el punto en el que la mayoría de las personas .se desalienta y suele abandonar. Si la persona cuenta con un seguimiento o apoyo, o simplemente descubre una manera de continuar, entonces en el punto 4 ambas curvas siguen la ten­ dencia ascendente hacia el próximo ciclo, o bien la persona abandona y la curva desciende. Ésta es la razón por la que suelo animar a los participantes del seminario a seguir reuniéndose como grupo o con alguno de los compañeros participantes. Las habilidades para aplicar las soluciones antivíricas presentadas en este libro y llevar a cabo ios ejercicios son precisamente eso, habilidades. La mane­ ra de dominarlas no consiste únicamente en leerlas y compren­ der su funcionamiento, sino en practicarlas una y otra vez. Esto suele ser más fácil si trabajam os con otra persona. Además, siempre que alguien que desea integrar un cambio primordial en su vida llega al punto 3 de la curva de Bandura, contará con el apoyo de un compañero de ayuda o de un grupo de co n ti­ nuidad.


P a r a s u p e r a r el te m o r a l j r a c a s o

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El virus del tem or al fracaso Vanos psicólogos de renombre sostienen que sólo existen dos emo­ ciones: eí amor y el temor. Afirman que el temor es simplemente la ausencia de amor y que. en sí mismo, es una emoción «inútil». Puede que en esto haya algo de verdad, pero también es verdad que existen otras emociones y que cada una tiene unos neurotransmiso­ res únicos, como una «huella digital» de ese estado. Además, el temor, al igual que otras emociones negativas, tiene una intención positiva y un mensa]e. La intención positiva es sobrevivir y eí men­ saje es: «Hay que estar preparados, en el plano mental y físico, para actuar enérgicamente si es necesario». Los virus desencadenantes se producen cuando el temor se ha anclado erróneamente a algo que no tendríamos por qué temer, como asistir a clases de danza, acercarnos a una persona atractiva o apuntarnos a un curso de lengua extranjera. A menu­ do, el temor está relacionado con el temor a ser rechazados, ya sea por parte de ios demás o, peor aún, por nosotros mismos. Pero nuestra supervivencia no corre peligro por el hecho de tener «dos pies izquierdos» cuando bailamos, o cuando nos rechaza aquella persona atractiva o cuando nos confundimos con la gra­ mática del alemán. Sin embargo, nuestra fisiología reacciona como sí nuestra supervivencia dependiera de estas cosas. El temor se convierte en pruebas falsas que parecen reales/' Perde­ mos por partida doble, porque no obtenemos ni los beneficios ni la diversión de aprender a bailar, de entablar una nueva rela­ ción o de dominar una nueva lengua. \\ además, porque recibi­ mos todo el dolor emocional del fracaso y el rechazo como si lo que más temiésemos ya hubiera sucedido. Cada vez que pensa­ mos en ello, experimentamos los estados negativos. Hay un pro­ verbio que ilustra este punto, y que dice que los cobardes m u e­ ren mil veces, y los valientes, sólo una. El virus desencadenante que vincula el temor con el hecho de que las cosas no salgan como nosotros quisiéramos (es decir, F.n inglés, estas cuatro palabras forman la sigla PEAR («temor»); false íívidence that Appe.irs Real. (S. dei T.>


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PARTI! 111: LOS VIRUS M ENTALES Y EL TRABAJO

posibles errores y fracasos por el camino) nos impide intentar cosas nuevas, seguir nuevos caminos en la vida, experimentar nuevas aventuras. Al contrano, muchos nos vemos condenados a la misma rutina y sólo hacemos aquellas cosas con las que nos sentimos cómodos, si bien estamos atrapados en la rutina. Hay un antiguo refrán que se ha vueJio muy popular: «Pregúntate qué harías si supieras que no puedes fracasar». Piensa en ello. ¿Qué harías íú? ¿Qué cosas nuevas intenta­ rías? ¿Qué nuevos caminos seguirías en la vida si el fracaso deja­ ra de existir como posibilidad para ti? Hay un corolario de la PNL que puede reconfortarnos: «El fracaso no existe. Sólo hay respuestas (feedback)>>. Thomas Edison creía en este principio. Según se cuenta, antes de fabricar su primera bombilla, Edison realizó varios miles de intentos fallidos. ¿Cuántos de nosotros somos capaces de hacer algo miles de veces, fracasar miles de veces y seguir adelante, sin tener la certeza de que io que intentamos, a la larga, funcionará? Ni siquiera Edison estaba seguro de que algún día produciría una bombilla que funcionara. Cuando lo consiguió, alguien le preguntó acerca de esto. Él dijo que nunca había pen­ sado que los primeros miles de intentos fueran fracasos. En cada ocasión, Edison aprendía algo. Aprendía cómo no fabricar una bombilla y, por lo tanto, aprendía algo útil. En algún momento entre la temprana infancia y nuestros años escolares, la mayoría de las personas aprende algunas aso­ ciaciones muy desagradables con el hecho de cometer errores y recibir críticas. Los profesores, padres, hermanos y amigos nos transmiten mensajes inequívocos de que no es correcto cometer errores. Nos ayudan sin darse cuenta a anclar un sentimiento de vergüenza, humillación o culpa cuando lo que intentamos no funciona la primera vez. En mis seminarios de Potenciación del Aprendizaje (Powerlearning®), uno de los principios más importantes consiste en


Para superar el temor ci! fracaso y el temor al éxito

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crear una atmósfera que tenga algo de infantil. Les pregunto a los participantes por qué querríamos una situación de este tipo. Ellos no tardan en recordar que cuando éramos pequeños, antes de que tuviésemos asociaciones negativas con el fracaso, estába­ mos abiertos al aprendizaje, especialmente a la adquisición de la lengua. Fl doctor Lin Doherty, ex catedrático de la Universidad de Massachusetts, enseñaba alemán utilizando principios que yo enseño en mi seminario, uno de los cuales consiste en crear un ambiente lúdico e infantil en el que está permitido cometer erro­ res. Con estos métodos, sus alumnos eran capaces de realizar dos cursos de nivel universitario en un trimestre. De hecho, al final del trimestre, los alumnos montaban una obra en alemán, algo que probablemente no eran capaces de hacer los alumnos que se licenciaban después de cuatro años de estudios. Ahora bien, conviene comprender que existen momentos en que es fundamental que la persona que aprende sepa distinguir claramente cuándo los errores no están permitidos (en la cirugía del cerebro, por ejemplo, o en los enfrentamientos militares). Sin embargo, el hecho de tener poderosos desencadenantes negativos asociados con el hecho de no recordar quién fue el quinto presidente de Estados Unidos o no saber cómo se escribe «jengibre», o tener algún problema de coordinación en el patio del colegio, son desencadenantes que pueden discapacitarnos de por vida para aprender algo.

Aprender a fracasar con éxito Cuando las cosas no funcionan de la manera que nos gustaría, el consejo que dan casi todas las tradiciones espirituales consiste en mirar el lado bueno de las cosas, en ver lo bueno que hay en todo lo que sucede y encontrar algo positivo. Las personas como mi amiga Dana, que poseía esta habilidad de fonna natural, son una fuente de inspiración. Son como imanes, los demás se sien­ ten atraídas por ellas. Desgraciadamente, nadie nos dice cómo ver lo bueno que hay en lo que sucede. Cuando estamos irrita­ dos, ni siquiera nos interesa entender las cosas de esa manera.


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PARTE III: LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

En india se cuenta la historia de un viejo sabio de la Anti­ güedad que había llegado a dominar esta capacidad. Un vecino, escéptico, buscó al sabio para ponerlo a prueba. Ambos viajaron de pueblo en pueblo, observando a las víctimas de crímenes, a mendigos sin hogar, a los pobres que soportaban impuestos injustos. Pero el sabio siempre encontraba algo positivo en cada situación. Al final, encontraron un tigre muerto que llevaba varios días descomponiéndose. La imagen y el olor eran tan desagradables que el sabio se quedó mudo y el vecino llegó a la conclusión de que había encontrado la horma de su zapato. Quizá no todas las cosas tuvieran cualidades redentoras. Sin embargo, los errores, los fracasos y las críticas constituyen hechos que podemos aprender a manejar con plenitud de recur­ sos. Podemos aprender a fracasar con éxito y a utilizar el fracaso como resorte para el éxito. ¿Habéis tenido alguna experiencia en la vida en que sucedía algo decepcionante (un gran error, un revés, un fracaso) y, sin embargo, estabais en un estado de plenitud de recursos para manejar la situación? Cuando recordáis lo sucedido, sabéis que hicisteis ,1o correcto. Si podéis pensar aunque no sea más que en una experiencia de este tipo, vuestro inconsciente ya sabe cómo fracasar con éxito. El truco consiste en descubrir cómo lo conse­ guisteis, es decir, cuál era en ese momento vuestra estrategia inconsciente.

Solución antivírica número 16 Para descubrir cómo fracasar con éxito "Recuerda un momento concreto en que hayas experimentado lo que parecía un gran fracaso o revés y en el que estabas, sin embargo, en plenitud de recursos para m anejar la situación. Como de costumbre, comienza con la fisiología Al volver a esa situación como si estuviese ocurriendo ahora, ¿cómo sientes el cuerpo? ¿Qué sensaciones notas en tus músculos faciales? ¿Cómo es tu postura y tu respiración?


Para superar d temor aljrcicasoy el remar ai cailu

Í-V u *

Para descifrar la estrategia, conecta con todos los sentimien­ tos, imágenes y sonidos de esa experiencia concreta. Es funda­ mental estar en contacto con esa experiencia como si estuviera sucediendo ahora. 1. Al volver a la experiencia de sentirte en plenitud de recursos, piensa en la primera cosa que debe suceder para desencade­ nar como respuesta un estado de plenitud de recursos frente al fracaso aparente. ¿Es algo que ves (visual externo-Vc), algo que oyes (auditivo externo-A*) o algo que tocas (cinestésico externo-O')? Anota este primer paso que desencadena tu ple­ nitud de recursos. 2. A continuación, fíjate en lo que sucede en tu i n t e r i o r cuando veas, oigas o toques aquello que generaba tu respuesta de plenitud de recursos. ¿Visualizas algo en tu interior, escuchas alguna palabra o diálogo interior o tienes alguna sensación interna (V, A , C)? Cuando hayas tomado conciencia de este paso, anótalo. 3. Después de ver, oír o sentir algo en tu interior, ¿es necesario que suceda algo interna o externamente para que te sientas en un estado de plenitud de recursos? Anota ese paso. Conti­ núa el proceso hasta que te parezca completo. Una estrategia convencional puede incluir entre dos y cinco pasos. 4. Después de anotar cada paso, evoca otro m om ento en que estuvieras en plenitud de recursos frente a un fracaso aparen­ te. Ponte en esa situación como si estuviera ocurriendo ahora y observa si la experiencia sigue la misma secuencia de pasos. Esto te permitirá mejorar tu estrategia. 5. A menudo sucede que el primer paso de tu estrategia es tu modalidad dominante (Y, A o C), aunque es probable que este paso cambie de una situación a otra. El último paso en tu estrategia es un estado cinestésico interno de sentirse en plenitud de recursos. Fíjate detenidamente en las sensa­ ciones de tu cuerpo. 6. Cuando estés enteramente convencido de que tienes la secuencia correcta de pasos, anótalos. Es tu receta para fraca­ sar con éxito.


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PARI'ti III. LOS VIRUS MENTALES V HL IRA BAJO

7. Para mejorar tu estrategia, comprueba las submodalidades de los pasos internos.

Lina vez definida tu estrategia, llévala contigo o déjala en algún lugar donde puedas verla todos los días. Es tu receta para recuperarte cuando las cosas no funcionen como tú deseas, tu manera de ver el lado bueno de las cosas. Además de disponer de tu estrategia, formularte ciertas pre­ guntas potenciadoras acerca de la situación te ayudará a trans­ formar la manera en que das sentido a las cosas y a reencuadrar tu punto de vista. He aquí algunas posibilidades: • ¿Qué podría haber de positivo en lo que ha sucedido si yo estuviera dispuesto a verlo de esa manera? • ¿Qué he aprendido de esto, o qué podría aprender si quisiera? • ¿Cómo puede este error o reves ayudarme a conseguir lo más importante para mí en la vida, si estuviera dispuesto a adop­ tar esa perspectiva? • ¿Qué estoy dispuesto a hacer para superar esta situación y seguir adelante? Tony Robbins suele utilizar la metáfora del fútbol: aunque las cosas no funcionen, al menos hemos hecho una jugada. Mientras sigamos moviendo la pelota, seguimos en el juego. Deepak Chopra dice que cuando parece que las cosas no funcio­ nan como él quisiera, confía en que sucedan como debieran suceder, en que los acontecimientos forman parte de un cuadro más grande que él aún es incapaz de ver. Observa el cambio en las submodalidades. Está mirando el cuadro desde demasiado cerca. Más tarde, podrá tomar distancias y ver el conjunto. La habilidad de fracasar con éxito constituye un instrumento poderoso para la segunda cualidad del poder personal: la capa­ cidad para actuar. Podemos seguir moviendo la pelota aunque no marquemos. Sin embargo, hay que templar esta cualidad con la tercera: tener la flexibilidad para cambiar la manera de actuar si lo que estamos haciendo no nos lleva hacia donde queremos. Se trata


Pura

s u p e r a r vi t e m o r al f r a c a s o y el a m o r

al éxito

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de afinar el fino arte de fracasar con éxito. Edison no pretendía fabricar una bombilla haciendo exactamente lo mismo una y otra vez, miles de veces. Con cada intento, observaba atenta­ mente qué funcionaba y qué no funcionaba. A partir de esas observaciones, modificaba su enfoque. Cuando el vecino escéptico y el sabio encontraron el tigre en descomposición, con aquel olor putrefacto, se retiraron a una distancia segura y eí sabio se dirigió al otro: -¿Has visto cuán blancos y brillantes eran sus dientes7 -p r e ­ guntó, con una sonrisa en los labios.

Curación rápida de la fobia de antiguos fracasos El vinculo emocional entre los fracasos del pasado y los senti­ mientos díscapacitadores puede ser tan poderoso que es casi como una fobia. Cada vez que pensamos en acercarnos a esa persona atractiva o dedicarnos a ese nuevo deporté, o hacer un curso de contabilidad, ios sentimientos desencadenados de rechazo, humillación o baja autoestima pueden literalmente paralizarnos e incapacitarnos para actuar. He aquí un proceso rápido que puedes practicar en unos diez a quince minutos. Te permitirá mitigar las emociones de los íracasos del pasado y te ofrecerá una página en limpio para seguir adelante.

Solución antivírica número 17 Curación rápida de la fobia de antiguos fracasos Escoge un contexto en el que hayas sufrido varios fracasos (soli­ citudes de empleo, la asignatura de cálculo, flirtear con personas atractivas), un ámbito en el que te gustaría hacer borrón y cuen­ ta nueva. 1. Recuerda un momento concreto en que has sufrido un gran fracaso en este contexto, tal vez un momento que no te gus-


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2. 3.

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PARTE III: LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

tana recordar o del que no te gustaría hablar. Ames de seguir, pide a tu inconsciente que conserve todo lo que has aprendi­ do de estos reveses, de modo que no tengas que cometer los mismos errores en el futuro. Imagínate una placá protectora de plexiglás que se desliza frente a ti para protegerte de lo que pueda haber al otro lado. A continuación, imagínate frente a la placa de plexiglás, observando o recordando una película en blanco y negro de los acontecim ientos que rodearon ese fracaso. Asegúrate de que tú y la película estáis al otro lado del plexiglás. Ahora, quita la placa de plexiglás e imagínate o b s e r v a n d o lo que sucedió, en color, tal como lo viste, sólo que acelera un poco la película y mírala en sentido inverso. Comienza por el final y avanza rápidamente hacia el principio. Cuando hayas acabado, vuelve a colocar la placa de plexiglás. Repite los pasos 2 y 3, pero esta vez proyecta la película aún más rápido, hacia delante y hacia atrás. Haz esto dos o tres veces, aumentando un poco la velocidad cada vez. Comprueba tu reacción frente al recuerdo pensando en él. Si tus sentimientos se han aclarado, deberías experimentar indi­ ferencia, incluso sentirte de buen humor ante las imágenes mezcladas que van y vienen. Si aún tienes algún sentimiento residual acerca de lo que ha sucedido, repite e! proceso. Escoge dos o tres recuerdos en el mismo contexto con el que estás trabajando y procede desde los pasos 1 al 5 para cada uno de ellos. Finalmente, pídele a tu inconsciente que reúna todos los recuerdos marcados emocionalmenre en el contexto en que estás trabajando, que ponga esos recuerdos en blanco y negro y aléjalos de ti. Con la placa de plexiglás frente a ti, comienza otra vez por el principio y observa la manera en que asistes a la proyección en cámara rápida de la película de todos estos recuerdos. Entonces, retira el plexiglás y proyecta rápidamente la pelí­ cula de este montaje hacia atrás.


Para superar el temor al fracaso v ei

temor

ai c\:to

V/ I

Un enfoque alternativo a este proceso consiste en aplicar la solución antivírica número 13, la Confusión del Movimiento Ocular (p. 204), mientras piensas en cada uno de los recuerdos cargados en el ámbito que has escogido y luego en todos juntos. Algunas personas responden más fácilmente a un proceso que a otro. Para las personas que creen que carecen de dotes visuales, la Confusión del Movimiento Ocular puede facilitar el proceso.

El tem or al éxito: el virus term ostato ¿Cómo es posible que algunas de las cosas que más deseamos en la vida, como una profesión gratificante, la independencia eco­ nómica y una estrecha e íntima relación amorosa, sean a la vez las cosas que más tememos poseer? Para muchas personas, el temor al éxito infecta su motivación tamo o más poderosamente que el temor al fracaso. El temor al éxito es como un termostato. Muchas personas se han adaptado a un cierto nivel mínimo de éxito, una cierta zona de comodidad. Si superamos ese nivel, un defecto del pen­ samiento, un virus (t’rmosrafí?, nos inhibe de la misma manera que un termostato eléctrico regula la calefacción en nuestros hogares. El modelo presentado en la página 69 del capítulo 3 ilustra cómo funciona el virus termostato. Si no hemos progresa­ do hacia una cierta visión o meta, se debe a uno de los factores siguientes: • Sentimos algo positivo en no alcanzar nuestro objetivo. • Percibimos algo negativo en el proceso de lograr nuestro ob­ jetivo. • Sentimos algo negativo en obtener resultados, es decir, temor al éxito. El temor inconsciente al éxito puede ser un desencadenante. Quizás en alguna ocasión habéis tenido un gran empleo que os parecía especialmente gratificante, con el que os sentíais realiza­ dos, y de pronto os despidieron y os sentisteis destrozados por


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PARTE Iíí: LOS VIRUS MENTALES y EL TRABAJO

esta pérdida. Sin qiie nos diéramos cuenta, los sentimientos de satisfacción en el trabajo se anclaron en el temor de la pérdida. En el futuro, si un empleo empieza a ser demasiado gratificante, de pronto sentiréis miedo o empezaréis a tener una profunda sensación de pérdida. Esto puede llevar a sabotear vuestra carre­ ra profesional. El temor al éxito también puede conllevar creencias restricti­ vas. Esto sucede sobre todo con el hecho de poseer mucho dine­ ro. Pensemos en las creencias con que muchos hemos crecido: • El dinero es la semilla de todo mal. • Es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja. • No se puede comprar la felicidad. • El dinero no solucionará tus problemas. Cualquiera que sea la razón del temor al éxito, su resultado son las partes en conflicto de un virus Géminis. Una parte añora, al hombre o la mujer de nuestros sueños, y otra se muere de miedo ante esa perspectiva, debido a un desencadenante o a la ambivalencia causada por creencias restrictivas. Nos centrare­ mos en estos viras termostato íntimos en el próximo capítulo. Cuando hay un desencadenante, la Terapia de Virus Menta­ les contra el temor al éxito utiliza la solución antivírica número 1 (p. 79), 3 (p. 85) o 4 (p. 89). También podéis abordar el temor al éxito a partir de Jas creencias restrictivas con las soluciones antivíricas números 6 (p. 114) o 7 (p. 121). Además, el Reen­ cuadre de Seis Puntos (p. 137) es una manera de resolver el con ­ flicto interno entre desear el éxito y no desearlo. Además del temor al éxito, hay otros problemas importantes que nos mantienen alejados del éx'úo.

La experiencia del éxito La cuarta característica del poder personal es tener un indicador (una prueba específica y concreta que nos permite saber cuándo


Para superar d unnor al fracaso y e¡ temor al éxito

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hemos alcanzado nuestro objetivo). Muchas personas, entre ellas estrellas de eme, ejecutivos de empresa, líderes políticos, figuras del deporte e incluso líderes religiosos, personas que todo el mundo ve como extraordinariamente triunfadoras, no se ven a sí mismas de esa manera. Lo más probable es que nunca hayan tenido indicadores. Están tan preocupadas por alcanzar sus metas, por proyectos siempre lejos de su alcance, que no son capaces de reconocer cuándo han alcanzado sus objetivos ni de verse a sí mismas como personas de éxito. En uno de mis primeros empleos después de la universi­ dad, com o ingeniero en una empresa de hornos microondas, mi jefe, un viejo ingeniero, tenía un estilo de gestión bastante extraño. Cada vez que yo cometía un error, o hacía algo de manera diferente a com o él lo habría hecho, me daba el ser­ món. Cuando hacía algo bien o trabajaba horas extraordinarias, nunca me hacía com entario alguno. Sin un reconocimiento y una reacción (feedback) positiva, el éxito era casi imposible. Intentar tener éxito era como intentar llenar un pozo sin fondo. ¿Cuántas personas tienen jefes como éste en su propia cabeza?

