RevistaliterariaCafeDePalabras

Page 1



4 Editorial

Entrevistas Así Escribe

7 Luis Miguel Sánchez Tostado 9 Patricia López Castillo Así Escribe Música

33 Julio Demonio

Nuestros relatistas y poetas 12 Alicia Hortelano Nuño 13 Ana Barberán Villar 14 Carlos Peris Viñé 15 Consuelo Galiano Santiago 16 Cristina Piñar Morales 17 Cristóbal Encinas Sánchez 18 Encarnación Fernández Sánchez 19 Juan A. Puche López 20 Juani Lombardo González 21 Marina Ruiz Fernández 22 Miguel Medina Torres 23 Paco Aguilar Barranco 24 Pedropa García Aparicio 25 Rocío de Vargas Aguilera 26 Sara Gómez Martínez 27 Jorge Expósito Serrano 28 Juana María Casas Cantos 29 María José Sánchez Anguita 30 Nany París

Edita Asociación Literaria “Café de Palabras” Coordinadora Juani Lombardo González Equipo de redacción Cristóbal Encinas Sánchez (Corrector) Miguel Medina Torres (Imprenta) Pedropa García Aparicio (Publicidad) Maquetación Juani Lombardo González Portada e Índice Sonia Mena Ilustraciones Josemi Medina

Cómo escribir y no morir en el intento

Fotografía:

31 El cuento

Carlos Peris (Págs. 5 y 35)

Un libro en el bolsillo 36 Un Libro:

Colaboran en este número

La biblioteca secreta. Haruki Murakami

Cristóbal Encinas Sánchez Josefina Armenteros

Curiosidades 37 La historia de una palabra: Azafata.

Anual 2016

Nº 1

Juani Lombardo González Miguel Medina Torres Pedropa García Aparicio

37 Había una vez un personaje que se llamaba Francisco de Quevedo.

con... AsociacionFinalizamos Literaria Cafe de Palabras 38 un haiku

Revista Literaria

Café de Palabras

Síguenos

Literaria “Café de Palabras” Aprender el arte de laAsociación escritura

Aprender el arte de la escritura http://cafedepalabras2012.blogspot.com.es/ http://cafedepalabras2012.blogspot.com.es/


Temp

orada

2015 /20

16


Editorial

Café de Palabras

E

l germen de la Asociación Literaria “Café de Palabras” estuvo en la inquietud de un grupo de mujeres por crecer como contadoras de historias. En su origen estuvieron las ideas de autogestión y acogida. Por ello nuestra trayectoria ha sido la de compartir y nutrirnos del buen hacer y del saber de aquellas personas ávidas por aprender y mejorar en su área de creación; hemos favorecido los encuentros con profesionales de la fotografía, pintura, cine, teatro y literatura, así como también hemos participado en todos aquellos eventos literarios para los que hemos sido solicitados. Como actual presidenta quiero agradecer a las socias y socio fundadores: María Encarnación Fernández Sánchez, Consuelo Galiano Santiago, Ana Castillo Sabalete, Cristina Piñar Morales, Alicia Hortelano Nuño, José Miguel Prieto Palomino y Esther Núñez Mendoza el camino que abrieron a quienes llegamos después. Reconocer públicamente la generosidad de Fernando Fabián Escribano Bravo que sin descanso ha gestionado nuestro taller semanal durante estos primeros cuatro años de vida, haciéndonos crecer como escritoras y escritores, corrigiendo con destreza y agudeza nuestros textos, así como su interés en cuidar los pequeños detalles en nuestras presentaciones en público, haciéndonos ver la importancia de trabajar la dicción, entonación e incluso el manejo del micrófono. En este primer número no podría dejar de mencionar a la Biblioteca Pública de Jaén y darle las gracias por acogernos cada semana y facilitar el desarrollo de nuestro taller semanal y por contar con nuestra participación en los eventos culturales que organiza. Y, cómo no, agradecer al equipo de redacción su trabajo para hacer de este conjunto de textos una hermosa puesta de largo de la Asociación vestida por la elegante portada de Sonia Mena y las cuidadas ilustraciones de Josemi Medina. A todas aquellas personas que leáis este número inicial os pido que en cada una de estas páginas veáis la ilusión, el esfuerzo y cómo no la osadía de un grupo de amantes de las palabras y su poder creador.

P

4


Entrevistas


Así Escribe

LUIS MIGUEL SÁNCHEZ TOSTADO Un espacio acogedor. El aroma de un buen café envuelve el ambiente. Sentado frente a mí un jiennense de mirada penetrante, inquieto y comprometido con su trabajo y con la sociedad, que ha hecho de la escritura una pasión prolífica. De aspecto serio y sonrisa misteriosa. ¿Un café? ¡Luis Miguel! ¿Qué hace falta para ser escritor? ¿Se necesita grandes dosis de intuición o tener un pensamiento sólido? Para ser escritor solo hace falta ser humano y tener el deseo de contar historias. Todos podemos serlo. Los recursos se aprenden, la creatividad se ejercita con el tiempo. La inspiración y el talento innato ayudan, pero todos llevamos dentro un escritor que frustramos deliberadamente por miedo al ridículo. ¿Cree que todas las historias están ya contadas? ¿La nuestra daría lugar para escribir un interesante relato? ¿Y usted cree que todas las recetas de cocina están inventadas, todas las temáticas pictóricas plasmadas en lienzo o todas las canciones compuestas? Ni mucho menos. El ser humano tiene una energía creativa sin límites. Ser distintos nos hace únicos, fuentes insólitas de creación plástica y artística. Desde los petroglifos del Neolítico hasta “Cien años de soledad” los humanos no hemos cesado de crear ni un solo momento. Muchos escritores somos robadores de historias. Yo, por ejemplo, he escrito sobre personas con vidas sorprendentes. Me vienen a la cabeza las apasionantes aventuras del guerrillero “Cencerro” en los años cuarenta, o el famoso asesino de Castillo de Locubín a finales del siglo XIX. Pero a veces no hay que buscar tanto, basta con repasar nuestra propia vida; en ella encontramos secuencias dignas de ser contadas y escritas. Otra cosa es hacerlo con destreza suficiente. ¿Los libros son la vida o son los restos que queda de ella? Los libros nos dan vida, nos sumergen en historias maravillosas, nos hacen vivir de otra manera. Leyendo perdemos la noción del tiempo, nos hace jóvenes, inmortales, nos hacen tener lo que no tenemos. Cuando abrimos un libro somos mejores y le ganamos la batalla al aburrimiento y a la tristeza. Leer nos hace pensar por nosotros mismos y nos ayuda a ser libres.

¿El escritor responde a las preguntas de los de-

más o a las suyas propias? Hay muchos tipos de escritores. No se aborda lo mismo el ensayo que la narrativa de ficción o un poemario, como tampoco se trabaja igual una novela histórica que una romántica. Cada escritor es un mundo y cada cual usa técnicas y artificios literarios muy distintos. El ensayo está enfocado a responder las preguntas de los demás; el poeta, en cambio, trata de responder a las suyas propias. Me gustaría que nos contara qué busca y pretende como novelista y relatista. Yo llegué a la narrativa de ficción (novela y relato) a través de la investigación (ensayo). Escribí mi primer libro a los 27 años de edad. Fue mi tesis de fin de carrera, un estudio criminológico sobre el consumo y el tráfico de drogas en el Campo de Gibraltar que tuvo una gran repercusión pública. Aquello me marcó. Después de él siguieron más ensayos sobre criminología e historia contemporánea. Pero llegó un momento –hablo de los últimos años– en los que me aventuré con la ficción. Los ensayos previos me aportaron cierto músculo narrativo que me ayudó. ¿Qué busco? Disfrutar leyendo, investigando y escribiendo, gozando de lo que me gusta. ¿Le parece poco? Sabemos que su especialidad es el ensayo histórico pero ahora qué ha entrado en el mundo de la narrativa qué prefiere, ¿novela o relato corto? ¿Dónde se encuentra más a gusto? El relato o cuento es un género menos ambicioso que la novela. El relato suele servir como una gimnasia o un entrenamiento previo a objetivos más ambiciosos. A mí me sirvió para probarme durante el tránsito del ensayo a novela. Gané algunos certámenes de relato y eso me animó. Yo recomiendo a las personas con inquietudes literarias que comiencen con trabajos cortos como el 6


género epistolar con una o dos páginas, después que pasen a los relatos o cuentos de diez o doce páginas. Y más adelante, cuando adquieran pulso narrativo, se propongan como reto una novela breve con una extensión aproximada de entre setenta y cien páginas. La dificultad de la novela estriba en mantener la atención del lector en un número amplio de páginas sin perder el interés por la historia. Muchos no se atreven a dar este paso. ¿La soledad ,en su caso ,es creativa? A mí me encanta la soledad, de hecho es con ella con quien más tiempo paso. Es una paradoja, lo sé. Creo que tengo un pacto con la soledad. Soy incapaz de leer y escribir si no estoy solo y en completo silencio. Me gustaría que fuese capaz de convencer al lector para que lea su nuevo libro Hablando en plata. Mi última obra Hablando en plata es un libro de memorias. Es un sorprendente anecdotario de una trayectoria de 25 años como escritor, historiador y criminólogo. En este libro publico cosas que nunca dije: las presiones y las amenazas de muerte que sufrí por parte de los cárteles de la droga en Cádiz y de la banda terrorista ETA en Jaén. Motines, traiciones, plagios, descubrimientos, publicaciones, luchas, galardones, soledades, son algunas de las confesiones que divulgo por vez primera También incluye divertidas anécdotas, situaciones

7

Sánchez Tostado nace en Jaén, el 22 de junio de 1962. Escritor, historiador y criminólogo. Trabajó como funcionario de prisiones, sindicalista, docente y criminólogo. Su

bibliografía

comprende unas 30 obras. Su especialidad es el ensayo histórico. También tiene trabajos en el ámbito crimi-

nológico, en narrativa y relato corto


.

insólitas y reflexiones sobre el mundo de la criminalidad, la investigación y la defensa del patrimonio cultural y un recorrido por mi trayectoria bibliográfica.

Una curiosidad El último libro que ha leído El catolicismo explicado a las ovejas, de Juan Eslava Galán. El primer libro que recuerda haber leído Las aventuras de los cinco, de Enid Blyton. El segundo fue Un capitán de quince años, de Julio Verne. La última vez que algo le asustó La semana pasada. El último sueño loco que tuvo Los sueños locos hay que vivirlos, no difundirlos. El primer gran consejo que le dieron Me lo dio mi padre con 16 años: Que no me escondiera para fumar en la copa de un árbol, que era peligroso para la salud si me caía, jajaja. Las primeras palabras que utilizan sus amigos para describirle. Intuitivo, cascarrabias, impulsivo, tozudo y meticuloso, sin pelos en la lengua, pero honesto. Lo último que piensa antes de dormirse. Ufff mil cosas. Mi mente es un torbellino antes de dormir. Lo primero que piensa cuando se levanta por la mañana Que otra vez amanecí con los cables de la radio enredados en el pescuezo, jajaja.

