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REPORTAJES PLAN DE ACOGIDA PARA NUESTROS CENTROS EDUCATIVOS

grante, y actuar sobre ellas manejando todas las herramientas a nuestro alcance, es la única opción eficaz e inteligente para evitar que algo se convierta en un problema. Las preguntas que en el grupo de trabajo nos hacíamos eran: ¿Cuál es la situación de partida del alumno? Conozcamos sus experiencias vitales, su entorno social y familiar, y su bagaje curricular. ¿En qué situación escolar y social queremos que se integre? Exigencias que comportan estas situaciones y definición de la integración escolar. ¿Qué agentes tenemos a nuestro alcance que pueden incidir en esta integración? Alumnos, profesores, secretaría, orientación, familias del centro, recursos sociales... La propuesta de Plan de Acogida que presentamos intentaba cruzar entre sí estos tres campos, distribuyendo las tareas entre los distintos agentes. 4. No podemos reducir el problema escolar de la inmigración al debate sobre el reparto. Una vez aireado el dato de la población escolar inmigrante en Navarra, parece que se han despertado todas las alarmas al comprobarse, no la ausencia de medidas eficaces y de recursos dedicados a distintos niveles –no solo de centro- para atender a esta población, sino la sangrante diferencia de su número entre centros y redes. Se habla mucho de evitar la formación de guetos mediante el reparto de alumnos, pero poco del enfoque intercultural del currículo, y se olvida que también puede haber guetos pequeños. Pretender que se disuelvan, se volatilicen, es una auténtica tontería, y además va en contra de la experiencia que ya tenemos en el trabajo con otros colectivos o minorías, en los que el asociacionismo propio está siendo un factor de cambio y de diálogo integrador importantísimo. En todo caso, este debate necesario hay que centrarlo desde una propuesta educativa no clasista, ya que si no, se convierte en un rechazo de la diversidad. Es curioso que no solamos tratar al elitismo como gueto, precisamente.

74 BIRIBILKA / NÚMERO 2 / NOVIEMBRE DE 2004

El miedo es el mensaje de la xenofobia. El temor a lo extraño, el sentimiento de incomodidad que puede despertar el contacto con formas, estilos y costumbres no convencionales tiene que ser racionalizado y hasta reconocido para que no se vuelva contra nosotros mismos. Los inmigrantes no han venido a quitarnos nada, ni pisos, ni alumnos. Otra cosa es que en nuestra sociedad haya bienes de primera necesidad que son escasos... pero no me parece que la especulación inmobiliaria la hayan inventado ellos, ni el descenso de la natalidad. Más bien parecen elementos de nuestra cultura. Es necesario combatir las actitudes xenófobas en los centros, de las que ningún estamento por principio, por guapo, queda excluido. Aquí la educación contra el racismo, de la que hay materiales accesibles muy variados, es un punto de partida necesario para trabajar en las aulas y en las actividades formativas para las familias y el profesorado. En este momento puede ocupar el lugar que tuvo la lucha por la igualdad de los sexos. ¿Por qué no pensar que nosotros también somos un poco raros? Nuestra cultura no es la única ni la mejor, sino, como cualquiera otra, un modo particular de dar respuesta a los problemas del hombre con la naturaleza y con sus semejantes: un conjunto de convenciones necesarias para no tirarnos de los pelos. Si es exigible al que llega nuevo que trate con respeto lo que encuentra, se nos puede exigir también que relativicemos un poco el supuesto valor eterno que damos a algunos rasgos culturales, y hasta que procuremos aprender de las soluciones que ellos han dado. Es curioso el desconocimiento que tenemos de nuestras claves culturales, e indignante el trato que damos a muchos de los elementos más ricos y potentes de nuestra cultura. Nos suele importar poco incorporar rituales y usos que consideramos de culturas con mayor prestigio y poder económico, pero nos escandalizamos de un pañuelo en la cabeza.

Para que algo mejore, no hay que dejarlo a su suerte. Con el alumnado que estos años se ha ido incorporando a las etapas obligatorias hemos realizado un trabajo generalmente bien intencionado, muchas veces improvisado, eficaz en lo posible, y escasamente sistematizado


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