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CON NOMBRE Y APELLIDO

Salesiana cooperadora y Lic. en Teología Silvia OurtheCabalé

Vivir la Buena Noticia “con gozo profundo”

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Asegura que del carisma salesiano le “fascina todo”. De su infancia en el colegio de las hermanas salesianas en Paysandú, quedaron grabadas aquellas escapadas a la Capilla para encontrarse ante el Sagrario y la imagen de María Auxiliadora, presencias que son pilares en su vida.

Silvia OurtheCabalé es salesiana cooperadora, igual que su esposo, e integran la rama número 31 de la Familia Salesiana: la Fraternidad Contemplativa María de Nazaret. Ya de adolescente saboreaba las lecturas sobre vida de santos y hoy es Lic. en Teología, pero admite que “nunca se termina de leer, estudiar y aprender… cuánto más se conoce, más se quiere profundizar para amar y servir mejor, con la convicción de que la Teología se hace de rodillas o no es Teología”. La vigencia del carisma salesiano y su aporte en la sociedad uruguaya, así como los desafíos de la Iglesia para estar a la altura de los signos de estos tiempos, fueron algunos de los temas abordados por Silvia en esta entrevista para el BS.

¿Cuándo conociste el carisma salesiano y cómo te involucraste con la Familia Salesiana?

En realidad el carisma salesiano lo conocí desde la infancia. Ha sido, pues, como la leche materna que acunó desde siempre mi vivencia de fe. Como alumna del Colegio María Auxiliadora de Paysandú (soy sanducera) mis primeros recuerdos van a los recreos, en los que casi siempre me hacía alguna escapada para ir a la Capilla, donde las dos presencias, el Sagrario y la imagen de la Auxiliadora, me quedaron tan grabadas, como, en verdad, los pilares de lo que serían para toda mi vida.

¿Por qué elegiste estudiar teología? ¿Y ser salesiana cooperadora?

En realidad siempre sentí gran afinidad por la búsqueda y reflexión espiritual, que desembocó luego, naturalmente, en el estudio teológico. Recuerdo que de adolescente y muy joven disfrutaba, o mejor, como suele decirse, "saboreaba" las lecturas no solo del carisma salesiano, sino de, por ejemplo, San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús, que leí sus Obras Completas en el castellano antiguo en el que fueron escritas. El impulso final lo recibí de Mons. Nicolás Cotugno, cuando instauró el sexenio para laicos. Al final fueron nueve años de estudio, en que primero hice la Maestría y luego la Licenciatura en Teología. Aunque nunca se termina de leer, estudiar y aprender. Además es como un verdadero manantial de agua viva. Cuánto más se conoce, más se quiere profundizar para amar y servir mejor. Con la convicción de que la Teología se hace de rodillas o no es Teología. Fue el mismo Mons. Nicolás que nos invitó a mi esposo y a mí a ser cooperadores salesianos. Desde esta vocación interioricé más profundamente lo que significa el aporte insustituible del laico en el mundo, y a la manera y al estilo salesiano. Luego, más adelante, nos convocó a integrar, prácticamente desde sus inicios, la Fraternidad Contemplativa María de Nazaret que él fundó, y que se ha constituido en la Rama No.31 de la Familia Salesiana. Es para nosotros, nazarenos, así nos llamamos los integrantes de la Fraternidad, el desafío de vivir la contemplación en acción, inspirándonos en la contemplación de María de Nazaret, la Auxiliadora de los cristianos, la máxima vivencia de la contemplación en la acción, en la secularidad de la existencia. Y esto intentamos hacerlo dejando que sea Él, Cristo Resucitado, el que actúe y se haga presente, a través de nuestras acciones y de toda nuestra vida. Por eso, la Fraternidad está integrada en la complementariedad de todos los estados de vida: sacerdotes, consagrados, jóvenes, matrimonios, familias; siendo la opción preferencial por los jóvenes, especialmente de los ambientes populares.

¿Qué te fascina del carisma salesiano?

Del carisma salesiano te diré que me fascina todo: desde su apertura y mirada amorosa a los jóvenes, especialmente a los que están excluidos de la mesa de la vida, hasta su sencillez, cercanía, bondad y alegría, todo su Sistema Preventivo, con los dos pilares fundamentales: la Eucaristía y María. Precisamente ahora, en el mes de mayo, tendré la gracia de participar, representando a la Fraternidad, en la Consulta Mundial de la Familia Salesiana, donde tendré la inmensa alegría de compartir, como lo he vivido en otras ocasiones, con representantes de los 32 grupos que conforman la gran y hermosa Familia Salesiana.

¿Qué desafíos percibes en la actualidad para que el carisma no pierda vigencia? Y para la Iglesia en general… ¿cuáles serían los desafíos?

Los desafíos son grandes y múltiples, recalco que van por el lado de una sociedad líquida, de exteriorizaciones, provisoriedad y realidad virtual, donde campea el relativismo y la indiferencia en general. Lo resumiría en un verdadero cambio epocal, que nos desafía tanto al caris

ma como a la Iglesia toda. Y los desafíos requieren respuestas. Creo que lo primero es pedir insistentemente el Espíritu Santo, que siempre actúa más allá de nuestras expectativas. Estar muy atentos a los signos de los tiempos, como afirmaba san Juan XXIII. Y ser capaces de vivir la Buena Noticia con rostro de esperanza y alegría, o más bien gozo profundo, con la convicción de que Él ha venido a hacer nuevas todas las cosas.

¿Cuáles son, a tu juicio, las mayores dificultades a la hora de evangelizar, especialmente a las juventudes?

La respuesta sobre las mayores dificultades para evangelizar a los jóvenes, tiene mucho que ver con la respuesta anterior. En realidad y en concreto, se trata de encontrar la sintonía de onda que conecte con los jóvenes (pensemos en gustos, afinidades, preocupaciones y proyectos juveniles, horarios, etc.). Y principalmente promover que los jóvenes se sientan protagonistas de su propia historia.

Como salesianos ¿cómo podríamos optimizar el diálogo con la sociedad?

Creo que estamos en el camino correcto como salesianos, subrayando esa apertura y cercanía con la sociedad, y privilegiando la vivencia del carisma por sobre las estructuras que, a veces, sin ser necesariamente obsoletas, nos pesan demasiado. Y también, y no menos importante, hacernos visibles, para que también el bien haga ruido y mucho. Porque a veces, la reticencia o la rebeldía vienen del desconocimiento de cuánto bien se realiza, sin aplausos, ni estridencias. Como asimismo, considero sumamente importante y necesario el potenciar nuestra presencia en la sociedad trabajando más unidos los distintos grupos y presencias salesianas, en comunión y complementariedad de esfuerzos y acciones, reconociendo así y valorando la riqueza insustituible de cada uno.