Monteverde: ecología y conservación de un bosque nuboso tropical Part 1

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EL DESCUBRIMIENTO DEL SAPO DORADO Jay M. Savage de 1964. Cuando llegamos al hábitat de los sapos a media tarde, me impresionó la atmósfera misteriosa creada por el suelo oscuro, los árboles retorcidos y cubiertos de musgo y la niebla que pasaba por encima de nosotros. Cuando entramos al bosque, vimos por todas partes manchas brillantes de anaranjado que resaltaban sobre el suelo negro. Cada mancha era un sapo macho. Dentro de un radio de 5 m, por lo menos 200 machos estaban agrupados en charcos pequeños. Había menos hembras, y donde había parejas en amplexo, los machos sin pareja intentaban separarlos. Más tarde esa noche, regresamos a este bosque bajo una lluvia fuerte. Pocos sapos permanecían activos, pero vimos 10-12 parejas en amplexo en los charcos. Una hembra había puesto 220 huevos relativamente grandes en dos cordones, y Scott colectó una de las series para criarlos en el laboratorio. Los renacuajos, de un café oscuro y uniforme, comenzaron la metamorfosis el 21 de junio. Los sapitos eran de color café con puntitos blancoazulejos por encima, y moteados con negro y el mismo color pálido por debajo. Acuñé el nombre científico Bufo periglenes en referencia a la coloración extraordinaria de los adultos (Savage 1966). “Periglenes” significa “brillante” en griego. Por lo tanto, una traducción literal es “sapo brillante.”

El descubrimiento del sapo dorado Jay M. Savage Mi respuesta inicial cuando vi sapos dorados por primera vez fue una de incredulidad. En vez de los tonos de gris, café u oliva característicos de la mayoría de los sapos en el género Bufo, los machos eran de color anaranjado brillante (Fig. 5.2). Me pregunté si alguien los habría sumergido en pintura de esmalte, pero el color era genuino. Las hembras eran igualmente asombrosas. Carecían totalmente de anaranjado en su coloración, eran de color olivo o negro con manchas grandes de escarlata, demarcado con amarillo. Esta diferencia marcada entre los sexos fue tan inesperada como los colores brillantes. Aprendí acerca de este sapo singular por primera vez en octubre de 1963. Durante una visita a Monteverde, Norma J. Scott, Jr. y yo hablamos con un residente de la localidad llamado Jerry James, quien nos llamó la atención sobre la existencia de la especie. Sin embargo, no era la temporada correcta, y no pudimos encontrar ningún ejemplar. Cuando James entregó varios especímenes a la Universidad de Costa Rica en mayo del año siguiente, regresamos al bosque nuboso de una vez. Scott, James y yo subimos por la fila arriba de la comunidad de Monteverde el 14 de mayo

SALAMANDRAS DE MONTEVERDE, SAPOS DORADOS Y EL SURGIMIENTO DE LA CRISIS GLOBAL DE ANFIBIOS J. Alan Pounds El caso en Monteverde ha tenido un papel clave en llamar la atención del mundo sobre la crisis de los anfibios (Phillips 1994). En noviembre de 1988, David Wake, profesor en la Universidad de California, Berkeley, visitó Monteverde para estudiar las salamandras.

Estaba especialmente interesado en la salamandra de Monteverde, una especie de Bolitoglossa con manchas del color de herrumbre (Fig. 5.4). Para la sorpresa de Wake, él y sus asistentes no encontraron ni una sola salamandra. Solamente el año anterior y

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