Teosofismo historia de una pseudoreligión

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René Guénon, El Teosofismo, Historia de una seudoreligión

desaparecido; pero el «Gran Ser Solar» de que se trata es verosímilmente idéntico al Logos de nuestro sistema, tal como Mme Blavatsky le concibió según lo que creyó comprender del neoplatonismo, y tal cual le conciben todavía sus sucesores(13), que hacen de él el jefe supremo de los siete Logoi planetarios y, por ellos, de la «jerarquía de los poderosos Adeptos que se eleva hasta la Divinidad misma»(14) en virtud de esa relación. Por consiguiente, Steiner difiere de Mme Besant en que ve en Cristo la manifestación de un principio más elevado, a menos que sea simplemente una manifestación más directa del mismo principio, por la supresión de un cierto número de entidades intermediarias (dos, exactamente), ya que siempre hay un medio de conciliar parecidas divergencias cuando se quiere aportar un poco de buena voluntad por ambas partes, y, por lo demás, nunca han sido puestas por delante para motivar la ruptura. A propósito de la obra de Steiner de la que hemos tomado la cita precedente, conviene hacer una observación bastante curiosa: este libro, titulado La Science Occulte, fue publicado en Leipzig en 1910; ahora bien, el año precedente había aparecido en Seattle (Washington) otra obra que tenía por título The Rosicrucian Cosmo-Conception, por Max Heindel, en la que se exponían teorías completamente parecidas en su conjunto. Así pues, a primera vista, se podría pensar que Steiner, quien no da ninguna explicación de la identidad de sus afirmaciones con las de Heindel, hubiera copiado a éste; pero, por otra parte, como Heindel dedicó su libro al mismo Steiner, es dable suponer que, al contrario, sacó sus ideas de las enseñanzas del último antes de que fueran hechas públicas, a menos, no obstante, que ambos hayan bebido simplemente en una fuente común. En todo caso, la diferencia más apreciable que hay entre los dos (dejando de lado toda cuestión de forma); es que Heindel no duda en atribuir claramente sus conceptos a la tradición rosacruciana, mientras que Steiner se contenta más frecuentemente con hablar en nombre de la «ciencia oculta», de una manera extremadamente general y vaga, cosa que, por lo demás, es quizá más prudente. En efecto, no es difícil percatarse de que la mayoría de las enseñanzas de Heindel, lo mismo que las de Steiner, han sido sacadas directamente de La Doctrine Secrète con algunas modificaciones referentes tan sólo a los detalles, pero descartando con cuidado los términos de apariencia oriental; así pues, estas concepciones tienen muy pocas relaciones con el rosacrucianismo auténtico, e incluso lo que se presenta en ellas más especialmente como «terminología rosacruciana», son casi siempre expresiones inventa(13) (14)

Ver concretamente Le Credo Chrétien, por C. W. Leadbeater. L’ Occultisme dans la Nature, p. 202.

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