La Guerra de las Galias

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Julio César

La Guerra De Las Galias

honrando con premios a las personas principales, no imponiendo nuevos tributos, contuvo en paz fácilmente, con la condición de una suave obediencia, a la Galia, trabajada con tantas batallas adversas. L. Después de concluida la invernada, partió a largas marchas la vuelta de la Italia contra su costumbre, para hablar a las colonias y municipios y recomendarles la pretensión del sacerdocio que tenía su cuestor M. Antonio; en la cual se empeñaba, así por favorecer a un sujeto con quien tenía suma estrechez y a quien había enviado un poco antes a seguir su pretensión, como por resistir animosamente a la poderosa facción de algunos que con la repulsa de Antonio intentaban abatir la exaltación de César que le favorecía. Y aunque en el camino antes de llegar a Italia supo que Antonio estaba nombrado agorero, con todo pensó tener no menos justo motivo de visitar las colonias y municipios, para darles las gracias de haber interpuesto su asistencia a favor para con Antonio y para recomendarse a sí y a su empleo para el año siguiente; porque se vanagloriaban sus émulos con insolencia de que habían sido creados cónsules Lentulo y Marcelo con el fin de despojar a César de su honra y dignidad, habiendo quitado además el consulado a Sergio Galba, que había tenido más votos y crédito que ellos, por ser muy amigo suyo y su lugarteniente. LI. Fue recibido César en todos los municipios y colonias con increíbles demostraciones de amor y estimación, por ser esta la primera vez que volvía de la conquista de toda la Galia. Nada quedaba que hacer de cuanto se podía inventar para el adorno de las puertas, caminos y lugares por donde había de pasar. Ha todas partes salía el pueblo con los hijos a recibirle, en todas partes se ofrecían sacrificios; ocupábanse las plazas y los templos con mesas prevenidas, igualándose la alegría a la del más deseado triunfo: tanta era la magnificencia en los más poderosos, y los afectos en los más humildes. LII. Habiendo recorrido César toda la Galia tomada, volvió con prontitud a Arras a incorporarse a su ejército; y convocadas las legiones para los confines de Tréveris, partió hacia allá y las pasó revista. Dio a Tito Labieno el gobierno de la Lombardía para hacerle más recomendable en la pretensión del consulado. Él mismo marchaba sólo lo que le parecía suficiente para conservar la salud de las tropas mudando de país. Y aunque oía a menudo que sus émulos solicitaban a Labieno,140 y tenía noticia de que se trataba por consejo de unos pocos de quitarle una parte del ejército, interpuesta la autoridad del senado, con todo, ni creyó en Labieno mudanza alguna, ni se movió a hacer nada contra la autoridad del Senado, juzgando que alcanzaría fácilmente el logro de sus deseos estando libres los padres conscriptos para decir sus pareceres. Pues habiendo tomado a su cargo C. Curión, tribuno del pueblo, defender la causa y dignidad de César, había prometido muchas veces al Senado que si le causaban algún recelo las armas de César, supuesto que la dominación y tropas de Pompeyo 140

Labieno siguió, en efecto, el partido de Pompeyo.

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