Joseph nicolosi guía para padres para prevenir la homosexualidad

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Sorprendentemente, a menudo el adolescente con confusión de género tiene una limitación o desventaja física (como el asma) que, en su mente, le bloquea en su consecución de la aceptación por parte de sus compañeros. Son los padres y el terapeuta los que deben ayudar al adolescente a la aceptación realista de esa limitación y mostrarle que frecuentemente se trata de una excusa para quedarse anclado en una postura de inferioridad. Su atención obsesiva a estas limitaciones hace que se descalifique a sí mismo como igual frente a otros chicos. Conforme avanza el proceso de curación, el chico empieza a comprender que sus atracciones hacia el propio sexo son, de hecho, intentos de reparar un déficit emocional, esto es, su necesidad auténtica y perfectamente normal (pero insatisfecha) de aprobación, afecto y atención masculinas. Las fantasías homoeróticas y los enamoramientos vienen a ser para muchos adolescentes una tendencia reparativa (aunque mal orientada cuando se erotiza) hacia la plenitud de género. A través de los años, los activistas gays se han enfadado por el termino terapia reparativa. “Estás intentando repararnos”, me dicen, “como si se tratara de un coche o de la transmisión”. De hecho, “reparar” no se aplica a algo que se le da hecho al cliente, sino que se refiere a la naturaleza de la tendencia erótica hacia el mismo sexo, que es en sí misma un intento reparativo de la salud. Esas necesidades emocionales auténticas respecto al propio sexo están buscando satisfacción (y, por tanto, son de naturaleza “reparativa”), pero la persona afronta la tarea de la reparación del déficit de un modo contraproducente y, al final, insatisfactorio: a través del sexo. Muchos clientes descubren realmente el concepto de homosexualidad como una tendencia reparativa a ser consolado. Comprenden por primera vez que no son “raros”, “extraños” o “pervertidos” sino que, más bien, están buscando sólo una plenitud en su identidad natural, pero de modo mal orientado. Tanto padres como orientadores deben transmitir al adolescente que es libre para hablar de sus sentimientos hacia el propio sexo. Tiene un deseo normal y saludable de amistad profunda y cercanía con otros varones. Las conversaciones sobre tales sentimientos son aceptables e importantes. No deberían avergonzarle. Pero deberíamos hablar más de lo que intentan esos sentimientos al cambiar y convertirse en sexuales. ¿Qué significado tienen para ti, adolescente, esos deseos? ¿Qué es lo que realmente estás buscando en otros hombres? ¿Cómo puede el sexo desviar esa búsqueda de amistad y cambiar tu sentido de quién eres? Con frecuencia pregunto a los adolescentes: “¿Qué significa para ti la homosexualidad?” o “¿qué esperas obtener de esa conducta?”. Con mucha frecuencia, lo que dicen es que lo que están buscando tiene poco que ver con la intimidad física sino, más bien, con una necesidad de pertenencia, de sentirse una parte íntima de la vida de un amigo especial masculino. El terapeuta o padre debería también valorar los puntos de vista de los profesores, medios de comunicación o sitios web que han introducido al chico en la homosexualidad. ¿Esos profesores o asesores tacharían el desacuerdo con la homosexualidad de “homofobia”? ¿Presentan a los individuos con orientaciones homosexuales como “un pueblo”, tachando cualquier crítica al estilo de vida gay de intolerancia racial? Pero ¿no nos dicen nuestros cuerpos algo profundo sobre el designio y propósito de la sexualidad humana? ¿Sería normal que alguien escogiera beber, pongamos por caso, utilizando una pajita colocada en la nariz? ¿O hay una sabiduría natural evidente en la construcción sexuada de nuestros cuerpos y la “perfecta complementariedad” provista por la naturaleza para el apareamiento heterosexual? Todas estas ideas proporcionan una útil discusión.

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