Ejercicio 23 Tus regías internas p ara el éxito 1. Pregúntate: «¿Qué ámbito de mi vida (la profesión, el desa­ rrollo personal, la lamilla, las relaciones, el tiempo libre, los problemas económicos, espirituales, sociales., etcétera) deja mucho que desear7 ¿En que ámbito tengo menos éxito?». Anota tu respuesta. 2. Ahora, pregúntate: «¿Qué necesitaría para tener éxito en m i ------- [el á m b ito q u e n e c e s ita s tr a b a ja r ]? » , o «El é x ito

e n ---------------------------------------------------- ¡ese ámbito] significa-------». Escoge criterios concretos y mensurables. Frases como «tener una mejor relación amorosa» o «trabajar en una profesión más estimulante» son demasiado vagas. ¿Cómo sabrías que tie­ nes una m ejor relación amorosa o un empleo más gratifi­ cante? ¿Qué seria necesario, concretam ente? Define las reslas o creencias v anótalas. O

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PARTE III: LOS VIRUS VIENTALES Y EL TRABAJO

3. Cuando consideres las cuatro o cinco reglas o creencias de lo que sería necesario para tener éxito en el ámbito escogido, pregúntate: - «¿Acaso estas condiciones para el éxito me dan una posibi­ lidad razonable de lograrlo, o simplemente mantienen el éxito lejos de mi alcance?» - «¿De quién son estas reglas? ¿Alguna vez me he sentado y pensado conscientemente en diseñarlas como parte de un plan maestro para el éxito, o simplemente las he adoptado al azar?» 4. Finalmente, escoge un aspecto de tu vida en el que creas que tienes mucho éxito y repite los pasos 2 y 3 pava encontrar cuatro o cinco cosas concretas y mensurables que estés haciendo y que te permitan saber que tienes éxito y cómo te sirven estas reglas. Las reglas o creencias acerca de qué es necesario para tener éxito tara vez son decisiones conscientes. Más bien, evolucionan de manera caótica a lo largo de toda una vida de intentar dar sentido a las cosas. Si estas creencias mantienen el éxito fuera de nuestro alcance, porque no sabemos qué es necesario para tener éxito, o >i no es realista plantearse el logro de esas condiciones, nos enfrentamos a un virus restrictivo que nos obstaculiza. Si esto es lo que sucede en este ámbiLo de la vida donde no alcan­ zas el éxito, piensa en cambiar tus creencias por otras que te faci­ liten el camino al éxito.

Solución antivírica número 18 Para cambiar las reglas del. éxito 1. Identifica la intención positiva' o el valor relacionado con cada regla, preguntándote: «¿Qué es lo importante para mí en cum plir c o n -------lia regla]?». Tal vez una de las reglas para sentir que tengo éxito en mi propósito de estar en buena forma es que debo hacer ejercicio todos los días durante una


Para superar el temor al fracaso y el temor al éxito

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hora y media. Lo importante para mí es que quiero ser cons­ tante:, de modo que el ejercicio se transforme en un hábito y pueda tener tiempo para hacer estiramientos, pesas y eje r­ cicios aeróbicos. Para cada regla, pregúntate: «¿Qué es lo importante en no hacer esto?». Ésta es una pregunta interesante y fundamental. Si crees que para tener éxito debes hacer algo y no lo estás haciendo, ¿adivinas qué ocurre? Hay una buena explicación. Si soy realmente honrado conmigo mism o, la razón por la cual no hago tanto ejercicio y con tanta frecuencia es que pienso que las sesiones largas de ejercicio son demasiado duras, implican demasiado trabajo, y yo tengo muchas otras cosas que hacer. Para cada regla, pregúntate: «¿Puedo adoptar una nueva regla que satisfaga lo que es importante en cumplir con ------[la antigua regla] y lo que es importante en no cumplir con -------?». Tal vez podrías hacer ejercicio regularmente un día sí y otro no. tres o cuatro veces a la semana, y distribuir los ejercicios en tres o cuatro sesiones más cortas durante el día para cambiar de ritmo. Para cada regla nueva, pregúntale a tu inconsciente si está de acuerdo con ponerla a prueba como una manera de sentir que tienes éxito. Pruébala durante una o dos semanas, y luego observa si funciona y si te estás permitiendo pensar que tienes éxito. Si las nuevas reglas funcionan, estupendo. Si no, repite los pasos 4 y 5 para generar nuevas reglas con que trabajar. Cuando tengas reglas que puedas cumplir y tengas éxito de forma regular, sugiero que utilices la solución antivírica número 6 (capítulo 4, p. 114) para consolidar las nuevas creencias cambiando las submodalidades.

Algunas personas creen que si sus creencias les facilitan el éxito, se volverán complacientes o perderán la motivación. Eso no es lo que sucede. El éxito a lo largo del camino inspira un deseo de más éxitos, así com o un jefe competente motiva a sus


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PARTE III: LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

subordinados cuando reconoce sus logros y progresos en lugar de sólo fijarse en sus errores y fracasos. Uno de los guías que dirigía el seminario sobre la naturaleza había prometido compartir el secreto de cómo superar el b lo ­ queo del escritor. Nos dijo; «Primero escribid y luego corregid». Pensé que era una excelente ilustración del fracaso y el éxito. Cuando se trata de escribir, muchos nos quedamos atrapados en el mecanismo de crear ideas y corregirlas simultáneamente. Esto nace de la creencia restrictiva de que, incluso cuando comenza­ mos a crear, es necesario escribirlo bien desde el principio, sin errores en la sintaxis, el estilo o la expresión lógica. Desde el punto de vista neurofisiológico, esto es casi imposible, porque la escritura creativa implica un funcionamiento equilibrado de los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, mientras que la corrección es fundamentalmente un proceso del hemisferio izquierdo. El secreto consiste, primero, en fracasar con éxito. Limítate a anotar las ideas, permitiendo que fluyan, con inde­ pendencia de que pienses que las expresas de manera deficiente. Una vez que lo hayas puesto por escrito, puedes pasarle el traba­ jo a tu corrector en el hemisferio izquierdo. La escritura se con­ vierte entonces en algo parecido a una escultura. A partir de la forma primaria, el escultor puede retocar y pulir la obra de arte final. Si, com o en Aguas Fronterizas, vuestra supervivencia de­ pende de una observación atenta y de no cometer errores, enton­ ces deberíais observar un saludable respeto por esa necesidad y permitir que el miedo sea, en parte, vuestro aliado. Por otro lado, sí sólo trabajáis para terminar un proyecto o queréis flirte­ ar con la dependienta del mercado, tenéis que mantener viva vuestra estrategia para fracasar con éxito y formularos preguntas potenciadoras en caso de que las cosas no os funcionen. Mi primer profesor de música me recordó que Ted WiíUams fue el último gran jugador de béisbol de la gran liga que acabó una temporada con un récord de bateo por encima del 0 ,4 0 0 . Eso significa que Williams falló el 6 0 por ciento de los golpes. Los propietarios del equipo le pagaban elevadas sumas, los seguidores lo adoraban, y Williams llegó a ocupar un lugar en el


Pcim superar el temor al fracaso y el temor al éxito

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Panteón de las Estrellas del béisbol por haber fallado tres veces por cada dos que acertaba. También comprendí, cuando afiné la guitarra de Bob, que el fracaso era la clave del éxito. La mayoría de músicos saben que cuando se quiere afinar un instrum en­ to de cuerda, deliberadamente «desafinamos» al comienzo, para luego acercar paulatinamente el sonido de la cuerda que quere­ mos afinar al tono exacto. Cuando desafinamos, resulta un soni­ do desajustado, que produce una vibración extraña. Cuanto más lenta es esta vibración, más cerca estamos de conseguir la afina­ ción perfecta.



CUARTA PARTE

Los virus mentales y el amor



13 Los virus íntimos

E) alquimista que pueda extraer de su corazón las esencias de la compasión, el respeto, la añoranza y la paciencia, el arrepentimiento, la sorpresa y el perdón y reunirías en un todo, podrá crear ese átomo llamado amor. Kahül G íbran

Uno de los episodios más románticos de mi primer matrimo­ nio tuvo lugar cuando mi mujer y yo hicimos una excursión, mochila al hombro, a u n lago situado en la Alta Sierra de Cali­ fornia. El lago está flanqueado por montañas de granito por un lado y colinas cubiertas de bosque por otro. Después de insta­ lar el campamento, subimos por la ladera del monte para tener una vista más amplia de aquel magnifico panorama. Cuando llegamos a lo alto y gozábamos de una inmejorable perspecti­ va, como por arte de magia el viento amainó y la última ola se desvaneció en la superficie del lago, que recogió un reflejo per­ fecto de las montañas de la otra ribera. Las aguas del lago estu­ vieron quietas toda la noche, reflejando las sombras de la tarde, el crepúsculo de la naturaleza, y el amor y la atracción mutua entre mi mujer y yo. Creo que todos hemos vivido ese entusiasmo inicial de estar enamorados y sentirnos atraídos profundamente por otra perso­ na. En este caso, mi m ujer y y o nos sentíamos ingeniosos y encantadores, y estábamos contentos sin razón aparente. A medida que rompíamos los muros del aislamiento y la enajena277


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PARTE IV: LO S VIRUS MENTALES Y EL AMOR

ción, aumentaba nuestra- sensibilidad. Comenzamos a veT y escuchar cosas de las que no nos habíamos percatado. Nos sen­ tíamos fuertes y, sin embargo, al mismo tiempo., completamente vulnerables. Cuando estamos enamorados, vivimos uno de los pocos momentos en que nos abrimos de verdad para contar nuestra vida y saber que el otro nos escucha de verdad. El amor romántico ha sido definido de múltiples maneras, ya sea como «el sistema energético más grande de la psiquis de O ccidente»1' (reemplazando así a la religión como vía hacia la plenitud, el éxtasis, el sentido y la salud psicológica) o como una mera ilusión y un puro narcisismo. Los hombres y las mujeres dedicamos enormes cantidades de energía a encontrar ese com­ pañero perfecto. Luchamos para crear y conservar una relación gratificante para ambos, a pesar de que no existe ninguna norma cultural acerca de cómo lograr que el amor funcione. La investi­ gadora Catherine Joh n son realizó un estudio con cien parejas casadas que habían convivido entre 7 y 55 años.^ A pesar de una creencia muy difundida de que el amor más profundo y per­ durable crece poco a poco con el tiempo, Johnson descubrió que casi todas las parejas se habían sentido bien juntas desde el prin­ cipio, lo cual es una característica del amor romántico. Estar «enamorado», como norma de las relaciones íntimas y el matri­ monio, es un concepto propio de Occidente. En otros lugares, el «enamoramiento» no se considera un valor tan importante, si bien la calidez, la estabilidad y la devoción compartida por las parejas en otras culturas harían que nos sonrojáramos. Cuando pensaba en la relación entre el amor romántico y los virus mentales, me preguntaba por qué las cosas que más desea­ mos en la vida son, a veces, las que más tememos. ¿Qué hay en esta «química romántica» que a la vez atrae y se sustrae a tantas personas? ¿Acaso el amor tiene alguna utilidad? ¿Cuáles son las grandes trampas que destruyen nuestras relaciones más íntimas? ¿Es posible volver a reavivar la magia del enamoramiento una vez que se ha apagado? 44. Robert A. Johnson, We, Harper &r Row, Nueva York, 1983, pp. Xl-XIV 45.

C ath erin e J o h n s o n , L u c k y in Lo v e , Viking, N ueva York, 1 9 9 3 .


Los viru s

íntim os

¿ t i *

Los virus íntim os Ningún otro ámbito de la existencia humana proporciona un mejor caldo de cultivo para los virus mentales que las relaciones amorosas. Con la excepción de los virus asesinos, los defectos del pensamiento (virus íntimos) que infectan las relaciones amo­ rosas producen más sufrimiento que cualquier otro virus. De hecho, los virus íntimos en las relaciones amorosas y entre padres e hijos constituyen la base de numerosos virus asesinos. Más del 50 por ciento de los matrimonios acaban en separación debido a los virus íntimos. El resultado es que muchas personas que han sufrido decepciones están convencidas de que el amor romántico no funciona. En una ocasión, Jung describió nuestro fracaso para hacer que las relaciones amorosas funcionen como una «gran herida en la psique de Occidente» y como el «proble­ ma fundamental de la cultura occidental».^ El problema es que, a pesar de la sensación de éxtasis, el ena­ moramiento puede generar soledad, enajenación, frustración y toda una gama de expectativas no confesadas y no pactadas pro­ pias de virus restrictivos. Se supone que nuestro compañero debería proporcionarnos siempre un intensa placer en el plano de los sentimientos. Se espera que él o ella sean amantes apasio­ nados, amigos y psicólogos, que estén a nuestra disposición cuando los necesitemos y que nos dejen solos cuando lo desee­ mos. Hoy en día, el compañero también sería una persona corresponsable económicamente, y debería tener la energía sufi­ ciente para reconfortarnos al final de la jornada. Tenemos muchas expectativas y pocas energías y recursos. Muchas personas pueden mantener estas expectativas durante un tiempo, lo que dure la etapa inicial del cortejo, pero tarde o temprano uno de los dos vuelve a una manera de vivir más rea­ lista y apegada a la rutina. Es posible que, en ese caso, el otro se sienta abandonado. Peor aún, y no lo permita Dios, puede que uno de los dos encuentre algo que criticar ensu pareja, haciendo que el otro, el que recibe la crítica, se sienta presionado o trai4 6 . Cari Ju n g , citado en Joh n son .


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PARTE IV; LOS VIRUS MENTALES Y EI. AMOR

d onado. Cuando las primeras promesas del amor romántico comienzan a desmoronarse, es probable que nos sintamos irrita­ dos con nuestro compañero/a o con nosotros mismos, más que con las expectativas que proyectamos en la relación. , Además de las expectativas poco realistas de los virus restric­ tivos, los virus íntimos son portadores de virus discapacitadores y de estrategias no cumplidas que desencadenan profundos senti­ mientos de amor y atracción. Las partes internas también pue­ den distorsionar nuestra percepción de que nuestro com pañe­ ro/a es una persona diferente. Es como mirarse a un espejo y olvidar que estamos mirándonos a nosotros mismos. Cari Jung también sostenía que si descubrimos la herida psí­ quica de un individuo o de una sociedad habremos descubierto ía vía más rápida para sanar y allanar el camino al desarrollo de nuestra conciencia. Para nosotros, los occidentales, las relacio­ nes amorosas íntimas son un instrumento potencialmente pode­ roso, una vía que puede destruirnos o ayudarnos a avanzar hacia el logro de nuestros sueños e ideales más nobles.

Las fases de la relación Durante los últimos veinte años, he leído acerca de la existencia de tres fases naturales en la evolución de la relación amorosa. La primera etapa es la experiencia del resorte inicial. Nos sentimos profundamente atraídos por el otro, eufóricos, como si, de pron­ to, panes fragmentadas de nosotros mismos se hubiesen acopla­ do. Compartimos con nuestra pareja una sutil sensación de familiaridad. Solemos pronunciar frases como: «Me siento como si te hubiera conocido toda la vida». Desde esta perspectiva, tenemos la tendencia a ver todas las grandes cualidades de nues­ tra pareja (y de nosotros mismos) y a ignorar los aspectos no tan halagüeños. La segunda fase se caracteriza por una retirada (sentimientos de decepción, desilusión, ira y traición). A esta fase se la suele llamar la lucha por el poder. Las peleas, el ánimo inestable y la negación del amor son intentos por aferrarse a la primera fase u


Los virus íntimos

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obligar al compañero a volver a aquellos tiempos idílicos. Es el punto en que vemos todos los defectos del otro y dejamos de ver las grandes cualidades que nos atrajeron mutuamente. La mayoría de las relaciones se rompen durante la segunda fase, La tercera fase, para las parejas que llegan a este punto, se caracteriza por el compromiso, la resolución y el equilibrio. Somos muy conscientes de los defectos de nuestro compañero/a y los aceptamos. Esto crea, de hecho, un espacio que potencia la posibilidad de que el otro decida cambiar. Tampoco hemos olvi­ dado las buenas cualidades que propiciaron nuestro encuentro. Las investigaciones más recientes demuestran que, también den­ tro de la estructura general de cada fase, las parejas viven peque­ ños ciclos.'17 La manera de valorar dónde estamos en la relación y la calidad que le adjudicamos consiste en observar qué estados experimentamos cuando estamos con nuestra pareja. Sobre todo, deberíamos observar cóm o nos sentimos con nosotros mismos como resultado del hecho de estar juntos. A lo largo de los años, me he preguntado por qué existen estas fases y qué sucede con la pasión y la excitación inicial. ¿Podemos impedir que se produzca la desilusión de la segunda fase, o reavivar aquella chispa inicial que se ha apagado? ¿Acaso tiene algún sentido sufrir los sentimientos desagradables de la segunda fase?

Las cinco minas terrestres Hay cinco potenciales «minas terrestres» que destruyen el goce y 1a excitación inicial que reúne a las parejas y que acaban con la mayoría de las relaciones íntimas. D e s e n c a d e n a n t e s a g o t a d o s y e s t r a t e g i a s r u t i n a r i a s . .Si hem os estado un tiem po lo bastante largo co n otra persona, es hum ano acostum brarse a esa persona y com enzar a dar por sen ­ tada su presencia ju n t o a nosotros. Los desencadenantes inicia47.

«'A Forecast fo rC o u p les», Psychnlogy Today.


ZA­

PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

Ies que despertaron los sentimientos de novedad y excitación com ienzan a desvanecerse. Aun -asi, todo parece ir bien con nuestra pareja, aunque nos encontramos atrapados por el traba­ jo , las facturas, el cuidado de los niños y la colada. Nos olvida­ mos de la espontaneidad y la ligereza que acompañaron nuestro encuentro. Las rutinas son estrategias que nos permiten llevar a cabo tareas diarias de manera expeditiva. Si tuviésemos que dedicar nuestro tiempo a pensar una manera creativa de levantarnos de la cama, cepillarnos los dientes, ducharnos, tomar el café de la mañana y salir al trabajo, es probable que no consiguiéramos hacer nada más en la vida. Nos limitamos a hacer esas cosas y no pensamos demasiado en ellas. En la relación, sin embargo, esta manera de actuar, día tras día, totalmente predecible, es una de las maneras más rápidas para acabar con la relación. El primer paso para evitar esta mina terrestre es estar aten­ tos. Es evidente que existe una tendencia hacia la rutina. Pensad en aquellos ámbitos de la relación en que las cosas se convier­ ten en rutina y pueden llegar a ser demasiado predecibles. Tene­ mos que estar atentos a cómo ser más espontáneos y sorprender a nuestra pareja. Los DESEN CA DEN A NTES N tG A H V O S . Si pasáis mucho tiempo con vuestra pareja, habrá momentos en que os sentiréis irritados, temerosos, dolidos o deprimidos, y puede que estos estados no tengan nada que ver con vuestra pareja. Tal vez habéis tenido un día difícil en el trabajo, o puede que una inversión financiera haya fallado. Estáis experimentando aquel estado y al mismo tiempo os encontráis con el rostro de vuestra pareja, escucháis su voz, sentís su contacto, etc., de modo que la vinculáis incons­ cientemente a aquel estado negativo. Si a lo largo del tiempo esto sucede una y otra vez, el solo hecho de ver su rostro, oír su voz o sentir su contacto será suficiente para que os sintáis irritados, temerosos, dolidos o deprimidos. Hace quince años, cuando comencé a recorrer el país cele­ brando seminarios sobre métodos de aprendizaje innovadores, había fines de semana en que programaba hasta tres seminarios.


