CAPÍTULO 33
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LA HISTORIA DE LAS TIERRAS REMOTAS
Desde hace mucho tiempo, los nómadas de esta región vivían siguiendo a los renos. Los renos comían brotes de plantas y champiñones durante primavera y verano, mientras que en otoño e invierno se alimentaban de musgo y cortezas de abedul. Los renos saben cómo moverse por la región por instinto; por lo que, los nómadas pasaron muchas décadas siguiendo a los renos. No obstante, esa pacífica vida fue arrebatada por los invasores. Las personas fueron amenazadas para que trabajaran en las minas y se les obligó a pagar impuestos a muchos países que reclamaron las tierras. Los renos fueron confiscados y el nomadismo prohibido. En esta situación desesperada, algunos incluso comenzaron a traicionarse entre ellos. Debido a esa opresión, los nómadas eventualmente fueron enviados a una tierra extrema que parecía todo, menos habitable. Tras haberlo perdido todo, crearon medidas para sobrevivir: 1. Nunca perdones a los forasteros. 2. No confíes en nadie, más que en tu familia. 3. Atesora a los niños. Los únicos supervivientes fueron aquellos que siguieron eso. Habiendo sobrevivido las hostiles condiciones de vida, estas palabras llegaron a ser considerados como las enseñanzas del “Espíritu”. En estas tierras donde no hay nada, el Espíritu se convirtió en un soporte para las personas. La fe mantiene a las personas felices y el Espíritu las guio a la abundancia. Con el paso de los años, la gente comenzó a llamar al Espíritu “Siedi” y veneraron una piedra como el lugar donde residía el Espíritu. De esa forma, la vida sedentaria comenzó. Llevando una existencia que no era nómada, las personas vivieron con el Espíritu.
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