El dominicano en peligro de asfixia moral
Sobrevinieron trastornos políticos, tomó el país aspecto caótico, y Hostos murió de enfermedad brevísima al parecer ligera. Murió de asfixia moral. Pedro Henríquez Ureña
E
ste libro lo comencé a escribir en el 1960. Por primera vez, en muchos años, tuve a mi disposición ocio, lamentablemente ocio muy mezclado con incertidumbre, lleno de limitaciones, cargado de tristezas, viendo como la propia desgracia iba aclarando la fila de los amigos; corta la comida, de desasosegada la familia. Pude reunir las apreciaciones que están comprendidas en la primera parte, en Las ciegas esperanzas, y planear las tragedias de la trilogía Miedo en un puñado de polvo. Planearla, dar remate a Prometeo, la primera, y casi termina la segunda: Filoctetes. Al mismo tiempo que escribía las apreciaciones de Las ciegas esperanzas y los versos de las tragedias me prometí a mí mismo escribirle todas las semanas una carta a mi hijo Sergio con el propósito de tratar cuestiones de actualidad, no sólo literaturas, y ésta es la razón por que, al principio, se publicaron bajo el título de Cartas sobre literatura y política. Y lo hice con la idea deliberada de que aparecieran en el diario El Caribe. He creído, con Peña Batlle, que los dominicanos necesitamos tanto de nosotros mismos que nadie tiene derecho, sea escritor o 263