Pinceladas porteñas Habla Jesús Aparicio
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ací en el 1931, aquí en Puntarenas. Mis papás vinieron de afuera. Cuando estaba empezando a poblarse Puntarenas, vino mucha gente de Chiriquí, Panamá. Mi mamá, Clara Aparicio, era chiricana, mi papá, José González, era de Alajuela; se había venido aquí a buscar vida. Yo nací en el Barrio El Carmen. Mi papá era carretonero. Yo también lo fui. Repartíamos hielo, cajas de refrescos, llevábamos el carretón cargado a la empresa de transportes Quirós. Yo he trabajado siempre en comercio. Ahora tengo taxi y soy distribuidor de hielo, y soy pensionado de guerra. Mi esposa se llama María Isabel Benavides, de Sarchí de Valverde Vega. ¿Qué más tiene que contar de esos viejos tiempos porteños? Aparte de mis recuerdos, yo he recopilado mucha información de esos tiempos, sobre todo en conversaciones con gente de esas generaciones y con documentos de la época. Por ejemplo, la festividad de la Virgen del Mar, que se inició en 1913, a raíz de una tempestad que estuvo a punto de hacer naufragar al barco El Galileo, de don Hermenegildo Cruz. Este señor y los tripulantes le ofrecieron a la Virgen una procesión con su imagen por el mar. Salvados, vivieron a conversar con el párroco, el padre Carmona y desde entonces se realiza esa celebración. También hay personajes que rescatar y destacar. Tal es el caso de Juan Morera Col. Con ese nombre nadie lo reconoce, pero si hablamos de Fray Casiano, ya sabemos que se trata de un hombre bueno que consagró su vida a
la niñez desamparada, especialmente a la de este pueblo. Y no puedo dejar de mencionar a mi maestra, la niña Nelly Mora de Flores, que fue directora de la escuela de El Carmen entre 1937 y 1944. Es mucha gente la que debemos citar, pero permítanme cerrar con el gran cantante Gilberto Hernández, nacido en 1921, aquí en el centro. Muy joven trabajó en la construcción de la escuela de El Carmen, también trabajó en la construcción del muellecito y del muelle grande. En grupo salíamos a serenatear a las amigas y así comenzamos a apreciar la calidad de su voz. Lo animamos y un día logró que le dieran oportunidad de cantar con una orquesta de San José, en los Baños. Rapidito lo contrataron y ahí empezó su prolongada y fructífera carrera artística. “Recordando mi Puerto”, de Orlando Zeledón y “Noche inolvidable”, de Ricardo Mora, son los mejores testimonios del amor de Gilberto por su tierra natal.
Jesús Aparicio
Habla Manuel Ordeñana _ Puntarenense, hijo de Manuel Ordeñana Cuaresma, nicaragüense y María Astorga Bolívar, porteña. Yo nací en 1930. En aquel tiempo la partera era doña Chalía Palacios. Era una señora bajita, gordita, descalza, pelo murruco, negrita, era famosa porque vivía ayudando a la gente. Mi papá fue carpintero toda la vida y se dedicó a la construcción de lanchas. Trabajaba a pura hacha y cepillo; todo era rústico, a pura mano. Él trabajaba para la Constructora Naval -CONA. Eran 52 trabajadores entre aserradores, carpinteros, pintores, lijadores. A papá lo
Manuel Ordeñana Astorga.
Carretoneros del Puerto. A la izquierda Humberto Ruiz y a la derecha Jesús Aparicio.
Fuente: Colección de Jesús Aparicio.
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