Y para terminar En Café de Palabras tenemos algunos escritores noveles interesados en publicar, ¿Qué les aconsejaría? ¿Libro a editoriales, premios literarios o vía web? Lo primero es no cesar de leer. Sólo se aprende a escribir bien leyendo mucho. Conviene hacer una lectura inteligente con observación detallada del vocabulario y los recursos literarios utilizados por otros escritores. Yo utilizo una técnica que me da resultado. Se trata de poner puntitos de lápiz al margen de las páginas de los libros que leo, justo en la línea donde se encuentra aquello que me llamó la atención. Una vez concluida la lectura del libro, llevo al ordenador la lista de anotaciones con el contenido de todos los puntitos. Mientras lo hago, busco significados en el diccionario y reflexiono sobre determinados giros literarios

empleados en cada contexto. Así voy aprendiendo. En ese proceso surgen ideas para nuestros textos. En cuanto a la edición, no es fácil. La crisis económica afectó también al mundo literario y pocas editoriales apuestan por autores desconocidos ante el descenso de ventas . Una opción para los noveles es participar en certámenes de relatos de nivel medio-bajo. Si se publican en la web dejan de ser inéditos y ya no pueden ser presentados a premios ni publicados en papel. Algunos apuestan por la autoedición. Hay editoriales que trabajan ese campo, pero es muy arriesgado y suele costarle el dinero al autor. Para que el precio de venta sea asequible deben imprimirse no menos de 500 ejemplares. Un libro de 200 páginas tiene un coste de unos 2000 euros, esto supone el 25% del PVP. Pero el escritor no será capaz de vender más allá 50 o 60 ejemplares en su entorno próximo. Contratar una distribuidora para enviarlos a las librerías de la provincia, por ejemplo, le costará el 50 % del PVP y los libreros se llevan entre el 25 y el .35% por lo que no queda margen de beneficio. Las tiradas más pequeñas suelen ser costosas y el precio de los ejemplares se dispara. En los últimos años se ha puesto de moda el mecenazgo o venta anticipada, pero tampoco es fácil conseguir un número de compradores suficientes que permita editar. Otra salida es la publicación por alguna institución pública: ayuntamientos, diputaciones, fundaciones, etc. Incluso la edición electrónica, aunque esta última todavía no está demasiado implantada. Mi primer libro sobre temática jiennense me lo editó una pequeña editorial de Jaén que apostó por mí. En cualquier caso, no hay que desistir.

8


Así Escribe

PATRICIA LÓPEZ CASTILLO Inteligente, entusiasta, vital, ilusionada, en definitiva, joven. ¿Su sueño? Ser escritora. Quiere hacerse un hueco entre ellos y por ello está peleando. Patricia, queremos conocerte mejor, –le comento–. Sonríe, mientras remueve nerviosa su café . ¡Cómo nos entendemos!


¿Quién es Patricia López Castillo? Es una soñadora, que no se conforma con una idea. ¿Estudias, trabajas o escribes? ¿Crees que es necesaria dedicación exclusiva para convertirse en escritora? Trabajo a jornada completa, estudio y ¡claro que escribo! (sonríe plena). Llevo haciéndolo desde pequeñitajunto a mi padre. Algún día me dedicaré a escribir exclusivamente, además, tengo mucha ilusión en todo el movimiento literario en el que estoy metida, y si la pregunta es si necesitas todo el tiempo para ser escritor, pienso que el escritor se nace con él, y algún día lo necesitaré a jornada completa para plasmar todo lo que me ronda por la cabeza. Y ahora que estamos hablando de escritores, ¿qué es ser escritor? Para mí ser escritor es que lean lo que escribes, que te hagan críticas o que una persona te diga: “no dejes de escribir, me encanta ”. Lectura, creatividad y escritura, ¿están íntimamente relacionadas o es la vida la que te pone en situación? Es la vida la que me pone en la situación, y por supuesto las tres van muy relacionadas, aunque como empecé a trabajar muy pronto y estudiaba al mismo tiempo, no me daba tiempo a leer todo lo que hubiera deseado.. Mi abuela me dice: “Niña deja todas esas y piensa en casarte” , pero como que no me va a convencer. ¿Crees que influye mucho el lugar de nacimiento o el entorno para ser escritor? Siempre influye dependiendo de lo que uno vea, porque todo escritor tiene la influencia de su entorno. ¿Sabe el escritor qué es lo que ha escrito en realidad? Puede saberlo, pero hay que tener capacidad para ello, y tú o alguien debería de decirle a éste: “Ey, lee lo que escribes”, aunque los que verdaderamente pueden ayudar en eso son los lectores y los críticos que no se guíen por sus propios gustos. ¿Qué hay de ti en cada historia que relatas? Creo que todo o más bien una gran parte de mí. Planificas mucho o te dejas llevar. Me dejo llevar, sobre todo por la poesía y por el tiempo del que dispongo; primero escribo y luego le hago el amor una y otra vez hasta que me convence. Eso me dijo un gran amigo escritor de Jaén, y sigo el consejo a raja tabla. Las novelas hay que planificarlas, aunque sea un poco y tener una idea de la evolución, así como crear los personajes, su forma de ser, etc. ¿Cómo te gusta contar una historia? Depende, cada historia tiene su propia estructura, cómo contarla dependerá de lo que quieras o no transmitir. Háblanos de cómo hiciste tu poemario. ¿Cómo surgió Las ruinas del presente? El nombre se me ocurrió hace unos años, en mi blog signoderojapoesia, pensé que lo que nos lleva a la ruina es el presente, que no sabemos complacerlo, y por ello he querido hacerle un homenaje. Fueron mis primeros pasos hacia el lector.

¿Cuándo vas a comenzar a escribir un libro, lo tienes organizado completamente en tu cabeza y en papel o dejas que intuitivamente te vaya sorprendiendo? “Escribe con el corazón y corrige con la cabeza”, lo aprendí en el taller literario de Café de Palabras. ¿Alguna vez has sido tentada por cualquiera de las demás artes? Mi vida es una tentación artística (carcajadas). ¿Cuáles son tus hábitos de escritura? Escribes con el ordenador o a lápiz? Truman Capote no podía escribir si no era tumbado, fumando y tomando café. En mi caso lo que me ayuda a concentrarme es un café gigante frente al infinito. Con la poesía no tengo ninguna predilección, la tengo en la punta de mis dedos y tengo que escribirla en mi libreta, si no, no es mi poesía. Los cuentos, relatos y demás en el ordenador desde hace solo unos meses. ¿Qué buscas en tus historias? Magia y que quien las lea vuele como si fuera un navío impulsado por el viento. Una curiosidad El último libro que has leído. Retales de un escribano, de Carlos, mi prologuista. El primer libro que recuerdas haber leído. No recuerdo su título, pero si el de Las alas de la pantera, de Barco de vapor. Me atrapó y de hecho me lo he comprado hace un par de días para volver a leerlo (risas). La última vez que algo te asustó. La posibilidad de perder a mi madre hace unos años. El último sueño loco que tuviste. Tengo muchos, y los suelo escribir en relatos, jejejeje. El primer gran consejo que te dieron. No recuerdo ninguno en concreto, pero tengo la suerte de que la gente que me rodea, me suele aconsejar. Las primeras palabras que utilizan tus amigos para describirte. Loca. Lo último que piensas antes de dormirte. “Todo pasa, todo llega, mañana es un paso más para llegar a tu destino”. Lo primero que piensas cuando te levantas por la mañana. ¿Por qué tengo que madrugar tanto? Y para terminar ¿Qué nos aconsejarías.? En Café de Palabras tenemos algunos noveles interesados en publicar, qué les dirías ¿Libro a editoriales, premios literarios , autoedición o vía web? Sinceramente que prueben para que les editen, que sean muy rigurosos en su trabajo, y que, si quieren consejos, yo estoy dispuesta a dárselos (risas). Personalmente, voy a empezar a apostar por premios literarios y algunos otros asuntos para ver qué tal se me da. En el colegio era buena. Básicamente es para ver qué puede pasar. A los que estén interesados en publicar, que aprendan, lean y escuchen todo, pero que no pierdan nunca su esencia ni intenten imitar. 10


Nuestr

os Rela

y poet

tistas

as


Alicia Hortelano Nuño -Nombre: Alis Imaginaria. -Lugar de nacimiento: En las miradas, las sonrisas, las lágrimas de cualquier ser humano. -¿Dónde vives?: En el interior de Alicia, pero ella no lo sabe. -¿Por qué escribes? Para noolvidarquelasvidasdeloshombresymujeres merecen ser contadas. -Para terminar, ¿con qué te identificas? Con el olor que desprende la tierra cuando la lluvia la acaricia, con los colores que el sol derrama en el cielo cuando amanece, con la mano del amigo cuando no tienes fuerzas, con la risa de un niño y contigo... si tú me dejas.

Sin pendientes Se encerró en el baño y echó la llave. Delante del espejo, trató de esbozar una sonrisa que se convirtió en mueca, dando a su rostro juvenil un aspecto extraño. Movió su cabeza esperando alejar sus miedos, y ese movimiento Le devolvió recuerdos de su infancia, cercana en el tiempo pero alejada de su presente. Volvieron con nitidez sus encuentros con el espejo ante el que se encontraba.

La estrella Recostadas en una manta en el suelo, una madre y su hija esperan en silencio la llegada del sueño. La noche ha cubierto con dulzura la ciudad, inundándola de serenidad, de quietud. La niña se mueve inquieta. Con apenas cuatro años, no consigue dormir. Su madre, para tranquilizarla, le dice que mire a través de la ventana y que observe las estrellas. Le cuenta que una de ellas, la que más brilla, es la suya; que nació en el firmamento el mismo día que ella vio la luz. Cuando la encuentre, puede pedir un deseo y se cumplirá.

Tenía cinco años y poderes mágicos. Se recuerda con los pendientes de su madre, sus collares y unos labios desdibujados por el rojo del carmín. Sus ojos brillaban cuando preguntaba inocente: –Espejito, espejito, ¿quién es la más guapa del mundo? Y una voz dulce le contestaba: – Tú. Tú eres la más guapa. Hoy, con 15 años, le faltan los pendientes, los collares, el rojo de los labios, y además el espejo ya no es mágico. Con crueldad le recuerda que debe comenzar a afeitarse.

Tu rostro

La niña pide un deseo antes de encontrar su estrella. Quiere un libro de cuentos, con muchos colores y dibujos de princesas. Unos ojos infantiles escudriñan el cielo y descubren una luz grande, intensa, que crece por momentos en el fondo negro.

Me he cobijado en la noche esperando encontrarte. Te busco, pero he olvidado tu rostro. Solo mi corazón tiene constancia de ti, y a él me aferro con la desesperación de quien sabe que la vida se le escapa.

– ¿Esa es mi estrella? – Pregunta con alegría.

Ya no pienso, solo siento. Recuerdo tus caricias, tus besos, tu risa alegre y eso me llena de paz. Quiero recordar tu rostro pero se me pierde en la inmensidad del firmamento. La noche sigue su curso.

La madre se estremece, abraza a su hija cubriéndola con su cuerpo, y le responde: – Sí cariño, es esa. Las televisiones de todo el mundo abren con la noticia de un nuevo ataque sobre Gaza por la noche. Diez muertos, entre ellos una niña de cuatro años.

Alguien se acerca. Debo dejar de pensar. Es una mujer, no la conozco. Dice mi nombre, me besa, me sonríe y en esa sonrisa, te encuentro. 12


Ana Barberán Villar Nacida y criada en Jaén. De profesión funcionaria municipal con vocación de Servicios Sociales; colaboradora en “Opinión Diario Jaén” desde hace casi dos décadas; madre y amante de mis tres hijos y de mi pareja; demócrata y defensora del Humanismo Solidario. Admiradora de la creatividad y de las pequeñas cosas; entusiasta de la amistad y de la familia abierta; practicante-defensora de los derechos de la mujer. Realista y, sin embargo, utópica.

Domadora de olas Llevaba paseando desde primera hora de la mañana, tratando de recorrer a pie los jardines que rodeaban la inmensa mansión, cuando descubrió un laberinto de árboles y vegetación espesa en el lateral de la casa. De golpe, de la espesura, surgió un pétreo mausoleo presidido por un ángel tallado en mármol. Era blanco como la nieve. ¡Hoy hombres, mañana estatuas!, solía decir la anciana tía que en gloria esté, cuando quería referirse a lo efímero de la vida y del poder. Ahora y gracias al cumplimiento de tan certero refrán, la insignificante Elena había heredado todo aquello que cualquier persona pudiera soñar: la fortuna de la vieja con el poder de sus territorios y empresas. –¡Un emporio! –le dijo el albacea de la anciana– . Y tú su heredera universal –apostilló. Ella, que había luchado siempre contra las olas que la arrastraban mar adentro, ahora se encontraba en la cresta de esas mismas olas sin necesidad de domarlas.

