EL PREGÓN El Pregón, los Pregones, forman ya un todo inseparable de la Semana Santa. Como el que hace lo que sabe, no está obligado a más y nadie ha dicho, “quiero ser pregonero”, en este libro integral semanasantero, quiero dejar constancia que todos los Pregones deben tener el mismo valor y todos han sido dignos. ¡Qué menos decir! Naturalmente, sin engañarme ni intentar engañar a nadie. Pero es que es así: Si Tobarra en un momento determinado, decidió que el Pregonero, fuera Fulanico y Fulanico habló de lo que él creía que era válido y contó lo que para él era importante y lo contó lo mejor que supo y pudo, ¿quién se atreve a criticarlo? ¿Que a veces no se puede ser tan osado en la vida y hay que saber aceptar las limitaciones de cada uno? Sí, pero no en Semana Santa. Y menos en Tobarra. Por tanto, para todos los Pregoneros de la Semana Santa de Tobarra ¡mi redoble! ¿Que con esto soy injusto ante esos Pregones geniales, que los ha habido…? ¿Que hablando así, soy, incluso, faltón con mi deber de amistad hacia Pregoneros que echaron extraordinarios Pregones y que, encima, son muy, muy, muy amigos míos…? ¡Que me perdonen! Pero, ¡todos buenos! Este libro semanasantero no se ha pensado como exégesis de tal. Pero en este Ad Introitum hay que constatar que el Pregón, los Pregones ya no deben faltar en la Semana Santa de Tobarra. Y si Tobarra ha decidido “que ya no salgan de Tobarra… pues bien decidido está. ¿Qué otra cosa puedo decir si tengo el inmejorable recuerdo de haber sido el 1er Pregonero –1980- de haber repetido en Barcelona –1989- y de haber escrito el de Lisboa, para Víctor Mendes, en 1991? ¿No le hace justicia a Tobarra mi curriculum foráneo: Pregonero en la Semana Santa del Bajo Aragón –1988- y en la Semana Santa de Calasparra –2002-? Poder, poder, aún puedo decir una chulería. Que sí, que me lo pido: No me gustaría morirme sin haber escrito el gran pregón tobarreño, que tengo en mi mente desde hace mucho tiempo. Por pedir… El Pregón. Un alarde de dignidad tobarreña.
14