Los virus nulifico

Cuando terminaba el último seminario, el domingo por la tarde, estaba cansado. Justo antes de devolver el coche de alquiler en el aeropuerto y volver a casa, llamaba a mi mujer (en aquellos años) para contarle cómo me había ido y para decirle que volvía a casa. A medida que pasaba el tiempo, empecé a observar algo. Cuando la llamaba desde la universidad por la tarde, había oca­ siones en que me sentía estupendo, pero en cuanto oía su voz me sentía embargado por el cansancio. Cuando me di cuenta de este patrón de conducta, me pregunté: «¿Qué está pasando? ¿Se habrá acabado el romance? ¿Nos estaremos deslizando hacia la segunda fase? ¿Por qué estoy tan cansado?». Afortunadamente, en aquella misma época empecé a leer sobre los desencadenan­ tes y acabé dándome cuenta de lo que había sucedido. Seguí los procedimientos descritos en la solución antivírica número 3 (p. 83) para colapsar aquella ancla discapacitadora y ya no volví a tener problemas con su voz. Los virus desencadenantes que sabotean las relaciones pue­ den datar de tiempos anteriores a la relación misma. Quizá vues­ tro padre o vuestra madre, o un hermano, tenía un gesto o un tono de voz que os ponía los pelos de punta. Si sucede que vues­ tra pareja tiene aquel mismo gesto o tono de voz, os sentís irrita­ dos sin motivo aparente. Uno de los desencadenantes negativos más poderosos son la¿ críticas, debido a las experiencias vividas durante la infancia en relación a las críticas y el fracaso. Para saber si experimentáis un virus desencadenante, cuando vuestra pareja haga algo obser­ vad si respondéis siempre con la misma em oción, y si esa res­ puesta es automática, es decir, que no tenéis control sobre ella. Con el tiempo, si acumulamos suficientes desencadenantes negativos con nuestra pareja, ya no es tan divertido estar con ella.. En su compañía, experimentamos más dolor cjue placer. La mejor manera de evitar esta mina terrestre consiste en ser cons­ ciente del poder de los estados negativos y procurar no centrar­ nos en nuestra pareja cuando experimentamos un estado negati­ vo muy intenso. Martha Washington, la esposa del primer presidente de Estados Unidos, fue probablemente una de las pri­


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PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

meras especialistas en terapia de virus mentales. Cada vez que se sentía irritada, Martha se sentaba en una determinada silla. Si George Washington o alguno de los criados la veían sentada en esa silla, sabían que tenían que dejarla tranquila hasta que estu­ viera dispuesta a levantarse. Si los desencadenantes negativos ya están instalados en voso­ tros y vuestra pareja, uiilizad las soluciones antivíricas 3 o 4 (pp. 85 y 8 9 ) para colapsar o invertir los desencadenantes, o trabajad con un terapeuta para que os ayude con uno de estos procesos. La respuesta de la pareja a la critica puede ser casi fóbica, como suele suceder con los fracasos del pasado. Los procedimientos del capítulo anterior pueden ser útiles en estos casos. LA a t r a c c ió n y las estra teg ia s a m o r o s a s . Cada persona tiene una secuencia única de experiencias externas e internas (una estrategia) para sentirse intensamente atraído por una pareja potencial, y otra estrategia para sentir un profundo sentimiento de amor. Algunas personas son más visuales; necesitan dem os­ trar que aman al otro llevándolo a determinados lugares, com ­ prándole ñores o regalos, o mirándolo con ese brillo especial en los ojos. Para otras personas, las palabras son más importantes. Necesitan oír «te amo» en ese tono de voz especial. A otras, lo que les hace sentirse más amados es ese contacto especial o la manera en que el otro los mima físicamente. Durante el cortejo, y en la pnmera fase, tendemos a ser multisensoriales: regalos, cenas a la luz de las velas, miradas soñado­ ras, la frase «te amo» dicha de tantas maneras, y abundante con­ tacto físico. Sin embargo, es posible que, al cabo de un tiempo, volvamos a la modalidad (V, A o C) con la que nos sentimos más cómodos. Si la modalidad preferida del compañero/a es diferen­ te de la nuestra, a] cabo de un tiempo él o ella se sentirán no queridos. Quizás el marido es más auditivo y ía mujer más visual. Con el tiempo, puede que cada cual se sienta no amado. -¿ Q u é quieres decir con que no te sientes amada? Te lo demuestro todo el tiempo -d ice él. , -S í, pero yo necesito oír las palabras. Nunca me hablas como me hablabas cuando salíamos juntos -se queja ella.


Los virus íntimos

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-Pero si salimos mucho, le regalo ropa y ¿qué me dices del anillo de diamantes? ¿Acaso no te demuestra eso todo lo que te quiero? -replica él. Desde luego, no se están comunicando, por­ que hablan lenguajes diferentes basados en la modalidad prefe­ rida de cada cual. Es muy sencillo descubrir por qué nuestra pareja se siente atraída hacia nosotros y qué cosas desencadenan los sentimien­ tos de amor profundo. Estas estrategias suelen ser inconscien­ tes. Cuando nos representamos conscientemente los pasos que experimentamos, poseemos las claves para mantener o incluso reavivar la magia que nos atrajo en nuestros primeros encuen­ tros amorosos.

Ejercicio 24 Para inducir Ia estrategia de atracción Piensa en un momento concreto en que te sentías totalmente atraído por un compañero/a potencial. Para descubrir cómo sucedió, comienza, como sueles hacer, con tu fisiología. Cuando te sientes totalmente atraído, ¿cómo se siente tu cuerpo? ¿Qué expresión tienes en el rostro? ¿Qué gestos o movimientos haces? ¿Cómo respiras? ¿Cómo estarías sentado ahora mismo si estuvie­ ses experimentando la misma atracción? Para descubrir los pasos en tu estrategia, imagínate aquel momento como si estuviese sucediendo ahora. Comunícate con los sentimientos, las imágenes y los sonidos de cuando te sentías totalmente atraído. 1. Cuando creas haber recuperado esa experiencia, observa la p rim era cosa que debe suceder para que aparezca el senti­ miento de atracción. ¿Es algo que ves en el otro (visual externo-Vc) o algo en la manera en que habla (auditivo externo-A'O o algo en la manera en que te toca (cinestésico ex tern o -O ? Anota este primer paso. 2. Observa qué sucede en el interior, una vez que hayas visto, oído o sentido lo que inició tu atracción. ¿Visualizas algo en el interior, oyes alguna palabra o un diálogo interior, o tienes


___ ...

mt,i\ m L tb Y hL AMOR

alguna sensación interna .(V\ A' o C )? Cuando hayas tomado conciencia de este paso, anótalo. 3. Cuando hayas podido ver, oír o sentir algo en tu interior, ¿es necesario que suceda algo más dentro o fuera de ti para que te sientas totalmente atraído? Anota ese paso. Continúa el proceso hasta completarlo. Una estrategia de atracción habi­ tualmente abarca entre clos y cuatro pasos. 4'. Después de haber anotado cada paso, podrías evocar otro momento en que te hayas sentido totalmente atraído por un potencial compañero/a sentimental. Vuelve a esa situación como si estuviera sucediendo ahora, y observa si esa expe­ riencia contiene la misma secuencia de. pasos. Esto podría mejorar tu estrategia. La estrategia de atracción es la chispa inicial de una relación. Lo que la alimenta es aquello que hace tu pareja para catalizar un profundo sentido de amor.

Ejercicio 25 Para inducir ¡a estrategia de am or profundo Piensa en un m om ento concreto en que te sentías totalmente atraído por una potencial pareja amorosa. Para descubrir cómo fue, comienza, como sueles hacer, con tu fisiología. Cuando estás totalmente enamorado, ¿cómo se siente tu cuerpo? ¿Qué expresión tiene tu rostro? ¿Cómo son tus gestos y movimientos? ¿Cómo respiras? ¿Cómo estarías sentado, o cómo permanecerías de pie, si estuvieses experimentando en este momento el mismo amor? Para descubrir ios pasos en tu estrategia, imagínate aquel momento como si estuviese sucediendo ahora. Comunícate con los seíitimientos, las imágenes y los sonidos de la experiencia que recuerdas. A diferencia de otras estrategias, la estrategia de amor pro­ fundo suele abarcar sólo dos pasos. Experimentas un estímulo visual, auditivo o cinestésico, y éste cataliza el estado cinestésico de sentir un amor profundo.


Los virus ini irnos

1. Cuando vuelves a esa experiencia de amor profundo y total, ¿cuál es la cosa más importante que debe suceder para desen­ cadenar ese amor? - ¿Es muy importante que él o ella te miren de una cierta manera, que te traigan flores o regalos o que te lleven a determinados lugares (visual externo-V0)? O: - ¿Acaso es aún más importante que él o ella te digan las cosas con un cierto tono de voz (auditivo externo-A*)? O; - ¿Es tal vez más importante que te toquen de una determi­ nada manera (cinestésico externo~Cc)? 2. Todas estas cosas pueden ser muy agradables, pero sólo una de ellas es la más importante. Puede que sea la misma moda­ lidad dominante (VAC), y puede que no. Las c r e e n c ia s y v a lo r es en c o n f l i c t o . Cualquier discusión, desacuerdo o incidente en una relación se basa en creencias y valores en conflicto. Uno de los dos espera que el otro actúe de una determinada manera, y no sucede así. Hay ocasiones en que dos personas pueden incluso tener el mismo valor, pero diferen­ tes. creencias o normas acerca de lo que se necesita para realizar ese valor. Una querida amiga y yo valoramos el sentirnos cerca y conectados durante ios escasos momentos que pasamos juntos mientras yo acabo este libro. Me he dado cuenta de que cada vez que esioy a punto de acabar una sección o un capítulo ju sto antes de la cita establecida, para mí es importante acabarlo, si es posible, aunque llegue con un poco de retraso. Así no estaré pen­ sando en lo que no he acabado. En ese momento, puedo dedicar toda mi atención a estar presente con mi amiga, lo cual hace que nos sintamos muy cerca y conectados. Sin embargo, ella piensa que es importante que yo sea puntual. De esa manera ella sabe que yo la valoro y podemos sentirnos cerca y conectados. Ambos valoram os sentirnos cerca y conectados, y los dos teníamos maneras diferentes de hacerlo hasta que descubrimos el conflic­ to y llegamos a un acuerdo en nuestras expectativas. La base de la comunicación sin virus, que presentamos en el próximo capítulo, consiste en restablecer una relación entre los


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PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

amantes en conflicto y descubrir las diferencias en las creencias y valores que subyacen.

Los virus mentales de la infancia Conviene recordar que la base de ios conflictos internos son par­ tes inconscientes. Una parte (o virus mental) es una parte del sistema nervioso (la mente inconsciente) que está más o menos aislada funcionalmente. Es incongruente porque la conducta que produce se encuentra en conflicto con su intención positiva. A partir de la teoría de que la mayoría de nosotros nace en pleni­ tud, aquella plenitud se ve destrozada, al menos en parte, por la formación de tres partes principales.48 La M Á S C A R A . ¿Qué rasgos tuviste que desarrollar cuando eras niño para agradar a los demás? ¿Qué tienes que hacer ahora o cómo tienes que actuar para ser aceptado socialmente? Al inven­ tario de estas creencias se lo suele llamar la m áscara. Esta parte sin duda se origina en creencias de la infancia acerca de lo que se necesita para despertar amor y aceptación en padres y adul­ tos. La máscara es un grupo de virus mentales restrictivos cuya incongruencia se debe a que se parte del supuesto de que, sin esos rasgos, nadie nos querría. Intentamos convertimos en algo que no somos y adoptar conductas que no están en nosotros. Las frases de los padres que estimulan la formación de este d e fe c to d e l p e n s a m ie n to son frases como las s ig u ie n te s : • • • •

«Los niños grandes no lloran.» «No te toques eso.» «En esta casa no se toleran esas conductas.» «No es verdad que odias a tu hermano pequeño.»

48. fíarville Hendrix, Geítmg the i o v e You YVciru. HarperCoIlins, Nueva York. 1990. [Ha)' trad. cast.: Conseguir el a m o r tvi su vida, Obelisco, Barcelona, 1997.] Esta parte guarda un paralelismo con el modelo lmago del inconscien­ te, de Hendrix.


Los virus íntimas

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La SOMBRA. ¿H abéis o íd o afirm a cio n e s c o m o éstas d u ran te la

infancia?: «Jamás serás capaz d e -------» o «Es que sencillamente no estás dotado p a r a -------» o «Tu hermana es la que heredó la belleza de la familia». Tal vez ahora que sois adultos decís cosas como: «Jamás podré aprender informática» o «Mi memoria es como un colador» o «No puedo tener orgasmos». Estas afirma­ ciones indican unas limitaciones autoimpuestas (más virus res­ trictivos) basadas en fracasos anteriores y en sugerencias de los padres, los hermanos y los educadores. En cierto sentido, deja­ mos estas habilidades naturales a nuestras espaldas, con nuestra som bra. El tejido de nuestra sombra son los virus restrictivos, a saber, todas las cualidades y habilidades que creimos que nunca poseeríamos. La buena noticia es que estas habilidades naturales aún están potencialmente presentes por si deseamos recuperar­ las. La mala noticia es que algunas de las cualidades y capacida­ des que más admiramos en nuestros padres pueden ahora vivir a nuestra sombra. En cierto sentido puede que nos sintamos incompletos, porque carecemos de estos atributos deseados. Según Hendrix, éstos son los atributos que con mayor probabili­ dad buscaremos y reconoceremos inconscientem ente en un compañero/a en potencia.^ Es decir, percibimos a esa persona como una manera de hacer que nos sintamos completos. Este fenómeno se denomina transferencia. La sombra como parte es incongruente, porque suponemos que no poseemos ciertas habi­ lidades y cualidades naturales y que es necesaria una segunda persona para completamos. Los PU N T O S C IE G O S. Al adoptar una máscara que incluye creen­ cias y valores de nuestros padres y otros adultos, también asu­ mimos parte de esos rasgos negativos sin ser conscientes de ello. Si otros nos critican por ser avariciosos, insensibles, indiferen­ tes, excesivamente sensibles, por egoístas o por nuestro distanciamiento, lo negamos porque no somos conscientes, o porque somos ciegos ante el hecho de que adoptamos estas cualidades. Se trata de creencias restrictivas o de virus desencadenantes invi­ 49. Harville Hendrix, op. cií.


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sibles para nosotros. Es paradójico cuando una persona hace afirmaciones como «jamás seré como mi madre» y, sin embargo, actúa como una réplica de su madre. Esta parte es totalmente incongruente, porque la intención es verse libre de esos atribu­ tos indeseables mientras, al mismo tiempo, en la conducta de la persona se observan las mismas cualidades. Muchos psicólogos creen que, en cierto sentido, aún posee­ mos el recuerdo de los sentimientos de plenitud y unidad con los que nos iniciamos en la vida. Uno de los instintos humanos fundamentales consiste, de alguna manera, en recuperar la cua­ lidad de seres completos. Para muchas personas esta necesidad alimenta su búsqueda espiritual y su deseo de desarrollo perso­ nal. Una de las maneras más rápidas y asombrosas para tener al menos un atisbo de cómo seria la recuperación de ese estado de plenitud es a través de una relación íntima.

El espejo esquivo La quinta mina terrestre, llamada espejo esquivo, se produce por­ que nuestro inconsciente es muy proclive a reconocer las cuali­ dades positivas en otra persona que, pensamos, nos faltan a nosotros, cualidades que hemos eliminado o desterrado al campo de nuestras sombras. También reconocemos una máscara similar y puntos ciegos, que proporcionan cierto nivel de alivio porque son familiares. Eso sugiere la afirmación: «Me siento

Persona, máscara y sombra Máscara Punios ciegos (cualidades negati­ vas de los pací res)

Limitaciones

Cualidades que hay que

üutoimpuestas

poseer para ser aceptados


muy bien cuando estoy contigo. Me siento como si te hubiera conocido toda la vida». Un compañero cuyas partes inconscien­ tes son muy coincidentes es como un espejo donde observar nuestra plenitud potencial. Cuanto más parecidas sean sus par­ tes inconscientes a las nuestras, mejor será el espejo y más difícil reconocerlo como tal. Enamorarse es como encender la luz para vernos a nosotros mismos. Cuanto m ejor sea la iluminación, mejor perfilada estará la sombra. Cuando miramos al espejo por primera vez, vemos una ima­ gen ampliada de nosotros mismos cjue incluye nuestra sombra (todas las grandes cualidades de nuestros padres que nunca poseimos). Las limitaciones que nos hem os impuesto quedan aparcadas momentáneamente. La promesa inicial del amor romántico consiste en recuperar la plenitud primordial a través de nuestra pareja. El virus mental restrictivo se denomina trans­ ferencia, es decir, atribuimos a nuestro compañero/a cualidades deseables de los padres y trozos «que faltan» en nosotros. Actúamos como si esa persona pudiese de alguna manera devolvemos esas cualidades y el estado de plenitud que genera. A medida que continúa la relación, es decir, mientras segui­ mos mirando en el espejo, empezamos a percatarnos de nues­ tros puntos ciegos. Atribuimos estas cualidades a nuestro com ­ pañero/a a través de un proceso denominado proyección: «No me puedo creer lo avaro, insensible y exageradamente emotivo que puedes Uegar a ser a veces». Esto no quiere decir que el compa­ ñero/a no tenga sus propios defectos y problemas, pero a\ mirar en el espejo esquivo, resulta difícil saber si estáis mirando los defectos de vuestro compañero o los propios. Se suele decir que lo que menos toleramos en los demás son las cosas que menos toleramos en nosotros mismos. Como sostenía Cari ju ng, el amor íntimo puede ser un in s­ trumento poderoso en nuestra búsqueda de partes integrantes, de plenitud y pensamiento coherente. Sin embargo, se nos plan­ teará un dilema. Nuestras necesidades pata ser más plenos son probablemente las mismas que las de nuestro compañero/a, y lo que más necesitamos de esa persona probablemente sea lo que menos es capaz de darnos. El lado bueno es que si damos a


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nuestrc compañero/a lo que n osotros m ás n ecesitam os, e x p e ri­ m entam os el estado que deseamos. Si nos situam os en el estado que qu erem os y a la vez ayudamos a nuestro compañero/a, esta­ m os propiciando nuestra cu ración e integración.

• Si lo que más necesitas es cuidado, cuida de tu compañero/a. • Si lo que más necesitas es estimulación intelectual, actúa de manera intelectualmente estimulante. • Si necesitas admiración, admira a tu compañero/a. • Si necesitas amor, da amor. En resumen, eí amor es uno de los caminos más rápidos hacia la plenitud (saber situarnos en el mundo y desarrollarnos espiritualmente). Desgraciadamente, este camino requiere gran paciencia y valor porque está plagado de peligros. Cuando el camino se convierte en el paraje desértico de la segunda fase, la mayoría de las personas se sienten como si estuvieran hartas y se deslizan por el umbral. • Mina terrestre 5. Miramos en el espejo esquivo y no nos gusta lo que vemos, de modo que, ¡cómo no!, culpamos al espejo. Podemos pensar que el compañero/a ha traicionado la prome­ sa inicial tácita de estimularnos para conseguir nuestra pleni­ tud v unicidad. • Mina terrestre 4. Empezamos a percibir creencias y valores que entran en conflicto. . • Mina terrestre 3. Las estrategias del amor y la atracción no se están cumpliendo. • Mina terrestre 2. Experimentamos desencadenantes negativos por los cuales el solo hecho de e sta r enn el compañero/a indu­ ce emociones negativas. • Mina terrestre 1. La relación ha perdido su carácter lúdico y espontáneo. Damos por sentada la presencia del compañero/a a nuestro lado,1 y... y 4

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Los virus íntimos

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Y pasamos a la siguiente relación. Sólo hay un problema con este esquema: cuando pasamos a la siguiente relación, tenemos que cargar con nosotros mismos. Si vuestra próxima pareja es un espejo igual de bueno, es probable que acabéis viendo las mis­ mas cosas.

¿Qué es la química romántica? Si alguna vez la habéis experimentado, sabréis muy bien qué es la química romántica, aunque sea difícil de describir en pala­ bras. Analicémosla desde la perspectiva de la manera en que damos sentido a las cosas. En primer lugar, si experimentamos una atracción inicial intensa, se ha activado nuestra estrategia de atracción. De la misma manera, si en ciertos momentos sentimos una gran nece­ sidad de amor, nuestro compañero/a ha activado inconsciente­ mente nuestra estrategia amorosa profunda. Resulta ciertamente muy útil saber cuáles son nuestras estrategias, de modo que si alguien se acerca y las activa de forma inconsciente pero podero­ sa, tenemos una alternativa: no dejarnos llevar por el compañe­ ro/a equivocado. Cuando dos personas sienten una atracción inicial, suelen potenciar la química creando sentimientos relaciónales. Actua­ rán como espejos y correlatos el uno del otro, es decir, utilizan un lenguaje cultural parecido, gestos y modelos de habla parecidos, y dedican mucho tiempo a identificar creencias, valores e intere­ ses comunes mientras prescinden de las cosas en que no coinci­ den. A continuación, cada uno se asombra de lo cómodo y fami­ liar que se siente con el otro. Además, el inconsciente reconoce las cualidades positivas y negativas similares de nuestros padres o de otros adultos refle­ jados en la máscara, la sombra y los puntos ciegos del c o m ­ pañero/a. Un pensamiento fundamental al frecuentar a otra persona es saber si la química existe hasta el punto de que el compromiso resulte apropiado, si eso es lo que realmente esta­ mos buscando. Aunque la mayoría de las personas dicen que


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PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

reconocen la química de manera intuitiva, conviene formular algunas preguntas.

Ejercicio 26 Preguntas acerca de la química 1. ¿Te sientes claramente atraído por esa persona? Formúlate esta ' pregunta, escucha a tu cuerpo y responde con franqueza. Si no, la incongruencia te comerá vivo. Los recelos acerca de la atracción básica suelen surgir como una incomodidad en otro lugar de tu cuerpo cuando te formulas esta pregunta. Hazte un gran favor y asegúrate de que tu estrategia de atracción está viva antes de comprometerte en una relación. Esto te ayudará a superar los conflictos, la desilusión y el difícil tra­ bajo relacionado con la segunda fase. 2. La clase de persona p o r la que te sientes atraído, ¿es adecuada para una relación? Algunas personas, por lá razón que sea, se sienten habitualmente atraídas por parejas no disponibles, por personalidades adictivas o tipos física o emocionalmente abusivos. Encuentra un buen terapeuta de virus mentales (véase apéndice III) o a un formador de PNL para que te ayude a cambiar tu estrategia autodestructiva. El proceso de cambiar estrategias inconscientes es relativamente sencillo. 3. ¿Cómo te sientes contigo mismo al estar con esta persona? ¿Té sientes - con más energía? - con una conciencia espiritual más elevada? - con una perspectiva más sana de la vida? - más capaz de amar y aceptar a otros? - más lúdico? - mejor contigo mismo en general? Estas preguntas proporcionan una buena medida de la química presente. La última pregunta también es una buena medida de la salud de una relación actual. Si estas preguntas indican la existencia de una química con claridad y sin embargo, aún sientes cierta ambivalencia al estar con esta persona, te podrías preguntar:


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V• 4

4. ¿Hay algo importante para mí en no tener una relación? En otras palabras, ¿estás realmente disponible y, si no lo estás, en qué te beneficia no tener xma relación?

