Funambulista nº2 Junio 2012

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Cáceres

FUNAMBULISTA Revista de la Asociación Juvenil y Cultural

«Campus Artis»

Nº 2

Junio de 2012


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FUNAMBULISTA

Número

Revista de la Asociación Juvenil Campus Artis

2

Junio 2012


FUNAMBULISTA REVISTA DE LA ASOCIACIÓN JUVENIL Y CULTURAL CAMPUS ARTIS

Director: Javier Sánchez Clemente

Coordinador:….. Diseño Gráfico Ilustración Director: señas Issn Javier Sánchez Clemente etc

Editores: Mikel Abad Méndez José Alberto Andújar Espinosa Cristian Holgado Ávila Chiara Francesca Pepe Imagen de portada: Javier Sánchez Clemente

Chiara Francesca Pepe

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Cáceres

Coordinador:….. Diseño Gráfico Ilustración señas Issn etc Contacto: campusartis@gmail.com www.campusartis.tk


Número

ÍNDICE

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Junio 2012

1.- Funambulista 2. // Pág. 6 Director 2.- Mater Misericordiae. // Pág. 10 Mario Rodríguez Ruiz 3.- Existencia de un poeta. // Pág. 21 Manuel Holgado Ávila 4.- Humo. // Pág. 26 José Sánchez Rincón 5.- Sobre la diversidad lingüística // Pág. 31 Chiara Francesca Pepe 6.- Hablando de Stendhal. // Pág. 36 Cristian Holgado Ávila 7.- Música como revitalización urbana. // Pág. 43 Mikel Abad Méndez

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8.- Una revista y una asociación juveniles. // Pág. 48 Javier Sánchez Clemente


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Javier Sรกnchez Clemente

Funambulista 2


Funambulista 2

Javier Sánchez Clemente Director

Uno de los éxitos inesperados de nuestro primer número fue su extensión. Las primeras estimaciones, reducidas al grupo de los historiadores del arte editores de la revista —Mikel, Cristian y yo—, no superaban las doce páginas. Estos ensayos los decidimos agrupar juntos y al final de la revista por coherencia temática y por su mayor dificultad de comprensión, debida al manejo de conceptos abstractos. Los tres debatimos sobre la esencia del arte de alguna manera. Mikel observó que el ámbito del arte hoy por hoy ha llegado a dilatarse hasta el punto de que todo, incluso lo no realizado por el ser humano, puede considerarse como tal. Cristian reflexionó sobre las relaciones de la esfera artística con el dinero, con el mercado. Yo, por mi parte, tomé partido por la dimensión estética que ha ganado en las sociedades actuales el deporte profesional. Pronto se nos fueron añadiendo otros colaboradores. Algunos de ellos comparten con nosotros una común formación universitaria. Así, Alfonso —Fonsi para los amigos— recorrió algunos monumentos señeros del patrimonio precolombino mexicano aprovechando su presencia en tierras americanas, en

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Morales— nos hizo llegar a última hora un relato erótico. Con

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donde reside desde principios de este año, y Javi —Javier

ambos se cumplían algunos de los propósitos de la revista, como


son el de la internacionalización y la atención por la literatura respectivamente. No obstante, lo literario e internacional nos lo dieron principalmente tres autoras de filiación italiana. Chiara Pepe, oriunda de Salerno y antigua alumna Erasmus en Cáceres, ciudad donde sigue estudiando, exteriorizó la nostalgia de quien vive lejos de su país y la recordó en numerosas páginas de la literatura española. Fue Chiara quien sugirió una fotografía de su amiga Elena Cambria, también italiana y antigua becaria Erasmus en la Unex, como portada de nuestro primer número. Más adelante, Elena quiso implicarse más en el proyecto y envió varias poesías. La creatividad de Elena se reparte por los más diferentes ámbitos, fotografía, literatura y artes plásticas —de hecho, está exponiendo actualmente con gran éxito en Milán— y es gracias a ella que nuestra revista ha podido incluir manifestaciones como la fotografía y la poesía. Por su parte, la escritora norteamericana Casey Alexander fue la primera quien confió en nuestro proyecto y nos hizo llegar un relato breve escrito en inglés y ambientado en Italia. Esta localización no es casual, pues Casey es descendiente de inmigrantes originarios del sur de Italia y llegados a Boston tres generaciones atrás, ha residido en Italia por algún tiempo y tiene conocimientos de la lengua italiana. Su relato cuenta una historia de amor en la que, como en gran parte de su prosa, es clave el contraste entre ideal y realidad. Contar con algunas firmas fue todo un honor. Casey Alexander, por superar por muy poco la edad de treinta años que la Administración impone como límite para ser socio de una asociación juvenil, fue nuestra primera socia de honor, aunque el

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honor, por supuesto, fue contar con su colaboración. No lo fue menos el trabajo enviado por el también socio de honor Andrés Talavero con el título de Aullidos en el paisaje. En él documentaba


su último proyecto artístico en relación con la naturaleza. La colaboración de Talavero fue especialmente valiosa para nosotros por ser la única verdaderamente artística, de las Bellas Artes tradicionales, en el primer número. Esperamos que en el futuro podamos incluir más trabajos visuales a nuestra revista. Lo visual, sin embargo, corrió a cargo sobre todo de José Alberto. Me gustaría felicitar a este editor que, si bien renunció a escribir, tuvo una participación decisiva en el primer número porque fue él quien más tiempo dedicó a la edición de la revista en sí misma, siempre con la guía de los demás editores. Quienes nos han felicitado por el atractivo visual de la revista deben dirigirse más concretamente a él. Desgraciadamente, no ha podido participar en el segundo número de Funambulista por los últimos exámenes que le separan del título de ingeniero, pero ha dejado una huella ya imborrable sobre ella al marcar la forma que adoptará la revista en el futuro. Con este resumen del primer número os animo a leerlo a quienes no lo hayáis hecho hasta ahora. En nuestro segundo número hemos seguido en la misma línea del anterior. Cristian, Mikel, Chiara y yo hemos repetido en el ensayo. En el mío, en concreto, reflexiono acerca de cuáles son las motivaciones y experiencias que nos han llevado a constituir una asociación y fundar una revista. En este nuevo número se nos han añadido un poeta, Manuel Holgado Ávila, un escritor, José Sánchez Rincón, y un artista plástico, Mario Rodríguez Ruiz. A todos, veteranos y novatos, os agradezco muy sinceramente vuestra colaboración y a vosotros, lectores, si tenéis cualquier interés creativo, os animo a

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que nos hagáis llegar vuestros originales a la dirección de correo electrónico campusartis@gmail.com.


