La senda de oku

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Matsuo Basho

Sendas de Oku

idea; olvida la idea y comprenderás al Nô”.11 El arte es una forma del conocimiento. Y este conocer, con todas nuestras potencias y sentidos, sí, pero también sin ellos, suspendidos en arrobo inmóvil y vertiginoso, culmina en un instante de comunión: ya no hay nada que contemplar porque nosotros mismos nos hemos fundido con aquello que contemplamos. Sólo que la contemplación que nos propone Zeami posee un carácter distinto del éxtasis occidental; la diferencia es capital porque para la estética del Nô, el arte no convoca a una presencia sino, más bien, a una ausencia. La cima del instante contemplativo es un estado paradójico: es un no ser en el que, de alguna manera, se da el pleno ser. Plenitud del vacío. Un sucesor de Basho, el poeta Oshima Ryota (1718-1787), alude a esta suspensión del ánimo en un poema admirable: No hablan palabra el anfitrión, el huésped y el crisantemo. Yosa Buson (1716-1783), pintor, calígrafo y poeta, uno de los cuatro maestros del haikú (los otros son Basho, Issa y Shiki), expresa la misma intuición aunque con una ironía ausente en el poema de Ryota y que es una de las grandes contribuciones del haikai: Llovizna: plática de la capa de paja y la sombrilla. A lo que responde Misoaka Shiki (1867-1902): Ah, si me vuelvo ese pasante ya no es sino bruma. Desde un punto de vista formal el haikú se divide en dos partes: una de la condición general y la ubicación temporal o espacial del poema (otoño o 11

Citado por Arturo Waley en The Nô plays of Japan. Londres, 1950. 31


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