Tatuaje Miraba ávidamente la línea de tinta negra marcada en su piel. Bajaba desde la axila izquierda serpenteando hasta el comienzo del muslo. Alguien, o él mismo se la había hecho grabar como signo indeleble de identidad. Pertenecía a esa clase de hombre en el que se confunde la fortaleza y decisión con una chulería casi imperceptible, escondida en las suaves formas de acariciar. Era el tercer encuentro y aún ignoraba su nombre y procedencia. El silencio presidía sus contactos y sólo un leve gemir del placer se dejaba oír de tiempo en tiempo en la habitación. Ella recorría con su mirada esa línea descendente hasta la cadera del hombre, sin atreverse a preguntar el significado de la misma, si es que lo tenía. Le gustaría besar dulcemente su recorrido pero algo le decía que era una línea sagrada que no se podía traspasar. Él la atrajo hacia sí obligándola a despegar la mirada del sinuoso camino de su tatuaje. Buscaba los ojos de la mujer, que esquivaban los suyos. 13

Se removió inquieta, huidiza, no quería que el hombre descubriera en sus ojos la cascada de interrogantes que no podía controlar y que la hacían débil ante el varón. La primera intención fue levantarse rápidamente del lecho para establecer una distancia y posición distinta a la que tenía, de manera que pudiese mirarlo desde otra perspectiva espacial y así abarcar una visión más distante y establecer un diálogo corporal que la situara por encima de él, que aún yacía en la cama. Su movimiento se vio rápidamente impedido porque el desconocido inició nuevamente una continuidad de caricias que la retenían ahí, aún en contra de su voluntad. El silencio había sido desde el principio el acuerdo no verbal asumido por los dos, pero ella sentía que más que un acuerdo había sido una aceptación de ella ante la certeza de que él así lo exigía y no estaba dispuesto a implicarse más allá del contacto físico. Se sintió débil y sometida. Se vio devaluada ante sí misma y ante sus ojos, de manera que ocultó el rostro bajo el antebrazo del hombre sin atreverse casi a respirar. Fuera, la lluvia seguía cayendo mansamente deslizándose por los cristales sin emitir ningún ruido. El silencio se hizo más profundo.


Carlos Peris Viñé Mi nombre es Carlos Peris Viñé. Soy maestro de Educación Primaria ya jubilado y me he dedicado al mundo de la imagen desde muy joven. La fotografía es para mí un instrumento para expresar mis pensamientos e ideas y para manifestar mis planteamientos personales y mis sentimientos. Soy un fotógrafo autodidacta aunque mis referentes están muy localizados en lo que suele llamarse fotografía callejera, fotografía de denuncia, de contenido social, en definitiva en lo relacionado siempre con la persona y sus circunstancias tanto individuales como sociales. Siempre he sido muy sensible a las situaciones de marginalidad y de desprotección social y busco reflejarlo en mis imágenes.

Desde arriba Con ágil y sinuoso salto felino subió al sofá y me miró desde arriba. Acercó con suavidad sus piernas a mis caderas y colocó, oferente, a la altura de mi cara, aquello que fue musgo de Neruda y ahora aparecía lampiño como de Warhol. Sin apenas modificar la postura, sus ojos se clavaron en los míos ya suplicantes. Con la mandíbula desencajada y la existencia diluida en líquidos ancestrales, fui conducido por lentas ondulaciones de interminables trenzados de boronas hasta el cielo prometido. Los leves e intensos movimientos realizaron su función de hacer perder el control del espacio y la razón. Después de no sé cuánto tiempo la gata sonrió lasciva desde su altura, mientras mis brazos, caídos, lánguidos, inermes, permanecían perforados por sus tacones.

Salima

casa mirando a un lado y a otro para cerciorarse de que nadie la sigue. Lleva mucho miedo. Es el momento, o ahora o nunca. La casa de su prima Shakila estaba solo a veinte minutos pero suficientes como para que alguien se lo contase a su marido. Tenía que correr mucho, mucho, si quería ver a su prima antes de morir. Llevaba cinco meses enferma, pero la prohibición de su marido era muy severa: –¡Si sales de la casa sola, te mato! –le gritaba con frecuencia con los ojos encendidos y los dedos amenazantes y crispados. Y ella sabía que podía hacerlo sin ningún escrúpulo. Estaba cerca, muy cerca pero no consiguió llegar: reconoció las negras barbas de Yaward rodeando su boca vociferante. Volvía por unas llaves olvidadas. Despertó de su aturdimiento al sentir un hilo de sangre resbalando por su mejilla, empapando los negros rizos de su hija Jalila, acurrucada en su pecho.

Camino a Tánger entre rayas azules de tela gastada. Unos enormes ojos negros, desorientados en la humedad de su miedo, se confunden con los agujeros de los fardos. Insignificante Salima. La puerta oxidada del coche comprime los caóticos bultos, mientras antiguas y huesudas manos de mujer transportan el atadijo de enormes ojos negros. Interminable viaje por caminos pestilentes e inmundos. Entre los envoltorios y el asfixiante polvo amarillo, los enormes ojos negros siguen buscando. Suelo de paja humedecida con sudor y orín amasados. Parcos gestos apoyados con agitadas expresiones, y las mugrientas manos en cónclave ofician el rito. Chuchillas oxidadas provocan el desgarrador grito inocente que taladra el mundo.

Unas llaves olvidadas Asadabad, pequeña población al este de Kabul, cercana a la frontera con China. Son las 9 de la mañana y Yaward acaba de salir de casa 14


Consuelo Galiano Santiago Nací en Fuensanta de Martos, una tarde de cine. Tengo dos días menos de edad. El señor del Registro no quiso venirse a bien, y anotar que mi nacimiento fue en sábado, a él le gustaba más el lunes, así que ese día quedé inscrita a todos los efectos. Soy una y soy muchas: soñadora incansable, inventora de vidas paralelas, coleccionista de palabras, guionista en busca de tiempos amables. Confieso que me gusta escribir porque me gusta jugar. Y juego, a veces, a ser poeta y a relatar lo que mis ojos ven y mi corazón siente.

Los sonidos del amor –Vístete rápido, la tía Regina ha muerto, nos vamos al pueblo –dijo mi padre. Durante el viaje, papá fue reviviendo para nosotras pasajes de su vida con la tía Regina. Era la hermana de la abuela, ella lo crio como si fuera su propio hijo. –Tu madre es una artista –le decía cuando papá preguntaba por ella–, tiene que viajar mucho. Pero en uno de esos viajes la abuela decidió no regresar, olvidándose de su pueblo y de su hijo. Cuando llegamos, solo Amelia nos esperaba. Yo corrí hacia su abrazo. Amelia era el ama de llaves, aunque para mí era mucho más. Confidente y compañera de juegos, fue mi guía en esa casa inmensa en la que las habitaciones ocultaban tantos recovecos como secretos. Mientras papá ponía orden en las cosas de la tía y mamá empaquetaba todo lo de valor, yo me dediqué a husmear; eso decía Amelia sonriendo complaciente. Nunca había subido al trastero de la casa, no por falta de curiosidad sino por un irracional miedo, pero ahora yo era mayor y eso me envalentonaba. Al abrir la puerta un olor a humedad se expandió libre envolviéndolo todo. Allí se amontonaban objetos ya inservibles, pero que por un extraño apego la tía Regina se negaba a tirar. Toqué, removí, abrí y cerré cajas llenas de recuerdos tan grises

15

como el polvo que las cubría. Entre tanto desorden, hallé un baúl de madera tallada. Al abrirlo quedé sorprendida, en su fondo solo había un cuaderno. Lo cogí, en su portada habían escrito: Recetas para enamorar. Esa noche cociné para papá y mamá. El manto de tristeza de los últimos días dio paso a risas descontroladas, a miradas cálidas y cómplices entre ellos, esas que ya no vivían en sus ojos desde hacía tiempo. Yo reí con ellos, con sus historias de cuando se conocieron y de cómo fue su vida antes de llegar yo; luego los dejé a solas, era su momento. Esa noche me dormí, acunada por los sonidos del amor.

Una noche cuajada de estrellas Tu vientre está seco, le dijo la Engracia, mientras sus manos heladas le revolvían las entrañas. Por un instante sus miradas se cruzaron; Estrella se aferró a los hierros del sillón con tanta fuerza que, de haberlo querido, de cuajo los hubiese arrancado. Pero la pena pudo más que la ira y solo acertó a dejarse llevar por un tibio llanto. Él arqueó las cejas en un gesto de contrariedad, el desprecio acumulado se fue adueñando de la estancia. Vístete y vete a casa, le ordenó. Luego, volviéndose hacia la curandera, le tendió dos billetes de veinte. Enfiló Estrella, la última curva camino de la casa grande. Los silencios cuajaban de crisantemos las esquinas de su corazón; sola en medio de la nada, se dejó caer en la orilla del arroyo. Cerró los ojos, rogándole a sus miedos que la dejaran soñar. Emboscada al otro lado de la vida, se vio bailar, mientras unos ojos de mirada lasciva la perseguían. Te he de amar mientras viva, le susurró con avaricia de enamorado, un joven en el que quiso ver al hombre de su vida. El sueño se enturbió, despertando en un lugar donde nada sucede más que el tedio y el desafío. Huir o morir, no cabían más caminos.


Cristina Piñar Morales

Sorpresa en el baño Hoy es el día, pensó. Aprovechando que celebraban el décimo aniversario de su boda, prepararía a su marido aquel largo baño de espuma del que tanto le había oído hablar en múltiples ocasiones. Lo organizó todo con esmero. El agua templada, los alrededores de la bañera cubiertos con pétalos de rosas, un poco de incienso para perfumar la estancia y pequeñas velas que, junto con un tenue hilo musical, creaban un ambiente íntimo y relajante. Juan llegó del trabajo, dejó caer el cuerpo sobre el sofá y pidió a su mujer una cerveza. Marina entró al cuarto de estar con un minúsculo biquini rojo, el pelo recogido en un moño y una flor a modo de adorno. Lo cogió del brazo y lo llevó hasta el baño. “¡¿Pero esto qué es?!”, exclamó. “Ya has estado viendo una de esas películas romanticonas que tanto te gustan ¿no?”. Marina se echó a llorar. “¿No decías que querías un largo baño de espuma? Pues aquí lo tienes que, por si no lo recuerdas, hoy es nuestro aniversario”. El llanto quedó eclipsado por una enorme carcajada. “¡Claro que es mi sueño un baño de espuma, tonta, pero de espuma de cerveza!”

Encrucijada en el Peñón Yo, Charly, como máximo dirigente de la comunidad simia de Gibraltar, os he reunido aquí, queridos hermanos monos, para exponer los peligros que nos acechan y debatir posibles soluciones. Hace tiempo que españoles, ingleses, llanitos, en definitiva, humanos todos, se quejan de nuestra presencia en el Peñón. Aseguran que molestamos a residentes y turistas, que somos agresivos y dañamos la imagen de la ciudad.

Se quejan, además, de que generamos suciedad y malos olores, pero lo peor de todo es que consideran que manifestamos una actitud violenta ante ellos. Según mis informaciones, las autoridades planean deportar a más de un centenar de nosotros debido a ciertos casos de robos y ataques producidos en los últimos tiempos por algunos macacos aquí presentes. El gobierno del Peñón ha decidido tomar esta decisión al considerar que, en palabras textuales, “ya no tememos a los humanos”. Creen que es la mejor medida, pues otra sería el sacrificio, algo que, de momento, no contemplan. Desde aquí os ruego que mejoréis vuestro comportamiento. Lo que para vosotros es una broma, puede resultar un delito para quienes resultan víctimas de dichas acciones. No es lícito robar ni agredir a quienes nos dan de comer pues, al fin y al cabo, son ellos los que mandan y no nosotros. Aunque, claro está, esto podría cambiar. Llegados a este punto, se nos plantean dos posibilidades. Entregarnos e intentar mejorar nuestra actitud. Revelarnos y comenzar una lucha para conquistar el territorio. Que nadie se olvide de que nuestra presencia aquí es anterior a la de los ingleses, así que, en realidad, este terreno nos corresponde más a nosotros que a ellos. Es nuestra obligación mantener la especie, defender nuestro espacio y pelear por lo que nos pertenece. Así que, estimados amigos, os insto a que manifestéis vuestra opinión aquí y ahora, de manera libre, con el fin de tomar una decisión que resulte lo más beneficiosa posible para todos. Sin más, paso al punto de ruegos y preguntas. Gracias por vuestra atención. Confío en vuestro buen criterio y sensatez a la hora de tratar este importante asunto.

