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milenio o Campus

Jueves 10 de octubre de 2013 o05

www.campusmilenio.com.mx

armando alcántara santuario

opinión

aralsan@unam.mx

¿Qué hacen las universidades para mejorar el acceso y la permanencia de sus estudiantes?

P

arte del compromiso social, tanto de los sistemas de educación superior (SES) como de las instituciones que los integran, es atender las demandas de quienes buscan ingresar a ellos y de quienes, una vez admitidos, desean continuar sus estudios hasta terminar sus programas académicos. Ha sido ampliamente documentado que en las últimas décadas ha habido —y continúa hasta la actualidad—una muy notable expansión de los estudios superiores, no sólo a nivel mundial sino también en América Latina y el Caribe, en donde México ocupa un lugar preponderante. Los datos disponibles indican que el SES mexicano ha crecido a niveles altos durante varios años. No obstante, este crecimiento se ha dado en un contexto caracterizado por recurrentes crisis económicas. Asimismo, pese a los acelerados incrementos en el número de estudiantes que se incorporan a los estudios universitarios, los niveles de cobertura del grupo de edad correspondiente (19 a 23 o 18 a 22), siguen siendo relativamente bajos, comparados con otros países de la región. Pese a que las recientes cifras oficiales han sido motivo de controversia, se tiene que sólo tres de cada 10 jóvenes en la edad típica, tienen la oportunidad de asistir a un establecimiento de enseñanza superior. No está por demás recordar que el SES adolece también de grandes desequilibrios e inequidades en su distribución, financiamiento y concentración. Hasta ahora la demanda de los jóvenes—y cada vez no tan jóvenes—por acceder a la educación superior, no ha podido ser satisfecha de manera plena por las instituciones públicas y, por ello— entre otras razones—se ha desarrollado desde la década de los 80, una importante oferta de establecimientos privados que constituye una tercera parte de la matrícula del sistema. Diversos autores (algunos de ellos colaboradores de Campus Milenio), han analizado y documentado la dinámica de crecimiento de la educación superior en el país y han examinado las causas de su heterogeneidad en lo que se refiere, por ejemplo, a sus niveles de calidad. Ante este amplio y complejo panorama, resulta oportuno detenerse a escudriñar algunas de las estra-

tegias, iniciativas y acciones que realizan las universidades e IES, tanto para posibilitar el ingreso de más estudiantes a sus instalaciones, como para apoyar su permanencia y posterior egreso. Una de las estrategias para incremenetar el acceso por parte del gobierno federal y de las distintas entidades federativas, ha sido la creación de nuevas IES a lo largo y ancho del territorio nacional. Con ello se ha pretendido reducir la concentración de la matrícula en un número reducido de establecimientos. A la desconcentración institucional le ha seguido también la creación de nuevas opciones: universidades tecnológicas, politécnicas e interculturales, entre otras. Algunas universidades también han optado por incrementar su capacidad instalada, mediante la ampliación de sus instalaciones o construyendo nuevos campus en diversas regiones e incluso en entidades distintas a la de su sede central. Estos procesos de ampliación y desconcentración han implicado, naturalmente, un aumento considerable de su alumnado, y ha sido posible gracias a incrementos en sus recursos financieros, especialmente los de origen federal. Uno de los ejemplos más claros de estos procesos es lo que han llevado a cabo instituciones como la UAM, la UdeG, el IPN y la UNAM, entre otras. En este último caso, la Universidad Nacional ha incrementado su matrícula estudiantil en 50 mil lugares durante la última década. Esta cifra representa la población total de algunas de las principales universidades públicas del país. Una medida llevada a cabo por la mayoría de las universidades e IES para apoyar la permanencia de sus estudiantes es el otorgamiento de becas, ya sea en dinero—en el caso de los establecimientos públicos— o en forma de descuento o exención de pagos o cuotas de inscripción y colegiaturas. Además del PRONABES, el programa de becas del gobierno federal qu cuenta con mayor cobertura, existe una diversidad de apoyos de este tipo. No puede pasar inadvertido que, si bien el alcance de las becas ofrecidas por el PRONABES es muy amplio, el monto de las mismas se reduce cada vez más debido a que, desde su creación, no UNAM-IISUE/SES.

se ha ajustado al ritmo de la inflación que, aunque moderada, ha seguido en constante aumento año tras año. Otro de los apoyos orientados a fortalecer la permanencia del estudiantado en las IES, es la implementación de programas de nivelación académica, los cuales buscan atender las deficiencias en la formación previa de los alumnos en ciertas materias básicas. Algunas instituciones ofrecen también cursos y talleres sobre hábitos de estudio, así como de técnicas de lectura y escritura. En este mismo orden de cosas, las IES públicas han establecido programas de tutoría, que contemplan el acompañamiento de los estudiantes a lo largo de sus estudios profesionales, sobre todo para aquellos que manifiestan dificultades considerables en las materias con altos índices de reprobación. Puede decirse, de manera general, que todos estos programas intentan prevenir o disminuir el rezago y el abandono de los estudios. Es evidente que, además de los efectos que pudieran ocurrir en la autoestima de los estudiantes directamente afectados, la deserción representa un importante desperdicio de recursos—humanos, financieros y materiales—para los individuos, sus familias y las instituciones. En lo que respecta a las medidas para apoyar el egreso y la titulación, en los últimos años se han propuesto diversas alternativas a la elaboración de la tesis profesional, instrumento éste que por muchos años fue establecido como el único instrumento para la graduación de los estudios. Entre las diversas alternativas están los informes de experiencia profesional, la obtención de promedios superiores a nueve (en una escala de 1 a 10), examen general de conocimientos, diplomados y elaboración de artículos. Todo este recuento— ciertamente parcial e insuficiente—de las medidas que las universidades e IES han realizado para mejorar el acceso, la permanencia y el egreso de sus estudiantes, ha sido principalmente para dar una idea de las dificultades que dichas instituciones enfrentan en un contexto de escasez presupuestaria, en la tarea de contribuir a una mayor equidad en la educación superior y por ende, en la sociedad en general.

