Jose Lesta - El enigma nazi

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en guerra. Pero eso nunca sucedió, ya que el 23 de mayo se transmitió el descubrimiento a la base naval de Portsmouth, en donde decidieron que todo el material, incluido el uranio, fuese llevado a Los Álamos (desierto de Nuevo México). Allí se probaría varias semanas más tarde la primera bomba atómica oficial de la historia. Sin embargo, incluso en este punto hay varios misterios inquietantes. Una de las personas que más se ha acercado a la verdad de estos hechos es el historiador español Antonio Chover. Tras una minuciosa investigación ha logrado contactar con las dos personas que aún sobreviven del U-234: el oficial de carga del submarino que tenía la responsabilidad de saber todo lo que se metía en el mismo para la larga travesía, y el jefe de las radiocomunicaciones, Wolfgang Hirschfeld. Ambos son categóricos, y afirman cosas sorprendentes. Junto a los envases metálicos, que iban recubiertos de oro para evitar su corrosión, se encontraban 2 oficiales japoneses. Uno de ellos rotulaba cada envase con las siglas U-235 en gruesa tinta negra y, a continuación, dos marinos alemanes introducían el paquete con visible esfuerzo en un departamento de carga delantero del submarino. Fue exactamente en esa zona del submarino donde los americanos medían la radiactividad insistentemente con detectores Geiger a su llegada al puerto de Portsmouth. Pero más interesante aún es el hecho de que entre los militares americanos había un civil. Este personaje destacaba por su altura. Cuando Hirschfeld se disponía a abrir los envases advirtió su presencia y preguntó por él. Le dijeron que se trataba de un tal Julius Robert Oppenheimer. Entonces ese nombre era absolutamente anónimo, pero un par de meses más tarde se 172


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