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Mario Mater Misericordiae RodrĂ­guez Ruiz


Mater Misericordiae

Mario Rodríguez Ruiz Artista

Generalmente aceptamos la existencia de figuras ideales en nuestra mente. Son representaciones subjetivas de seres próximos a nosotros, que fueron determinantes en el pasado, y nos acompañan durante toda nuestra existencia. La aceptación de este hecho supone la posibilidad de un consuelo: mientras nosotros vivamos, nuestros seres queridos no morirán. ¿Pero qué ocurre cuando estas figuras ideales actúan en contra de nosotros, haciendo que nos convirtamos en nuestro peor enemigo? El conjunto de pinturas con las que estoy trabajando en la actualidad surge de la necesidad vital de ahondar en el cuestionamiento de la influencia, supuestamente positiva, que las figuras familiares ejercen en nuestras vidas. Con la realización de estas pinturas se pretende sumar una nueva aportación al conjunto de manifestaciones culturales contemporáneas que están respondiendo a la urgente necesidad de hacer patente la falsedad de unos arquetipos que ocultan el proceso de destrucción psíquica al que son sometidas numerosas personas, mediante abusos y manipulaciones. En nuestra sociedad, masculinizada hasta la asfixia, se supone

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que sólo el padre tiene capacidad de destruir. Solamente hay imágenes para el anti-padre, para el anticristo. Mater Misericordiae es un intento de poner en cuestión el arquetipo de madre. Y contribuir a


hacer visible una realidad que existe, pero que todavía está encontrando su imagen: la madre en negativo, la anti-madre. Esta obra ha sido realizada a través de un proceso de tres años, durante el cual ha evolucionado y se ha transformado al mismo tiempo que el entorno en el que ha sido creada. En este proceso ha sido determinante la utilización de la fotografía y el retoque digital como herramientas de apoyo. La estructura seguida ha sido la siguiente: 1. Recopilación de documentación gráfica. 2. Primeras intervenciones sobre el lienzo. 3. Registro fotográfico del resultado. 4. Intervención digital sobre el registro fotográfico. 5. Utilización del resultado como referente para intervenir nuevamente en el lienzo. Como en toda la serie, la gama cromática ha sido reducida al negro, el rojo y el blanco, con una doble intención simbólica: por un lado, conectar con el origen de la pintura, con la intencionalidad mágica de los murales primitivos, en los que predominan estos colores; por otro lado, se ha utilizado el color rojo para transmitir la idea de carne, y el color negro para representar el fuego que la mueve y le da vida, pero que también deja marcas. Pienso que la evolución de la sociedad necesita que contribuyamos a hacer visible una realidad que existe, y que no puede ser percibida por nuestros sentidos. Esta misma motivación hizo que

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el ser humano empezase a pintar hace 40.000 años. Y es probable que hoy en día la experimentemos con la misma intensidad que entonces, quizás en un nivel menos consciente.


En el número anterior se habló de la definición del concepto de arte, y me gustaría participar en este análisis. En mi opinión, arte es todo aquello que pone en cuestión la realidad vigente, que se pregunta por qué es así su realidad. También se habló de la utilidad del arte, y en este sentido creo que sería interesante definir antes que nada en función de qué estamos cuestionando la utilidad del arte: ¿Nos estamos preguntando si es útil para la sociedad, para los propios artistas, para los famosos mercados? En mi caso la pintura es uno de los medios que me permiten intentar entender la realidad. Como lo son también la música, la literatura o la teoría del arte, por supuesto. Aunque probablemente lo que importe no sea conocer la realidad, sino mantener viva la necesidad de entenderla. En La Ruta de Don Quijote (1905), José Martínez Ruiz

Azorín cuenta la historia de un médico rural perdido en la inmensidad de la Mancha, en un pueblo formado por una sola calle, que escribe un periódico todas las semanas de su puño y letra, para llevarlo cada domingo al casino y que lo lean los socios. En Smoke (1995), de Wayne Wang y Paul Auster, el estanquero de Brooklyn que interpreta Harvey Keitel realiza una fotografía en blanco y negro todos los días, a la misma hora, con el mismo encuadre. Luego archiva todas las fotografías en un álbum, donde se puede ver que no hay dos fotografías que sean exactamente iguales. Me parece que estos dos personajes, el médico de la Mancha y el estanquero de Nueva York transmiten muy claramente la necesidad de intervenir en la realidad. Se puede hacer de muchas maneras:

pintando,

escribiendo,

interpretando,

diseñando,

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realizando fotografías, publicando un periódico en un pueblo de una sola calle o creando una revista sobre arte contemporáneo.


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Manuel Holgado テ」ila

Existencia de un poeta


Existencia de un poeta

Manuel Holgado Ávila Poeta

Cuando los momentos de la vida se intentan explicar con palabras, no son las propias palabras las que nos muestran sus pasos, sino el incansable tiempo, el silencio de nuestras ideas y los sentimientos que nos acompañan. El escritor tiene su propio mundo y para que esté exista necesita de su vida y de la muerte. ¡Claro!, esto es la vida, un juego, donde todo empieza y a su vez termina con el eco de nuestra propia sombra. Tal vez no se pueda explicar con palabras sino con nuestros razonamientos vacíos, en voz alta y de altavoz, nuestra alma. Por eso, sólo puedo terminar de esta manera, con un breve reflejo. Pues: «no hay más bello silencio que el eco de un beso».

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Existencia de un poeta.


AURORA QUE DAS PASO AL CARRO DE LA MAÑANA Aurora que das paso al carro de la mañana, deja también que el olor del azahar roce aterciopeladamente su cara, y que tus primeros rayos jueguen con las delicadas sábanas de la mirada.

Silencio y sueños, recorren sin fatiga, la quietud del cuerpo, pero poco a poco la voz del día descubre, que las sutiles curvas de la noche, se van marchando. ¿Qué deseo siente el alma? Vendas de oro y seda, me tapan los ojos, más se, que tu eres la Primavera que ocultas mis llantos.

