Libro Forjadores de Costa rica

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Dorotea Mora Quirós Habla su nieta Marta Barboza Valverde *.

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oña Dorotea fue mi abuela materna. Durante mi niñez y adolescencia estuve muy cerca de ella ya que vivíamos en el mismo vecindario, barrio que en su honor ahora se llama Bajo Dorotea, y se encuentra como a tres kilómetros del centro de San Isidro. Ella nació a finales del siglo diecinueve, montaña adentro, en un lugar llamado Los Ranchos, nombrado después como General Viejo, distrito de Pérez Zeledón. No se sabe con exactitud cuándo nació, debido a que su partida de nacimiento fue devorada por el fuego que destruyó la casa parroquial de Térraba. Sus padres fueron Nazario Mora y María Quirós, oriundos de San Ignacio de Acosta. La abuela quedó huérfana de madre muy temprano en su vida y la familia se fue para San Ignacio de Acosta. Ante las dificultades que enfrentaba para criar a sus hijas, don Nazario resolvió darlas en adopción. A la pequeña Dorotea la adoptó un familiar que vivía en Vuelta de Jorco de Aserrí. Era una familia muy pobre y en esa pobreza creció. Se casó con Rafael Valverde. Tuvieron cuatro hijos: Eloy, Jesús Odilio, Adela y Evelia. En 1919 se trasladaron a El General, donde nació el otro hijo: Efraín. Poco después, aun muy joven, enviudó y comenzó así una vida llena de valentía y sacrificios. Decidió entonces irse para la Meseta Central, para trabajar como empleada doméstica, pero la enorme distancia con su pueblo y el tener que dejar a sus hijos solos tanto tiempo, la hicieron regresar. ¿Cómo era ella? _ Era una mujer de carácter recio, valiente, audaz. Algún buen samaritano le tendió la mano. Se cree que pudo ser don Patrocinio Barrantes o don Andrés Monge, o a lo mejor ambos, y la abuela se hizo de unas bestias y algunos productos para comerciar, y a riesgo decidió dedicarse a guiar caballos cargueros hasta Dominical. Dirigía de cinco a seis bestias que iban anudadas de la cola, mientras ella montaba su fiel yegua blanca. Para esos recorridos vestía enagua ancha y camisa de

manta, cubría su cabello largo con un pañuelo y encima usaba un sombrero de paja amarrado al cuello, con el que cubría su tez morena que evidenciaba una muy cercana herencia aborigen. Siempre iba descalza. Pese a su modestia y baja estatura, tenía una voz dominante y un vocabulario que intimidaba a cualquiera. ¿Qué le contaba la abuela de aquellas jornadas? _ Cargaba las bestias con el producto que hubiera podido adquirir: granos, tabaco, quesos. Salía de madrugada por aquellos caminos desolados. Su única arma era un machete que llevaba atado a la montura. Si alguno de los caballos se “pegaba” en el barreal, pasaba horas batallando para sacar el animal. Algunas veces se vio obligada a dormir en la montaña, atrapada por algún terraplén o por el desbordamiento de un río que impedían el paso. En ocasiones buscó refugio en una cueva o en una enramada, esquivando al tigre o al leoncillo y a las serpientes venenosas. De regreso a San Isidro traía encargos que venían de Puntarenas en la lancha, generalmente eran para las pulperías del lugar, mercaderías que no se conseguían ahí, pero que eran de primera necesidad: medicinas, canfín, fósforos, azúcar, pan, telas, hilos, agujas. Y un producto esencial y muy difícil de conseguir como era la sal. ¿Y el correo? _ Sí. Ahí entre las mercaderías ella traía el saquito de las cartas remitidas a los vecinos de San Isidro. Fue una de sus principales tareas y la realizaba gratuitamente, para servir a los escasos pobladores de San Isidro, convirtiéndose en la primera mujer correo de El General y cabe la posibilidad de que haya sido la primera mujer correo de Costa Rica. ¿Tuvo que cumplir alguna otra tarea? _ Sí. Una muy dura y peligrosa, cuando el agente de policía de San Isidro le impuso, como un favor a la Patria, trasladar reos que venían de San José a purgar alguna condena, ya que San Isidro, o Quebrada de los Chanchos como se le llamaba entonces, se había convertido en lugar de confinamiento para prisioneros.

¿Y por el otro lado, por el Cerro? _ La crudeza de la ruta del Cerro de la Muerte, donde la gente moría por inanición o congelada, no doblegó a la abuela Dorotea, convertida en su momento en una magnífica baquiana de esa ruta. Por esos trillos iba y venía, acompañada de alguno de sus hijos o sola. Tardaba de cuatro a cinco días caminando. Su hijo Eloy siguió sus pasos y por mucho tiempo arreó cerdos por el Cerro, siguiendo la famosa picada Calderón hacia Dota y luego hacia Cartago. ¿Hubo otras actividades y oficios por los que se destacó doña Dorotea? _ Cuando San Isidro contó con servicio aéreo y carretera, los servicios de transporte de la abuela ya no fueron necesarios. Entonces se dedicó a otras actividades: se desempeñó como curandera, basándose en sus conocimientos de medicina indígena, de medicina chiricana (de Chiriquí, Panamá). Utilizaba hierbas, lodo, semillas, baños de ceniza y otros productos. Fue una eficiente sobadora, pero su mayor popularidad la alcanzó como comadrona. Elaboraba además candelas de higuerilla y jabón de chancho. ¿Y la familia, y la vida en comunidad? _ Al no contar en el hogar con la autoridad paterna, doña Dorotea se convirtió en una madre dominante y enérgica, formando hombres muy responsables y mujeres muy trabajadoras. Como miembro de la comunidad, prestó gran ayuda en la construcción del segundo templo católico. Ella era quien organizaba la cocina del turno en las fiestas patronales. Además su excelente cuchara, reconocida por la preparación del rosquete, bienmesabe, tamal asado, frito de chancho, papín, sopa de mondongo y otras comidas, hicieron de la abuela la cocinera de los turnos, las bodas, los bautizos o los velorios de Pérez Zeledón. ¿Qué pasó en el 48? _ Como San Isidro de El General se convirtió en el principal escenario de la revolución de 1948, la abuela tuvo que enfrentarla con valentía; curaba en su casa a soldados heridos o les preparaba alimentos. Cuando la batalla estaba en su apogeo tuvo que ocultarse junto a sus nietos y una nuera en una montaña que había detrás de su casa, pero desde ahí vigilaba sus bienes. ¿Y la vejez? _ Con el mismo temple que enfrentó el trajín de su vida, enfrentó la soledad y la vejez que llegaron con la partida de los hijos. La abuela Dorotea falleció el 18 de noviembre de 1972, posiblemente muy cerca de cumplir sus cien años. • • .Marta Barboza es hija de Abdón Barboza Zúñiga y de Evelia Valverde Mora. Don Abdón fue parte de una familia pionera de El General; fue agricultor, amansador de bueyes y sobre todo boyero. En aquellos tiempos cuando los medios de transporte eran el caballo o la carreta, don Abdón hacía las mudanzas, transportaba la madera o la palma para los ranchos, los ladrillos o las tejas para las casas y hasta las novias a la iglesia y los féretros al cementerio.

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