Para curar el virus del termostato íntimo La pregunta 4 del ejercicio anterior es especialmente interesante Estoy seguro de que todos hemos tenido lá experiencia de sentir un amor profundo por otra persona. Nuestro corazón se abre, nos sentimos especialmente cerca, cuando de pronto, ¡BUM! Nuestra querida pareja da por terminada la relación y se mar­ cha. Y allí quedamos nosotros, con el dolor de nuestro corazón destrozado. El inconsciente ancla el hecho de sentirse cerca y✓ enamorado con el dolor insoportable de la pérdida. En el futuro, cada vez que empecemos a sentir la proximidad de otra persona y un profundo sentimiento de amor, esos mismos sentimientos que más deseamos d esencadenarán el temor y la aprensión del dolor, y nos encontraremos atrapados por un virus termostato íntimo. La mayoría de nosotros en este punto nos cerramos a las emociones y buscamos inconscientem ente alguna manera de sabotear la relación. Éste es un ejemplo del temor al éxito como virus desencadenante. Es uno de los principales obstáculos para conseguir el amor que queremos. Un buen enfoque terapéutico para este temor al éxito es comenzar con la solución antivirica número 17 (curación rápida de la fobia de antiguos fracasos, p. 265) como medio para disi­ par la reacción casi fóbica que muchas personas sienten ante la vulnerabilidad de amar. Más allá de eso, el virus termostato ínti­ mo encierra un componente Géminis (el conflicto interno entre la parte de nosotros que desea intimidad y la parte que tiene un miedo enorme a dicha intimidad). A la mañana siguiente, las aguas del lago estaban totalmente quietas. En medio de esa calma, entendí por qué tantas personas desean una relación amorosa íntima que realmente funcione y, a la vez, por qué la temen tanto. Me acerqué a la orilla y comencé a meditar para fundirme con el silencio y la paz del entorno. De


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PARTE IV: 1 O S VIRUS MHNTALÍ-.S Y EL AMOR

promo me di cuenta de Ía ilusión del amor. Había atribuido a mi compañera los agradables sentimientos de plenitud y fuerza que yo nunca había pensado poseer. Cuando abrí los ojos, vi. en la superficie del agua un reflejo nítido de mí mismo, y entonces supe que eso es lo que identi­ fica a una pareja ideal. También observé que eí reflejo invierte la derecha y la izquierda, así como nosotros invertimos o con­ fundim os lo que vemos «allá fuera» con lo que somos por dentro.


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La comunicación sin virus La co m u n ica ció n Huida es tan estim ulante com o eí café, y tam bién provoca insom nio. A N N E M O R R O W LlNDBERGH

Estoy en el pueblo de Duryea, en Pennsylvania. -D im e , tía Teresa, ¿cuál es eí secreto de un matrim onio feliz? Yo acababa de volver a la vieja y pequeña ciudad minera donde habían crecido mi madre, sus padres y m uchos de sus parientes. No había vuelto desde los siete años y tenía curiosi­ dad por saber si alguno de mis familiares aún estaba vivo. Para mi sorpresa, los habitan Les de ia antigua casa de mi abuela me informaron del paradero de mi tía abuela Teresa. Esta m ujer había estado casada más de cincuenta años, lo cual es sin duda una proeza, sobre todo porque su marido, que había muerto recientemente, solía tener muy mal talante y peor genio. Pues­ to que tantas personas tienen problemas con los compromisos y con lograr que el matrimonio perdure, pensé que tenía que conocer su secreto para un matrimonio feliz y duradero. -¿Cuál es tu secreto? —le pregunté. Ella me miró fijamente y respondió sin pestañear: -¡Tapones para los oídos! -L a tía Teresa tenia un gran senti­ do del humor, pero yo sabía que estaba hablando en serio, así que decidí no insistir en el tema. Sin embargo, no pude evitar reflexionar acerca de qué pensaría de esas palabras mi amigo el 297


doctor Jo h n Gray, experto en estilos de comunicación de hom ­ bres y mujeres. Recordé un seminario de fin de semana al que había asistido con John. Él sabía que yo era físico y me preguntó qué pensaba yo, como científico, de las relaciones amorosas. Le respondí que pensaba que eran como rayos cósmicos. -¿¡QUÉ!? -preguntó, desconcertado. ' Tal vez pensó que yo había perdido los estribos con mi cien­ cia del hemisferio izquierdo y que ya no guardaba contacto con el hemisferio de mis sentimientos, aquella parte tan importante en las relaciones. Le expliqué que los rayos cósmicos son unas partículas subatómicas cargadas de alta energía que bombardean la Tierra desde el espacio exterior. -A h, ya lo entiendo. Piensas que las relaciones pueden tener mucha energía, pero también mucha carga emocional, de modo que se necesita espacio -concluyó mi amigo. -Pues... supongo que sí, pero no es precisamente eso. Estas partículas tienen mucha energía y se mueven casi a la velocidad de la luz, y entonces suceden cosas curiosas -dije. Pensaba con­ cretamente en una partícula llamada muón. El muón es un rayo cósmico secundario producido por colisiones subatómicas a unos 10.000 metros de altitud.50 Estas partículas sólo tienen una vida de unas dos millonésimas de segundo antes de convertirse en electrones, de modo que uno de los grandes misterios consiste en saber cómo los muones pueden llegar hasta el suelo en lo que dura su «lapso vital». A pesar de la velocidad que alcanzan, sólo deberían ser capaces de viajar unos 600 metros, es decir, una die­ ciseisava parte de los 10.000 metros que llegan a recorrer. Albert Einstein dio una explicación del fenómeno en su teo­ ría de la relatividad. Desde nuestro punto de vista, el tiempo se ralentiza para los muones de alta velocidad y éstos «viven» 16 veces más de lo que se supone es su lapso vital. Por lo tanto, pueden viajar dieciséis veces más lejos de lo que deberían. Ésta es la razón por la que llegan a la Tierra. Por otro lado, si lo mira­ 50. Arthur Beiser, P/iys¡C5 (3 .a ed.), Benjamín Cum m ings, Menlo Park (California), L982, p. 648.


mos desde el punto de vista del muón (si lo tuviera), éste sólo vive dos millonésimas de segundo, y sólo puede recorrer unos 600 metros. Lo fascinante es que, según Einstein, los dos puntos de vista, el nuestro y el del muón, son igualmente correctos. De todos modos, la pregunta sigue vigente: ¿cómo pueden llegar los muones hasta el suelo desde casi diez mil metros de distancia? Yo decía que esto se parecía a las relaciones porque cada miem­ bro de la pareja tiene un punto de vista igualmente válido y, sin embargo, estos puntos de vista diferentes pueden provocar con­ flictos, e incluso paradojas, como la de los virus receptores del amor. El doctor Harville Hendrix, investigador y terapeuta de pare­ jas, realizó un notable descubrimiento hace algunos años. Cuan­ do las cosas no van bien en una relación amorosa, la mayoría de las personas se quejan de que no se sienten amadas, porque su pareja no es tan amante como era al comienzo de la relación. El doctor Hendrix desarrolló un conjunto de ejercicios para per­ mitir que las parejas revivieran las maneras de expresarse mutuo amor. Al cabo de un tiempo, las personas que practicaron los ejercicios reconocieron que su pareja realmente las quería más, y muchas relaciones mejoraron de forma espectacular. Sin embar­ go, unas cuantas relaciones en realidad empeoraron."5 Para algu­ nas personas, lo que más desean de una relación, aquello que se quejan que no reciben, sentirse profundamente amadas, puede empeorar las cosas si finalmente lo consiguen. He denominado este fenómeno virus receptores del amor. Un investigador incluso ha llegado a afirmar que cuando expresamos amor a nuestra pareja puede que sea perjudicial para nuestra vida amorosa. No entendí su comentario en aquel momento, pero sabiendo lo tor­ tuosos que pueden ser los virus mentales, imaginé que cualquier cosa era posible. Cuando comencé mis investigaciones sobre los virus menta­ les y su papel en las relaciones amorosas, pensaba que la habili­ dad fundamental para bacer que el amor perdurara era la comu­ nicación eficaz. No tardé en reconocer que esta habilidad en sí 51. Harville Hendrix,

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i>p a l. íp. 28-1}.


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PARTE IV: LO S VIRUS MENTALES Y EL AMOR

misma era susceptible de ser infectada por los virus mentaLes. Me preguntaba cuál era la causa de los conflictos y las discusio­ nes tan características de la segunda fase. ¿Cómo se interrumpe la comunicación? Si los virus mentales tienen una intención positiva, ¿cuál es la intención oculta de las discusiones? También sabemos que entregarse a emociones negativas como la hostili­ dad puede ser un factor significativo en las enfermedades coro­ narias, y que ignorar los sentimientos, como lo hacía tía Teresa, podía provocar cáncer. ¿Cómo logramos, por lo tanto, un equili­ brio entre comunicar adecuadamente el amor y las emociones negativas (el dolor, la ira, el sentimiento de traición) de una manera que funcione para ambos miembros de la pareja?

Por qué surgen los conflictos y las discusiones El núcleo de la primera fase consiste en descubrir las similitu­ des y estim ular la sintonía con nuestra pareja. Al reconocer esas grandes cualidades en nuestra pareja que habían sido des­ terradas a nuestra sombra, podemos tener un mayor sentido de plenitud cuándo nos miramos en el espejo de nuestro com pa­ ñero intimo. La idea de que ese compañero nos escucha real­ m ente puede darnos la sensación de que nos entiende y nos valora. Cuando el núcleo en la segunda fase se vuelca hacia las dife­ rencias, se interrumpe la sintonía y se fomenta la polarización. Los conflictos y discusiones no son más que intentos fallidos para restablecer sintonía defendiendo nuestro punto de vista e intentando persuadir al compañero de que piense comó noso­ tros. Nos sentimos dolidos, irritados o molestos porque nuestra pareja ha violado alguna creencia o valor nuestro. Muchas per­ sonas piensan que sus valores son universales, que cualquiera en su sano juicio sabe que así deberían ser las cosas. Si su pareja no está de acuerdo, siente la necesidad de señalar los defectos en su manera de pensar. Desgraciadamente, cuando nuestro compañe­ ro desafía nuestros puntos ciegos o nuestra máscara, está poniendo en tela de juicio nuestra condición de personas dignas


La comunicación sin virus

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de ser aceptadas y amadas. Al desafiar nuestras creencias y valo­ res, desafía nuestra propia identidad. E\ anuncio de que las cosas van mal en una relación, en la mayoría de los casos, no viene tanto de la frustración, el dolor y la ira que salen a la superficie como la manera en que se comu­ nican los sentim ientos..., o no se comunican, como en el caso de mi tía Teresa. El punto central de cualquier desacuerdo se reduce a una verdad sencilla: independientemente de lo mucho que se nos parezca nuestra pareja, muy a menudo les da un significado dife­ rente a las cosas. Si yo trabajo mucho tiempo, para mí eso puede significar que quiero proporcionar a mi familia bienestar mate­ rial, porque los amo. Para mi familia, puede que signifique que soy un adicto al trabajo que se preocupa más de su carrera pro­ fesional que de estar con ellos. El núcleo de la comunicación sin virus es que cada miembro de la pareja descubra el sentido del punto de vista del otro y, al igual que Einstein, considere ese otro punto de vista igualmente válido. Hay muchas maneras de categorizar la manera en que la gente piensa: visuaU auditiva, cinestésica.. hemisferio derecho, por oposición a hemisferio izquierdo; introvertido, por oposi­ ción a extravertido; aproximación, por oposición a alejamiento de la gente; marcianos, por oposición a venusianos, etcétera. Estos y otros sistemas contienen algo de verdad en tanto que modelos. Algunos proporcionan perspectivas inteligentes e inte­ resantes. El problema que yo observo en estas diversas maneras de categorizar a las personas es la dificultad de recordarlo todo, es decir, las innumerables características descritas para cada modelo. Creo que un enfoque más simple y realista consiste en reconocer que cada vez que surge un conflicto nuestra pareja le da un sentido diferente del nuestro. ■ Como hemos señalado, el inconsciente es muy hábil recono­ ciendo en un compañero potencial las partes inconscientes simi­ lares. Aunque esa persona exprese cualidades negativas de nues­ tros padres u otros adultos, y aunque esas cualidades nos resulten incómodas, nos son familiares. Para muchas personas, aunque la familiaridad signifique dolor, sigue siendo más cómo-


_____ v ii v u j :viciín lALfcb Y E L AM O R

da que lo desconocido. El doctor John Gray ha señalado la exis­ tencia del instinto humano fundamental de la comprensión. Nuestro inconsciente recrea situaciones de la infancia que no comprendimos con el fin de resolverlas ahora. •

La com unicación del am or sin virus La mayoría de las personas con las que hablo y que tienen probiemas en sus relaciones sentimentales reconocen que los culpa­ bles pueden ser los virus mentales. Sin embargo, siguen pensan­ do de ellas que son grandes comunicadoras. El problema es el pensamiento distorsionado de su pareja. En PNL existe un principio según el cual se puede medir la eficacia de la comunicación según los resultados obtenidos. Se trata de un punto de vista muy aventurado, porque atribu­ ye la responsabilidad de los resultados directamente al comunicador. Si habéis tenido experiencias que dejan mucho que desear en vuestra vida adulta, existe una buena posibilidad de que no sólo ia relación sufra de un pensamiento falaz, sino también de que vuestro único instrumento para reparar la relación (ía comunica­ ción) también esté contaminado con virus mentales. Muchos hombres y mujeres están convencidos de que saben expresar el amor a su compañero/a, y que comunican ese amor y, sin embargo, suelen sentirse frustrados porque su pareja no apre­ cia el amor que ellos le expresan. Como hemos señalado en el último capítulo, a menudo no nos sentimos amados porque nues­ tra estrategia amorosa profunda y, posiblemente, nuestra estrate­ gia de atracción no han sido activadas. El punto esencial en este caso no estriba únicamente en comunicar el amor, sino en comu­ nicarlo de una manera que el otro comprenda, es decir, utilizando su estrategia amorosa. Creo que esto es lo que pensaba aquel investigador cuando sostenía que comunicar el amor a la pareja podía ser perjudicial. Los gestos de amor no valorados tal vez sean un caldo de cultivo para el resentimiento. El primer paso para comunicar el amor eficazmente consis­ te en descubrir las estrategias de amor profundo y de atracción,


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las propias y las de la pareja, mediante los ejercicios 24 y 25 (pp. 2 8 5 -2 8 7 ). Si después de realizar estos ejercicios, aún no tenéis claro cuál es la clave para vosotros y vuestra pareja, inver­ tid un poco de tiempo y dinero. Consultad con un terapeuta de virus mentales o con un profesional de PNL para que os ayude en este proceso. Es una de las inversiones más rentables que podéis hacer si valoráis una relación que funcione de verdad. También podéis potenciar las expresiones de amor y de atracción creando una lista de «regalos de amor».

Ejercicio 21 Lista de «regalos de amor»'3* 1. Escribe una lista de las cosas que te hacen sentirte amado y titúlala «Mi lista de regalos de amor». Si no tienes pareja, piensa en la última relación importante que tuviste y en lo que esa persona hacía para que te sintieras profundamente amado. 2. A continuación, piensa en el comienzo de tu relación actual o de la última relación importante que tuviste. ¿Qué cosas hacía tu pareja al comienzo de la relación que te hicieran sen­ tirte especialmente amado, y que después de un tiempo dejó de hacer? Añádelas a tu lista. 3. Ahora piensa en cosas que nadie antes ha hecho por ti y que imaginas que te harían sentirte profundamente amado. Añá­ delas a tu lista. 4. Vuelve a leer tu lista y clasifica los temas con un sistema de cuatro estrellas (las cosas que tienen mayor impacto) hasta una estrella (las que tienen menor impacto). 5. Si tienes pareja, intercambia la lista con él o ella. Señala con una cruz los temas que serían más fáciles para ti, y con un signo de interrogación los que serían más difíciles. 6. Conserva una copia escrita de la estrategia de atracción de tu pareja,, de su estrategia amorosa y de esta lista de «regalos de 52.

Harville Hendrix, op. cil. Esto forma parle de un proceso que el autor

llama «recuperar el rom anticism o c o n tu pareja».


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PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL. AMOR

amor» en un lugar donde las veas regularmente. Utiliza la estrategia de atracción y la estrategia amorosa de tu pareja como seguramente lo hiciste cuando os conocisteis. Además, una o dos veces a la semana, escoge uno de los puntos de la lista de «regalos de amor» para tu pareja y ofrécelo como tal, es decir, como un regalo, no como una expectativa. Practica esto independientemente de cómo te sientas con tu pareja. Al ofrecer tu amor con libertad, te sitúas en un estado amoroso.

Las discusiones ¿Recordáis la famosa fábula de los tres ciegos que examinan un elefante por primera vez? Uno toca los colmillos y llega a la con­ clusión de que el animal es duro y tiene forma de lanza. El segundo ciego toca la trompa y afirma que el elefante es flexible y de formas sinuosas. El tercero, que toca el cuerpo, afirma que el elefante es como un muro compacto. Entre los tres se entabla una discusión acerca de sus respectivas percepciones. Cada uno está convencido de la precisión de sus observaciones, y afirma que cualquier ser razonable que percibiera con la misma aten­ ción llegaría a la misma conclusión; los otros dos ciegos deben haber perdido todo contacto con la realidad. Cada uno intenta convencer a los otros de que él tiene razón y de que ellos se han equivocado. Las discusiones son contraproducentes porque perdemos el contacto con nuestra pareja, y es probable que los supuestos subyacentes agudicen las carencias de la relación. Al igual que los ciegos, la mayoría de las personas supone que cualquier per­ sona razonable pensaría igual que ellos, que su perspectiva es universal y que la única y rara excepción es su pareja. Además, suponem os que si uno tiene razón, el otro se equivoca. Si mi compañero tiene razón, yo debo de haber perdido contacto con la realidad. Las discusiones son peligrosas porque, al calor del momen­ to, podemos decir algo que después nos reprocharemos. Una vez pronunciadas esas palabras, no hay manera de borrarlas.


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Una perspectiva útil de las discusiones consiste en establecer un acuerdo con la pareja antes de que surjan. Si alguna vez os encontráis atrapados en una discusión que se os escapa de las manos, uno de los dos debe conservar la calma necesaria para hacer algo insólito e interrumpir y poner fin al modelo de discusión. C asi c u a l q u i e r c o s a q u e d ig a s p a r e c e r á d iv e r tid a si lo h a c e s a g a ta s . P. J . O ’ROURKH

Éste es un excelente ejemplo de cómo interrumpir un mode­ lo de discusión si ambos estáis dispuestos a ponerlo en práctica. De todos modos, es preferible decidir con antelación sobre lo que cualquiera de los dos puede hacer o decir que sea lo bastan­ te insólito para sorprender al otro y poner fin a la discusión. Poneos de acuerdo para procesar los sentimientos según el modelo de com unicación previsto, más tarde, cuando los dos estéis calmados.

Cómo com unicar las m olestias pequeñas y m oderadas -N o me puedo creer lo desordenada que eres. Cada vez que vengo a verte tienes los platos sucios y hay comida pudriéndose por toda la casa —le espeta Dan a su amiga Linda. -¿Ah, sí? Mira quién habla. Cuando voy a verte a ti, se puede oler la caja del gato a una manzana de distancia -co n tra a ta ­ ca ella. Estas frases no traducen todavía un gran resentimiento, pero pueden convertirse en problemas mayores cuando ése es el esti­ lo de comunicación que predomina. Algunas parejas son capa­ ces de manejar con más claridad crisis y sentimientos profundos y decisivos que los incidentes pequeños y moderados, que se van acumulando y, a la larga, pueden acabar con la relación. Una manera mucho menos basada en la confrontación y más eficaz para comunicarse y evitar estas discusiones consiste en


crear una lista de demandas. La clave del proceso consiste en identificar para ti, y para el bienestar de la relación, cuál es el valor que ha sido violado y cómo, concretamente, tu pareja viola ese valor con su conducta. Debéis hacer esto antes de comunica­ ros con vuestra pareja. Por ejemplo, si yo estuviera trabajando con Dan y Linda en una consulta matrimonial, podría pregun­ tarle a Dan: -¿Q u é importancia concedes a que Linda tenga los platos limpios y recogidos? -S e me ponen los pelos de punta al ver ese desorden, y me entran ganas de irme -responde Dan. -¿Qué importancia tiene para ú y Linda que no se te pongan ios pelos de punta y que tengas ganas de quedarte? -insisto. -Pues, quiero sentirme cerca de ella y pienso que estaríamos más cerca si yo me. sintiera cómodo con ella en su casa como ella en la mía -replica Dan. Ahora hemos dado con el valor. Dan valora estar cerca de Linda, y el hecho de sentirse cómodo en su casa puede contri­ buir a que eso se produzca. -¿Cóm o sabes, concretamente, que no te sientes cómodo en casa de Linda y que no te sientes cerca de ella? -pregunto. -C u an d o veo los platos con comida de hace días, tengo la sensación de algo poco higiénico. Me repele y no tengo ganas de quedarme. Supongo que mi ex mujer era así y eso me ponía enfermo -confiesa Dan. Su reacción puede ser un desencadenante, a saber, la inco­ modidad como una sensación anclada en los platos sucios y el desorden del pasado, o puede ser que sencillamente valore un entorno limpio e higiénico. Si la reacción de Dan es un desenca­ denante, hay dos enfoques para solucionar el conflicto. Yo podría ayudar a Dan a colapsar el ancla, o bien Linda podría cambiar sus hábitos. Puesto que yo mismo estimo la higiene como un valor, es probable que le mostrara a Dan cómo pedirle de forma correcta a Linda que cambie sus hábitos. Por otro lado, Si lo que molestaba a Dan era el hecho de que, de cuando en cuando, Linda hablara con cierto tono, o con una cierta mirada, o con determinados gestos, algo sobre lo cual ella no tenía un


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control consciente, habría sido más apropiado ayudar a Dan a colapsar o invertir su desencadenante. Un componente clave en cualquier demanda es el vocablo por­ que. Se trata de una palabra muy poderosa y persuasiva. Por lo general, preguntamos «por qué». La respuesta natural, como cuan­ do éramos pequeños y preguntábamos a nuestros mayores por qué teníamos que comer los guisantes, o por qué no podíamos ir al circo, es «¡Porque sí!». La Universidad de Pennsylvania llevó a cabo una investigación: un grupo de personas esperaban en una cola para utilizar una fotocopiadora, Entraba una colega del equi­ po y decía que tenía prisa y que sólo tenía que hacer diez copias, y preguntaba si podía colarse. En el .62 por ciento de los casos la dejaban pasar. Cuando cambiaba la frase de su petición y decía: «Me gustaría colarme porque tengo prisa y sólo tengo que hacer diez copias», la dejaban pasar en el 92 por ciento de los casos. En la sesión con Dan y Linda, yo sugeriría este formato para las demandas de Dan: «Me gustaría que tú ... [Ia conducta con­ creta que cumpla con la reglal porque ... [tu reacción emocional] y quiero sentir ... [el valor] contigo cuando ... [el contexto del incidente que provoca el malestar]». En este ejemplo se generaría una frase como: «Me gustaría que tuvieras los platos limpios y recogidos, porque lo s platos sucios me ponen los pelos de punta y porque quiero sentirme cómodo y cerca de ti cuando te vengo a ver a casa». La petición es clara. No hay reproches, ni es necesario que alguien tenga razón y el otro esté equivocado. No hay demandas agresivas ni actitudes defensivas. He aquí una manera de superar el cúmulo de pequeñas riñas que puedas tener con tu pareja.

