Teosofismo historia de una pseudoreligión

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René Guénon, El Teosofismo, Historia de una seudoreligión

CAPÍTULO III LA SOCIEDAD TEOSÓFICA Y EL ROSICRUCIANISMO En 1876 Olcott escribió a Stainton Moses que está «regularmente inscrito como novicio en la Fraternidad», que ha estado «mucho tiempo en relaciones personales por correspondencia» con los jefes de ésta, y que ellos le han «escrito algunas cosas que Mme Blavatsky no sospecha siquiera que él sabe». ¿De qué «Fraternidad» se trata? Ciertamente no de la H. B. of L., y no debe ser tampoco el Arya Samâj, con el que, por lo demás, la alianza definitiva no debía ser concluida más que al año siguiente; en cuanto a la famosa «Gran Logia Blanca» o «Fraternidad del Tíbet», todavía no se había hecho mención de ella, pero los términos empleados eran suficientemente vagos como para autorizar todas las confusiones ulteriores, tanto las voluntarias como las involuntarias. En otra carta dirigida un poco más tarde al mismo destinatario, y de la que parece resultar que éste había aceptado entrar en la sociedad a la que ya pertenecía Olcott, se lee esto: «Deseo que usted pida a Imperator, presentándole mis respetos, si no podría hacer algo, a la manera psicológica (sic), para impedir que Mme Blavatsky vaya a la India. Estoy muy inquieto acerca de este punto; yo mismo no puedo hacer nada… Las calumnias que han circulado en Europa y aquí la han abatido tan profundamente… que temo que nosotros la perdamos. Esto puede ser una cosa pequeña para los espiritualistas, pero es una cosa muy grande para nosotros tres… Solicite a Imperator lo que sugiero… Parece ser un espíritu sabio, y quizás sea poderoso. Demándele si puede y quiere ayudarnos… Hay aquí una Mme Thompson, una viuda rica con siete millones (de dólares) que cultiva el terreno sobre el que marcha Mme Blavatsky. Esta señora le ofrece dinero y todo lo necesario para ir a la India y proporcionarle así una ocasión de estudiar y de ver por sí misma… No olvide a Imperator». Así pues, Mme Blavatsky no había ido nunca a la India antes de su estancia en Norteamérica, y esta vez tenemos la confirmación formal; pero sí deseaba ir, porque sentía la necesidad «de estudiar y de ver por sí misma», lo que prueba que no estaba muy «iniciada» y que todavía no había llegado a poseer un conjunto de convicciones bien fijadas y establecidas. Entonces sólo había una influencia de la que Olcott y Stainton Moses se hacían los agentes, y que era opuesta a ese viaje de Mme Blavatsky a la India; por consiguiente, no era la influencia del Arya Samâj, ni de ninguna otra organización oriental. Y ahora: ¿por qué dice Olcott: «para noso-

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