de ser folklore en un sentido de “apartheid” o de autoexclusión. No más se definen por la resistencia o la victimización de su situación sino por la conquista de lo que es también suyo. De allí que tales conciertos show hagan del cuerpo en movimiento una adhesión colectiva a la identidad cultural que se va forjando. Si bien son espacios masivos de recreación, ratificando gustos, a la vez denotan pertenencia a una gesta popular en el campo cultural con significado social frente a sectores que siempre los humillaron, pretendiendo inclusive su desaparición26.
La migración en relación con la voluntad de superar pobrezas superando su naturaleza de víctima social excluida, fue la base social generadora del fenómeno masivo que hoy día tratamos de interpretar, como también la valoración cultural de origen. No se engendró desde apuestas económicas sino de reivindicaciones sociales y culturales que encuentran en el negocio una forma de existencia con resultados de reproducción y crecimiento que a la vez conquistan reputación entre los suyos y otros. La producción de ganancias se instaló, sin tener que recurrir a protección alguna. Tampoco es el gran capital sino que al ubicarse en el de producción y circulación de servicios, compromete a muchos proveedores y usuarios, haciendo circular ganancias entre muchos provincianos eficientes. Reconocemos así que el mercado existe, sostenido por redes de migrantes de cierto carácter étnico y localista que existen en las grandes ciudades, como clubes o asociaciones provinciales, locales y regionales con programas radiales dirigidos a ellos para mantenerlos cerca de su lugar de origen, contra el olvido. Durante décadas fueron espacios de reconstrucción cultural en tanto lugares de encuentro29.
Este mercado generado que sustenta a este movimiento presenta características específicas. “Las industrias del huayno se han descentralizado, pasando de una economía de producción a una de servicios. La pletórica piratería, las migraciones transnacionales, la consolidación del proceso social iniciado por las migraciones y el propio culto provinciano a los espacios sociales de encuentro han multiplicado los lugares propicios para realizar conciertos, convirtiéndolos en la principales fuentes de ingreso para los productores y distribuidores de la música. Eje de estas industrias culturales ya no es la producción de discos sino la organización de espectáculos”27. La mixtura y cambios que se han venido configurando desde estos servicios que se ofertan, como en los procesos de producción, o los instrumentos que se utilizan son altamente significativos y aluden a diferentes sentidos. El huayno, por ejemplo, muestra legítima del folklore, “dejó la clandestinidad de sus primeras incursiones en la industria fonográfica y se convirtió en un éxito comercial en la competitiva industria audiovisual. De bufón pasó a ser la vedette del capitalismo”28 en sociedades de gran desigualdad.
El cambio cultural que todo este fenómeno ha generado es evidente, dándole a las ciudades un rostro más plural y festivo. En ese sentido, la migración ha sido portadora del folklore como un proceso de modernización y de posicionamiento en la sociedad. Se “está propiciando la formulación de narraciones étnicas que buscan incorporar a la población de origen andino a la sociedad nacional30” por fuera de la noción de clase, haciendo evidente su evidente ascenso social. De alguna manera estamos ante una nueva épica de los emigrantes, que no fue guerrera ni heroica, más bien es acompañante de la inserción popular en la ciudad moderna del mundo, como las fiestas que se desarrollan en muchas ciudades donde los provincianos peruanos son visitados por sus cantantes para recordarles quienes son ahora y cómo fueron antes. Lima aparece así como el paso de intermediación cultural hacia el mundo global, en la medida que la migración continúa ya no del campo a la ciudad o del mundo andino al moderno, sino siguiéndole la pista a los nuevos peruanos internacionales.
Hasta han creado su propia gráfica publicitaria, fosforescente y altamente llamativa, que convoca multitudes y se ha convertido en sinónimo de la nueva cultura urbana y popular, colocada en la calle, mercados, bares, sin tope alguno. Así los huaynos y la música llamada “chicha”, entre otras variaciones, son expresión luminosa de una nueva cultura que recupera la tradición para transgredirla con respeto y atrevimiento a la vez.
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Jorge Basadre reseña en “La Historia de la República del Perú” actividades de exterminación real de indígenas y campesinos, dirigidos por sectores oligárquicos, continuando así con la lógica de la conquista. ALFARO Rotondo Santiago. “Las industrias culturales e identidades étnicas del huayno”. Artículo publicado en “Arguedas y el Perú de hoy”, Editora: Carmen María Pinilla. Casa de Estudios Sociales Sur y Asamblea Nacional de Rectores. Lima 2,005. pág.60. Obra citada, pág 57.
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Ver en: TELLEZ Rubén “La Radio y los Procesos de Integración de los Migrantes a la Ciudad” en “Cultura de Masas y Cultura Popular en la Radio Peruana”. Calandria-Tarea. Lima 1990. ALFARO Santiago, idem, pág. 73.
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