Solución antivírica número 19 La lista de demandas (para incidentes pequeños y moderados) 1. Cada miembro de la pareja tendrá tres h ojas de papel en blanco. En la primera escribe «Riñas». Elabora una lista que


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conteste a la afirmación siguiente: «Me siento molesto cuan­ do mi pareja...». - Por ahora, evita las conductas que podrían ser fuente importante de conflictos. - Cualquier incidente que pudiera actuar como desencade­ nante (una mirada, un tono de voz, un gesto o una manera de tocarte) sobre el cual tu pareja tiene escaso control consciente, pero que automáticamente desencadena en ti una respuesta, se maneja mejor colapsando o invirtiendo el desencadenante. - No campanas esta lista con tu pareja. 2. Divide el segundo papel en dos columnas. A la primera titúlala «Valores», y a la segunda, «Reglas y creencias». - Lleva cada uno de estos episodios a un nivel superior hasta que obtengas un valor al preguntarte: «¿Qué importancia tiene para mí que mi pareja haga ... [lo opuesto a la con­ ducta desagradable]?» y «¿Qué importancia tiene esto para nosotros?». Repite la pregunta hasta que encuentres el valor que ha sido transgredido. Anótalo. . - Particulariza el valor y pregúntate: «¿Cómo sé, concreta­ mente, que no estoy consiguiendo ... [el valor] que deseo?». De este modo obtendrás tu norma violada. Anó­ tala ju nto con el valor, pero en la segunda columna. (Por ejem plo, puede que valore la seguridad con mi pareja cuando ésta conduce el coche, y mi regla es que me siento inseguro cuando gira en una curva al doble de la veloci­ dad permitida.) 3. En la tercera hoja escribe «Peticiones a mi pareja». Formula una petición para cada molestia basándote en la siguiente estructura: «Me gustaría que tú ... [conducta concreta que satisface tu norma] porque ... [tu reacción emocional ahora] y quiero sentir ... [el valor-] contigo cuando ... (el contexto del incidente]». «Cuando estamos jum os, me gustaría que. condujeras a la velocidad permitida, o por debajo de ella, porque me mareo y me da miedo la velocidad, y quiero sentirme bien y seguro contigo cuando salimos juntos.»


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4. Establece una prioridad de tus demandas señalando las más importantes con cuatro estrellas, hasta una estrella para la menos importante. 5. InteTcambia la lista de p eticio n es (p ero no las dos prim eras hojas) co n tu pareja. Señala co n una cruz los tem as que se ­ rían m ás fáciles de cum plir, y co n un signo de interrogación los qu e serían m ás d ifíciles. Puede que tengas que tratar con los tem as m ás difíciles utilizando el m od elo de c o m u n i­ cación avanzada.

6. Todas las semanas haz un regalo a tu pareja a partir de su lista de peticiones, y añade uno o dos de la lista de «Regalos de amor».

Para comunicar emociones ancladas más profundamente Lo esencial de la comunicación sin virus, incluso en medio de una grave crisis emocional, consiste en establecer y mantener la sintonía para com unicar sentimientos sin proferir insultos, y para identificar y resolver las diferencias en las normas y valores que provocaron la crisis. El modelo que he elaborado tiene seis pasos bien definidos: Esto significa obtener el permiso de tu pareja para compartir tu malestar, y no irrumpir en escena con todo un cúmulo de sentimientos. «Me siento irritado [molesto, dolido, etc.l contigo. Estás dispuesto/a a escuchanne?» Esto le ofrece a tu pareja un espacio mental y emocional para preparar­ se y disminuye la posibilidad de que manifieste una actitud defensiva y se niegue a escuchar. Puede que tu pareja quiera tener unos minutos para acabar lo que está haciendo en ese momento. Poneos de acuerdo para conversar en algún momen­ to; lo ideal seria al cabo de diez minutos, o en las próximas vein­ ticuatro horas, si es posible. Recordaos mutuamente que el objetivo de conversar es resol­ P reparar

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ver los sentimientos en juego, y que no se trata de ventilar' otros temas del pasado. Si tenemos en mente un objetivo bien defini­ do, podemos mantenemos centrados en este proceso. Los investigadores de PNL han des­ cubierto que cuando las personas se encuentran en una relación intensa tienen tendencia a imitar o a ser espejo inconsciente­ mente el uno del otro. Estas personas asumen posturas simila­ res, usan gestos y modos de hablar similares y establecen un contacto visual más prolongado. Sin embargo, una de las expre­ siones más poderosas de sintonía es la respiración sincronizada. Si, quieres establecer una relación sólida con alguien, fíjate en su respiración e imítala sin que sea evidente. Al cabo de un rato, puedes comprobar la relación inconsciente acelerando o dismi­ nuyendo el ritmo de tu respiración, y observar si tu interlocu­ tor/a te sigue. Si así es, has establecido una sintonía inconscien­ te. Esto aumenta en gran medida tus posibilidades de acceder a una sintonía consciente. Esta blecer

una s i n t o n í a .

Ejercicio 28 L a sintonía y el r e flejo auditivo 1. Siéntate frente a tu pareja. Uno de los dos respira con norma­ lidad y el otro observa y sincroniza su respiración durante aproximadamente un minuto. Cambiad de papeles y repetid la operación durante otro minuto. 2. A continuación, uno de los dos asumirá el papel de emisor y el otro el de receptor. El emisor habla de algo que sucede en su vida que no tiene una carga emocional. 3.. El emisor pronuncia dos o tres frases y luego el receptor se convierte en reflejo auditivo repitiendo la frase y preguntan­ do: «¿Lo he captado bien?». Si no es así, pide que te lo expli­ que y vuelve a repetirlo. Continuad con eí mecanismo del reflejo durante unos minutos y luego cambiad de papeles. 4. Hablad acerca de cóm o habéis sentido cada parte del proceso y si os sentíais realm ente escu ch ad os al p o n e r en práctica el espejo auditivo.


El ejercicio 2 8 es una manera útil para conocer la construc­ ción de la sintonía mediante e\ mecanismo del espejo, y para comenzar a sentar las bases de las habilidades necesarias que propiciarán una comunicación sin virus. E l r e f l e jo a u d it iv o . Es la clave para disipar la carga emocional subyacente al enojo o la molestia. Es también la esencia de lo que Deepak Chopra ha llamado indefensión, es decir, la renun­ cia a defender nuestro punto de vista. Una de las cosas que más deseamos cuando estamos en conflicto con nuestra pareja es que nos escuche. Queremos saber qué entiende y en qué medida le importa lo que nos ha molestado. La persona que esvá molesta, el em isor, escribe una cana de amor describiendo qué ha sucedido y cuáles son sus sentimien­ tos al respecto, o sencillamente habla con su pareja, el receptar, acerca de estos temas. Al igual que en el ejercicio anterior, el receptor lee o escucha dos o tres frases a la vez, y devuelve la información repitiendo lo dicho por el emisor. El emisor debe respetar dos normas: 1. No debe proferir insultos ni tratar de destrozar al otro. 2. Debe expresar sólo aquello que otros no puedan discutir ni sobre lo que puedan tomar partido. Afirmaciones como: «Cuando la miraste de esa manera, todos se dieron cuenta de que querías desnudarla allí mismo» o «¡Eres un hijo de perra, un inútil y un irresponsable!» podrían ser recha­ zadas por otros. Al contrario, una afirmación como: «Cuando olvidaste mi cumpleaños me enfadé, me sentí dolido y temía que ya no te importara» no se puede discutir. Es una verdad tuya. El receptor también debe respetar dos normas: 1. No debe hacer comentarios, expresar desacuerdos o reaccio­ nes. Por el momento, no debe hablar. 2. Debe repetir unas cuantas frases cada vez y luego preguntar: «¿Lo he captado bien?». Si no es así, pedirá que se lo aclaren y volverá a repetirlas.


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PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

La primera norma es la parte más difícil de todo el proceso. La mayoría de las personas están tan condicionadas por la idea de que es inaceptable com eter un error o equivocarse que de inmediato saltan para defenderse, sin siquiera escuchar lo que la otra persona tiene que decir. A menos que ya tengas la magnífica relación que querías tener, es probable que tu modelo para res­ ponder a tu pareja no haya funcionado. Este reflejo auditivo es una manera fácil de poner fin a nuestros modelos habituales de discusión y de actitudes defensivas. Para lo que tu pareja está diciendo, la verdad es que tienes que escuchar. Si intentas urdir un contraataque, sembrarás la confusión. Cuando parezca que el mensaje llega a su fin, el receptor preguntará: «¿Ya está?». Es probable que, en ese momento, el receptor piense que lo han escuchado. Sin embargo, quizá no hayas descubierto el significado más profundo que cada cual tiene que expresar acerca del tema. Esto implica ascender (cambiar a un nivel superior) hasta alcanzar el valor mediante la pregunta: «¿Qué importancia tiene para ti y para nosotros tener ... [lo opuesto a la conducta que desaprueba el emisor]?». Puede que para mí sea importante, por ejemplo, que recuerdes mi cumpleaños, porque quiero saber que me valoras y que aprecias nuestros momentos juntos. Ese es mi valor. A continuación, procede a descender (particularizar) hasta lle­ gar a la norma que ha sido violada: «Concretamente, ¿cómo sabes que no dispones de ese ... (valorl que deseas en esta situación?». Por ejemplo, sé que no me valoras ni aprecias los momentos que pasamos juntos porque olvidas pequeñas cosas como los cumplea^ ños, las fechas importantes o sacar la basura el martes por la noche. Otra pregunta que puedes utilizar para descubrir el impacto emocional de lo que sucede es: «¿Qué temes de esta situación?». La emoción básica que subyace a la ira, la frustración, la decep­ ción y la tristeza suele ser el miedo. Si soy franco, lo que temo es que, si no me valoras ni aprecias los momentos que pasamos juntos, nuestro amor podría morir, y puede que acabemos sepa­ rándonos. D ESC.U BR IR N ORM AS

y

V ALO RhS HARA E L E M IS O R .


Leí comunicación sin virus

Descubrir n o r m a s y valores para hl r e c e p t o r . Cambiad vues­ tros respectivos papeles. Puede que el receptor tenga o no tenga

valores relacionados con una determinada conducta. Mi pareja podría decir que pensaba que sería más espontáneo y me sorpren­ dería más si me ofreciera regalos los días que no son cumpleaños, fechas importantes, etc., porque yo no me los esperaría. Su valor sería actuar con espontaneidad y de manera impredecible. También podría decir que dedica demasiadas horas al traba­ jo, que se quedó absorta en la tarea y que olvidó mi cumple­ años. O quizá que en su familia no se celebraban los cumplea­ ños. Cualquiera que sea la explicación que el receptor ofrece, el emisor la devuelve sin comentarios ni afán de contradecir. El s a l t o c r e a t i v o . El receptor pregunta al emisor: «¿Cómo podemos cambiar nuestras conductas o nuestras normas para que tú tengas ... [los valores del emisorl que deseas y yo pueda tener ... [los valores del receptor] que yo quiero?». Buscad alter­ nativas creativas, que pueden añadirse a la lista de «demandas» de cada uno de vosotros.

Solución antivirica número 2 0 El modelo de com unicación avalizada (para aclarar emociones negativas profundamente arraigadas) 1. Prepara el escenario: - Obteniendo permiso para compartir los sentimientos, para evi­ tar sencillamente lanzarlos sobre tu pareja («tengo un senti­ miento y quiero preguntarte si podemos hablar de ello ahora o en los próximos diez minutos o, a más tardar, en las próxi­ mas veinticuatro horas»), - Recordándoos el uno al otro que el objetivo de hablar es resolver los sentimientos y el tema en cuestión, y no airear o reprocharle al otro cosas del pasado. 2. Establece una sintonía mediante un reflejo de la respiración durante uno a dos minutos.


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PARTE IV; LO S V IR U S M EN TA LES Y E L AM O R

- El emisor (el que está molesto) respira lenta y profunda­ mente. - El receptor imita la respiración del emisor y visualiza al emisor como un niño herido. 3. El reflejo auditivo. El emisor expresa sentim ientos y enun­ cia dos o tres frases seguidas, o el receptor lee dos o tres frases seguidas de una carta de amor (la experiencia os dirá cuál de las dos alternativas funciona m ejor para ti y tu pareja). - El emisor sigue dos normas: a. No anatematiza ni intenta acabar con el otro. b. Expresa sólo aquello que no puede incumbir a terceros. - El receptor sigue dos normas: a. No formula comentarios, ni expresa desacuerdos o reacciones. Por el momento, no habla. b. Repite una o dos frases seguidas y luego pregunta: «¿Lo he captado bien?». Si no es así, pide que te lo explique y vuelve a repetirlo. Cuando parezca, que el mensaje está completo, el receptor preguntará: «¿Ya está?». En ese momento, es probable que el emisor sienta que lo han escuchado de verdad. 4. Descubrir normas y valores para el emisor. ~ El receptor pregunta: «¿Te parece bien que analicemos ahora cuáles son tus normas y valores respecto a este tema?». Si el emisor está de acuerdo, continuad. - t i receptor asciende a un nivel superior: «¿Qué importan­ cia tiene para ti y para nosotros tener ... [lo opuesto a la conducta que desaprueba el emisor]?». Continúa ascen­ diendo hasta encontrar uno o varios valores. - Repite los valores. Pregunta: «¿Lo he captado bien?». Y luego, anótalo. - El receptor desciende (particulariza): «Concretam ente, ¿cómo sabes que no estás obteniendo los ... [valores] que quieres en esta situación?». a. Definid la(s) nomna(s) que ha(n) sido violada(s). b. Repite la(s) norma(s) y pregunta: «¿Lo he captado bien?». Y anótala(s).


- El receptor pregunta: «¿Qué es lo que temes en esta situa­ ción?». Repite las frases y anótalas. 5. Descubrir los valores y el temor p a r a el receptor. Cambiad de papeles. - El receptor pregunta: «¿Te parece bien si analizamos mis normas y valores en este tema?». Si todo va bien, c o n ­ tinuad. - El emisor asciende a un nivel superior: «¿Qué importancia tiene hacer las cosas como tú las ves?». Puede que no haya nada importante para el receptor, que sea una equivoca­ ción o un mal hábito. Si hay valores, continúa ascendien­ do hasta que tengas uno o dos valores. El emisor repite y pregunta-, «¿Lo he captado bien?». Anótalos. Nota: Si asciendes a un nivel superior en la medida sufi­ ciente, descubrirás que el receptor y el emisor comparten el mismo valor. - El emisor pregunta al receptor: «¿Qué temes en esta situa­ ción?». 6. El salto creativo. El receptor pregunta al emisor: «¿Cómo podemos cambiar nuestra conducta o nuestras normas para que puedas tener ... [los valores del emisor] que deseas y yo pueda tener los ... (valores del receptor] que quiero?». Bus­ cad alternativas creativas. Podéis añadirlas a la lista de «Peticiones» de cada uno de vosotros. Nota: Si el emisor está extremadamente molesto, puede que no sea capaz de intercambiar los papeles y escuchar al receptor (paso 5). Si esto sucede, es necesario detenerse des­ pués del paso 4. Los pasos 1 a 4 bastan por ahora y deberían disipar en gran medida la carga emociona!. Poneos de acuer­ do para continuar el proceso en otro momento. Si uno de vosotros se pierde emocionalmente durante estos pasos y el procedimiento no funciona, utilizad un modelo previamente acordado para interrumpirlo. Después, poneos de acuerdo para volver sobre el tema y lograr que el procedimiento funcione.


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PARTE IV: LOS V IR U S M EN TALES Y E L AM O R

Hay ocasiones en que las parejas empiezan a utilizar este proceso y uno de ellos se opone diciendo que es demasiado mecánico, demasiado «paso a paso», característico del hemisfe­ rio izquierdo. Cuando hablamos de em ociones negativas pro­ fundamente arraigadas, es evidente que no es el momento de ser espontáneos o improvisar sin más. La mayoría de las personas se han pasado la vida utilizando modelos de comunicación autodestructivos-. El hecho de que, al comienzo, este proceso resulte un poco raro y «paso a paso», es buena señal si conseguís seguir. Os obligará a abandonar vuestra antigua manera de comunicar. También se parece al aprendizaje de un instrumento y al trabajo mecánico con escalas y arpegios. Es mecánico al comienzo y, no obstante, es la manera más rápida de cultivar la habilidad para dominar el instrumento.

El virus receptor del amor A pesar de todos los esfuerzos de nuestra pareja para conocer nuestras estrategias amorosas, a veces no funciona ofrecer rega­ los de amor, cumplir con las peticiones de nuestra lista de males­ tares pequeños y moderados, y comunicar emociones profunda­ mente arraigadas de manera clara. Harville Hendrix y otros investigadores han observado que algunas relaciones empeoran cuanto mayores son las expresiones de amor. Hay personas que sufren la paradoja que yo denomino virus receptores del amor. Cuanto más amor compartimos con nuestra pareja, más incó­ modos nos sentimos. Esto puede resultar frustrante y desconcer­ tante para nuestra pareja. En realidad, la idea se parece a la del virus termostato (lo que decimos que queremos es lo que suscita las mayores molestias cuando lo conseguimos). También es diferente, porque la causa del virus termostato suele ser un desencadenante, a saber, sentímientos de dolor y pérdida del pasado anclados con el hecho de sentirse cerca. Al contrario, el virus receptor del amor es el pro­ ducto de creencias restrictivas. Si un niño en una familia disfun­ cional no ha tenido 1a experiencia de sentirse profundamente


La c om u n ic ac ió n sin virus

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querido, entonces recibiT amor puede ser una amenaza para él en su vida adulta porque no le es familiar. A pesar de que no sentirse querido tiene sus miserias, estamos acostumbrados. Si una parte de nosotros quiere que seamos amados y otra parte se siente incómoda cuando el amor aparece, la solución consiste en encontrar la intención positiva de cada parte. Es muy posible que ambas coincidan. En ese caso, se trata simplemente de rein­ tegrar las partes utilizando el Reencuadre de Seis Puntos o la compresión visual (pp. 137 y 142). Cuando pensaba en los problemas que tienen las parejas para comunicarse, me di cuenta de que la comunicación es el gran instrumento con que contamos para solucionar los defectos del pensamiento que destruyen las relaciones. Cuando la comunica­ ción ha sido infectada con desencadenantes explosivos y creen­ cias restrictivas (intentar defender nuestro punto de vista o intentar que la pareja piense como nosotros), perdemos la noción de cómo reconocer un universo igualmente válido desde una perspectiva a veces extraña y a veces fascinante. Mi tía Teresa dominaba el arte de evitar las discusiones, pero también es probable que se haya perdido toda una nueva mane­ ra de pensar acerca de las cosas, como nos ocurrirá a nosotros si no adoptamos el enfoque de los muones de los rayos cósmicos. Desde la perspectiva de los muones, la única manera de llegar a la Tierra es que la distancia que deben recorrer sea tan sólo de 60 0 metros, en lugar de casi 1 0 .0 0 0 . En otras palabras, desde su perspectiva, parece que el universo, paralelo a su velocidad, se ha estrechado la dieciseisava parte de como lo percibimos noso­ tros. Al igual que en las relaciones, la perspectiva (nuestra) de que el tiempo se ralentiza para los muones, y la otra (de los muones), de que el universo se encoge una dieciseisava parte, son igualmente válidas.