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LLUVIA QUE LLORA SIN TIEMPO Lluvia que llora sin tiempo ahogas las risas de las nubes,


pues ven como los ojos del mundo se llenan de alegres colores.

Sueños y emociones, realidades con cadenas, preso de más de un deseo… todo ello se lo lleva el gélido rostro del agua.

Y todo se evade, con el paso del viento, fuerte, huidizo, sólo… ser de trapo serpenteante sin calma, sin nombre, todo él, ausencia y simple vacío.

SED

La noche llora luceros que chocan en el pozo de mi alma. ¿Luna de miel florida que sonríes con ámbar,

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hasta cuando no tendré luz? ¿Hasta dónde se alarga la espesa sombra? ¿Cómo llamo al cristal que late?


Fría mirada que recorre la oscuridad suena hueca en el vano de las escaleras, cerca del agua, ahogo de la vida, pero ¿qué extraña sentencia arropa al aire que grita pero que no pasa?. Transparencia, claridad, brillar diáfano de la mañana, ya has llegado y mi miedo abrumado ha partido. Candidez y alegría, sol de plata que cubres la vista del perdido, son de panales y almendras, sombras de lo caído… y sin más, suenan sin pena las caricias de mi boca al decirte y saborear el candor de tus labios…

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¡Si¡, se aplacó mi sed.


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José Sánchez Rincón

Humo


Humo

José Sánchez Rincón Escritor Basado en el inicio de un cuento del mismo nombre de William Faulkner

Anselm Holland llegó a Jefferson hace ya muchos años. ¿De dónde?, nadie lo sabía. Se casó con la hija de un hombre que poseía 2.000 acres de las mejores tierras. Con el tiempo, Anselm heredó la fortuna de su mujer y no era muy querido entre sus vecinos por ser jactancioso, bravucón y violento. Tenía dos hijos, Anse, muy parecido a él, quien huyó de la casa paterna después de una fuerte discusión con su padre al pedirle la parte que le correspondía de las tierras; y Virginius, el otro mellizo, que también salió de la casa unos años más tarde. Lo que ocurrió entre el hijo, trabajador, prudente y reservado, y su padre, claro como un agua turbia, no lo sabemos. Pero podríamos imaginar algo parecido a esto: Virginius se pasó el día con una yunta de bueyes arando la tierra de la que vivían. Anselm estuvo bebiendo Whisky de su propia cosecha y no salió de su cuarto en toda la tarde.

La

borrachera lo mantuvo callado hasta que exigió la cena a Virginius. Éste no dijo nada, le puso el plato de cereales con leche en la mesa y fue a recoger un poco de leña para la lumbre del día siguiente.

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Cuando regresó, el plato y sus restos estaban esparcidos por el suelo y Anselm había salido por la puerta trasera. Virginius marchó tras él, pues no le gustaba que su padre anduviese bebido por ahí a


esas horas. El sol se había puesto y la brisa del cañaveral era desapacible. Al final del camino, vio a Anselm dentro del cementerio tratando de romper la lápida de la tumba de su madre. Otras veces, Virginius dejaba que la furia de él se apaciguara sola entre voces y aspavientos, pero, esta vez, agarró a Anselm de la camisa y lo alejó de allí a empellones. Él se resistió y le lanzó sus puños enloquecidos, que fueron esquivados por el hijo con la habilidad y fuerza que le daba el trabajo diario en el campo. Virginius fue insultado y puesta en duda su hombría, y cuando su padre volvió a arremeter contra él, éste lo echó del cementerio con determinación y le propinó el único puñetazo que se permitió dar en su vida. Mientras Anselm refunfuñaba, Virginius adecentó la tumba de su madre y colocó unas flores en ella. Después, cargó con Anselm, lo llevo a casa, le curó la herida del labio, lo acostó en la cama y rezó una oración por la infamia que su padre había intentado cometer. A continuación, preparó sus cosas, tomó prestado uno de los caballos y se fue a la colina cercana en busca de su hermano mellizo. Virginius nunca comentó a nadie el motivo de su partida. Quizás supiera que cuando su padre se levantara por la mañana, trataría de pegarle como había intentado otras veces y él ya no tuviera fuerzas para contenerse, y si le había puesto la mano encima una vez, puede que lo hiciera de nuevo y con más brío. Su hermano Anse le conminó a irse por donde había venido, aunque él sólo había solicitado un techo donde refugiarse y comida a cambio de su trabajo. Virginius no se lo tomó a mal y siguió su camino hasta la casa de un pariente de su madre que

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siempre le había tratado con amabilidad. Allí no tuvo que dar explicaciones, amén de que era un clamor entre la gente del condado el trato que recibía de su padre. Y cuando, en alguna ocasión, las autoridades quisieron embargar las tierras de Anselm


por no pagar los impuestos, una mano anónima siempre saldaba las deudas de la familia. El día que Anselm murió arrastrado por su caballo, después de profanar las tumbas de su mujer y antepasados, el hijo que más se le parecía reclamó la herencia con tozudez, mientras Virginius esperó sin inmutarse los dictámenes y plazos de la justicia. Los hermanos se repartieron las tierras y el más reservado de los dos, ofreció un tercio de las suyas al pariente que le había acogido en su hogar como muestra de gratitud. Esto molestó sobremanera a Anse, quien, en un arrebato de furia, prendió fuego a las tierras que habían sido de su madre y que ahora estaban en poder de alguien a quien él consideraba un advenedizo. El fuego siguió su curso al arbitrio del aire y Virginius colaboró con los vecinos del pueblo para apagarlo. Pero he ahí que el destino quiso que el viento cambiase y el incendio se volviera contra las tierras de Anse. Tal vez nunca comprendamos por qué Virginius ayudó a su hermano, que se quedó sin cosecha, sin animales y sin casa; y menos aún por qué lo acogió en la suya y permitió que aquél viviese como había vivido siempre su padre y soportara con estoicismo sus esporádicos ataques de ira. Un día, sin saber por qué, Virginius desapareció de la hacienda y no se le volvió a ver. Si seguía allí o fue a algún sitio, no lo sabemos, porque él nunca comentaba sus cosas con nadie; y algunos vecinos sospechaban que su hermano estaba detrás de todo aquello.

