reformas no han tenido en mente, al mismo tiempo, las dos dimensiones claves que se requieren para un mercado laboral funcional, la de bienestar social y la de productividad y crecimiento económico; y en el fondo no han generado un buen resultado en ninguna de las dos. La Misión considera que, mirando hacia el futuro, este análisis retrospectivo ofrece lecciones de gran valor. Una primera es que se requiere una visión de conjunto de la interacción de todos los elementos de la legislación laboral y de protección social, que considere las dos dimensiones al mismo tiempo. Una segunda es que cambios aislados que ignoran esas interacciones pueden reducir la funcionalidad del mercado laboral, sobre todo cuando en vez de abordar las deficiencias de la construcción jurídica original, las profundizan; o cuando se abocan a crear o acrecentar programas paralelos o complementarios. Al final de cuentas, se ahonda la fragmentación; y se agravan algunas causas de la baja productividad del país, al incrementarse los motivos del trabajo informal por cuenta propia o en empresas pequeñas de baja productividad. Y una tercera lección, tal vez la más importante, es que, al contemplar opciones para mejorar el desempeño del mercado laboral en el futuro, una visión integral es esencial. Ello por dos motivos: porque solo así se puede asegurar el éxito, definido como un mercado laboral funcional en las dos dimensiones señaladas; y porque alcanzar esa visión será un proceso complejo y gradual que, si bien es muy deseable que fuese rápido, puede llevar varios años. Con toda seguridad, durante ese tiempo ocurrirán eventos que hoy son impredecibles, y que requerirán de la atención de sociedad y gobierno. Una visión integral de la regulación laboral y de protección social que requiere Colombia en el siglo XXI es una brújula indispensable para poder llegar a buen puerto, considerando que a veces se tendrá que navegar en aguas turbulentas. La fecha es arbitraria, pero la pregunta es de inmensa relevancia: ¿en el 2030, a dónde se quiere llegar? Una visión integral, que armonice las dos dimensiones del mercado laboral, no implica borrar todo y empezar de nuevo; lejos de eso. Pero sí implica reconocer que la situación actual es altamente insatisfactoria, y que nuevos programas o cambios marginales a los existentes que dejen intacto el andamiaje actual difícilmente son la respuesta. Una visión integral ayuda a que, partiendo del estatus quo, se puedan hacer cambios graduales, a la velocidad que permitan consideraciones macroeconómicas, otras prioridades sociales y muchos factores más. Pero con independencia de la velocidad, lo crítico es que los cambios sean consistentes entre sí y apunten en la dirección deseada. Una visión integral ayudaría a evitar repetir lo vivido en las últimas tres décadas, en donde a pesar de grandes esfuerzos de reforma por parte de varios gobiernos, los resultados no han sido los esperados.
12. Covid La crisis sanitaria asociada al COVID ha representado un golpe duro para las familias colombianas. Afortunadamente, el Gobierno respondió con generosidad y prontitud. Inevitablemente, dado lo repentino del shock, y ante las limitaciones de los programas existentes, las respuestas implicaron crear nuevos programas. La Misión no abordó la problemática causada por la pandemia. De hecho, procuró que los datos de los documentos de antecedentes no rebasaran el 2019 para evitar juicios sesgados por esta situación inusual. Sin embargo, la pandemia motiva tres observaciones relacionadas con el trabajo de la Misión. Una primera es que una protección social más universal, incluyendo un seguro de desempleo de mayor cobertura, hubiese permitido mitigar el impacto de la pandemia de mejor 28