QUINTA PARTE

Hacia la plenitud



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Conseguir los resultados que deseamos en la vida La felicidad tiene de altura lo que le falta de longitud. ROBERT FROST

Julio de 1976, Fairfidd, Iowa. -Oye, Don, ven aquí fuera y mira lo que acabo de ver. ¡Es la aurora boreal! Steve sabía que yo era físico y pensó que me interesaría. Era una tórrida noche de verano en la región central de Iowa, y está­ bamos acabando nuestra reunión vespertina del congreso de profesores sobre la conciencia y la educación, de un mes de duración. Y me pregunté: «¿La aurora boreal? ¿En esta región de Iowa? ¿En pleno verano?». Le dije a Steve que creía que era posi­ ble, pero no demasiado probable. Quizás eran las luces de la ciu­ dad que se reflejaban en las nubes. -N o , no, lo he visto claramente. Las luces van hacia el norte, son muy brillantes y parpadean -insistió él. -Vale, echemos una mirada. -Salimos, y cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, vi lo que mi amigo señalaba. A pesar de la humedad opresiva, el cielo estaba bastante claro y, hacia el norte, cerca del horizonte, divisamos unas luces inten­ sas y parpadeantes. Yo jamás había visto la aurora boreal y esta­ ba muy emocionado. Sin embargo, cuando empecé a observar con atención, comencé a ver un perfil de oscuridad en tomo a la 321


luz, y de pronto me di cuenta de que era una tormenta en la dis­ tancia, lo bastante lejos para que no se escucharan los truenos. La tormenta era tan intensa que descargaba un relámpago tras otro de forma continua. Steve me preguntó qué provocaba la aurora boreal, y yo le expliqué que eran partículas subatómicas del espacio exterior que electrificaban el aire en la atmósfera superior, lo cual provo­ caba destellos. -¡Ah! ¿Y cómo es posible que haya rayos cósmicos en el polo Norte y aqui no? -preguntó. Le dije que creía que aquí también teníamos rayos cósmicos. -¿ Y por qué aquí no brilla el aire? ¿Por qué no tenemos la aurora boreal del medio oeste7 -insistió Steve. - E s una buena pregunta -r e s p o n d í-. Cuando estaba en la universidad, en una ocasión le pregunté al profesor Hibbs algo por el estilo. Él me dijo que es un poco como la vida. Si nos movemos en la dirección que hemos trazado, avanzar no exige mayor esfuerzo. Pero si nos movemos en contra de la dirección trazada, avanzar es casi imposible y empiezas a dar vueltas en círculos - le expliqué a Steve, si bien aquel seminario le daba a aquellas palabras un significado más profundo. Steve era profesor de ciencias políticas en una universidad de Mississippz y su principal interés era la conciencia de los indi­ viduos y la política. Me recordó que los tres valores fundaciona­ les de Estados Unidos eran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Desgraciadamente, los padres de la nación no nos habían dicho cómo conseguir la felicidad. Incluso hoy en día los psicólogos están divididos a propósito de este tema. ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo contribuyen las nor­ mas internas a estados como la felicidad, la realización y la obtención de los resultados que perseguimos? ¿Cómo definimos lo que es necesario para tener éxito en la vida? ¿Y cómo liberar­ nos de los virus mentales que producen los conflictos internos, de modo que podamos avanzar hacia un destino del que nos sin­ tamos orgullosos?


Conseguir ios resultados que cicscumu¿ en tu imuu

La búsqueda de la felicidad En mi trabajo con mis clientes he observado que cuando una persona es capaz de reintegrar las partes en conflicto de un virus mental, mejora notablemente su coherencia de pensamiento y de acción. Las personas parecen más centradas, más decididas, más en armonía con su orientación en la vida y, en general, más felices. Ésta era una de las cualidades más notables que intuí en la manera de pensar de Dana, y que me condujo a otra reve­ lación:

C lave número 8: P ara encontrar la felic id a d du radera, cierra la brech a entre tus valores m ás n obles y la m an era en que vives la vida cotidiana. En el informe de una investigación del Britisk Journal o f Social Psychology,J3 los psicólogos de la Universidad de Bar-Ilan, en Is­ rael, com unicaron ciertos hallazgos decisivos que hacen de la felicidad y la realización algo menos esquivo en la vida. Su trabajo verificó y amplió los hallazgos de un investigador ante­ rior, E. T. Higgins. En el modeío de Higgins, el yo ideal refleja nuestros valores fundamentales, el yo virtual refleja lo que supo­ nemos que los demás esperan de nosotros, y el yo real cómo pen­ samos que somos realmente. ■

Ejercicio 29 Sentimientos de congruencia 1. Pregúntate: «¿En qué aspecto de la vida (profesión, desarro­ llo personal, familia, relaciones, tiempo libre, económ ico, espiritual, social, etc.) me siento mejor? ¿Qué aspecto parece funcionar mejor para mí en este momento?». Anota tus res­ puestas. 2. Ahora, pregúntate: «En este aspecto que parece funcionar para mí, ¿qué estoy haciendo en concreto que me haga sentir 53. Brítish Jou rnal qf Social Psychology, 30, pp. 2 L3 5 .


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PARTK V: HACIA LA PLEN IT U D

orgulloso?». Anota al menos una cosa que estés haciendo. Puede que te sientas bien con tu vida familiar porque has dedicado una hora cada noche a estar con tus hijos y porque sales con ellos de vez en cuando. 3. A continuación, encuentra el valor asociado con lo que has escrito en el punto 2, preguntándote: «¿Qué importancia tiene para mí hacer ... [lo que estás haciendo]?». Sigue ascen­ diendo a un nivel superior y pregúntate: «¿Qué importancia tiene para mí ... (la respuesta a la pregunta anterior]?». Sigue preguntándote hasta que encuentres un valor. Quizá valoras demostrarle a tus hijos que los quieres de una manera que ellos lo entiendan. 4. Finalm ente, pregúntate: «Cuando hago ... [la respuesta al punto 2] que apoya ... (el valor del punto 3], ¿cómo me siento?». Cuando los psicólogos israelíes presentaron a los alumnos de la Facultad de Psicología las preguntas del ejercicio 29, la res­ puesta a la pregunta 4 fue normalmente «un estado de felicidad pasajera». En otras palabras, la felicidad pasajera es el resultado de que las actividades de nuestro yo real se alineen con los valo­ res de nuestro yo ideal. Por otro lado, cuando lo que hacemos concuerda con los valores del yo virtual, sentimos más tranquili­ dad y paz interior. Algunos valores del yo virtual pueden ser los mismos que los del yo ideal, y otros pueden ser bastante dife­ rentes.

Ejercicio 30 Sentimientos de incongruencia 1. Pregúntate: «¿Qué aspecto de mi vida (profesión, desarrollo personal, familia, relaciones, tiempo libre, económico, espiri­ tual, social, ctc.) deja bastante que desear? ¿Qué aspecto debo trabajar más en este momento?». Anota tus respuestas. 2. Ahora, pregúntate: «En este aspecto que debo trabajar más, ¿qué estoy haciendo en concreto, o qué es lo que no estoy haciendo, que provoca que me sienta molesto?».


Conseguir los resiíft^c/os que deseamos en la vida

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3. A continuación, encuentra el valor asociado con lo que has escrito en el punto 2, preguntándote: «¿Qué importancia tiene para mi hacer ... [lo que no estás haciendo en el pun­ to 2]?», o «¿Qué importancia tiene para mí no hacer ... [lo que estás haciendo en el punto 2]?». Sigue ascendiendo a un nivel superior y pregúntate: «¿Qué importancia tiene para mí... [la respuesta a la pregunta anterior]?» hasta que encuen­ tres un valor. Quizá sea importante para ti cumplir los pro­ pósitos de Año Nuevo, porque eso te haría sentir que contro­ las tu vida, que puedes fijar tu propio rumbo. 4. Finalmente, pregúntate: «Cuando hago (o no hago) ... [la res­ puesta al punto 2] que va en contra de ... [el valor del pun­ to 3], ¿cómo me siento?». Una vez más, al analizar las respuestas de los alumnos a las preguntas del ejercicio 30, en líneas generales, los investigadores descubrieron que las respuestas al punto 4 eran «depresión», «tristeza» e «insatisfacción». En otras palabras, una gran discre­ pancia entre lo que se percibe como el yo real y el yo ideal pro­ duce el valor opuesto a la felicidad. Por contraste, una gran bre­ cha entre el yo real y el yo virtual probablemente produciría sentimientos de culpa y ansiedad, lo contrario de la paz interior. Así, al parecer, un componente fundamental de la felicidad pasajera y de la realización es la congruencia, es decir, estar libres del conflicto interno de los virus mentales que nos impi­ den vivir los valores que más apreciamos. Las claves para obte­ ner los resultados que queremos en la vida son: • conocer claramente nuestros valores, sueños y proyectos más entrañables (es decir, nuestra misión en la vida); • encontrar una manera de cerrar la brecha entre nuestros valo­ res primordiales y la manera en que vivimos la vida cotidiana. Si tu valor consiste en estudiar para una nueva profesión, encuentra una manera de llevarlo a la práctica. Si tu valor con­ siste en vivir en una barcaza, como lo era para Dana, lleva tu idea a cabo.


...■Mi- v.

l i a u ¡.^

l-ft l'LhNITUD

Si decidieras aceptarla, tu misión sería... Para cerrar esta brecha y hacer coincidir nuestro pensamiento con el objetivo de nuestra vida, necesitamos saber con claridad cuáles son nuestros valores y nuestros objetivos en la vida. Los diez ejercicios deí apéndice I de este libro conforman una defini­ ción de proyecto para aclarar estos problemas. La definición consta de cuatro partes: • Descubrir los valores de tu vida actual, la unicidad personal y los proyectos vitales. • Descubrir por qué has «escogido» esta vida en particular, con ' todas sus alegrías y penas, triunfos y tragedias, y qué tendrías que tener para poder mirar hacia atrás al final y decir: «Ha sido una vida plena de satisfacciones». • Redactar un informe de tu misión basándote en lo que has descubierto. • Realinear tus valores, objetivos y proyectos actuales para apo­ yarte automáticamente y avanzar hacia la realización de tu misión y de un destino del que estarás orgulloso. Es probable que tardes unas cuantas horas en hacer los ejer­ cicios, pero conviene saber que ei tiempo que les dediques podría ser la inversión más importante que hayas hecho jamás en aras de tu realización en la vida. Deja de leer ahora hasta que hayas definido por completo tu proyecto...

Basándote en la declaración que has formulado en la sec­ ción IU del apéndice 1 y en todo lo que has escrito en la definí' ción de tu proyecto hasta ahora, vuelve a tus Valores Vitales (ejercicio 31, p. 3 3 9 ) y formula las preguntas de la siguiente solución antivírica:


Conseguir Jos resultados que desearnos

en

¡ti vicia

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Solución antivírica número 21 Para realinear tus valores 1. ¿Cuáles son los valores que más te apoyan en la realización de tu misión? Señálalos con una estrella y escribe sólo estos valo­ res en otra hoja titulada: «Valores que apoyan mi misión». Establece su prioridad de acuerdo a su importancia relativa. 2. ¿Hay valores ausentes en tu nueva lista que, de estar presen­ tes, serían especialmente importantes para ayudarte a avan­ zar en tu misión? Anótalos en un orden adecuado de prio­ ridad. 3. Revisa tu antigua lista y observa si quisieras agregar algunos valores más a tu nueva lista, con el fin de hacer el camino hacia tu destino algo más divertido, interesante y emocionan­ te. Añádelos de acuerdo a una prioridad adecuada. 4. Observa los puntos en tu nueva lista que constituyen valores de distanciamiento, como: «No quiero volver a tener una relación abusiva», o: «No me quiero sentir rechazado», o: «No estoy dispuesto a volver a perder dinero como con aque­ lla última inversión». Para cada uno de estos valores, pregún­ tate si todavía existe algún problema no resuelto o alguna carga em ocional oculta en ese valor. Si sientes que hay un componente emocional grave no resuelto, puedes proceder de diversas maneras para cambiar el significado de lo que ha ocurrido en el pasado. - Utiliza la curación rápida de la fobia (solución aníivírica número 17, p. 2 6 5 ) o la Confusión del Movimiento O cu­ lar (solución anúvirica número i.3, p. 2 0 4 ) para disminuir o eliminar sentimientos de todas las épocas del pasado en que experimentaste negativid.ad, como ser objeto de abu­ sos en una relación, sentirse rechazado o perder dinero en malas inversiones. - Reencuadra el significado formulándote preguntas como: -«¿Qué importancia tenía para mí esa relación abusiva, o qué importancia tendría, si decido pensar en ello de esa manera? ¿Cómo me podría haber beneficiado de esa expe­


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PARTE V: HACIA LA PLENITUD

riencia? ¿Cómo me podría ayudar a avanzar en mi misión ■:n la vida el hecho de tener esa experiencia, si decido pen­ sar en ello de esa manera?». También podrías revisar tus valores de aproximación para ver si hay alguno basado en experiencias de distanciamiento. Sigue los últimos dos pasos citados más arriba para cualquiera de ellos. 5. Para establecer una nueva prioridad en tu lista de valores inconscientes, de modo que pienses espontáneamente de esta manera, primero realiza una verificación ecológica. Pregun­ ta: «¿Hay alguna parte de mí que se oponga a que establezca una nueva prioridad de mis valores de esta manera?». Si una parte se opone, descubre la intención positiva de la pane objetora. Si no, continúa. - Especifica las submodalidades de cómo te imaginarías tu antiguo valor primordial. Este proceso puede funcionar con submodalidades auditivas o cinestésicas, pero suele ser más fácil la modalidad visual. Especifica las submodali­ dades correspondientes para un valor menos importante, y encuentra las submodalidades que son más diferentes, es decir, las motrices. - Si tu antiguo valor primordial se pronuncia a favor de la vida y tiene alguna utilidad para que avances en tu misión, podrías considerar la posibilidad de conservarlo como tu valor primordial. - Sigue los pasos 4, 5 y 6 de la solución antivírica número 5 (p. 9 0 ) para utilizar las submodalidades motrices y cam ­ biar (inconscientemente) la importancia de tus otros valo­ res, de acuerdo a tu nueva lista.

Esto completa tu definición. Una fase adicional consistiría en volver atrás y establecer una nueva prioridad de tus objetivos (objetivos para toda la vida, o quinquenales, o a seis meses de plazo) a la luz de la declaración de tu misión y de tu nuevo con­ junto de valores. Ahora que tienes tu declaración, tu nueva lista de valores y,


Conseguir ios rc-sulfrtíios cflir deseamos en Ja vida

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posiblemente, tu nuevo conjunto de objetivos, conserva copias de iodo ello en algún sitio donde puedas revisarlos cada dos o tres semanas. Cuando tengas que enfrentar una decisión difícil, consulta tu declaración para ver cuál es la alternativa que más coincide con la dirección que has escogido. El hecho de tener los valores alineados es una de las medidas más poderosas que pue­ des adoptar para construir un pensamiento congruente y libre de virus. Progresar para ti ahora debería ser cada vez más automáti­ co y, en algunos niveles, no debería exigir esfuerzo alguno. Los investigadores israelíes señalaron que no sabemos exac­ tamente cómo se asocia la felicidad pasajera con la felicidad a largo plazo y con la realización. Es muy probable, no obstante, que los instantes felices propicien m om entos felices, que los momentos felices propicien días felices, y que éstos propicien, a su vez, una vida feliz y plena. Israel y Oriente Medio están muy lejos de la aurora boreal, un fenómeno relacionado con eí campo magnético de la Tierra. Nuestro planeta es un imán gigantesco, y cuanto más lejos nos encontremos de las regiones polares, más paralelo al suelo es el campo magnético de la Tierra.

Una de las principales causas de la tristeza, la depresión, la ansiedad y el sentimiento de culpa es el hecho de apartarnos de la dirección que nos hemos trazado en la vida, de nuestros valo­ res más nobles, de nuestra misión. Es como si los rayos cósmi­ cos intentaran cruzar las líneas del campo magnético de la


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PARTE V: HACIA LA PLEN IT U D

Campo magnético

Fulgor en ’ia atmósfera

WLPiJ > nwJlIU ■>!* Polar

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Tierra. El campo magnético los desvía de su curso empujándo­ los hacia un lado, así como los virus mentales pueden hacer que la vida descarrile de las vías de nuestros valores más nobles. Los rayos cósmicos dibujan espirales en círculos y se aglutinan muy por encima de la atmósfera. Sin duda, la mayoría de nosotros piensa que nos movemos en círculos cuando nos encontramos atrapados en conflictos internos. El pensamiento congruente nos permite actuar de acuerdo con los valores de nuestro yo ideal. Es como moverse con el flujo de la vida, como señaló el profesor Hibbs. Es como los rayos cós­ micos que se dirigen a la Tierra en las regiones polares. Aquí, las líneas del campo magnético de la Tierra señalan directamente hacia el suelo. Mientras los rayos cósmicos se muevan con la dirección del campo magnético, así como nosotros nos movemos con nuestra misión, no encontrarán fuerzas que se opongan. Cuando entran en la atmósfera, electrifican e¡ aire y provocan el fulgor, como una persona libre de conflictos internos.


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Más allá de los virus mentales Las personas enea ni adoras viven hasta el limite de sus encaraos y se com portan co n todo el escándalo que el m undo les permite. L ga gan

p e a r sa l i.

S mith

Washington, junio de 1993. AI igual que la mayoría de las gran­ des ciudades, durante los últimos veinte años Washington, D. C., ha experimentado un aumento incesante de la criminali­ dad, del tráfico de drogas y de otros comportamientos incohe­ rentes y antisociales. La incoherencia de la ciudad no es sino el reflejo de la incoherencia que reina en Estados Unidos, causada por una epidemia de virus mentales. Sólo este año, más de un millón de personas morirán a causa del tabaco, las drogas, las enfermedades degenerativas crónicas prevenibles, la violencia, los abusos infantiles y por conducir bajo la influencia del alco­ hol. Millones de personas sufrirán alergias, muchas tendrán que cargar con fracasos, y muchos millones más quedarán atrapadas en la lenta agonía de las arenas movedizas de la depresión. Otras muchas asistirán a la muerte de sus sueños, sus profesiones, sus velaciones amorosas y su pasión por la vida. Lo peor de lodo es que la mayoría de estas personas ni siquiera son. conscientes de la causa, a saber, una epidemia en nuestra manera de pensar y de dar sentido a las cosas. Un grupo de expertos en pensamiento coherente acaba de 331


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PARTE V: HACIA US PLENITUD

llegar a Washington para realizar un experimento que podría tener repercusiones espectaculares. Estas personas llevarán cabo una práctica mental avanzada que produce el más alto nivel de coherencia de ondas cerebrales jam ás observado. A lo largo de los años, las estadísticas han indicado que cuando un cierto número de personas se reúnen con este propósito, parece que la coherencia se propaga en el ambiente, provocando la disminu­ ción de las tasas de criminalidad y de otros pensamientos no coherentes en las zonas del entorno. Este grupo de expertos se ha propuesto demostrar esto de manera definitiva. El grupo de expertos ha notificado al presidente, a todos los miembros del Congreso, a\ jefe de policía, a los medios de comunicación y a los especialistas en ciencias sociales de diver­ sas universidades, que se producirá una disminución de entre un 15 y un 20 por ciento del índice de criminalidad hacia el final del experimento, que durará ocho semanas. Las autoridades han reaccionado con discreción y simpatía am e esta propuesta. Cuando se informa a la gente en la calle, o se la entrevista para la televisión, muchos expresan la idea de que si ninguna otra cosa ha conseguido disminuir el crimen, ¿por qué no intentar algo nuevo como esto? Aun así, se respira cieno pesimismo. A la pregunta de qué tendría que suceder para que la tasa de crim i­ nalidad en Washington, D. C., disminuya entre un 15 y un 20 por ciento los meses de ju n io y julio, el jefe de policía ha res­ pondido: «Sería necesaria una tormenta de nieve y que los Redski ns de Washington ganaran todos los días». F.1 fenómeno que el grupo intenta demostrar, mediante el cual cuatro mil individuos pueden influir en el pensamiento coherente de millones de personas en la zona, no es algo fuera de lo natural. La voz humana tiene una energía sumamente pequeña. Diez millones de personas hablando al unísono apenas producirían energía sonora suficiente para encender una linter­ na normal y corriente. ^ Sin embargo, una sola persona que emita la nota apropiada puede hacer añicos una copa. Cuando un con54. Paul Hewitt, C on cep tú a! Physics, Scott Foresman, Boston, 6.* ed., 1989, p. 344.


M ás

333

a lia de los virus m en tales

tingente de soldados atraviesa un puente, deben marchar fuera de cadencia para crear una incoherencia deliberada, de modo que el ritmo de su marcha no provoque una resonancia en la estructura del puente, lo que podría derrumbarlo. ¿Es posible que un grupo de individuos que practican el pensamiento coherente pueda provocar en las personas y en el medio ambiente que los rodea una resonancia coherente? En la medida en que ios individuos se liberan cada vez más de los virus mentales, ¿qué característica común presentan? ¿Cuál es el poder potencial del pensamiento coherente?

Las cualidades de un pensamiento libre de virus A lo largo de mis investigaciones, seminarios y consultas, he observado que las personas que se recuperan de los virus men­ tales, o cuyo pensamiento empieza a deshacerse de dichos virus, presentan de forma cada vez más nítida seis cualidades bien definidas: La a UT o RRe f e r ENQa. Es un término que he lomado en présta­ mo de Deepak Chopra. Significa que estas personas se juzgan más a sí mismas por sus normas internas que por lo que los demás esperan de ellas. Les agrada estar con otras personas, pero su éxito no depende de las opiniones de ellas, ni de las circuns­ tancias externas. Sus valores internos están alineados. Esto les permite avanzar de manera espontánea e inconsciente hacia las cosas importantes de la vida. La

capacidad para c o n t r o i .ar sus est a d o s .