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la casa todas las tardes, y si alguien tiene la osadía de advertirle a

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Desde entonces, una gran humareda sale de la chimenea de

Anse que tenga cuidado con el fuego, él siempre contesta con


malos modos que son las hogueras que su hermano Virginius

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prende para calentarse.


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Chiara Sobre la diversidad Francesca Pepe lingüística


Sobre la diversidad lingüística

Chiara Francesca Pepe Licenciada en lenguas extranjeras

Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámosnos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque

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allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie. Génesis 11, 1-92


Antes de empezar a dedicarme al estudio de idiomas y filologías, siempre me había llamado la atención la diversidad lingüística. Me acuerdo de que, cuando era pequeña y mis maestros me hablaban del hombre prehistórico, la pregunta más frecuente en mi cabeza era cómo podían comunicarse entre ellos. ¿Cómo nació el idioma? ¿Quién inventó las palabras? ¿Quién empezó a hablar? ¿Quién decidió que las cosas debían tener el nombre que conocemos nosotros? El lenguaje es, indudablemente, lo que distingue al hombre del resto de los animales y, sobre todo, lo que le permite expersarse y dar un nombre a todas las cosas que piensa y dice. Es algo innato y resulta difícil comunicar sin utilizarlo. Ahora bien, lo que está claro es que no todo el mundo comunica a través del mismo idioma. En el libro del Génesis está escrito que, en un principio, todos los hombres hablaban la misma lengua. Se entendían perfectamente, no había ningún problema de comunicación. Fue la soberbia del hombre la que les hizo merecer el castigo divino: el caos lingüístico. Dios decidió interrumpir este idílico estado de comprensión y, por eso, hizo que los hombres hablaran de diferente manera, que ya no pudieran entenderse con las mismas palabras. Pero, ¿es quizás la diversidad lingüística un castigo? Nunca se ha hablado tanto como en estos últimos años de diversidad cultural y parte de esa diversidad también está formada por las propias lenguas. Una lengua es la expresión de la cultura de cada población que la habla, contiene parte de su memoria histórica y es el reflejo de cómo el hombre ha ido civilizándose.

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sonidos, sus grafemas, su estructura, quieren decir lo mismo. El

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Pero al mismo tiempo, todas las lenguas, aunque sean distintos sus

hombre imagina, piensa, sueña, y lo hace a través de una lengua.


Todos los seres humanos somos iguales, pero nos comunicamos entre nosotros de manera diferente. La primera vez que leí las letras de una canción en inglés y fui capaz de entenderlas, fue para mí un logro. Sentí que, aunque la forma de expresarse era diferente, el mensaje de esa canción era universal. Hablaba de amor, con otras palabras de otra lengua, palabras que querían decir lo mismo. Empezó a fascinarme la posibilidad de hablar en otro idioma, poquito a poco la curiosidad de conocer nuevas palabras y nuevas forma de expresarme me conquistó, hasta que un día, despertándome de un sueño, pensé: «¡Acabo de soñar en español!». No quiero reflexionar sobre la importancia de hablar idiomas hoy en día, en la era de la globalización. Este sería otro tema. Lo que yo quiero decir es todo lo contrario, quiero defender lo bueno que tiene la diversidad. Y conocer idiomas es lo que puede abrir la mente a nuevas culturas, es como tener una pequeña parte del mundo en el bolsillo. Cambian las palabras, cambian los Pieter Brueghel el Viejo, La torre de Babel , 1563

acentos, hasta los gestos y las expresiones de la cara, pero no cambia lo que se quiere decir. Convierte el cerebro en un diccionario que almacena palabras y expresiones, acostumbra el oído a otro acento, te da la maravillosa posibilidad de llamar una misma cosa con diferentes nombres. He empezado el artículo hablando de la torre de Babel, de la diversidad lingüística que llegó por mano de Dios como un castigo al desafío de los hombres. Pues no, para mí los miles de idiomas que se hablan en la faz de la Tierra no son un castigo. En cada parte del mundo aparecieron diferentes idiomas de muy

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las cuales, asimismo, fueron transformándose según el espacio, el

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diversa conformación que dieron a su vez origen a otras lenguas,

tiempo y las circunstancias de las personas que las hablaban. Cada


lengua representa así una realidad propia de quien la habla, es la posibilidad de acercarse a otra cultura, a otra manera del ver el mundo. La variedad lingüística que existe como consecuencia del «castigo divino» constituye una riqueza invaluable. Representa la ilimitada posibilidad de ver y aprehender, de muy diferentes formas, el mismo universo y nos hace sentir parte de la

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pluriculturalidad del mundo en que vivimos.


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Cristian Holgado テ」ila

Hablando de Stendhal


Hablando de Stendhal

Cristian Holgado Ávila Historiador del Arte

«In Freud troviamo talvolta una concezione tragica della Kultur: essa viene intesa non soltanto come strumento di incivilimento, ma anche come mezzo di una insanabile scissione della personalità, determinando repressione e rimozione di cospicue parti di essa».

El arte siempre es la mímesis de todo lo que vemos e imaginamos. Como ya decían los grandes filósofos griegos: todo lo que nos rodea es digno de ser conocido, y por tanto, todo lo que es reflejo o paralelo a la propia percepción debe ser considerado como algo trascendente, que aspira a ser conocido en nuestro caso, como una obra de arte ya realizada y totalmente justificada mediante las emociones que percibimos y que florecen. Desde este primer momento, la percepción teórica del arte se ha

(Graziella Magherini)

confeccionado para ser proyectada hacia todos los espacios que

«En Freud encontramos, a veces, una concepción trágica de la cultura: ésta se entiende no sólo como instrumento de incivilización, sino también como medio de una inevitable ruptura de la personalidad, determinando represión y eliminación de gran parte de ella»

albergan manifestaciones artísticas y especialmente en aquellas

Traducción del autor

en su momento a este viajero: el síndrome de Stendhal.

obras que tienen un cariz especial. FLORENCIA Fue para Stendhal, como para nosotros, una de esas ciudades que hay que visitar una vez en la vida. Construida para los sentidos, terapia y analgésico para el dolor, suscitó uno de los paradigmas y contraindicaciones que el arte suele dar y que le dio

Él tomaba apuntes y dibujos de todo lo que veía, no descansaba en perder detalle, todo era recopilado en sus apuntes.

