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Pintura Bizantina
Ala muerte del emperador romano Teodosio (395), se dividió el Imperio entre sus dos hijos, correspondiendo a Honorio la parte occidental y a Arcadio la oriental. Esta última pervivió durante mil años con el nombre de Imperio Bizantino, y el desarrollado allí fue un arte nuevo que tuvo como punto de partida la preocupación por expresar
El arte nuevo que tuvo como punto de partida la preocupación por expresar ideas al margen de la belleza terrena y de captar la naturaleza en todas sus formas.
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ideas al margen de la belleza terrena o de captar la naturaleza en todas sus formas.
Formalmente, el bizantino es el arte desarrollado en el Área del Imperio Bizantino entre el siglo IV y 1453. La fusión Iglesia-Estado propia de Bizancio se refleja en su arte, donde se exalta lo divino y se glorifica el poder civil estableciendo paralelismos entre el poder sobrenatural y el humano. En la pintura (mosaicos, pintura mural e iconos) se ofrece una exposición decorativa de las líneas teológicas de la Iglesia bizantina. Su iconografía refleja una concepción ideológica del hombre respecto al Dios-Cristo, a quien se representa con la corte celestial, concebido como emperador del cielo (es el Cristo Pantocrátor que pasará al Románico). Las figuras de los personajes se presentan muy alargadas, en pie y con los brazos en una actitud de movimiento o llevando algún objeto. Las vestimentas con que aparecen cubiertas los personajes suelen ofrecer pliegues rectos y paralelos, casi verticales, siendo solo con el manto o capa que se representan los movimientos. Finalmente, el rostro de las personas se representaba con una expresión majestuoso, tranquilo y honesto con una mirada, de frente o a la derecha del espectador.
Capitales
Constantinopla y Rávena fueron los centros artísticos más importantes: la primera por ser la capital; la otra, por su influencia por el limes romano.