• prestar atención al aquí y ahora;

Es lo que hacía Dana:

'

• colapsar o in v e n ir d esencadenantes que en la mayoría de las personas producirían autom áticam ente estados de carencia de recursos;

• cambiar su manera de pensar acerca de las cosas no deseadas que han sucedido, y cambiar su significado. La manera más


j.r t

PARTE V: HACIA LA PLENITUD

eficaz de llevar esto a cabo es cuidando de la propia fisiología (ejercicio, masajes, técnlcu* de respiración c impulsos de potencia) y mediante las prrftuntns polenciadoras, como en la solución antivírica número 12 (p, 182). Estas personas poseen de forma natural y han cultivado las habilidades del capítulo 22, y no temen al fracaso. Al igual que Thomas Edison, utilizan los reveses como un nuevo incentivo (feedbach). Tienen la capacidad de dar sentido a todo lo que les sucede en clave positiva, de uti­ lidad o, al menos, con sentido del humor. L a HABILIDAD DE FRACASAR C O N É X I T O .

EL EQUILIBRIO entre la soledad y estar en compañía de otros. Les agrada compartir con otros, sin que eso implique que se juzguen a sí mismos según las normas de esas personas. La soledad les permite centrarse y conectar con su esencia interna, y cerrar la brecha entre sus valores primordiales y la manera en que viven la vida cotidiana. Están centrados y son productivos en un tiem­ po estructurado, pero también poseen el equilibrio para disfru­ tar del tiempo no estructurado y ser espontáneos y divertidos. El

p e n sa m ie n t o

CONGRUENTE Y ECOLÓGICO. Una vez más, con­

gruente significa que todas las partes inconscientes están alinea­ das en aras de su visión. Ecológico significa que su éxito también propicia el éxito de otras personas. Para ellos, el éxito no es algo que se alcance a expensas de los demás. La in t u ic ió n y la creativid ad SOCIALES. Estas personas se con­ vierten en visionarias, y poseen la virtud extraordinaria de ver las necesidades sociales como, por ejemplo, ía difusión del cono­ cimiento, la necesidad de influir en el cambio social, la inven­ ción de nuevos productos, la creación de nuevas empresas o el apoyo a quienes lanzan ideas innovadoras. Siempre tienen una manera de estar en el lugar correcto en el momento correcto. Si vivimos nuestra unicidad interior, recuperamos una ino­ cencia y un encanto infantil que pueden magnetizar a la gente


Más allá d e ios virus mentales

335

alrededor de nosotros. Pienso que una de las razones por las que las personas se sentían tan atraídas por Dana es que reconocían el encanto que hubiesen querido experimentar en si mismas. Es como querer recuperar las cualidades mágicas de la infancia. Cuando Dana cayó enferma, recibió tratamiento para el cán­ cer de ovario durante más de un año y medio y, al igual que la mayoría de las personas en esas circunstancias, había agotado sus economías. Había acabado con sus ahorros, con su cabaña en el bosque y con el Porsche del que tanto se enorgullecía. Un día, cuando estaba en el hospital, su hermano apareció con un Cadillac nuevo de regalo. Había conseguido un segundo empleo por la noche, y había trabajado en un garaje durante un año para ahorrar dinero y comprarle el coche nuevo. Yo había observado que se repellan este y otro tipo de gestos de ayuda desinteresada hacia Dana. -D an a, no es nada fortuito que te expresen tanto cariño. Debido a la manera en que piensas, el universo responde con gestos de amor de este tipo -dije. Mi observación me condujo a la novena clave de su manera de pensar.

Clave ntímero 9; Cuando tu pensam iento es congruente y está en siníoma con tu o b jetiv o vital, el m undo en torno a ti r e ­ sonará.

La resonancia Uno de los grandes misterios en el carnpo de las matemáticas es el descubrimiento de la rama llamada cálculo infinitesimal. En tiempos de sir Isaac Newton y de Gottfried W ilh d m Leibniz, que concibieron la idea de este cálculo independientemente uno del otro, se conocía la geometría desde hacía dos mil a ñ o s y el álgebra desde h a c í a quinientos. El cálculo infinitesimal repre­ senta un salto enorme en nuestra comprensión de las matemáti­ cas y las leyes del movimiento físico. Es realmente notable que dos mentes poderosas hayan concebid o simultáneamente la misma idea, pero de forma independiente. Desde una perspecti­


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PARTE V: HACIA LA PLhNI'I UD

va metafísica, hay quienes sostienen que cuando está a punto de surgir una nueva manera de pensar (un nuevo paradigma), de alguna manera está presente en el aire. Aquellas personas cuyo pensamiento es lo bastante claro podrán aprehenderla. Alguien dirá: «Es bastante fácil para personas como Einstein y Newton, porque eran genios. Pero ¿cómo puede una persona normal tener un impacto significativo en el mundo, aunque esa persona carezca de virus mentales?». En parte, la respuesta es que todos podemos servir como modelo, como muestra de posi­ bilidades para quienes nos rodean, como inspiración de lo que podría suceder. Cuando tocamos una guitarra eléctrica que no está conecta­ da, apenas podemos oiría. Las cuerdas de la guitarra por sí solas producen un sonido muy apagado. Las mismas cuerdas, en una guitarra acústica, suenan mucho más fuerte. ¿Cómo se explica esto? La cuerda hace que el aire dentro de la caja de la guitarra vibre por simpatía, es decir, el aire en el interior resuena y ampli­ fica su sonido. Es como una cantante capaz de emitir un timbre muy alto. Si la cantante hace coincidir su timbre con una de las frecuencias naturales de vibración de la copa, ésta vibra o resue­ na por simpatía. La energía en la copa continúa acumulándose hasta que la rompe. Cuando pienso en personas que han cambiado el curso de la historia, pienso en Mahatma Gandhi, Ralph Nader, la madre Teresa y Rachel Carson, autora de la novela Primavera silenciosa” e inspiradora del movimiento ecologista en Estados Unidos. En cierto sentido, cada una de estas personas entendió las necesida­ des importantes de la humanidad, algo que estaba en el aire, y sólo empezaron a pensar y a actuar utilizando un pensamiento congruente y coherente. Ya que la necesidad estaba presente, resonaba en muchas otras personas, y los ideales de esa única persona crecieron hasta conformar un movimiento. Creo que lo mismo se puede decir de los tres pensadores más influyentes de los últimos diez años, el doctor Deepak Chopra, Tony Robbins y 55. 1980.

RacheJ Carson. Primavera silenciosa, Grijalbo Mondadori, Barcelona, ’


A t e ¿illri de. los virus menuifes

337

el doctor John Gray. Cada uno de ellos trabajó para perfeccionar la claridad de su propio pensamiento y se orientó hacia una necesidad social fundamental que, en cierto sentido, ya estaba en el aire. La respuesta abrumadora a sus libros y charlas demuestra que las ideas de estos pensadores tienen resonancia y han beneficiado a numerosas personas en todo el mundo. Cada vez más gente toma conciencia de las diversas solucio­ nes antivtricas capaces de generar un pensamiento poderoso y un cambio rápido. Los individuos que no sufren virus provocan en su entorno una resonancia armónica. Las personas cuyas ideas generan'resonancia en su entorno poseen carisma. Cuando los cuatro mil expertos en pensamiento coherente llegaron a Washington, D. C ., en ju nio de 1 9 9 3 , abordaron el pensamiento coherente desde una perspectiva distinta. Se ha­ bían formado en una práctica mental avanzada que produce los niveles de sintonía y coherencia de ondas cerebrales más eleva­ dos jam ás vistos. La idea consistía en que un gran número de personas que experimentaran ondas cerebrales ultrasíncronizadas y coherentes podrían, de alguna manera, provocar en el entorno una resonancia armónica. Basándose en datos anterio­ res, los organizadores declararon a los medios de comunicación, a los líderes políticos y a los teóricos de las ciencias sociales que se produciría una disminución de entre un 15 y un 20 por cien­ to de la tasa de criminalidad en los dos meses siguientes. La poli­ cía de Washington acordó hacer un seguimiento de las estadísti­ cas durante aquel periodo. Hn la mitad del experimento, la tasa de criminalidad había dis­ minuido en un 4 por ciento. Al cabo de ocho semanas, había disminuido en un 18 por ciento, es decir, una cifra que se ajustaba a lo previsto.*’ Cuando el grupo abandonó Washington, ía tasa de criminalidad recuperó sus antiguos niveles. Estas cuatro mi} perso^ ñas no patrullaron las calles ni llevaron a cabo ninguna operación policial. Simplemente permanecieron sentadas en las salas de tres grandes universidades y practicaron una técnica de meditación avanzada llamada MT (Meditación Trascendental) Sidhís. d6.

The Insunue of Science, Technology and Public Policy, Fairfield (iowa).


PARTE V: HACIA LA PLENITUD

Jjo

w w > 'W \ A > 'W/\y\/V 'K/\J\S\S^ Luz normal no coherente

Luz láser coherente

V Dingi la mirada a la Luna llena, pensando en la plenitud de la vida, y en el gran ejercicio de pensamiento coherente que había sig­ nificado llevar a los astronautas a la Luna. Pensé en aquella curiosa nueva fuente de luz que éstos podían ver desde allá, incluso a nive­ les tan bajos como 15 vatios. Mientras los astronautas observaban esta nueva luz coherente, ésta rebotó en los reflectores angulares que habían instalado. En ese momento, fueron testigos del primer rayo láser reflejado con éxito desde la Luna a la Tierra. El experi­ mento del láser permitió a Jason y a sus colegas en la misión de control medir la distancia desde la Tienra a la Luna con una preci­ sión de menos de unos pocos centímetros. La luz normal no es coherente, como una persona atrapada en el pensamiento distorsionado de un virus mental tampoco lo es. Las partículas de luz producidas por la vibración de los áto­ mos al azar no se refuerzan mutuamente y se dispersan en dis­ tintas direcciones. Por el contrario, la luz coherente del láser está compuesta de vibraciones sincronizadas, reunidas constructivam ente en un haz y proyectadas en una dirección, com o una persona que experimenta la congruencia de tener sus partes internas alinea­ das hacia sus sueños, sus proyectos y su misión en la vida. Entonces recordé que los millones de vatios de luz incoherente de la ciudad de Nueva York no eran visibles para los astronau­ tas. Un rayo láser de 1.5 vatios de luz coherente no sólo se puede ver, sino que también tiene el poder para atravesar una plancha de acero. Por eso, pensaba en lo poderoso que podía ser un pen­ samiento coherente libre de virus mentales.


Apéndice I La definición de tu proyecto

En esta serie de diez ejercicios que constituye la definición de tu proyecto, descubrirás tu unicidad, cóm o vives, cuáles son los valores que más te motivan y cuál es tu misión en la vida. Tam­ bién descubrirás cuáles son los valores actuales que más te acer­ can a tu objetivo y cuáles interfieren y se adecúan a tus valores para alcanzar la congruencia, es decir, el estado en que tus par­ tes internas están alineadas en función de tu misión en la vida. Encuentra un lugar tranquilo, donde nadie te moleste duran­ te un par de horas, para realizar estos ejercicios.

Sección I: Tus valores actuales, tu unicidad y tus proyectos Ejercicio 31 Los valores actuales en la vida 1. Piensa en tu vida como un todo y recuerda un momento en que te sintieras especialmente motivado. ¿Qué em oción o estado experimentabas justo en el momento en que empeza­ bas a sentir esta motivación? Asígnale un nombre. 339


3 ;O

2.

3.

4.

5.

ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CON FNL

Recuerda que podría ser algo positivo, com o sentir una conexión, un sentido de la aventura, o como sentirse creati­ vo, o podría ser un valor de distanciamiento, como el temor de que te despidan del empleo o de perder tu relación amo­ rosa. Cualquiera que sea su origen, anótala. No juzgues si está bien o mal. . A continuación, piensa en otro momento en que te sintie­ ras especialmente motivado para vivir la vida. ¿Cuál era la emoción o estado que experimentaste justo en el momento en que comenzaste a sentirte motivado? Anótalo. Repite este proceso hasta que se te acaben los ejemplos. Pregúntate: «¿Qué necesitaría para que me desalentara o renunciara a seguir viviendo?». Escribe lo que se te ocurra. Esto te proporcionará más valores de motivación. Sí una mala salud o una depresión aguda te hicieran Tenunciar a tu deseo de seguir viviendo, entonces tener una excelente salud o evi­ tar las depresiones es un valor importante. Aumenta tu lista de valores a partir de esta pregunta. Ante cada situación capaz de desanimarte en la vida, o que te hiciera renunciar a seguir viviendo, pregúntate: «Si esto ocurriera, ¿hay algo que pudiera suceder que reavivara mi entusiasmo por la vida?». Si tuvieras problemas de salud, pero fueses capaz de conservar un estado de plenitud de recursos, piensa con claridad y aprende nuevas cosas. Tal vez aquello cambiaría el estado de las cosas para tí. El control de nuestros estados, la claridad de pensamiento y el aprendizaje de nuevas cosas pueden ser valores nuevos para ti. Anota todo lo que se te ocurra. Si nada pudiera reavivar tu entusias­ mo, has descubierto uno de tus valores más importantes en la vida. Establece una prioridad para los valores que has formulado en los puntos 1 a 3. ¿Cuál es el valor más importante? ¿Cuál es el segundo? (Y así sucesivamente.) Amplía tu lista de valores vitales de la siguiente manera: - Especifica los valores de aproxim ación preguntando: «¿Qué otra cosa es lo más importante para mí en la vida?». Busca los valores como fines, por ejemplo sentirse


Apéndice I

I *

en forma, entusiasmado, saludable, amado, emocionado, creativo, seguro o desaforado. Cuando surjan valores com o medios, por ejemplo, tener más dinero, viajar o tener una relación amorosa, pregúntate: «¿Qué importan­ cia tiene hacer tal cosa o tener tal otra?». A partir de aquí deberían quedar definidos los valores como fines. Añade estos nuevos valores a tu lista de prioridades según su importancia. - Especifica los valores de distanciamiento preguntando: «¿Cuáles son los estados que evitaría a cualquier precio?». Pueden ser la depresión, la aflicción, la humillación, la ver­ güenza, el fracaso, el rechazo o el dolor físico. ¿Cuáles son los que más te importa evitar? Una vez más, añade éstos a tu lista de prioridades. 6. ¿Se cumplen los cinco valores más importantes de tu lista en las actuales circunstancias? Si no, ¿qué cambios habría que introducir para que se cumplieran? Estos valores son las cosas que más te motivan, las cosas por las que te sientes más atraído y a través de las cuales esperas sen­ timientos placenteros. También son las que más temes como potencialmente dolorosas. El siguiente ejercicio proporciona más claves acerca de tu unicidad. Ejercicio 32 L a unicidad p e r s o n a l Escribe las respuestas a partir de las siguientes claves: 1. ¿Qué haces en la vida que te sea tan natural como respirar? Podría ser cualquier cosa, seria o divertida, como sonreír, o entender cómo funcionan las cosas, cocinar, discutir, pasar el tiempo con otros, criticar, explicar las cosas, hacer de aboga­ do del diablo. ¿Cuál es la que más se adapta a ti de forma más natural? 2. ¿Qué te atraía y fascinaba especialmente cuando eras niño? ¿Qué te gustaba hacer, independientemente de que fuera


banal (soñar, fantasear, explorar nuevos lugares, coleccionar monedas o sellos, jugar a las muñecas)? 3. ¿Te sientes como si hubiese una parte en ti que todavía quiere algunas de esas cosas de la infancia? ¿Practicas alguna de ellas ahora? ¿Cómo sería tu vida si lo hicieras? 4. ¿Cuáles éran los valores más importantes para ti cuando eras niño? • Especifica los valores de aproximación preguntando: «¿Qué era lo más importante para mí en la vida en aquel entonces?». Una vez más, busca los valores como fines, estados como la diversión, la aventura, sentirse amado, aprender cosas nue­ vas, sentir emoción, seguridad libertad, etcétera. Cuando sur­ ja n los valores como medios, por ejemplo tener una nueva bicicleta o mirar un partido de baloncesto, pregunta simple­ mente: «¿Qué importancia tenía para mí hacer o tener eso?». Esto debería inducir los valores como medios. Anótalos e incluyelos en tu lista de prioridades. * Especifica los valores de distanciamiento preguntando: «¿Cuáles eran los estados que intentaba evitar a cualquier precio?». Añádelos a la lista de la pregunta anterior según el orden de importancia. 5. Pregunta: «¿Qué cambios haría en mi vida si supiera que no puedo fracasar?». Anótalo. ¿Hay algún valor de tu infancia que aún esté presente en tu lista de valores actuales? ¿Los hay que ya sean iguales? Modifica tu lista de valores actuales de acuerdo a esto. Un tercer paso hacia la comprensión de lo que te motiva consiste en seguir tu camino a lo largo del tiempo teniendo tus sueños y objetivos como referencia. Aquí existen tres procesos que aprendí en la obra pionera de Alan Laikin, How lo Gct Con­ trol o j thc Time in Your Ufe [Cómo controlar el tiempo en nuestra vidal. Si no has hecho algo así en los últimos dos o tres meses, seria muy útil que hicieras los ejercicios ahora.


Apéndice J

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Ejercicio .33 Los objetivos de la vida En un papel, anota las cosas que te gustarla completar durante el resto de tu vida. Escribe lo más rápido posible, y ,da preferencia a la cantidad. Incluye todas las posibilidades lógicas así como prác­ ticas e incluso descabelladas, como lanzarse en paracaídas o hacer un safari en África, cualquier cosa en que hayas soñado aunque no parezca ni práctica ni sensata. No dediques más de dos minutos a escribir la lista. Controla con tu reloj y comienza ahora. Cuando hayas acabado, dedica un minuto más a revisar la lista y a introducir nuevos elementos o modificaciones.

Ejercicio 34 Los objetivos quinquenales En una segunda hoja, dedica no más de dos minutos a escribir una lista de lo que te gustaría hacer en los próximos cinco años. Algunos elementos tal vez se parezcan a los de la primera lista y otros serán diferentes. Aquí también, da preferencia a la canti­ dad y evita censurar las posibilidades que se te ocurran. Cuando estés preparado, comienza. Al cabo de dos minutos, dedica un minuto más a revisar la lista y a introducir nuevos elementos o modificaciones.

Ejercicio 35 Los objetivos en un p lazo de seis m eses En una tercera hoja, dedica otros dos minutos al ejercicio siguiente. Imagínate que supieras que vas a morir al cabo de seis meses. Se han tomado todas las disposiciones para el funeral, las cuestiones legales ya han sido resueltas y no tienes problemas de dinero. ¿Qué harías en estos últimos seis meses? Aquí también, da preferencia a la cantidad. Cuando hayas completado la lista, dedica un minuto más a revisarla y a introducir nuevos elementos o modificaciones


3 44

ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

E jercicio 3 6 P rio rid a d es en ¡a vida Dedica un minuto a revisar cada una de las tres listas y escoge los cinco elementos a los que más te gustaría dedicarte, aquellos que te son más preciados. Empieza con la lista de los seis meses, continúa con la de los cinco años y, finalmente, con la lista para toda la vida. No dediques más de un minuto a cada una. Cuando acabes, dedica un máximo de treinta segundos a revisar tus elecciones y a verificar que son las que más deseas. Después de hacer los ejercicios, ¿observas algún patrón en tus objetivos? ¿Cómo se pueden com parar estas tres listas? Como podrás imaginar, la lista de seis meses contiene las cosas que para ti son más importantes. ¿Han surgido valores nuevos? Si tus objetivos en la vida son relativamente coincidentes con tu lista de seis meses, tu dirección en el tiempo es congruente. Al contrario, si tus objetivos en la vida son muy diferentes de los objetivos de seis meses, te sugeriría que volvieras a examinar tu trayectoria vital. Antes de pasar a la próxima parte de la definición de tu pro­ yecto, puede que te divierta leer algo que he pegado en mi ofici­ na llamado «Líneas de orientación para la ''/ida». No sé.dedónde vienen, pero siempre encuentro en ellas una inspiración.

Líneas de orientación para la vida 1. Aprenderás lecciones. Te has inscrito en una escuela a jorna­ da completa llamada «La vida en el planeta Tierra». Cada persona o incidente es una fuente de lecciones. 2. No existen los errores, sino sólo las lecciones. «Los fracasos sólo son peldaños hacia el éxito.» 3. Las lecciones se repiten hasta que se aprenden. Cada una se presenta en diversas formas hasta que tú la entiendas. Si estás aquí, aún hay lecciones pendientes. 4. Si no aprendes las lecciones fáciles, éstas se vuelven más difíciles. El dolor es una manera por la cual el mundo capia tu atención.


Apéndice !

5. Sabrás que has aprendido una lección cuando cambien ius acciones. Sólo la acción puede transformar el conocimiento en sabiduría. . 6. «Aíiá» no es un mejor lugar que «aquí». Cuando «allá» se convierte en «aquí», divisarás otro «allá» que parece mejor que «aquí». 7. No hay bien ni mal, sino consecuencias. El universo nunca nos juzga, sólo nos brinda oportunidades para equilibrar y aprender. 8. Tu vida depende de ti. La vida es la tela; tú eres el pintor. 9. Las respuestas están en ti. Lo único que necesitas hacer es mirar, escuchar y confiar 10. Con el tiempo, olvidarás todo esto.

Sección II: Por qué has «escogido» tus circunstancias en la vida y tus norm as para el éxito Para los próximos ejercicios, tendrás que saber cómo organiza tu cerebro el tiempo. Cuando pensamos en diversos acontecimien­ tos, algunos en un pasado cercano, otros en un pasado remoto y otros en el futuro, o incluso los que nos están sucediendo en este preciso m om ento, el cerebro ha de tener una manera de ordenar o clasificar cada acontecimiento según su situación en el tiempo.

Ejercicio 37 Para descubrir tu línea tem poral 1. Cuando piensas en acontecimientos que han ocurrido en el pasado, y si tuvieras que señalar en qué dirección queda ei pasado para ti, ¿hacia qué lado señalarías? Señala en aque­ lla dirección. ¿Está - detrás de ti? - a un lado? - debajo de ti? - encima de ti?