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Un día, hacia 1817, mientas se encontraba en la iglesia de la Santa

Croce y después de haber estado tantísimo tiempo contemplando esa basílica tan extensa, comenzó a tener ciertas sensaciones que


describió de la siguiente manera en su libro, Nápoles y Florencia:

Un viaje de Milán a Reggio (1817): Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme. La enfermedad fue olvidada en un principio, pero a finales de siglo XX, de la mano de la doctora psicoanalista Graziella Magherini, se vuelve a retomar. Comenzó a estudiar en el hospital de la salud de Santa Maria Nuova de Florencia cómo los turistas llegaban al servicio de emergencia con ciertos episodios de desorientación emocional. La doctora observó que los síntomas que padecían los turistas están en relación con el arte y la emoción, hasta el punto de hacer caer enfermos a los visitantes. Esta incómoda situación, que aturdió a Stendhal en sus viajes, es la que me ha servido a mí para reflexionar sobre otras percepciones que he tenido desde siempre cuando visitó algún lugar. Una vez descritos los síntomas que tienen las personas ante tal síndrome, es hora de comenzar a poner en valor las apreciaciones que tengo yo al respecto: ¿Qué es lo que provoca la saturación de imágenes en nosotros cuando frecuentamos estos entornos? ¿Por qué a veces se reprimen las emociones ante el arte? Y sigo diciendo como idea primordial, ¿cómo es que a mí me da, a veces, la sensación de gustarme más ver una obra de arte en foto, que una obra de arte en su estado natural, en su emplazamiento

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original?


EJEMPLO PARA LA REFLEXIÓN Quiero poner en evidencia tal teoría visual-emocional mediante la exposición de lo que le sucedió a este viajero, para llegar a través de ella a nuevas percepciones que se han generado en mí, tras mis reflexiones sobre el arte; el abuso de soportes y despliegue de las nuevas tecnologías aplicadas al arte hace que, a veces, seamos reacios a ciertas obras, llegando a transmitirnos un estado de intranquilidad. El arte es, desde este momento, considerado como objeto de persuasión por el mero hecho de estar reflejado y lanzado a nuestro entorno. Es asimilado dentro de nuestro imaginario colectivo y utiliza los canales de difusión directa (fotografía, vídeo, revista, televisión, etc.) por ser los soportes físicos más baratos y accesibles para poder deleitarnos con la visualización de arte sin necesidad de ver la obra en su estado natural. Recuerdo la definición de arte que hemos ido dando desde un principio: una creación manifestada en todos sus ámbitos y aspectos (arte como espacio aparente), que llega hacia los sentidos como formas «celestes» en lugares tan asfixiantes que acumulan gran cantidad de creaciones y sus consiguientes multiplicaciones, que hacen que toda la humanidad se implique en el conocimiento del mismo (de manera impuesta e impulsiva). Y sigo: las ciudades, continentes de museos parlantes, fuentes principales para el consumo de arte y de todo en general, se encargan de potenciar esas anécdotas y males psicológicos, conformando un virus un tanto extraño. Para Stendhal, lo angosto,

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lo soberbio, lo majestuoso, la confección de una ciudad con gran ornato, es sinónimo de arte. El estado emocional que generan estas ciudades-museos se convierte en una exaltación del ser humano y no pierde ni una pizca de verdad cuando se habla de enajenación


emocional. Por el contrario, para nosotros de alguna manera, siendo lo que quiero defender, la observancia del arte lo único que genera es un cierto rechazo del mismo, llegando a obtener sensaciones más placenteras al ver las imágenes en soportes virtuales que si vemos la obra en su estado verdadero. Esta nueva manera de estudiar el arte que hemos adquirido, nos llevará, por consiguiente, al trastorno y a la desilusión. CAMBIO DE ESCENARIO. EJEMPLO ESCLARECEDOR La Mona Lisa: hace que nuestras ideas más reprimidas resurjan, el goce estético es magnífico. Muy de moda en nuestro país, nos hace aún más considerar a esta obra como nuestra. Todas estas palabras definen muy bien cómo se debe considerar la obra desde que padecemos este síndrome. La experiencia sensual recae en esta magistral tabla, pero lo que yo quiero plasmar no son esas percepciones que he adquirido como regladas, sino reflexionar sobre la ilimitada expansión de la obra, entendiendo el fenómeno como otro concepto nuevo que hemos adquirido del arte y que Andy Warhol, Thirty better than one, 1963.

consiste en la aniquilación de la cultura. Desde que me ocupé de la lectura de Da Vinci y de su obra, mis ideas fueron bien definidas desde el primer momento:

¡esta obra me ha desilusionado! Cualquier persona que empieza a estudiar arte, reconoce a esta imagen como una de las primeras obras que se suelen contemplar en los libros y en el ordenador. Yo me imaginaba una obra grandiosa como el propio autor se dio a conocer, cuyos parámetros de ser reproducida acaba con la tinta de cualquier

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imprenta. Lo que más me enojó de la pintura fue sus dimensiones, (77× 53 cm). Tal vez no me esperaba que esta obra fuera tan pequeñita, claro que desconocía todo el contexto de la temática tratada al respecto.


Más adelante, una vez que me he formado como consumidor de arte, me llegan las mismas insatisfacciones por los amigos. Son personas iniciadas al arte por añadido, pero con tal criterio válido como el que tenemos los amateurs. Sus descripciones son las de: está encerrada en esos angostos cordones

de seguridad con cristal incluido, no se puede ver nada, los japoneses y sus cámaras ocupan todo el espacio con esos objetivos monstruosos que abultan más que la propia obra. Y sigo: esta obra, la del ejemplo, es difícil técnica y simbólicamente, entraña muchos matices que todos sabemos. Ha sido estudiada, reproducida, vista y lo seguirá siendo, pero creo que esta necesidad que ha manifestado la humanidad de explotar todos sus recursos intelecto-comerciales ha llegado a latitudes tan agitadas de seducción, que ha olvidado que el arte es sólo un sistema de expresión en el cual el factor más determinante, probablemente sea el de los estímulos y los sentimientos. La sociedad ha alcanzado un grado de vulgaridad ante el consumo cultural imposible de ser soportado, donde se exige el conocimiento de cuanto más mejor como significado de seducción. Desde ahora no existen estímulos, los sentimientos que tuvo Stendhal no interesan nada o muy poco, para el consumo lo único que interesa es lo desenfrenado, lo agitado cuyos síntomas no son el desequilibrio físico y el agotamiento, sino la aparición de un nuevo concepto de arte: la ansiedad por la imagen, ¡qué decir

del culto al cuerpo! El arte nuevo, el arte de lo digital, lo fotográfico, por no mencionar videoarte, instalaciones, etc., asisten a una nueva

