Gaston leroux el fantasma de la ópera

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Porque pudieron verla lo bastante como para distinguir que la sombra llevaba una capa que le cubría de la cabeza a los pies. En la cabeza llevaba un chambergo. La sombra se alejó rozando las paredes y dando a veces puntapiés en los ángulos de las paredes. –¡Uf! –exclamó el persa. ¡De buena nos hemos escapado!... Esa sombra me conoce y ya me ha llevado dos veces al despacho directorial. –¿Es alguien de la policía del teatro? –preguntó Raúl. –¡Es algo mucho peor! –respondió el persa, sin dar más explicaciones.4 –¿No es "él"? –¿Él?... Si nos sorprende de frente, veremos siempre sus ojos de oso... Eso es lo que constituye en parte nuestra fuerza en la sombra... Pero puede llegar por la espalda... a pasos sordos... y podemos darnos por muertos si no mantenemos siempre la mano a la altura de los ojos como si fuésemos a hacer fuego hacia adelante. El persa no había acabado todavía de formular esta reflexión, cuando delante de los dos hombres surgió una cara fantástica. Una cara entera, no solamente unos ojos. Pero toda una cara luminosa, toda una cara de fuego que se adelantaba a la altura de un hombre, ¡Pero sin cuerpo! Aquella cara despedía llamas. Parecía en la sombra una brasa con facciones de hombre.

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Ni el autor ni el persa darán otra explicación más sobre la aparición de aquella sombra. Mientras que en esta verídica historia todo será normalmente explicado, por más anormales que parezcan algunos de sus acontecimientos, el autor no le hará comprender expresamente al lector qué quiso decir el persa con estas palabras: "¡Es algo mucho peor!" (que alguien de la policía del teatro). El lector tendrá que adivinarlo porque el autor le ha prometido al ex director de la Opera, señor Pedro Gailhard, guardar secreto sobre la personalidad muy interesante y útil de la encapotada sombra errante que, a la vez que se condenaba a vivir en los sótanos de la Opera, ha prestado inmensos servicios a aquellos que en las noches de gala, por ejemplo, se atreven a colarse en los sótanos. Hablo aquí de servicios de Estado, y no me atrevo a ser más explícito.

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