Boletín Salesiano, mayo de 2021

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vivir la vida

Mi Colegio es mi Casa

H

ace ya casi un año que la vida cambió drásticamente. En el mes de marzo del año pasado, se impuso una terca realidad: todos éramos vulnerables y no podíamos seguir viviendo desde nuestra autosuficiencia. Todavía hoy nuestro futuro inmediato es muy incierto. Sin darnos cuenta, nos hemos visto obligados a reducir nuestro espacio vital. Las paredes de nuestros hogares se han convertido en líDurante la pandemia, mites, en las fronteechamos de menos la ras de nuestros descercanía y convivencia de plazamientos y se nuestros ‘coles’. Y es que, han modificado nuesmi Colegio es mi Casa por tras vidas, nuestras actividades y hasta muchos grandes motivos. nuestra forma de pensar y actuar. Acostumbrados a nuestras rutinas, hemos ido tomando conciencia de lo que nos estamos perdiendo, de lo que teníamos anteriormente y ha desaparecido... Y nos sentimos huérfanos, des-

pojados de lo nuestro, un poco mutilados, porque nos faltan cosas esenciales: poder pasear o hacer ejercicio, encontrarnos con nuestros familiares y amigos, ir al Colegio.

Remando en la misma dirección En las familias hemos empezado a sentir la necesidad de acercarnos al Colegio, de sentirlo como nuestra casa, de encontrarnos con las personas que cuidan y acompañan a nuestros hijos y de caminar juntos. Estos días he visto varias fotografías de Colegios Salesianos tras las nevadas que recorrieron muchas zonas de nuestra geografía. Son fotografías muy bonitas, espectaculares por lo sorprendente de la novedad que causa la nieve en el paisaje urbano. Sin embargo, las que más vida tienen son aquellas en las que vemos a padres, profesores y alumnos despejando los accesos a los colegios. Hay rostros con amplias sonrisas que nos hablan de esfuerzo compartido, de complicidad, de proyecto común. A nuestros chicos también se les ve transformados tras la reclusión de la pandemia. Ahora se muestran más cercanos, más joviales, yo diría que, en realidad, se muestran más agradecidos. Algunos llegan a verbalizar que es una suerte poder venir al Colegio y que no cambiarían por nada del mundo a sus amigos, a sus profesores y a su Colegio. ¿Habremos comprendido que compartiendo somos más y que la educación es cercanía, trato personal y sentido de pertenencia? ¡Qué suerte tenemos de tener una casa con patio, aulas, iglesia y teatro! ¡Qué alegría vivir en un Colegio Salesiano! ¡Y más en el mes de mayo! José Amador Prieto Palacios

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