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¿En qué dirección, físicamente, queda el pasado para ti? Si no estás seguro, confía en lo que surja de tu inconsciente. 2. Cuando piensas en los acontecimientos del futuro, y si tuvie­ ses que señalar hacia el futuro, ¿en qué dirección señalarías? Señala en aquella dirección. ¿Está - frente a ti? - a un lado? - por encima de ti? ¿En qué dirección queda físicamente el futuro para ti? Una vez más, confía en lo que te presente tu inconsciente. 3. Ahora, si imaginas la relación de los acontecimientos del pasa­ do con el presente y el futuro, ¿puedes imaginar una línea o curva que conecte todos estos acontecimientos? Esta línea o curva es tu línea temporal. Para muchas personas, la línea se desplaza desde sus espaldas (el pasado), a través de ellos (el presente), hacia delante de ellos (el futuro). Para muchos otros, se extiende desde la izquierda (el pasado), pasa directa­ mente por delante de ellos (el presente) y va hacia la derecha (el futuro). Para otros, el patrón es diferente. No existe una configuración buena o mala de las líneas temporales. Es la manera en que el cerebro organiza los acontecim ientos del pasado, el presente y el futuro. Las líneas temporales son únicas e individuales. Muchas per­ sonas tienen una línea temporal donde el pasado está detrás y el futuro enfrente. Estas personas suelen vivir el momento y dejan a sus espaldas el pasado con facilidad. Muchas otras personas ven el pasado hacia la izquierda y el futuro hacia la derecha. Estas personas pueden tener una perspectiva más amplia de la capacidad de aprender del pasado y de la relación entre pasado, presente y futuro. Utilizaremos una metáfora, a saber, la posibili­ dad de flotar por encima de tu línea temporal para tener una perspectiva más clara de tu dirección en la vida. i


Ejercicio 38 En el com ien zo... 1. Piensa en tu madre (o en una persona que desempeñara para ti funciones similares a las de una madre). Si su vida sirvió para aprender ciertas lecciones o para resolver ciertos pro­ blemas, ¿cuáles serian esos problemas? Tal vez necesitaba desarrollar su autoestima, o la capacidad de cuidarse a sí misma tanto como cuidaba de los demás, o aceptar su lado femenino por oposición a dedicarse al trabajo y ser com pe­ titiva en él. ¿Cuáles crees que eran sus lecciones y proble­ mas? Anótalos. 2. Ahora piensa en tu padre o en una figura similar. ¿Cuáles fue­ ron algunos de los temas que aprendió en vida? Quizá nece­ sitaba estar más en contacto con su lado sensible, o quizá no cuidó de su familia com o era debido porque trabajaba mucho, o quizá fuera necesario que aprendiera a ser gentil, por oposición a ser verbal o físicamente abusivo. Cualesquie­ ra que sean los problemas con los que lidió, anótalos. 3. A continuación, adopta una posición cómoda y relajada e imagínate que empiezas a flotar en el aire por encima de tu línea temporal. Flota y ve desplazándote hasta el momento de tu concepción, un poco antes de que ocurriera. 4. Desde esta perspectiva, imagínate la siguiente situación. Ima­ gínate que vivimos en un universo donde, en forma de espí­ ritu, decidiésemos venir a la vida con ciertos padres, y que escogiésemos todas las incidencias positivas y negativas que tuvieran que ocu rrim os en esta vida. No quiero decir que así sea, pero imagina durante un segundo que es así. Desde esta perspectiva, contesta a las siguientes preguntas: - ¿Por qué habrías escogido a la madre que has escogido? Con todos sus problemas, las cosas que necesitaba apren­ der, sus grandes cualidades, sus defectos, ¿por qué la has escogido? ¿Qué podrías aprender estando con ella y cómo te beneficiaría tenerla como madre? - ¿Por qué habrías escogido a ese padre? También en este caso, con todas sus cualidades y defectos, ¿cómo le ayu­


348

ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

daría su compañía a convertirte en una persona mejor y más fuerte? - Observa tu línea temporal desde este punto de partida hasta el presente, y observa todos los acontecimientos feli­ ces, o frustrantes, o los momentos de triunfo personal, o los momentos trágicos. Pregunta por qué querrías escoger una vida con estos problem as concretos por resolver. Si hubiese razones (maneras en que estos incidentes te harían más fuerte y sabio), ¿cuáles serían esas razones? Cuando lo hayas definido, anótalo. 3. Ahora, desplázate flotando hacia delante por encima de tu línea temporal y vuelve al presente.

Ejercicio 39 Al f i n a l ... 1. Revisa todo lo que has escrito desde los ejercicios 31 hasta el 38. ' 2. Vuelve a adoptar una postura cómoda y relajada e imagínate flotando por encima de tu línea temporal. Flota hacia delan­ te, hasta llegar al final. Flota hasta un punto en que te encuentres por encima del final y mirando hacia atrás, obser­ vando todo lo que ha ocurrido en tu vida. 3. Desde esta perspectiva, contesta a las siguientes preguntas. Asegúrate de permanecer por encima de tu línea temporal para mantener la perspectiva y la objetividad. - ¿Cómo te habría gustado que fuese tu vida? ¿Qué proble­ mas te gustaría haber resuelto? ¿Qué te gustaría haber hecho y vivido en la vida? ¿Qué te habría gustado apren­ der? Anota las respuestas. - ¿Qué tendría que suceder en tu línea temporal para que pudieras mirar desde esta perspectiva al final y pensar: «Ha sido una vida plena de satisfacciones»? Anota las res­ puestas. ¿Estas normas son realistas y factibles? Si no fuera así, ¿estarlas dispuesto a cambiarlas? 4. Ahora flota lentamente por encima de tu línea temporal y vuelve al presente.


Apéndice I

349

Nota: El elemento crucial en este punto es lo que has con­ testado a la segunda parte de esta última pregunta. ¿Tus ñormas o tus creencias para una vida plena de éxitos te poten­ cian al facilitarte dichos éxitos? Si mantienen el éxito lejos de tu alcance, utiliza el Reencuadre de Seis Puntos (p. 137) para encontrar la intención positiva oculta en normas demasiado exigentes y no realistas. Reintegra esta parte con la otra parte de ti que desea tener éxito en la vida. Algunas personas pien­ san que si alcanzan demasiado fácilmente el éxito perderán la motivación. Eso es precisamente lo que no sucede. Cuan­ to más éxito tenemos, más estimulados nos sentimos pata volver a alcanzar más éxitos.

Sección III: Tu misión En este punto, revisa todo lo que has escrito desde los ejercicios 31 al 39, y continúa. Ejercicio 40

El descubrimiento de tu misión Basándote en todos los datos que has reunido, es decir, las dife­ rentes perspectivas de cu vida, escribe uno o dos párrafos, o una lista, o un poema, para expresar lo que consideras es tu misión en la vida. A estas alturas, debería estar bastante claro, pero si no es ése el caso, escribe lo que te parezca más adecuado. Tu misión en la vida puede cambiar con el tiempo a medida que reúnas más conocimientos acerca de la vida. El último paso en la definición de tu proyecto es volver a la página 3 2 7 , en el capítulo 15, y utilizar la solución antivírica número 21 para realinear tus valores con el fin de apoyar espon­ táneamente la declaración de tu misión.



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ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CON PNL

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Apéndice III Tipos de virus mentales Virus básicos Virus desencadenantes Desencadenantes sencillos

Componentes: Sinestesia V/C, A/C o C/C: un estímulo visual, auditivo o cinestésico desenca­ dena un estado anestésico de carencia de recursos. Intención positiva: La recuperación de re­ cuerdos, la seguridad para actuar sin tener que pensar en lo que está sucediendo. Solución antivírica: número 3: El colapso de las anclas (p. 8 5 ) o número 4: Instalación de desencadenantes de inversión (p. 89)

Desencadenarites complejos

Componentes: Secuencia de experiencias in­ ternas y externas, es decir, una estrategia, de­ sencadena un estado desprovisto de recursos. Intención positiva: La misma que los desenca­ denantes sencillos. Solución antiviñca: número 1: Para cambiar las submodalidades (p. 79). 353


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Virus restrictivos

Creencias restrictivas

Componentes: Un modo erróneo de interpre­ tar los acontecimientos para darles sentido. Intención positiva: Protección, dar sentido a las cosas, proporcionarnos una medida para saber si nuestros valores se cumplen experi­ mentando estados placenteros y evitando estados dolorosos. Solución antivírica: número 7: Para eliminar las creencias discapacitadoras (p. 121).

Valores de distanciamiento no sanados

Componentes: Prestar atención a valores que no deseamos contribuye a crear estos valores y provoca incongruencias secuenciales. Intención positiva: Evitar estados dolorosos que ocurrieron en el pasado. Solución antivíñca: número 13: La Confusión del Movimiento Ocular (p. 2 0 4 ), número 17: Curación rápida de la fobia de antiguos fra­ casos (p. 2 6 5 ) o Preguntas de potenciación para reencuadrar el significado.

Valores mal asignados

Componentes: Los valores importantes tienen una prioridad inconsciente demasiado baja, o los de menor importancia tienen una prio­ ridad demasiado alta. Intención positiva: Experimentar placer y evi­ tar el dolor. Solución antivíñca: número 6: Replanteamien­ to de las prioridades (p. 114).

Virus Géminis

Componentes: Hay dos partes internas en con­ flicto, lo cual lleva a la procrastinación, la incapacidad de actuar o el autosabotaje. Intención positiva: Buscar un equilibrio median­ te la armonización de diferentes puntos de


vista, si bien la intención más noble de todas las partes en conflicto suele ser la misma. Solución artíivírica: número 8: El Reencuadre de Seis Puntos, (p. 137), para reintegrar una problemática más leve, o número 9. La co m ­ presión visual (p. 1 42), cuando las dos par­ tes tienen casi el mismo peso.

Virus especializados El virus de la adicción Componentes: Desencadenante en forma de una asociación errónea, creencias restrictivas para racionalizar una adicción y conflictos internos de un componente Géminis cuando uno reconoce las consecuencias destructivas de la adicción. Intención positiva: Suele ser una manera mal­ sana de cambiar el propio estado. Solución antivíñca: número JO: Para inducir una estrategia de motivación (p. 60), número 11: Consejos para prescindir de las adicciones (p. 160) y apoyo de un profesional.

El virus de la alergia Componentes: Un desencadenante (el alerge­ no) y una creencia restrictiva en la que el sis­ tema inmunitario confunde los alergenos con virus invasores. Intención positiva: Se trata posiblemente de un sistema de defensa, de seguridad o de alerta contra toxinas, o un sistema evolutivo para protegemos de los parásitos. Solución aníivfrica: Un terapeuta de Terapia de


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Virus Mentales. En caso de que la alergia pre­ sente un peligro mortal, se debe contar con la presencia de un médico. Véase capítulo 9.

El virus del cáncer Componentes: Conflicto interno (virus Gémi­ nis), creencias restrictivas y desencadenantes discapacitadores. rasgos de la personalidad que incluyen la incapacidad de expresar emo­ ciones negativas y de lidiar con la tensión, lo que arroja el resultado de una tendencia a padecer un sentimiento de impotencia, ansie­ dad y depresión, a lo que habría que añadir además una tendencia hacia el aislamiento social y la soledad. Intención positiva: Es difícil creer que el cán­ cer tenga una intención positiva, aunque los desencadenantes, las creencias restrictivas y el conflicto interno sí tienen intenciones positivas. Solución antivírica: Eliminar los factores de riesgo con o cid o s y poner en práctica las medidas de prevención consignadas en el capítulo 10 (para la fisiología) y cultivar una personalidad de bajo riesgo. N úm ero 14; Preguntas potencíadoras para em ociones negativas (p. 2 3 6 ). Es necesario contar con atención m édica si ya se ha detectado el cáncer.

El virus de la depresión Componentes: Virus desencadenantes que crean asociaciones entre circunstancias y recuerdos con estados dolorosos y depresi­ vos, y virus restrictivos con circunstancias


Apéndice III

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que transgreden nuestras normas acerca de cómo deben ser las cosas. Intención positiva: Conservar un sistema para dar sentido a las cosas, y un orden basado en unas normas que han sido violadas («¿Cómo puede haber sucedido esto? ¡Jamás deberla haber ocurrido!»). Solución antivírica: número 12: Preguntas potenciadoras (p. 182) y número 13: Confu­ sión del Movimiento Ocular (p. 2 0 4 ), ejer­ cicio y consejos sobre la dieta del capítulo 8, además de ayuda profesional, en caso de depresión grave o crónica. .

El virus del tem or al fra ca so Componentes: Un desencadenante erróneo que asocia la humillación o la culpa con el hecho de que las cosas no funcionen como quisiéramos. Intención positiva: Seguridad y protección de sentimientos discapacítadores. Solución antivirica: número 16: Para descubrir cómo fracasar con éxito (p. 262), número 17: Curación rápida de la fobia de antiguos fra­ casos (p. 265).

El virus del tem or al éxito ■

Componentes: No hay normas ni creencias para saber si se ha tenido éxito: o bien las creencias mantienen al éxito fuera de alcan­ ce, o bien el éxito es desagradable porque no es familiar. Intención positiva: Seguridad y protección de sentimientos discapacitadores, y conservar la comodidad con cosas familiares.


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Solución antivírica: número 18: Para cambiar las reglas del éxito (p. 270).

El virus term ostato íntimo: Véase Virus termostato.

Virus asesinos • Virus cíe! alcohol y las drogas • Virus de la ludopatía • Virus de la adicción al sexo • Virus del suicidio

Véase Virus de Véase Virus de Véase Virus de

la adicción. la adicción. la adicción.

Componentes: Véase Virus de la depresión, Intención positiva: Un intento de escapar de los sentimientos huyendo de la vida misma. Solución antivíñca: Ayuda profesional in­ mediata. Además, véase Virus de la depresión.

• Virus del tabaco Véase Virus de la adicción El virus receptor del am or Componentes: Creencias restrictivas de la infancia, donde lo familiar era no recibir amor. Recibir amor en una relación amorosa es incómodo porque no es familiar. También está presente un virus Géminis cuando una parte del individuo desea amor y proxim i­ dad, y la otra lo teme. Intención positiva: Familiaridad y comodidad. 5o/urión antivírica: número 8: Reencuadre de Seis Pumos (p. 1 37), o número 9: La compre­ sión visual (p. 142).

El virus de la ansiedad ante las m atem áticas Componentes: Un virus desencadenante y creencias restrictivas.


Intención positiva: La misma que el virus del temor al fracaso. Solución antivíñca: número 3: El colapso de las anclas (p. 8 5 ), número 4: La instalación de desencadenantes de inversión (p. 8 9 ), número 7: Para eliminar las creencias discapacitadoras (p. 121) y número ¡7: Cura­ ción rápida de la fobia de antiguos fracasos (p. 265). Los virus d e la f o b i a Componentes: Desencadenante sencillo o com­ plejo. Intención positiva: Seguridad y protección. Solución antivirica: número 1: El cambio de las submodalidades (p. 79), número 13: Confu­ sión del Movimiento Ocular (p. 2 0 4 ), o número I 7: Curación rápida de la fobia de antiguos fracasos (p. 265).

El virus de la procrastinación Com ponentes: Conflicto interno de un virus Géminis. Intención positiva: En algún nivel, el no hacer parece menos doloroso que el hacer. Solución antivírica: número 15: Estrategia para la acción (p. 2 48) y las sugerencias del capí­ tulo 11 (pp. 249 -2 5 0 ). El virus term ostato Componentes: Similares al virus del temor al éxito. Se produce una asociación negati­ va con el hecho de obtener el resultado, con el proceso de alcanzar el resultado, o una


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asociación positiva con no obtener el resul­ tado. Intención positiva: Seguridad y protección de sentimientos discapacitadores, y conservar la familiaridad con las cosas cotidianas. Solución antivíñca: número 2: El colapso de las anclas (p. 8 3 ), número 4; La instalación de desencadenantes de inversión (p. 8 9 ) o número 6: Replanteamiento de las priorida­ des (p. 114).


Apéndice IV Ejercicios

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21.

La coherencia de vuestrop e n sa m ie n to ............................. 20 Aquellos días tan especiales. . .............................................. 23 La motivación en nuestros o b je tiv o s................................. 27 Estados emocionales de temor............................................. 28 El marco «como s i » .................................................................. 30 ¿Qué se interpone entre vosotros y vuestros proyectos? . 70 Las submodalidades visuales............................................... 74 El descubrimiento de las submodalidades motrices . . . 74 Desencadenantes y desencadenantes de inversión . . . . 87 Cambiar el s e n t id o .................................................................. 88 Las creencias nucleares restrictivas................................... 98 Inducción de los v a lo re s ....................................................... 102 Inducción de las p e rla s.......................................................... 104 Las creencias restrictivas....................................................... 110 La identificación de las partes g e m e la s .................................131 La fisiología de los estados..................................................... 174 Preguntas discapacitadoras.................................................. 180 El reencuacire de los errores del pasado............................ 181 Las submodalidades del virus de la depresión............... 197 ¿Es saludable tu pensamiento?............................................. 2 2 7 Reencuadrar las emociones n eg a tiv a s.............................. 234 361


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asociación positiva con no obtener el resul­ tado. Intención positiva: Seguridad y protección de sentimientos discapacitadores, y conservar la familiaridad con las cosas cotidianas. Solución antivínca: número 2: El colapso de las anclas (p. 8 3 ), número 4: La instalación de desencadenantes de inversión (p. 8 9 ) o número 6: Pseplanteamiento de las priorida­ des (p. 114).


I

Apéndice IV Ejercicios

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21.

La coherencia de vuestro p e n sa m ien to ............................ 20 Aquellos días tan especiales..........................................................23 La motivación en nuestros o b jetiv o s................................. 27 28 Estados emocionales de tem or............................................. El marco «como s i» .................................................................. 30 ¿Qué se interpone entre vosotros y vuestros proyectos? . 70 Las submodalidades visuales................................................ 74 El descubrimiento de las submodalidades motrices . . . 74 Desencadenantes y desencadenantes de inversión . . . . 87 Cambiar el sentido . ................................................................ 88 Las creencias nucleares restrictivas................................... 98 Inducción de los v a lo res....................................................... 102 Inducción de las p e rla s .......................................................... 104 Las creencias restrictivas....................................................... 110 La identificación de las partes g e m e la s ............................ 131 La fisiología de los estados..................................................... 174 Preguntas discapacitado r a s .................................................. 180 El reencuadre de los errores del pasado............................ 181 Las submodalidades del virus de la depresión............... 197 ¿Es saludable tu pensamiento?............................................. 227 Reencuadrar las em ociones.negativas.............................. 2 3 4 361


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22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40.

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Un desencadenante de la procrastinación....................... 248 Tus reglas internas para el é x ito ........................................... 269 Para inducir la estrategia de atracción ............................. 285 Para inducir la estrategia de amor p r o fu n d o ................. 286 Preguntas acerca de la q u ím ic a ........................................... 294 Lista de «regalos de a m o r » ................................................... 303 La sintonía y el reflejo au d itivo........................................... 310 Sentimientos de congruencia...................................................323 Sentimientos de incongruencia..............................................324 Los valores actuales en la v id a.............................................. 339 La unicidad persona]............................................. ................. 341 Los objetivos de la v id a.......................................................... 343 Los objetivos quinquenales................................................... 343 Los objetivos en un plazo de seis meses............................ 343 Prioridades en la v i d a ............................................................. 344 Para descubrir tu línea tem poral........................................ 345 En el comienzo........................................................................... 347 Al final........................................................................................... 348 El descubrimiento de tu m isión........................................... 349


Apéndice V Claves de conducta

Clave número 1: Ser congruente en nuestro pensamiento ................................................................................

27

Clave número 2: A quién tomar como modelo .......................

59

Clave número 3: Incorporar desencadenantes positivos . . .

86

Clave número 4: Importancia de que nuestros valores se alineen adecuadamente ......................................................

112

Clave número 5: Tenemos en nosotros los recursos que necesitamos .........................................................................

134

Clave número 6: Cómo manejar nuestros estados de modo constructivo.....................................................................

156

Clave número 7- Cómo cambiar nuestra manera de p e n s a r .......................................................................................

169

Clave número 8: Cómo encontrar la felicidad duradera

. .. 323

Clave número 9: Importancia de un pensamiento congruente................................................................................. 335

363



Apéndice VI Soluciones antivíricas

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18.

Superar una fobia cambiando las submodalidades . . . . 79 La creación de desencadenantes de p o d e r ...................... 83 El colapso de las a n c l a s .......................................................... 85 La instalación de desencadenantes de inversión............ 89 Temor intenso o fóbico al r e c h a z o ...................................... 90 Valores (o creencias): Replanteamiento de las prioridades ...........................................! ................................... 114 Para eliminar las creencias discapacitado ras .................. 121 El Reencuadre de Seis Puntos .............................................. 137 La compresión v is u a l............................................................... 142 Para inducir vuestra estrategia de motivación ............... 160 Consejos para que prescindas por ti mismo de las a d ic c io n e s ................................................................................... 161 Preguntas p o ten ciad o ras........................................................ 182 La Confusión del Movimiento O c u l a r ......................... ■. . 204 Preguntas potenciadoras para emociones negativas . . . 236 Estrategia para la acción ........................................................248 Para descubrir cómo fracasar con é x i t o ............................262 Curación rápida de la fobia de antiguos fr a c a s o s .......... 265 Para cambiar las reglas del éxito ...................... ................. 2 7 0

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19. La lista de demandas (para incidentes pequeĂąos y moderados) ............................................................................ 307 20. El modelo de comunicaciĂłn avanzada (para aclarar emociones negativas profundamente arraigadas).......... 313 21. Para realinear tus v a lo re s ........................................................327

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