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personalidad, la forma de percibir todo lo que nos rodea. El ser

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realidad y lo que es peor aún, están cambiando nuestra

está evolucionando y se sitúa ante una metamorfosis en concepto


de sensibilidad. La forma de expresarse interfiere en nuestras emociones pero, a su vez, ve superar la realidad creando nuevas formulas de manifestarse bajo el distintivo de lo saturado. La ansiedad aparece de nuevo como le pasó a Stendhal, pero no de una manera placentera y ociosa, sino con una realidad diferente. En vez de experimentar el placer estético de la obra de arte, siendo algo banal, lo que hace es rechazar su propio hábitat. Lo que nos rodea está ahí, sin dar una motivación aparente, por lo que el sentido de la existencia del arte recoge otro matiz: el arte, sometido a una reiteración sin retorno, mediante los aparatos tecnológicos, ha desarrollado unas posibilidades de trabajo sofisticado. La calidad de las imágenes en soportes tecnológicos ha superado a la propia obra en su espacio natural, reemplazando su ubicación originaria (paso del soporte modelado al soporte velado) y dejando de importar los aspectos materiales y técnicos de los que está compuesto la obra originariamente (que es lo que verdaderamente nos debería interesar a cualquier persona que se acerca al arte). Por tanto, la sociedad de la información y la globalización nos ha llevado a transgredir la realidad. Se ha tornado a una tendencia cultural donde el concepto de diversidad se ha convertido en su peor arma. Aplicado al arte, lo que ha originado es un desarraigo con el ser cada vez mayor, las formas de emitir su sentido y de difundir la cultura, se han adherido a nuevas líneas de interpretación que son las he querido interpretar en esta reflexión:

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la insatisfacción ante el arte y la pérdida de una cultura real.


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Mikel Abad Méndez

Música como revitalización urbana


Música como revitalización urbana

Mikel Abad Méndez Historiador del arte

Ya en el anterior artículo hablamos de la existencia o no del arte. Resolvimos el acertijo con la fórmula «el arte somos nosotros». Bajo esta premisa, ponemos de manifiesto una nueva reflexión sobre, a mi parecer, la principal manifestación artística del ser humano: la música. La música es la creación absoluta del hombre, el arte somos nosotros y lo expresamos mediante la música. No podríamos expresarlo mediante una obra pictórica o escultórica, pues se queda anclada en el pasado y nosotros estamos en constante cambio. Nuestro cerebro es la maquina más perfecta de la naturaleza, pero no puede controlar nuestra alma, nuestros estados de ánimos que cambian cada minuto. Un cuadro podrá ser el reflejo de uno mismo en el mismo momento de su elaboración, pero quedará en el baúl del tiempo a las pocas horas. Cuando escuchamos una canción (lógicamente siempre hablando del directo) estamos viendo in situ al hombre manifestar el arte que guarda en su interior, vemos el arte manifestar el arte. Esa espontaneidad que nos da la música es su principal baza para considerarla como el reflejo inmediato del arte. Cada actuación

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única expresión del hombre en acción. De nada vale ver una obra

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musical es diferente, es una expresión única en cada situación. Es la

hecha hace miles de años o una réplica de la misma; sólo altera


nuestros sentidos, pero no llegará nunca a despertar el arte de uno mismo. Cada uno de nosotros somos arte y actuamos como una caja fuerte: cuando introducen en nosotros el código adecuado, la caja se abre y ahí se manifiesta lo que verdaderamente llevamos dentro. Este código está formado por notas y melodías y, cuando da con la clave, despierta en nosotros el arte en sí mismo. Avanzando en nuestro planteamiento, debemos de saber que somos animales de sociedad y que todo el entorno que nos rodea nos influye absolutamente en todo. Al igual que las antiguas exposiciones que atraían a la élite parisina, la música en directo atrae a las masas. Nos encontramos ahora con la representación más sublime del arte enmarcada en una sociedad de masas. La ciudad se convierte en un panal de enormes dimensiones en cuyo centro se forma una grandiosa gota de miel. Desde todos los puntos de la ciudad la gente se aproxima al punto central. El directo actua como epicentro de un terremoto artístico donde las ondas P y F revitalizan cada punto de la ciudad. La gente de otras ciudades y de los alrededores acude al epicentro, incluso días previos al súmmum. Buscan la revitalización de sus almas, sentir el puro arte en sus cuerpos. La ciudad sede del evento está preparada, sus servicios pasan a ser parte de todos. A la hora punta decenas de miles de personas se arremolinan alrededor del escenario como una jauría de lobos hambrientos que acuden por instinto a por su presa. Comienza el directo. La primera nota emitida por los gigantescos altavoces crean un orgasmo en el público, un orgasmo infinito, pues no acabará hasta el día siguiente. Suenan los primeros temas, las personas pierden su ser, su rol y se enfrascan en un

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camino de placer. El arte expresa arte y es capaz de cambiar a las personas. Éstas sienten cosas que jamás habían sentido, lloran, ríen, sienten escalofríos, saltan, gritan, es un cóctel de emociones que ni ellos mismos pueden controlar, sensaciones que de ninguna


manera serán capaces de igualar. La ciudad es un enorme altavoz que contagia a todo lo que le rodea. Tras

esta

reflexión

personal

de

lo

que

verdaderamente expresa la música, debemos hablar de la ubicación de dichos directos. El escenario no es menos importante de lo que es un lienzo para un cuadro. Es fundamental para que todo el