16


Cristóbal Encinas Sánchez Nací en Arbuniel, en julio del año 54. En la escuela me acerqué a la literatura. En mi juventud, en 1972, empecé a escribir poemas de amor, de soledad y de ausencias. Me gustaba hablar de mis sentimientos y eso hacía sentirme con capacidad de comprensión, de saber un poco lo que les podría pasar a los demás. Me presenté a un certamen literario con varios poemas y conseguí un tercer galardón. Esto me dio confianza para continuar. Acabados mis estudios, me casé y me fui a Barcelona a trabajar. Entonces, dejé de escribir. Posteriormente, lo retomé cuando me desvinculé de mi empresa. Ahora vendrían unos años en los que la lectura, en la Biblioteca Pública de Jaén, tendría una importancia decisiva en mis actividades diarias, asistiendo a nuestro club de lectura, semanalmente. Desde hace seis años participo en un taller de escritura creativa y en 2012 se constituyó la Asociación Literaria Café de Palabras. Los componentes tenemos la ilusión de aprender a escribir, de analizar nuestros textos y así mejorarlos.

El escapulario La apesadumbrada chica esperó hasta que pasara la última columna de soldados. Al final de la estrecha calle avanzaba un carro tirado por un triste caballo. Los mutilados cuerpos, exangües, eran zarandeados por los vaivenes cuando las ruedas pisaban las piedras sacadas del pavimento. En uno de ellos, un brazo se extendió y en su muñeca mostró el mismo escapulario que ella le había regalado la tarde anterior. Los labios se le quedaron congelados y no pudieron soltar ni una palabra, solo se le oyó gemir. Como una desquiciada se precipitó hacia el carro para comprobar si era el de su amado, pero su cara no estaba visible. El cabo que comandaba la fila ordenó a un soldado pararlo. Tras desplazar los cuerpos que se amontonaban sobre el que la chica había indicado, comprobó que una tupida barba le cubría el rostro. No podía razonar qué pudo ocurrir. Tal vez, en el último momento de la vida de aquel pobre hombre, le habrían consolado ofreciéndole la santa imagen para hacerle más llevadero su inminente trance. Con cierta resignación la chica se retiró de súbito del inmundo carro para cobijarse en una lejana esperanza.

Anónimo intransigente Y ella dijo: “Todos los hombres sois iguales”. Pero no todos los que allí estaban se dieron por aludidos. Ella continuó diciendo: “Y en el caso de que no lo seáis, mucho peor para vosotros”. Y entonces se quedaron extrañados. Ahora estoy muy cerca de ti. No quiero asustarte, pero estoy enamorada. Es una invitación que te hago para que me des una parte muy personal tuya porque eres un hombre generoso y atractivo, razonable y con mucho dinero. Quiero que sepas que solo deseo hijos tuyos, de nadie más, en número de diez. Mis ideas son que nuestros hijos hagan grandes proyectos en el futuro. Y salven a este mundo que se nos queda pequeño. Stephen Hawking me ha dado hoy la pista. Mi gran deseo es que ellos abran nuevos caminos y vayan a Marte dentro de cuarenta años. 17

Estoy dispuesta a dialogar contigo si accedes a mi singular propuesta. No digas nada de esto a nadie, pues tú serás el primero que tenga una estirpe que descubrirá nuevos mundos y así contribuir a la propuesta más encomiable de la ciencia: salvarnos de este planeta ya caduco. Para comunicarte conmigo, lo harás subiendo la persiana de tu dormitorio, la que da al huerto, para que yo la vea. Si estás conforme, tendrás que dejarla subida todo el día, a partir de mañana jueves. Si no estuvieras de acuerdo, da lo mismo, la subes también, porque el sábado por la noche entraré por la puerta de atrás. Esta esuna idea que me rondaba desde que estábamos en la escuela – tendrás buena memoria y lo recordarás– pero no me atrevía a exponértela porque necesitaba una razón de altura. Y esa nos la ha dado ahora Stephen. Te juro, amor mío, que no te dejaré, porque quiero hacerme vieja a tu lado, sabiendo que nos esperan otros mundos. Para tu regocijo, piensa en que me doblas la edad: me llevas más de veinte años. Mira en tus listas. Y alégrate, porque además, para meternos en harina, este fin de semana vamos a hacerle ese reconocimiento exhaustivo al universo más cercano.


Encarnación Fernández Sánchez

Adulterio puntual Después de muchos años el punto y la coma seguían unidos entre sí a pesar de los celos de esta. Cansada, la coma pidió al Consejo de las Letras unas vacaciones para su compañero y para ella, a lo que este accedió. Ambos planearon pasar sus vacaciones en un cuaderno blanco que llevaba sin abrir mucho tiempo; decidieron que era el lugar perfecto para el reposo. Los primeros días pasearon y estuvieron contentos de no encontrarse con ninguna palabra, número u otro símbolo que les obligara a puntuar. Al cabo de unos días, la coma, aburrida, interrogó al punto sobre los secretos que nunca le había contado a nadie. El punto quiso evadir la respuesta, pero la coma se puso tan tierna que consiguió destapar su secreto: el punto confesó que le había engañado con el signo de interrogación y con el de exclamación. Ella, lejos de enojarse, comprendió la necesidad de su compañero de hacer turismo gramatical. Lo que no entendió la coma es que le hubiese engañado con otro punto. Esa noche no pudo dormir imaginando qué harían dos puntos en un escrito.

La puerta de dos mundos Ella navegó desde Cuba con la maleta llena de sueños y promesas, con el hambre doblada en un rincón del equipaje. Trajo su piel oscura y sus ojos claros, su enorme culo y una bicicleta. Vino con un dios embotellado que descorcha en los amaneceres fríos. Predica por las calles mientras te vende un paquete de bragas negras sin encajes o un pijama de estrellitas o calcetines blancos. Los hijos que engendró en una noche de putas, crecen lejos de sus manos y de sus besos. Por eso se le enreda el pelo, como la vida que pega tirones y le pincha una rueda en mitad de la nada. Él quiso ser torero de plaza y ruedo,

de orejas y capotes, hasta que la vida se le quedó en un palmo, en un hilo de suero y en un hospital y, con todo, pudo aferrarse al capote y salir a hombros a la calle. Desde entonces cada noche, antes de acostarse, pone un vaso de agua en su mesita para tragarse los programas de mierda junto a un puñado de pastillas con las que le nacen hilos en su cabeza, en sus manos y en su cuerpo. Se conocieron una tarde de domingo de compraventa de tejidos y carne morena. La subió a su casa quedándose a dormir un año y varios días. Él se cansó de rezar sin calzoncillos, arrodillado frente a la cama. Y una mañana sin despunte, sacó sus bártulos a la calle y cerró la puerta tras de sí. Ella al volver de su trasiego vio sus pertenencias arrojadas al desprecio, se acomodó junto a los enseres a esperar que la puerta en su muro de silencio abriera una rendija para colarse de nuevo en esa línea fronteriza que dibuja un mapa con dos mundos. Desde niña llevo grabado el sonido de las olas del mar. Nací en Adra (Almería), una orilla en la que quedó anotada parte de mi vida, escrita quizá en la memoria del agua, y de la cual me alimento para no olvidar mis huellas en la arena. La otra parte de mi historia la acoge la tierra adoptiva de Jaén, en ella escribo cada día con palabras de viento que mueven mis hojas desde las raíces. Y tal vez, comencé a escribir para ser solo aire, ese que viaja como la voz de mi abuelo Juan y me traía los cuentos que, aún me acompañan para imaginar que la vida también se respira si abrimos los brazos y sujetamos un arco iris.

18


Juan Antonio Puche López Mi nombre es Juan Antonio Puche López y soy de Jaén. La verdad es que realmente no sé cuando nació mi pasión por la escritura. Lo que tengo claro, es que fue tardíamente. Quizás mis estudios de Economía no fueron precisamente los más propicios para despertar una creatividad literaria tan latente. Supongo que como todos los escritores, escribo por la necesidad de expresar mis sentimientos y hubo un día en que ese momento llegó. Es ciertamente una necesidad vital, una forma de vivir y de sentir y un auténtico acto de Amor, primero conmigo y en segundo lugar, con los demás.

19

El fantasma Gurugú

La última carta

Como cada tarde, Cristian se dirige sin gana a su clase de inglés en la academia, cuando de repente, un deseo irresistible le obliga a parar y mirar hacia la casa maldita. Esa casa que todos en el pueblo conocían y de la que nadie se atrevía a hablar y donde, según parece, desde hace tiempo ocurren hechos inexplicables. Sus padres le tenían dicho que pasara siempre sin prestarle atención, pero esa tarde era diferente, el deseo era cada vez más irrefrenable y decidió entrar. La casa se encontraba en un estado lamentable de abandono y ciertamente daba miedo estar allí. De hecho, empezó a asustarse al notar una presencia extraña cerca de él. Al estar a punto de salir pitando, oye una voz: -–¡No te asustes. Espera, por favor. Soy un niño como tú! –¿Quién eres? ¿Quién me habla? Pregunta un Cristian completamente aterrado. –Soy el fantasma Gurugú. Llevo aquí mucho tiempo y me siento solo. No te vayas como hacen siempre todos, por favor. Quédate un poco más. Cristian ya más tranquilo, aceptó la propuesta y al final, se pasó toda la tarde riendo y hablando con su nuevo amigo y se dio cuenta, que al igual que él, también quería jugar y divertirse, así que al día siguiente, ni corto ni perezoso, se llevó a todos sus amigos de la pandilla e hicieron una gran fiesta a la que asistieron incluso algunos padres y madres que antes tenían miedo hasta de pasar por delante de la puerta. Se sentía muy feliz por varias razones: La primera, por él, por entender en toda su extensión el valor de la amistad, la segunda, por los mayores del pueblo, porque habían perdido el miedo a lo desconocido y disfrutaban del momento igual que los propios niños y, finalmente, por Gurugú, porque ya nunca más se sentiría solo e incomprendido en aquella casa en ruinas. Y enormemente feliz, abandonó discretamente la fiesta, siendo consciente de que había ayudado a resolver, un extraño caso de fantasmas.

Manuel, el cartero del barrio, se dispone a hacer entrega de un certificado que su anciana amiga doña Paquita debe firmar en persona como en otras ocasiones; sin embargo, esta vez parece que no se trata de una nueva factura pendiente por su escasa pensión. El extraño sello delata su procedencia: Inglaterra. Allí se fue hace años su único hijo en busca de una vida mejor. Pero hoy Manuel se encuentra un cuerpo inerte y frío. Abatido y triste, no sabe qué hacer e invadido por una irresistible curiosidad, decide abrir el sobre aun jugándose su puesto de trabajo: Queridísima Mamá: Quiero empezar diciéndote lo mucho que te quiero y que siento muchísimo no haberte escrito ni llamado en todos estos años. Mi reciente paternidad me ha hecho ver lo equivocado que estaba. No lo hice a propósito. Lo hice por vergüenza. Te mentí. Nunca encontré un buen trabajo y durante mucho tiempo ni siquiera lo tuve. Mamá, he dormido en la calle. He comido de lo que encontraba en la basura y he pasado frío y calamidades. Pero, ¿sabes una cosa? Ahora todo ha cambiado. Tengo un trabajo estupendo y una familia que me quiere. Te mando todo este dinero para que te vengas a vivir con nosotros y conozcas por fin a tu nieto. Soy muy feliz mamá y seguro que tú también te estás alegrando al leer esta carta. ¡Te quiero! Las lágrimas del cartero corren por sus mejillas; mete de nuevo la carta en el sobre y lo deposita delicadamente sobre el cuerpo de doña Paquita, pensando que hoy, sin esperarlo, la vida le ha dado una gran lección: fragilidad, soledad, miedo y esperanza. Todo junto, pero al mismo tiempo separado. Hoy aprendió que es posible. Hoy, a una persona muy especial, le entregó, su última carta.


