No sabíamos lo que hacíamos. Lecturas sobre una educación situada

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La colaboración entre un creador y otros agentes puede tomar un compromiso a medio-largo plazo, en el que el primero se involucra en algún aspecto de la vida de los segundos. Analiza e interpreta los datos que recoge a través de una estrategia de proximidad y participación en su contexto. A pesar de ello, las decisiones finales sobre la producción y las estrategias estéticas las realiza únicamente el creador, sin negociación ni consenso con los sujetos de análisis. La colaboración se da entre un grupo de creadores, en cuyo seno no hay división de roles. Si bien se reconoce la singularidad del trabajo de cada persona, se aspira a establecer una transversalidad entre las diversas tareas. Todo se decide entre los miembros del grupo y las estrategias estéticas pueden o no ser negociadas con los sujetos representados. La cadena de producción colaborativa parte del intercambio de saberes y modos de trabajo, cuyos resultados son a la vez trasmitidos a otros grupos, comunidades o personas, que generan nuevas acciones compartidas. Modelo no autoral. Cine sin autoría: todos los sujetos involucrados, representados y no representados (filmados y no filmados), lo deciden todo entre todos en un proceso en constante negociación. La colaboración no solo supone negociar dónde empieza y acaba la responsabilidad de cada persona, sino que además conlleva a menudo una interdependencia mutua.

Para poner en marcha otra manera de producir artística, cultural y socialmente, a partir de las potencialidades de las metodologías colaborativas que hemos citado, tendríamos que desaprender los modelos con los que hemos sido educados para ejercer la autoría artística. De una manera u otra la noción de autoría se inserta en un régimen jurídico que favorece sobremanera la figura individual y a la que le confiere propiedad privada.5 En toda autoría al respecto de algo, siempre se establece un principio de autoridad que puede ser reconocido por la comunidad, de manera que esta acaba otorgando a ese sujeto una autoridad mayor que a otros con relación a su campo. La autoridad no es un problema en sí misma, a veces es necesaria. El problema es cuando se torna en autoritarismo. Lo importante aquí es entender que este principio de autoridad está dirigido a salvaguardar los valores 5

En referencia a: Foucault, Michel, ¿Qué es un autor? Entre filosofía y literatura. Obras esenciales I. Barcelona, Paidós, 1999.

Nuevos imaginarios

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