La Guerra de las Galias

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Julio César

La Guerra De Las Galias

la concedió César con dependencia de los eduos, cuando los venció en la guerra helvética. X. Este sitio daba mucho que pensar a César, porque si mantenía en cuarteles las legiones el tiempo que faltaba del invierno, temía no se rebelase la Galia toda por la rendición de los tributarios de los eduos, visto que los amigos no hallaban en él ningún amparo; si las sacaba de los cuarteles antes de sazón, exponíase a carecer de víveres por lo penoso de su conducción. En todo caso le pareció menos mal sufrir antes todas las incomodidades, que con permitir tan grande afrenta enajenar las voluntades de todos sus aliados. En conformidad de esto, exhortando a los eduos a cuidar del acarreo de vituallas, anticipa a los boyos aviso de su venida alentándolos a mantenerse fieles y resistir vigorosamente al asalto de los enemigos. Dejadas, pues, en Agendico130 dos legiones en los equipajes de todo el ejército, toma el camino de los boyos. XI. Al día siguiente llegado a Velaunoduno, castillo de los senones, determinó sitiarlo, por no dejar a las espaldas enemigo que impídese las remesas de bastimentos. A los dos días le tenía circunvalado; al tercero, saliendo de la plaza comisarios a tratar de la entrega, les mandó rendir las armas, sacar fuera las cabalgaduras y dar seiscientos rehenes. Encomienda la ejecución de esto a Cayo Trebonio su legado; él, por no perder un punto de tiempo, mueve contra Genabo, ciudad de los chartreses; los cuales acabando entonces de oír el cerco de Velaunoduno, y creyendo que iría muy despacio, andaban haciendo gente para meterla de guarnición en Genabo, adonde llegó César en dos días, y plantando enfrente sus reales, por ser ya tarde, difiere para el otro día el ataque, haciendo que los soldados preparen lo necesario; y por cuanto el puente del río Loire estaba contiguo al muro, recelándose que a favor de la noche no huyesen los sitiados, ordena que dos legiones velen sobre las armas. Los genabeses, hacia la medianoche, saliendo de la ciudad con silencio, empezaron a pasar el río; de lo cual avisado César por las escuchas, quemadas las puertas, mete dentro las legiones, que por orden suya estaban alerta, y se apodera del castillo, quedando muy pocos de los enemigos que no fuesen presos, porque la estrechura del puente y de las sendas embarazaba a tanta gente la huida. Saquea la ciudad y la quema; da los despojos a los soldados, pasa con ellos el Loire y entra en el país de Berri. XII. Cuando Vercingetórige supo la venida de César, levanta el cerco y le sale al encuentro. César había pensado asaltar a Neuvy, fortaleza de los berrienses, situada en el camino. Pero vinieron a ella diputados a suplicarle «les hiciese merced del perdón y de la vida»; por acabar lo que restaba con la presteza que tanto le había valido en todas sus empresas, les manda entregar las armas, presentar los caballos, dar rehenes. Entregada ya de éstos una parte, y estándose 130

Sens.

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