Juani Lombardo González Nací un día de primavera rodeada de campos de labranza y olivos. En mis bolsillos traía dos objetos: unas sandalias de tacón fino y un libro; es así como comencé andar senderos entre realidades, sueños e ilusiones y aprendí a jugar con la vida.

El cuento de los mil colores – ¡Papá, papá! Jaime con su alegría y prisas habituales se acercó corriendo hacia su padre. –Había una vez un cuento que soñaba que quería ser de color rojo porque le gustaba el mar. –Hijo, no puede ser, el mar es azul. El pequeño lo miró pensativo y comenzó de nuevo. –Había una vez un cuento que quería ser de color rosa porque le gustaban las ranas. –No puede ser, las ranas son de color verde –le replicó el padre. Miró al suelo, concentrado, y con una gran sonrisa, convencido de que esta vez iba a ser la buena, le dijo: – Había una vez un cuento que soñaba con ser blanco como las vacas coquetas. –Mi niño, no puede ser –le contestó acariciándole el pelo–, las vacas tienen unas enormes manchas de color gris y negro en su piel. –¿Entonces? ¿Y si un cuento sueña con ser un caracol, por qué este es de color amarillo? – No, no. No puede ser –le respondió con una sonrisa–. Amarillos son los rayos del sol que buscan al caracol para darle su calor.

El pequeño observó, preocupado y a la vez sorprendido, el cuento de los mil colores que tenía entre sus pequeñas manos. Lo abrió y en su página de color morado había escrito en letras grandes: “Había una vez un hombre que no sabía leer cuentos”. Jaime no entendía cómo los mayores no eran capaces de leer uno, con lo fácil que era, y preguntó: –¿Por qué? –Porque se le ha olvidado ser niño –respondió el cuento.

Sueños Es hora de descansar, la ciudad se retira. Los rascacielos abren sus grandes ventanales dispuestos a ventilar el aburrimiento y la desidia. Los sueños vuelan, y sus frágiles alas cubren el cielo del atardecer. Atentos, siguen y persiguen a un Sol que se retira a dormir. Obstinado sueña con soñar a la Luna.

20


Marina Ruiz Fernández Desde que conocí el mar, me enamoré de él, su olor, oleaje, susurros de las olas, me relaja, me da paz… Cierro los ojos y allí estoy en el momento que lo deseo. No sé si es casual que mi nombre ya estuviese pensado antes de nacer, y que fuese herencia de mi abuela paterna, que su significado sea “mujer de mar” y que naciera en una tierra con un “mar de olivos”.

El relax

Desde el tejado Cuando vi llegar y aletear a aquel pájaro, me plegué y aguanté la respiración, mi corazón latía con un ritmo vertiginoso: aquellos ojos amarillos y aquel pico, esperaba que no me viera. Merodeó por la jaula y con maestría logró sacar a uno de los canarios que había dentro; su compañero aleteaba sin saber donde esconderse, ¡pobre! Allí mismo fue devorando el primer canario que cogió y más tarde hizo lo mismo con el que quedó en la jaula. Encogida vi que no era el momento de salir hasta que el ave se marchara, los minutos se me hicieron eternos. El gavilán miró alrededor y después salió volando, dejando la jaula desordenada y las plumas esparcidas por el suelo. ¡De buena me he librado!, no me fiaré más de andar tan suelta por el tejado, hasta ahora creía que era libre de ir de acá para allá sin tomar medida alguna. Estoy acostumbrada a mirar desde abajo hacia arriba y viceversa, todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Como soy menuda tengo mi escondite en el tejado, un sitio donde nadie me puede ver, y en el que yo sí que veo. Lo peor fue que, a la vecina, que le habían desaparecido los canarios, se acercó a mi dueña y le dijo lo que había encontrado; lloraba desconsolada y preguntaba por mí. Mi dueña negaba rotundamente que yo hubiese cometido tal desaguisado. ¡Ay, y yo sin poder hablar!

21

Se despidió y cortó la comunicación. ¡Qué cansada estaba!, los niños minaban su energía; el trabajo si que le llenaba y lo hacía con agrado, pero necesitaba relajarse. Un largo baño de espuma le haría bien, música suave, ambiente especial y se puso manos a la obra. Se desnudó y se miró al espejo; todos les decían que tenía un cuerpo de modelo, curvas de infarto, los compañeros e incluso algunas amigas habían coqueteado con ella. Bueno, ella disfrutaba de su sexualidad, como algo natural que era. Le hacía ilusión estrenar la bañera, con hidromasaje y yacuzzi; se sumergió poco a poco, sentía el calor del agua en su piel, se colocó cómodamente y la música sonaba suave y agradable. Sintió el relax, cerró los ojos y se dejó llevar por el momento. El agua empezó a burbujear y la sentía en su espalda y el masaje, en sus pies. ¡Oh, aquello era la gloria!, no oyó ruido alguno, pero sí que notó cómo la acariciaban unas manos recorriendo cada milímetro de su piel; ella se dejó llevar decidida a tomar todo el placer posible, quería que aquello durara lo suficiente para recrearse al máximo. Sintió los dedos entre sus muslos, abriéndose paso a su punto de disfrute, y se dejó llevar hasta marearse de gozo: la boca le succionaba sus pezones, se dejaba llevar en un oleaje de satisfacción. No quería abrir los ojos, porque igual estaba soñando y se resistía a despertarse en aquellos momentos, estaba centrada totalmente en la espuma, que subía y bajaba con movimientos suaves en su cuerpo; el agua tenía su temperatura justa. Sintió cómo le succionaban los dedos del pie y más tarde la boca; fue subiendo más arriba de nuevo, buscando el botón de su delicia, lamiéndole hasta el deleite. Y se perdió en aquel baño de éxtasis.


Miguel Medina Torres Nombre: Miguel Medina Edad: Taitantos Profesión: Maestro Industrial, en la actualidad se dedica a la seguridad. Aunque, precisamente, seguridad es lo que le falta porque ha tenido ya muchos accidentes de tráfico (siempre por culpa de los otros). Aficiones: cine, teatro, lectura , escritura y viajar. Me gusta escribir relatos cortos de nuestra realidad social, de relaciones sentimentales y de poesía humorística.

El tren El tren partía de la estación. Alicia estaba inmóvil en el arcén con la vista perdida en el horizonte, donde desaparecía la silueta serpenteante del ferrocarril.

La fuerza del destino

Se había despedido de la persona que más quería. Ahora su vida se quedaba vacía. Sus pensamientos, antaño alegres como farolillos de feria, ahora se habían tornado lúgubres. A Alicia el cuerpo empezó a pesarle demasiado. Vio un banco y se sentó en él, como si su cuerpo fuera de plomo, a pesar de su extrema delgadez. La cabeza comenzó a dolerle con intensidad. Por un momento creyó que iba a marearse, pero el aire frío de diciembre y la lluvia, que había empezado a caerle sobre el rostro, la mantenían consciente. Habían pasado quince minutos desde que se sentó, aunque a ella le parecían una eternidad. Sacó fuerzas de flaqueza y levantó su pequeño cuerpo del banco donde estaba. Se dirigió titubeante hacia su casa. Las calles vacías le

María era una actriz conocida. Su vida giraba siempre alrededor de la interpretación. En su mundo no tenía cabida el amor, solo el aplauso del público, de él se alimentaba y de él vivía. Cuando llegó a los cuarenta años se le despertó el reloj biológico y quiso tener un hijo. Eligió, entre todos los admiradores que tenía, al padre de su hijo. Quedó un día para cenar con él y después de la cena y unas copas se lo llevó a su casa. Hizo el amor con él un poco de forma automática. Cuando terminaron, le dijo: mira, vete a tu casa; ya te llamaré. El hombre quedó un poco perplejo por la premura en echarlo del apartamento. Su hijo fue creciendo en su vientre, mes a mes, y su vientre fue abultándose más y más. María estaba entusiasmada con su embarazo, ya no necesitaba el aplauso del público para ser feliz. Cuando se había cumplido el octavo mes de gestación, salió a la calle a hacer unas compras, y cuando cruzaba el paso de peatones, un vehículo, conducido por un anciano, se abalanzó sobre ella. Cuando despertó en el

parecieron espectrales como si no las reconociera, aunque había pasado por ellas miles de veces. Al llegar a su casa no vio luz y eso la hundió aún más. Subió la escalera despacio, con andar cansino. Llegó a la puerta de su piso, la abrió y entró en él pensando cómo sería su vida a partir de ahora. Su marido hacía ya diez años que había muerto y su hija, que hasta ahora era su alegría y su único motivo para vivir, se había ido a trabajar a Alemania, a mucha distancia como para que ella pudiera visitarla a menudo. Alicia se sentó en el sofá y rememoró los años de universidad de su hija, las noches de estudio, cuando ella le preparaba café para que no se durmiera antes de un examen. También recordó cuando se licenció, lo orgullosa que se sintió de ella con su toga y su birrete. En ese momento era la madre más feliz del mundo. Seguidamente, vivió con esperanza la entrada al mercado laboral de su retoño, sin mucha suerte. La crisis ya había estallado y el trabajo estaba muy difícil. Los estudios de arquitectura no solo no podían contratar a más personal sino que estaban cerrando por falta de encargos. Después llegaron las ofertas de trabajo de Alemania y la decisión final de irse para poder realizar su sueño de ser arquitecta.

hospital, no le dolió la pierna fracturada, le dolió la noticia que le dieron: había perdido al bebé. Se sumió en una depresión profunda de la que solo salió cuando maduró un proyecto social. Haría obras de teatro para residencias de ancianos, centros de acogida de menores, cárceles y otros centros de atención social. Así pasó dos años de su vida dedicándose en cuerpo y alma a los demás. Un día, en que representaba una obra de teatro en un centro de huérfanos, observó que había un niño en la primera fila en silla de ruedas. Tenía los ojos iluminados empapándose del texto desde el principio. María, al terminar, bajó del escenario y saludó a Sergio, que así se llamaba el chaval. Tenía siete años y había perdido a sus padres en un accidente de tráfico quedando paralítico. María, mirando la cara de Sergio, sin saber cómo, se oyó así misma diciendo: ¿quieres venirte a vivir conmigo? Sergio contestó de inmediato que sí. María hizo todo el papeleo que conllevaba la adopción, y en pocos meses tuvo a su “hijo” con ella. Cuando llevaba un año viviendo con Sergio y su vida ya no la concebía sin él, pensó: ¡qué ironía del destino que tengan que ocurrir dos accidentes para que dos personas seamos felices!

Sin moverse del sofá, Alicia cogió un cobertor, se tapó con él y esperó a que el sueño la venciera o la venciera la vida; le daba igual.

22


Paco Aguilar Barranco Solo soy un contador de historias, historias que la vida nos ofrece. Proverbios y cantares XXIX “Caminante no hay camino…” “La clemencia siempre debería ser el paso siguiente a la justicia”.