Live de Linkin Park en Red Square, Moscú 2011

espectáculo quede acorde a lo que se quiere expresar. Grupos como Linkin Park colocan sus escenarios en puntos de la ciudad donde no sólo se posee una máxima accesibilidad sino que entran en contacto con las obras o monumentos identificativos de la misma. Si lo que más identifica a la ciudad es la puerta de Alcalá en Madrid, la puerta de Brandemburgo en Berlín o el Kremlin en Moscú, entre otros, el escenario se coloca eclipsando dichas obras, es un llamamiento a la sociedad: «obviad estas obras, ahora sentiréis el arte de verdad». Todos sabemos que la música es considerada arte, pero con una diferencia abismal con otras artes. El músico es artista, pero no de la misma cualidad que la de un gran pintor o escultor. Un grupo musical no es considerado como grupo de artistas sino como un grupo que entretiene a las masas con sus melodías. Además, poseen seguidores, los fans, que son a los que más les llegan las sensaciones antes descritas. Obviamente no son los fans los únicos que acuden a estos directos; bajo mi punto de vista, si no te gusta la música, de cualquier tipo, no tienes alma. Todos tenemos una canción que se identifica con nosotros o que nos produce dichas sensaciones. Aunque sea el típico himno de nuestro equipo preferido. Es un arte que afecta a absolutamente

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todas las personas, es lo que diferencia a la música de las demás artes y la hace tan grandiosa. Una exposición de arte abstracto pasa desapercibida para un número mayoritario de los habitantes de la ciudad. Solo una minoría acude a estas exposiciones movidas por


el interés cultural o por la simple curiosidad intelectual. Algunos incluso acuden únicamente por el bufet. Llamamos a estas personas cultas, la elite cultural de nuestra ciudad; sin embargo llamamos «perroflauta« a los que acuden a los conciertos. Es la sociedad del momento, donde se vende la imagen y las apariencias son las que mandan. La sociedad actual que etiqueta a las personas como más le place, sin distinción, usando arquetipos anclados en el pasado. Sólo porque unos pocos se quedan pasmados vestidos de gala mirando una pared decorada y otros saltan al son de la música con ropa vulgar, hacemos distinciones de elite cultural y gente «común». Aquí es donde llega la revitalización de la ciudad con la música, la cual hace salir de sus casas no solo a esos «cultos», sino que hace aparecer de dentro de todos nosotros ese sentimiento obligatorio de equilibrio social y de entendimiento con los demás. La elite culta de la sociedad… la simple expresión Del verbo me llaman vástago, basta con alzar el micro al cielo y caen relámpagos en tímpanos, míralos somos furia sobre un boom-clap. Hijos de la catastrofe, apostoles de la verdad. Nach, Un dia en Suburbia, 2008

me hace reflexionar. Más bien habría que llamarlos incultos que se creen cultos por contemplar un cuadro con la mano en la barbilla y la otra sujetando el folleto de la exposición, mientras describen lo que ven con el rabillo del ojo mirando hacia la firma del cuadro para ver el nombre del artista que es lo único que les importa. Y lo mejor de todo es que creen que no nos damos cuenta, pobre

diablo que se cree dios entre los dioses y tan sólo es otro potro en el establo dando coces (Nach, Un día en Suburbia, 2008). La música revitaliza el comportamiento social, unifica y elimina las etiquetas con las que cargamos en esta sociedad. Nos ayuda a valorar a los demás, a entender a todos. Si no llegamos a entender las manifestaciones musicales, no podremos

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comprender nuestra propia alma.


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Javier Sรกnchez Clemente

Una asociaciรณn y una revista juveniles


Una asociación y una revista juveniles

Javier Sánchez Clemente Historiador del arte

«Campus Artis» y Funambulista podrían quedarse en esas voluntades por la voluntad con que el filósofo Ortega y Gasset caracterizó lo español. Las andanzas de don Quijote, las interminables aventuras amorosas de don Juan, el poderío imperial petrificado en el Escorial… todos ellos eran para él voluntades y esfuerzos que se consumían en sí mismos y parecían no ir dirigidos a ningún objetivo. Me pregunto si no lo serán también nuestra Asociación y nuestra revista. Ambos son, en efecto, esfuerzos, pero ¿hacia dónde van dirigidos? ¿No será tal vez «Campus Artis» una bandada de esa variedad de Quijotes y don Juanes que ha caracterizado la fauna espiritual hispana y Funambulista la última rama donde posaron su vuelo? En el origen de «Campus Artis» está la invisibilidad de la juventud. Este problema lo percibí con claridad en noviembre de 2010 en una exposición con obras seleccionadas del certamen de artes plásticas que convoca la Diputación de Cáceres anualmente. Muchos de los artistas expuestos me eran conocidos por un catálogo sobre creación joven en Extremadura editado, entonces recientemente, por la Junta de Extremadura. Lo que me sorprendía

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años en ese momento. La mayor parte de ellos se había labrado ya

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de estos jóvenes era su edad, pues todos ellos tenían más de treinta

un estilo reconocible, había disfrutado de diferentes becas, algunas


tan fabulosas como la de pasar un año en Roma pintando, y ya había firmado contratos con galerías. Todos habían encaminado una carrera artística más o menos sólida construida en parte sobre un cimiento institucional. No discuto la necesidad de estas políticas artísticas, pero lo que me sorprendía era el tratamiento de «jóvenes» que se les daba en aquel catálogo. Para mí, los artistas jóvenes son los que todavía están en sus veinte, han cursado la Licenciatura, ahora ya Grado, en Bellas Artes en alguna universidad fuera de la región, o incluso alguna maestría, con el consiguiente esfuerzo y sacrificio para sus familias, y regresan a casa con 22 ó 23 primaveras sin ningún tipo de autonomía económica. Intuía la existencia de estos artistas verdaderamente jóvenes pero no podía pronunciarme al respecto porque carecían de visibilidad. Quizá se beneficien también de alguna que otra beca y vayan picoteando de aquí y de allá, sobreviviendo durante una década hasta que, si su vocación supera los mil problemas de la vida, puedan exponer, por fin, en el certamen de artes plásticas del Brocense o algo así, para que personas como yo las conozcan, y otras que no son como yo compren su obra. Ésos eran más jóvenes que los recogidos en los catálogos de arte joven en Extremadura y, sobre todo, menos visibles. Menos visibles aún son los artistas aficionados, amateurs en el sentido de que aman el arte. Me refiero a los que cursan el bachillerato artístico, obtienen algún diploma en una escuela de Bellas Artes, disfrutan del placer de pintar en la Universidad Popular, reciben clases particulares en academias, escuelas y estudios privados o, simplemente, pintan y dibujan en la soledad

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de su tiempo libre, entre los cuales me incluyo. Estos amantes del arte lo tienen más difícil que los anteriores porque sólo podrán desarrollar su actividad creativa como un lujo al margen de las obligaciones o responsabilidades de la edad adulta.