OPINIÓN roberto rodríguez gómez* roberto@unam.mx

Planeta patito: problemas de calidad en las revistas de acceso abierto

E

n la edición de octubre de 2013 (vol. 342, núm. 6154), la revista Science, a cargo de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés), publicó el artículo “¿Quién teme a la revisión de pares?” de John Bohannon, connotado divulgador científico de la Universidad de Harvard. El artículo reporta un interesante experimento enfocado a probar la laxitud de criterios académicos de las revistas de acceso abierto (open access journals) que, en los últimos años, ha alcanzado un notable ritmo de crecimiento. especial

El experimento consistió en lo siguiente: Bohannon redactó un artículo con formato científico estándar que reportaba un supuesto ejercicio de comprobación de las propiedades anticancerígenas de un compuesto químico extraído del liquen. Intencionalmente el texto incurría en fallas evidentes a la hora de reportar los datos y también en las conclusiones que extraía de los mismos. Previo al envío de su borrador, el científico comprobó con otros académicos que el artículo en cuestión tendría que ser inmediatamente rechazado por cualquier especialista del campo de conocimientos correspondiente. El segundo paso fue remitir el texto a un total de 304 revistas. De ellas, 121 forman parte de la llamada “lista de Beall”, 167 del catálogo Directory of Open Access Journals (DOAJ), basado en la Universidad de Lund, Suecia, y 16 revistas más aparecen en ambas colecciones. La lista de Beall (compilada por Jeffrey Beall, bibliotecario en la Universidad de Colorado) enumera una extensa lista de editoriales y revistas académicas, más bien pseudo académicas, que tienen en común carecer de las mínimas condiciones de rigor intelectual y de ética profesional, se ofrecen como medios editoriales de acceso abierto, y establecen tarifas para la publicación de textos enviados. Aunque la mayoría indica contar con arbitraje de pares, así como participar en índices bibliométricos de alcance internacional, su intención está centrada en lucrar con los autores. La lista de Beall, que a la fecha contiene más de 430 registros, lo que implica más de un millar de revistas, ha causado alerta en las principales sociedades científicas del mundo, incluso la Academia Mexicana de Ciencias ha distribuido boletines al respecto. El DOAJ, en cambio, es un catálogo serio. Sus editores procuran que las revistas que se incluyen, todas de acceso abierto, estén académicamente respaldadas. Pero no hacen una revisión académica a profundidad sino, en todo caso, se aseguran que éstas cumplan con los requisitos básicos de una publicación académica y que su contenido esté disponible en la Web para la consulta pública. Los resultados del experimento de Bohannon se resumen en los siguientes datos: De los 304 envíos, 255 fueron dictaminados. Dentro del grupo de revistas de Beall la tasa de aceptación superó el ochenta por ciento, en la gran mayoría de los casos sin evidencia de dictamen académico propiamente dicho. En cambio en el grupo DOAJ la aceptación fue de 45 por ciento, signifiUNAM. Instituto de Investigaciones Sociales.

cativamente inferior al conjunto previo pero, de todos modos, una proporción apreciable si se toma en cuenta que el artículo era un truco evidente. Aparte, la gran mayoría de las respuestas de los editores “depredatorios”, como los llama Beall, venían junto con la factura para solventar, a cargo del autor, los costos de la edición final. Un dato de relevancia que añade Bohannon es que algunas de las revistas extraídas de la lista de Beall son finalmente distribuidas por consorcios editoriales serios: Sage, Elsevier o Wolters Kluwer. Aunque la distribución no es necesariamente una garantía de calidad, el autor subraya la importancia de que las casas editoras y distribuidoras serias presten mayor atención al tema de la calidad académica de los productos que incluyen en sus catálogos. El reporte de Bohannon analiza también la dimensión geográfica del asunto. Señala que los principales focos de producción de las revistas pseudo académicas están en la India y en China, pese a que los títulos de las publicaciones dan la impresión de ser administradas en instituciones de Estados Unidos, Canadá o Europa. Todo, además, en inglés. En el medio académico, la presión por publicar es una nota dominante, lo que puede explicar la proliferación de este tipo de productos. Sin embargo, concluye el autor, la academia está obligada a reforzar aquellos filtros que dan garantía de calidad a la producción y difusión científica. Evitar la piratería académica se vuelve, en el sentido apuntado, una auténtica prioridad para mantener la autoregulación del espacio académico. Por último, conviene hacer notar que los términos “depredación académica” y “acceso abierto” no son de ningún modo sinónimos. En el mundo se está desarrollando una tendencia sana y promisoria en el sentido de apoyar la difusión abierta del conocimiento de las ciencias y las humanidades, rompiendo las limitantes que imponen los mercados editoriales convencionales. Pero hay, como se ve, retos y riesgos a enfrentar, no se pueden pasar por alto.


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