El camino de la vida Ahora mi actividad más habitual es adormecerme en la hamaca. Así paso la mayor parte del día a mis ochenta y cinco años, aunque de vez en cuando reviso las macetas y el pequeño huerto que tengo en el jardín. Las plantas, las flores son vida, luz, alegría y el chorrillo de la fuentecilla frente a la que me siento es la mejor melodía que pueda escuchar. Así, recostado, rememoro mi infancia, mi juventud, mi vida ya pasada y sueño con lo que pude haber sido y no fui. Mi ilusión por ser maestro, estar rodeado de chavales a los que preparar para su futuro; enseñarles los trucos de los problemas matemáticos, las técnicas para los análisis de las oraciones gramaticales, los fundamentos de las leyes físicas y químicas, los hechos importantes de nuestra historia. Cada curso, una promoción nueva, caras distintas pero idénticas situaciones: el gamberro, el gracioso, el tímido, el esforzado mediocre, el repelente sabelotodo, el buen compañero, el egoísta, el deportista, el especialmente cualificado. Siempre igual, pero yo siempre buscando alternativas para renovarme y seguir disfrutando de mi profesión, de mi vocación. Siempre igual, pero yo siempre buscando alternativas para renovarme y seguir disfrutando de m profesión, de mi vocación. Sin embargo, los hados no me llevaron por ese camino; por el contrario, saqué unas oposiciones de administrativo del consistorio local y durante más de cuarenta años he aguantado filas interminables de quejas y dilemas, gente aburrida que me hacía culpable de sus preocupaciones o necesario “conseguidor” de sus deseos. Después de todo, la vida no me ha tratado mal. He sido feliz con mi mujer; hemos tenido unos buenos hijos y unos preciosos nietos. Ya sólo me resta esperar y recordar soñando. –¡Don Lorenzo, don Lorenzo!. Los que vayamos acabando el examen, ¿podemos marcharnos? –¡Eh! Sí, sí, claro. –¡Uf! Creo que he perdido la noción del tiempo.

23

La herida del recuerdo Laura no quería pasar nunca por esa calle. Aunque era el trayecto más corto hacia su casa, siempre la evitaba. Un anochecer volvía paseando con Raúl y antes de llegar le indicó la oportunidad de dar un pequeño rodeo. Raúl accedió gentilmente, aunque le advirtió que llevaba algo de prisa. El muchacho se dio cuenta que Laura temblaba y en sus ojos se reflejaba un halo de inquietud. La cogió de la mano con firmeza y le susurró: –No te preocupes. No te pasará nada. Laura hizo ademán de besarlo pero en el instante de hacerlo, salió despavorida gritando: –No puedo. He de olvidarlo aún. Unos metros más adelante, Raúl consiguió alcanzarla. –Te he dicho que no temieras. No te pasará nada. Se acercó cariñoso a abrazarla y entonces vio una cicatriz en el cuello de la chica. La rozó con sus labios; Laura se estremeció y rompió a llorar. –No me hagas daño, por favor. – Gritó al borde del desmayo.


Pedropa García Aparicio De pequeño ya escribía, era como sacar afuera esas mariposas que revoloteaban nerviosas en mi interior. Ahora escribo para poner un poco de magia y fantasía en mi vida. Me gusta despertar con la brisa de la mañana, tomar el primer café en el bar del barrio y perder el autobús de las ocho. Nunca duermo solo, me encanta el olor de un libro nuevo y solo me derrota la mirada dulce de mis perros. También me gusta la lluvia, el color de las rosas, el olor de la gente y hace unos años me enamoré de Lisboa.

El Desván Hace mucho tiempo que no sube al desván; cuando ella se marchó de casa lo cerró a cal y canto – nunca lo volveré a abrir, susurró aquel día con tristeza–, pero esta mañana, fatigado tras subir las empinadas escaleras, está a punto de abrir aquella puerta de un color rosa pálido por el paso del tiempo –vaya, las puertas también envejecen, pensó – justo antes de introducir la llave en la cerradura, un fogonazo de su débil memoria le devuelve el recuerdo de un rostro asombrado y feliz – has pintado la puerta de color rosa, mi favorito. Ya está dentro del cuarto, descorre una enorme cortina polvorienta que deja entrar en la buhardilla la claridad del día, casi tropieza con una bicicleta a la que le falta una rueda, huele a papel viejo, a madera podrida, a humedad; unos espejos rotos en el suelo le devuelven la imagen fragmentada de un viejo abatido por el tiempo , un gran peluche rosa lo mira desde una silla de mimbre; una estantería repleta de libros infantiles a los que el polvo ha borrado el título, cajas repletas de juguetes rotos, vestigios de un pasado infantil que alguna vez habitó aquel lugar;

por fin ella se dormía plácidamente acurrucada entre sus muñecas de plástico. Un ruido nervioso le rescata del pasado; de una de las cajas surgen cuatro ratoncillos que huyen despavoridos esfumándose por la penumbra polvorienta del cuarto. Ahora entiende los golpes que ha escuchado durante la noche y por los que ha subido a la buhardilla después de tantos años. –Solo son unos simples ratones –emprende el camino de regreso con la certeza de que no volverá–. Antes de salir ve un baúl a un lado de la puerta, no recuerda que estuviese en aquel lugar, tiene un color oscuro con la cerradura desportillada. De su interior, entre un montón de ropa inservible y fotos en blanco y negro, extrae una vieja libreta con la portada amarillenta; cuando la abre una nube de polvo escapa de su interior. En la última hoja, el nombre de su hija y una anotación: “para mi padre si alguna vez vuelve a subir al desván”. Se acerca a la venta buscando la luz del día y se dispone a leer.

Puzzle Incompleto

otras cajas con trastos inútiles, inservibles, al fondo, en un rincón, y dos sillas mecedoras que rodean una mesita: los recuerdos vuelven a fluir pausados, intermitentes, propios de una memoria desgastada por los años; el desván se llena entonces de sonrisas y de gritos de una niña feliz que juega con su padre en las largas tardes de verano, el viejo rememora las noches plateadas por la luna, contando las estrellas que se colaban por la ventana como puntitos trémulos, y las interminables horas de lectura de cuentos de mundos imaginarios poblados de seres mágicos y de brujas que se enamoran de príncipes, hasta que

Aquel día se me cayó la vida al suelo y se rompió en mil pedazos. Como una ciudad destruida por la guerra, comencé la ardua tarea de reconstruirme, hueso a hueso, recuerdo a recuerdo. Dedicaba la tranquilidad y la soledad de la noche a buscarme por entre las habitaciones de la casa, en acordarme de los nombres de la gente que veía en los álbumes de fotos, en encontrar el significado del tiempo que sonaba monótono en un reloj de pared. Era como pintar un cuadro al que se le habían borrado los colores, como hacer un poema habiendo olvidado las palabras, como aprender de nuevo a caminar. Una noche creí haber terminado mi obra. Me sentía inquieto, como un muerto que vuelve a la vida, caminé inseguro hacia un espejo donde podría ver quién era. Contemplé mi rostro durante tres largos minutos, el tiempo suficiente para descubrir que no era yo el que me miraba desde el otro lado. Aterrado, comprendí que el puzzle no estaba terminado.

24


Rocío de Vargas Aguilera Me he criado en el casco antiguo y he jugado en callejones y plazoletas cargadas de historias y vida. Vivo en una casa con cancela y balcones con postigos que juegan al escondite con el sol implacable del verano y visillos, custodios de la memoria de los cuentos que les susurran las aspidistras y que, de vez en cuando, me dejan escuchar.

Un día cualquiera La mano frustró un día más el repique del despertador. La manilla de la alarma del reloj se consolaba de su inutilidad junto al vaso intacto de agua que amanecía junto a ella en la mesita de noche. Como una protesta sorda, el reloj llegaba a las seis de la madrugada, en el más allá de su cuarto, que era el baño inundado por una luz de neón, que se asemejaría un sol deslumbrante para cualquiera que no anhelara aquel placer diario. En el baño, casi de forma simultánea, se hacía la luz y el ambiente se llenaba de los ecos de la mar: Terranova, el Gran Sol, estaban al alcance de la mano; mar de fondo, marejada, eran las predicciones meteorológicas del día. “Onda Pesquera” le recordaba cada día que el mundo era algo hermoso, y que merecía la pena echarse a la mar, aunque fuera en una embarcación de poco calado, como es un día cualquiera.

Revista Bajó la mirada al suelo, y no reconoció sus pasos. Avanzó concentrado en la punta de sus deportivas, y sintió que tiraban de él como las ruedas de un tren encarriladas en su vía. No necesitó levantar la vista para notar en su nuca las cerbatanas, en forma de rabillos del ojo, que se debatían entre la intriga y el juicio, cuando desató los cordones de sus zapatillas y caminó descalzo por la avenida.

25

De buena mañana Si hay algo que le saca de quicio es la queja, y con ella se tropieza cada mañana: en el ascensor, en el bar, hasta en la cama. No hay manera de esquivarla. En la ingenuidad de la juventud entraba al trapo y, como un novillero, la capoteaba torpemente; pero con los años ha ido cambiando su muleta por una muletilla que le sirve para zanjar, con una frase, lo que antes le chupaba la energía y el ánimo. Así que, con leves variaciones, según la circunstancia, al salir de casa pone su cerebro en automático y, cuando se la encuentra, le responde: “¡Porque nos obligan!”

Travesía Tal vez fuera el agotamiento, o tal vez el miedo lo que amortiguó su ímpetu inicial. Apoyó una mano en la baranda y otra en su cintura, mientras recuperaba el aliento antes de enfrentar el último tramo de escaleras. Se acoplaron sin mostrar resistencia alguna; como viejos amigos que nunca dejaron de reconocerse, la llave y la cerradura se fundieron en un abrazo que terminó con el casi imperceptible crujido del resbalón. Poco a poco la oscuridad de la estancia fue llenándose de luz y de aire fresco. Respiró serena y profundamente. Se sentó en el sillón y recostó la cabeza, dispuesto a soñar su vida.


Sara Gómez Martínez Si hay una cosa que agradezco de la vida es poder leer y disfrutar de los libros. Recuerdo que de pequeña me quedaba anonadada mirando los cuadernos. Empecé a escribir pequeñas poesías a los quince años. Pero fue a los diecisiete cuando me puse en serio y comencé escribiendo relatos. Hoy en día sigo haciéndolo. Escribí mi primer libro "Desde que te encontré" en 2010, se puede comprar en Amazon kindle. He participado en antologías de relatos breves.

Enemigos afines Conozco a F desde que tenía seis años. Coincidimos en la escuela. Éramos enemigos en los recreos. Él disfrutaba robándome el bocadillo, yo disfrutaba pegándole chicles en la mochila. Me sacudía el pelo con su mano mojada de aceite. Yo le regalaba pañuelos llenos de mocos. En las horas intermedias de clase, él solía gritar delante de todos que mis labios eran femeninos. Yo me quedaba en silencio, me quedaba sin respuestas, sin amenazas. Me enseñó el abecedario de palabrotas. Volvimos a coincidir años más adelante en el instituto. Maldita suerte la mía. F se reía, enarcando su ceja interrumpida por una cicatriz. Yo andaba con las manos metidas en los bolsillos, él las tenía siempre al acecho, preparadas para defenderse. Procuraba no tropezarme con él, pero el destino parecía querer unirnos de alguna manera. Vivíamos a dos manzanas de nuestra casa. Fuera del instituto él era otra persona, sostenía mi mirada afablemente, y hasta me saludaba. Yo no entendía esa doble personalidad. Si nos encontrábamos en una tienda o en una calle, él se me quedaba mirando de una manera que me producía escalofríos. Conocí a una chica con largas trenzas y mirada azul. Pero mi interés no era sexual, sino algo más personal. Intentamos hacer sexo, pero no se me levantaba. No lo entendía. La relación se acabó. Estuve solo mucho tiempo, sin ningún interés hacia las chicas. Sin embargo, cuando veía a mis compañeros de clase sudar en las clases de gimnasia y olía sus colonias frescas, me excitaba sobremanera. Al cabo de un tiempo supe a qué me atenía.