Pensar para estos artistas con estudios universitarios o sin ellos que sale adelante quien vale es equivocado. Quien tiene no sólo talento, sino también voluntad y dedicación, todavía tendrá que obtener el reconocimiento de la sociedad. Es necesario para ello, primero, que exista un público y, segundo, que existan los canales adecuados como para que ese talento por descubrir llegue hasta él. ¿Cómo se puede esperar conseguir que los jóvenes talentos salgan adelante, por mucho que valgan, tengan ganas y se lo trabajen, si faltan la estructura y las oportunidades que permitan su

reconocimiento?

En

las

I

Jornadas

de

arte

español

contemporáneo que nos brindó el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear fue éste, precisamente, uno de los temas más recurrentes. En ese sentido, Rosa Olivares contó una anécdota muy elocuente. Un comisario extranjero buscaba a artistas españoles para montar una importante exposición y se interesó por uno a cuyo galerista envió una carta. Éste no prestó atención a la demanda del comisario y nunca respondió. Ese artista talentoso, cuya calidad y técnica eran —según Rosa— muy similares a las del hoy sí encumbrado Miquel Barceló, abandonó después la carrera artística, cuando participar en aquella exposición habría sido un espaldarazo para ella. Actualmente se dedica a actividades sin relación con el mundo artístico. La tragedia de este artista frustrado es la de quien podría haber dado mucho a la sociedad en el terreno creativo de haber encontrado un cierto interés, confianza, facilidades y estructura que le hubieran permitido desarrollar todas sus potencialidades. Como él, son incontables las promesas que jamás podrán cumplirse únicamente por la ausencia de un hábitat propicio, en general en España y más particularmente en

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La vida exigía tomar la iniciativa. Tras estas y otras muchas

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Extremadura. No basta, por tanto, con valer.

experiencias, concluí que una solución posible podría pasar por la


unión de artistas jóvenes en una Asociación. Lo mismo me parecía cierto para los escritores. Había que hacer algo para ambos, escritores y artistas. Tampoco se puede pedir más al Estado, aparte de continuar favoreciendo a los supuestos artistas «jóvenes» de Extremadura. Es cierto que, en otras regiones, la juventud parece tener mil oportunidades más y que esto se debe, en parte, a determinadas políticas en materias artísticas, pero no podemos quejarnos. El Estado nos ha dado siempre mucho, frecuentemente más de lo que nos merecíamos. De ningún modo hay que pararse a esperar a que nadie, tampoco el Estado, haga algo por ti. El Estado puede favorecer, potenciar, financiar, ayudar, pero no puede sustituir la indispensable iniciativa individual. La primera iniciativa, mía y de mis amigos, fue fundar una Asociación para acoger estas iniciativas y que, al juntar voluntades, éstas tengan alguna posibilidad de hacerse realidad. La primera en hacerse realidad ha sido la revista

Funambulista. ¿Quién no tiene sus revistas preferidas? Aunque a mí me gustan la Revista de Occidente y October, fue una revista alemana la que me llevó hasta Funambulista, en concreto una editada y vendida mensualmente en Múnich: BISS —acrónimo de

Bürger in sozialen Schwierigkeiten—. Adquirí un par de números de esta revista durante una estancia el verano pasado en la capital bávara. Me agradaba de ella su alemán sencillito, el contenido marcadamente social y local de sus artículos, su edición y lo solidario de su precio, pues la mitad de su precio de 1,80 euros se lo quedaba el parado que te la vendía. Gracias a mi amiga Anne he podido saber que otras ciudades alemanas conocen el mismo tipo

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de publicaciones. ¿Cómo es posible que el principal fabricante de parados del mundo no las edite? No me parecía difícil hacer una revista parecida en cuanto a contenidos y edición, pero centrada en la creación joven. Otra amiga mía, Ana —seguramente


colaboradora en próximos números—, me sugirió probar a publicarla en línea. Tras diversas reuniones y sesiones de trabajo, el primer número apareció en mayo de 2012. Ahora lo hace el segundo, y algún día esperamos que se imprima, venda y cumpla una labor social. Las motivaciones de la revista fueron diversas. En primer lugar, puede beneficiar a mucha más gente que los instrumentos habituales con que el Estado actúa sobre la creación joven: certámenes, becas y catálogos. El número de beneficiarios directos que acceden a este tipo de ayudas es necesariamente muy escaso, y, lo que es peor, depende de juicios de valor restrictivos y criterios a veces discutibles. Una revista, por el contrario, puede acoger la creación de muchos más artistas y escritores. En segundo lugar, está abierta a casi todas las vertientes creativas: literatura, artes plásticas, artes gráficas, etc., que se suman para dar una obra colectiva. En tercer lugar, ayuda a combatir ese gran problema de la invisibilidad que nos movió a fundar la Asociación. En el primer número se puso mucho énfasis en el humanismo, entendido éste como lo que hace al ser humano persona, individuo, como la autonomía, autodeterminación, libertad de pensamiento y conciencia individual. Es la manera de hacer frente a la raíz del problema de la invisibilidad: no la apatía, es decir, a-pathīa, falta de pasión, de sentimiento, sino la falta de confianza en uno mismo, el miedo ante la sociedad, la inexperiencia, el no saber. Para ello, es necesario definirse, encontrarse a uno mismo, comprender la realidad. De ahí el interés por el ensayo, aquel género literario con ejemplos

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exquisitos en otras lenguas, algo inferiores en español, y orientado a la comprensión. Muchos de nosotros, historiadores del arte, debatimos sobre qué es el arte en nuestros días. Hoy he querido tratar de comprender lo que hacemos, Asociación y revista, para


evitar el desengaño que conlleva aquella caracterización que nos

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legó Ortega y Gasset de lo español.


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