Assassins Creed Renaissance

Page 148

Los carreteros estaban de pie junto al vehículo, acalorados y rascándose molestos la cabeza, mientras que los escoltas, dos chicos algo robustos armados con arcos y lanzas, vigilaban desde un otero cercano. Leonardo estaba junto al carromato, al parecer instalando una especie de sistema de palanca, cuando levantó la vista y vio a Ezio. —¡Hola, Ezio! ¡Qué buena suerte! —¡Leonardo! ¿Qué te sucede? —Al parecer tenemos un pequeño problema. Una de las ruedas del carro... — Señaló el punto por donde una de las ruedas traseras se había salido del eje—. La cuestión es que necesitamos levantar el carro para poder colocar de nuevo la rueda, pero no tenemos la mano de obra necesaria para hacerlo, y esta palanca que acabo de chapucear no consigue elevarlo lo suficiente. ¿Crees que...? —Naturalmente. Ezio indicó con un gesto a los carreteros que se acercaran. Eran hombres fornidos que le resultarían más útiles que los gráciles escoltas, y entre los tres consiguieron levantar el carromato y mantenerlo en aquella posición el tiempo suficiente como para que Leonardo pudiera introducir de nuevo la rueda en el eje y asegurarla. Mientras realizaban la maniobra, Ezio, esforzándose junto a los otros dos hombres para mantener el carro elevado, echó un vistazo a su contenido. Entre los trastos destacaba, inequívocamente, aquella estructura parecida a un murciélago que ya había visto con anterioridad. Daba la impresión de haber sufrido numerosas modificaciones. Reparado el carromato, Leonardo tomó asiento en el banco delantero junto a uno de los carreteros, mientras el otro caminaba por delante de los bueyes. Los escoltas patrullaban sin descanso, tanto en la avanzadilla como en la retaguardia. Ezio continuó su camino cabalgando al paso, junto a Leonardo y charlando. Había transcurrido mucho tiempo desde su último encuentro y tenían mucho de que hablar. Ezio puso a Leonardo al corriente de los acontecimientos y Leonardo le comentó sus nuevos encargos y lo excitado que se sentía ante la perspectiva de conocer Venecia. —¡Estoy encantado de tenerte como compañero de viaje! Aunque la verdad es que llegarías mucho antes si no tuvieras que viajar a mi ritmo. —Es un placer. Y quiero asegurarme de que llegas sano y salvo a tu destino. —Tengo mis escoltas. —Leonardo, no me malinterpretes, pero incluso los salteadores de caminos más inexpertos se quitarían de encima a esos dos con la misma facilidad con la que tú te quitarías de encima un mosquito. Leonardo puso cara de sorpresa, luego pareció ofendido y después, divertido. —Entonces me alegro por partida doble de tu compañía. —Adoptó una expresión picara—. Y me parece que no es simplemente por razones sentimentales que te gustaría verme entero.

~148~


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.