F se trasladó a otro instituto. Yo seguí en el mismo. No tenía claro lo que quería estudiar, pero permanecí unos años más. Recuerdo que era una tarde de otoño cuando crucé a toda prisa la calle para adentrarme en el metro. Llevaba bajo mi brazo una carpeta que guardaba mis últimos bocetos de diseño. Sabía dibujar. Probablemente era la única cosa que se me daba bien. En casa, todo estaba lleno de cuadros, entre los que predominaban Van Gogh, Henry Moret, Antoine Bouvard, etc. Aprendí de ellos. Su voz es lo que recuerdo en aquel instante. Pronunciando mi nombre con cuidado e inseguridad. A través de los cristales opacos de la puerta del vagón, vi la figura de un chico de mi misma altura, semblante serio pero pícaro. Era F. –¿Aún dibujas?-preguntó en un susurro. Su aliento en mi hombro me estremeció. Solo pude asentir. Después recuerdo que bajamos juntos y que no podíamos despegarnos el uno del otro. Mostró interés en mis dibujos. Me gustó su sonrisa. Sabía que nada sería igual después de aquel momento. No nos dijimos nada. Nuestros ojos lo dijeron todo. Ahora me espera cuando salgo de casa para dirigirme al instituto. Vamos juntos en metro, me aprieta un poco los dedos de la mano con la suya, haciendo una promesa. Nos atrevemos incluso a caminar durante el trayecto del metro hasta la salida, cogidos de la mano. Él con la cabeza un poco más agachada de lo habitual, y yo mostrándome confuso pero feliz. Sobre todo muy muy feliz.

26


Jorge Expósito Serrano Me llamaron Jorge y llevo vivo desde que nací. Me gusta escribir para que no se me olvide. Matadme si se me ocurre morirme. Sobre todo, pienso (sobre todo, un poco…)

“Estofado de versos”, receta La novela más rara Para que salga un buen poema es necesario macerarlo en la nevera, con su sal y su pimienta, (la chispa del verso) además de un buen ajo, para que se sepa con qué lengua está hecho (he ahí el aroma castellano). Añadir algo de vino (para que las cosas se vean… de otra manera). ¡Importante! ¡Que no se nos pase! Aunque hay a quien le gusta que amargue… Servir con guarnición de locura o pasión si procede y es primavera (ya se sabe: la mejor verdura es la de temporada). Ahora bien, degustar como guste: ¡Con cuchara o con las manos, a estrofas o a versos, o con música y desordenado! Lo que es imprescindible, estimado gourmet, es saborearlo.

La vida es extraña: se lanzan bombas, pero nunca palabras. La vida engaña: odiar es gratis, querer se paga. La vida mata: cada minuto una persona es olvidada. La vida es muy rara: los tristes lloran, las nubes danzan. ¡Pasan tantas cosas! Tantas cosas en esta vida que pasa… Y aun así (o por eso) yo quiero leer todas, todas sus páginas.

Inhóspito Era casi humano, pues en sus ojos vi tristeza cuando dijo “ven”. Dijo “ven” y me enseñó su planeta. Vi sus ruinas: los escombros de una civilización y su lenta agonía. Vi los retales de una guerra. Cenizas de un tiempo todavía humeante. Vi una atmósfera negra sobre un enorme desierto. Vi el cadáver de lo que algún día tuvo vida. –En mi casa —le dije, compasivo— serás bien recibido. –No —contestó él. Cuando volví y contemplé el amanecer sobre el Planeta Tierra, comprendí que no era tristeza sino compasión lo que vi en sus ojos. El visitante reconoció en mi hogar un preludio del suyo.

27


Juana María Casas Mi gran pasión, la lectura, escribo desde no sé cuando. Es la forma que siempre he tenido de expresar todo lo que siento, escribo sin más.

No temas No temas, amor mío. Que yo velaré tu sueño. Aunque sé que no estás dormida. Me tenderé a tu lado en el lecho. Pero no tocaré tu cuerpo. Pues ya te lleva el Altísimo. Tu último suspiro se exhaló de tu pecho. Ahuyentaré a la aurora. Con mis ojos somnolientos. Suenan ya las campanas y me sacan de esta noche sombría. Y con ella se van todos mis sueño.

Cuando ya no quedaba nada. Te di hasta mi alma y querías más. Mi corazón sangra sin parar, una espina tiene clavada y cada día se ahonda más. Y no sé hasta dónde podré aguantar.

Abrazo El roce de tu piel con la mía me abrasa, como el sol del mediodía en agosto. Tú siempre me dices lo mismo, dame cinco minutos; yo te contesto muy bajito, que casi es un susurro, que tú apenas percibes; no te doy cinco segundos, te doy una hora si esta la multiplicas por mil, siempre que tu cuerpo siga abrazado a mí.

Más A veces, abrazas las cosas hermosas, creyendo que no te pueden dañar. Sin pensar que hasta la flor más bella te puede hacer sangrar. Te lo di todo sin pedir nada. Pero tú querías más y más. ¿Hasta dónde se puede dar?

28


Mª José Sánchez Anguita Soy María José, para algunos, Artemisa; es un pseudónimo que adquirí en este taller que para mí ha sido y es una familia, con ellos crezco cada día, además de compartir una pasión: la escritura. Me gusta leer, cultivar la amistad, escribir y estar con mis hijos. Me apasiona la práctica del yoga y su filosofía; pasear por el campo es otra de mis aficiones. Mi lema: “Lo que me duele de morir es que no seas por amor” (García Márquez) Cita que resume lo que para mí es debe ser la vida.

Llueve Manuel Déjame que sólo sea, aunque sola me vea. no quiero disfraces, solo abrazos de aquellos que sí lo desean. Mi camino comienza ahora. Piedras y yerba fresca. Mi mejor noche buena, la pasé con él. Su cuerpo delgado, de mirada intensa, capaz de calmar mis más temidas tormentas. Once años tiene, con alegrías, y mares donde navegan alguna que otra pena, manos pequeñas que ya saben hacer rosetas. Aquella noche, de vientos y calles vacías tú y yo de la mano mirando las estrellas, me dijiste que pidiera un deseo, el deseo pedí, entre lágrimas sordas. “Que en tus días más tristes

Llueve. Agua que no moja mi cuerpo. Muerte. Muerte y cuerpo inerte. Tus manos que endiabladamente me buscan, me tocan. Contigo mi cuerpo se estremece e incluso tímido se retuerce. ¡Ay! Exhalo: ¡Maldito amor mío! ¿Por qué te has ido? ¡Te odio y te amo! Amarte para odiarte Y odiarte para terminar amándote más. Las manos se me cierran formando puños batientes contra el sonoro viento. Un grito sordo muere en mi garganta: me has envenenado con el néctar de tu boca ardiente y suave. Muerte y lluvia. Lluvia y muerte Para este cuerpo mío que sin ti, ahora, yace inerte.

Madrugada ¡Qué bonita eres! Le digo a la madrugada. En silencio te espero. Retiro con celo los ruidos que me apartan de ti. Breves son los instantes que nos unen. Sólo me bastas tú, hermosa madrugada, e implorante te digo: ¡No dejes de venir a mí!. 29


Nany París Soñadora empedernida, intento plasmar mis sueños en un papel en la menor ocasión. Danzo con el color azul y el siete mueve mi suerte. Soy fiel amiga de las estrellas. Unas pequeñas dulzuras alumbran mi vida, e intento que “El Amor“ y “Don Corazón“ guíe mi camino. Aprendiendo, esforzándome, superándome y siempre divirtiéndome, intento fundirme en la maravillosa aventura de estar viva y fluir con su magia.

Don corazón

Soy Soy voz en el olvido. Un amante sin amor. Una sombra inquieta en busca de luz, la fiel amiga de la soledad. Soy musa, fuego y pasión que aviva un dolor, a veces, un recuerdo que hace sufrir. Soy danza fugaz pensamiento, una posible historia. Una melodía de un romance, anhelo directo al corazón. Soy amor, pasión, huella, ilusión, inspiración de un bohemio soñador, travieso y osado llanto de silencio. Soy miradas profundas, momentos bellos, sonrisas dulces, labios sedientos. Soy mares dulces, continentes de algodón, alas extendidas surcando cielos amarillos Soy conjuro en una noche estrellada. SOY, simplemente SOY .

A don corazón le he pedido que me hable. Me ha contado que quiere un regalo. Le digo, le pregunto. ¿Qué quieres tener? Su respuesta no tarda en llegar, muy suavecita, entre un mar de sensaciones. Que quiere mucho, es en realidad su deseo, pero no sabe si se lo darán, que no está tranquilo, que tiene desasosiego y temor, que ríe, llora, siente, late y se estremece. Dice que tiene momentos en los que siente soledad, se encuentra perdido en un vacío de silencio. Le cuento que no tiene que llorar, pues tiene donde encontrar amor, magia, amistad. Cuando le digo eso, se consuela, me saluda con un latido más intenso de lo normal, y sigue su lento y sosegado camino.

Hablemos de él Hablemos de él, del que habla sin voz, del que grita a través de unos ojos, y refleja en una mirada, todo el silencio que guarda un alma. Hablemos del que viaja en el tiempo, salvando distancias, sorteando tempestades, desojando margaritas, haciendo caminos, encontrando amantes. Hablemos del vuelo de un corazón que florece de esperanza. Hablemos de lluvia, sobre un cielo de París abrigado de amor. Hablemos de noche y de día, de besos, abrazos, suspiros, insomnio, convulsión, éxtasis, explosión, de unos cuerpos que expresan y hablan su lenguaje. 30


Cómo escribir y no morir en el intento

El Cuento

31

Es una narración breve escrita en prosa, en la que unos pocos personajes participan en una trama corta –pero muy significativa–, donde se desarrolla un solo tema, mediante escasos detalles y poca acción, presentando una estructura muy definida: introducción, nudo y desenlace.

A

sí de sencilla resulta la descripción del cuento. Ahora bien, hay que ponerse frente al folio en blanco, lápiz en mano y ser capaz de crear uno de esos bellos cuentos que magníficos escritores y escritoras, tan magistralmente, nos han ido regalando a lo largo del tiempo. La palabra cuento viene del latín “computus” y quiere decir “llevar la cuenta de un hecho”. “El que no sabe llevar con palabras la cuenta de un suceso, no es cuentista”; por lo que va a resultar ser un maestro de las emociones. Y si nos preguntamos ¿cómo se escribe un cuento? ¿Hay pautas que seguir? ¿Manuales, talleres, internet? Sí.


Ha gozado de unas cualidades y reglas propias, muy distintas a la de otros géneros, lo que transforma en un planeta independiente dentro de la galaxia de la narrativa. Se trata de un género autónomo que nos acompaña desde tiempos inmemoriales, cuando aquellos hombres de las cavernas se reunían alrededor del fuego a relatar o escuchar las historias más increíbles jamás contadas. El tiempo ha pasado pero él ha sobrevivido presentando nuevas formas, nuevas reglas, y aun así, nos sigue sorprendiendo y fascinando; dicha fascinación nace de una cualidad y es la de desplegar un mundo ante los ojos del lector solo con la exposición de escasos elementos, pocos personajes y reducido escenario en un breve espacio de tiempo. Estas cualidades requieren, por parte del autor o autora, precisión para mostrar lo exacto y decir lo justo.

Sería Edgar Allan Poe (1809-1849) quien establecería la piedra angular del cuento contemporáneo. Hasta ese momento, los cuentos tradicionales habían tenido un marcado propósito moral y didáctico; Poe comprendió que todo cuento lo que debería hacer es generar un único efecto en el lector: mantener la intensidad hasta el final y no dejar absolutamente nada al azar; alejándose totalmente de ese fin moralizante. En el cuento contemporáneo, la persona que lo lee, tiene un papel mucho más activo, ya que va a entrar en un mundo donde se sugiere mucho y muestra poco, por lo que se verá obligada a conjeturar sobre ese universo expuesto a medias. En definitiva, el cuento es un breve pero vasto universo lleno de magia. Juani Lombardo

Sonia Mena


Así Escribe Música

En la pequeña habitación varias guitarras acústicas, una armónica, un micro y un ordenador, es el refugio donde Julio Demonio se aísla del mundo para entrar en ese otro mundo mágico de la música. Un café nos acompaña en una breve conversación cargada de sensaciones, recuerdos y proyectos. Lo dejo en su refugio, está terminado “Cavernarios”, su último trabajo.

JULIO DEMONIO ¿Qué relación encuentras entre la literatura y el rock? ¿Crees que existe cierto afán en los autores de rock de musicalizar la literatura? Bueno, ya lo dijo Elliott Murphy hace años, la literatura y el rock and roll siempre han formado una familia. No sólo es la melodía de la canción, sino la necesidad también de contar historias, de adentrarse en los sótanos de la imaginación a través del idioma. Esto ha motivado que la música rock vengan empapándose de la influencia de autores que no tienen nada que ver con el mundo de los acordes. Y esta acción ha sido mutua, pues la novela y la poesía igualmente han absorbido muchas veces el hechizo de la música popular contemporánea. Con lo cual no creo que exista un afán como tal en el escritor de canciones de rock de musicalizar la literatura, sino de servirse de ella para poder narrar historias. ¿Qué importancia le das a las letras en el momento de componer tus temas? En mi caso, comienzo con una sucesión de acordes que me inspiren confianza. A partir de ahí, voy adaptando el texto. Y es entonces cuando la canción nace, puesto que la letra es determinante. La melodía también, pero pienso que la letra es la que manda en mis canciones. Una canción no deja de ser una pequeña historia contada en aproximadamente 3 minutos; ¿Cómo son tus historias, más un reflejo de la realidad o das rienda suelta a la ficción? Muchas veces uno inicia una canción y no sabe cómo acabará resolviéndola. En ese margen de improvisación con el que te enfrentas a menudo, se mezclan sin pensar retazos de realidad y otros de ficción, y todo ese universo que has creado de la nada tiembla ante estas dos expectativas. Ahora a uno sólo le queda poner los puntos necesarios en la estructura, al objeto de que la coherencia y la proporción no desaparezcan, en la medida de lo posible. Si eres capaz de unir todo esto, entonces has triunfado. ¿Cuándo sabes que una canción está totalmente terminada? ¿Cómo sientes ese momento? Vaya, casi siempre te queda la duda. Una vez hecha, acostumbro a mantener latente su supervivencia durante un

33

tiempo. Muchas veces la expongo al público y valoro su reacción, y es a partir de ahí cuando adopto la decisión última de redimirla para siempre, guardarla en un cajón o hacerla desaparecer, y esto tiene que ver mucho también con la intuición. ¿Cuándo te diste cuenta de que lo tuyo era componer canciones? No lo sé. He escuchado canciones desde pequeño yeso siempre ha estado ahí... Aprendí a tocar la guitarra con dieciséis años y desde entonces he mantenido una relación con la música, más o menos estable, con períodos amplios en los que guardaba la guitarra y me dedicaba a otras cosas. Como Julio Demonio llevo estos últimos nueve años. ¿Qué sientes cuando subes al escenario? ¿Eres de los que te transformas? Al principio era un poco tortuoso y me requería mucha energía. Sin embargo, como suele ocurrir con otros aspectos de la vida, a fuerza de insistir, uno ha terminado disfrutando de ese espacio que está impregnado de magia, tensión y catarsis. Una de las cosas que más me gustan del escenario es que cuando estás en él te olvidas completamente de todo lo demás. ¿En qué momento de tu carrera artística te encuentras? Siguiendo a la contestación de la pregunta anterior, puedo decirte que en mis últimas actuaciones he logrado gozar en el escenario a tope y conectar a momentos con el público de una forma muy especial, y es en ese punto en el que me encuentro, es decir, tengo ganas de seguir adelante y de poder hacerlo mejor, si es posible. ¿Crees que con la música, con el arte en general, se puede contribuir a cambiar la sociedad? Las canciones, la literatura, el cine, el arte en general hermosea la vida, pero no la cambia ... Si pretendo que la sociedad se transforme, lo cual deseo, lo primero que tengo que hacer es cambiar yo. Si yo cambio, cambia el mundo. La música puede influir, pero la esencia del cambio ha de venir directamente de uno, y esto no tiene nada que ver con el arte. ¿Ser artista en Jaén es una utopía, un imposible? ¿Cómo encuentras el ambiente musical en esta ciudad?


¿Por qué te llamas Julio No me dedico a la música profesionalmente. Tengo un trabajo por las mañanas que me permite costearme la grabación de mis discos. Actúo en directo de vez en cuando tratando de pasármelo lo mejor que pueda y eso es todo. Imagino que esto cambia un poco la dirección de la pregunta. En cuanto al ambiente musical no está nada mal. Hay una programación continua de música en vivo que hace años hubiera sido impensable. Las dificultades del sector, las cuales todo el mundo conoce, puedes hallarlas en cualquier otra ciudad del mundo. Vivir de la música es difícil. Tienes que aprender a medir, trabajar mucho y divertirte al mismo tiempo, y sobre todo, no crearte falsas expectativas. Finalmente, será lo que tenga que ser.

Demonio? Por una broma del destino. Me preguntaron con cierta urgencia

por

mi

nombre

artístico. Sin pensármelo dos veces contesté "Julio Demo-

¿Qué artista te motivó para llegar a ser Julio Demonio? En la época en la que empecé a componer canciones para mostrarlas en solitario bajo el nombre de Julio Demonio escuchaba folk y rock americano e imagino que aquella escuela fue decisiva para mi formación. Músicos de la talla de Neil Young, Bob Dylan o Elliott Murphy, por citarte algunos, sonaban en mi reproductor a menudo en aquellos días. Luego, con el paso del tiempo, he ido interesándome por otras propuestas. En este aspecto soy bastante ecléctico y disfruto de un amplio abanico de estilos. Las canciones de Nacho Vegas, las melodías universales de Franco Battiato o los discos de Antónia Font son un claro ejemplo de ello. La lista sería extensa. ¿Por qué te llamas Julio Demonio? Mi nombre es Julio Ángel... En uno de los primeros bolos que ofrecí como cantautor en el 2006, me preguntaron con cierta urgencia por mi nombre artístico con el fin de poder diseñar el cartel de la actuación. Sin pensármelo dos veces contesté "Julio Demonio". Lo que en un principio parecía una broma eventual se acabó consolidando y así es como ahora me conoce la gente. ¿Desde cuándo supiste que eras cantautor? La verdad es que es un tema que no me planteo. Como ya señalé antes, escribo canciones desde hace ya unos años, he autoeditado cuatro discos hasta el momento y toco en directo de vez en cuando. No sé si soy cantautor o no. Me gusta la música y es así como mejor me lo paso. 34


35


¿Dónde me gustaría viajar con un libro? Por: Josefina Armenteros

Título: LA BIBLIOTECA SECRETA Autor: Haruki Murakami Ilustraciones: Kat Menschik Traducción: Lourdes Porta Editorial: Libros del Zorro Rojo ¿De verdad la realidad y la fantasía conforman mundos independientes? ¿No es cierto que ambos se complementan mutuamente, que los límites aparecen a veces difuminados, que los dos ámbitos se superponen y entremezclan entre sí? De esto nos habla este breve relato del escritor japonés. Con él y con el joven protagonista de la obra nos adentramos en el corazón misterioso e inquietante de una biblioteca municipal. Todo comienza cuando el chico acepta las sugerencias del viejo bibliotecario, como si una fuerza mayor le empujara a seguir un camino que su razón le invita a rechazar. Se ve abocado a atravesar la puerta número 107 y bajar al sótano del edificio que lo conducirá, a través de un laberinto, a la sala que le servirá de celda. El peligro de los laberintos radica en que, hasta que no avanzas un buen trecho, no sabes si has elegido o no el camino correcto. Y cuando llegas al final y te das cuenta de que te has equivocado, ya suele ser demasiado tarde para retroceder. En el sótano de la biblioteca habitan seres fantásticos, encarcelados por el malhumorado bibliotecario: el vigilante que es un hombre con cuerpo de oveja, una bonita chica muda y enigmática y un enorme perro de ojos verdes, entre otros seres extraños. En ese mundo oscuro y silencioso nada es lo que parece. Las magníficas descripciones, junto a las sugerentes imágenes que configuran la obra, recrean el ambiente inquietante y siniestro en el que el inocente visitante vivirá unas experiencias que no sabe si pertenecen a la realidad o son fruto de una alucinación. La biblioteca secreta de Murakami es un fantástico relato corto lleno de magia y arte, magníficamente ilustrado por Kat Menschik, con unas imágenes que consiguen transmitir y potenciar el halo de misterio y secretismo inherente a la historia. La obra, narrada en primera persona con sencillez y elegancia, se encuentra en la línea de la literatura fantástica y misteriosa de los cuentos de Edgar Allan Poe y sobre todo nos trae a la mente el mundo de las pesadillas tan bien retratado por Kafka.

36


Las palabras juegan a crear historias, unas increíbles, otras certeras, sorprendentes, duras , lloronas, y así podríamos continuar un largo rato, pero ellas a su vez tienen la suya propia. Toda una historia que contar. Narran un viaje en el tiempo y en el espacio. Una palabra. Una historia.

La historia de una palabra Azafata Por: Pedropa García

Mi vuelo a Europa transcurría con tranquilidad, unos wiskys fueron suficientes para controlar mi miedo a volar. Hasta fui capaz de mirar el cielo por la ventanilla del avión, entonces vi algo extraño allá fuera, una especie de hombre pájaro sujeto a una de las enormes alas del aparato. Comencé a gritar aterrado hasta que una mujer de uniforme me tranquilizó y ya me acompañó durante todo el viaje.

Por: Miguel Medina

Había una vez un personaje que se llamaba Francisco de Quevedo

era un virtuoso del calembur, un juego de palabras que se ha utilizado mucho a lo largo de la historia y que él utilizaba mucho en sus disputas, sobre todo, con su enemigo Luis de Góngora al que no dudó en tildar de clérigo huraño, homosexual, amigo de los naipes, entre otras cosas. Pero a lo que íbamos., un día bebiendo vino en un mesón, con unos amigos, la conversación giraba en torno a la cojera de la reina Isabel de Borbón, y lo mal que le sentaba a esta que hicieran mención de ello. Con los efluvios del alcohol, Quevedo, en plan chulesco, les dijo: ¿Qué os apostáis a que yo le digo a la Reina, a la cara, que es coja y encima esta me dará las gracias? Todos los amigos apostaron todo lo que tenían. Al día siguiente, ya sereno, Quevedo se dio cuenta del jardín donde se había metido, pero, en vez de agobiarse, agudizó su ingenio e invitó a sus amigos a ir a palacio a visitar a la reina. Esta los recibió gustosa. Nuestro escritor se acercó a la Reina, con mucho boato y con un ramo de claveles blancos en una mano y otro de rosas rojas en la otra, y le dijo a doña Isabel: “Entre el clavel blanco y la rosa roja su majestad escoja”. A lo que la Reina cogió las rosas y le dio las gracias. 37

Desde entonces la palabra que más me gusta es AZAFATA. Me interesé por su origen y descubrí que proviene del árabe “safat”, algo así como un cesto de mimbre en el que la encargada de ayudar a la señora a vestirse, desvestirse o cualquier otro menester y dejaba algunas pertenencias de la misma como perfumes, joyas, etc. Esta palabra se castellanizó, dando origen a “azafate”, que identificaba a unas cestillas similares a las árabes y que también eran portadas por las doncellas que ayudaban a las señoras. Era un trabajo destinado a unas privilegiadas, por lo que las encargadas de tal acción estaban muy bien consideradas; y acabaron por ser definidas por el nombre del elemento que portaban. De esta manera “azafate” definiría tanto al objeto como a la persona que lo llevaba, evolucionando en el tiempo hasta la actual “azafata”. Para referirse a la auxiliar de vuelo, también se utiliza el término euromozo/a, sobre todo en gran parte de América, ya que en la actualidad esta función también la realizan los hombres. A las azafatas de avión se les denomina en algunos lugares (Colombia y Ecuador) “cabineras” procedente del término “cabina”. Concluyo este recorrido por el origen de esta palabra confesando, no sin cierta pena, que nunca volvía a ver a la azafata de mi avión.



Un Haiku

Que no se pare y con el verso vuele tu sentimiento Cristรณbal Encinas


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.